Archivo de la categoría: 2024

La victoria de Trump deja descolocada a Europa en Ucrania

25 de noviembre de 2024

La derrota de Kamala Harris pilla de sorpresa a la Unión Europea

Las encuestas que apuntaban a un resultado muy igualado entre Kamala Harris y Donald Trump estaban sesgadas para movilizar el voto hacia el Partido Demócrata, azuzando el miedo a Donald Trump, a quien Joe Biden comparó con Hitler en repetidas ocasiones. Aun así, el candidato del Partido Republicano ganó las elecciones, tanto en número de delegados para el Colegio Electoral, que es quien elige al presidente, como en voto popular.

Resultados de las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Ilustración: AP.

El objeto de este artículo no consiste en analizar las razones del triunfo de Donald Trump, sino las implicaciones que tiene para el viejo continente. Las élites europeas confiaban en la victoria de la candidata demócrata, esperanzadas por una continuidad en la política exterior de la Casa Blanca. Aunque hubiera señales de que Estados Unidos, incluso bajo mando demócrata, había comenzado a arrastrar los pies en Ucrania – como indicaba la cancelación de la cumbre de la OTAN en Ramstein – Bruselas no se terminaba de creer que Washington le fuera a traspasar la patata caliente. Confiaban en que, si ganaba Harris, la metrópoli no les dejaría colgados de la brocha, aunque Europa tuviera que asumir una mayor carga financiera.

Sin embargo, la derrota de la esperpéntica Kamala ha sacudido a las élites europeas, que daban casi por hecha su victoria. Toca rebobinar. Es lo que están haciendo a marchas forzadas los dirigentes europeos, en ocasiones de manera patética. Después de haber denostado al candidato republicano, mimetizando el guion del Partido Demócrata, los líderes europeos se apresuraron a felicitar a Donald Trump, esa amenaza para la democracia.

Trump puede haber dañado permanentemente la democracia, dice la jefa de la Unión Europea Von der Leyen. Titular de The Independent.

Publicación de Úrsula von der Leyen en X

La misma Úrsula que acusaba a Donald Trump de haber dañado permanentemente la democracia, le felicitaba “calurosamente” por su victoria en un comunicado oficial. Enfatizaba la presidenta de la Comisión el vínculo entre Estados Unidos y la Unión Europea “en nuestra historia compartida, compromiso con la libertad y la democracia”. De repente, Trump adquiría el estatus de demócrata…

En Ucrania también intentan sacar la patita. El Centro Ucraniano para la Lucha contra la Desinformación ha eliminado publicaciones en las que acusaba a Tulsi Gabbard de trabajar para Moscú, manipulando y difundiendo desinformación. El medio ucraniano Strana publicó capturas del canal de Telegram del Centro, que lo demostraban. La noticia ha sido posteriormente borrada de dicho medio, aunque sigue siendo recogida por otros. La excongresista, que abandonó el Partido Demócrata, ha sido propuesta por Trump para el cargo de directora de las agencias de inteligencia.

Tras haber denostado a Orbán, los líderes europeos acuden ahora a Budapest

Washington y Bruselas han denigrado a Víktor Orbán por negarse a acatar sus dictados para defender, en su lugar, los intereses de su país. Su gobierno se negó desde el principio a dejar de comprar gas a Rusia. Dos tercios del gas que importa Hungría proceden de Rusia. El ministro de Asuntos Exteriores húngaro, Peter Szijjarto, exponía en junio las razones de manera diáfana: “Es imposible garantizar el suministro energético de Hungría sin los recursos energéticos rusos y eso no tiene nada que ver con la política o la ideología, sino que tiene sus raíces en simples hechos de la física”. El embajador de Estados Unidos en Hungría se apresuraba a tildar de “dependencia peligrosa” la actitud del gobierno húngaro.

Por anteponer los intereses de su país a la agenda de sanciones contra Rusia dictada por la Casa Blanca, Orbán ha sido vilipendiado con saña. Hasta que ganó Trump, y la Comunidad Política Europea se reunió en Budapest, los días 7 y 8 de noviembre, justo después de las elecciones. Todo eran sonrisas, como demuestran las fotografías de los líderes europeos con Orbán.

Víktor Orbán con Úrsula von der Leyen, Mark Rutte, Roberta Metsola, Keir Starmer y Emmanuel Macron. Fotografías: Red social de Víktor Orbán, Marton Monus (Reuters), y Szilard Koszticsak/EPA-EFE/Shutterstock.

Tras asumir la presidencia rotatoria de la Unión Europea, Víktor Orbán se embarcó en una “misión de paz”, que le llevó a viajar a Moscú, Kiev y Pekín, lo que enfureció a los líderes europeos. Además de salirse del guion fijado por Washington, Orbán demostró con ese viaje que tenía la capacidad de interlocución de la que carecen sus homólogos europeos. Ahora parece que las élites europeas han decidido aprovecharse de esa capacidad: necesitan a alguien a quien Trump le ofrezca la oreja. Al menos eso demuestran las imágenes de la cumbre, que se celebró en Budapest, y a la que asistieron 47 jefes de Estado o de gobierno.

Sin embargo, a pesar de que los asistentes se esforzaron en mostrar unidad, los resultados de la cumbre fueron inexistentes, a juzgar por el resumen de la reunión publicado por el Consejo de Europa, que se limita a reseñar los asuntos tratados, sin mencionar ninguna conclusión.

Tendremos que atenernos a las declaraciones de los asistentes para imaginarnos por dónde fueron los tiros, aunque es obvio que la larga sombra de Trump planeaba sobre la reunión. Úrsula von der Leyen proclamó que “El futuro de Europa está en nuestras manos”. ¿Habría que deducir que antes de la victoria de Trump estaba en manos distintas a las europeas?

Emmanuel Macron fue en la misma línea: “¿Queremos leer la historia escrita por otros –las guerras lanzadas por Vladimir Putin, las elecciones estadounidenses, las decisiones tecnológicas o comerciales de China– o queremos escribir nuestra propia historia? Creo que tenemos la fuerza para escribirla”. Macron también urgió a Europa a afirmar su independencia estratégica respecto de Estados Unidos y a defender sus intereses frente a los de sus rivales geopolíticos. «No debemos delegar para siempre nuestra seguridad en Estados Unidos», afirmó.

Las declaraciones de Macron no van acompañadas por hechos, sino todo lo contrario. En abril de 2023 el presidente francés hablaba de la necesidad de una “autonomía estratégica” para Europa. Seis años antes, ya peroraba sobre el mismo concepto en la universidad de La Sorbona. Sin embargo, The Telegraph publicaba el 10 de noviembre que Macron estaba conspirando con Keir Starmer para frustrar los planes de Donald Trump para Ucrania, planeando incrementar los envíos de armas a Zelenski antes de que la nueva administración tomara posesión.

Starmer planea frustrar el plan de Trump sobre Ucrania. El primer ministro y Emmanuel Macron mantendrán conversaciones sobre el refuerzo de armamento antes de la llegada de la nueva administración.

Macron y Starmer están apostando por darle continuidad a la guerra en Ucrania, continuando con la agenda del Partido Demócrata, que ha sido derrotada en las urnas, demostrando así un gran respeto por la democracia. Macron sigue renunciando a la “autonomía estratégica” que reclama para Europa, obstinándose en mantener viva una estrategia que va en contra de los intereses europeos, como analicé en un reciente artículo.

Titular de Bloomberg

El anfitrión de la cumbre de Budapest también señaló que Europa debería escoger entre la sumisión o la soberanía. En relación con la guerra en Ucrania, Víktor Orbán afirmó que “El alto el fuego es el primer paso. Paremos la matanza, esta es mi propuesta”. El húngaro también dijo que “La situación en el frente es evidente: ha habido una derrota militar. Los estadounidenses se van a retirar de esta guerra”.

Esta posibilidad, anunciada por Trump – veremos si cumple su promesa electoral de acabar con la guerra– es la que ha desatado el pánico en las élites europeas. Si Estados Unidos se retira, la Unión Europea carece de capacidad financiera, militar y política para sostener una guerra por intermediación contra Rusia. Para rematar, Orbán aventuró que el crédito de 50.000 millones para Ucrania acordado entre Estados Unidos y Europa ahora es una “cuestión abierta”.

Las crisis políticas en Alemania y Francia se deben a las discrepancias sobre Ucrania

La caída del gobierno semáforo en Alemania ha sido motivada por las desavenencias en torno a Ucrania entre el SPD, el partido de Olaf Scholz, y el FDP, el liberal – demócrata. Scholz quería enviar 3.000 millones de euros más a Kiev, a lo que se negó el ministro de finanzas, del FDP. Christian Lindner proponía, en su lugar, autorizar la entrega de misiles Taurus. De fondo, las discrepancias sobre el gasto público, que el socialdemócrata Scholz quería aumentar, frente a la austeridad propuesta por el liberal Lindner.

Christian Lindner: Yo quería enviar Taurus a Ucrania, no dinero. El ministro de Finanzas ofrece una variante interesante sobre la ruptura de la coalición. Por tanto, hubo una disputa sobre la política en Ucrania. Titular de Berliner Zeitung.

El tercer partido integrante del gobierno tricolor, Los Verdes, ya demostraron hace tiempo su respeto por la democracia, cuando la ministra de Asuntos Exteriores declaró que le daba igual lo que opinaran los votantes, porque ella iba a seguir promoviendo el apoyo a Ucrania. Ahora Annalena Baerbock ha reconocido en una entrevista que Ucrania va antes que Alemania a la hora de asignar recursos: el gobierno federal ha desviado al gobierno de Kiev 37.000 millones de euros del presupuesto que iba destinado a guarderías, escuelas e inversiones en el país. 

La crisis política alemana deja a Europa sin timón antes del regreso de Trump.

Después de haber consentido la voladura de los gasoductos Nord Stream, de someterse a la agenda de Estados Unidos hasta hundir la propia industria, y de priorizar la financiación de la guerra de Washington contra Moscú, en perjuicio de sus propios ciudadanos, no es de extrañar que el gobierno de Alemania haya saltado por los aires y que la derecha nacionalista de Alternativa para Alemania esté subiendo como la espuma, al igual que la Alianza Sarah Wagenknecht, que también propugna priorizar los intereses del país, por encima de los foráneos.

