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Trump, Zelenski, Europa y la teoría del caballo muerto

7 de marzo de 2025

Europa se niega a reconocer que el caballo está muerto

La furibunda reacción de Europa al enfrentamiento ocurrido en la Casa Blanca entre Donald Trump, JD Vance y Zelenski denota que las élites europeas se niegan a reconocer que el caballo está muerto. Es lo que diferencia a Donald Trump de la clase política europea, que todavía se halla en una fase de negación de la realidad. Y es que como le dijo Trump a Zelenski en la Casa Blanca: “You are not winning” (No estás/estáis ganando). Algo que Europa se niega a asumir.

La teoría del caballo muerto describe cómo las personas y las organizaciones prefieren negar la realidad cuando no encaja con sus planes, y prefieren desperdiciar tiempo, recursos y esfuerzos tratando de hallar soluciones que, por fuerza, van a ser ineficaces. En lugar de desmontar del caballo, reconocer que está muerto y buscar alternativas que tengan en cuenta ese hecho, las élites europeas insisten en fingir que el caballo está vivo.

Antes que admitir que el plan de Joe Biden y su equipo ha fracasado, reconocer la derrota y organizar una retirada medianamente honrosa, que es lo que está intentando Donald Trump, la clase dirigente europea está dándole vueltas a todas las demás opciones, siempre que no supongan reconocer que la OTAN ha perdido la guerra contra Rusia en Ucrania.

La teoría del caballo muerto. Ilustración: redes sociales.

Así, los perdedores están pensando en comprarle una nueva silla al caballo; mejorar su dieta; cambiar al jinete, o despedir al cuidador del caballo. Europa está celebrando muchas reuniones para discutir maneras de aumentar la velocidad del caballo muerto; para proponer nuevos programas de entrenamiento para el caballo; está creando comités para analizar la situación y anunciar nuevos planes de inversión en el caballo muerto. Todo, antes que reconocer que el caballo ha fallecido.

La lógica que subyace bajo esta aproximación es la falacia del coste hundido, o irrecuperable. Es la tendencia a seguir invirtiendo dinero y esfuerzos en un proyecto que ha fracasado, únicamente porque ya has invertido muchísimo en el proyecto y consideras que hay que seguir invirtiendo para poder recuperar el dinero, sin asumir que has fracasado, que subsiguientes inversiones sólo van a aumentar las pérdidas, y que lo mejor es retirarse, cuanto antes mejor.

Seguir invirtiendo dinero en una mala inversión inicial es lo que proponen los europeos, que están que trinan frente al ejercicio de realismo de la nueva administración de Estados Unidos, porque les deja en evidencia. Su respuesta es una huida hacia adelante.   

Las élites europeas manipulan lo ocurrido en la Casa Blanca

Como parte de su estrategia para alimentar la fantasía de que el caballo sigue vivo, las élites europeas han puesto el foco en los minutos finales de la comparecencia en el despacho oval de la Casa Blanca, evitando ofrecer un contexto. Sus obedientes medios describieron como una “humillación” pública de Trump a Zelenski el enfrentamiento que se produjo al final de un encuentro de 50 minutos, de los cuales 40 discurrieron de manera amigable, incluso entre bromas.

Titular de El País, 28 de febrero de 2025.

Es innegable que la comparecencia en el despacho oval acabó muy mal, pero los medios han puesto el foco precisamente en los últimos 10 minutos, ignorando el contexto y el comportamiento de Zelenski, que fue el desencadenante de la reacción de Trump y Vance. Para analizar por qué se llegó a ese nivel de enfrentamiento delante de la prensa, es imprescindible ver el vídeo completo de la comparecencia.

Vídeo completo de la comparecencia de Trump y Zelenski en la Casa Blanca.

En primer lugar, presentarse en chándal en la Casa Blanca, a pesar de las indicaciones recibidas de que debía acudir vistiendo traje, demuestra un profundo desprecio por sus anfitriones que, además, son sus principales patrocinadores. En el ámbito diplomático, el protocolo es fundamental. Zelenski optó por continuar con la operación de marketing político diseñada por la anterior administración, que incluye su atuendo verde kaki, en lo que cabe interpretar como un claro desafío a Trump. El uniforme militar enviaba el mensaje de querer continuar con la guerra. El cambio al traje hubiera significado una predisposición a salir de ese marco. 

Durante los primeros cuarenta minutos de comparecencia, el ambiente fue amigable entre Trump y Zelenski, a pesar del comportamiento agresivo del ucraniano en varias ocasiones, que interrumpía a sus interlocutores con continuas exigencias de “garantías de seguridad”. Trump no sólo toleró estoicamente dichas interrupciones, sino que incluso llegó a bromear cuando Zelenski le recriminó que la aportación de Europa había sido superior a la de Estados Unidos. Trump prefirió dejarlo correr entre chanzas. Es el momento que recoge la siguiente captura de pantalla.

Zelenski y Trump bromean sobre quién ayuda más a Ucrania, si Europa o Estados Unidos. 

Sin embargo, Zelenski, que durante toda la comparecencia desplegó su habitual gesticulación, removiéndose inquieto en el asiento, haciendo muecas y tocándose la nariz, cruzó una línea roja cuando se encaró con JD Vance, el vicepresidente de Estados Unidos.

En el minuto 38 de la comparecencia, un periodista polaco le pregunta a Trump cuál es el mensaje que tiene para quienes estiman que se está alineando demasiado con la posición de Putin. El presidente de Estados Unidos responde que está tratando de hacer equilibrios entre dos partes que se odian y que, si se dedicara a decir cosas desagradables sobre Putin, sería imposible llegar a un acuerdo. Una respuesta de manual de negociación, por parte de alguien que trata de ser intermediario entre dos países que llevan tres años en guerra.

Vance interviene para apostillar que Trump está apostando por la diplomacia, a diferencia de la administración de Joe Biden, que se daba golpes de pecho y creía que sus palabras importaban más que los hechos. Es en ese momento cuando Zelenski se encara con Vance y, después de negar credibilidad a Putin, termina espetándole “¿De qué clase de diplomacia está hablando?”.

Además de presentarse en chándal, aquí viene otro de los errores garrafales de Zelenski: prescindir de un traductor. Hablar un idioma no consiste sólo en juntar palabras en esa lengua, sino en conocer las maneras en que se manejan en dicha cultura. La interpelación que Zelenski le hizo a Vance, en el tono y en las palabras, son la equivalencia en inglés de “¿De qué c… me estás hablando?”. Además de para evitar esos errores, contar con un traductor también te permite pensar en cuál va a ser tu respuesta, en lugar de soltarla sin filtro, sobre todo cuando vas embalao, como era el caso.

Aun así, Vance se contiene y le contesta que se refiere a la diplomacia que va a salvar Ucrania de la destrucción. Pero Zelenski insiste en su chulería, y tomándose la confianza de llamarle JD, le pregunta con muy mal tono si acaso ha estado alguna vez en Ucrania. Vance le responde que ha visto las giras de propaganda que les dan a los visitantes en Kiev, lo cual es rigurosamente cierto: unas visitas que incluyen el oportuno sonar de las sirenas, aunque no haya ataques a la vista y, en algunos casos, el traslado a sótanos para mayor dramatismo. Vance pregunta a Zelenski si acaso va a negar que Ucrania tenga problemas para reclutar soldados para el frente.

En lugar de plegar velas, Zelenski le replica que en la guerra todos tienen problemas, que ahora Estados Unidos no los siente, porque les separa un “bonito océano”, pero que los sentirá en el futuro. Y ahí es cuando Donald Trump, ante la amenaza abierta de su huésped, dice basta: “No nos diga lo que vamos a sentir”. Para terminar de arreglarlo, Zelenski le pregunta a Vance si se cree que por hablar alto va a arreglar los problemas. Y Trump vuelve a ponerle en su sitio.

Después, Zelenski se queja de que Ucrania ha estado sola desde el principio de la guerra. Trump le recuerda que, sin la ayuda de Estados Unidos, la guerra habría durado dos semanas, y Zelenski le replica, con gestos despectivos, que no, que tres días, que eso ya se lo ha oído a Putin. Para finalizar, Trump afirma que es bueno que el pueblo de Estados Unidos vea lo que está sucediendo y, en eso, lleva toda la razón.

A pesar de la manipulación que las élites europeas, y sus obedientes medios, han realizado de la comparecencia, el vídeo completo está ahí para quien quiera comprobar si Trump “humilló” a Zelenski o, por el contrario, el ucraniano faltó al respeto y amenazó literalmente a sus anfitriones, de quienes obtuvo una respuesta acorde a su comportamiento.

Un personaje endiosado que se tropieza con su verdadero papel

Los principales responsables del endiosamiento de Zelenski han sido sus patrocinadores: la administración presidida por Joe Biden y sus fieles súbditos europeos. Protagonista absoluto de una campaña propagandística carísima, viéndose comparado con Winston Churchill, y recibiendo ovaciones en pie en los parlamentos, el cómico metido a político se ha creído el rey del universo.

Montaje de Zelenski con Churchill, y aplausos en el Congreso de Estados Unidos. Fotografía: Samuel Corum/Agence France-Presse/Getty Images.

El problema es que el proyecto de los neoconservadores en Ucrania ha fracasado, y en Estados Unidos ahora el presidente es un hombre de negocios, que no es partidario de seguir azotando a un caballo muerto, pretendiendo que galope, enterrando miles de millones más en el intento.

En mi opinión, Zelenski tenía todavía una oportunidad de conservar la cabeza si se hubiera avenido a firmar el acuerdo sobre tierras raras que le proponía Trump. Era una vía para que Estados Unidos recuperara algo de la inversión efectuada en Ucrania, y un acicate para que Trump negociara un acuerdo con Rusia que respetara la soberanía ucraniana en los territorios que conserva el gobierno de Kiev. Si Estados Unidos se hubiera asegurado el control de esos recursos, serían sus propios intereses, no los de su títere, los que le hubieran empujado a conseguir un acuerdo que los salvaguardara.

La firma por parte de Zelenski de un acuerdo de tierras raras habría sido una manera indirecta de conseguir esas garantías de seguridad que con tanto ahínco reclama. La minería es una labor para desarrollar durante décadas. La presencia de empresas estadounidenses en Ucrania para extraer los minerales hubiera exigido también la de ciudadanos de ese país. El acuerdo hubiera sido una manera de vincular a Estados Unidos con Ucrania durante años. JD Vance lo ha dejado claro en sus declaraciones. Pero la miopía política de Zelenski, que está muy mal asesorado por sus amigos británicos y franceses, le impidió hacer ese análisis.

