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La sumisión de la Unión Europea a Estados Unidos le lleva a la ruina

25 de octubre de 2024

Bruselas se pliega a los intereses de Washington, en contra de los propios

El alineamiento de la Unión Europea con la política exterior de Estados Unidos está provocando la ruina de la economía europea, la desindustrialización del continente y el empobrecimiento de la ciudadanía. Algunos medios occidentales se regodean en la decadencia económica y política de la Unión Europea en sus titulares.

“La Unión Europea está perdiendo la batalla por la influencia global”, encabeza Bloomberg un artículo, que pinta un negro panorama. Crisis política en Francia, tras la apresurada convocatoria de elecciones por parte de Macron. Alemania, instalada en la recesión, dos años seguidos ya. La UE se enfrenta a un punto de inflexión, y si tarda en ponerse al día en un mundo cambiante, podría verse relegada a la segunda división de los poderes globales, concluye el articulista. Yo diría que ya lo está. 

La Unión Europea está perdiendo la batalla por la influencia global, 14 de octubre de 2024.

Pero la frase fundamental del artículo incluye una trampa: “Los políticos europeos han tardado en comprender la magnitud de los problemas y ahora están profundamente divididos sobre qué hacer”. Claro que existen profundas divisiones entre los miembros de la Unión Europea, pero la trampa del artículo estriba en no apuntar a las causas de “la magnitud de los problemas”. 

Pareciera como si las élites europeas se hubieran topado de repente con unos problemas descomunales, en los que no han tenido arte ni parte, y ahora les toca pararse a pensar cómo resolverlos. Este enfoque supone engañar al lector. Porque los problemas a los que se enfrenta la Unión Europea, que son estructurales, han sido provocados por las élites que nos desgobiernan desde Bruselas, donde celebran sus conciliábulos.

Así lo reconoció en su día Josep Borrell, como recogí en un artículo en noviembre de 2022: la prosperidad de la Unión Europea se basó – lo dijo en pasado – en el acceso a las fuentes de energía, próximas, baratas y abundantes, procedentes de Rusia, y en el mercado chino, tanto para la importación como para la exportación.

Titular de El País del 11 de octubre de 2022.

Borrell también dijo que “Creo que los europeos nos enfrentamos a una situación en la que sufrimos las consecuencias de un proceso que lleva años produciéndose, en el que hemos desvinculado las fuentes de nuestra prosperidad de las fuentes de nuestra seguridad”. Daba a entender que Europa debía vincular ambas, fomentando la dependencia absoluta de un mismo proveedor, Estados Unidos, para abastecerse de energía, en el caso del gas, y de seguridad, en el marco de la OTAN.

De un lado, Bruselas fabricó el marco de la “dependencia de Rusia”, presentándolo como un cepo que había que romper; y por el otro, ha convertido a la Unión Europea en un sujeto dependiente de Washington, a todos los niveles. Josep Borrell advirtió hace dos años que el ajuste sería duro y que ocasionaría problemas políticos. En esas estamos.

El problema al que se enfrenta la Unión Europea lo han creado las élites europeas, al plegarse a los intereses geopolíticos de Estados Unidos en Ucrania. Como demuestran las declaraciones de Borrell, lo sabían, y aun así lo hicieron. Sabían que con las sanciones a Rusia, estaban cortando el cordón umbilical que nos proveía de energía, y aun así, lo hicieron. Sabían que estaban atacando las bases de la prosperidad europea, y aun así, lo hicieron. Sabían que estaban segando la hierba bajo los pies de la industria europea, y aun así, lo hicieron.

Y ahora son incapaces de rectificar: el Parlamento Europeo acaba de aprobar un crédito de 35.000 millones para Ucrania. ¿De dónde va a salir el dinero? En principio, de los beneficios de los activos rusos “congelados” por la Unión Europea. Es decir, de un latrocinio, cuyas repercusiones legales están por ver. ¿Quién pondría el dinero en el caso de que las instituciones tengan dificultades para legalizar el robo? Pues la ciudadanía europea, vía impuestos; o a través de un mayor recorte de los servicios sociales de un Estado que cabe ya calificar del malestar, antes que del bienestar; o incrementando la deuda pública de los países miembros de la UE. O una combinación de los tres.

La desconexión de las fuentes de energía rusas provoca la desindustrialización de Europa

El motor económico de la Unión Europea está gripado. Alemania se está desindustrializando a marchas forzadas. Las primeras víctimas fueron las fábricas intensivas en el uso de energía, comenzando por la industria química. BASF es la mayor del mundo. Su sede está en Ludwigshafen, donde 38.700 personas trabajan en la mayor fábrica del sector en el planeta, compuesta por múltiples factorías. No sabemos por cuánto tiempo. 11 fábricas que formaban parte del complejo ya han cerrado.