En Francia, con la excusa de forjar un “cordón sanitario” frente al partido de Marine Le Pen, Macron consiguió aislar al partido que se opone a guerra en Ucrania y mantenerse en la presidencia. La victoria relativa de la izquierda en las elecciones quedó finalmente en agua de borrajas. Macron giró a la derecha, colocando como primer ministro a Michel Barnier, que fue dos veces comisario europeo, y negociador del Brexit por parte de la UE. Reagrupamiento Nacional, el partido de Marine Le Pen, está tolerando a Macron precisamente por este giro a la derecha. Sin embargo, la cacería contra Le Pen continúa, ahora en formato lawfare, buscando inhabilitarla políticamente, para impedir que se presente a las próximas elecciones presidenciales.

El panorama en Europa es desolador. Bloomberg lo resumía recientemente en una frase: “Hogar de un mercado de valores inactivo, una moneda frágil, un sistema político en crisis y una economía estancada”.

Por citar sólo algunos datos relativos a Alemania, la producción industrial, excluyendo la construcción, ha descendido un 17% desde los niveles de 2017. La fabricación de automóviles ha bajado un 28%. En 2016, Alemania producía 5,7 millones de vehículos. En 2023, ya sólo eran 4,1 millones. Algunos hablan del suicidio de Europa. Asesinato es un término que describe mejor lo que están cometiendo las élites europeas con el continente que tienen a su cargo.

La respuesta de Europa consiste en profundizar en sus errores

En lugar de aprovechar el cambio en la presidencia de Estados Unidos para reformular su política exterior, sacudirse el yugo y comenzar a perfilar esa “autonomía estratégica” que Macron dice anhelar, las élites europeas insisten en profundizar en sus errores.

El informe Draghi, que analicé en un artículo anterior, afirma que la solución a la crisis que afronta Europa consiste en endeudarse. Y hacerlo, además, de manera mancomunada. Lo que subyace tras la propuesta de Draghi, con el patrocinio de Úrsula von der Leyen, es una disolución de la soberanía de los Estados miembros en aras de una mayor integración en una institución supranacional, lo que conllevaría una centralización aún mayor en Bruselas de las decisiones políticas, lejos del escrutinio de la ciudadanía.

La centralización favorece la impunidad de los burócratas europeos, como hemos visto con el escándalo de la compra de las vacunas a la farmacéutica estadounidense Pfizer. Los SMS que la presidenta de la Comisión intercambió con el consejero delegado de Pfizer desaparecieron, y la Comisión disculpó la falta de acceso con el argumento de que eran documentos “de vida corta y efímeros”, además de “no contener información importante”.

La centralización en Bruselas no ha traído una mejora de la calidad de vida de los europeos: Europa está en un proceso de pauperización. Desde el punto de vista político, las democracias liberales también están degenerando: las elecciones nacionales se han convertido en episodios meramente cosméticos, porque las decisiones no se toman en los parlamentos nacionales, sino en la capital de Bélgica, que también es la sede de la OTAN. Más de la mitad de la legislación española de los últimos cinco años consiste en la trasposición de directivas o reglamentos elaborados en Bruselas. 

El Parlamento Europeo es la parodia de una democracia liberal: por no tener, ni siquiera tiene la capacidad de proponer leyes, una facultad reservada a la Comisión Europea. Sólo puede aprobar o rechazar leyes propuestas por la Comisión, cuyos miembros se pastelean en los despachos, como acabamos de ver con el reparto de los próximos consejeros comunitarios. En algunos casos, el Parlamento Europeo ni siquiera puede proponer enmiendas: las propuestas legislativas de la Comisión son lentejas.

El informe Draghi ofrece la coartada para impulsar una mayor integración europea. O como afirma la Comisión, “una Europa más fuerte”, después de haberla destrozado con su seguidismo de las directrices impuestas por Washington. Los siguientes pasos se encaminan hacia una concentración aún mayor del sector bancario, los impuestos comunes, gestionados y administrados en Bruselas, y la disolución de las soberanías nacionales, en aras de la “gobernabilidad” europea.

Al mecanismo de toma de determinadas decisiones de la Unión Europea, basado en la unanimidad, le quedan dos telediarios. Alemania está presionando para que las decisiones que ahora deben contar con el respaldo de todos los miembros – política exterior, seguridad, defensa – se tomen por “mayoría cualificada”. Esta posición sin duda cuenta con el respaldo de las élites, y el argumento es el de “evitar la parálisis”. La actitud de Hungría en relación con la guerra de Ucrania ha colocado el tema bien arriba en la agenda de Bruselas.

Le Monde: Olaf Scholz renueva su lucha por la mayoría cualificada en los asuntos exteriores de la UE.

La Unión Europea apuesta por la guerra y la militarización de la economía

Este proceso de vaciado de las soberanías nacionales en favor de un ente inasible se está apoyando en la militarización de la economía y, ulteriormente, de la sociedad entera. Los gabinetes de estudio, financiados por las empresas de armamento, insisten en que si Putin no es frenado en Ucrania, se dispone a invadir el resto de Europa. Los antecedentes históricos muestran lo contrario: fueron Napoleón y Hitler quienes invadieron Rusia, con los resultados conocidos. Al colocar a Europa en rumbo de colisión con Rusia, las élites europeas están ignorando la Historia peligrosamente. 

En lugar de asumir las lecciones del pasado, los gobiernos europeos están imbuyendo una psicosis de guerra en la población, instándolas a prepararse para un ataque, poco menos que inminente, por parte de Rusia. El Reino Unido habla de formar a la “generación preguerra”, que “puede suceder en cualquier momento”.  Suecia y Noruega reparten millones de panfletos a la población con instrucciones para sobrevivir en caso de guerra. Alemania ha preparado un documento secreto de estrategia, de mil páginas, para el caso de guerra con Rusia, que incluye instrucciones a las empresas sobre “cómo armarse” y contribuir al esfuerzo bélico. España acaba de anunciar que prepara la primera guía de protección civil específica para afrontar «riesgo bélico».

Titular de 20 minutos.

Bruselas liberará miles de millones de euros del presupuesto europeo para defensa y seguridad. El dinero será desviado de los fondos de cohesión, destinándolos a fines bélicos, en lugar de a sus objetivos originales: aumentar la cohesión económica, social y territorial de la Unión Europea, donde las diferencias económicas entre los Estados miembros siguen siendo abismales.

Titular de Expansión.

Según la normativa europea, este dinero no puede destinarse a adquirir equipos de defensa, ni a sufragar gastos militares. Pero en este “mundo basado en reglas” siempre hay resquicios para saltárselas a conveniencia. Así que la Unión Europea los utilizará para impulsar la industria armamentística, fabricando armas y municiones, así como productos de ‘doble uso’, como drones. La industria de defensa se frota las manos: dan por descontado un crecimiento de doble dígito en el sector.

En este contexto, un exoficial militar sueco ha advertido que, tras la victoria de Trump, Europa sólo tiene dos opciones: “O el acercamiento y la reanudación de la buena vencidad hacia Rusia o la continuación de la beligerancia, con su seguimiento de una carrera armamentística y el riesgo de una escalada”. “Desafortunadamente, la mayoría de los líderes europeos están apoyando la segunda alternativa”, concluye Mikael Valtersson, que fue jefe de personal de los Demócratas de Suecia. Cuando algunos militares con sentido común hacen propuestas pacifistas, son ridiculizadas inmediatamente por los medios, al tacharlas de “rendición absoluta”, como ha sido el caso. Este es el ambiente que está fabricando la propaganda belicista occidental.

Donald Trump ya no es tan malo como lo pintaban. El nuevo secretario general de la OTAN, el holandés Mark Rutte, asegura ahora que “Él fue quien en la OTAN nos estimuló a superar el 2%. Y ahora, también gracias a él, la OTAN, si se excluyen las cifras de Estados Unidos, está por encima del 2%”. La cifra se refiere al porcentaje del presupuesto que los países miembros deben dedicar al presupuesto militar. Quien antes era descrito como un desalmado que iba a dejar a los europeos indefensos en las garras de Putin, si no incrementaban su contribución a la organización armada, ahora ve su chantaje presentado de manera positiva.

Las élites de la Unión Europea se afanan en que la guerra continúe para poder seguir echándole la culpa a Rusia de todo lo malo que nos está cayendo encima, tratando así de ocultar su incompetencia, su ineptitud y su falta de visión geopolítica. En definitiva, su nulidad como dirigentes políticos.

Úrsula von der Leyen miente sobre el precio del gas estadounidense

Qué podemos esperar de las élites europeas, cuando Úrsula von der Leyen afirma, sin sonrojarse, que es una vergüenza que la Unión Europea siga comprando gas natural licuado a Rusia, cuando el de Estados Unidos es más barato. Si esto fuera realmente así ¿por qué el aumento del suministro de gas natural licuado estadounidense ha provocado un incremento brutal del coste de la electricidad industrial en Europa, mientras que en Estados Unidos ha descendido un 16%?

Precios de la electricidad industrial incluyendo impuestos en 2019 frente a 2023. Fuente: Marko Jukic en X.

El Consejo de Europa reconoce que El precio del gas aumentó significativamente porque los volúmenes drásticamente reducidos de las importaciones de gas ruso tuvieron que ser reemplazados por fuentes de gas más caras (principalmente GNL)”. ¿Y de dónde vino ese gas natural licuado más caro? La mayor parte comenzó a venir de Estados Unidos, que hasta 2016 no nos vendía ni una bombona.

Importaciones anuales de GNL por países exportadores en la Europa – 27 (UE + Reino Unido). Fuente: Agencia Internacional de la Energía.

El Consejo de Europa también nos aclara que “El precio de la electricidad suele estar determinado por el precio del gas. La razón de ello es el llamado principio de orden de mérito”. Este es el eufemismo con que han bautizado en Europa al sistema para que paguemos la electricidad al precio más caro de todas las energías utilizadas para producirla.

