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Trump, Zelenski, Europa y la teoría del caballo muerto

7 de marzo de 2025

Europa se niega a reconocer que el caballo está muerto

La furibunda reacción de Europa al enfrentamiento ocurrido en la Casa Blanca entre Donald Trump, JD Vance y Zelenski denota que las élites europeas se niegan a reconocer que el caballo está muerto. Es lo que diferencia a Donald Trump de la clase política europea, que todavía se halla en una fase de negación de la realidad. Y es que como le dijo Trump a Zelenski en la Casa Blanca: “You are not winning” (No estás/estáis ganando). Algo que Europa se niega a asumir.

La teoría del caballo muerto describe cómo las personas y las organizaciones prefieren negar la realidad cuando no encaja con sus planes, y prefieren desperdiciar tiempo, recursos y esfuerzos tratando de hallar soluciones que, por fuerza, van a ser ineficaces. En lugar de desmontar del caballo, reconocer que está muerto y buscar alternativas que tengan en cuenta ese hecho, las élites europeas insisten en fingir que el caballo está vivo.

Antes que admitir que el plan de Joe Biden y su equipo ha fracasado, reconocer la derrota y organizar una retirada medianamente honrosa, que es lo que está intentando Donald Trump, la clase dirigente europea está dándole vueltas a todas las demás opciones, siempre que no supongan reconocer que la OTAN ha perdido la guerra contra Rusia en Ucrania.

La teoría del caballo muerto. Ilustración: redes sociales.

Así, los perdedores están pensando en comprarle una nueva silla al caballo; mejorar su dieta; cambiar al jinete, o despedir al cuidador del caballo. Europa está celebrando muchas reuniones para discutir maneras de aumentar la velocidad del caballo muerto; para proponer nuevos programas de entrenamiento para el caballo; está creando comités para analizar la situación y anunciar nuevos planes de inversión en el caballo muerto. Todo, antes que reconocer que el caballo ha fallecido.

La lógica que subyace bajo esta aproximación es la falacia del coste hundido, o irrecuperable. Es la tendencia a seguir invirtiendo dinero y esfuerzos en un proyecto que ha fracasado, únicamente porque ya has invertido muchísimo en el proyecto y consideras que hay que seguir invirtiendo para poder recuperar el dinero, sin asumir que has fracasado, que subsiguientes inversiones sólo van a aumentar las pérdidas, y que lo mejor es retirarse, cuanto antes mejor.

Seguir invirtiendo dinero en una mala inversión inicial es lo que proponen los europeos, que están que trinan frente al ejercicio de realismo de la nueva administración de Estados Unidos, porque les deja en evidencia. Su respuesta es una huida hacia adelante.   

Las élites europeas manipulan lo ocurrido en la Casa Blanca

Como parte de su estrategia para alimentar la fantasía de que el caballo sigue vivo, las élites europeas han puesto el foco en los minutos finales de la comparecencia en el despacho oval de la Casa Blanca, evitando ofrecer un contexto. Sus obedientes medios describieron como una “humillación” pública de Trump a Zelenski el enfrentamiento que se produjo al final de un encuentro de 50 minutos, de los cuales 40 discurrieron de manera amigable, incluso entre bromas.

Titular de El País, 28 de febrero de 2025.

Es innegable que la comparecencia en el despacho oval acabó muy mal, pero los medios han puesto el foco precisamente en los últimos 10 minutos, ignorando el contexto y el comportamiento de Zelenski, que fue el desencadenante de la reacción de Trump y Vance. Para analizar por qué se llegó a ese nivel de enfrentamiento delante de la prensa, es imprescindible ver el vídeo completo de la comparecencia.

Vídeo completo de la comparecencia de Trump y Zelenski en la Casa Blanca.

En primer lugar, presentarse en chándal en la Casa Blanca, a pesar de las indicaciones recibidas de que debía acudir vistiendo traje, demuestra un profundo desprecio por sus anfitriones que, además, son sus principales patrocinadores. En el ámbito diplomático, el protocolo es fundamental. Zelenski optó por continuar con la operación de marketing político diseñada por la anterior administración, que incluye su atuendo verde kaki, en lo que cabe interpretar como un claro desafío a Trump. El uniforme militar enviaba el mensaje de querer continuar con la guerra. El cambio al traje hubiera significado una predisposición a salir de ese marco. 

Durante los primeros cuarenta minutos de comparecencia, el ambiente fue amigable entre Trump y Zelenski, a pesar del comportamiento agresivo del ucraniano en varias ocasiones, que interrumpía a sus interlocutores con continuas exigencias de “garantías de seguridad”. Trump no sólo toleró estoicamente dichas interrupciones, sino que incluso llegó a bromear cuando Zelenski le recriminó que la aportación de Europa había sido superior a la de Estados Unidos. Trump prefirió dejarlo correr entre chanzas. Es el momento que recoge la siguiente captura de pantalla.

Zelenski y Trump bromean sobre quién ayuda más a Ucrania, si Europa o Estados Unidos. 

Sin embargo, Zelenski, que durante toda la comparecencia desplegó su habitual gesticulación, removiéndose inquieto en el asiento, haciendo muecas y tocándose la nariz, cruzó una línea roja cuando se encaró con JD Vance, el vicepresidente de Estados Unidos.

En el minuto 38 de la comparecencia, un periodista polaco le pregunta a Trump cuál es el mensaje que tiene para quienes estiman que se está alineando demasiado con la posición de Putin. El presidente de Estados Unidos responde que está tratando de hacer equilibrios entre dos partes que se odian y que, si se dedicara a decir cosas desagradables sobre Putin, sería imposible llegar a un acuerdo. Una respuesta de manual de negociación, por parte de alguien que trata de ser intermediario entre dos países que llevan tres años en guerra.

Vance interviene para apostillar que Trump está apostando por la diplomacia, a diferencia de la administración de Joe Biden, que se daba golpes de pecho y creía que sus palabras importaban más que los hechos. Es en ese momento cuando Zelenski se encara con Vance y, después de negar credibilidad a Putin, termina espetándole “¿De qué clase de diplomacia está hablando?”.

Además de presentarse en chándal, aquí viene otro de los errores garrafales de Zelenski: prescindir de un traductor. Hablar un idioma no consiste sólo en juntar palabras en esa lengua, sino en conocer las maneras en que se manejan en dicha cultura. La interpelación que Zelenski le hizo a Vance, en el tono y en las palabras, son la equivalencia en inglés de “¿De qué c… me estás hablando?”. Además de para evitar esos errores, contar con un traductor también te permite pensar en cuál va a ser tu respuesta, en lugar de soltarla sin filtro, sobre todo cuando vas embalao, como era el caso.

Aun así, Vance se contiene y le contesta que se refiere a la diplomacia que va a salvar Ucrania de la destrucción. Pero Zelenski insiste en su chulería, y tomándose la confianza de llamarle JD, le pregunta con muy mal tono si acaso ha estado alguna vez en Ucrania. Vance le responde que ha visto las giras de propaganda que les dan a los visitantes en Kiev, lo cual es rigurosamente cierto: unas visitas que incluyen el oportuno sonar de las sirenas, aunque no haya ataques a la vista y, en algunos casos, el traslado a sótanos para mayor dramatismo. Vance pregunta a Zelenski si acaso va a negar que Ucrania tenga problemas para reclutar soldados para el frente.

En lugar de plegar velas, Zelenski le replica que en la guerra todos tienen problemas, que ahora Estados Unidos no los siente, porque les separa un “bonito océano”, pero que los sentirá en el futuro. Y ahí es cuando Donald Trump, ante la amenaza abierta de su huésped, dice basta: “No nos diga lo que vamos a sentir”. Para terminar de arreglarlo, Zelenski le pregunta a Vance si se cree que por hablar alto va a arreglar los problemas. Y Trump vuelve a ponerle en su sitio.

Después, Zelenski se queja de que Ucrania ha estado sola desde el principio de la guerra. Trump le recuerda que, sin la ayuda de Estados Unidos, la guerra habría durado dos semanas, y Zelenski le replica, con gestos despectivos, que no, que tres días, que eso ya se lo ha oído a Putin. Para finalizar, Trump afirma que es bueno que el pueblo de Estados Unidos vea lo que está sucediendo y, en eso, lleva toda la razón.

A pesar de la manipulación que las élites europeas, y sus obedientes medios, han realizado de la comparecencia, el vídeo completo está ahí para quien quiera comprobar si Trump “humilló” a Zelenski o, por el contrario, el ucraniano faltó al respeto y amenazó literalmente a sus anfitriones, de quienes obtuvo una respuesta acorde a su comportamiento.

Un personaje endiosado que se tropieza con su verdadero papel

Los principales responsables del endiosamiento de Zelenski han sido sus patrocinadores: la administración presidida por Joe Biden y sus fieles súbditos europeos. Protagonista absoluto de una campaña propagandística carísima, viéndose comparado con Winston Churchill, y recibiendo ovaciones en pie en los parlamentos, el cómico metido a político se ha creído el rey del universo.

Montaje de Zelenski con Churchill, y aplausos en el Congreso de Estados Unidos. Fotografía: Samuel Corum/Agence France-Presse/Getty Images.

El problema es que el proyecto de los neoconservadores en Ucrania ha fracasado, y en Estados Unidos ahora el presidente es un hombre de negocios, que no es partidario de seguir azotando a un caballo muerto, pretendiendo que galope, enterrando miles de millones más en el intento.

En mi opinión, Zelenski tenía todavía una oportunidad de conservar la cabeza si se hubiera avenido a firmar el acuerdo sobre tierras raras que le proponía Trump. Era una vía para que Estados Unidos recuperara algo de la inversión efectuada en Ucrania, y un acicate para que Trump negociara un acuerdo con Rusia que respetara la soberanía ucraniana en los territorios que conserva el gobierno de Kiev. Si Estados Unidos se hubiera asegurado el control de esos recursos, serían sus propios intereses, no los de su títere, los que le hubieran empujado a conseguir un acuerdo que los salvaguardara.

La firma por parte de Zelenski de un acuerdo de tierras raras habría sido una manera indirecta de conseguir esas garantías de seguridad que con tanto ahínco reclama. La minería es una labor para desarrollar durante décadas. La presencia de empresas estadounidenses en Ucrania para extraer los minerales hubiera exigido también la de ciudadanos de ese país. El acuerdo hubiera sido una manera de vincular a Estados Unidos con Ucrania durante años. JD Vance lo ha dejado claro en sus declaraciones. Pero la miopía política de Zelenski, que está muy mal asesorado por sus amigos británicos y franceses, le impidió hacer ese análisis.

Y aquí llegamos al quid de la cuestión. Zelenski no asume el papel que aceptó en la guerra por intermediación entre Estados Unidos y Rusia. En la Casa Blanca, Zelenski llegó a afirmar que es Ucrania la que está en guerra con Rusia, no Estados Unidos, cuando hasta Boris Johnson reconoció en una entrevista con The Telegraph que Ucrania es un mero ariete en la contienda que mantiene la OTAN con Moscú.

Boris Johnson admite que el conflicto en Ucrania es una guerra “proxy” contra Rusia.

Cuando renunció a implementar sus promesas electorales, que le llevaron a ganar las elecciones con más de un 70% de los votos, al presentarse como el candidato que iba a terminar con la guerra, y cuando volvió a desperdiciar la oportunidad de acabar con el conflicto, al acatar las órdenes de sus patrocinadores y tirar abajo el acuerdo alcanzado en Estambul, Zelenski asumió por entero el papel de tonto útil de Estados Unidos.

En lugar de plantarse, y reivindicar la soberanía de su país, Zelenski se plegó a los intereses de Estados Unidos y de los ultranacionalistas ucranianos, y en ese momento aceptó el rol de títere al servicio de intereses ajenos. Ahora está sufriendo las consecuencias.

Zelenski no ha aprendido nada del destino que reserva Estados Unidos a sus marionetas cuando dejan de ser útiles, o fracasan en los proyectos que les son asignados: Washington se deshace de ellas, de maneras más o menos expeditivas, que van desde el asesinato hasta simplemente dejarles caer. Hay numerosos ejemplos en la historia.

Desde Ngo Dinh Diem, el presidente de Vietnam del Sur que fue derrocado y asesinado en un golpe de Estado, en 1963, organizado por su propio ejército, con el visto bueno previo de Estados Unidos, hasta el más reciente de Mijaíl Saakashvili, el que fuera presidente de Georgia tras una revolución de colores, formado en Estados Unidos, que acabó en una cárcel del país que presidió en dos ocasiones.

La Unión Europea se desliza hacia la militarización y el autoritarismo

La Unión Europea y el Reino Unido, que parece haber dejado de lado el Brexit para alinearse con Bruselas, están profundamente desorientados. Como comenté en el artículo anterior, el giro en la política exterior que Trump y su equipo están imprimiendo les ha dejado completamente descolocados.