¡Gran ajuste! BASF cerró sigilosamente 11 fábricas en Alemania y transfirió las inversiones en plantas a China. Fuente: www.echemi.com 

La planta de BASF situada en Nanjing, China, está floreciendo, y la alemana está invirtiendo 10.000 millones de euros en la construcción de una nueva fábrica en Zhanjiang. El 20% de las inversiones recientes de la industria química y farmacéutica alemanas fueron a parar a China. ¿A quién le compra su energía China? Rusia ya es el primer suministrador de petróleo, después de desbancar a Arabia Saudita, y el cuarto proveedor de gas natural.

Si miramos hacia otro de los bastiones del poderío industrial alemán, el del automóvil, el panorama pinta igual de sombrío, o incluso peor. BMW, Volkswagen y Mercedes Benz se han dejado un 24%, un 18% y un 7% en bolsa en lo que va de año, respectivamente. Por primera vez en su historia, Volkswagen está considerando cerrar fábricas en Alemania para ahorrarse unos 10.000 millones de euros, además de plantearse cancelar un acuerdo de protección de empleo que lleva treinta años en vigor. Según los expertos en el sector, a Volkswagen le sobran 20.000 empleados, de los 120.000 con los que cuenta en Alemania. Huele a despidos.

Titular de eldiario.es del 14 de septiembre de 2024.  

El consejero delegado de Volkswagen reconocía que las ventas en China habían contribuido a compensar la falta de demanda en el resto del mundo, y que la empresa necesita vender 500.000 coches más al año para mantener todas las factorías de Alemania abiertas. Pero esa inyección asiática ya no está disponible. Antes de la pandemia de Covid-19, la cuota de mercado de los coches alemanes en China era del 25%. Ahora está en el 15%. Las ventas de BMW se han desplomado un 30%, las de Volkswagen, un 15%, y las de Mercedes, un 13%.

Según el jefe de estudios económicos del Instituto IFO, con sede en Múnich, Alemania se enfrenta a una crisis estructural, con muy poca inversión y la productividad estancada. En el verano de 2022, el Instituto de Kiel, el DIW de Berlin, el IFO de Munich, el IWH de Halle y el RWI de Essen ya advirtieron que, si se cortara el suministro de gas ruso, la economía alemana sufriría una fuerte recesión: el impacto en el PIB del país sería de 220.000 millones de euros, un 5%.

Fuente: El Economista.  

La Unión Europea sigue comprando gas a Rusia, fundamentalmente gas natural licuado. Eso sí, mucho más caro y transportado de manera menos ecológica, en barcos, después de que Estados Unidos destruyera los gasoductos NordStream. Un hecho del que se ufanaba Victoria Nuland en una entrevista, mostrándose encantada de que las tuberías se hubieran convertido en un montón de chatarra en el fondo del Báltico.

Según el Consejo Europeo, el gas ruso importado a través de gasoductos ya supone menos de un 8% del total importado por la Unión Europea, cuando antes de febrero de 2022 ascendía a más de un 40%. Sumando el total de las importaciones, el gas procedente de Rusia representa menos de un 15%. El propio Consejo se jacta de que esta disminución ha sido posible gracias a un incremento de las importaciones de gas natural licuado, procedente de Estados Unidos, y a un descenso del consumo de gas en la UE.

Proveedores de gas a la Unión Europea. Nótese el aumento de la cuota de Estados Unidos y la caída de las imortaciones, por el menor consumo. Fuente: Comisión Europea. 

El Consejo se calla que la caída en el consumo es un indicador de la desindustrialización que sufre Europa. El uso industrial del gas se concentra en un puñado de sectores, que consumen un 80%. El químico y petroquímico acapara el 32% del consumo; los minerales no metálicos, que incluye el cemento, vidrio y cerámica, un 13%; la industria alimentaria, consume otro 13% del total; la refinería, un 8%; la producción de hierro y acero, un 7%, y la de papel, otro 7%.

Consumo de gas en los sectores industriales más afectados. Fuente: Columbia – SIPA. Eurostat. 

En 2022, según un estudio de la Universidad de Columbia, el consumo de gas en la Unión Europea cayó un 13,5% en comparación con el año anterior. El sector industrial de la UE es el responsable del 45% de dicho descenso, de 50 bcm (miles de millones de pies cúbicos). La mayoría del resto de la caída es atribuida al sector de la construcción, no al consumo de los hogares.

En la primera mitad de 2023, el consumo de gas por parte de la industria europea fue un 12% inferior al del mismo periodo del año anterior, y un 24% inferior que a la primera mitad de 2021. Alemania experimentó una caída del 24% en el consumo de gas industrial entre 2021 y 2023. En enero de este año, el uso industrial del gas en la Unión Europea era todavía un 17% inferior al de enero de 2021.

Alemania le echa la culpa a Rusia de la crisis energética provocada por las sanciones

Hace ahora dos años, el ministro de Economía de Alemania, el verde caqui Robert Habeck, ya le echaba la culpa a Rusia por la “crisis energética”, provocada a su juicio por la invasión de Ucrania. El político alemán predecía una recesión para 2023, lo que efectivamente ha ocurrido. Inflación, escasez de energía, cuellos de botella en la cadena de suministros… nada de eso tenía que ver con las sanciones impulsadas por Estados Unidos, replicadas por la UE, ni con la voluntad política de acabar con la “dependencia” de la energía rusa.  