Si el gas estadounidense es más barato que el ruso, ¿por qué la consultora Brueghel, con sede en Bruselas, estima que los Estados miembros de la Unión Europea se han gastado 657.000 millones de euros en proteger a los consumidores del incremento de los precios de la energía?

Toda la narrativa para justificar la escalada de la guerra provocada por Estados Unidos en Ucrania se basa en mentiras. El cambio cualitativo de este mundo distópico al que nos arrastran es que la mentira ya no tiene consecuencias políticas para los embusteros. Vivimos rodeados de patrañas, amplificadas hasta la extenuación por los medios de comunicación de masas.

Para encontrar los datos en este entorno vilificado por los embustes hace falta tiempo. Y ganas de desentrañar la verdad. La mayoría de la población está muy ocupada en otras tareas, de lo cual se aprovechan las élites para imponernos su agenda, mientras el personal se traga lo que le echan por los telediarios. Así nos va.

La cumbre de los BRICS en Rusia certifica el aislamiento de occidente

8 de noviembre de 2024

Los BRICS siguen creciendo, incorporando 13 nuevos socios

La cumbre de los BRICS ha supuesto otro clavo más en el ataúd de la hegemonía de Estados Unidos. La reunión ha ofrecido una fotografía clara del fracaso occidental por aislar a Rusia: más de treinta países participaron en el encuentro, celebrado del 22 al 24 de octubre en Kazán, la capital de Tartaristán, a unos 900 kilómetros al este de Moscú.

24 jefes de estados y 6 máximos responsables de organizaciones internacionales – incluyendo al secretario general de la ONU – intervinieron en la cumbre de los BRICS. Tremenda bofetada para quienes pretendían aislar a Vladímir Putin, que mantuvo 17 reuniones bilaterales en tres días.

Los primeros espadas de Rusia, China, India, Sudáfrica, Egipto, Irán, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía, Turquía, Azerbaiyán, Armenia, Bielorrusia, Bolivia, Congo, Kazajistán, Kirguistán, Mauritania, Palestina, República Srpska (Bosnia y Herzegovina), Tayikistán, Turkmenistán, Venezuela, Vietnam y Uzbekistán participaron en la cumbre de Kazán.

Miembros de los BRICS, en azul oscuro, y nuevos socios, en verde. Arabia Saudita se lo está pensando, pero participó en la cumbre de Kazán. Ilustración: @powerfulcountries.

En la línea de crecimiento que ya se plasmó en la anterior cumbre, los BRICS anunciaron la creación del estatus de “país socio”, al que accedieron trece estados: Turquía, Indonesia, Argelia, Bielorrusia, Cuba, Bolivia, Malasia, Uzbekistán, Kazajstán, Tailandia, Vietnam, Nigeria y Uganda. En esta lista llaman la atención Turquía, miembro de la OTAN, y Nigeria, excolonia británica. El estatus de socio es un paso previo a la plena incorporación al grupo, algo que todos los aspirantes han solicitado.

Según el ministro brasileño de Asuntos Exteriores de Brasil, Mauro Vieira, los BRICS han acordado los «criterios y principios» sobre los que se asentará la futura expansión del bloque. Será Rusia, a quien corresponde ahora la presidencia rotatoria, la que mantendrá consultas con los países socios para oficializar su adhesión a los BRICS.

Respecto a los nuevos miembros anunciados hace un año en Sudáfrica, es necesario aclarar que Argentina finalmente no se incorporó, tras rechazar Javier Milei la adhesión del país que ahora preside, proclamando su lealtad a Washington sin ambages. También se dijo que Arabia Saudita se unía al grupo. Sin embargo, la posición del reino es ambigua: no ha confirmado su unión, pero tampoco la ha desmentido. Sometida a fuertes presiones por parte de Estados Unidos, la monarquía saudita estuvo no obstante representada en Kazán por su ministro de Asuntos Exteriores, Faisal bin Farhan.

En relación con la guerra en Ucrania, la cumbre certificó el fracaso de occidente por aislar diplomáticamente a Vladímir Putin: la declaración final ni siquiera menciona a Rusia. El punto 36 se limita a “recordar las posiciones nacionales sobre la situación en Ucrania y sus alrededores, expresadas en los foros pertinentes” (la ONU). El documento continúa señalando “que todos los Estados deben actuar de manera coherente con los Propósitos y Principios de la Carta de las Naciones Unidas en su totalidad y en su interrelación. Tomamos nota con aprecio de las propuestas pertinentes de mediación y buenos oficios, encaminadas a una solución pacífica del conflicto mediante el diálogo y la diplomacia”. Y eso es todo sobre el tema.

Una instantánea que refleja el “aislamiento” de Rusia. Fotografía: sitio web de la cumbre de los BRICS en Kazán.

Diplomacia, en lugar de amenazas

Más de treinta países han expresado su intención de unirse al bloque, según declaró Vladímir Putin en Kazán. Su enfoque constructivo, basado en el diálogo y la diplomacia, explican el dinamismo de los BRICS. Esta aproximación contrasta con el estilo de Estados Unidos, basado en la coerción, o los “cambios de régimen”, cuando chocan con resistencias a sus dictados. Así lo están percibiendo un gran número de países, que apuestan por construir unas relaciones internacionales con otros valores, distintos a los de la mafia de Washington.

El apoyo de Estados Unidos al genocidio sionista en Gaza deja en evidencia la retórica farisea de los sucesivos inquilinos de la Casa Blanca. Una política que nada tiene que ver con su pretendida defensa de la democracia, la libertad, y los derechos humanos. En el caso de los BRICS, son los hechos los que sustentan sus declaraciones a favor de la diplomacia.

Con carácter previo a la cumbre de Johanesburgo, China propició un acercamiento entre dos adversarios históricos: Arabia Saudita e Irán.  Como ya documenté en un artículo anterior, las reservas combinadas de petróleo de ambos países suponen el 26,3% de las mundiales, según datos de 2020. Quizás aún más importante, la distensión entre ambos supone eliminar fricciones entre los dos principales aspirantes al liderazgo político en una región geopolíticamente crucial, para ponerlos en la senda de la colaboración.

Con ocasión de la cumbre de Kazán, se ha producido otro acercamiento muy significativo entre otros dos colosos, aún mayores. Tras cinco años sin entrevistarse, Xi Jinping y Narendra Modi tenían su primer encuentro bilateral, días después de que China e India anunciaran la resolución de una larga disputa fronteriza, que arrastraban desde la guerra de 1962. Un foco de tensión que había motivado la movilización de decenas de miles de tropas a ambos lados de la región montañosa de Ladakh, apoyados por artillería, tanques y aviones de combate.

Zona fronteriza en disputa entre India y China afectada por el acuerdo. Ilustración: Lowy Institute.

En mayo de 2020, tropas chinas lanzaron varias incursiones simultáneas a través de la denominada “Línea de Control Real”, término con el que se denomina la línea fronteriza en disputa. Se produjeron escaramuzas, con el resultado de veinte soldados indios muertos, y un número indeterminado de víctimas del lado chino. El oficial al mando de las tropas indias en la zona afirmó que ambos países habían estado “al borde de la guerra”.

En el encuentro entre Xi Jinping y Narendra Modi, el líder chino afirmó que ambos estados se encuentran en una etapa crucial de desarrollo y “deberían manejar con cuidado las diferencias y desacuerdos y facilitar la consecución de las aspiraciones de desarrollo de cada uno”. El ministro de Asuntos Exteriores de India, Vikram Misri, resaltó que unas “relaciones bilaterales estables, predecibles y amigables entre India y China (…) tendrán un impacto positivo en la paz y prosperidad regional y global”. En este caso, bonitas palabras, apoyadas en hechos.

Narendra Modi y Xi Jinping se saludan en Kazán. Fotografía: sitio web de la cumbre de los BRICS en Kazán.

Seis días después de la cumbre de Kazán, un funcionario indio afirmó que India y China habían completado la retirada de sus tropas en la frontera disputada en el Himalaya, según estaba previsto. Este enfoque, basado en el diálogo para resolver las disputas, está resultando atractivo a muchos países, hartos del chantaje del “amigo americano”.

Lula da Silva quiere jugar con dos barajas

El punto discordante en la última cumbre de los BRICS lo puso Lula da Silva, con su veto al ingreso de Venezuela en el grupo. Vladímir Putin lo confirmaba en rueda de prensa: «Nuestra posición no coincide con la de Brasil en temas venezolanos».

Lula da Silva no asistió a la reunión de Kazán, alegando un accidente doméstico que, supuestamente, le produjo lesiones en la cabeza. Los médicos le desaconsejaron realizar viajes de larga distancia, e intervino en la cumbre por vía telemática. Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, sí asistió a la cumbre, donde se reunió con Vladímir Putin. Cabe sospechar que Lula prefirió evitar la coincidencia.

Nicolás Maduro y Vladímir Putin. Fotografía: Anatoli Medved.

El 10 de febrero de 2023, Lula da Silva se reunía con Joe Biden en Washington. Según el resumen del encuentro publicado por la Casa Blanca, ambos mandatarios Deploraron la violación de la integridad territorial de Ucrania por parte de Rusia y la anexión de partes de su territorio como violaciones flagrantes del derecho internacional y llamaron a una paz justa y duradera”.

El documento también reseñaba el apoyo de Lula da Silva a la “Cumbre por la Democracia”, que se celebraría un mes después. Un evento de autobombo para la Casa Blanca, que dejaba fuera de la misma a Hungría (país miembro de la Unión Europea, pero los resultados de cuyas elecciones no parecen satisfacer a Washington), y a Turquía (miembro de la OTAN), pero que incluía a Ucrania. Un país donde Zelenski prohibió 11 partidos políticos, en marzo de 2022, bajo la genérica acusación de ser “prorrusos”.

Tanto la reunión, como las declaraciones posteriores, no le debieron hacer mucha gracia al Kremlin, proviniendo de un socio fundador de los BRICS. En relación con la guerra en Ucrania, las posiciones de los demás miembros originales han sido mucho más mesuradas.