Y aquí llegamos al quid de la cuestión. Zelenski no asume el papel que aceptó en la guerra por intermediación entre Estados Unidos y Rusia. En la Casa Blanca, Zelenski llegó a afirmar que es Ucrania la que está en guerra con Rusia, no Estados Unidos, cuando hasta Boris Johnson reconoció en una entrevista con The Telegraph que Ucrania es un mero ariete en la contienda que mantiene la OTAN con Moscú.

Boris Johnson admite que el conflicto en Ucrania es una guerra “proxy” contra Rusia.

Cuando renunció a implementar sus promesas electorales, que le llevaron a ganar las elecciones con más de un 70% de los votos, al presentarse como el candidato que iba a terminar con la guerra, y cuando volvió a desperdiciar la oportunidad de acabar con el conflicto, al acatar las órdenes de sus patrocinadores y tirar abajo el acuerdo alcanzado en Estambul, Zelenski asumió por entero el papel de tonto útil de Estados Unidos.

En lugar de plantarse, y reivindicar la soberanía de su país, Zelenski se plegó a los intereses de Estados Unidos y de los ultranacionalistas ucranianos, y en ese momento aceptó el rol de títere al servicio de intereses ajenos. Ahora está sufriendo las consecuencias.

Zelenski no ha aprendido nada del destino que reserva Estados Unidos a sus marionetas cuando dejan de ser útiles, o fracasan en los proyectos que les son asignados: Washington se deshace de ellas, de maneras más o menos expeditivas, que van desde el asesinato hasta simplemente dejarles caer. Hay numerosos ejemplos en la historia.

Desde Ngo Dinh Diem, el presidente de Vietnam del Sur que fue derrocado y asesinado en un golpe de Estado, en 1963, organizado por su propio ejército, con el visto bueno previo de Estados Unidos, hasta el más reciente de Mijaíl Saakashvili, el que fuera presidente de Georgia tras una revolución de colores, formado en Estados Unidos, que acabó en una cárcel del país que presidió en dos ocasiones.

La Unión Europea se desliza hacia la militarización y el autoritarismo

La Unión Europea y el Reino Unido, que parece haber dejado de lado el Brexit para alinearse con Bruselas, están profundamente desorientados. Como comenté en el artículo anterior, el giro en la política exterior que Trump y su equipo están imprimiendo les ha dejado completamente descolocados.

Su primera reacción está siendo la de criticar fieramente el realismo de Donald Trump, e intentar por todos los medios que el nuevo presidente siga el fracasado rumbo del anterior. Europa quiere evitar por todos los medios la desconexión de Estados Unidos del proyecto en Ucrania. A pesar de sus grandilocuentes declaraciones, las élites europeas son conscientes de que el viejo continente no tiene la capacidad para seguir sosteniendo a Ucrania frente a Rusia. Ni económica ni militarmente.

La propuesta de Macron de desplegar tropas europeas en Ucrania, en el caso de que finalmente se alcance un alto el fuego, es sólo un cebo para que Estados Unidos venga al rescate y ponga las famosas “botas sobre el terreno” frente a una hipotética agresión rusa. 

Ahora es el momento de Europa para la acción decisiva en Ucrania

The Atlantic Council, un gabinete de ideas neoconservador, describía así la jugada “La estrategia debe ser una oferta europea para desplegar tropas en Ucrania. Ese despliegue incluiría la asistencia de respaldo de los Estados Unidos”. El gabinete no se corta a la hora de usar la misma terminología de la mafia. Al más puro estilo de El Padrino, la propuesta es “Hacerle a Trump una oferta que no pueda rechazar: los aliados europeos deben proponer desplegar tropas en Ucrania”.

En paralelo, las élites europeas siguen repitiendo el mantra, que fue de Biden, del apoyo a Ucrania “tanto tiempo como sea necesario”. El Reino Unido anunció un acuerdo con Kiev de cien años de duración. Úrsula von der Leyen propone que los Estados miembros destinen 800.000 millones de euros para militarizar Europa, aunque el verdadero objetivo es la puesta en circulación de eurobonos, la disolución de las soberanías nacionales y la destrucción de lo que queda del Estado del bienestar. El mensaje omnipresente es que, si no se frena a Putin en Ucrania, los rusos plantarán otra vez la bandera en el Reichstag o, incluso, llegarán hasta Lisboa.

Europa debe recortar su Estado de bienestar para construir un Estado de guerra. No hay manera de defender el continente sin recortes al gasto social.

Las élites europeas intentan aprovechar la situación para ahondar en el centralismo de Bruselas, impulsado por el autoritarismo de la presidenta de la Comisión Europea, para acabar con cualquier atisbo de democracia a nivel de los estados, como acaba de suceder en Rumanía, ante el silencio cómplice de otras naciones europeas, y el sigilo de los medios de comunicación sobre el golpe de Estado a cámara lenta que se está desarrollando en Bucarest.

Después de la detención de Calin Georgescu, el candidato que ganó la primera vuelta de las elecciones presidenciales, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha blanqueado el golpe de Estado, inadmitiendo la demanda de Georgescu. Esta es la “democracia” por la que estamos luchando en Ucrania contra la “autocracia” de Putin.

Titular de RFI.

Europa se está jugando la ruina y el aislamiento internacional

En lugar de asumir el fracaso del proyecto, algo que su propio impulsor está haciendo, y correr para tomar posiciones en el nuevo tablero mundial que se está configurando, las élites europeas insisten en seguir jugando una partida que ya ha terminado. De ahí viene su desubicación estratégica y política. Su obcecación en mantenerse en un marco ya caduco está arrastrando a la ruina al continente, comenzando por su gripada locomotora, Alemania.

El gobierno alemán está estudiando todas las opciones para evitar que los gasoductos Nord Stream vuelvan a ponerse en funcionamiento. Robert Habeck ha declarado que “La independencia del gas ruso tiene una importancia estratégica para el Gobierno federal en términos de política de seguridad y se mantiene fiel a ella”.

Mientras da pasos agigantados hacia la ruina, Europa reclama un sitio en la mesa de negociación. Lo mismo que hace el gobierno de Kiev, después de que su presidente dictara un decreto que le prohíbe entablar negociaciones con Vladimir Putin, y de que presumiera de dejar fuera a Rusia en las “cumbres de paz” que organizaba en Dinamarca y Suiza. ¿En qué quedamos?

Delegaciones de Estados Unidos y Rusia mantuvieron más de seis horas de conversaciones en el consulado estadounidense en Estambul. El mismo lugar donde se fraguó el acuerdo que tenían ya muy encarrilado representantes de Rusia y Ucrania, antes de que Boris Johnson transmitiera a Zelenski la orden de dejarlo caer, y seguir luchando. La elección de la ciudad turca como sede del diálogo ya es todo un mensaje.

Rusia y Estados Unidos mantienen conversaciones, Putin dice que los contactos inspiran esperanza.

Según las versiones oficiales, en el encuentro se habló de restablecer la normalidad en las relaciones a nivel de embajadas, restaurando el acceso de las representaciones diplomáticas rusas a los sistemas bancarios y la devolución de propiedades confiscadas por parte de Washington. ¿Hay alguien que se crea que rusos y estadounidenses estuvieron hablando durante más de seis horas únicamente de temas burocráticos?

Europa se está quedando fuera del nuevo mundo multipolar por su insistencia en seguir montada en un caballo muerto. Si de verdad quiere jugar un papel en el nuevo tablero mundial que se está configurando ahora, lo que tendría que hacer es tomar ejemplo de lo que hace su patrón, en lugar de enfrentarse a él, y buscar el restablecimiento del diálogo con Rusia. Va a ser muy difícil, porque la quiebra de confianza que se ha producido entre Bruselas y Moscú ha sido de gran calibre. Pero es la única manera de ayudar a Ucrania y a la propia Europa.

Ucrania necesita un acuerdo que evite una mayor destrucción del país, y Europa necesita recomponer sus relaciones con su vecina Rusia, reconectarse a las fuentes de energía que la alimentaban, y salir del aislamiento al que su negativa a reconocer la realidad le está conduciendo. Va a ser una tarea hercúlea, pero la alternativa es la ruina económica, política y social, el resurgimiento del autoritarismo y el incremento de la represión para someter a una población cada vez más harta de las políticas que nos están llevando a la miseria.

Algo mal habrán hecho las élites europeas, que se quejan del crecimiento en las urnas de los partidos nacionalistas, pero no se preguntan por los motivos, ni hacen la más mínima autocrítica. Su respuesta siempre es la misma: hace falta más Europa.

En realidad, lo que hace falta es una Europa que anteponga la defensa de los intereses de su ciudadanía al fracasado proyecto político de los neoconservadores en Ucrania. Lo que sobran son políticos, como la primera ministra de Dinamarca, que dice que la paz en Ucrania sería más peligrosa que la guerra. Si Europa sigue obcecada en que Rusia tiene que perder, en contra de toda evidencia, acabará siendo fagocitada por la realidad que insiste en negar. Con funestas consecuencias para la ciudadanía europea.

El golpe de estado en Rumanía desmonta la falacia de la democracia europea

30 de enero de 2025

El Tribunal Constitucional de Rumanía anula las elecciones presidenciales

Aunque al final de mi último artículo anuncié que me iba a ocupar de otros asuntos, la gravedad de lo que está sucediendo en Rumanía me obliga a cambiar de tema. Porque la manera apropiada de caracterizar lo que está ocurriendo allí es golpe de estado, en varios tiempos. Un golpe al que los medios de comunicación occidental no le han dedicado la atención que merece, a pesar de la gravedad que representa la anulación de unas elecciones presidenciales, en un estado miembro de la Unión Europea. O quizás ha sido precisamente la trascendencia del asunto lo que ha motivado que haya quedado relegado de la agenda mediática. No vaya a ser que estropeemos la imagen de la “democracia europea”.

Veamos la cronología de lo ocurrido en Rumanía desde el 24 de noviembre de 2024. Ese día se celebraron elecciones presidenciales en ese país, miembro de la OTAN, fronterizo con Ucrania y 243 kilómetros de costa junto al Mar Negro, frente a Crimea. Por dar sólo cuatro datos.

Mapa de Rumanía y países limítrofes. Ilustración: Google Maps.

