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Piratas y ladrones explotan su “orden basado en reglas”

23 de diciembre de 2025

Los hechos revelan la hipocresía de las élites occidentales

Los recientes asesinatos y actos de piratería cometidos en el Caribe por parte de Estados Unidos y la confiscación indefinida de los activos estatales rusos a manos de la Unión Europea ponen de manifiesto la hipocresía que late tras la pretensión de estos delincuentes internacionales de que el resto del mundo se adhiera al “orden basado en reglas” que afirman encarnar.

Antony Blinken, que ejerció como secretario de Estado con Joe Biden, definió el “orden basado en reglas” como “el sistema de leyes, acuerdos, principios e instituciones que el mundo se unió para construir después de dos guerras mundiales para gestionar las relaciones entre los estados, prevenir conflictos y defender los derechos de todas las personas”.

Walter Russell Mead, miembro del Hudson Institute, una de las cavernas del pensamiento neoconservador, se lamentaba en una columna en el Wall Street Journal de la “desintegración” del orden internacional basado en reglas, liderado por Estados Unidos. Ilustrada con una única fotografía, la de Putin, la columna repasaba la lista actualizada de villanos y se quejaba de que Washington y sus aliados no hicieran lo necesario para que los malvados respetaran esas “reglas”, a las que occidente se adhiere inequívocamente. Modo ironía activado.

El orden internacional basado en reglas se está desintegrando silenciosamente.

Hay que ser hipócrita para defender que Estados Unidos lidera un orden basado en reglas, y reivindicarlo como defensor de la legalidad internacional, cuando su presidente ordena bombardear embarcaciones extranjeras, en aguas internacionales, asesinando a sus ocupantes; decreta el cierre del espacio aéreo de otro país, u ordena tomar un petrolero al abordaje para apropiarse de su petróleo, mientras anuncia que continuará con sus actos de piratería.

Hay que ser muy falsa para erigirse en guardián del “orden basado en reglas”, como hace Úrsula von der Leyen, mientras encarga a un ejército de abogados que busque fórmulas para legalizar el robo de activos de otro país, depositados en un tercero. Hace falta mucha doblez para presentarse como paradigma del estado de derecho, mientras presiona hasta violar el tratado que sustenta jurídicamente la organización internacional que preside. Hay que ser muy camandulera para sostener que sus políticas harán a la Unión Europea más fuerte.

Misión de rescate: la llamada de Von der Leyen a la historia y al orden global basado en reglas. ECFR.

Exactamente eso es lo que está haciendo Estados Unidos, bajo la presidencia de Donald Trump, y la Unión Europea de Úrsula von der Leyen: despreciar la legalidad internacional con asesinatos, actos de piratería y bloqueo aéreo en Venezuela. Pisotear la ley al incautarse fraudulentamente de los activos rusos depositados en instituciones financieras europeas.

Es normal y saludable que el resto del mundo rechace ese “orden basado en reglas” tras el que las élites occidentales se amparan para cometer sus tropelías, disfrazándolas con una retórica de sublimes valores, con la que pretenden elevarse moralmente sobre la jungla, desde su ajardinado reducto de delincuencia, convenientemente protegido por altos muros de hipocresía.

Wang Yi, el ministro chino de Relaciones Exteriores, alertaba en julio de 2021, en su discurso inaugural del 9º Foro Internacional por la Paz, de que el “orden internacional basado en reglas” en realidad era una expresión de la “política de poder”, por la que “algunos países pretendían imponer su voluntad y sus estándares a otros, reemplazando las leyes internacionalmente aceptadas con las normas de la casa de unos pocos”.

Muy acertadamente, Wang Yi se preguntaba cuáles eran esas reglas en las que el orden internacional debería basarse, y cuál era exactamente el orden que debería preservarse. El ministro exigía que los términos fueran definidos claramente, y avanzaba cuál era la posición de China: el sistema reconocido por todos los países sólo puede ser la legalidad internacional basada en la Carta de las Naciones Unidas.