En septiembre de 2023, Lula da Silva volvía a reunirse con Joe Biden, aprovechando la Asamblea General de Naciones Unidas. En esa ocasión, la Casa Blanca publicó un resumen del encuentro, donde ambos líderes pedían “la restauración de la democracia en Venezuela”.

Adicionalmente, la Casa Blanca también anunció una iniciativa conjunta con Brasil “para avanzar en los derechos de los trabajadores en todo el mundo”. El líder del Partido de los Trabajadores de Brasil se prestaba así a blanquear a un país donde son legales los “contratos de cero horas”, por los cuales el empresario no tiene obligación de ofrecer un determinado tiempo de trabajo; o donde la mayoría de los trabajadores ni siquiera tienen contrato, y se consideran “empleados a voluntad” (“at-will employees”).

Lula da Silva y Joe Biden anuncian la asociación para los derechos de los trabajadores durante un encuentro en Nueva York, el 20 de septiembre de 2023. Fotografía: Susan Walsh, AP.

En julio de este año, Lula da Silva volvió a alinearse con Joe Biden en relación con los resultados de las elecciones presidenciales en Venezuela, cuando ambos reclamaron conjuntamente la publicación de las actas electorales al gobierno de Nicolás Maduro, poniendo en duda la legitimidad de su victoria.

Publicación en X de Lula da Silva apoyando a Kamala Harris.

Lula da Silva es consciente de la localización de Brasil, que lo sitúa en la órbita de Estados Unidos por una cuestión geográfica. Sin embargo, es muy complicado jugar con dos barajas. El actual presidente de Brasil parece haber olvidado, o quizá tiene demasiado presente, lo que le ocurrió cuando fue víctima de un episodio de lawfare de manual, que le mantuvo durante 580 días en la cárcel. Una condena que fue anulada con posterioridad, lo que le permitió volver a presentarse a las elecciones y, ulteriormente, presidir de nuevo el país.

La narrativa fabricada en Estados Unidos atribuye el alineamiento de Lula da Silva con el Partido Demócrata a las supuestas presiones de la Casa Blanca, cuando se produjo el conato de golpe de estado por parte de los bolsonaristas, para que se respetara el resultado de las elecciones, que dieron por ganador al líder del Partido de los Trabajadores. Es lo que leemos en este artículo de Foreign Policy.

“Cómo la presión de Estados Unidos ayudó a salvar la democracia de Brasil”.

Teniendo en cuenta el historial de intervenciones de Estados Unidos a favor de la democracia en la región, incluyendo el apoyo a los militares golpistas en Brasil en los años 60, creerse esta narrativa es pura cuestión de fe. Yo creo más bien que Lula da Silva está intentando jugar con dos barajas, tratando de no enfadar demasiado al amigo americano por su participación en los BRICS. Sin embargo, llegará el momento en que el presidente de Brasil se verá forzado a optar por una de las dos vías. Y el ultimátum le llegará del norte, no del otro lado del Atlántico.

Los BRICS se proponen reformar el sistema financiero internacional

En el punto 59 de la declaración de Kazán, leemos lo siguiente: “Subrayamos la necesidad de reformar la actual arquitectura financiera internacional para afrontar los desafíos financieros globales, incluida la gobernanza económica mundial, para que la arquitectura financiera internacional sea más inclusiva y justa”.

Dentro del epígrafe “Fomentar la cooperación económica y financiera para un desarrollo global justo” encontramos las líneas de trabajo del grupo para conseguir esa reforma – conviene subrayar la palabra – que democratice el sistema financiero mundial, que sigue siendo el impuesto por Estados Unidos en Bretton Woods, en 1944, a una Europa devastada por la guerra, con el dólar como nuevo protagonista, desplazando a la libra esterlina como principal moneda de reserva.

Unos BRICS en expansión buscan reformar, no reemplazar, el orden global. The Diplomat, 16 de julio de 2024.

Como analicé en un artículo anterior, los esfuerzos de los BRICS por restar protagonismo al dólar están contando con la inestimable colaboración de los Estados Unidos. Al apostar por utilizar su moneda como un arma, están provocando una estampida de una divisa que antes se veía como paraguas frente a la inestabilidad financiera, y ahora se ha convertido en un factor de alto riesgo.

La tarea que se han propuesto los BRICS es hercúlea, por lo que resulta lógico que los avances sean mesurados. Aunque Putin fue obsequiado con un billete simbólico de los BRICS, la creación de una moneda común, aunque fuera para determinados niveles de intercambio comercial entre países, tendrá que esperar.

Putin, con un billete facsímil de la “moneda” de los BRICS, aún en proyecto. Fotografía: Stanislav Krasilnikov.

Por el momento, el objetivo que se han propuesto los BRICS consiste en pasar de la compensación bilateral a la multilateral. Para ello, asignan al Nuevo Banco de Desarrollo que estudie “la viabilidad de establecer una infraestructura independiente de liquidación y depósito transfronterizos, BRICS Clear, una iniciativa para complementar la infraestructura del mercado financiero existente”.

Los BRICS siguen apostando por la expansión continua del financiamiento en moneda local”, así como el uso de la Iniciativa de Pagos Transfronterizos de los BRICS (BCBPI), para resolver los intercambios comerciales usando las monedas locales. Este énfasis en el uso de las monedas locales se ve arropado por algunos hechos: el 95% de los intercambios comerciales entre Rusia y China en 2023, por un valor equivalente de más de 200.000 millones de dólares, se produjeron sin utilizar dicha moneda.

Titular de Brasil de Fato del 21 de diciembre de 2023.

Otras iniciativas de los BRICS para contrarrestar el predominio del sistema financiero monopolizado por Estados Unidos se denomina BRICS BRIDGE, “un sistema de pago unificado actualmente en desarrollo”, en palabras del ministro ruso de Finanzas, Anton Siluanov, que se resiste a calificarlo de alternativa al SWIFT. “El sistema se construirá sobre formatos y enfoques innovadores que consideren la integración de activos financieros digitales”, señala Sputnik Globe.

Según Andrey Mijailishin, portavoz de los BRICS, se espera que a finales de este año Rusia lance también BRICS PAY, un servicio de pago sin efectivo para ciudadanos extranjeros (incluidos los de estados no miembros).

Un extenso informe sobre todas estas iniciativas, preparado por el ministerio de Finanzas, el Banco Central de Rusia, y la consultora Yakov and partners, puede descargarse aquí.

El comercio entre Rusia e India ejemplifica la dificultad de la tarea

En el caso de China y Rusia, teniendo en cuenta la complementariedad de sus economías, el uso de las respectivas monedas locales no genera problemas: Rusia vende energía a China, y le compra productos manufacturados. Sin embargo, no todos los miembros de los BRICS gozan de economías tan susceptibles de usar sus respectivas monedas para los intercambios.

Es el caso de Rusia e India. Mientras India se ha convertido en uno de los principales compradores de energía rusa, Delhi no puede ofrecer a Moscú ni gama, ni cantidad, de productos para intercambiar como China. Los intercambios comerciales entre India y Rusia llegaron en el año fiscal 2024 a 65.700 millones de dólares, tras haberse más que triplicado en los tres años anteriores. Sin embargo, el déficit comercial de la India con Rusia es de 57.100 millones de dólares, y Serguéi Lavrov señala que Rusia tiene que cargar con miles de millones de dólares en rupias, que no puede usar.

Rusia dice que tiene miles de millones de rupias indias que no puede utilizar. 5 de mayo de 2023.

El problema es que la rupia no es plenamente convertible en el mercado de divisas, por el miedo de las autoridades de la India a una fuga de capitales a corto plazo, y a la volatilidad en el tipo de cambio. Si la rupia no es convertible ¿qué puede hacer Rusia con tantas rupias? En la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái celebrada en mayo de 2023 en Goa, el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia declaró que “Necesitamos usar ese dinero. Pero para ello, esas rupias deben ser transferidas a otra moneda, y eso está siendo discutido ahora”.

En las mismas fechas, Reuters informaba que Rusia e India habían suspendido sus esfuerzos para resolver el comercio bilateral en rupias, luego de que meses de negociaciones no lograron convencer a Moscú de mantener las rupias en sus arcas”. Una cifra que Reuters cifraba en el equivalente a 40.000 millones de dólares anuales. En agosto de este año, la misma agencia recogía el nuevo enfoque para tratar de resolver el problema: los bancos centrales de ambos países estaban tratando de “establecer un tipo de referencia entre las dos monedas locales para el comercio, en lugar de determinar el valor de las monedas frente al dólar”.

Una fuente anónima reconocía a Reuters las dificultades del proceso: «Si tuviéramos un tipo de cambio directo, no tendríamos que vincularlo a ninguna moneda, incluido el dólar. Pero eso requeriría que la rupia y el rublo se negociaran en la misma plataforma de cambio de divisas por una cantidad mucho mayor y durante un período más prolongado».

La actitud de occidente decidirá el carácter del mundo multipolar

Narendra Modi, el primer ministro indio, señaló en una sesión plenaria de la cumbre de los BRICS en Kazán que “Debemos tener cuidado de garantizar que esta organización no adquiera la imagen de una que está tratando de reemplazar a las instituciones globales”.

Bloomberg apuntaba que los comentarios del mandatario indio “subrayan el desafío que enfrenta Modi al tratar de equilibrar los lazos con Rusia, de la que India depende para obtener petróleo barato, y Estados Unidos, que le proporciona acceso a tecnología de vanguardia para aumentar la fabricación y agregar empleos”.

Días antes de la cumbre de Kazán, Vladímir Putin repetía las palabras de Modi, que había recalcado que “los BRICS no son un grupo antioccidental; es sólo no occidental”, y que “no se contraponía a nadie”. Modi insistía en que “Tenemos que dar al mundo el mensaje de que los BRICS no son una organización divisiva, sino que trabajan en beneficio de la humanidad”.

Coincido con la opinión del analista Michael Kugelman, cuando sostiene que los BRICS “Hoy en día, están adquiriendo mayor relevancia e influencia a medida que aprovechan la creciente insatisfacción con las políticas y estructuras financieras occidentales”.