Ese día, el candidato independiente Călin Georgescu obtuvo la primera posición en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, con un 22,94% de los votos. Los partidos que formaban parte del gobierno, los social demócratas del PSD y los liberales del PNL, sufrieron tal varapalo que los líderes de ambos presentaron su dimisión. Marcel Ciolacu, el candidato del PSD quedó tercero, desbancado por Elena Lasconi, la alcaldesa de una pequeña ciudad de provincias. Nicolae Ciucă, el candidato de los liberales, quedó en quinto lugar, el peor resultado de su historia para el PNL. El último lugar lo ocupó el ex vicesecretario general de la OTAN, Mircea Geoană, con un 6,32% de los votos. Muy significativo.

Călin Georgescu se ha manifestado en contra de seguir apoyando a Ucrania en la guerra que libra contra Rusia, por encargo de la OTAN. Ese es su pecado. Los medios occidentales se han apresurado a tildar a Georgescu de ultraderechista y, sobre todo, de prorruso. Una táctica utilizada contra todos aquellos políticos que no asumen la agenda de Washington y su fiel mayordomo, Bruselas. Una lista sobre la que volveré más tarde.

El 4 de diciembre aparecen en la prensa occidental diversas noticias acerca de una supuesta campaña en Tik Tok, orquestada por Rusia, a favor del candidato Călin Georgescu. Unos documentos, oportunamente desclasificados por agencias de inteligencia rumana antes de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, hablan también de ciberataques “coordinados por un actor patrocinado por un estado”.

Culpan a una campaña encubierta en TikTok del ascenso del candidato prorruso rumano.

El día 8 de diciembre estaba prevista la segunda vuelta. Sin embargo, un día después de publicarse las informaciones anteriormente citadas, el Tribunal Constitucional anula no sólo la votación prevista para esa fecha, sino todo el proceso electoral. El actual presidente, Klaus Iohannis, debía abandonar su puesto el 21 de diciembre, pero en un mensaje a la nación, anunció que permanecería en el cargo hasta que asuma el cargo el próximo presidente. Si esto no es un golpe de estado ¿Cómo tenemos que llamarlo?

Es fundamental resaltar el cambio de criterio del Tribunal Constitucional de Rumanía. En un primer momento, el 28 de noviembre, el Constitucional dictaminó que debía realizarse un recuento de todos los votos emitidos en la primera vuelta. El 2 de diciembre confirmó los resultados de la primera vuelta y mantuvo la celebración de la segunda, prevista para el 8 de diciembre. Sin embargo, el 6 de diciembre el tribunal anuló las elecciones, sólo dos días después de la oportuna desclasificación de los citados documentos. 

El Partido Liberal organizó la campaña en Tik Tok atribuida a Rusia

En primer lugar, anular unas elecciones presidenciales por una supuesta campaña en redes sociales, en un mundo donde dichas redes son omnipresentes y se difunden todo tipo de mensajes, es un ataque directo a la democracia. Además de un desprecio a la capacidad de discernimiento de los electores, a quienes la decisión del Tribunal Supremo degrada a la categoría de semovientes sin criterio, que funcionan a golpe de bits en sus pantallas.

Pero lo más grave del asunto es que, según desveló un medio de Rumanía, la propia fiscalía rumana admitió que la campaña para fomentar el voto al candidato Călin Georgescu había sido financiada no por los malvados rusos, sino por un partido rival: el PNL. “La acción de la campaña Equilibrio y Verticalidad, en TikTok, fue pagada con dinero del Partido Nacional Liberal”, confiaba una fuente que había tenido acceso a la investigación de ANAF (la fiscalía rumana). Los liberales querían impulsar a un candidato que presentaba una baja intención de voto con el objetivo de restar apoyos electorales a otros partidos rivales. Se pasaron de frenada…

Traducción del rumano generada por Google de la publicación de Snoop.

La empresa Kensington Communication, contratada por el Partido Nacional Liberal, incorporó a 130 influencers para promocionar una campaña titulada #Equilibrioyverticalidad, previa a las elecciones presidenciales. Los influencers transmitieron al público, en un vídeo, las cualidades de un futuro presidente, sin nombrarlo. Algunos influencers escribieron en los comentarios del vídeo: «Călin Georgescu». La línea de defensa del Partido Nacional Liberal y de la empresa de comunicación contratada fue que la campaña “había sido clonada”.

Las elecciones presidenciales no debieron ser anuladas en ningún caso. Los electores son libres de meter en la urna la papeleta que estimen oportuna. Es absolutamente ridículo pretender celebrar campañas electorales en el siglo XXI dentro de una burbuja, aisladas de cualquier tipo de influencia, como si estuviéramos hablando de la limpieza de un quirófano, libre de cualquier agente externo. Las campañas electorales consisten en hacer propaganda, en tratar de influir la decisión de los votantes. Vivimos en una aldea global, y los mensajes recorren el planeta sin fronteras en el plano virtual. No se le pueden poner puertas al campo.

Pero pongámonos, por una vez, el traje de la OTAN: si hubo injerencia por parte de Rusia, se anulan las elecciones y punto. Pasemos por alto las intromisiones de Washington y de Bruselas en Ucrania, Armenia, Georgia, y Eslovaquia, por citar sólo algunos casos recientes. Admitamos por el contrario el doble rasero, que se fundamenta en el relato infantil de que nosotros somos los buenos, y todo lo que hacemos está tocado por la bondad, aunque hagamos lo mismo que criticamos en los demás, con fundamento o sin él.

Pero no fue Rusia la que interfirió en el proceso electoral, sino un partido rumano, que competía en las elecciones presidenciales, el que orquestó una campaña en redes. Algo por otra parte absolutamente habitual hoy en día. Los carteles en las paredes son del siglo pasado.

Sin embargo, a pesar de destaparse la falsedad de la atribución a Rusia de la campaña del partido liberal en Tik Tok, ¡La anulación del proceso electoral sigue adelante! Los comicios han sido anulados en su integridad. El 4 de mayo se celebrará una nueva primera vuelta, seguida de una segunda el 18. Mientras tanto, a Călin Georgescu le han cortado la calefacción y la conexión a Internet en su domicilio.

Los medios occidentales apuntan la posibilidad de que le sea prohibido volver a presentarse a las elecciones.  Las encuestas le asignan un 38% de los votos si vuelve a concurrir, apostando a que derrotaría en la segunda vuelta a Crin Antonescu, el candidato de los partidos que cuentan con el visto bueno de Bruselas. El propio Georgescu, ante la posibilidad de que le prohíban presentarse, está considerando apoyar a algún candidato presidencial del campo soberanista, para ocupar el puesto de primer ministro en caso de que ganara. Mientras tanto, miles de ciudadanos rumanos protestan en las calles por la anulación de las elecciones. 

Bruselas respalda la anulación de las elecciones

La presidenta de la Comisión Europea, como no podía faltar, se apresuró a posicionarse a favor de la anulación de las elecciones en Rumanía. Con su discurso habitual de defensa de la “democracia europea”, Úrsula von der Leyen declaró: “Debemos proteger nuestras democracias de cualquier tipo de interferencia extranjera. Siempre que sospechemos de tal interferencia, especialmente durante las elecciones, debemos actuar con rapidez y firmeza”.

La Comisión anunció la apertura de un proceso a Tik Tok en relación con un presunto incumplimiento de la DSA (Digital Services Act) por faltar a su obligación de evaluar y mitigar adecuadamente los riesgos sistémicos relacionados con la integridad electoral.

La Unión Europea investiga a Tik Tok por una supuesta interferencia rusa en las elecciones rumanas.

Por otra parte, la Comisión Europea para la Democracia a través de la Ley, (también conocida como Comisión de Venecia), a petición de  Theodoros Rousopoulos, Presidente de la Asamblea Parlamentaria del Consejo Europeo, emitió un informe para contestar a su pregunta: ¿En qué condiciones y bajo qué estándares legales puede un tribunal constitucional invalidar elecciones, tomando como referencia el reciente caso rumano?

Sin pronunciarse específicamente acerca de la anulación de las elecciones presidenciales en Rumanía, la Comisión de Venecia recalcaba que “El poder de los tribunales constitucionales para invalidar elecciones de oficio –si lo hubiera– debería ser limitada a circunstancias excepcionales y claramente regulada”. Asimismo, la Comisión de Venecia subrayaba que “La cancelación de una parte de las elecciones o de las elecciones en su totalidad sólo podrá permitirse en virtud de circunstancias muy excepcionales como última ratio y con la condición de que se detecten irregularidades en el proceso electoral que puedan haber afectado el resultado de la votación”.

La citada Comisión también resolvía que “El proceso de toma de decisiones sobre los resultados electorales debe ir acompañado de: garantías adecuadas y suficientes que garanticen, en particular, un procedimiento justo y objetivo y una decisión suficientemente motivada basada en hechos claramente establecidos que demuestren irregularidades que son tan significativas que pueden haber influido en el resultado de las elecciones”.

Después de haber leído este dictamen, emitido el 27 de enero, hay que tener mucho valor para seguir defendiendo la anulación de unas elecciones presidenciales por una campaña en redes sociales, financiada por uno de los partidos contendientes en la pugna por la presidencia.

Pero justo eso es lo que ha hecho Thierry Breton, que además ha amenazado con hacer lo mismo en Alemania, si los resultados de las próximas elecciones al Bundestag no son del agrado de Bruselas. En una entrevista en televisión, el excomisario europeo de Mercado Interior y Servicios alardeaba de la anulación de las elecciones en Rumanía, y advertía: “Se ha hecho en Rumanía y se volverá a hacer, si es necesario, en Alemania”.

 

Thierry Breton se refería a la hipotética victoria de Alternativa para Alemania en las elecciones al Bundestag. Este partido ha subido en intención de voto desde el 9% en enero de 2021 al 21%, en sólo cuatro años. El ex burócrata europeo recalcaba que la Unión Europea tiene mecanismos para anular el potencial triunfo de un partido que se opone abiertamente a seguir financiando la guerra de la OTAN en Ucrania contra Rusia. Y eso Bruselas no lo puede consentir.  

El debate sobre la posible prohibición de Alternativa para Alemania se abrió hace tiempo en el país. Según Euronews, el Bundestag podría abordar la ilegalización del partido próximamente, antes de las elecciones. En esto ha quedado la “democracia europea”: las elecciones se anulan cuando las posiciones políticas de los que ganan no encajan con la agenda de Bruselas, y se plantea la ilegalización de los partidos que se atreven a salirse del guion. Y todavía tienen el valor de sostener que en Ucrania se está librando una guerra entre la democracia y el autoritarismo.