Resulta muy acorde con la hipocresía occidental su reiterada letanía acerca de la “amenaza china”, siendo así que la última guerra en la que intervino China fue en 1979, contra Vietnam, a quien pretendía “dar una lección” por haber invadido Camboya, con el apoyo de la URSS, y haber depuesto al gobierno de los Jemeres Rojos, que tenía el respaldo de China. A las cuatro semanas, después de un flojo desempeño, China se retiró a sus posiciones.

Los defensores del “orden internacional basado en reglas” no pueden presumir de un historial tan pacífico. En los últimos 45 años, la lista de vulneraciones de la legalidad internacional, en forma de guerras, golpes de Estado, actos terroristas propios o por intermediación haría interminable este artículo. Baste señalar como botones de muestra la desintegración de Yugoslavia a manos de la OTAN – las fronteras no se pueden cambiar por la fuerza, ¿verdad, Úrsula? – y la destrucción de Libia e Irak bajo pretextos.

La estrategia de Trump en Venezuela también busca acabar con Cuba

Con su estrategia de acoso y derribo al gobierno de Nicolás Maduro, Estados Unidos pretende matar dos pájaros de un tiro. El otro es Cuba, que recibe la mayoría de su petróleo de Venezuela. Marco Rubio, como muchos otros miembros de la diáspora, está obsesionado con fulminar el modelo político cubano, para volver al statu quo anterior a la revolución, tan bien reflejado en la escena de El Padrino II, en la que los mafiosos estadounidenses se reparten los pedazos de una tarta con el mapa de Cuba.

El reparto del pastel cubano, en una escena de El Padrino II, película de Francis Ford Coppola.

Cuba forma parte de Petrocaribe, un proyecto nacido en 2005, que beneficia a varios países de la región y que funciona con una mentalidad distinta a la del capitalismo depredador: es un esquema para compartir el petróleo que no busca obtener beneficios a costa de los países no productores, sino que busca fortalecerlos, para crear una base que consiga la independencia económica y política de Estados Unidos, según leemos en este informe. Cuba juega un papel dentro de Petrocaribe como centro geográfico y operacional, a través de proyectos conjuntos entre PDVSA y Cupet.

Según la consultora de energía Argus, el flujo de petróleo desde Venezuela a la isla prácticamente se ha suspendido desde que Estados Unidos abordara un petrolero venezolano para quedarse con su carga, según reconoció Trump.

Los flujos de crudo venezolano se reducen, Cuba siente el aguijón. Argus.

Venezuela tiene las mayores reservas probadas de petróleo del mundo y las primeras de gas de Latinoamérica, y comparte con Cuba la voluntad de construir un modelo político al margen del capitalismo. Estados Unidos no se lo perdona, porque ni Caracas ni La Habana permiten que Washington se apodere de sus recursos. Los defensores de los derechos humanos y la democracia tienen un largo historial de organizar y ejecutar golpes de estado para derribar gobiernos legítimos, elegidos en las urnas, e instalar en su lugar dictaduras militares, así que el cuento de la promoción de la democracia únicamente lo repiten las capitales occidentales y sus obedientes medios de propaganda.

La estrategia de presión al gobierno de Nicolás Maduro y, colateralmente, a Cuba, enlaza con lo manifestado en la última edición de la Estrategia de Seguridad Nacional, publicada en noviembre. El primer interés vital que cita el documento gira en torno al hemisferio occidental. La actualización de la doctrina Monroe con el denominado “corolario de Donald Trump” apunta al dominio completo de dicho hemisferio y a la expulsión de cualquier competidor en la región.

El lenguaje utilizado en el documento no puede ser más claro: “Queremos un hemisferio libre de incursiones extranjeras hostiles o de la propiedad de activos clave, que apoye cadenas de suministro críticas y que garantice nuestro acceso continuo a ubicaciones estratégicas clave”. En breve: quiero América entera para los Estados Unidos.

En un contexto en el que la multipolaridad del mundo está fuera de toda duda, Estados Unidos apuesta por extender y afianzar su dominio en el hemisferio occidental, enviando un claro mensaje a sus competidores: manteneos fuera de mi esfera de influencia. Del resto del mundo, ya hablaremos.