Su primera reacción está siendo la de criticar fieramente el realismo de Donald Trump, e intentar por todos los medios que el nuevo presidente siga el fracasado rumbo del anterior. Europa quiere evitar por todos los medios la desconexión de Estados Unidos del proyecto en Ucrania. A pesar de sus grandilocuentes declaraciones, las élites europeas son conscientes de que el viejo continente no tiene la capacidad para seguir sosteniendo a Ucrania frente a Rusia. Ni económica ni militarmente.

La propuesta de Macron de desplegar tropas europeas en Ucrania, en el caso de que finalmente se alcance un alto el fuego, es sólo un cebo para que Estados Unidos venga al rescate y ponga las famosas “botas sobre el terreno” frente a una hipotética agresión rusa. 

Ahora es el momento de Europa para la acción decisiva en Ucrania

The Atlantic Council, un gabinete de ideas neoconservador, describía así la jugada “La estrategia debe ser una oferta europea para desplegar tropas en Ucrania. Ese despliegue incluiría la asistencia de respaldo de los Estados Unidos”. El gabinete no se corta a la hora de usar la misma terminología de la mafia. Al más puro estilo de El Padrino, la propuesta es “Hacerle a Trump una oferta que no pueda rechazar: los aliados europeos deben proponer desplegar tropas en Ucrania”.

En paralelo, las élites europeas siguen repitiendo el mantra, que fue de Biden, del apoyo a Ucrania “tanto tiempo como sea necesario”. El Reino Unido anunció un acuerdo con Kiev de cien años de duración. Úrsula von der Leyen propone que los Estados miembros destinen 800.000 millones de euros para militarizar Europa, aunque el verdadero objetivo es la puesta en circulación de eurobonos, la disolución de las soberanías nacionales y la destrucción de lo que queda del Estado del bienestar. El mensaje omnipresente es que, si no se frena a Putin en Ucrania, los rusos plantarán otra vez la bandera en el Reichstag o, incluso, llegarán hasta Lisboa.

Europa debe recortar su Estado de bienestar para construir un Estado de guerra. No hay manera de defender el continente sin recortes al gasto social.

Las élites europeas intentan aprovechar la situación para ahondar en el centralismo de Bruselas, impulsado por el autoritarismo de la presidenta de la Comisión Europea, para acabar con cualquier atisbo de democracia a nivel de los estados, como acaba de suceder en Rumanía, ante el silencio cómplice de otras naciones europeas, y el sigilo de los medios de comunicación sobre el golpe de Estado a cámara lenta que se está desarrollando en Bucarest.

Después de la detención de Calin Georgescu, el candidato que ganó la primera vuelta de las elecciones presidenciales, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha blanqueado el golpe de Estado, inadmitiendo la demanda de Georgescu. Esta es la “democracia” por la que estamos luchando en Ucrania contra la “autocracia” de Putin.

Titular de RFI.

Europa se está jugando la ruina y el aislamiento internacional

En lugar de asumir el fracaso del proyecto, algo que su propio impulsor está haciendo, y correr para tomar posiciones en el nuevo tablero mundial que se está configurando, las élites europeas insisten en seguir jugando una partida que ya ha terminado. De ahí viene su desubicación estratégica y política. Su obcecación en mantenerse en un marco ya caduco está arrastrando a la ruina al continente, comenzando por su gripada locomotora, Alemania.

El gobierno alemán está estudiando todas las opciones para evitar que los gasoductos Nord Stream vuelvan a ponerse en funcionamiento. Robert Habeck ha declarado que “La independencia del gas ruso tiene una importancia estratégica para el Gobierno federal en términos de política de seguridad y se mantiene fiel a ella”.

Mientras da pasos agigantados hacia la ruina, Europa reclama un sitio en la mesa de negociación. Lo mismo que hace el gobierno de Kiev, después de que su presidente dictara un decreto que le prohíbe entablar negociaciones con Vladimir Putin, y de que presumiera de dejar fuera a Rusia en las “cumbres de paz” que organizaba en Dinamarca y Suiza. ¿En qué quedamos?

Delegaciones de Estados Unidos y Rusia mantuvieron más de seis horas de conversaciones en el consulado estadounidense en Estambul. El mismo lugar donde se fraguó el acuerdo que tenían ya muy encarrilado representantes de Rusia y Ucrania, antes de que Boris Johnson transmitiera a Zelenski la orden de dejarlo caer, y seguir luchando. La elección de la ciudad turca como sede del diálogo ya es todo un mensaje.

Rusia y Estados Unidos mantienen conversaciones, Putin dice que los contactos inspiran esperanza.

Según las versiones oficiales, en el encuentro se habló de restablecer la normalidad en las relaciones a nivel de embajadas, restaurando el acceso de las representaciones diplomáticas rusas a los sistemas bancarios y la devolución de propiedades confiscadas por parte de Washington. ¿Hay alguien que se crea que rusos y estadounidenses estuvieron hablando durante más de seis horas únicamente de temas burocráticos?

Europa se está quedando fuera del nuevo mundo multipolar por su insistencia en seguir montada en un caballo muerto. Si de verdad quiere jugar un papel en el nuevo tablero mundial que se está configurando ahora, lo que tendría que hacer es tomar ejemplo de lo que hace su patrón, en lugar de enfrentarse a él, y buscar el restablecimiento del diálogo con Rusia. Va a ser muy difícil, porque la quiebra de confianza que se ha producido entre Bruselas y Moscú ha sido de gran calibre. Pero es la única manera de ayudar a Ucrania y a la propia Europa.

Ucrania necesita un acuerdo que evite una mayor destrucción del país, y Europa necesita recomponer sus relaciones con su vecina Rusia, reconectarse a las fuentes de energía que la alimentaban, y salir del aislamiento al que su negativa a reconocer la realidad le está conduciendo. Va a ser una tarea hercúlea, pero la alternativa es la ruina económica, política y social, el resurgimiento del autoritarismo y el incremento de la represión para someter a una población cada vez más harta de las políticas que nos están llevando a la miseria.

Algo mal habrán hecho las élites europeas, que se quejan del crecimiento en las urnas de los partidos nacionalistas, pero no se preguntan por los motivos, ni hacen la más mínima autocrítica. Su respuesta siempre es la misma: hace falta más Europa.

En realidad, lo que hace falta es una Europa que anteponga la defensa de los intereses de su ciudadanía al fracasado proyecto político de los neoconservadores en Ucrania. Lo que sobran son políticos, como la primera ministra de Dinamarca, que dice que la paz en Ucrania sería más peligrosa que la guerra. Si Europa sigue obcecada en que Rusia tiene que perder, en contra de toda evidencia, acabará siendo fagocitada por la realidad que insiste en negar. Con funestas consecuencias para la ciudadanía europea.

El golpe de estado en Rumanía desmonta la falacia de la democracia europea

30 de enero de 2025

El Tribunal Constitucional de Rumanía anula las elecciones presidenciales

Aunque al final de mi último artículo anuncié que me iba a ocupar de otros asuntos, la gravedad de lo que está sucediendo en Rumanía me obliga a cambiar de tema. Porque la manera apropiada de caracterizar lo que está ocurriendo allí es golpe de estado, en varios tiempos. Un golpe al que los medios de comunicación occidental no le han dedicado la atención que merece, a pesar de la gravedad que representa la anulación de unas elecciones presidenciales, en un estado miembro de la Unión Europea. O quizás ha sido precisamente la trascendencia del asunto lo que ha motivado que haya quedado relegado de la agenda mediática. No vaya a ser que estropeemos la imagen de la “democracia europea”.

Veamos la cronología de lo ocurrido en Rumanía desde el 24 de noviembre de 2024. Ese día se celebraron elecciones presidenciales en ese país, miembro de la OTAN, fronterizo con Ucrania y 243 kilómetros de costa junto al Mar Negro, frente a Crimea. Por dar sólo cuatro datos.

Mapa de Rumanía y países limítrofes. Ilustración: Google Maps.

Ese día, el candidato independiente Călin Georgescu obtuvo la primera posición en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, con un 22,94% de los votos. Los partidos que formaban parte del gobierno, los social demócratas del PSD y los liberales del PNL, sufrieron tal varapalo que los líderes de ambos presentaron su dimisión. Marcel Ciolacu, el candidato del PSD quedó tercero, desbancado por Elena Lasconi, la alcaldesa de una pequeña ciudad de provincias. Nicolae Ciucă, el candidato de los liberales, quedó en quinto lugar, el peor resultado de su historia para el PNL. El último lugar lo ocupó el ex vicesecretario general de la OTAN, Mircea Geoană, con un 6,32% de los votos. Muy significativo.

Călin Georgescu se ha manifestado en contra de seguir apoyando a Ucrania en la guerra que libra contra Rusia, por encargo de la OTAN. Ese es su pecado. Los medios occidentales se han apresurado a tildar a Georgescu de ultraderechista y, sobre todo, de prorruso. Una táctica utilizada contra todos aquellos políticos que no asumen la agenda de Washington y su fiel mayordomo, Bruselas. Una lista sobre la que volveré más tarde.

El 4 de diciembre aparecen en la prensa occidental diversas noticias acerca de una supuesta campaña en Tik Tok, orquestada por Rusia, a favor del candidato Călin Georgescu. Unos documentos, oportunamente desclasificados por agencias de inteligencia rumana antes de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, hablan también de ciberataques “coordinados por un actor patrocinado por un estado”.

Culpan a una campaña encubierta en TikTok del ascenso del candidato prorruso rumano.

El día 8 de diciembre estaba prevista la segunda vuelta. Sin embargo, un día después de publicarse las informaciones anteriormente citadas, el Tribunal Constitucional anula no sólo la votación prevista para esa fecha, sino todo el proceso electoral. El actual presidente, Klaus Iohannis, debía abandonar su puesto el 21 de diciembre, pero en un mensaje a la nación, anunció que permanecería en el cargo hasta que asuma el cargo el próximo presidente. Si esto no es un golpe de estado ¿Cómo tenemos que llamarlo?

Es fundamental resaltar el cambio de criterio del Tribunal Constitucional de Rumanía. En un primer momento, el 28 de noviembre, el Constitucional dictaminó que debía realizarse un recuento de todos los votos emitidos en la primera vuelta. El 2 de diciembre confirmó los resultados de la primera vuelta y mantuvo la celebración de la segunda, prevista para el 8 de diciembre. Sin embargo, el 6 de diciembre el tribunal anuló las elecciones, sólo dos días después de la oportuna desclasificación de los citados documentos. 

El Partido Liberal organizó la campaña en Tik Tok atribuida a Rusia

En primer lugar, anular unas elecciones presidenciales por una supuesta campaña en redes sociales, en un mundo donde dichas redes son omnipresentes y se difunden todo tipo de mensajes, es un ataque directo a la democracia. Además de un desprecio a la capacidad de discernimiento de los electores, a quienes la decisión del Tribunal Supremo degrada a la categoría de semovientes sin criterio, que funcionan a golpe de bits en sus pantallas.

Pero lo más grave del asunto es que, según desveló un medio de Rumanía, la propia fiscalía rumana admitió que la campaña para fomentar el voto al candidato Călin Georgescu había sido financiada no por los malvados rusos, sino por un partido rival: el PNL. “La acción de la campaña Equilibrio y Verticalidad, en TikTok, fue pagada con dinero del Partido Nacional Liberal”, confiaba una fuente que había tenido acceso a la investigación de ANAF (la fiscalía rumana). Los liberales querían impulsar a un candidato que presentaba una baja intención de voto con el objetivo de restar apoyos electorales a otros partidos rivales. Se pasaron de frenada…

Traducción del rumano generada por Google de la publicación de Snoop.

La empresa Kensington Communication, contratada por el Partido Nacional Liberal, incorporó a 130 influencers para promocionar una campaña titulada #Equilibrioyverticalidad, previa a las elecciones presidenciales. Los influencers transmitieron al público, en un vídeo, las cualidades de un futuro presidente, sin nombrarlo. Algunos influencers escribieron en los comentarios del vídeo: «Călin Georgescu». La línea de defensa del Partido Nacional Liberal y de la empresa de comunicación contratada fue que la campaña “había sido clonada”.

Las elecciones presidenciales no debieron ser anuladas en ningún caso. Los electores son libres de meter en la urna la papeleta que estimen oportuna. Es absolutamente ridículo pretender celebrar campañas electorales en el siglo XXI dentro de una burbuja, aisladas de cualquier tipo de influencia, como si estuviéramos hablando de la limpieza de un quirófano, libre de cualquier agente externo. Las campañas electorales consisten en hacer propaganda, en tratar de influir la decisión de los votantes. Vivimos en una aldea global, y los mensajes recorren el planeta sin fronteras en el plano virtual. No se le pueden poner puertas al campo.