La OTAN necesita políticos complacientes con la agenda de Washington

Como reseñé en un artículo anterior, la base de la OTAN en Constanza, a orillas del Mar Negro, se convertirá en la mayor en Europa de la alianza militar. En otra base de la OTAN en Rumanía, la situada en Deveselu, se alberga uno de los dos sistemas de misiles balísticos Aegis Ashore desplegados por Estados Unidos en Europa. Otro está emplazado en Polonia. En la base de Rota (Cádiz) hay buques estacionados con capacidad para usar estos misiles, que la OTAN califica de puramente defensivos, diseñados para interceptar en mitad de su curso misiles provenientes de terceros países.

Sistemas de defensa con misiles balísticos en Europa. Fuente: OTAN.

La situación geográfica de Rumanía es absolutamente estratégica para la OTAN. La ampliación de la base de Constanza, en la costa del Mar Negro, es cualquier cosa menos casualidad. Situada enfrente de Crimea, la OTAN no se puede permitir que un presidente nacionalista, que antepone los intereses de su país a los de Washington y Bruselas, acceda al poder.

Rumanía es el segundo país más pobre de la Unión Europea. Sin embargo, ha aumentado su presupuesto militar un 45% en sólo un año, hasta los 20.000 millones de dólares. El grueso de ese dinero se ha destinado a comprar armamento a Estados Unidos. Quizá una de las razones del triunfo de Georgescu en la primera vuelta de las presidenciales tenga que ver con el hartazgo de una población empobrecida, forzada a la emigración, que contempla cómo se derrochan miles de millones en sustentar la hegemonía de un país extranjero.

La OTAN necesita élites obedientes, que sacrifiquen la economía de sus países y el bienestar de sus ciudadanos en aras de la hegemonía imperialista estadounidense. La OTAN, es decir, Washington, necesita políticos como Olaf Scholz, que no ha tenido inconveniente en desindustrializar su patria, que lleva dos años en recesión. O como su compatriota Úrsula von der Leyen, que tuvo el cuajo de afirmar que el gas natural licuado de Estados Unidos es más barato que el ruso. Ante la carcajada generalizada de los expertos, su secretario de prensa replicó que “Ella quería decir más barato políticamente, no económicamente”.  

La injerencia de Bruselas y Washington en otros países es antidemocrática

Cuando Washington y Bruselas se topan con líderes que se preocupan por el bienestar de sus países, y no se doblegan ante sus presiones, inmediatamente tiran de argumentario: son de ultraderecha, además de populistas y prorrusos. Lo de ultraderecha sólo aplica a aquellos que no ceden. Los líderes dejan de ser de ultraderecha cuando asumen la agenda de la OTAN. Como es el caso de la italiana Giorgia Meloni, que viajó el 5 de enero a rendir pleitesía a Donald Trump a su residencia en Mar-a-Lago, y a suplicarle que no dejara en la estacada a Europa en Ucrania. La ideología ultraderechista de Meloni ya no supone un problema, siempre que trabaje a favor de la agenda atlantista.

Titular de El País.

Los medios occidentales se apresuraron a enmarcar la anulación de las elecciones presidenciales, y la formación de un “gobierno de coalición europeísta” como una estrategia para “aislar a la extrema derecha”. Es lo mismo que hemos visto recientemente en Francia, ante el surgimiento de otro partido, el de Marine Le Pen, que se opone a seguir financiando la guerra en Ucrania, sencillamente porque va en detrimento de los intereses de Francia y los franceses. El argumentario es el mismo: “cordón sanitario”, “aislar a la ultraderecha”, “partido prorruso”.

Cuando la OTAN se topa con líderes que ganan elecciones, como en Georgia, Eslovaquia, o Hungría, que anteponen los intereses de sus países a los de Washington y su fiel vasallo, Bruselas, vienen las “espontáneas” protestas de miles de personas, que salen a la calle pertrechadas de banderas de la Unión Europea, y también de Ucrania. Además de usar pancartas escritas en inglés, aunque obviamente no sea el idioma del país, para que en las fotos que publican los medios las entienda todo el mundo.

Es lo que ha ocurrido recientemente en Georgia. La OSCE (Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa) supervisó las elecciones parlamentarias, celebradas en octubre de 2024, y elaboró un informe que criticaba algunos aspectos. Sin embargo, tras la lectura de sus 53 páginas no se desprende, ni mucho menos, que las elecciones parlamentarias fueran amañadas, como interesadamente sostienen los enemigos de la independencia política que está mostrando el partido gobernante, el Sueño de Georgia. De hecho, las autoridades de Georgia agradecieron a la OSCE su informe, lo que casaría mal si realmente hubiera sido negativo.

Sin embargo, a pesar del informe de la OSCE, se produjeron violentas protestas, que fueron tildadas de pacíficas por las terminales mediáticas occidentales, en contra de lo atestiguado por numerosos testimonios gráficos. Los manifestantes asaltaron el parlamento de Tbilisi, provocando un incendio, con la intención de revertir por la fuerza el resultado de las elecciones. Lo que viene a llamarse un golpe de estado, con el pleno apoyo de Bruselas: una resolución del parlamento europeo instó a celebrar nuevas elecciones en el plazo de un año, y pidió sanciones contra el primer ministro de Georgia, Irakli Kobakhidze.

Uno de los “pacíficos” manifestantes proeuropeos en Tbilisi, Georgia. Foto: EPA, vía BBC.

En mayo de 2024, un hombre que calificó al gobierno eslovaco de “Judas en relación con la Unión Europea” por no proporcionar asistencia militar a Ucrania, tiroteó al primer ministro Robert Fico. Como quiera que, a pesar del intento de asesinato, Fico se mantiene firme en su política de no querer convertir a Eslovaquia en otra Ucrania, ahora le están montando otro Maidán.

El 24 de enero, en Bratislava, capital de Eslovaquia, 60.000 manifestantes pedían la renuncia de Robert Fico. Las protestas, con toda seguridad espontáneas, se celebraban simultáneamente en 20 ciudades más del país. El primer ministro denunciaba la llegada al país de “expertos” en la organización de protestas en el país. Los mismos que habían operado en Kiev, en 2014 y, más recientemente, en Georgia.

Robert Fico ha sido acusado reiteradamente de prorruso, sin tener en cuenta que las necesidades energéticas del país pasan por el gas que proviene de Rusia, a través de un gasoducto, cuyo tránsito se produce por Ucrania. El 1 de enero de 2025, Zelenski cortó el flujo de gas a través de esa tubería, que abastecía – qué casualidad – a Eslovaquia y a Hungría. Previendo dicha jugada, Fico viajó a Moscú a entrevistarse con Putin para intentar solventar el suministro a un país que no puede acceder al gas natural licuado, generalmente transportado en barco, al carecer de acceso al mar.

La era del gas ruso barato para la Unión Europea se acaba al terminar el tránsito a través de Ucrania.

En otros países también se cuecen sospechosas habas. En Serbia, las presiones, por no decir amenazas, al presidente Vucic para que imponga sanciones a Rusia son constantes. El primer ministro serbio dimitía el 28 de enero tras semanas de protestas por un accidente mortal en un estadio, resaltando que estaban organizadas desde el extranjero. En Hungría un excolaborador de Orbán ha montado un partido de la nada, pero se las arregló para cosechar el 30% de los votos en las últimas elecciones al Parlamento Europeo.  

Los muy democráticos líderes que amamantan Washington y Bruselas, que se pasan el día tildando de «ultraderechistas”, “populistas” o “fascistas” a quienes no se someten a sus agendas, son los verdaderos fascistas. Los que financian protestas violentas a través de sus muy gubernamentales ONG. Los que organizan golpes de estado para convertir países en meras herramientas. Los que les da igual que mueran cientos de miles de personas, y piden rebajar la edad de reclutamiento a 18 años, con tal de no dar su brazo a torcer, reconocer su fracaso y sentarse a negociar la paz.

Para mí, esos son los peores fascistas: los que se ocultan tras la retórica de la “democracia”, mientras se dedican a anular elecciones, y amenazan con cancelar todas las que no les convengan. 

¿Acabará Trump con la guerra en Ucrania?

11 de diciembre de 2024

Donald Trump acuña un nuevo eslogan: Paz a través de la fuerza

Durante la campaña electoral, Donald Trump afirmó que si él hubiera sido presidente, en lugar de Joe Biden, la guerra en Ucrania no habría comenzado. Además, recalcó que en el caso de que volviera a la Casa Blanca, pondría fin a la guerra en 24 horas. Sin embargo, una vez ganadas las elecciones Trump sigue hablando de paz, pero también de fuerza: El nuevo mantra es “Paz a través de la fuerza”.

Publicación de Donald Trump en Truth Social.

Puede haber varios motivos para la aparición de la palabra fuerza en su discurso. Trump puede verse tentado a olvidar su promesa electoral. Si Trump decide arrinconar su compromiso para alcanzar la paz en Ucrania, pagaría un alto coste político. Una parte difícil de cuantificar, pero relevante, de la población, le ha votado por esa razón, y se sentiría frustrada si le defraudara.

La ciudadanía de Estados Unidos ha comprobado cómo se envían miles y miles de millones a un pozo sin fondo en Ucrania, mientras las infraestructuras públicas en su país se desmoronan, en medio de una subida de la inflación que ha puesto la cesta de la compra por las nubes, y con unos tipos de interés hipotecarios en torno al 7%, que han vuelto misión imposible acceder a una vivienda. No por casualidad, los tipos de interés hipotecario comenzaron a dispararse a comienzos de 2022, cuando Rusia se involucró directamente en la guerra civil que se desarrollaba en Ucrania desde 2014.

Evolución del tipo fijo medio de interés para las hipotecas en Estados Unidos. Fuente: CNBC.

También puede haber ocurrido que el complejo militar industrial de Estados Unidos le haya hecho llegar algunas sugerencias. En su discurso de despedida, el presidente y exgeneral Dwight D. Eisenhower fue explícito acerca del papel de la industria militar en Estados Unidos: “En los consejos de gobierno debemos cuidarnos de que el complejo militar-industrial no adquiera una influencia injustificada, ya sea buscada o no. Existe y persistirá el riesgo de que se produzca un ascenso desastroso de un poder en manos equivocadas”. A la vista de la situación internacional actual, estas palabras, pronunciadas en 1961, son de plena actualidad.