Exceptuando a sus colonias en Europa y Asia, la mayoría del mundo está harta de las imposiciones de Estados Unidos. Los BRICS ofrecen la posibilidad de alinearse con otros polos de poder que han surgido en los últimos 20 años, donde antes sólo había dos opciones: o Washington, o un páramo.

Los BRICS están reclamando una reforma de las instituciones internacionales para adecuarlas a la realidad del mundo actual. Comenzando por el Consejo de Seguridad de la ONU: su composición está obsoleta, su estructura no se corresponde con las relaciones de poder actuales y el derecho de veto de algunos de sus miembros es antidemocrático.

Si Estados Unidos y sus comparsas se oponen a la democratización de las instituciones internacionales, en el plano político y económico, e insisten en mantener su hegemonía a base de sanciones, bombardeos, revoluciones de colores y golpes de estado, serán ellos quienes estarán abocando a una construcción por la fuerza del mundo multipolar, en lugar de hacerlo de manera pacífica y dialogante, a través de la diplomacia y la negociación, como proponen los BRICS. Porque una cosa está clara: el mundo multipolar está naciendo, y nadie va a ser capaz de parar su alumbramiento.

La sumisión de la Unión Europea a Estados Unidos le lleva a la ruina

25 de octubre de 2024

Bruselas se pliega a los intereses de Washington, en contra de los propios

El alineamiento de la Unión Europea con la política exterior de Estados Unidos está provocando la ruina de la economía europea, la desindustrialización del continente y el empobrecimiento de la ciudadanía. Algunos medios occidentales se regodean en la decadencia económica y política de la Unión Europea en sus titulares.

“La Unión Europea está perdiendo la batalla por la influencia global”, encabeza Bloomberg un artículo, que pinta un negro panorama. Crisis política en Francia, tras la apresurada convocatoria de elecciones por parte de Macron. Alemania, instalada en la recesión, dos años seguidos ya. La UE se enfrenta a un punto de inflexión, y si tarda en ponerse al día en un mundo cambiante, podría verse relegada a la segunda división de los poderes globales, concluye el articulista. Yo diría que ya lo está. 

La Unión Europea está perdiendo la batalla por la influencia global, 14 de octubre de 2024.

Pero la frase fundamental del artículo incluye una trampa: “Los políticos europeos han tardado en comprender la magnitud de los problemas y ahora están profundamente divididos sobre qué hacer”. Claro que existen profundas divisiones entre los miembros de la Unión Europea, pero la trampa del artículo estriba en no apuntar a las causas de “la magnitud de los problemas”. 

Pareciera como si las élites europeas se hubieran topado de repente con unos problemas descomunales, en los que no han tenido arte ni parte, y ahora les toca pararse a pensar cómo resolverlos. Este enfoque supone engañar al lector. Porque los problemas a los que se enfrenta la Unión Europea, que son estructurales, han sido provocados por las élites que nos desgobiernan desde Bruselas, donde celebran sus conciliábulos.

Así lo reconoció en su día Josep Borrell, como recogí en un artículo en noviembre de 2022: la prosperidad de la Unión Europea se basó – lo dijo en pasado – en el acceso a las fuentes de energía, próximas, baratas y abundantes, procedentes de Rusia, y en el mercado chino, tanto para la importación como para la exportación.

Titular de El País del 11 de octubre de 2022.

Borrell también dijo que “Creo que los europeos nos enfrentamos a una situación en la que sufrimos las consecuencias de un proceso que lleva años produciéndose, en el que hemos desvinculado las fuentes de nuestra prosperidad de las fuentes de nuestra seguridad”. Daba a entender que Europa debía vincular ambas, fomentando la dependencia absoluta de un mismo proveedor, Estados Unidos, para abastecerse de energía, en el caso del gas, y de seguridad, en el marco de la OTAN.

De un lado, Bruselas fabricó el marco de la “dependencia de Rusia”, presentándolo como un cepo que había que romper; y por el otro, ha convertido a la Unión Europea en un sujeto dependiente de Washington, a todos los niveles. Josep Borrell advirtió hace dos años que el ajuste sería duro y que ocasionaría problemas políticos. En esas estamos.

El problema al que se enfrenta la Unión Europea lo han creado las élites europeas, al plegarse a los intereses geopolíticos de Estados Unidos en Ucrania. Como demuestran las declaraciones de Borrell, lo sabían, y aun así lo hicieron. Sabían que con las sanciones a Rusia, estaban cortando el cordón umbilical que nos proveía de energía, y aun así, lo hicieron. Sabían que estaban atacando las bases de la prosperidad europea, y aun así, lo hicieron. Sabían que estaban segando la hierba bajo los pies de la industria europea, y aun así, lo hicieron.

Y ahora son incapaces de rectificar: el Parlamento Europeo acaba de aprobar un crédito de 35.000 millones para Ucrania. ¿De dónde va a salir el dinero? En principio, de los beneficios de los activos rusos “congelados” por la Unión Europea. Es decir, de un latrocinio, cuyas repercusiones legales están por ver. ¿Quién pondría el dinero en el caso de que las instituciones tengan dificultades para legalizar el robo? Pues la ciudadanía europea, vía impuestos; o a través de un mayor recorte de los servicios sociales de un Estado que cabe ya calificar del malestar, antes que del bienestar; o incrementando la deuda pública de los países miembros de la UE. O una combinación de los tres.

La desconexión de las fuentes de energía rusas provoca la desindustrialización de Europa

El motor económico de la Unión Europea está gripado. Alemania se está desindustrializando a marchas forzadas. Las primeras víctimas fueron las fábricas intensivas en el uso de energía, comenzando por la industria química. BASF es la mayor del mundo. Su sede está en Ludwigshafen, donde 38.700 personas trabajan en la mayor fábrica del sector en el planeta, compuesta por múltiples factorías. No sabemos por cuánto tiempo. 11 fábricas que formaban parte del complejo ya han cerrado.

¡Gran ajuste! BASF cerró sigilosamente 11 fábricas en Alemania y transfirió las inversiones en plantas a China. Fuente: www.echemi.com 

La planta de BASF situada en Nanjing, China, está floreciendo, y la alemana está invirtiendo 10.000 millones de euros en la construcción de una nueva fábrica en Zhanjiang. El 20% de las inversiones recientes de la industria química y farmacéutica alemanas fueron a parar a China. ¿A quién le compra su energía China? Rusia ya es el primer suministrador de petróleo, después de desbancar a Arabia Saudita, y el cuarto proveedor de gas natural.

Si miramos hacia otro de los bastiones del poderío industrial alemán, el del automóvil, el panorama pinta igual de sombrío, o incluso peor. BMW, Volkswagen y Mercedes Benz se han dejado un 24%, un 18% y un 7% en bolsa en lo que va de año, respectivamente. Por primera vez en su historia, Volkswagen está considerando cerrar fábricas en Alemania para ahorrarse unos 10.000 millones de euros, además de plantearse cancelar un acuerdo de protección de empleo que lleva treinta años en vigor. Según los expertos en el sector, a Volkswagen le sobran 20.000 empleados, de los 120.000 con los que cuenta en Alemania. Huele a despidos.

Titular de eldiario.es del 14 de septiembre de 2024.  

El consejero delegado de Volkswagen reconocía que las ventas en China habían contribuido a compensar la falta de demanda en el resto del mundo, y que la empresa necesita vender 500.000 coches más al año para mantener todas las factorías de Alemania abiertas. Pero esa inyección asiática ya no está disponible. Antes de la pandemia de Covid-19, la cuota de mercado de los coches alemanes en China era del 25%. Ahora está en el 15%. Las ventas de BMW se han desplomado un 30%, las de Volkswagen, un 15%, y las de Mercedes, un 13%.

Según el jefe de estudios económicos del Instituto IFO, con sede en Múnich, Alemania se enfrenta a una crisis estructural, con muy poca inversión y la productividad estancada. En el verano de 2022, el Instituto de Kiel, el DIW de Berlin, el IFO de Munich, el IWH de Halle y el RWI de Essen ya advirtieron que, si se cortara el suministro de gas ruso, la economía alemana sufriría una fuerte recesión: el impacto en el PIB del país sería de 220.000 millones de euros, un 5%.

Fuente: El Economista.  

La Unión Europea sigue comprando gas a Rusia, fundamentalmente gas natural licuado. Eso sí, mucho más caro y transportado de manera menos ecológica, en barcos, después de que Estados Unidos destruyera los gasoductos NordStream. Un hecho del que se ufanaba Victoria Nuland en una entrevista, mostrándose encantada de que las tuberías se hubieran convertido en un montón de chatarra en el fondo del Báltico.

Según el Consejo Europeo, el gas ruso importado a través de gasoductos ya supone menos de un 8% del total importado por la Unión Europea, cuando antes de febrero de 2022 ascendía a más de un 40%. Sumando el total de las importaciones, el gas procedente de Rusia representa menos de un 15%. El propio Consejo se jacta de que esta disminución ha sido posible gracias a un incremento de las importaciones de gas natural licuado, procedente de Estados Unidos, y a un descenso del consumo de gas en la UE.

Proveedores de gas a la Unión Europea. Nótese el aumento de la cuota de Estados Unidos y la caída de las imortaciones, por el menor consumo. Fuente: Comisión Europea. 

El Consejo se calla que la caída en el consumo es un indicador de la desindustrialización que sufre Europa. El uso industrial del gas se concentra en un puñado de sectores, que consumen un 80%. El químico y petroquímico acapara el 32% del consumo; los minerales no metálicos, que incluye el cemento, vidrio y cerámica, un 13%; la industria alimentaria, consume otro 13% del total; la refinería, un 8%; la producción de hierro y acero, un 7%, y la de papel, otro 7%.

Consumo de gas en los sectores industriales más afectados. Fuente: Columbia – SIPA. Eurostat. 

En 2022, según un estudio de la Universidad de Columbia, el consumo de gas en la Unión Europea cayó un 13,5% en comparación con el año anterior. El sector industrial de la UE es el responsable del 45% de dicho descenso, de 50 bcm (miles de millones de pies cúbicos). La mayoría del resto de la caída es atribuida al sector de la construcción, no al consumo de los hogares.