Pero pongámonos, por una vez, el traje de la OTAN: si hubo injerencia por parte de Rusia, se anulan las elecciones y punto. Pasemos por alto las intromisiones de Washington y de Bruselas en Ucrania, Armenia, Georgia, y Eslovaquia, por citar sólo algunos casos recientes. Admitamos por el contrario el doble rasero, que se fundamenta en el relato infantil de que nosotros somos los buenos, y todo lo que hacemos está tocado por la bondad, aunque hagamos lo mismo que criticamos en los demás, con fundamento o sin él.

Pero no fue Rusia la que interfirió en el proceso electoral, sino un partido rumano, que competía en las elecciones presidenciales, el que orquestó una campaña en redes. Algo por otra parte absolutamente habitual hoy en día. Los carteles en las paredes son del siglo pasado.

Sin embargo, a pesar de destaparse la falsedad de la atribución a Rusia de la campaña del partido liberal en Tik Tok, ¡La anulación del proceso electoral sigue adelante! Los comicios han sido anulados en su integridad. El 4 de mayo se celebrará una nueva primera vuelta, seguida de una segunda el 18. Mientras tanto, a Călin Georgescu le han cortado la calefacción y la conexión a Internet en su domicilio.

Los medios occidentales apuntan la posibilidad de que le sea prohibido volver a presentarse a las elecciones.  Las encuestas le asignan un 38% de los votos si vuelve a concurrir, apostando a que derrotaría en la segunda vuelta a Crin Antonescu, el candidato de los partidos que cuentan con el visto bueno de Bruselas. El propio Georgescu, ante la posibilidad de que le prohíban presentarse, está considerando apoyar a algún candidato presidencial del campo soberanista, para ocupar el puesto de primer ministro en caso de que ganara. Mientras tanto, miles de ciudadanos rumanos protestan en las calles por la anulación de las elecciones. 

Bruselas respalda la anulación de las elecciones

La presidenta de la Comisión Europea, como no podía faltar, se apresuró a posicionarse a favor de la anulación de las elecciones en Rumanía. Con su discurso habitual de defensa de la “democracia europea”, Úrsula von der Leyen declaró: “Debemos proteger nuestras democracias de cualquier tipo de interferencia extranjera. Siempre que sospechemos de tal interferencia, especialmente durante las elecciones, debemos actuar con rapidez y firmeza”.

La Comisión anunció la apertura de un proceso a Tik Tok en relación con un presunto incumplimiento de la DSA (Digital Services Act) por faltar a su obligación de evaluar y mitigar adecuadamente los riesgos sistémicos relacionados con la integridad electoral.

La Unión Europea investiga a Tik Tok por una supuesta interferencia rusa en las elecciones rumanas.

Por otra parte, la Comisión Europea para la Democracia a través de la Ley, (también conocida como Comisión de Venecia), a petición de  Theodoros Rousopoulos, Presidente de la Asamblea Parlamentaria del Consejo Europeo, emitió un informe para contestar a su pregunta: ¿En qué condiciones y bajo qué estándares legales puede un tribunal constitucional invalidar elecciones, tomando como referencia el reciente caso rumano?

Sin pronunciarse específicamente acerca de la anulación de las elecciones presidenciales en Rumanía, la Comisión de Venecia recalcaba que “El poder de los tribunales constitucionales para invalidar elecciones de oficio –si lo hubiera– debería ser limitada a circunstancias excepcionales y claramente regulada”. Asimismo, la Comisión de Venecia subrayaba que “La cancelación de una parte de las elecciones o de las elecciones en su totalidad sólo podrá permitirse en virtud de circunstancias muy excepcionales como última ratio y con la condición de que se detecten irregularidades en el proceso electoral que puedan haber afectado el resultado de la votación”.

La citada Comisión también resolvía que “El proceso de toma de decisiones sobre los resultados electorales debe ir acompañado de: garantías adecuadas y suficientes que garanticen, en particular, un procedimiento justo y objetivo y una decisión suficientemente motivada basada en hechos claramente establecidos que demuestren irregularidades que son tan significativas que pueden haber influido en el resultado de las elecciones”.

Después de haber leído este dictamen, emitido el 27 de enero, hay que tener mucho valor para seguir defendiendo la anulación de unas elecciones presidenciales por una campaña en redes sociales, financiada por uno de los partidos contendientes en la pugna por la presidencia.

Pero justo eso es lo que ha hecho Thierry Breton, que además ha amenazado con hacer lo mismo en Alemania, si los resultados de las próximas elecciones al Bundestag no son del agrado de Bruselas. En una entrevista en televisión, el excomisario europeo de Mercado Interior y Servicios alardeaba de la anulación de las elecciones en Rumanía, y advertía: “Se ha hecho en Rumanía y se volverá a hacer, si es necesario, en Alemania”.

 

Thierry Breton se refería a la hipotética victoria de Alternativa para Alemania en las elecciones al Bundestag. Este partido ha subido en intención de voto desde el 9% en enero de 2021 al 21%, en sólo cuatro años. El ex burócrata europeo recalcaba que la Unión Europea tiene mecanismos para anular el potencial triunfo de un partido que se opone abiertamente a seguir financiando la guerra de la OTAN en Ucrania contra Rusia. Y eso Bruselas no lo puede consentir.  

El debate sobre la posible prohibición de Alternativa para Alemania se abrió hace tiempo en el país. Según Euronews, el Bundestag podría abordar la ilegalización del partido próximamente, antes de las elecciones. En esto ha quedado la “democracia europea”: las elecciones se anulan cuando las posiciones políticas de los que ganan no encajan con la agenda de Bruselas, y se plantea la ilegalización de los partidos que se atreven a salirse del guion. Y todavía tienen el valor de sostener que en Ucrania se está librando una guerra entre la democracia y el autoritarismo.

La OTAN necesita políticos complacientes con la agenda de Washington

Como reseñé en un artículo anterior, la base de la OTAN en Constanza, a orillas del Mar Negro, se convertirá en la mayor en Europa de la alianza militar. En otra base de la OTAN en Rumanía, la situada en Deveselu, se alberga uno de los dos sistemas de misiles balísticos Aegis Ashore desplegados por Estados Unidos en Europa. Otro está emplazado en Polonia. En la base de Rota (Cádiz) hay buques estacionados con capacidad para usar estos misiles, que la OTAN califica de puramente defensivos, diseñados para interceptar en mitad de su curso misiles provenientes de terceros países.

Sistemas de defensa con misiles balísticos en Europa. Fuente: OTAN.

La situación geográfica de Rumanía es absolutamente estratégica para la OTAN. La ampliación de la base de Constanza, en la costa del Mar Negro, es cualquier cosa menos casualidad. Situada enfrente de Crimea, la OTAN no se puede permitir que un presidente nacionalista, que antepone los intereses de su país a los de Washington y Bruselas, acceda al poder.

Rumanía es el segundo país más pobre de la Unión Europea. Sin embargo, ha aumentado su presupuesto militar un 45% en sólo un año, hasta los 20.000 millones de dólares. El grueso de ese dinero se ha destinado a comprar armamento a Estados Unidos. Quizá una de las razones del triunfo de Georgescu en la primera vuelta de las presidenciales tenga que ver con el hartazgo de una población empobrecida, forzada a la emigración, que contempla cómo se derrochan miles de millones en sustentar la hegemonía de un país extranjero.

La OTAN necesita élites obedientes, que sacrifiquen la economía de sus países y el bienestar de sus ciudadanos en aras de la hegemonía imperialista estadounidense. La OTAN, es decir, Washington, necesita políticos como Olaf Scholz, que no ha tenido inconveniente en desindustrializar su patria, que lleva dos años en recesión. O como su compatriota Úrsula von der Leyen, que tuvo el cuajo de afirmar que el gas natural licuado de Estados Unidos es más barato que el ruso. Ante la carcajada generalizada de los expertos, su secretario de prensa replicó que “Ella quería decir más barato políticamente, no económicamente”.  

La injerencia de Bruselas y Washington en otros países es antidemocrática

Cuando Washington y Bruselas se topan con líderes que se preocupan por el bienestar de sus países, y no se doblegan ante sus presiones, inmediatamente tiran de argumentario: son de ultraderecha, además de populistas y prorrusos. Lo de ultraderecha sólo aplica a aquellos que no ceden. Los líderes dejan de ser de ultraderecha cuando asumen la agenda de la OTAN. Como es el caso de la italiana Giorgia Meloni, que viajó el 5 de enero a rendir pleitesía a Donald Trump a su residencia en Mar-a-Lago, y a suplicarle que no dejara en la estacada a Europa en Ucrania. La ideología ultraderechista de Meloni ya no supone un problema, siempre que trabaje a favor de la agenda atlantista.

Titular de El País.

Los medios occidentales se apresuraron a enmarcar la anulación de las elecciones presidenciales, y la formación de un “gobierno de coalición europeísta” como una estrategia para “aislar a la extrema derecha”. Es lo mismo que hemos visto recientemente en Francia, ante el surgimiento de otro partido, el de Marine Le Pen, que se opone a seguir financiando la guerra en Ucrania, sencillamente porque va en detrimento de los intereses de Francia y los franceses. El argumentario es el mismo: “cordón sanitario”, “aislar a la ultraderecha”, “partido prorruso”.

Cuando la OTAN se topa con líderes que ganan elecciones, como en Georgia, Eslovaquia, o Hungría, que anteponen los intereses de sus países a los de Washington y su fiel vasallo, Bruselas, vienen las “espontáneas” protestas de miles de personas, que salen a la calle pertrechadas de banderas de la Unión Europea, y también de Ucrania. Además de usar pancartas escritas en inglés, aunque obviamente no sea el idioma del país, para que en las fotos que publican los medios las entienda todo el mundo.

Es lo que ha ocurrido recientemente en Georgia. La OSCE (Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa) supervisó las elecciones parlamentarias, celebradas en octubre de 2024, y elaboró un informe que criticaba algunos aspectos. Sin embargo, tras la lectura de sus 53 páginas no se desprende, ni mucho menos, que las elecciones parlamentarias fueran amañadas, como interesadamente sostienen los enemigos de la independencia política que está mostrando el partido gobernante, el Sueño de Georgia. De hecho, las autoridades de Georgia agradecieron a la OSCE su informe, lo que casaría mal si realmente hubiera sido negativo.

Sin embargo, a pesar del informe de la OSCE, se produjeron violentas protestas, que fueron tildadas de pacíficas por las terminales mediáticas occidentales, en contra de lo atestiguado por numerosos testimonios gráficos. Los manifestantes asaltaron el parlamento de Tbilisi, provocando un incendio, con la intención de revertir por la fuerza el resultado de las elecciones. Lo que viene a llamarse un golpe de estado, con el pleno apoyo de Bruselas: una resolución del parlamento europeo instó a celebrar nuevas elecciones en el plazo de un año, y pidió sanciones contra el primer ministro de Georgia, Irakli Kobakhidze.

Uno de los “pacíficos” manifestantes proeuropeos en Tbilisi, Georgia. Foto: EPA, vía BBC.

En mayo de 2024, un hombre que calificó al gobierno eslovaco de “Judas en relación con la Unión Europea” por no proporcionar asistencia militar a Ucrania, tiroteó al primer ministro Robert Fico. Como quiera que, a pesar del intento de asesinato, Fico se mantiene firme en su política de no querer convertir a Eslovaquia en otra Ucrania, ahora le están montando otro Maidán.

El 24 de enero, en Bratislava, capital de Eslovaquia, 60.000 manifestantes pedían la renuncia de Robert Fico. Las protestas, con toda seguridad espontáneas, se celebraban simultáneamente en 20 ciudades más del país. El primer ministro denunciaba la llegada al país de “expertos” en la organización de protestas en el país. Los mismos que habían operado en Kiev, en 2014 y, más recientemente, en Georgia.

Robert Fico ha sido acusado reiteradamente de prorruso, sin tener en cuenta que las necesidades energéticas del país pasan por el gas que proviene de Rusia, a través de un gasoducto, cuyo tránsito se produce por Ucrania. El 1 de enero de 2025, Zelenski cortó el flujo de gas a través de esa tubería, que abastecía – qué casualidad – a Eslovaquia y a Hungría. Previendo dicha jugada, Fico viajó a Moscú a entrevistarse con Putin para intentar solventar el suministro a un país que no puede acceder al gas natural licuado, generalmente transportado en barco, al carecer de acceso al mar.

La era del gas ruso barato para la Unión Europea se acaba al terminar el tránsito a través de Ucrania.

En otros países también se cuecen sospechosas habas. En Serbia, las presiones, por no decir amenazas, al presidente Vucic para que imponga sanciones a Rusia son constantes. El primer ministro serbio dimitía el 28 de enero tras semanas de protestas por un accidente mortal en un estadio, resaltando que estaban organizadas desde el extranjero. En Hungría un excolaborador de Orbán ha montado un partido de la nada, pero se las arregló para cosechar el 30% de los votos en las últimas elecciones al Parlamento Europeo.  