El perfil de los miembros in pectore de su nuevo gobierno va en consonancia con el nuevo eslogan. Cabe dudar sobre la viabilidad de las estrategias frente a Rusia que manejan: básicamente, el palo y la zanahoria. El Kremlin no parece amilanarse ante la escalada de la OTAN, ejemplificada en la advertencia que supuso el lanzamiento del misil hipersónico Oreshnik sobre Ucrania, tras haber recibido el impacto de misiles occidentales de largo alcance en territorio ruso.

Para quienes todavía sostienen que Ucrania se está limitando a intentar repeler una agresión no provocada, baste decir que hasta Boris Johnson ha reconocido que la OTAN está librando una guerra por intermediación contra Rusia.

El reclutamiento de halcones es acorde con la estrategia de Trump

La lealtad personal es el criterio fundamental que ha observado Donald Trump para elegir a quienes formarán parte de su equipo. Está por ver qué margen de maniobra les deja a sus subordinados, teniendo en cuenta la avasalladora personalidad del presidente. Aun así, conviene señalar que el perfil de las personas designadas para los cargos con competencias sobre la carpeta ucraniana no es precisamente el de palomas.

Trump impulsa la visión de “Paz a través de la fuerza” con sus elegidos para Defensa.

Mike Waltz, el escogido como asesor de seguridad nacional, es un veterano de los boinas verdes, excoronel de la Guardia Nacional, con perfil de halcón en relación con China, Oriente Próximo e Irán. Waltz ya le susurraba al oído a Trump en su primer mandato en cuestiones de defensa, y fue asesor de Dick Cheney, uno de los arquitectos de la guerra de Irak. En relación con Ucrania, Waltz ha rechazado enviar más ayuda militar, reclamando que Europa aumente su nivel de apoyo, aunque abogando al mismo tiempo por aislar a Rusia.

Recientemente, Mike Waltz afirmó que Estados Unidos podría acabar con la guerra aplicando presión. ¿Cuál sería esa presión? Sanciones económicas para “secar la máquina de guerra muy rápidamente”, respondió, a lo que añadió: “quitándole las esposas a las armas de largo alcance que proporcionamos a Ucrania”.

Las sanciones a Rusia han servido para que la producción industrial esté creciendo al 4,8%, como acicate para reindustrializar el país, impulsando un proceso de sustitución de las importaciones. También han conseguido hundir la economía de Alemania, como ya he documentado en este blog. Dudo mucho de que, casi tres años después, más sanciones consigan el objetivo para el que supuestamente fueron diseñadas. En cuanto a los misiles de largo alcance, tampoco van a darle la vuelta a la situación en el frente, como reconoce Lloyd Austin, secretario de Defensa.

Si añadimos que Waltz también declaró que los equipos de seguridad nacional de Joe Biden y de Donald Trump están trabajando “de la mano” para demostrar a los adversarios de Estados Unidos que el país se encuentra unido en la transición de gobierno, cabe sospechar que la estrategia de Trump para acabar con la guerra en Ucrania no difiere en lo sustancial de la impulsada últimamente por la administración de Biden, por mucho que le criticara: negociar desde la fuerza. El 7 de noviembre, dos días después de las elecciones, el portavoz del departamento de Estado, Matthew Miller, hablaba de negociaciones, mientras los medios occidentales advierten de la posibilidad de un “colapso” del frente en Ucrania.

El frente de Ucrania podría colapsar, según los avances de Rusia se intensifican, advierten los expertos.

El nuevo mantra acuñado por Trump – paz a través de la fuerza – ha encontrado un rápido eco. Mark Rutte, el nuevo secretario general de la OTAN, afirmaba el 27 de noviembre que “Tenemos que asegurarnos de que Ucrania esté en una posición de mayor fuerza que la que tiene en este momento”. En una conferencia de prensa el 1 de diciembre, Zelenski declaró que Ucrania únicamente estaría dispuesta a entablar negociaciones desde una posición de fuerza. El presidente ucraniano sigue insistiendo en que la OTAN curse una invitación para unirse a la alianza, a pesar del rechazo que sigue generando tal propuesta.

La reciente reunión de Zelenski en París con Trump y Macron no parece haber servido para materializar dicha invitación. Poco después, el ucraniano declaró que pensaba presionar a Biden para lograrlo, porque no tenía sentido hablar con Trump acerca del tema, ya que todavía no ha accedido a la presidencia. O sea, que Trump le dio calabazas.

Para hacerse cargo expresamente de la situación en Ucrania y Rusia, Trump ha nombrado al exgeneral de 80 años Keith Kellogg como “enviado especial”. En abril de este año, el exmilitar fue coautor, junto a Fred Fleitz, de un plan para resolver el conflicto que consistía, básicamente, en congelar el conflicto a la coreana. Fleitz trabajó en la anterior administración de Trump como asistente adjunto y jefe de plantilla del Consejo de Seguridad Nacional.

El resumen del plan de Fleitz y Kellogg es éste: “En concreto, implicaría una política estadounidense formal de búsqueda de un alto el fuego y una solución negociada del conflicto en Ucrania. Estados Unidos seguiría armando a Ucrania y reforzando sus defensas para garantizar que Rusia no haga más avances y no vuelva a atacar después de un alto el fuego o un acuerdo de paz. Sin embargo, la futura ayuda militar estadounidense requerirá que Ucrania participe en conversaciones de paz con Rusia”.

Además, el documento instaba a Biden y a otros líderes de la OTAN a aplazar la incorporación de Ucrania durante un periodo prolongado de tiempo, “a cambio de un acuerdo de paz integral y verificable con garantías de seguridad”.

El plan también consideraba algún alivio de las sanciones a Rusia, siempre que firme un acuerdo de paz con Ucrania. Aunque también preveía el cobro de gravámenes sobre las ventas de gas y petróleo rusos para utilizarlos en la reconstrucción de Ucrania.

El equipo de Trump analiza distintos planes para Ucrania y Rusia

El plan presentado en abril es una de las posibles estrategias que están analizando Keith Kellogg y Mike Waltz. Este último señalaba a finales de noviembre que “Tenemos que ponerle fin a esto de manera responsable. Tenemos que restablecer la disuasión, restablecer la paz y adelantarnos a esta escalada de violencia, en lugar de responder a ella”.

En una entrevista emitida en septiembre, Mike Waltz delineaba las líneas básicas de su plan: “Y lo que probablemente se verá es la actual línea de demarcación entre Rusia y Ucrania, que se convertirá en una especie de zona desmilitarizada”. “Ucrania conserva su soberanía independiente, Rusia obtiene la garantía de neutralidad de Ucrania: no se une a la OTAN, no se une a algunas de estas instituciones aliadas. Así es como se verá en última instancia el acuerdo”.

El ex enviado de Trump Richard Grenell apoya zonas autónomas en Ucrania.

Otra alternativa que el equipo de Trump está valorando es la propuesta de Richard Grenell, exembajador de Estados en Alemania. En julio de este año, Grenell abogaba por la creación de “zonas autónomas” dentro de Ucrania. La propuesta supondría revivir los acuerdos de Minsk, que plantearon como solución a la guerra civil el reconocimiento de autonomía a las regiones del Donbass que se negaron a aceptar el gobierno surgido del golpe de Estado en 2014: Donetsk y Lugansk. Ya sabemos en qué quedaron dichos acuerdos. Sus promotores occidentales terminaron reconociendo los propósitos inconfesables que albergaban, así que a estas alturas la propuesta de Grenell carece de recorrido.

Dentro de la futura administración Trump se escuchan posiciones mucho más duras. Es la de Sebastian Gorka, que será uno de los asistentes de Mike Waltz. Gorka declaró en una reciente entrevista que “Voy a dar un consejo que ha mencionado el presidente: le dirá a ese ex coronel asesino de la KGB, ese matón que dirige la Federación Rusa: “Si no negociamos ahora, la ayuda que hemos brindado a Ucrania hasta ahora parecerá insignificante. Así es como obligará a esos caballeros a llegar a un acuerdo que detenga el derramamiento de sangre”.

Conviene recalcar que el propio Donald Trump todavía no se ha pronunciado sobre las alternativas que está aireando la prensa occidental. En mi opinión, todas ellas o bien se han quedado obsoletas, porque ya no cabe hablar de estancamiento en el frente, o no tienen en cuenta lo fundamental: la posición de Rusia, claramente reflejada en los documentos que envió a Estados Unidos y a la OTAN en diciembre de 2021. 

Occidente sigue negociando consigo mismo, ignorando a Rusia

Es lógico que la administración entrante esté valorando distintas estrategias para tratar de enmendar el error estratégico de la saliente. El nuevo equipo también debería abandonar el enfoque que occidente ha mantenido durante los últimos años, que no ha sido otro que negociar entre sus miembros, ignorando la posición del antagonista. Teniendo en cuenta que Rusia está rompiendo las líneas del frente, no parece probable que Moscú se avenga a congelar el conflicto en las líneas actuales, que dejaron de estar estancadas hace tiempo, según el Institute for the Study of War.

Rusia avanzó 478 kilómetros cuadrados en Ucrania en octubre, récord desde 2022: Análisis de AFP de los datos del ISW.

Los miembros más destacados del gobierno ruso han dejado bien a las claras que no están dispuestos a que se repita el esquema fallido de los acuerdos de Minsk. Hace ya dos años, Vladimir Putin declaró: «Todos aguantamos, aguantamos, aguantamos y esperábamos algún tipo de acuerdo de paz, pero ahora resulta que simplemente nos engañaron».

Rusia fue engañada con los Acuerdos de Minsk: Putin.

La presidenta del Consejo de la Federación Rusa, Valentina Matviyenko, que también forma parte del Consejo de Seguridad Nacional, dijo el 2 de diciembre que Rusia no iba a “discutir nada parecido a una «congelación» a corto plazo del conflicto y cosas por el estilo. Esta no es, desde luego, la solución para resolver los problemas de seguridad a largo plazo en la región».

Unos días después, Serguéi Lavrov lo dejaba claro en una entrevista con Tucker Carlson. Rusia no va a caer de nuevo en la trampa que supondría un armisticio: la congelación del conflicto en las líneas actuales dejaría a la OTAN manteniendo el control del 80% de Ucrania, lo que aprovecharía para rearmarla. En su quimera, sólo tendría que esperar a la jubilación de Putin para volver a la guerra por el control de los inmensos recursos energéticos de Rusia, que es el verdadero origen del conflicto.