Alemania culpa a Putin por empujar a la economía hacia la recesión. 12 de octubre de 2022.

En diciembre de 2023, el propio Olaf Scholz seguía culpando a Rusia por los altos precios de la energía en Europa. Ahora ha vuelto a hacerlo. En marzo de este año, un estudio de un gabinete alemán constataba que la crisis energética había supuesto el mayor deterioro de la calidad de vida de la ciudadanía alemana desde la Segunda Guerra Mundial. El documento atribuía a Rusia las causas de la crisis. Ni una palabra sobre las sanciones en sus 69 páginas.

Olaf Scholz mantiene ahora que Alemania debe forjar una nueva política para salvar su industria. Con ese objetivo, se propone invitar a las principales asociaciones empresariales y a los sindicatos para diseñar esa nueva política. Scholz atribuye a los altos costes de la energía, a una débil demanda global y a la creciente competencia de China el carácter de “cuestiones existenciales” para la economía alemana, orientada a las exportaciones. 

Alemania debe forjar una nueva política para salvar su industria, dice Scholz.

El problema fundamental al que se enfrenta el gobierno de Olaf Scholz es su incapacidad para reconocer el origen del hundimiento. La sumisión a los intereses de Estados Unidos y la adopción de sanciones contra Rusia es lo que ha provocado la “crisis energética” que está diezmando la economía alemana. Negándose a admitir la realidad, rechazando establecer un diagnóstico basado en los hechos, echándole la culpa a otros, Alemania será incapaz de superar la crisis a la que le han conducido sus errores en política exterior.

Por otro lado, ante la evidencia del callejón sin salida en el que se ha metido, Scholz planteaba el 16 de octubre la necesidad de hablar con Putin, porque “además de apoyar claramente a Ucrania, también debemos hacer todo lo posible para descubrir cómo podemos garantizar que esta guerra no dure para siempre”.

No obstante, esta aparente disposición al diálogo venía precedida de un nuevo paquete de sanciones contra Rusia, aprobado por el Consejo Europeo, bajo el ropaje de “medidas restrictivas contra los responsables de desestabilizar la Unión Europea y sus estados miembros”. Resulta contradictorio pretender abrir un diálogo con Rusia, mientras el nuevo paquete de sanciones sigue planteando la “confiscación” de cuentas bancarias de sus ciudadanos y la prohibición de viajar a la UE.

No parece que estas medidas encarrilen a Moscú hacia el diálogo, toda vez que las anteriores rondas de sanciones han fracasado, tanto a la hora de gripar la economía rusa, como a la hora de detener la guerra en Ucrania.

El informe Draghi dice que la solución para Europa consiste en endeudarse

En el segundo párrafo del informe condensado de Mario Draghi, titulado “El futuro de la competitividad europea”, leemos que se ha abierto una amplia brecha en el PIB entre la UE y Estados Unidos, impulsada principalmente por una desaceleración más pronunciada del crecimiento de la productividad en Europa” (…) Sobre una base per cápita, el ingreso real disponible ha crecido casi el doble en Estados Unidos que en la UE desde 2000”.

El informe sí cita como una de las causas de la crisis de la Unión Europea la pérdida abrupta de su principal suministrador de energía, Rusia, pero se limita a señalar el hecho. También señala otro de los motivos del atraso de la UE: perdió en gran medida el tren de la revolución digital. A diferencia de China o Rusia, que han creado sus propias aplicaciones, con gran éxito, la UE es una colonia estadounidense en lo que a las herramientas digitales se refiere.  

Para solucionar la falta de crecimiento que atenaza la Unión Europea, Mario Draghi plantea cuál sería la solución: endeudarse en 800.000 millones al año. Esta cantidad supondría un 5% del PIB europeo de 2023, adicional a lo que ya gasta la UE, cada año.

Draghi dice que la propia UE está en riesgo sin más fondos, deuda conjunta. Bloomberg, 9 de septiembre de 2024.

Draghi plantea que la mitad de esta descomunal cifra saldría de las arcas públicas de los Estados miembros, y el resto se obtendría emitiendo deuda europea mancomunada. Los famosos eurobonos. Úrsula von der Leyen, que acompañó a Draghi en la presentación de su informe, apuntó a dos vías de financiación: recaudación directa por parte de la UE, y solicitar a los Estados miembros contribuciones mayores. La designada por otros cinco años para mal dirigir la Comisión Europea, ahora plantea que la UE nos meta la mano en la cartera, a través de impuestos europeos, que irían directos a Bruselas.

Estos nuevos impuestos requerirían la creación de un nuevo organismo para gestionarlos, lo que implicaría el reclutamiento de otro ejército de burócratas para engordar, aún más, el cuerpo de privilegiados funcionarios europeos. Según datos de 2021, sólo el coste de los derechos de pensiones y seguros de salud para los 32.000 eurócratas, y sus familias, ascendía a 122.600 millones de euros. Esta cifra excluye sus salarios, que en 2022 aumentaron un 7%.