En la primera mitad de 2023, el consumo de gas por parte de la industria europea fue un 12% inferior al del mismo periodo del año anterior, y un 24% inferior que a la primera mitad de 2021. Alemania experimentó una caída del 24% en el consumo de gas industrial entre 2021 y 2023. En enero de este año, el uso industrial del gas en la Unión Europea era todavía un 17% inferior al de enero de 2021.

Alemania le echa la culpa a Rusia de la crisis energética provocada por las sanciones

Hace ahora dos años, el ministro de Economía de Alemania, el verde caqui Robert Habeck, ya le echaba la culpa a Rusia por la “crisis energética”, provocada a su juicio por la invasión de Ucrania. El político alemán predecía una recesión para 2023, lo que efectivamente ha ocurrido. Inflación, escasez de energía, cuellos de botella en la cadena de suministros… nada de eso tenía que ver con las sanciones impulsadas por Estados Unidos, replicadas por la UE, ni con la voluntad política de acabar con la “dependencia” de la energía rusa.  

Alemania culpa a Putin por empujar a la economía hacia la recesión. 12 de octubre de 2022.

En diciembre de 2023, el propio Olaf Scholz seguía culpando a Rusia por los altos precios de la energía en Europa. Ahora ha vuelto a hacerlo. En marzo de este año, un estudio de un gabinete alemán constataba que la crisis energética había supuesto el mayor deterioro de la calidad de vida de la ciudadanía alemana desde la Segunda Guerra Mundial. El documento atribuía a Rusia las causas de la crisis. Ni una palabra sobre las sanciones en sus 69 páginas.

Olaf Scholz mantiene ahora que Alemania debe forjar una nueva política para salvar su industria. Con ese objetivo, se propone invitar a las principales asociaciones empresariales y a los sindicatos para diseñar esa nueva política. Scholz atribuye a los altos costes de la energía, a una débil demanda global y a la creciente competencia de China el carácter de “cuestiones existenciales” para la economía alemana, orientada a las exportaciones. 

Alemania debe forjar una nueva política para salvar su industria, dice Scholz.

El problema fundamental al que se enfrenta el gobierno de Olaf Scholz es su incapacidad para reconocer el origen del hundimiento. La sumisión a los intereses de Estados Unidos y la adopción de sanciones contra Rusia es lo que ha provocado la “crisis energética” que está diezmando la economía alemana. Negándose a admitir la realidad, rechazando establecer un diagnóstico basado en los hechos, echándole la culpa a otros, Alemania será incapaz de superar la crisis a la que le han conducido sus errores en política exterior.

Por otro lado, ante la evidencia del callejón sin salida en el que se ha metido, Scholz planteaba el 16 de octubre la necesidad de hablar con Putin, porque “además de apoyar claramente a Ucrania, también debemos hacer todo lo posible para descubrir cómo podemos garantizar que esta guerra no dure para siempre”.

No obstante, esta aparente disposición al diálogo venía precedida de un nuevo paquete de sanciones contra Rusia, aprobado por el Consejo Europeo, bajo el ropaje de “medidas restrictivas contra los responsables de desestabilizar la Unión Europea y sus estados miembros”. Resulta contradictorio pretender abrir un diálogo con Rusia, mientras el nuevo paquete de sanciones sigue planteando la “confiscación” de cuentas bancarias de sus ciudadanos y la prohibición de viajar a la UE.

No parece que estas medidas encarrilen a Moscú hacia el diálogo, toda vez que las anteriores rondas de sanciones han fracasado, tanto a la hora de gripar la economía rusa, como a la hora de detener la guerra en Ucrania.

El informe Draghi dice que la solución para Europa consiste en endeudarse

En el segundo párrafo del informe condensado de Mario Draghi, titulado “El futuro de la competitividad europea”, leemos que se ha abierto una amplia brecha en el PIB entre la UE y Estados Unidos, impulsada principalmente por una desaceleración más pronunciada del crecimiento de la productividad en Europa” (…) Sobre una base per cápita, el ingreso real disponible ha crecido casi el doble en Estados Unidos que en la UE desde 2000”.

El informe sí cita como una de las causas de la crisis de la Unión Europea la pérdida abrupta de su principal suministrador de energía, Rusia, pero se limita a señalar el hecho. También señala otro de los motivos del atraso de la UE: perdió en gran medida el tren de la revolución digital. A diferencia de China o Rusia, que han creado sus propias aplicaciones, con gran éxito, la UE es una colonia estadounidense en lo que a las herramientas digitales se refiere.  

Para solucionar la falta de crecimiento que atenaza la Unión Europea, Mario Draghi plantea cuál sería la solución: endeudarse en 800.000 millones al año. Esta cantidad supondría un 5% del PIB europeo de 2023, adicional a lo que ya gasta la UE, cada año.

Draghi dice que la propia UE está en riesgo sin más fondos, deuda conjunta. Bloomberg, 9 de septiembre de 2024.

Draghi plantea que la mitad de esta descomunal cifra saldría de las arcas públicas de los Estados miembros, y el resto se obtendría emitiendo deuda europea mancomunada. Los famosos eurobonos. Úrsula von der Leyen, que acompañó a Draghi en la presentación de su informe, apuntó a dos vías de financiación: recaudación directa por parte de la UE, y solicitar a los Estados miembros contribuciones mayores. La designada por otros cinco años para mal dirigir la Comisión Europea, ahora plantea que la UE nos meta la mano en la cartera, a través de impuestos europeos, que irían directos a Bruselas.

Estos nuevos impuestos requerirían la creación de un nuevo organismo para gestionarlos, lo que implicaría el reclutamiento de otro ejército de burócratas para engordar, aún más, el cuerpo de privilegiados funcionarios europeos. Según datos de 2021, sólo el coste de los derechos de pensiones y seguros de salud para los 32.000 eurócratas, y sus familias, ascendía a 122.600 millones de euros. Esta cifra excluye sus salarios, que en 2022 aumentaron un 7%.

Respecto a la propuesta de los eurobonos, Christian Lindner, el ministro de Finanzas alemán, advertía que mancomunar la deuda presenta «riesgos y responsabilidades y crea problemas democráticos y fiscales». «Alemania no aceptará esto», sentenciaba Lindner. 

Además de los escollos que plantean los eurobonos, el informe Draghi propone un aumento de la aportación por parte de los Estados miembros. Este incremento podría venir por dos vías: una subida de impuestos estatales, o más emisión de deuda pública. En ambos casos, el dinero saldría de los bolsillos de la ciudadanía.

Mario Draghi lanza una ominosa advertencia: Europa se enfrenta a un “desafío existencial”. “Si Europa no puede volverse más productiva, nos veremos obligados a elegir. No podremos convertirnos, al mismo tiempo, en un líder en nuevas tecnologías, un modelo de responsabilidad climática y un actor independiente en el escenario mundial. No podremos financiar nuestro modelo social. Tendremos que reducir algunas, si no todas, nuestras ambiciones”.

Sin embargo, para resolver ese “desafío existencial”, la propuesta de Draghi se limita, otra vez, a copiar a Estados Unidos: más deuda pública, con la diferencia que el euro dista de gozar del peso del dólar en términos de moneda de intercambio, o de reserva. El BCE no puede tirar de impresora como hace la Reserva Federal. Aun si lo hiciera, estaría contribuyendo a aumentar la ya de por sí desbocada inflación. Otra consecuencia de las sanciones y la “crisis energética”. Europa presenta un pronóstico más que reservado, y el tratamiento propuesto sólo puede empeorar el diagnóstico. El que podría enderezar al enfermo, la recomposición de las relaciones con nuestro proveedor de energía, es anatema.

Los medios occidentales propagan el supuesto éxito de la economía de Estados Unidos

Frente a una Europa en decadencia, los medios occidentales venden el éxito económico de Estados Unidos. El contraste entre los dos siguientes titulares de The Economist no puede ser mayor. Mientras que la economía alemana va de mal en peor, la estadounidense es mayor y mejor que nunca, y ha dejado mordiendo el polvo a las de otros países ricos. El medio londinense se regodea en el éxito de los Estados Unidos, que ha impuesto su agenda a las élites europeas, en perjuicio de los intereses de su propio continente.

Titulares de The Economist.

A pesar de los triunfalistas titulares, la economía de Estados Unidos tiene sus propios problemas. El incremento galopante de su deuda pública se sostiene únicamente sobre la fuerte demanda de dólares por parte de otros países para los intercambios comerciales, y como moneda de reserva. Solamente en el mes de octubre, la deuda se ha incrementado en 500.000 millones de dólares. El endeudamiento del gobierno de Estados Unidos también va como un cohete.

Evolución de la deuda pública de Estados Unidos en el último año, en miles de millones de dólares.

El principal éxito de Estados Unidos ha consistido en crear una brecha entre Rusia y la Unión Europea, a raíz de la adhesión de esta última a su proyecto en Ucrania. Washington ha conseguido secar las fuentes energéticas que alimentaban la prosperidad europea, y enemistar de manera, quizás irreversible, a Europa con Rusia, asegurándose la dependencia absoluta de la colonia europea respecto a la metrópoli, Washington.

El principal fracaso geopolítico de Estados Unidos ha sido empujar a Rusia a los brazos de China, y potenciar la asociación de los países del denominado sur global, que ahora constituyen la mayoría del mundo, en torno a los BRICS, en pleno crecimiento.

Los BRICS, que actualmente representan el 35% del PIB mundial, medido en paridad de poder adquisitivo, y al 45% de la población, se encaminan a establecer sistemas de pago que eviten el dólar. Es la respuesta lógica al uso como arma que ha dado Estados Unidos a su moneda y al sistema SWIFT de transferencias internacionales, expulsando a Irán, a Rusia y a otros muchos países de éste.

La reciente cumbre de los BRICS, celebrada en Kazán, ha demostrado que Rusia, lejos de estar aislada, está aglutinando a la mayoría del mundo multipolar que está naciendo. 22 jefes de Estado y 6 líderes de organizaciones internacionales, incluyendo al secretario general de la ONU, asistieron al evento, que será objeto del próximo artículo.