Occidente se equivoca de lleno si piensa que los dirigentes que sucedan a Putin van a ser más maleables o proclives al entendimiento. Estados Unidos y sus adláteres han puesto de manifiesto sus objetivos reales: cambio de régimen en Moscú e instalación de un gobierno títere para proceder a “descolonizar Rusia, troceándola en repúblicas más pequeñas y manejables, para mejor proceder al expolio de sus riquezas naturales.

Estados Unidos quiere trocear Rusia y Zelenski ya no sabe qué decir

El propósito declarado de Washington y sus aliados es destruir Rusia, ni más, ni menos. Así lo proclama una agencia gubernamental de Estados Unidos, la Comisión para la Seguridad y la Cooperación en Europa (cuyo nombre se presta a confusión con la OSCE): lo considera un objetivo “moral y estratégico”. Será complicado encontrar en las élites rusas actuales a alguien dispuesto a colaborar en la desintegración de su país.

Llamadas a la “descolonización” de Rusia en The Atlantic y el sitio web de la CSCE, una comisión gubernamental de Estados Unidos.

La organización Free Nations of Russian Federation llama a la “Descolonización de la llamada Federación Rusa”, y describe sus propósitos como “una lucha anticolonial y de liberación nacional contra el imperialismo del Kremlin en Moscovia”. Su objetivo es “la creación de nuevas entidades geopolíticas, así como la posterior reconstrucción de los futuros estados independientes del espacio post ruso”. Este grupo es muy activo y ha celebrado numerosos foros, con apoyo institucional, en Washington y Bruselas, entre otras capitales.

Mapa propuesto para trocear Rusia por Free Nations of Russian Federation en su sitio web.

Lo único que ha logrado el descaro con el que Estados Unidos y su séquito están aireando sus propósitos ha sido cementar el apoyo de la ciudadanía rusa a su presidente, Vladímir Putin. Si occidente soñaba con una revuelta popular para forzar un cambio de régimen, ha conseguido el efecto contrario. La última encuesta del centro demoscópico Levada refleja un 87% de apoyo de la población rusa a su presidente. Avanzando en el frente de batalla, con un fuerte respaldo popular, el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, reiteraba el 4 de diciembre que “Todavía no hay bases para una negociación con Ucrania”.

Tasa de aprobación de la gestión de Vladimir Putin según el centro Levada. En negro, los porcentajes de aprobación.

A todo esto ¿qué dice Zelenski? Pues una cosa y la contraria. El 17 de octubre amenazaba con procurarse armas nucleares si no se le garantizaba la entrada en la OTAN. Así manifestaba habérselo dicho a Donald Trump en la reunión que mantuvieron en septiembre. Ante el revuelo formado, Zelenski rebobinaba en una conferencia de prensa con Mark Rutte, el nuevo secretario general de la OTAN: «Nunca hablamos de… que nos estamos preparando para crear armas nucleares o algo así”.

Ucrania buscará armas nucleares si no puede unirse a la OTAN. The Telegraph, 17 de octubre de 2024.

Ateniéndonos a fuentes ucranianas, el 29 de noviembre el presidente ucraniano sostenía que «Si queremos detener la fase caliente de la guerra, debemos acoger bajo el paraguas de la OTAN el territorio de Ucrania que controlamos. Debemos hacerlo rápidamente”.

Sin embargo, sólo dos días después, Zelenski decía todo lo contrario: «No puede haber una invitación a una parte del territorio de Ucrania para unirse a la OTAN. Esto es un reconocimiento automático de que todos los demás territorios no sólo están en peligro, sino también que otros territorios no son ucranianos. Por lo tanto, Ucrania nunca lo aceptará. Si hay una invitación, sólo puede ser a todos los territorios”.

Zelenski matizaba que, en el caso de que Ucrania accediera a la OTAN mientras continuaba la guerra con Rusia, el artículo 5 de los estatutos (el de defensa mutua de sus miembros) podría no aplicarse a todo el territorio de Ucrania, porque reconocía que los miembros de la OTAN eran aversos a “los riesgos de involucrarlos en la guerra”.

Para recuperar los territorios ocupados por Rusia, Zelenski apelaba el 9 de diciembre a una solución diplomática. Lo cual es coherente con la incapacidad de su ejército para forzar otro escenario, y con las presiones que está recibiendo por parte de sus patrocinadores.

Las contradicciones de Zelenski revelan el grado de desconcierto que recorre los despachos de las élites occidentales, que buscan una salida al callejón en el que se han metido. Como es incapaz de admitir su derrota, la OTAN sigue hablando de la necesidad de evitar, a toda costa, que Rusia prevalezca en Ucrania. Occidente continúa sin tener en cuenta la posición de su adversario, y comienzan a surgir dificultades a la hora de adoptar nuevas medidas, como demuestra el fracaso de la Unión Europea para aprobar un nuevo paquete de sanciones a Rusia.

En lugar de Rusia, es Ucrania la que puede acabar troceada

Kaja Kallas sobre tropas extranjeras en Ucrania: “Nada puede ser descartado”.

El reemplazo de Josep Borrell al frente de la representación de la Unión Europea en política exterior y seguridad, la estonia Kaja Kallas, inauguró su andadura en el cargo con una visita a Zelenski en Kiev. Allí Kallas afirmó que “no se puede descartar nada”, refiriéndose a la posibilidad del envío de tropas europeas a Ucrania, recalcando que en relación con este tema convenía mantener “una cierta ambigüedad estratégica”.  

Kaja Kallas también mencionó la posibilidad de que tropas europeas verificaran en Ucrania un hipotético alto el fuego, caso de que éste fuera acordado. Dos días antes, Boris Johnson se apresuraba a reclamar un sitio para los militares británicos en esta función. El ex primer ministro argumentaba que el despliegue de fuerzas de países miembros de la OTAN provocaría la activación del artículo 5, de defensa mutua, en el caso de que Rusia decidiera atacar dicho cuerpo de interposición. Incluso aunque Ucrania siguiera sin ser miembro de la alianza. Lo cual, supuestamente, disuadiría a Rusia de violar el hipotético alto el fuego.

La verdadera intención que los europeos albergan tras la propuesta de enviar sus soldados a Ucrania es la de forzar la intervención de Estados Unidos, en el caso de que sean atacadas. Se trata, por todos los medios, de involucrar directamente a Washington en Ucrania, ante la posibilidad de que Trump, que aún no se ha pronunciado sobre los planes de su equipo que difunde la prensa, decida dejar el asunto en manos europeas.

Zelenski ha acogido favorablemente la posibilidad de desplegar tropas europeas para garantizar el cumplimiento de ese alto el fuego del que todo el mundo, excepto Rusia, está hablando. Un despliegue que abriría la puerta a la ocupación de los territorios de Ucrania que Rusia no controla por parte de países europeos.

La historia de Ucrania ha sido azarosa. Ciñéndonos a su pasado más reciente, ante el posible desmoronamiento del Estado ucraniano tal y como lo conocemos, existen motivos para que los países limítrofes planteen reclamaciones territoriales. Cuando se esgrimen antecedentes históricos para justificar este tipo de reivindicaciones, pueden resurgir odios ancestrales, mal enterrados, que pueden desembocar en conflictos armados. Es lo que vimos en las guerras que asolaron la extinta Yugoslavia en los años 90 del pasado siglo.

Evolución territorial de Ucrania entre 1922 y 1954. Fuente: OSU.EDU.

Entre 1922 y 1954 Ucrania fue creciendo gracias a los territorios “cedidos” por Polonia, Rumanía, la Rutenia checoslovaca y la propia Rusia (Crimea, regalada a Ucrania en 1954 por Nikita Jrushchov, que era ucraniano). Polonia fue quien salió más perjudicada por esta reorganización soviética de las fronteras de un país, Ucrania, cuya etimología significa “al borde”.

Pérdidas y ganancias territoriales de Polonia entre 1933 (línea amarilla) y 1945 (línea negra).

Como consecuencia de estos movimientos de las lindes, debemos recordar la existencia de minorías étnicas en Ucrania. Bajo el mandato de Zelenski – fuertemente influido por los ultranacionalistas – polacos, húngaros y rumanos han visto sus derechos a la hora de seguir usando sus idiomas severamente recortados.

A la vista de este mapa, en el caso de que se produjera un colapso del actual Estado ucraniano – una posibilidad cada día más real – Polonia se sitúa en primera línea a la hora de aprovechar su hipotética participación en las tropas europeas de interposición para recuperar los territorios que perdió durante la época soviética.

A Estados Unidos le da igual destrozar países y que mueran millones de personas con tal de aferrarse a una hegemonía en decadencia. Los conflictos armados provocados por los sucesivos inquilinos de la Casa Blanca desde 2001 en nombre de la “guerra contra el terrorismo” en Afganistán, Irak, Pakistán, Yemen, Libia, Somalia y Siria se han cobrado, al menos, cuatro millones y medio de vidas.

Washington se ha gastado 8 billones de dólares, dos veces el PIB de Alemania, en matar, directa o indirectamente, a todas estas personas. La siniestra cuenta sigue subiendo, ahora en Siria, donde el apoyo estadounidense a los islamistas anticipa un escenario de caos para toda la región. Un tema que analizaré en el próximo artículo.

La victoria de Trump deja descolocada a Europa en Ucrania

25 de noviembre de 2024

La derrota de Kamala Harris pilla de sorpresa a la Unión Europea

Las encuestas que apuntaban a un resultado muy igualado entre Kamala Harris y Donald Trump estaban sesgadas para movilizar el voto hacia el Partido Demócrata, azuzando el miedo a Donald Trump, a quien Joe Biden comparó con Hitler en repetidas ocasiones. Aun así, el candidato del Partido Republicano ganó las elecciones, tanto en número de delegados para el Colegio Electoral, que es quien elige al presidente, como en voto popular.

Resultados de las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Ilustración: AP.

El objeto de este artículo no consiste en analizar las razones del triunfo de Donald Trump, sino las implicaciones que tiene para el viejo continente. Las élites europeas confiaban en la victoria de la candidata demócrata, esperanzadas por una continuidad en la política exterior de la Casa Blanca. Aunque hubiera señales de que Estados Unidos, incluso bajo mando demócrata, había comenzado a arrastrar los pies en Ucrania – como indicaba la cancelación de la cumbre de la OTAN en Ramstein – Bruselas no se terminaba de creer que Washington le fuera a traspasar la patata caliente. Confiaban en que, si ganaba Harris, la metrópoli no les dejaría colgados de la brocha, aunque Europa tuviera que asumir una mayor carga financiera.