Respecto a la propuesta de los eurobonos, Christian Lindner, el ministro de Finanzas alemán, advertía que mancomunar la deuda presenta «riesgos y responsabilidades y crea problemas democráticos y fiscales». «Alemania no aceptará esto», sentenciaba Lindner. 

Además de los escollos que plantean los eurobonos, el informe Draghi propone un aumento de la aportación por parte de los Estados miembros. Este incremento podría venir por dos vías: una subida de impuestos estatales, o más emisión de deuda pública. En ambos casos, el dinero saldría de los bolsillos de la ciudadanía.

Mario Draghi lanza una ominosa advertencia: Europa se enfrenta a un “desafío existencial”. “Si Europa no puede volverse más productiva, nos veremos obligados a elegir. No podremos convertirnos, al mismo tiempo, en un líder en nuevas tecnologías, un modelo de responsabilidad climática y un actor independiente en el escenario mundial. No podremos financiar nuestro modelo social. Tendremos que reducir algunas, si no todas, nuestras ambiciones”.

Sin embargo, para resolver ese “desafío existencial”, la propuesta de Draghi se limita, otra vez, a copiar a Estados Unidos: más deuda pública, con la diferencia que el euro dista de gozar del peso del dólar en términos de moneda de intercambio, o de reserva. El BCE no puede tirar de impresora como hace la Reserva Federal. Aun si lo hiciera, estaría contribuyendo a aumentar la ya de por sí desbocada inflación. Otra consecuencia de las sanciones y la “crisis energética”. Europa presenta un pronóstico más que reservado, y el tratamiento propuesto sólo puede empeorar el diagnóstico. El que podría enderezar al enfermo, la recomposición de las relaciones con nuestro proveedor de energía, es anatema.

Los medios occidentales propagan el supuesto éxito de la economía de Estados Unidos

Frente a una Europa en decadencia, los medios occidentales venden el éxito económico de Estados Unidos. El contraste entre los dos siguientes titulares de The Economist no puede ser mayor. Mientras que la economía alemana va de mal en peor, la estadounidense es mayor y mejor que nunca, y ha dejado mordiendo el polvo a las de otros países ricos. El medio londinense se regodea en el éxito de los Estados Unidos, que ha impuesto su agenda a las élites europeas, en perjuicio de los intereses de su propio continente.

Titulares de The Economist.

A pesar de los triunfalistas titulares, la economía de Estados Unidos tiene sus propios problemas. El incremento galopante de su deuda pública se sostiene únicamente sobre la fuerte demanda de dólares por parte de otros países para los intercambios comerciales, y como moneda de reserva. Solamente en el mes de octubre, la deuda se ha incrementado en 500.000 millones de dólares. El endeudamiento del gobierno de Estados Unidos también va como un cohete.

Evolución de la deuda pública de Estados Unidos en el último año, en miles de millones de dólares.

El principal éxito de Estados Unidos ha consistido en crear una brecha entre Rusia y la Unión Europea, a raíz de la adhesión de esta última a su proyecto en Ucrania. Washington ha conseguido secar las fuentes energéticas que alimentaban la prosperidad europea, y enemistar de manera, quizás irreversible, a Europa con Rusia, asegurándose la dependencia absoluta de la colonia europea respecto a la metrópoli, Washington.

El principal fracaso geopolítico de Estados Unidos ha sido empujar a Rusia a los brazos de China, y potenciar la asociación de los países del denominado sur global, que ahora constituyen la mayoría del mundo, en torno a los BRICS, en pleno crecimiento.

Los BRICS, que actualmente representan el 35% del PIB mundial, medido en paridad de poder adquisitivo, y al 45% de la población, se encaminan a establecer sistemas de pago que eviten el dólar. Es la respuesta lógica al uso como arma que ha dado Estados Unidos a su moneda y al sistema SWIFT de transferencias internacionales, expulsando a Irán, a Rusia y a otros muchos países de éste.

La reciente cumbre de los BRICS, celebrada en Kazán, ha demostrado que Rusia, lejos de estar aislada, está aglutinando a la mayoría del mundo multipolar que está naciendo. 22 jefes de Estado y 6 líderes de organizaciones internacionales, incluyendo al secretario general de la ONU, asistieron al evento, que será objeto del próximo artículo.

Por qué las sanciones a Rusia están acelerando la desdolarización

3 de mayo de 2023

“Quítale la financiación a la policía global”. En otras palabras: si te desvinculas del dólar, le quitas el arma a quien utiliza su divisa como tal. Stephen Li Jen, un economista que trabajó en Morgan Stanley, considerado un gurú en el terreno de las divisas, opina que esta es la consigna que están siguiendo muchos países tras la decisión de Estados Unidos – seguida por la Unión Europea – de haber “congelado” los activos de Rusia, denominados en dólares, y depositados en bancos occidentales. Unos fondos que la UE ha calculado en 300.000 millones, aunque sobre esta cifra no hay consenso: según Statista, la cantidad se queda en 281.000 millones. Otros analistas señalan que la Unión Europea no ha conseguido encontrar tal cantidad de activos, mucho menos “inmovilizarlos”, por seguir con los eufemismos, y que cifra tan redonda procede de cálculos del propio banco central ruso.