Los muy democráticos líderes que amamantan Washington y Bruselas, que se pasan el día tildando de «ultraderechistas”, “populistas” o “fascistas” a quienes no se someten a sus agendas, son los verdaderos fascistas. Los que financian protestas violentas a través de sus muy gubernamentales ONG. Los que organizan golpes de estado para convertir países en meras herramientas. Los que les da igual que mueran cientos de miles de personas, y piden rebajar la edad de reclutamiento a 18 años, con tal de no dar su brazo a torcer, reconocer su fracaso y sentarse a negociar la paz.

Para mí, esos son los peores fascistas: los que se ocultan tras la retórica de la “democracia”, mientras se dedican a anular elecciones, y amenazan con cancelar todas las que no les convengan. 

Por qué Israel y Turquía acabarán chocando en Siria

16 de enero de 2025

La caída de Bashar al-Assad responde a los intereses de Israel

Enlazando con el final de mi artículo anterior, si la caída de Bashar al-Assad encaja perfectamente con los intereses de Estados Unidos, también lo hace con los de Israel y Turquía, aunque por distintos motivos. Lo que está en juego ahora es quién se convierte en la potencia hegemónica en Oriente Próximo. Junto con Irán, ambos países son candidatos para hacerse con el puesto, y el objetivo común de Ankara y Tel Aviv es desbancar a Teherán.

Comencemos con Israel. El 16 de diciembre, Abu Mohammed al-Jolani, el nuevo líder sirio, concedía al londinense The Times una entrevista donde afirmaba que Siria no sería usada como una plataforma de lanzamiento de ataques contra Israel. Diez años atrás, en 2015, Israel ya proporcionaba tratamiento médico a los combatientes del Frente Al-Nusra – la marca de Al Qaeda en Siria – que peleaban contra el gobierno de Bashar al Assad. Los dirigentes de Hayat Tahrir al-Sham (HTS), el grupo que le derrocó, provienen de la rama de Al Qaeda en Siria. Todo empieza a encajar.

Informe: Israel está prestando atención médica a los luchadores de Al Qaeda heridos en la guerra civil de Siria.

Teniendo en cuenta cómo se las gasta Israel con sus vecinos árabes, y que el historial de ataques de Al Qaeda a Israel se reduce prácticamente a la nada, que el estado sionista prestara cuidados médicos a los combatientes de Al Qaeda en Siria tiene toda la lógica: estaban trabajando a favor de su agenda en la región. El Frente Al-Nusra estaba luchando contra Bashar al-Assad y las milicias de Hezbolá en Siria, publicaba The Jerusalem Post. El propio exjefe del Mossad, Efraim Halevy, admitía que la asistencia médica a los combatientes islamistas tenía un “carácter táctico”.

Pero no era sólo tratamiento médico lo que Israel proporcionaba a los combatientes islamistas en Siria. También les proporcionaba armas. Así lo reconocía Gadi Eisenkot, jefe de plantilla del ejército de Israel en 2019: no se trataba sólo de “asistencia humanitaria”, sino que Israel facilitaba armamento ligero “para auto defensa” a los combatientes que luchaban contra las tropas de Bashar al-Assad desde los altos del Golán, ocupadas ilegalmente por Israel desde la Guerra de los Seis Días.

The Jerusalem Post: El jefe de las Fuerzas Defensivas de Israel admite finalmente que Israel suministró armas a rebeldes sirios.

El mismo militar israelí también reconocía que, sólo durante 2018, Israel había arrojado 2.000 bombas sobre objetivos iraníes en Siria. Gadi Eisenkot hablaba de “miles de ataques” en los años previos, sin que Israel se los atribuyera. En 2018, Foreign Policy destapaba un programa secreto de Israel para armar y financiar hasta 12 grupos armados que luchaban contra los combatientes patrocinados por Irán, con objeto de mantenerlos alejados de las posiciones israelíes en los Altos del Golán.

Foreign Policy: Dentro del programa secreto de Israel para apoyar a los rebeldes sirios.

Durante años, las autoridades de Israel negaron repetidamente que el país estuviera involucrado en el conflicto interno sirio. Lo cual era obviamente falso. Bajo la apariencia de una guerra civil, en Siria se estaba librando una guerra por intermediación, donde confluían diversos actores e intereses, y el objetivo a derribar era Irán.

En línea con lo que llevaba haciendo durante años, una vez depuesto Bashar al-Assad, Israel desató una brutal campaña militar en Siria, con objeto de destruir la mayor cantidad de armamento posible. Hasta el 80% de las capacidades militares del ejército sirio fueron destruidas tras cientos de ataques sionistas.

Middle East Monitor: Israel destruye el 80% de las capacidades militares de Siria.

Al Jolani pedía a Israel el cese de sus ataques sobre territorio sirio: “No hay excusas para ninguna intervención extranjera en Siria ahora que los iraníes se han ido. No estamos en un proceso de enzarzarnos en un conflicto con Israel”.

Además de eliminar las armas estratégicas y los arsenales de Siria, no fuera a ser que cayeran en manos menos complacientes con los intereses sionistas, el objetivo de Israel era dejar expuesto a Irán.

The Washington Post: El colapso de Siria y los ataques de Israel dejan expuesto a Irán.

Después de eliminar las defensas aéreas sirias, el ejército de Israel estaba evaluando la posibilidad de bombardear las instalaciones nucleares iraníes. El equipo de Trump, que trasladó la embajada de Estados Unidos a Jerusalén durante su anterior mandato, también está considerando la posibilidad de un ataque estadounidense a dichas instalaciones. La excusa, repetida mil veces, es que Irán está enriqueciendo uranio para hacerse con un arma nuclear. Sin embargo, las propias agencias de inteligencia estadounidenses, la Agencia Internacional para la Energía Atómica, el Pentágono, así como Teherán, sostienen que la acusación carece de base.

El derrocamiento de Bashar al-Assad tenía otro efecto muy conveniente para los intereses sionistas: el corte de la principal línea de suministro iraní a Hezbolá en el Líbano. Un objetivo que, según el propio jefe de Hezbolá, los enemigos del “eje de la resistencia” habían alcanzado. El golpe de estado en Siria debilitaba tanto a Irán como a su aliado libanés.

The Wall Street Journal: El jefe de Hezbolá dice la que la caída de Assad cortó la principal línea de suministro desde Irán.

Israel aprovechaba la situación de caos provocada por la caída de Bashar al-Assad para avanzar en sus posiciones en los Altos del Golán. Israel invadió la zona de amortiguación situada entre los Altos del Golán y el territorio sirio. Una franja creada por Naciones Unidas en 1973, patrullada por fuerzas de interposición desde entonces. Netanyahu describió la ocupación israelí de la zona como una “posición defensiva temporal”, a la par que anunciaba la inminente toma del monte Hermón que, con 2.814 metros, es el pico más alto de la costa este mediterránea. Situado dentro de la zona de amortiguación, su importancia militar es obvia.

Mapa de los Altos del Golán, con los territorios de la zona de amortiguación invadidos por Israel. Ilustración: Anadolu Agency, 10 de diciembre.

Además de ocupar la zona de amortiguación ilegalmente, Israel también anunció una expansión de sus colonias en los Altos del Golán. Netanyahu declaró que quiere duplicar la población de colonos judíos en los territorios ocupados y justificó la decisión porque la caída de Bashar al-Assad había abierto “un nuevo frente”.

Turquía quiere eliminar a los aliados kurdos de Estados Unidos

Si Israel está moviendo sus posiciones en Siria desde el sur, Turquía también está moviendo sus fichas en el norte. El 16 de diciembre, Estados Unidos mostraba su preocupación porque Turquía estaba acumulando tropas en la zona fronteriza con Siria, lo que preludiaba una posible incursión turca, más allá de los territorios que ya controla en el norte.

The Wall Street Journal: Estados Unidos teme que la acumulación de fuerzas por parte de Turquía indica preparaciones para una incursión en Siria.

Tropas turcas pusieron pie en Siria por primera vez el 24 de agosto de 2016, en el marco de la operación denominada “Escudo del Éufrates”. Entonces el ejército turco consiguió tomar el control de una franja de territorio entre los cantones kurdos al este y al oeste del río Éufrates. Subsiguientes incursiones incrementaron la cantidad de terreno bajo control turco en el norte de Siria.

Mapa de los territorios sirios ocupados por Turquía tras diferentes operaciones militares, a fecha de mayo de 2021. Ilustración: Carnegie Endowment Europe.

En Siria se da la paradoja de que dos miembros de la OTAN, Turquía y Estados Unidos, supuestos aliados, se encuentran enfrentados por el apoyo estadounidense a los kurdos, auténtica bestia negra de Ankara. Washington sostiene a las Syrian Democratic Forces (SDF), integradas mayoritariamente por las YPG (Unidades de Defensa del Pueblo Kurdo), supuestamente para combatir al Estado Islámico, una organización fundamentalista suní, financiada por las petromonarquías del golfo, aliadas a su vez de Estados Unidos.

El Estado Islámico fue derrotado en Siria en gran medida gracias al apoyo de Irán. El posterior acuerdo nuclear con Irán fue la trasposición política de esa ayuda. Los juegos de poder en Oriente Próximo son así de complejos. Sin embargo, tampoco se puede hablar de la desaparición completa del Estado Islámico. Entre los combatientes que han derrocado a Bashar al-Assad se veían emblemas de la organización fundamentalista.

Combatientes lucen el emblema del Estado Islámico tras la toma de Damasco. Foto: Mohamed Azakir/Reuters.

Los enfrentamientos entre el Syrian National Army (una facción combatiente apoyada por Ankara) y los kurdos de las Syrian Democratic Forces (apoyados por Estados Unidos) se han recrudecido tras la caída de al-Assad. Turquía teme que la situación de caos sobrevenida sea aprovechada por los kurdos para forzar una independencia de facto de las regiones que controlan, con el apoyo de Washington.

El 6 de enero, el presidente turco advirtió que “No podemos aceptar bajo ningún pretexto que Siria sea dividida y si percibimos el más mínimo riesgo tomaremos las medidas necesarias”. Erdogán también añadió que “tenemos los medios”. El mismo día, el ministro de Asuntos Exteriores turco, Hakan Fidan, hablaba de la “eliminación inminente” de las milicias kurdas de las YPG.

Cuatro días más tarde, el mismo ministro bajaba el pistón y concedía que había que dar una oportunidad al gobierno interino de al-Jolani para ocuparse de la presencia de kurdos dentro de las SDF, antes de que Turquía interviniera militarmente. El ministro de Asuntos Exteriores turco parecía dar un cierto margen a las conversaciones que se están produciendo entre las Syrian Democratic Forces (SDF) y el gobierno interino. Sin embargo, las posiciones entre ambos están muy distanciadas.

Las SDF, atendiendo a los intereses de los kurdos que las integran mayoritariamente, plantean un gobierno sirio descentralizado y la integración de los combatientes de las SDF en el ejército regular sirio. Sin embargo, pretenden evitar ser diluidos, y reclaman mantenerse como un cuerpo unificado, que operaría únicamente en las áreas de la administración autónoma kurda. Es decir, están apostando por afianzar y, quizás, trascender, la autonomía kurda.

El gobierno interino de al-Jolani plantea disolver las SDF, dispersar sus miembros por el territorio sirio, y disolver igualmente las fuerzas de seguridad kurdas (Asayish), reasignando las labores policiales que desempeña a la Policía Central Siria.

El alejamiento de las posiciones entre los kurdos y el nuevo gobierno interino anticipa una probable intervención militar turca para tratar de eliminar la amenaza de la escisión kurda y la disgregación territorial de Siria.

La toma de Damasco por los islamistas reabre la carrera por el liderazgo en la región

Los intereses de Israel y Turquía son claramente antagonistas en Siria. Como analicé en mi artículo anterior, la hoja de ruta sionista pasa por desintegrar a todos sus estados vecinos, con la excepción de Jordania. El reino hachemita sólo se salvaría porque es visto como un recipiente donde depositar a la población palestina, una vez expulsada de Gaza y Cisjordania.

A Israel le conviene que Siria sea troceada, que carezca de un gobierno central que controle y sea capaz de cohesionar la totalidad del territorio dentro de las fronteras reconocidas internacionalmente. La desintegración de Siria encaja con sus planes expansionistas para imponer el Gran Israel, pasando por encima de la soberanía de los países vecinos.

El sionismo es un proyecto ultranacionalista que no tiene reparos en usar el vocabulario nazi, como vemos en este artículo de opinión publicado en The Times of Israel, en el que se apela al Lebensraum (espacio vital) que una población en expansión necesita. Un concepto acuñado por el geógrafo alemán Friedrich Ratzel en su obra “El espacio vital: una biogeografía”, publicada en 1901.