Israel, Ucrania y Reino Unido quieren implicar a Estados Unidos en sus guerras

10 de octubre de 2024

Los peones de Washington no asumen su papel

Los peones del imperio andan alborotados, porque les está costando asumir su papel. No se dan cuenta de que Washington carece de interés en involucrarse directamente en las guerras que promueve y patrocina. Ante la empantanada situación en sus respectivos frentes, consideran que sólo la participación directa del ejército de Estados Unidos puede ofrecerles la posibilidad de resolver los conflictos instigados por su patrón, de forma favorable no sólo a los intereses de la metrópoli, sino a los suyos propios.

Benjamín Netanyahu, Volodímir Zelenski y Keir Starmer están haciendo todo lo posible para escalar las guerras, cruzando una línea roja tras otra de sus respectivos oponentes, con el objetivo de provocar la entrada del ejército estadounidense en los frentes que continúan abriendo. Por este motivo, los gobiernos de Tel Aviv, Kiev y Londres comparten una misma estrategia.

Si incluyo en la lista al primer ministro del Reino Unido es porque la apuesta política que ha hecho ese país en la guerra de Ucrania es de tal nivel que cabe calificarlo de actor principal, a tenor de los movimientos de sus más recientes dirigentes, Boris Johnson y Keir Starmer.

Netanyahu persigue el apoyo de Estados Unidos para fabricar el Gran Israel

No contento con el genocidio que está perpetrando en Palestina, Benjamín Netanyahu ha decidido extender sus ataques al Líbano. No contento con convertir Gaza en una escombrera, repleta de cadáveres, Netanyahu busca la implicación directa de Estados Unidos en su proyecto para crear el Gran Israel, que pasa necesariamente por conseguir un “cambio de régimen” en Irán. 

Mapa del Gran Israel, según Theodor Herzl, fundador del sionismo. Ilustración: Middle East Political and Economic Institute. 

El propio Netanyahu ha colgado en X (Twitter) un vídeo donde apunta explícitamente a tal posibilidad. Titulado “El pueblo de Irán debería saberlo: Israel está con ustedes”, el genocida de Gaza afirma que el cambio de régimen en Irán está más próximo de lo que algunos creen.

Vídeo titulado «El pueblo de Irán debería saberlo: Israel está con ustedes», publicado por Netanyahu en X.

El asesinato de Ismail Haniyeh, el líder político de Hamás, constituyó una humillación para el gobierno iraní, ya que fue perpetrado en Teherán cuando Haniyeh asistía a la toma de posesión del nuevo presidente iraní. Si sumamos el reciente homicidio de Hassan Nasrala, el jefe de Hezbolá, en Beirut, ambos crímenes suponen un intento evidente de provocar una respuesta armada por parte de Irán.

El actual presidente iraní, Masoud Pezeshkian, ha denunciado que los líderes occidentales le mintieron cuando le aseguraron un alto el fuego a cambio de que Irán no respondiera al asesinato de Ismail Haniyeh.

Todo indica que Netanyahu persigue que Estados Unidos decida dar el paso e implicarse directamente sobre el terreno. Esa es su estrategia, a sabiendas de que en Washington hay muchos partidarios de embarcarse en una operación de ese calibre, para conseguir el ansiado “cambio de régimen” en Irán. Netanyahu está azuzando ese escenario, con la falsa promesa de que instalar un gobierno marioneta en Teherán, al servicio de los intereses sionistas y estadounidenses, traería la paz y la estabilidad a la zona.


En realidad, lo que persigue Netanyahu es un impulso al proyecto sionista del Gran Israel. El reciente bombardeo de un edificio residencial en Damasco, donde los israelíes asesinaron a siete civiles, va en la línea de extender el conflicto a Siria. Su negativa a informar a Estados Unidos sobre sus planes de represalia contra Irán es otra muestra de ello. Netanyahu pretende colocar a Washington ante hechos consumados, que fuercen su implicación más allá de la mera defensa.

Los militares que están destruyendo Gaza y aniquilando a su población no ocultan los planes sionistas para expandir su territorio, invadiendo los países limítrofes. Esta es una imagen del parche que un oficial israelí, combatiente en Gaza, lucía en su hombro, junto a la bandera de la entidad sionista. Israel necesita el apoyo activo de Estados Unidos para completar sus planes expansionistas. Toda su estrategia gira en torno a ensanchar su Lebensraum (espacio vital), concepto de inquietantes resonancias.

Mapa del Gran Israel y parche con la silueta en el uniforme de un oficial del ejército sionista.

Hasta el momento de la publicación de este artículo, Irán respondió el 1 de octubre a las múltiples afrentas de Israel con un ataque con misiles balísticos, algunos de ellos supuestamente hipersónicos. Netanayahu consiguió que Estados Unidos se implicara en la defensa frente al ataque. Según declaró el portavoz del Pentágono, Patrick Ryder, dos destructores estadounidenses derribaron 12 misiles iraníes. Una ayuda por la que Zelenski lleva tiempo implorando, sin conseguirlo.

Netanyahu también ha conseguido un incremento espectacular de la ayuda financiera de Estados Unidos a Israel. Según las cifras analizadas por la Brown University, Washington ha proporcionado al gobierno hebreo 17.900 millones de dólares desde el 7 de octubre de 2023. Pero «las botas sobre el terreno» siguen sin llegar…

Ayuda militar a Israel, 1959 – 2024. Créditos y donaciones.

Irán se enfrenta a un dilema

Irán se enfrenta a un dilema. Si consiente que Israel continúe con su invasión del Líbano para, supuestamente, erradicar a Hezbolá, los aliados de Teherán – Hamás, Hezbolá, el gobierno de Siria, los hutíes de Yemen y grupos armados en Siria e Irak – se verán defraudados por la debilidad que demuestra el líder del “eje de la resistencia”. Israel está poniendo a prueba el liderazgo de Teherán, atacando los territorios de prácticamente todos sus integrantes.

Si Irán muestra moderación, perderá autoridad sobre el eje, y su liderazgo se tambaleará, al quedarse en mera retórica. En cambio, si decide embarcarse en una guerra abierta contra Israel, estará entrando de lleno en el marco sionista, favoreciendo la estrategia de Netanyahu, y de los neocon que le apoyan en Washington. 

Irán no está solo en esta encrucijada. Forma parte de los BRICS. Sin embargo, este grupo de países no constituye una alianza militar, sino un ente, aún difuso, de Estados con intereses compartidos. Resulta difícil pronosticar hasta dónde va a llegar el apoyo de China y Rusia en la tesitura en la que se encuentra Irán. Una cosa es segura: no pueden permitirse dejar sola a la República Islámica.

Lo que está en juego actualmente, tanto en Oriente Próximo como en Ucrania, es la hegemonía mundial, ostentada hasta ahora por Estados Unidos. Los BRICS suponen el órdago a esa hegemonía. Por eso están construyendo un mundo multipolar, teniendo en cuenta las actuales realidades políticas y económicas. Veinticinco países se encuentran ahora en la lista de espera para unirse a los BRICS, según el embajador de Sudáfrica en Moscú, que da por hecho que unos cuantos se incorporarán al grupo en su próxima cumbre, a celebrarse en Kazán, Rusia.

Si consienten que Washington se salga con la suya en Oriente Próximo y Ucrania, los BRICS habrán perdido su apuesta casi al principio del juego. La confrontación puede desarrollarse no sólo en los frentes militares, que Netanyahu está abriendo desesperadamente, sino que puede adoptar formas híbridas, muy acordes con los tiempos actuales.

La entrevista de Vladimir Putin con el presidente de Irán, Masoud Pezeshkian, el 11 de octubre, y las anteriores reuniones de Mijaíl Mishustin, el primer ministro ruso, con los máximos dirigentes iraníes en Teherán, indican que la República Islámica cuenta con el respaldo de Rusia. Falta por ver cómo se va a concretar dicho apoyo.

Ucrania maniobra para implicar directamente a la OTAN en la guerra contra Rusia

Desde hace ya mucho tiempo, el gobierno presidido por Zelenski está efectuando toda clase de movimientos para conseguir la implicación directa de la OTAN – es decir, de Estados Unidos – en la guerra que le encomendaron. Olvida el antaño comediante que el encargo se limitaba a una guerra por intermediación, y que el patrón no considera salir de la cocina. Los sucesivos inquilinos de la Casa Blanca y sus fontaneros jamás se plantearon el “proyecto Ucrania” como otra cosa que la utilización del país como un ariete contra Rusia. Y ese diseño no ha cambiado, a pesar de su negativo desarrollo.

Tan sólo diez días después de la implicación directa de Rusia en la guerra civil que se desarrollaba en Ucrania desde 2014, Zelenski reaccionaba enfurecido ante la negativa de la OTAN a crear una “zona de exclusión aérea”, para que la alianza militar derribara cualquier objeto volador proveniente de Rusia. Su secretario general, Jens Stoltenberg, advertía que ello podría conducir a «una guerra en toda regla en Europa, que involucraría a muchos más países y causaría mucho más sufrimiento humano». El presidente de Rusia, Vladimir Putin, se apresuró a señalar que tal iniciativa sería vista como una participación en el conflicto por el país que la llevara a cabo. 

Guerra en Ucrania: Zelenski critica a la OTAN por rechazar una zona de exclusión aérea.

Diez días después, Zelenski volvía a probar fortuna en un discurso ante el Congreso de Estados Unidos, con un tono mucho más moderado, implorante. Como ya sabemos, la solicitud de Zelenski nunca fue atendida.

Posteriormente, el presidente de Ucrania ha efectuado toda clase de maniobras para intentar involucrar en el conflicto a sus vecinos, miembros de la OTAN. Todo ello, con la esperanza de que la participación de Polonia o Rumanía en la guerra contra Rusia disparara el famoso artículo 5 de la organización, que prevé la ayuda mutua en caso de que uno de sus miembros se vea atacado.