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Discrepancias en la Unión Europea sobre su alianza con Estados Unidos

18 de abril de 2023

Vaya por delante mi escasa simpatía por Emmanuel Macron, este exbanquero de Rothschild, que acaba de dejar bien claras cuáles son sus credenciales democráticas al saltarse el parlamento, sede de la soberanía popular, para retrasar la edad de jubilación en Francia, a golpe de decreto presidencial. Aunque lo que da que pensar es que tan antidemocrático procedimiento esté contemplado en la constitución francesa, supuestamente democrática, y que la decisión de Macron haya sido avalada por el Tribunal Constitucional francés.

Una vez dicho esto, hay que concederle a Macron el don de la oportunidad en sus declaraciones tras su viaje a China. Y digo oportunidad, porque si se le han tirado al cuello desde ambos lados del Atlántico, algo habrá hecho bien. Ha sabido oler el momento y aprovecharlo: Alemania en manos de un pasmarote al que le vuelan los gasoductos y ni pestañea; Estados Unidos, con un presidente senil, al que le mueven los hilos los halcones del Departamento de Estado, obcecados en su huida hacia adelante en Ucrania; y China como potencia en auge, adonde se están volviendo todos los ojos del sur global, gracias a su apuesta por la diplomacia en Oriente Próximo, que ha cuajado en el histórico acuerdo entre Arabia Saudita e Irán. Era la oportunidad de desmarcarse del guion dictado por la Casa Blanca, y Macron la ha aprovechado, erigiéndose en portavoz del mar de fondo existente en la Unión Europea.

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La cumbre de Samarcanda alumbra el nuevo mundo multipolar

30 de septiembre de 2022

Es muy probable que los historiadores del futuro, si es que la especie humana lo tiene, fijen el 16 de septiembre de 2022 como el hito apropiado para señalar el nacimiento del mundo multipolar. En esa fecha, los líderes de los ocho miembros de la Organización de Cooperación de Shanghái firmaron en la cumbre de Samarcanda, Uzbekistán, una extensa declaración donde apuestan por “un nuevo tipo de relaciones internacionales en el espíritu de respeto mutuo, justicia, igualdad y cooperación mutuamente beneficiosa”. La importancia de la cumbre es inversamente proporcional a la atención que le han dedicado los medios de comunicación occidentales, donde ha sido ostentosamente ninguneada.

La OCS consta actualmente de ocho Estados miembros: China, India, Kazajstán, Kirguistán, Rusia, Pakistán, Tayikistán y Uzbekistán y está reconocida por la ONU. Juntos representan aproximadamente un tercio del PIB mundial y sus habitantes suman más de 3.300 millones, alrededor del 40% de la población del planeta. Ocupan el 60 % de Eurasia y el 25,5 % de la extensión territorial del mundo. Además, Afganistán, Bielorrusia, Irán y Mongolia tienen estatus de observadores en la OCS. Irán ya ha firmado un memorándum de obligaciones para adherirse como miembro de pleno derecho, en abril de 2023, según fuentes iraníes. Afganistán y Mongolia han solicitado el ingreso, y el procedimiento para admitir a Bielorrusia también ha sido iniciado.

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Las sanciones a Rusia meten a la Unión Europea en un callejón sin salida

15 de septiembre de 2022

Estamos en manos de inútiles. La comparecencia de Christine Lagarde, el 8 de septiembre en Frankfurt, vino a confirmarlo. Por un lado, la presidenta del Banco Central Europeo anunció una subida del tipo de interés de 75 puntos básicos (0,75%), advirtió que se producirían más incrementos en cada una de las próximas reuniones del Consejo de Gobierno del BCE y declaró que el objetivo es reducir la inflación, hasta dejarla en el 2%. Sin embargo, en la eurozona, la inflación depende en un 42% de la oferta, en un 15% de la demanda, y en un 43% de la energía. Las subidas de tipos de interés sólo pueden actuar deprimiendo la demanda y, en menor medida, la oferta. Pero en ningún caso las subidas de los tipos de interés podrán frenar los precios del gas y del petróleo, que dependen de factores fuera del alcance de la política monetaria del BCE.

Por otro lado, la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, anunciaba el 29 de agosto una intervención de emergencia en el mercado eléctrico y una reforma estructural. Se lo está tomando con calma. Esta vez, los Estados van a tener que salir al rescate de la ciudadanía, siquiera parcialmente, para que podamos pagar los recibos de la energía eléctrica, que han subido de forma desorbitada. En Bruselas se está discutiendo la manera de repartir esos costes entre los Estados y las compañías eléctricas y, a juzgar por el discurso de la presidenta de la Comisión del 14 de septiembre, el conejo está todavía dentro de la chistera, bastante mareado: von der Leyen no pasó de anunciar generalidades.