Sin embargo, la derrota de la esperpéntica Kamala ha sacudido a las élites europeas, que daban casi por hecha su victoria. Toca rebobinar. Es lo que están haciendo a marchas forzadas los dirigentes europeos, en ocasiones de manera patética. Después de haber denostado al candidato republicano, mimetizando el guion del Partido Demócrata, los líderes europeos se apresuraron a felicitar a Donald Trump, esa amenaza para la democracia.

Trump puede haber dañado permanentemente la democracia, dice la jefa de la Unión Europea Von der Leyen. Titular de The Independent.

Publicación de Úrsula von der Leyen en X

La misma Úrsula que acusaba a Donald Trump de haber dañado permanentemente la democracia, le felicitaba “calurosamente” por su victoria en un comunicado oficial. Enfatizaba la presidenta de la Comisión el vínculo entre Estados Unidos y la Unión Europea “en nuestra historia compartida, compromiso con la libertad y la democracia”. De repente, Trump adquiría el estatus de demócrata…

En Ucrania también intentan sacar la patita. El Centro Ucraniano para la Lucha contra la Desinformación ha eliminado publicaciones en las que acusaba a Tulsi Gabbard de trabajar para Moscú, manipulando y difundiendo desinformación. El medio ucraniano Strana publicó capturas del canal de Telegram del Centro, que lo demostraban. La noticia ha sido posteriormente borrada de dicho medio, aunque sigue siendo recogida por otros. La excongresista, que abandonó el Partido Demócrata, ha sido propuesta por Trump para el cargo de directora de las agencias de inteligencia.

Tras haber denostado a Orbán, los líderes europeos acuden ahora a Budapest

Washington y Bruselas han denigrado a Víktor Orbán por negarse a acatar sus dictados para defender, en su lugar, los intereses de su país. Su gobierno se negó desde el principio a dejar de comprar gas a Rusia. Dos tercios del gas que importa Hungría proceden de Rusia. El ministro de Asuntos Exteriores húngaro, Peter Szijjarto, exponía en junio las razones de manera diáfana: “Es imposible garantizar el suministro energético de Hungría sin los recursos energéticos rusos y eso no tiene nada que ver con la política o la ideología, sino que tiene sus raíces en simples hechos de la física”. El embajador de Estados Unidos en Hungría se apresuraba a tildar de “dependencia peligrosa” la actitud del gobierno húngaro.

Por anteponer los intereses de su país a la agenda de sanciones contra Rusia dictada por la Casa Blanca, Orbán ha sido vilipendiado con saña. Hasta que ganó Trump, y la Comunidad Política Europea se reunió en Budapest, los días 7 y 8 de noviembre, justo después de las elecciones. Todo eran sonrisas, como demuestran las fotografías de los líderes europeos con Orbán.

Víktor Orbán con Úrsula von der Leyen, Mark Rutte, Roberta Metsola, Keir Starmer y Emmanuel Macron. Fotografías: Red social de Víktor Orbán, Marton Monus (Reuters), y Szilard Koszticsak/EPA-EFE/Shutterstock.

Tras asumir la presidencia rotatoria de la Unión Europea, Víktor Orbán se embarcó en una “misión de paz”, que le llevó a viajar a Moscú, Kiev y Pekín, lo que enfureció a los líderes europeos. Además de salirse del guion fijado por Washington, Orbán demostró con ese viaje que tenía la capacidad de interlocución de la que carecen sus homólogos europeos. Ahora parece que las élites europeas han decidido aprovecharse de esa capacidad: necesitan a alguien a quien Trump le ofrezca la oreja. Al menos eso demuestran las imágenes de la cumbre, que se celebró en Budapest, y a la que asistieron 47 jefes de Estado o de gobierno.

Sin embargo, a pesar de que los asistentes se esforzaron en mostrar unidad, los resultados de la cumbre fueron inexistentes, a juzgar por el resumen de la reunión publicado por el Consejo de Europa, que se limita a reseñar los asuntos tratados, sin mencionar ninguna conclusión.

Tendremos que atenernos a las declaraciones de los asistentes para imaginarnos por dónde fueron los tiros, aunque es obvio que la larga sombra de Trump planeaba sobre la reunión. Úrsula von der Leyen proclamó que “El futuro de Europa está en nuestras manos”. ¿Habría que deducir que antes de la victoria de Trump estaba en manos distintas a las europeas?

Emmanuel Macron fue en la misma línea: “¿Queremos leer la historia escrita por otros –las guerras lanzadas por Vladimir Putin, las elecciones estadounidenses, las decisiones tecnológicas o comerciales de China– o queremos escribir nuestra propia historia? Creo que tenemos la fuerza para escribirla”. Macron también urgió a Europa a afirmar su independencia estratégica respecto de Estados Unidos y a defender sus intereses frente a los de sus rivales geopolíticos. «No debemos delegar para siempre nuestra seguridad en Estados Unidos», afirmó.

Las declaraciones de Macron no van acompañadas por hechos, sino todo lo contrario. En abril de 2023 el presidente francés hablaba de la necesidad de una “autonomía estratégica” para Europa. Seis años antes, ya peroraba sobre el mismo concepto en la universidad de La Sorbona. Sin embargo, The Telegraph publicaba el 10 de noviembre que Macron estaba conspirando con Keir Starmer para frustrar los planes de Donald Trump para Ucrania, planeando incrementar los envíos de armas a Zelenski antes de que la nueva administración tomara posesión.

Starmer planea frustrar el plan de Trump sobre Ucrania. El primer ministro y Emmanuel Macron mantendrán conversaciones sobre el refuerzo de armamento antes de la llegada de la nueva administración.

Macron y Starmer están apostando por darle continuidad a la guerra en Ucrania, continuando con la agenda del Partido Demócrata, que ha sido derrotada en las urnas, demostrando así un gran respeto por la democracia. Macron sigue renunciando a la “autonomía estratégica” que reclama para Europa, obstinándose en mantener viva una estrategia que va en contra de los intereses europeos, como analicé en un reciente artículo.

Titular de Bloomberg

El anfitrión de la cumbre de Budapest también señaló que Europa debería escoger entre la sumisión o la soberanía. En relación con la guerra en Ucrania, Víktor Orbán afirmó que “El alto el fuego es el primer paso. Paremos la matanza, esta es mi propuesta”. El húngaro también dijo que “La situación en el frente es evidente: ha habido una derrota militar. Los estadounidenses se van a retirar de esta guerra”.

Esta posibilidad, anunciada por Trump – veremos si cumple su promesa electoral de acabar con la guerra– es la que ha desatado el pánico en las élites europeas. Si Estados Unidos se retira, la Unión Europea carece de capacidad financiera, militar y política para sostener una guerra por intermediación contra Rusia. Para rematar, Orbán aventuró que el crédito de 50.000 millones para Ucrania acordado entre Estados Unidos y Europa ahora es una “cuestión abierta”.

Las crisis políticas en Alemania y Francia se deben a las discrepancias sobre Ucrania

La caída del gobierno semáforo en Alemania ha sido motivada por las desavenencias en torno a Ucrania entre el SPD, el partido de Olaf Scholz, y el FDP, el liberal – demócrata. Scholz quería enviar 3.000 millones de euros más a Kiev, a lo que se negó el ministro de finanzas, del FDP. Christian Lindner proponía, en su lugar, autorizar la entrega de misiles Taurus. De fondo, las discrepancias sobre el gasto público, que el socialdemócrata Scholz quería aumentar, frente a la austeridad propuesta por el liberal Lindner.

Christian Lindner: Yo quería enviar Taurus a Ucrania, no dinero. El ministro de Finanzas ofrece una variante interesante sobre la ruptura de la coalición. Por tanto, hubo una disputa sobre la política en Ucrania. Titular de Berliner Zeitung.

El tercer partido integrante del gobierno tricolor, Los Verdes, ya demostraron hace tiempo su respeto por la democracia, cuando la ministra de Asuntos Exteriores declaró que le daba igual lo que opinaran los votantes, porque ella iba a seguir promoviendo el apoyo a Ucrania. Ahora Annalena Baerbock ha reconocido en una entrevista que Ucrania va antes que Alemania a la hora de asignar recursos: el gobierno federal ha desviado al gobierno de Kiev 37.000 millones de euros del presupuesto que iba destinado a guarderías, escuelas e inversiones en el país. 

La crisis política alemana deja a Europa sin timón antes del regreso de Trump.

Después de haber consentido la voladura de los gasoductos Nord Stream, de someterse a la agenda de Estados Unidos hasta hundir la propia industria, y de priorizar la financiación de la guerra de Washington contra Moscú, en perjuicio de sus propios ciudadanos, no es de extrañar que el gobierno de Alemania haya saltado por los aires y que la derecha nacionalista de Alternativa para Alemania esté subiendo como la espuma, al igual que la Alianza Sarah Wagenknecht, que también propugna priorizar los intereses del país, por encima de los foráneos.

En Francia, con la excusa de forjar un “cordón sanitario” frente al partido de Marine Le Pen, Macron consiguió aislar al partido que se opone a guerra en Ucrania y mantenerse en la presidencia. La victoria relativa de la izquierda en las elecciones quedó finalmente en agua de borrajas. Macron giró a la derecha, colocando como primer ministro a Michel Barnier, que fue dos veces comisario europeo, y negociador del Brexit por parte de la UE. Reagrupamiento Nacional, el partido de Marine Le Pen, está tolerando a Macron precisamente por este giro a la derecha. Sin embargo, la cacería contra Le Pen continúa, ahora en formato lawfare, buscando inhabilitarla políticamente, para impedir que se presente a las próximas elecciones presidenciales.

El panorama en Europa es desolador. Bloomberg lo resumía recientemente en una frase: “Hogar de un mercado de valores inactivo, una moneda frágil, un sistema político en crisis y una economía estancada”.

Por citar sólo algunos datos relativos a Alemania, la producción industrial, excluyendo la construcción, ha descendido un 17% desde los niveles de 2017. La fabricación de automóviles ha bajado un 28%. En 2016, Alemania producía 5,7 millones de vehículos. En 2023, ya sólo eran 4,1 millones. Algunos hablan del suicidio de Europa. Asesinato es un término que describe mejor lo que están cometiendo las élites europeas con el continente que tienen a su cargo.