Se necesita espacio vital para una población en expansión.

Fuertemente influido por Darwin, Ratzel construye lo que denomina “organización política del suelo” sobre tres conceptos: extensión, fronteras y posición. Ratzel equiparaba los estados a los organismos biológicos, que podrían necesitar unos determinados espacios para garantizar su supervivencia. Este planteamiento explicaba la necesidad de extender sus fronteras, en algunos casos. El concepto de Lebensraum fue adoptado por Adolf Hitler para justificar la invasión de sus vecinos, y los descendientes de sus víctimas no parecen hacerle ascos cuando sirve como argumento para su agenda imperialista.

Los intereses de Turquía van en la dirección opuesta. Necesita una Siria unida para evitar que una hipotética secesión kurda en el territorio sirio, en el marco de un estado fallido – una hipótesis muy posible – alimente un movimiento en el mismo sentido dentro de las fronteras turcas. Cualquier cosa que dé alas al independentismo kurdo constituye una pesadilla para Ankara.

El siguiente mapa representa una especulación sobre la posible división de Siria a lo largo de líneas religiosas y étnicas. Manejado durante las denominadas primaveras árabes, ha vuelto a resurgir ante el vacío de poder creado por la caída de Bashar al-Assad. Un escenario ideal para Israel, dantesco para Turquía. Si a Israel le interesa trocear Siria, y a Turquía mantener su unidad, ambos países están destinados a chocar en el marco de su pugna por el liderazgo en la región.

Hipotético mapa de Siria dividida por credos y etnias. Ilustración: The Cradle.

El 15 de enero, Erdogan exigía a Israel que retirara a sus fuerzas armadas de Siria, pidiendo manos libres para encargarse de eliminar a los kurdos de las YPG. De lo contrario, el presidente turco anticipaba un “resultado desfavorable para todos”. El ministerio de Asuntos Exteriores israelí se apresuraba a tildar de “actor imperialista en Siria” a Turquía, y rechazaba las declaraciones de Erdogan, tachándolas de “amenazas innecesarias”. En 2017, Israel apoyó el establecimiento de un estado kurdo independiente. El enfrentamiento está servido.

Turquía incomoda a Rusia y a China en Asia Central

Turquía también tiene sus propios planes expansionistas en la región. La Organización de Estados Turcos (OTS, por sus siglas en inglés) celebró su más reciente cumbre en Bishkek (Kirguistán), en noviembre de 2024. Asistieron los presidentes de Kirguistán, Azerbaiyán, Kazajistán, Turquía, Uzbekistán, República Turca del Norte de Chipre, el embajador de Turkmenistán en Bishkek, y el primer ministro de Hungría, Víktor Orbán, muy atento a los movimientos en el mundo multipolar.

Fotografía oficial de los líderes asistentes a la cumbre de Bishkek, noviembre de 2024.

Asistieron también los ministros de economía y comercio de los países citados. En la cumbre se discutieron asuntos tales como el ferrocarril que uniría China, Kirguistán y Uzbekistán. Este proyecto es de una importancia estratégica, ya que ofrece un nuevo corredor logístico entre Europa y China, obviando las rutas tradicionales a través de Rusia.

Turquía pretende proyectar su poder hacia Asia Central, poniendo en valor y reforzando los vínculos de los distintos pueblos turcomanos de la región, que se extienden hasta la propia China: el 45% de los Uigures son de origen turco. China pone en cuestión dicho predicamento y reivindica la multietnicidad histórica de la provincia de Xinjiang. A Rusia tampoco le hace gracia que Erdogan pretenda competir en lo que considera su esfera de influencia histórica natural.

Turquía ha constituido un apoyo a las aspiraciones independentistas de los Uigures en Xinjiang. Allí opera el Movimiento Islámico del Turquestán Oriental, que está incluido en la lista de organizaciones terroristas por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. La organización, también conocida como Partido Islámico de Turquestán, “ha utilizado la violencia para promover su objetivo de establecer un “Turquestán Oriental” independiente en China”, según Naciones Unidas.

Foreign Affairs daba como “ganadora de la guerra civil en Siria” a Turquía, dada la larga historia de apoyo turco al grupo rebelde HTS que consiguió, con evidente ayuda exterior, derrocar a Bashar al-Assad. El gobierno interino del grupo liderado por Abu Mohammed al-Jolani ha otorgado puestos militares de alto rango a “combatientes terroristas extranjeros”, en palabras del medio chino Global Times, que recogía las “graves preocupaciones” de las autoridades chinas por el hecho. Entre los nombramientos referidos se encuentra el líder del Movimiento Islámico del Turquestán Oriental.

Cómo Turquía ganó la guerra civil siria.

Tras haber puesto una pica en Damasco, Erdogan persigue claramente convertir a Turquía en la potencia hegemónica no sólo en Oriente Próximo, sino en Asia Central. Su problema es que está incomodando a las principales potencias del naciente mundo multipolar. A su favor tiene la geografía: la posición de Turquía, que controla el Mar Negro y los estrechos que dan acceso al Mediterráneo, y viceversa. Y aquí llegamos a un punto clave: el papel de la guerra de Ucrania en toda esta historia.

¿Qué tiene que ver la guerra en Ucrania con lo ocurrido en Siria?

Tras catorce años de guerra en Siria, donde los distintos actores regionales peleaban entre sí a través de intermediarios, ¿por qué se ha producido la caída de Bashar al-Assad precisamente ahora? La explicación hay que buscarla mirando a Rusia.

Durante la última fase de la guerra en Ucrania, la que comenzó en febrero de 2022, Turquía ha jugado un papel determinante. Mientras se negaba a adoptar las sanciones promovidas por occidente contra Rusia, Erdogán cerraba el tránsito a los navíos militares por los estrechos del Bósforo y Dardanelos. El Mar Mediterráneo hace tiempo que se convirtió en un lago de la OTAN, pero con el cierre de los estrechos, los países de la OTAN no ribereños del Mar Negro veían impedido su acceso. Este hecho ha favorecido militarmente a Rusia, que veía el flanco marítimo relativamente despejado.

Sin embargo, la guerra en Ucrania tiene visos de no prolongarse demasiado ya en el tiempo. Los avances rusos son patentes y la victoria de Donald Trump augura un enfoque distinto al de la administración Biden. Es posible que la guerra en Ucrania acabe relativamente pronto, quizá este mismo año. Donald Trump ha señalado que Putin quiere una reunión, y que el encuentro ya se está preparando. La reunión subsanaría la anomalía de que los presidentes de las dos mayores potencias nucleares del mundo no se hablen.

Si finalmente Trump y Putin se reúnen, y los Estados Unidos quieren llegar de veras a un acuerdo con Rusia, tendrán que hablar sobre el tema que subyace tras la guerra en Ucrania: la necesidad de crear una nueva arquitectura de seguridad para Europa, tal y como propuso Putin en diciembre de 2021. Unos acuerdos que deberán recoger los cambios geopolíticos producidos desde la caída de la Unión Soviética.

Si se consiguiera un acuerdo en ese sentido y finalizara la guerra en Ucrania, la palanca de presión de la que goza ahora Turquía con el cierre de los estrechos entre el Mediterráneo y el Mar Negro sería mucho menos relevante. Así que Erdogan decidió darles rienda suelta a los islamistas de al-Jolani, antes de perder esa baza.

Las últimas declaraciones de Donald Trump acerca de Groenlandia, el Canal de Panamá, Canadá, el Ártico y el Golfo de México apuntan a que el presidente electo se inclina por una Doctrina Monroe 2.0 como estrategia para su política exterior: América para los americanos. O sea, para Estados Unidos. ¿Volverán a pactar las grandes potencias sus zonas de influencia? El interés que muestra Trump por reunirse con Putin refuerza esta hipótesis: yo me quedo con América, y me desentiendo de Ucrania, que está en Europa. ¿Se refiere a esto Trump cuando habla del “acuerdo del siglo”?

En su audiencia de confirmación ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, Marco Rubio el secretario de Estado nombrado por Trump, dijo que el “orden global de la posguerra” está “obsoleto”. Si finalmente las dos potencias pretenden volver a repartirse el mundo, atendiendo a las nuevas realidades geopolíticas… ¿Dónde queda China en esta ecuación? Mike Waltz, el próximo asesor de seguridad nacional, asegura que Trump se dispone a incrementar el ritmo de entrega de armas a Taiwán. ¿Se dispone Trump a ucranizar Taiwán? ¿Quién se va a quedar como potencia hegemónica en Oriente Próximo? ¿En qué posición quedaría la Unión Europea? Analizaré éstas y otras cuestiones en el próximo artículo.

Por qué Siria es el próximo estado fallido

26 de diciembre de 2024

El proyecto sionista de 1982 para trocear a sus vecinos avanza en Siria

Los planes para trocear Siria se llevaban cocinando desde hace décadas. En febrero de 1982, la revista Kivunim (Direcciones), de la Organización Sionista Mundial, publicaba un artículo de Oded Yinon titulado “Una estrategia para Israel en los años ochenta”. El autor fue asesor de Ariel Sharon, funcionario del Ministerio de Asuntos Exteriores y periodista en The Jerusalem Post. El conocido como “Plan Yinon” abogaba por trocear a los estados vecinos de Israel como “garantía para la paz y la seguridad en la región a largo plazo”.

Oded Yinon: El plan sionista para el Oriente Medio.

La caída de Bashar al-Assad era el requisito necesario para disgregar Siria como estado, aunque su gobierno hacía tiempo que no controlaba todo el territorio. Siria se suma a la lista de países desintegrados por Estados Unidos, bajo la retórica de acabar con las autocracias e imponer su modelo de democracia, en este caso con la colaboración de Turquía e Israel, para avanzar en la agenda sionista, que le viene a Estados Unidos como anillo al dedo.

Siria es uno de los siete países que Estados Unidos se propuso destrozar tras los atentados terroristas del 9 de septiembre de 2001. Una lista que incluía a Irak, Libia, Somalia, Sudán, Líbano e Irán. Así lo relataba en 2007 el general retirado Wesley Clark en una comparecencia pública.

Pero volvamos al Plan Yinon. El autor se quejaba amargamente de que Israel, tras la Guerra de los Seis Días, no hubiera trasladado a Jordania a todos los palestinos, en lo que planteaba debería ser su nuevo hogar. Oded Yinon también renegaba de la decisión de devolver a Egipto la península del Sinaí, en el marco de un acuerdo firmado con Anuar el Sadat en 1979. Yinon consideraba su recuperación imprescindible para los intereses de Israel, pero los acuerdos de Camp David “obstruían” dicho objetivo.

De manera abierta, Oded Yinon postulaba que “Dividir territorialmente a Egipto en regiones geográficas distintas es el objetivo político de Israel en los años ochenta en su frente occidental”. Yinon consideraba que “Si Egipto se desintegra, países como Libia, Sudán o incluso estados más distantes no seguirán existiendo en su forma actual y se sumarán a la caída y disolución de Egipto”.

“La disolución total del Líbano en cinco provincias sirve como precedente para todo el mundo árabe”, continuaba pregonando Oded Yinon, “incluyendo a Egipto, Siria, Irak y la Península Arábiga”. “La posterior disolución de Siria e Irak en zonas étnica o religiosamente únicas, como el Líbano, es el principal objetivo de Israel en el frente oriental a largo plazo, mientras que la disolución del poder militar de esos estados sirve como principal objetivo a corto plazo”.

El asesor de Ariel Sharon pronosticaba que “Siria se desintegrará, de acuerdo con su estructura étnica y religiosa, en varios estados como el actual Líbano”. Pero antes que Siria, quien debía ser troceado era Irak: “Un país rico en petróleo por un lado y con una profunda división interna por el otro, es un candidato seguro a ser el blanco de Israel. Su disolución es aún más importante para nosotros que la de Siria. Irak es más fuerte que Siria. A corto plazo, el poder iraquí es el que constituye la mayor amenaza para Israel”.

Para Oded Yinon, “Toda la Península Arábiga es un candidato natural para la disolución, debido a presiones internas y externas, y ello es especialmente inevitable en Arabia Saudita”. Para terminar, Yinon consideraba a Jordania como un objetivo estratégico a corto plazo, pero no a largo, ya que también preveía su disolución, así como el final del largo reinado del rey Hussein, ya que el poder sería transferido a los palestinos, a los que previamente se habría trasladado en masa a Jordania.

Yinon recalcaba que la limpieza étnica de Palestina era imprescindible para lograr una “coexistencia genuina”, ya que hasta que los judíos no gobernaran desde el río Jordán hasta el mar, los palestinos “no tendrían ni existencia ni seguridad. Una nación propiamente suya y seguridad serán sólo suyas en Jordania”. La limpieza étnica que está perpetrando en Palestina el gobierno de Benjamin Netanyahu coincide plenamente con la hoja de ruta del sionismo. El golpe que ha derribado a Bashar al-Assad, también.