¿Cómo financiarían los Estados las ayudas a la ciudadanía? Pues, además de lo que pueda transferirles la Comisión Europea de lo que obtenga de las compañías eléctricas, moderando sus beneficios o a través de impuestos, que eso está por verse, la otra vía sería emitiendo deuda pública. ¿Y quién la compraría? ¿La banca privada? Difícilmente podría asumir esa cantidad, ni aunque tuviera voluntad de hacerlo, lo que está por ver. Entonces ¿quién queda? Efectivamente: el Banco Central Europeo.

Nos encontramos entonces con la siguiente contradicción: por una parte, el BCE sube los tipos de interés para intentar doblegar la inflación – un fenómeno que hasta hace poco consideraba transitorio – restringiendo la política monetaria. Y por otro lado, tras años inyectando liquidez a los mercados para paliar el parón de la economía motivado por la pandemia – es decir, imprimiendo moneda, lo que ha contribuido al incremento de la inflación – el BCE va a terminar dándole otra vez a la impresora. En definitiva: por un lado, le echo agua al fuego de la inflación, subiendo tipos y, por otro, le echo gasolina, asumiendo deuda pública de los Estados. ¿Qué puede salir mal?

En Estados Unidos el desbarajuste provocado por quienes detentan los puestos de más alta responsabilidad económica no pinta mejor. Desde que comenzó la pandemia, la Reserva Federal ha impreso más dinero que en toda la historia anterior del país. La anterior presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, al igual que su colega Christine Lagarde, se hartó de decir que la inflación era un fenómeno transitorio, por el que no había que preocuparse. Ahora Yellen es la Secretaria del Tesoro de Estados Unidos, reconoce que se equivocó y admite que la Reserva Federal va a necesitar gran habilidad, y mucha suerte, para conseguir un aterrizaje suave de la inflación, sin provocar una recesión por la subida de los tipos de interés. ¿Mucha suerte? Si los máximos responsables de la política monetaria en Estados Unidos están ligando su desempeño a la suerte, estamos apañados. Sobre su habilidad, vistos sus antecedentes, mejor no explayarse.

¿Están funcionando las sanciones?

Las sanciones promovidas por Estados Unidos y acatadas con entusiasmo por los dirigentes europeos, sintetizan la ineptitud de los dirigentes occidentales. Los ejecutores de la Unión Europea nos han metido en un callejón sin salida por una simple razón: no existe en el mundo una alternativa, a corto plazo, a las fuentes energéticas que procedían de Rusia, próximas, abundantes y baratas, sobre las que se asentaba el modelo económico de esta península de Eurasia denominada Europa. Y de donde no hay, no se puede sacar.

Como los burócratas de Bruselas saben perfectamente que no se pueden sustituir los productos energéticos rusos con lo que pudieran aportar otros países, porque su producción no alcanza para hacerlo, nos están sorprendiendo con soluciones imaginativas para salir del atolladero en el que se han metido, en el que nos han metido. Hace tan solo una semana, Úrsula von der Leyen se mostraba entusiasmada con la nueva ocurrencia de Estados Unidos: poner un tope a los precios del petróleo ruso. Y lo estaba tanto que propuso hacer lo mismo con el gas. Una idea que no mencionó en su discurso sobre el estado de la Unión, vista la oposición de países como Alemania, Austria o la República Checa.

Los intentos de poner un tope a los precios del gas o del petróleo rusos tienen las mismas posibilidades de prosperar que las que tenemos nosotros cuando entramos a un bar a tomar un café y pretendemos decirle al camarero cuánto estamos dispuestos a pagar por el cortado, y exigimos que nos lo sirva a ese precio, y deprisita.

Los promotores de este disparate pretenden fijar un rango de precios al petróleo ruso entre 40 y 60 dólares por barril. La banda baja estaría cerca del coste de extracción en Rusia. ¿Cómo pretenden hacerlo? Aprovechando que la mayoría de las compañías aseguradoras son estadounidenses y británicas, plantean denegar el seguro a aquellos tanqueros que transporten crudo ruso por encima del precio tope fijado. Y aquí empiezan los problemas del dislate:

  • Las aseguradoras no tienen capacidad para fiscalizar el origen del crudo.
  • Existen serias dificultades para que los impulsores de la medida consigan averiguar si el petróleo transportado ha sido vendido por encima del tope, por mucho que se requieran atestados de la carga a los tanqueros. Siempre existe la posibilidad de usar un canal B para efectuar pagos complementarios, opacos a las inspecciones.
  • Las presiones y las trabas a la operación normal de aseguradoras y flotas tanqueras conseguirían que el precio del transporte marítimo de petróleo subiera, lo que repercutiría al alza en la cotización del barril.
  • Rusia es el segundo productor de petróleo del mundo y ya ha anunciado que no va a vender ni petróleo, ni gas, ni carbón, ni nada, a nadie que pretenda fijarle el precio al que va a comprar sus productos.
  • Para que el bombillazo funcionara, los topes deberían ser impuestos por una amplia mayoría de países, lo que no parece que vaya a ocurrir. En el caso de que esto sucediera, Rusia dejaría de vender a más Estados, con lo que habría menos petróleo en el mercado, y su precio se dispararía aún más.
  • India y China ya están comprando petróleo ruso y revendiéndolo a Europa, cobrándoles un sobrecoste.