Las “reglas” de la nueva Estrategia de Seguridad Nacional

Tratándose de un documento cuyo prefacio firma Donald Trump, las contradicciones de la nueva edición de la Estrategia de Seguridad Nacional permean todo el documento, y reflejan la hipocresía que subyace tras ese “orden basado en reglas” que pretenden vendernos. En su introducción, la Estrategia critica la visión de las élites que condujeron la política exterior de Estados Unidos durante la guerra fría, ya que pensaban que el dominio permanente sobre todo el mundo iba en beneficio de los intereses del país.

En realidad, se dice ahora, los asuntos de otros países solo deben preocupar a Washington si sus actividades amenazan directamente sus intereses. Además, el objetivo que perseguían las élites – la dominación mundial permanente – era “fundamentalmente un objetivo indeseable e imposible”.

Sin embargo, tras la lectura del documento, queda claro que la mentalidad no ha cambiado, y el deseo de dominar el mundo sigue latiendo a lo largo de toda su extensión. Para Estados Unidos, casi cualquier actividad que ocurra en el mundo amenaza sus intereses, siempre y cuando no sean ellos quienes la controlen.

Uno de los principales objetivos declarados es el de procurarse el mayor ejército del mundo, al que nadie se atreva a toser y que, en caso necesario, pueda derrotar a cualquier adversario. Además, la Estrategia declara su voluntad de mantener el “poder blando sin rivalidad” de Estados Unidos para ejercer una influencia positiva que promueva sus intereses, a lo largo y ancho del mundo.

La Estrategia de Seguridad Nacional dedica su atención a otros lugares, alejados miles de kilómetros, que parecen representar una amenaza. Sin mencionarla por el nombre, hay una advertencia clara a China, cuando habla de “detener y revertir el daño actual que actores extranjeros infligen a la economía estadounidense, mientras mantenemos el Indo-Pacífico libre y abierto, preservando la libertad de navegación”. Tampoco podía faltar una referencia a Oriente Próximo, donde Estados Unidos quiere prevenir que un poder rival domine la región, así como sus suministros de gas y petróleo.

Tras la lectura de la Estrategia de Seguridad Nacional, nos queda clarísimo que el “orden basado en reglas” que Estados Unidos pretende imponer al mundo se resume en su voluntad de evitar compartir su dominio con las potencias emergentes, tras haber aprobado un presupuesto militar de 900.000 millones de dólares. Eso sí, algunos analistas han detectado la intención de subcontratar determinadas tareas de seguridad a sus aliados, o proxies, en algunas regiones del mundo, lo que representa un rasgo de debilidad, que también puede ser calificado de realismo ante la magnitud de la tarea que supone dominar todo el planeta.

¿El ocaso de la supremacía estadounidense? Externalización del riesgo en la Estrategia de Seguridad Nacional 2025. China-US focus. 

La Unión Europea quería robar a Rusia, pero además va a robarnos a nosotros

El 12 de diciembre, los embajadores de los países miembros de la Unión Europeo acordaron un reglamento ad hoc para congelar indefinidamente los activos rusos depositados en Europa. La medida se tomó por mayoría, no por unanimidad, como requieren las decisiones de política exterior en la Unión Europea. Otra regla que salta por los aires para evitar el veto de Hungría, y, probablemente, el de algún país más.

La congelación de los activos rusos, en lugar de ser revisada cada seis meses, como hasta ahora, se convertía en indefinida, hasta tanto Rusia no cese “su guerra de agresión contra Ucrania”, “proporcione una reparación a Ucrania en la medida necesaria para permitir la reconstrucción sin consecuencias económicas o financieras adversas para la Unión”, y “las acciones de Rusia en el contexto de su guerra de agresión contra Ucrania hayan dejado objetivamente de plantear un gran riesgo de dificultades graves para la economía de la Unión y sus Estados miembros”.

En otras palabras, la Unión Europea no devolverá nunca los activos estatales a Rusia, violando la Convención de las Naciones Unidas sobre Inmunidades jurisdiccionales de los Estados y sus bienes.