En noviembre de 2022, fuentes de inteligencia estadounidenses anónimas le echaron una manita al presidente ucraniano, cuando filtraron a la agencia AP que un misil disparado por Rusia había caído en una aldea polaca, matando a dos personas. Zelenski se apresuró a declarar que el ataque suponía “una escalada significativa”. El asunto provocó un revuelo inmediato en la OTAN. Biden convocó de urgencia a sus aliados, a la sazón en la cumbre del G20 en Bali, pero al día siguiente la propia agencia AP publicaba una corrección, retractándose de la atribución a Rusia de la autoría del ataque.

Casi un año después, expertos polacos afirmaban que los misiles caídos sobre Polonia habían sido disparados por Ucrania, sin ningún género de dudas: se trataba de S-300, proyectiles de defensa aérea, de fabricación rusa, pero de los que Ucrania dispone y utiliza con frecuencia.

«¿Cuál es el problema?» Zelenski desafía a occidente por sus dudas.

En la entrevista que Zelenski concedió el 24 de mayo a The New York Times, se preguntaba retóricamente “¿Qué problema hay con involucrar a los países de la OTAN en la guerra? No hay tal problema”. Zelenski afirmaba que los aviones occidentales podrían simplemente “derribar lo que esté en el cielo sobre Ucrania” sin salir del territorio de la OTAN. Zelenski sostenía que, de esta forma, se mitigaban los riesgos de escalada, recalcando que acogería con agrado el envío de soldados de la OTAN para luchar contra Rusia sobre el terreno de Ucrania.

Los esfuerzos de Zelenski para forzar su incorporación a la OTAN, pilar del cacareado “plan de victoria” que presentó a Biden, no han dado resultado. The Wall Street Journal calificaba de “tibia” la acogida que había tenido en la Casa Blanca. Pravda, con sede en Ucrania, tildaba de “Catástrofe americana” el resultado del viaje de Zelenski.

El hecho de que Zelenski se dedicara a hacer campaña a favor del Partido Demócrata, visitando una fábrica de munición junto con el gobernador de Pensilvania, donde habita la segunda mayor comunidad ucraniana en Estados Unidos, no ayudó a los objetivos de su viaje. Que fuera trasladado hasta allí por un avión de la Fuerza Aérea estadounidense, tampoco. Los republicanos montaron en cólera. Si Zelenski perseguía un consenso bipartidista, consiguió el objetivo opuesto: tuvo que suplicar que Trump se aviniera a reunirse con él. 

Zelenski visitó Estados Unidos buscando un impulso a la guerra. Su aliado más importante se encogió de hombros.

El Reino Unido también busca la implicación de Estados Unidos en Ucrania

En mi artículo anterior ya hablé sobre la reunión entre Joe Biden y Keir Starmer en Washington, donde sin duda se trató la autorización a Ucrania para golpear con misiles de largo alcance a Rusia en su territorio. La OTAN lleva tiempo implicada en los ataques de Kiev en territorio ruso. El 18 de marzo de 2022, Scott Berrier, el general al mando de la inteligencia militar de Estados Unidos declaraba que la manera en que estaban compartiendo información de inteligencia con Ucrania era “revolucionaria en los términos de lo que podemos hacer”.

Hasta ahora, Moscú se ha limitado a golpear lugares donde se concentran militares de la OTAN en Ucrania, como hizo recientemente en Poltava: un centro de entrenamiento de la alianza, donde impartía formación a los ucranianos sobre el uso de drones y misiles para atacar a Rusia. En el ataque murieron 720 soldados, entre ellos un gran número de instructores de Suecia, Alemania, Francia y Polonia. No eran mercenarios, sino oficiales de la OTAN. Al día siguiente del ataque ruso, el ministro de Defensa sueco anunciaba su dimisión.

Además de libras esterlinas, el Reino Unido ha invertido mucho capital político en Ucrania. Como es ampliamente reconocido por medios occidentales, fue Boris Johnson el que se presentó en Kiev para dinamitar el acuerdo que Ucrania y Rusia estaban próximos a firmar. Junto a Polonia y los países bálticos, ha sido Londres quien ha adoptado una postura más beligerante contra Rusia en Europa.

El Reino Unido no se puede permitir un fracaso de la OTAN en Ucrania, porque la antaño metrópoli imperial se resiste a asumir su declive. Si Rusia prevalece en este conflicto, y todo apunta a que así será, supondría la constatación del ocaso del Reino Unido. Por eso Keir Starmer está presionando a Joe Biden, arropado por la facción de los neocon estadounidenses, con Antony Blinken al mando, para que permita a Ucrania la utilización de los misiles de largo alcance Storm Shadow.

Si Estados Unidos da su visto bueno a la operación, Starmer habrá conseguido su objetivo, porque esos misiles necesitan los datos de navegación que están en manos del Pentágono. Al facilitar esa imprescindible información operativa, Estados Unidos se habría convertido en participante en la guerra. Así lo recalcaba Vladimir Putin el 13 de septiembre: “Esto cambiaría de manera significativa la naturaleza misma del conflicto. Significaría que los países de la OTAN, Estados Unidos y los países europeos estarían en guerra con Rusia”. De momento, la Casa Blanca se muestra reticente.

La OTAN busca construir una narrativa de victoria en Ucrania

Ante la constatación de que la guerra en Ucrania está perdida, la OTAN está buscando una manera de salir del atolladero que consiga vender la derrota como una victoria. Ante la realidad sobre el terreno, la construcción de dicha narrativa se enfrenta a considerables dificultades: toca retorcer los hechos para acomodarlos a los intereses de los patrocinadores de la guerra en Ucrania. Aunque eso suponga dejar a Zelenski colgado de la brocha.

Abría fuego el propio Jens Stoltenberg en una reciente entrevista en Financial Times. Titulada con arrogancia, “Hasta ahora le hemos aguantado el farol a Putin”, el exsecretario general de la OTAN planteaba la posibilidad de que Ucrania se integrara a la alianza, aunque parte de su territorio siguiera bajo control ruso. Actualmente, el propio Zelenski lo cifra en un 27%, y subiendo.

Anterior jefe de la OTAN: Hasta ahora le hemos cogido el farol a Putin.

De ese modo, la adhesión de Ucrania a la OTAN, aunque dejándose pelos en la gatera, sería presentada como una victoria, ya que la alianza habría conseguido vencer la oposición frontal de Rusia a su incorporación. La estrategia consiste en presentar la incorporación de Ucrania a la OTAN como un hecho consumado. Por otro lado, no se reconocería la soberanía de Rusia sobre los territorios ucranianos conquistados, y la alianza se conformaría con una congelación del conflicto en las líneas actuales.

Para esquivar el espinoso artículo 5 de la OTAN, que prevé la mutua defensa de sus socios ante un ataque por parte de terceros, Stoltenberg sugirió que podría haber maneras de sortearlo si el territorio ucraniano considerado parte de la OTAN «no fuera necesariamente la frontera reconocida internacionalmente». «Cuando hay voluntad, hay formas de encontrar la solución. Pero se necesita una línea que defina dónde se invoca el Artículo 5, y Ucrania tiene que controlar todo el territorio hasta esa frontera», proseguía Stoltenberg. En otras palabras, que la parte de Ucrania que entraría en la OTAN sería la que efectivamente controlara el gobierno de Kiev.

El planteamiento de Stoltenberg adolece de un defecto primordial: da por hecho que Rusia va a aceptar como un hecho consumado la incorporación de Ucrania a la OTAN, y se avendrá a congelar el conflicto. Nada más lejos de la realidad. La implicación de Moscú en la guerra civil larvada en Ucrania desde 2014 se produjo, fundamentalmente, para evitar la adhesión de Ucrania a la alianza. Ahora que Rusia está avanzando en Donbass, e infligiendo graves pérdidas a las tropas ucranianas que se internaron en Kursk, carece de motivo alguno para ceder en su principal línea roja.

Los aliados de Ucrania ven más flexible a Kiev sobre el fin de la guerra.

Occidente sigue negociando internamente consigo mismo, sin tener en cuenta que para poner fin a la guerra con Rusia necesariamente tendrá que contar con la participación de Moscú. Ajena a este hecho, los medios occidentales recogen un aumento de la presión al gobierno de Kiev para que asuma unos planteamientos fantasiosos, que eluden enfrentarse a la tozuda realidad.

Como expliqué en un artículo anterior, la guerra en Ucrania no terminará hasta que no se tengan en cuenta los intereses de seguridad de Rusia, que ya fueron expuestos en sendos documentos enviados a Estados Unidos y a la OTAN, en diciembre de 2021. No se va a producir negociación alguna si las preocupaciones rusas por su seguridad no son tenidas en cuenta. Si occidente insiste en obviarlas, Moscú hará lo necesario para apuntalarlas, cueste lo que le cueste.

Entonces se verá si Estados Unidos salta a la arena para defender directamente su hegemonía; sigue alimentando la guerra en Oriente Próximo para tapar su fracaso en Ucrania; opta por montar otra guerra por intermediación contra China en Taiwán, o se resigna a compartir el liderazgo en el mundo multipolar que está naciendo. Dudo mucho que ocurra lo último, para desgracia de la humanidad.

Ucrania dinamita en Kursk las posibilidades de negociar con Rusia

16 de septiembre de 2024

Dmytro Kuleba viaja a China para comunicar que Ucrania quiere negociar

Cuando Ucrania lanzó sus tropas sobre la región rusa de Kursk, quien quiera que tomara dicha decisión estaba dinamitando cualquier posibilidad de negociación con Rusia. Al menos, a corto plazo. Tanto si los objetivos que pretendía alcanzar la incursión se cumplieran, como si no, como ha sido el caso. Voy a explicar por qué.

Durante las semanas previas a la invasión, el ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba, realizó varios viajes que sugerían que el gobierno de Kiev estaba abierto a abrir negociaciones con Moscú. Estos movimientos se vieron reforzados por las declaraciones de Volodímir Zelenski, que el 16 de julio afirmó que Rusia debería ser invitada a la segunda cumbre de paz, prevista para noviembre, después de que vetara su asistencia a la anterior, celebrada en Suiza en junio.

Sigue leyendo