China le lanza una cuerda de salvamento a Europa con la reventa de GNL

Crecen las preocupaciones de que India sea la puerta de atrás del petróleo de Rusia hacia Europa

Conclusión: incluso si la ocurrencia de la Casa Blanca, formalmente impulsada por el G7, tuviera éxito, lo cual no parece factible, sus consecuencias no serían la bajada de los precios del petróleo, sino una subida. Janet Yellen ha declarado que el objetivo del plan es aminorar la cantidad que Rusia percibe por las ventas de su petróleo, sin reducir la cantidad de petróleo disponible en el mercado. Los analistas, sin embargo, no creen en los unicornios. JP Morgan estima que, en el caso de que Rusia cortara el suministro de crudo, la subida sería “estratosférica”: alcanzaría los 380 dólares por barril.

JP Morgan ve el petróleo en unos «estratosféricos» 380 dólares en el peor caso de un corte del suministro ruso

Noruega es el segundo proveedor de gas a Europa, después de Rusia, y aporta un 25% del consumo europeo. Su primer ministro, Jonas Gahr Stoere, afirma que “Un precio máximo no resolvería el problema de fondo, que es que hay muy poco gas en Europa” y se ha declarado escéptico acerca de la posibilidad de implementarlo. 

El primer ministro noruego pone el foco acertadamente en la cuestión principal. Las sanciones tenían, supuestamente, el propósito de parar la guerra en Ucrania, cortando las fuentes de financiación a Rusia. Sin embargo, lo que está ocurriendo es que las sanciones han disparado el precio del petróleo y, sobre todo, del gas, por lo que Rusia está ingresando mucho más dinero que antes por este capítulo. Al desconectarse de las fuentes de energía que la venían alimentando desde hace décadas, la Unión Europea está cometiendo un suicidio económico, porque no existen alternativas para rellenar las carencias que sus decisiones políticas han ocasionado.

Como el asunto no tiene solución, o la solución que quizás tendría, poner fin a las sanciones a Rusia, es algo que en Bruselas ni se plantean – “las sanciones están aquí para quedarse”, von der Leyen dixit – los dirigentes europeos van como pollos sin cabeza. Para rematar su incompetencia, las ocurrencias, de llegarse a implantar, lo único que conseguirían sería empeorar, más aún, la situación crítica a la que han abocado a la Unión Europea, a la que van a sacrificar en el altar de los intereses geopolíticos de Estados Unidos, causando la ruina a la ciudadanía a la que, supuestamente, representan y cuyos intereses deberían defender a capa y espada.

Bélgica advierte que la economía de la UE se arriesga a una parada completa por la crisis energética

El primer ministro de Bélgica, Alexander De Croo, ha advertido que «Unas cuantas semanas así y la economía europea se detendrá por completo”, alertando del riesgo de desindustrialización y de malestar social, a menos que se intervengan los mercados. Estamos asistiendo a un drenaje de la prosperidad en la Unión Europea, concluye De Croo. Espectacular, el resultado de las sanciones. ¿Cómo pretenden cambiar los dirigentes europeos la situación en “unas cuantas semanas”? ¿Van a sacar una varita mágica que hará brotar gas de las canteras?

Al menos, el belga no nos miente, a diferencia de Olaf Scholz, que declaró recientemente que Alemania está preparada para el corte del gas ruso, porque ha logrado alternativas energéticas al mismo. No es de la misma opinión el consejero delegado del Deutsche Bank, que piensa que es imposible evitar una recesión en Alemania, porque “el gas y la electricidad son escasos y extremadamente caros”. Los analistas de ING y Commerzbank coinciden con el diagnóstico: los 65.000 millones prometidos por Scholz no bastarán para evitar la recesión en Alemania

Tampoco es optimista Eurometaux, la asociación de productores de metales no ferrosos, que habla de una “crisis existencial” para el sector, a menos que se reduzcan los costes energéticos urgentemente. El sector del aluminio y el zinc ya ha reducido su capacidad en un 50% en Europa, ya que es una industria intensiva en el uso de electricidad. En el sector del acero, las cosas no están mejor. Este es el mapa de las plantas de acero inactivas actualmente en Europa, debido al incremento de los costes energéticos provocado por las sanciones a Rusia.