La respuesta de Europa consiste en profundizar en sus errores

En lugar de aprovechar el cambio en la presidencia de Estados Unidos para reformular su política exterior, sacudirse el yugo y comenzar a perfilar esa “autonomía estratégica” que Macron dice anhelar, las élites europeas insisten en profundizar en sus errores.

El informe Draghi, que analicé en un artículo anterior, afirma que la solución a la crisis que afronta Europa consiste en endeudarse. Y hacerlo, además, de manera mancomunada. Lo que subyace tras la propuesta de Draghi, con el patrocinio de Úrsula von der Leyen, es una disolución de la soberanía de los Estados miembros en aras de una mayor integración en una institución supranacional, lo que conllevaría una centralización aún mayor en Bruselas de las decisiones políticas, lejos del escrutinio de la ciudadanía.

La centralización favorece la impunidad de los burócratas europeos, como hemos visto con el escándalo de la compra de las vacunas a la farmacéutica estadounidense Pfizer. Los SMS que la presidenta de la Comisión intercambió con el consejero delegado de Pfizer desaparecieron, y la Comisión disculpó la falta de acceso con el argumento de que eran documentos “de vida corta y efímeros”, además de “no contener información importante”.

La centralización en Bruselas no ha traído una mejora de la calidad de vida de los europeos: Europa está en un proceso de pauperización. Desde el punto de vista político, las democracias liberales también están degenerando: las elecciones nacionales se han convertido en episodios meramente cosméticos, porque las decisiones no se toman en los parlamentos nacionales, sino en la capital de Bélgica, que también es la sede de la OTAN. Más de la mitad de la legislación española de los últimos cinco años consiste en la trasposición de directivas o reglamentos elaborados en Bruselas. 

El Parlamento Europeo es la parodia de una democracia liberal: por no tener, ni siquiera tiene la capacidad de proponer leyes, una facultad reservada a la Comisión Europea. Sólo puede aprobar o rechazar leyes propuestas por la Comisión, cuyos miembros se pastelean en los despachos, como acabamos de ver con el reparto de los próximos consejeros comunitarios. En algunos casos, el Parlamento Europeo ni siquiera puede proponer enmiendas: las propuestas legislativas de la Comisión son lentejas.

El informe Draghi ofrece la coartada para impulsar una mayor integración europea. O como afirma la Comisión, “una Europa más fuerte”, después de haberla destrozado con su seguidismo de las directrices impuestas por Washington. Los siguientes pasos se encaminan hacia una concentración aún mayor del sector bancario, los impuestos comunes, gestionados y administrados en Bruselas, y la disolución de las soberanías nacionales, en aras de la “gobernabilidad” europea.

Al mecanismo de toma de determinadas decisiones de la Unión Europea, basado en la unanimidad, le quedan dos telediarios. Alemania está presionando para que las decisiones que ahora deben contar con el respaldo de todos los miembros – política exterior, seguridad, defensa – se tomen por “mayoría cualificada”. Esta posición sin duda cuenta con el respaldo de las élites, y el argumento es el de “evitar la parálisis”. La actitud de Hungría en relación con la guerra de Ucrania ha colocado el tema bien arriba en la agenda de Bruselas.

Le Monde: Olaf Scholz renueva su lucha por la mayoría cualificada en los asuntos exteriores de la UE.

La Unión Europea apuesta por la guerra y la militarización de la economía

Este proceso de vaciado de las soberanías nacionales en favor de un ente inasible se está apoyando en la militarización de la economía y, ulteriormente, de la sociedad entera. Los gabinetes de estudio, financiados por las empresas de armamento, insisten en que si Putin no es frenado en Ucrania, se dispone a invadir el resto de Europa. Los antecedentes históricos muestran lo contrario: fueron Napoleón y Hitler quienes invadieron Rusia, con los resultados conocidos. Al colocar a Europa en rumbo de colisión con Rusia, las élites europeas están ignorando la Historia peligrosamente. 

En lugar de asumir las lecciones del pasado, los gobiernos europeos están imbuyendo una psicosis de guerra en la población, instándolas a prepararse para un ataque, poco menos que inminente, por parte de Rusia. El Reino Unido habla de formar a la “generación preguerra”, que “puede suceder en cualquier momento”.  Suecia y Noruega reparten millones de panfletos a la población con instrucciones para sobrevivir en caso de guerra. Alemania ha preparado un documento secreto de estrategia, de mil páginas, para el caso de guerra con Rusia, que incluye instrucciones a las empresas sobre “cómo armarse” y contribuir al esfuerzo bélico. España acaba de anunciar que prepara la primera guía de protección civil específica para afrontar «riesgo bélico».

Titular de 20 minutos.

Bruselas liberará miles de millones de euros del presupuesto europeo para defensa y seguridad. El dinero será desviado de los fondos de cohesión, destinándolos a fines bélicos, en lugar de a sus objetivos originales: aumentar la cohesión económica, social y territorial de la Unión Europea, donde las diferencias económicas entre los Estados miembros siguen siendo abismales.

Titular de Expansión.

Según la normativa europea, este dinero no puede destinarse a adquirir equipos de defensa, ni a sufragar gastos militares. Pero en este “mundo basado en reglas” siempre hay resquicios para saltárselas a conveniencia. Así que la Unión Europea los utilizará para impulsar la industria armamentística, fabricando armas y municiones, así como productos de ‘doble uso’, como drones. La industria de defensa se frota las manos: dan por descontado un crecimiento de doble dígito en el sector.

En este contexto, un exoficial militar sueco ha advertido que, tras la victoria de Trump, Europa sólo tiene dos opciones: “O el acercamiento y la reanudación de la buena vencidad hacia Rusia o la continuación de la beligerancia, con su seguimiento de una carrera armamentística y el riesgo de una escalada”. “Desafortunadamente, la mayoría de los líderes europeos están apoyando la segunda alternativa”, concluye Mikael Valtersson, que fue jefe de personal de los Demócratas de Suecia. Cuando algunos militares con sentido común hacen propuestas pacifistas, son ridiculizadas inmediatamente por los medios, al tacharlas de “rendición absoluta”, como ha sido el caso. Este es el ambiente que está fabricando la propaganda belicista occidental.

Donald Trump ya no es tan malo como lo pintaban. El nuevo secretario general de la OTAN, el holandés Mark Rutte, asegura ahora que “Él fue quien en la OTAN nos estimuló a superar el 2%. Y ahora, también gracias a él, la OTAN, si se excluyen las cifras de Estados Unidos, está por encima del 2%”. La cifra se refiere al porcentaje del presupuesto que los países miembros deben dedicar al presupuesto militar. Quien antes era descrito como un desalmado que iba a dejar a los europeos indefensos en las garras de Putin, si no incrementaban su contribución a la organización armada, ahora ve su chantaje presentado de manera positiva.

Las élites de la Unión Europea se afanan en que la guerra continúe para poder seguir echándole la culpa a Rusia de todo lo malo que nos está cayendo encima, tratando así de ocultar su incompetencia, su ineptitud y su falta de visión geopolítica. En definitiva, su nulidad como dirigentes políticos.

Úrsula von der Leyen miente sobre el precio del gas estadounidense

Qué podemos esperar de las élites europeas, cuando Úrsula von der Leyen afirma, sin sonrojarse, que es una vergüenza que la Unión Europea siga comprando gas natural licuado a Rusia, cuando el de Estados Unidos es más barato. Si esto fuera realmente así ¿por qué el aumento del suministro de gas natural licuado estadounidense ha provocado un incremento brutal del coste de la electricidad industrial en Europa, mientras que en Estados Unidos ha descendido un 16%?

Precios de la electricidad industrial incluyendo impuestos en 2019 frente a 2023. Fuente: Marko Jukic en X.

El Consejo de Europa reconoce que El precio del gas aumentó significativamente porque los volúmenes drásticamente reducidos de las importaciones de gas ruso tuvieron que ser reemplazados por fuentes de gas más caras (principalmente GNL)”. ¿Y de dónde vino ese gas natural licuado más caro? La mayor parte comenzó a venir de Estados Unidos, que hasta 2016 no nos vendía ni una bombona.

Importaciones anuales de GNL por países exportadores en la Europa – 27 (UE + Reino Unido). Fuente: Agencia Internacional de la Energía.

El Consejo de Europa también nos aclara que “El precio de la electricidad suele estar determinado por el precio del gas. La razón de ello es el llamado principio de orden de mérito”. Este es el eufemismo con que han bautizado en Europa al sistema para que paguemos la electricidad al precio más caro de todas las energías utilizadas para producirla.

Si el gas estadounidense es más barato que el ruso, ¿por qué la consultora Brueghel, con sede en Bruselas, estima que los Estados miembros de la Unión Europea se han gastado 657.000 millones de euros en proteger a los consumidores del incremento de los precios de la energía?

Toda la narrativa para justificar la escalada de la guerra provocada por Estados Unidos en Ucrania se basa en mentiras. El cambio cualitativo de este mundo distópico al que nos arrastran es que la mentira ya no tiene consecuencias políticas para los embusteros. Vivimos rodeados de patrañas, amplificadas hasta la extenuación por los medios de comunicación de masas.

Para encontrar los datos en este entorno vilificado por los embustes hace falta tiempo. Y ganas de desentrañar la verdad. La mayoría de la población está muy ocupada en otras tareas, de lo cual se aprovechan las élites para imponernos su agenda, mientras el personal se traga lo que le echan por los telediarios. Así nos va.

La sumisión de la Unión Europea a Estados Unidos le lleva a la ruina

25 de octubre de 2024

Bruselas se pliega a los intereses de Washington, en contra de los propios

El alineamiento de la Unión Europea con la política exterior de Estados Unidos está provocando la ruina de la economía europea, la desindustrialización del continente y el empobrecimiento de la ciudadanía. Algunos medios occidentales se regodean en la decadencia económica y política de la Unión Europea en sus titulares.

“La Unión Europea está perdiendo la batalla por la influencia global”, encabeza Bloomberg un artículo, que pinta un negro panorama. Crisis política en Francia, tras la apresurada convocatoria de elecciones por parte de Macron. Alemania, instalada en la recesión, dos años seguidos ya. La UE se enfrenta a un punto de inflexión, y si tarda en ponerse al día en un mundo cambiante, podría verse relegada a la segunda división de los poderes globales, concluye el articulista. Yo diría que ya lo está. 

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