A Clean Break, la propuesta de 1996 para balcanizar Oriente Próximo

Catorce años después del Plan Yinon, en 1996 veía la luz otro documento con similares planteamientos destructivos. Firmado por Richard Perle y otros miembros de un gabinete de estudios, y titulado «A Clean Break: A New Strategy for Securing the Realm” (Una ruptura limpia: una nueva estrategia para proteger el territorio), el plan aconsejaba la balcanización de Oriente Próximo como estrategia para avanzar los intereses de Israel. Richard Perle, que fue subsecretario de Defensa de Estados Unidos, hacía la propuesta a Benjamin Netanyahu, a la sazón primer ministro de Israel.

El informe abogaba por restablecer el principio de guerra preventiva como estrategia frente a los adversarios designados por Israel: la mayoría de sus vecinos. También propugnaba salir del marco “tierra a cambio de paz” y sustituirlo por el de “paz por paz”, que definía del siguiente modo: “la aceptación incondicional por parte de los árabes de nuestros derechos, especialmente en su dimensión territorial”. O lo que es lo mismo: no ceder nada y apropiarse de lo que considera que le pertenece.

En lo referente a la narrativa, la propuesta aconsejaba usar términos como “paz a través de la fuerza” (un eslogan recientemente utilizado por Donald Trump) y adjudicar a Israel la promoción de los “valores occidentales”, como hemos visto hacer recientemente a Netanyahu en su esfuerzo por justificar el genocidio de los palestinos, a quienes presenta como “la barbarie” frente a la civilización que, supuestamente, Israel representa. Tal narrativa sería bien recibida en Estados Unidos, subrayan Perle y sus colegas.

Los autores del informe aconsejaban trabajar con Jordania y Turquía “para debilitar, contener, e incluso hacer retroceder a Siria”. La propuesta también incluía “derrocar a Sadam Hussein, que es un objetivo estratégico por sí mismo y también para frustrar las ambiciones regionales de Siria”.

Al igual que hacía Oded Yinon, Perle proponía apoyarse en Jordania, pero también en Turquía, para debilitar a Siria, asegurando “alianzas con tribus árabes que cruzan hacia territorio sirio y son hostiles a la élite gobernante siria”. Como vemos, cualquier parecido con lo que acaba de ocurrir no es casual.

Las constantes referencias de los sionistas a buscar el apoyo de Jordania tienen su explicación. La mayor parte de la población palestina expulsada de sus tierras reside en Jordania, y el sionismo considera que allí deberían desplazarse todos los palestinos. Además, la dinastía hachemita que ostenta el poder en Jordania fue impuesta en 1921 por los británicos en Irak, tras haber invadido y ocupado el país. Tras alcanzar la independencia en 1932, Irak continuó siendo tutelado por el Reino Unido. El primer ministro Nouri As-Said, un firme defensor de los intereses británicos, ocupó el cargo hasta 1958, cuando una revolución le ejecutó, junto al rey Faisal II y a su heredero. La dinastía hachemita es un bastión de occidente.

Volviendo al informe de Richard Perle, éste acusaba a Siria de desafiar a Israel desde territorio libanés, por lo cual proponía confrontar a Hezbolá, Siria e Irán como principales instigadores de la agresión desde Líbano. Para ello incluía propuestas muy concretas: “establecer el precedente de que el territorio sirio no es inmune a ataques procedentes del Líbano a cargo de intermediarios israelíes”; así como “golpear objetivos sirios en el Líbano y, si eso fuera insuficiente, golpear objetivos seleccionados en la propia Siria”, dicho literalmente.

Cita del informe «A Clean Break: A New Strategy for Securing the Realm”.

Si juntamos las propuestas de Oded Yinon con las de Richard Perle y sus colegas, tenemos una hoja de ruta perfectamente definida para la política exterior de Israel. De hecho, ambos informes fueron publicados juntos en un libro, con comentarios del traductor, Israël Shahak. En una clara muestra de la hipocresía sionista, Shahak llegó a ser presidente de la Liga Israelí por los Derechos Civiles y Humanos.

Los hechos sobre el terreno evidencian que lo que está sucediendo ahora en Palestina, el Líbano y Siria responde a un plan previamente definido. Y también que Estados Unidos es un colaborador imprescindible para llevarlo a cabo, como demuestra su apoyo inquebrantable a las políticas de Israel, dejando de lado la retórica con la que los estadounidenses tratan de disimular su complicidad.

Los problemas en Siria provienen del colonialismo, antiguo y actual

Sobre la guerra civil en Siria ya escribí un artículo en febrero de 2023, así que no me voy a extender sobre los antecedentes inmediatos a los últimos acontecimientos. Baste recordar que el intento de Rusia de propiciar un acercamiento entre Turquía y Siria, en una reunión celebrada en Moscú, en diciembre de 2022, entre los ministros de Defensa de ambos países, encendió todas las alarmas en Washington.

Hay quien se pregunta si Israel es la cabeza de puente de Estados Unidos en Oriente Próximo, y quienes se preguntan si no es Estados Unidos quien está ejecutando la política exterior sionista en la región. A juzgar por los hechos, las coincidencias de ambas agendas son palmarias. Si Oded Yinon planteaba en 1982 que había que empezar con Irak, ahí estaba Estados Unidos para inventarse la amenaza de las armas de destrucción masiva que, supuestamente, albergaba Saddam Husein, fabricando así la excusa perfecta para propiciar su derrocamiento y posterior ejecución, por no decir asesinato.

Siria estaba fracturada de hecho desde que, en 2011, unas protestas ciudadanas fueron instrumentalizadas por los enemigos de Bashar al-Assad para desatar una guerra civil. Compuesta de diferentes grupos étnicos y religiosos – suníes, chiitas, alauitas, kurdos, cristianos drusos, armenios y turcos – Siria arrastra, al igual que Irak, las consecuencias de los acuerdos entre las potencias coloniales para repartirse el mundo. En este caso, el firmado en 1916 entre Francia y el Reino Unido, conocido como Sykes – Picot, por los nombres de los diplomáticos que lo suscribieron, que definía las respectivas áreas de influencia de las potencias.

Reparto de la región entre Francia (zona A) y Reino Unido (zona B), con las firmas de Sykes y Picot. Fuente: Wikipedia.

Las fronteras en la región no son fruto del acuerdo Sykes – Picot, pero su establecimiento, fruto de largos procesos y conflictos tras la caída del imperio otomano y el fin de la Primera Guerra Mundial, no tuvo en cuenta la complejidad étnica y religiosa de la zona. La arbitrariedad colonialista provocó que grupos muy dispares se vieran subsumidos dentro de estados artificiales. Las fuerzas centrífugas inherentes a este tipo de estados sólo pueden ser contrarrestadas por liderazgos fuertes. Así era en la Yugoslavia de Tito, otro mosaico dispar que el dirigente supo encolar. En Siria, el papel de cemento de la disparidad lo ejerció el partido Baaz desde 1963, encarnado en su última fase por Bashar al-Assad.

Siria presentaba todos los ingredientes para que un catalizador provocara su explosión. Aunque Bashar al-Assad consiguió mantener el control de una parte del territorio sirio, el país se encontraba dividido a causa de la guerra civil, instigada por sus enemigos. La debilidad de su gobierno, sometido a un férreo régimen de sanciones económicas ilegales; la acción combinada de Estados Unidos, Turquía e Israel; la negativa del ejército regular sirio a plantar batalla, junto al asesinato de alguno de sus generales; y la falta de ganas de al-Assad de seguir tirando del carro en circunstancias tan adversas, todos estos factores han confluido en la caída del gobierno sirio, como analizo a continuación.

Mapa de Siria con las zonas de control tras la caída de Bashar al-Assad. Ilustración: The Telegraph.

Estados Unidos, Turquía e Israel están detrás de la caída de Bashar al Assad

Según un informe de noviembre de 2022 de Alena Douhan, la relatora especial de Naciones Unidas sobre medidas unilaterales coercitivas y derechos humanos, el 90% de la población de Siria estaba viviendo por debajo de la línea de pobreza. Douhan pintaba un panorama devastador a todos los niveles, y resaltaba que ninguna referencia a unos supuestos buenos objetivos de las sanciones justificaba la violación de derechos humanos fundamentales. Las sanciones unilaterales impuestas por Estados Unidos habían destruido un país que no tiene los recursos de Rusia para hacerles frente.

No contentos con condenar a la inanición, a la sed y a las enfermedades a la población de Siria, Estados Unidos puso en marcha la operación Timber Sycamore, bajo el mandato del premio Nobel de la paz Barack Obama: un programa de la CIA dotado con 1.000 millones de dólares anuales para armar y entrenar a las fuerzas que luchaban contra el ejército regular sirio.  

Estados Unidos justificaba su presencia en Siria, donde cuenta con la base de Al Tanf en territorio usurpado, con la excusa de estar batallando contra el Estado Islámico, y sigue usando ese argumento para explicar la presencia de 2.000 efectivos en territorio sirio. Sin embargo, un estudio financiado por la Unión Europea y Alemania, que duró tres años, concluyó que los esfuerzos de Estados Unidos y sus aliados por armar a los rebeldes sirios “aumentaron significativamente la cantidad y la calidad de las armas” en manos del Estado Islámico.

Soldados de Dios, Robert D. Kaplan, libro de 2001.

En abril de 2009, Hillary Clinton reconoció ante el Congreso el papel que había tenido Estados Unidos en la financiación de los grupos yihadistas que, con el tiempo, desembocaron en organizaciones como Al Qaeda y el Estado Islámico. Así habló: “Recordemos aquí… a la gente con la que luchamos hoy la financiamos hace veinte años… y lo hicimos porque estábamos atrapados en una lucha con la Unión Soviética”. La entonces secretaria de Estado reconocía la vinculación de elementos insurgentes en Pakistán con la financiación de la guerra proxy contra los soviéticos en Afganistán. Robert D. Kaplan, un analista que trabajó para Stratfor, un gabinete al servicio de la CIA, trató el tema en su libro “Soldados de Dios”.

El actual consejero de seguridad nacional en la administración de Biden, Jake Sullivan, el 12 de febrero de 2012 enviaba un correo a la entonces secretaria de Estado, Hillary Clinton, en el que afirmaba que “AQ está de nuestro lado en Siria”. AQ eran obviamente las siglas de Al Qaeda. El correo fue filtrado por Wikileaks.

Los combatientes sirios que han derrocado al gobierno de Bashar al-Assad se hacen llamar Hayat Tahrir al-Sham (HTS). Este es el enésimo cambio de denominación del grupo para intentar ocultar que son los mismos que integraban Al Qaeda en Siria. En febrero de 2017, la BBC informaba que el grupo yihadista sirio Jabhat Fateh al-Sham, que era conocido previamente como Frente al-Nusra (la marca de Al Qaeda en Siria), pasaba a denominarse Hayat Tahrir al-Sham (Organización de Liberación del Levante). La nueva marca de Al Qaeda comunicaba que Abu Mohammed al-Jolani había sido nombrado «comandante militar general» de la alianza, que integraba a otros grupos armados.

Cartel del gobierno de Estados Unidos ofreciendo recompensa por Abu Mohammed al-Jolani.

Además de contar con la nueva marca de Al Qaeda en Siria, The Telegraph publicaba el 3 de diciembre que Estados Unidos había ayudado a un grupo rebelde a derrocar a Bashar al-Assad. El Revolutionary Commando Army fue avisado de que “Todo está a punto de cambiar. Este es vuestro momento. O Assad cae, o vosotros caéis”. Así se lo soltaron en una reunión con fuerzas especiales de Estados Unidos, lo cual denotaba que Washington contaba con información previa acerca de la inminente ofensiva. Estados Unidos paga a los miembros del RCA 400 dólares al mes; 12 veces lo que cobraban los soldados de Bashar al-Assad, lo que ayuda a explicar la falta de resistencia del ejército regular.

The Telegraph también nos informa que “Estados Unidos ha estado en una alianza efectiva con un grupo como HTS, que era afiliado de Al Qaeda en Siria hasta que se separó en 2017”.

Turquía también estaba en el ajo, aunque se da la paradoja de que “Las facciones rebeldes apoyadas por Estados Unidos están cooperando con aquellas respaldadas por Turquía en lugares como Palmira, mientras luchan entre sí en otras partes del país”.

Las Unidades de Defensa del Pueblo Kurdo (YPG), a quien Turquía considera una banda de terroristas, están respaldadas por Estados Unidos frente a su aliado en la OTAN, a pesar de los vínculos del YPG con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), a quien Washington sí tiene en su lista de organizaciones terroristas. Una muestra de la complejidad de la situación geopolítica en Oriente Próximo, que continuaré analizando en el próximo artículo por cuestiones de extensión.