Plantas inactivas de acero en la UE a 6 de septiembre de 2022

 

Por su parte, el consejero delegado de Uniper, la mayor importadora de gas ruso en Alemania, que ha precisado un rescate estatal de 15.000 millones de euros, avisa de que “lo peor está por llegar”

Ante este dantesco panorama, produce auténtico sonrojo tener que escuchar algunas propuestas, más propias de un concurso de disparates en un jardín de infancia que de adultos que ocupan puestos de la más alta responsabilidad. ¿Estos no eran los defensores del “libre mercado”? Ahora resulta que apuestan por “intervenir los mercados” y poner límites a los precios de los productos que otros venden. Úrsula von der Leyen ahora habla de la “subida vertiginosa de los precios de la electricidad que está poniendo al descubierto las limitaciones de nuestro actual diseño de mercado” (que) “estaba diseñado para circunstancias diferentes”. ¿Qué quiere decir que el modelo estaba diseñado “para circunstancias diferentes”?

Conviene recordar que estamos pagando la electricidad al precio más alto de todas las fuentes que intervienen en su producción: el orden de mérito, según el eufemismo de la Comisión Europea, artífice del esquema. Es como si fuéramos al súper, compráramos una berenjena, un litro de leche, un cartón de huevos y una botella de vino de reserva y pagáramos todo al precio del vino. Esta directiva europea es la que ha traído los famosos “beneficios caídos del cielo” a las compañías productoras de electricidad. ¿Que las circunstancias ahora sean diferentes quiere decir que, en ausencia de la guerra en Ucrania, a la Comisión Europea le parecía correcto que las eléctricas nos cobraran la leche a precio de vino del bueno? No es Rusia la que está manipulando nuestro mercado energético, como insiste von der Leyen, sino que fue la propia Comisión la que diseñó este sistema. ¿O acaso el brazo de Putin es tan largo como para redactar las directivas europeas? Rusia se está limitando a responder al castigo de las sanciones y al suministro de armas a Ucrania. ¿O alguien pensaba que se iba a quedar cruzada de brazos?

Según Nadia Calviño, en la Unión Europea hay “unanimidad” para desacoplar el precio del gas del de la electricidad. Y eso lo dijo el 26 de febrero. Si tan grave es la situación ¿a qué espera la Comisión Europea para hacerlo, en lugar de seguir dando largas al tema? Las compañías eléctricas nos siguen robando, amparadas en el “orden de mérito”, con la complicidad de la Comisión, que es quien tiene la potestad de proponer iniciativas legislativas.

Hablando del origen de las sanciones: la guerra en Ucrania. ¿No se supone que iban a servir para detenerla? Porque la guerra continúa y, con los vaivenes propios de toda contienda bélica, por el momento parece que la balanza se inclina hacia el lado ruso. Da la sensación de que las sanciones, en lugar de una herramienta para alcanzar un fin, se han convertido en un objetivo en sí mismas. Después de seis meses de guerra, está bastante claro que las sanciones no van a detener los planes que Rusia pueda tener en mente, pero sí están erosionando gravemente las condiciones de vida de la ciudadanía en la Unión Europea. Y el invierno aún está por llegar. El primer ministro belga declaraba que “Europa tiene cinco o diez inviernos muy duros por delante”. ¿Cinco o diez? No saben ni por dónde se andan. 

A todo esto, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, reconocía que la organización ofensiva lleva armando y entrenando al ejército de Ucrania desde 2014, cuando Estados Unidos promovió el golpe de Estado del Maidán. Para que luego digan que la invasión rusa de Ucrania ha sido “no provocada”.

Y para rematar, el mismo personaje escribía en el Financial Times que Europa tendrá que pagar un precio este invierno por su apoyo a Ucrania, pero matizaba que “lo que pagamos se cuenta en dólares, euros y libras, mientras que los ucranianos lo pagan con sus vidas”. ¿En qué lugar deja eso a Zelensky? La reciente contraofensiva del ejército de Ucrania ha sido planificada juntamente con oficiales estadounidenses, según recoge el New York Times, y el propio Secretario de Estado, Antony Blinken, ha declarado que la operación se ha visto beneficiada por el respaldo militar de Estados Unidos a Kiev.

A estas alturas, ¿a alguien le queda alguna duda de que Estados Unidos está librando una guerra proxy contra Rusia en el territorio de Ucrania, con la connivencia de su presidente? ¿Y qué tiene que ganar la Unión Europea en todo esto? Absolutamente nada. Ucrania está poniendo los muertos, y a la ciudadanía europea nos va a tocar poner la miseria, a mayor gloria de los intereses geopolíticos de Estados Unidos.

La Comisión Europea ya ha anunciado que va a proponer una reducción obligatoria del consumo eléctrico, en una franja entre tres y cuatro horas al día. En otras palabras: llega el racionamiento de la energía. Deberíamos preguntarnos cuál es la verdadera motivación que instiga a los dirigentes que se congregan en Bruselas, que declaran abiertamente que seguirán “apoyando” a Ucrania, digan lo que digan sus votantes, como acaba de hacer Annalena Baerbock, ministra de Asuntos Exteriores de Alemania.