El caso es que fuerzas de la oposición siria en contacto con los servicios de inteligencia turcos afirmaron a France 24 que Turquía, que apoyaba a los rebeldes contra Bashar al-Assad, había dado luz verde a la ofensiva.

La transformación de Abu Mohammed al-Jolani: de terrorista a rebelde moderado

La transformación experimentada por la imagen del líder de Hayat Tahrir al-Sham revela que nos encontramos ante una operación de mercadotecnia política. El objetivo es convertir a quien hasta ayer estaba en la lista de los terroristas por los que Estados Unidos ofrecía recompensa en un “rebelde moderado”. En un primer paso, Abu Mohammed al-Jolani se desprendió del turbante y la larga barba para ser enviado por sus patrocinadores al mismo sastre al que acude Volodímir Zelenski.

Abu Mohammed al-Jolani, tras visitar al sastre que viste a Zelenski y pasar por el barbero.

Poco después, a pesar de que Abu Mohammed al-Jolani todavía tenía puesto precio a su cabeza, una delegación de Estados Unidos viajó a Siria para reunirse con él. Después del encuentro en Damasco, que fue calificado por los estadounidenses como “positivo”, el terrorista se convirtió en el nuevo líder “pragmático” de Siria. Tras una reunión con las personas adecuadas, el terrorista había perdido hasta el nombre: abandonó su nombre de guerra (vinculado al Golán) y adoptó el propio, Ahmad al-Charaa (también transcrito como al-Sharaa). Simultáneamente, también cambió de atuendo. Primero, abandonó el uniforme para sustituirlo por una chaqueta para, poco después, pasarse al traje y a la corbata, finalizando así el cambio de imagen del exterrorista.

Al-Jolani deja el uniforme verde oliva, se pasa al blazer y luego, al traje y la corbata.

Los medios de comunicación occidentales, siguiendo la agenda que les marcan, se apresuraron a contribuir al blanqueamiento del nuevo líder “pragmático” y “moderado”. The Telegraph calificaba a los combatientes de HTS de “yihadistas amigos de la diversidad”, cuyo objetivo era “construir un país”.

The Telegraph: Cómo los yihadistas de Siria “amigos de la diversidad” planean construir un estado.

La CNN explica cómo había sido el proceso de transformación del líder rebelde: de “yihadista radical” a “revolucionario con chaqueta”. Al-Jolani había pasado de ser un terrorista, cuya misión era montar la filial de Al Qaeda en Siria, por un salario de 50.000 dólares mensuales, a un gobernante semi tecnocrático en la región siria de Idlib. El aparente nuevo líder en Siria explicaba así la transformación: “Yo creo que todo el mundo en la vida pasa a través de fases y experiencias”.

Cómo el líder rebelde de Siria se transformó de un yihadista radical en un «revolucionario» con chaqueta.

En el caso de al-Jolani, las fases experimentadas son llamativas: nacido en Riad (Arabia Saudita), de padres sirios procedentes de los altos del Golán, ocupados ilegalmente por Israel, y criado en Damasco, al-Jolani comentó en una entrevista en 2021 que “se sintió galvanizado por la segunda intifada palestina” a comienzos de los años 2000, y que se convirtió en yihadista en Irak a raíz de la invasión de Estados Unidos.

Sin embargo, una de las primeras manifestaciones de al-Jolani, tras hacerse con el aparente control de Siria, ha sido que no pretende enzarzarse en un conflicto con Israel, y que el derrocamiento de Bashar al-Assad ha supuesto «una victoria sobre el peligroso proyecto iraní para la región». Lo cual encaja perfectamente con los intereses de Estados Unidos en Oriente Próximo, y con las actuaciones de Israel en Siria tras la caída de Bashar al-Assad. Estos asuntos, junto con el papel de otros actores, y el de las infraestructuras energéticas en la zona, serán ya el objeto del próximo artículo.

¿Acabará Trump con la guerra en Ucrania?

11 de diciembre de 2024

Donald Trump acuña un nuevo eslogan: Paz a través de la fuerza

Durante la campaña electoral, Donald Trump afirmó que si él hubiera sido presidente, en lugar de Joe Biden, la guerra en Ucrania no habría comenzado. Además, recalcó que en el caso de que volviera a la Casa Blanca, pondría fin a la guerra en 24 horas. Sin embargo, una vez ganadas las elecciones Trump sigue hablando de paz, pero también de fuerza: El nuevo mantra es “Paz a través de la fuerza”.

Publicación de Donald Trump en Truth Social.

Puede haber varios motivos para la aparición de la palabra fuerza en su discurso. Trump puede verse tentado a olvidar su promesa electoral. Si Trump decide arrinconar su compromiso para alcanzar la paz en Ucrania, pagaría un alto coste político. Una parte difícil de cuantificar, pero relevante, de la población, le ha votado por esa razón, y se sentiría frustrada si le defraudara.

La ciudadanía de Estados Unidos ha comprobado cómo se envían miles y miles de millones a un pozo sin fondo en Ucrania, mientras las infraestructuras públicas en su país se desmoronan, en medio de una subida de la inflación que ha puesto la cesta de la compra por las nubes, y con unos tipos de interés hipotecarios en torno al 7%, que han vuelto misión imposible acceder a una vivienda. No por casualidad, los tipos de interés hipotecario comenzaron a dispararse a comienzos de 2022, cuando Rusia se involucró directamente en la guerra civil que se desarrollaba en Ucrania desde 2014.

Evolución del tipo fijo medio de interés para las hipotecas en Estados Unidos. Fuente: CNBC.

También puede haber ocurrido que el complejo militar industrial de Estados Unidos le haya hecho llegar algunas sugerencias. En su discurso de despedida, el presidente y exgeneral Dwight D. Eisenhower fue explícito acerca del papel de la industria militar en Estados Unidos: “En los consejos de gobierno debemos cuidarnos de que el complejo militar-industrial no adquiera una influencia injustificada, ya sea buscada o no. Existe y persistirá el riesgo de que se produzca un ascenso desastroso de un poder en manos equivocadas”. A la vista de la situación internacional actual, estas palabras, pronunciadas en 1961, son de plena actualidad.

El perfil de los miembros in pectore de su nuevo gobierno va en consonancia con el nuevo eslogan. Cabe dudar sobre la viabilidad de las estrategias frente a Rusia que manejan: básicamente, el palo y la zanahoria. El Kremlin no parece amilanarse ante la escalada de la OTAN, ejemplificada en la advertencia que supuso el lanzamiento del misil hipersónico Oreshnik sobre Ucrania, tras haber recibido el impacto de misiles occidentales de largo alcance en territorio ruso.

Para quienes todavía sostienen que Ucrania se está limitando a intentar repeler una agresión no provocada, baste decir que hasta Boris Johnson ha reconocido que la OTAN está librando una guerra por intermediación contra Rusia.

El reclutamiento de halcones es acorde con la estrategia de Trump

La lealtad personal es el criterio fundamental que ha observado Donald Trump para elegir a quienes formarán parte de su equipo. Está por ver qué margen de maniobra les deja a sus subordinados, teniendo en cuenta la avasalladora personalidad del presidente. Aun así, conviene señalar que el perfil de las personas designadas para los cargos con competencias sobre la carpeta ucraniana no es precisamente el de palomas.

Trump impulsa la visión de “Paz a través de la fuerza” con sus elegidos para Defensa.

Mike Waltz, el escogido como asesor de seguridad nacional, es un veterano de los boinas verdes, excoronel de la Guardia Nacional, con perfil de halcón en relación con China, Oriente Próximo e Irán. Waltz ya le susurraba al oído a Trump en su primer mandato en cuestiones de defensa, y fue asesor de Dick Cheney, uno de los arquitectos de la guerra de Irak. En relación con Ucrania, Waltz ha rechazado enviar más ayuda militar, reclamando que Europa aumente su nivel de apoyo, aunque abogando al mismo tiempo por aislar a Rusia.

Recientemente, Mike Waltz afirmó que Estados Unidos podría acabar con la guerra aplicando presión. ¿Cuál sería esa presión? Sanciones económicas para “secar la máquina de guerra muy rápidamente”, respondió, a lo que añadió: “quitándole las esposas a las armas de largo alcance que proporcionamos a Ucrania”.

Las sanciones a Rusia han servido para que la producción industrial esté creciendo al 4,8%, como acicate para reindustrializar el país, impulsando un proceso de sustitución de las importaciones. También han conseguido hundir la economía de Alemania, como ya he documentado en este blog. Dudo mucho de que, casi tres años después, más sanciones consigan el objetivo para el que supuestamente fueron diseñadas. En cuanto a los misiles de largo alcance, tampoco van a darle la vuelta a la situación en el frente, como reconoce Lloyd Austin, secretario de Defensa.

Si añadimos que Waltz también declaró que los equipos de seguridad nacional de Joe Biden y de Donald Trump están trabajando “de la mano” para demostrar a los adversarios de Estados Unidos que el país se encuentra unido en la transición de gobierno, cabe sospechar que la estrategia de Trump para acabar con la guerra en Ucrania no difiere en lo sustancial de la impulsada últimamente por la administración de Biden, por mucho que le criticara: negociar desde la fuerza. El 7 de noviembre, dos días después de las elecciones, el portavoz del departamento de Estado, Matthew Miller, hablaba de negociaciones, mientras los medios occidentales advierten de la posibilidad de un “colapso” del frente en Ucrania.

El frente de Ucrania podría colapsar, según los avances de Rusia se intensifican, advierten los expertos.

El nuevo mantra acuñado por Trump – paz a través de la fuerza – ha encontrado un rápido eco. Mark Rutte, el nuevo secretario general de la OTAN, afirmaba el 27 de noviembre que “Tenemos que asegurarnos de que Ucrania esté en una posición de mayor fuerza que la que tiene en este momento”. En una conferencia de prensa el 1 de diciembre, Zelenski declaró que Ucrania únicamente estaría dispuesta a entablar negociaciones desde una posición de fuerza. El presidente ucraniano sigue insistiendo en que la OTAN curse una invitación para unirse a la alianza, a pesar del rechazo que sigue generando tal propuesta.

La reciente reunión de Zelenski en París con Trump y Macron no parece haber servido para materializar dicha invitación. Poco después, el ucraniano declaró que pensaba presionar a Biden para lograrlo, porque no tenía sentido hablar con Trump acerca del tema, ya que todavía no ha accedido a la presidencia. O sea, que Trump le dio calabazas.

Para hacerse cargo expresamente de la situación en Ucrania y Rusia, Trump ha nombrado al exgeneral de 80 años Keith Kellogg como “enviado especial”. En abril de este año, el exmilitar fue coautor, junto a Fred Fleitz, de un plan para resolver el conflicto que consistía, básicamente, en congelar el conflicto a la coreana. Fleitz trabajó en la anterior administración de Trump como asistente adjunto y jefe de plantilla del Consejo de Seguridad Nacional.

El resumen del plan de Fleitz y Kellogg es éste: “En concreto, implicaría una política estadounidense formal de búsqueda de un alto el fuego y una solución negociada del conflicto en Ucrania. Estados Unidos seguiría armando a Ucrania y reforzando sus defensas para garantizar que Rusia no haga más avances y no vuelva a atacar después de un alto el fuego o un acuerdo de paz. Sin embargo, la futura ayuda militar estadounidense requerirá que Ucrania participe en conversaciones de paz con Rusia”.

Además, el documento instaba a Biden y a otros líderes de la OTAN a aplazar la incorporación de Ucrania durante un periodo prolongado de tiempo, “a cambio de un acuerdo de paz integral y verificable con garantías de seguridad”.

El plan también consideraba algún alivio de las sanciones a Rusia, siempre que firme un acuerdo de paz con Ucrania. Aunque también preveía el cobro de gravámenes sobre las ventas de gas y petróleo rusos para utilizarlos en la reconstrucción de Ucrania.

El equipo de Trump analiza distintos planes para Ucrania y Rusia

El plan presentado en abril es una de las posibles estrategias que están analizando Keith Kellogg y Mike Waltz. Este último señalaba a finales de noviembre que “Tenemos que ponerle fin a esto de manera responsable. Tenemos que restablecer la disuasión, restablecer la paz y adelantarnos a esta escalada de violencia, en lugar de responder a ella”.

En una entrevista emitida en septiembre, Mike Waltz delineaba las líneas básicas de su plan: “Y lo que probablemente se verá es la actual línea de demarcación entre Rusia y Ucrania, que se convertirá en una especie de zona desmilitarizada”. “Ucrania conserva su soberanía independiente, Rusia obtiene la garantía de neutralidad de Ucrania: no se une a la OTAN, no se une a algunas de estas instituciones aliadas. Así es como se verá en última instancia el acuerdo”.

El ex enviado de Trump Richard Grenell apoya zonas autónomas en Ucrania.

Otra alternativa que el equipo de Trump está valorando es la propuesta de Richard Grenell, exembajador de Estados en Alemania. En julio de este año, Grenell abogaba por la creación de “zonas autónomas” dentro de Ucrania. La propuesta supondría revivir los acuerdos de Minsk, que plantearon como solución a la guerra civil el reconocimiento de autonomía a las regiones del Donbass que se negaron a aceptar el gobierno surgido del golpe de Estado en 2014: Donetsk y Lugansk. Ya sabemos en qué quedaron dichos acuerdos. Sus promotores occidentales terminaron reconociendo los propósitos inconfesables que albergaban, así que a estas alturas la propuesta de Grenell carece de recorrido.

Dentro de la futura administración Trump se escuchan posiciones mucho más duras. Es la de Sebastian Gorka, que será uno de los asistentes de Mike Waltz. Gorka declaró en una reciente entrevista que “Voy a dar un consejo que ha mencionado el presidente: le dirá a ese ex coronel asesino de la KGB, ese matón que dirige la Federación Rusa: “Si no negociamos ahora, la ayuda que hemos brindado a Ucrania hasta ahora parecerá insignificante. Así es como obligará a esos caballeros a llegar a un acuerdo que detenga el derramamiento de sangre”.

Conviene recalcar que el propio Donald Trump todavía no se ha pronunciado sobre las alternativas que está aireando la prensa occidental. En mi opinión, todas ellas o bien se han quedado obsoletas, porque ya no cabe hablar de estancamiento en el frente, o no tienen en cuenta lo fundamental: la posición de Rusia, claramente reflejada en los documentos que envió a Estados Unidos y a la OTAN en diciembre de 2021. 

Occidente sigue negociando consigo mismo, ignorando a Rusia

Es lógico que la administración entrante esté valorando distintas estrategias para tratar de enmendar el error estratégico de la saliente. El nuevo equipo también debería abandonar el enfoque que occidente ha mantenido durante los últimos años, que no ha sido otro que negociar entre sus miembros, ignorando la posición del antagonista. Teniendo en cuenta que Rusia está rompiendo las líneas del frente, no parece probable que Moscú se avenga a congelar el conflicto en las líneas actuales, que dejaron de estar estancadas hace tiempo, según el Institute for the Study of War.

Rusia avanzó 478 kilómetros cuadrados en Ucrania en octubre, récord desde 2022: Análisis de AFP de los datos del ISW.

Los miembros más destacados del gobierno ruso han dejado bien a las claras que no están dispuestos a que se repita el esquema fallido de los acuerdos de Minsk. Hace ya dos años, Vladimir Putin declaró: «Todos aguantamos, aguantamos, aguantamos y esperábamos algún tipo de acuerdo de paz, pero ahora resulta que simplemente nos engañaron».

Rusia fue engañada con los Acuerdos de Minsk: Putin.

La presidenta del Consejo de la Federación Rusa, Valentina Matviyenko, que también forma parte del Consejo de Seguridad Nacional, dijo el 2 de diciembre que Rusia no iba a “discutir nada parecido a una «congelación» a corto plazo del conflicto y cosas por el estilo. Esta no es, desde luego, la solución para resolver los problemas de seguridad a largo plazo en la región».

Unos días después, Serguéi Lavrov lo dejaba claro en una entrevista con Tucker Carlson. Rusia no va a caer de nuevo en la trampa que supondría un armisticio: la congelación del conflicto en las líneas actuales dejaría a la OTAN manteniendo el control del 80% de Ucrania, lo que aprovecharía para rearmarla. En su quimera, sólo tendría que esperar a la jubilación de Putin para volver a la guerra por el control de los inmensos recursos energéticos de Rusia, que es el verdadero origen del conflicto.

Occidente se equivoca de lleno si piensa que los dirigentes que sucedan a Putin van a ser más maleables o proclives al entendimiento. Estados Unidos y sus adláteres han puesto de manifiesto sus objetivos reales: cambio de régimen en Moscú e instalación de un gobierno títere para proceder a “descolonizar Rusia, troceándola en repúblicas más pequeñas y manejables, para mejor proceder al expolio de sus riquezas naturales.

Estados Unidos quiere trocear Rusia y Zelenski ya no sabe qué decir

El propósito declarado de Washington y sus aliados es destruir Rusia, ni más, ni menos. Así lo proclama una agencia gubernamental de Estados Unidos, la Comisión para la Seguridad y la Cooperación en Europa (cuyo nombre se presta a confusión con la OSCE): lo considera un objetivo “moral y estratégico”. Será complicado encontrar en las élites rusas actuales a alguien dispuesto a colaborar en la desintegración de su país.

Llamadas a la “descolonización” de Rusia en The Atlantic y el sitio web de la CSCE, una comisión gubernamental de Estados Unidos.

La organización Free Nations of Russian Federation llama a la “Descolonización de la llamada Federación Rusa”, y describe sus propósitos como “una lucha anticolonial y de liberación nacional contra el imperialismo del Kremlin en Moscovia”. Su objetivo es “la creación de nuevas entidades geopolíticas, así como la posterior reconstrucción de los futuros estados independientes del espacio post ruso”. Este grupo es muy activo y ha celebrado numerosos foros, con apoyo institucional, en Washington y Bruselas, entre otras capitales.

Mapa propuesto para trocear Rusia por Free Nations of Russian Federation en su sitio web.

Lo único que ha logrado el descaro con el que Estados Unidos y su séquito están aireando sus propósitos ha sido cementar el apoyo de la ciudadanía rusa a su presidente, Vladímir Putin. Si occidente soñaba con una revuelta popular para forzar un cambio de régimen, ha conseguido el efecto contrario. La última encuesta del centro demoscópico Levada refleja un 87% de apoyo de la población rusa a su presidente. Avanzando en el frente de batalla, con un fuerte respaldo popular, el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, reiteraba el 4 de diciembre que “Todavía no hay bases para una negociación con Ucrania”.

Tasa de aprobación de la gestión de Vladimir Putin según el centro Levada. En negro, los porcentajes de aprobación.

A todo esto ¿qué dice Zelenski? Pues una cosa y la contraria. El 17 de octubre amenazaba con procurarse armas nucleares si no se le garantizaba la entrada en la OTAN. Así manifestaba habérselo dicho a Donald Trump en la reunión que mantuvieron en septiembre. Ante el revuelo formado, Zelenski rebobinaba en una conferencia de prensa con Mark Rutte, el nuevo secretario general de la OTAN: «Nunca hablamos de… que nos estamos preparando para crear armas nucleares o algo así”.

Ucrania buscará armas nucleares si no puede unirse a la OTAN. The Telegraph, 17 de octubre de 2024.

Ateniéndonos a fuentes ucranianas, el 29 de noviembre el presidente ucraniano sostenía que «Si queremos detener la fase caliente de la guerra, debemos acoger bajo el paraguas de la OTAN el territorio de Ucrania que controlamos. Debemos hacerlo rápidamente”.

Sin embargo, sólo dos días después, Zelenski decía todo lo contrario: «No puede haber una invitación a una parte del territorio de Ucrania para unirse a la OTAN. Esto es un reconocimiento automático de que todos los demás territorios no sólo están en peligro, sino también que otros territorios no son ucranianos. Por lo tanto, Ucrania nunca lo aceptará. Si hay una invitación, sólo puede ser a todos los territorios”.

Zelenski matizaba que, en el caso de que Ucrania accediera a la OTAN mientras continuaba la guerra con Rusia, el artículo 5 de los estatutos (el de defensa mutua de sus miembros) podría no aplicarse a todo el territorio de Ucrania, porque reconocía que los miembros de la OTAN eran aversos a “los riesgos de involucrarlos en la guerra”.

Para recuperar los territorios ocupados por Rusia, Zelenski apelaba el 9 de diciembre a una solución diplomática. Lo cual es coherente con la incapacidad de su ejército para forzar otro escenario, y con las presiones que está recibiendo por parte de sus patrocinadores.

Las contradicciones de Zelenski revelan el grado de desconcierto que recorre los despachos de las élites occidentales, que buscan una salida al callejón en el que se han metido. Como es incapaz de admitir su derrota, la OTAN sigue hablando de la necesidad de evitar, a toda costa, que Rusia prevalezca en Ucrania. Occidente continúa sin tener en cuenta la posición de su adversario, y comienzan a surgir dificultades a la hora de adoptar nuevas medidas, como demuestra el fracaso de la Unión Europea para aprobar un nuevo paquete de sanciones a Rusia.

En lugar de Rusia, es Ucrania la que puede acabar troceada

Kaja Kallas sobre tropas extranjeras en Ucrania: “Nada puede ser descartado”.

El reemplazo de Josep Borrell al frente de la representación de la Unión Europea en política exterior y seguridad, la estonia Kaja Kallas, inauguró su andadura en el cargo con una visita a Zelenski en Kiev. Allí Kallas afirmó que “no se puede descartar nada”, refiriéndose a la posibilidad del envío de tropas europeas a Ucrania, recalcando que en relación con este tema convenía mantener “una cierta ambigüedad estratégica”.  

Kaja Kallas también mencionó la posibilidad de que tropas europeas verificaran en Ucrania un hipotético alto el fuego, caso de que éste fuera acordado. Dos días antes, Boris Johnson se apresuraba a reclamar un sitio para los militares británicos en esta función. El ex primer ministro argumentaba que el despliegue de fuerzas de países miembros de la OTAN provocaría la activación del artículo 5, de defensa mutua, en el caso de que Rusia decidiera atacar dicho cuerpo de interposición. Incluso aunque Ucrania siguiera sin ser miembro de la alianza. Lo cual, supuestamente, disuadiría a Rusia de violar el hipotético alto el fuego.

La verdadera intención que los europeos albergan tras la propuesta de enviar sus soldados a Ucrania es la de forzar la intervención de Estados Unidos, en el caso de que sean atacadas. Se trata, por todos los medios, de involucrar directamente a Washington en Ucrania, ante la posibilidad de que Trump, que aún no se ha pronunciado sobre los planes de su equipo que difunde la prensa, decida dejar el asunto en manos europeas.

Zelenski ha acogido favorablemente la posibilidad de desplegar tropas europeas para garantizar el cumplimiento de ese alto el fuego del que todo el mundo, excepto Rusia, está hablando. Un despliegue que abriría la puerta a la ocupación de los territorios de Ucrania que Rusia no controla por parte de países europeos.

La historia de Ucrania ha sido azarosa. Ciñéndonos a su pasado más reciente, ante el posible desmoronamiento del Estado ucraniano tal y como lo conocemos, existen motivos para que los países limítrofes planteen reclamaciones territoriales. Cuando se esgrimen antecedentes históricos para justificar este tipo de reivindicaciones, pueden resurgir odios ancestrales, mal enterrados, que pueden desembocar en conflictos armados. Es lo que vimos en las guerras que asolaron la extinta Yugoslavia en los años 90 del pasado siglo.

Evolución territorial de Ucrania entre 1922 y 1954. Fuente: OSU.EDU.

Entre 1922 y 1954 Ucrania fue creciendo gracias a los territorios “cedidos” por Polonia, Rumanía, la Rutenia checoslovaca y la propia Rusia (Crimea, regalada a Ucrania en 1954 por Nikita Jrushchov, que era ucraniano). Polonia fue quien salió más perjudicada por esta reorganización soviética de las fronteras de un país, Ucrania, cuya etimología significa “al borde”.

Pérdidas y ganancias territoriales de Polonia entre 1933 (línea amarilla) y 1945 (línea negra).

Como consecuencia de estos movimientos de las lindes, debemos recordar la existencia de minorías étnicas en Ucrania. Bajo el mandato de Zelenski – fuertemente influido por los ultranacionalistas – polacos, húngaros y rumanos han visto sus derechos a la hora de seguir usando sus idiomas severamente recortados.

A la vista de este mapa, en el caso de que se produjera un colapso del actual Estado ucraniano – una posibilidad cada día más real – Polonia se sitúa en primera línea a la hora de aprovechar su hipotética participación en las tropas europeas de interposición para recuperar los territorios que perdió durante la época soviética.

A Estados Unidos le da igual destrozar países y que mueran millones de personas con tal de aferrarse a una hegemonía en decadencia. Los conflictos armados provocados por los sucesivos inquilinos de la Casa Blanca desde 2001 en nombre de la “guerra contra el terrorismo” en Afganistán, Irak, Pakistán, Yemen, Libia, Somalia y Siria se han cobrado, al menos, cuatro millones y medio de vidas.

Washington se ha gastado 8 billones de dólares, dos veces el PIB de Alemania, en matar, directa o indirectamente, a todas estas personas. La siniestra cuenta sigue subiendo, ahora en Siria, donde el apoyo estadounidense a los islamistas anticipa un escenario de caos para toda la región. Un tema que analizaré en el próximo artículo.