Titular del Berliner Zeitung, traducido de forma automática.

La congelación indefinida era el paso previo para usar dichos activos como garantía de un “préstamo” al gobierno de Kiev, impulsado sobre todo por Friedrich Merz y Úrsula von der Leyen, por valor de 140.000 millones de euros. En ningún momento explicaron sus promotores de dónde saldría físicamente esa cifra para enviarla a Kiev, supuestamente “respaldada” por los activos rusos. Así que, dada la firme oposición de Bélgica, Italia, Hungría y, significativamente, Francia, cabe sospechar que el plan era sacar el dinero del cofre de Euroclear, y de las instituciones británicas y francesas que también atesoran activos rusos, para transferírselos directamente al gobierno de Kiev.

Finalmente, Francia salió al rescate de Bélgica, y cuando Macron mostró su oposición a lo que tenía pinta de convertirse en un robo directo, Merz y von der Leyen se vieron obligados a recular, en un apoteósico fracaso político, y el Consejo Europeo terminó acordando la emisión de deuda conjunta, por valor de 90.000 millones, para solucionar las acuciantes necesidades financieras de ese Estado fallido en el que occidente ha convertido a Ucrania, con la complicidad de sus élites.

Los 90.000 millones los pagaremos los contribuyentes europeos. Euronews nos informa del mecanismo con el que las élites europeas nos van a meter mano en la cartera: “Como ni la UE ni sus Estados miembros disponen en este momento de 90.000 millones de euros, la Comisión Europea acudirá a los mercados y recaudará el dinero desde cero emitiendo una mezcla de bonos a corto y largo plazo”.

¿Se puede saber de qué se ríen estos tres?

Euronews prosigue: “el presupuesto de la UE absorberá los tipos de interés para evitar a Ucrania, ya muy endeudada, cualquier carga adicional. La Comisión calcula que, con los tipos actuales, los pagos de intereses ascenderán a 3.000 millones de euros al año”. Es decir, además del pago del principal a cargo del presupuesto de la UE, que se elabora con las aportaciones de los países miembros, los contribuyentes vamos a tener que aflojar los intereses: 20.000 millones de euros más en el presupuesto europeo, que se calcula cada 7 años.

“Los Estados miembros se repartirán los intereses en función de su peso económico. Alemania, Francia, Italia, España y Polonia soportarán los costes más elevados”, nos aclara Euronews. Así que cuando escuchéis a los políticos españoles decir que no hay dinero para sanidad, educación u otras inversiones sociales, recordad que sí destinan dinero para financiar la guerra perdida de Ucrania, que no es un Estado miembro de la UE.

Macron ya ha sido calificado de “traidor” por fuentes diplomáticas europeas anónimas, citadas en el Financial Times, por no apoyar la iniciativa de Merz. Curiosamente, era Alemania la que históricamente se oponía a mancomunar la deuda en la Unión Europea. Tres países no pondrán ni un euro para financiar a Ucrania: Hungría, la República Checa y Eslovaquia, que se plantaron. Las grietas en la “unidad europea” comienzan a ser muy visibles.

Como las decisiones en política exterior han de tomarse por unanimidad, la Comisión decidió retorcer el artículo 122 del tratado de la Unión Europea para esquivarla, y adoptar por mayoría la decisión de otorgar un “crédito” a Ucrania. El artículo 122 habla de tomar medidas “con espíritu de solidaridad entre los Estados miembros (…) si surgen graves dificultades en el suministro de determinados productos, en particular en el sector energético”.

El artículo 122 establece la posibilidad de que el Consejo conceda ayuda financiera “Cuando un Estado miembro se encuentre en dificultades o corra el grave riesgo de sufrir graves dificultades causadas por catástrofes naturales o acontecimientos excepcionales ajenos a su control”.

Es asombrosa la cantidad de trampas que han hecho las élites europeas para meternos mano en la cartera. Además de saltarse la obligación de tomar por unanimidad una decisión de política exterior, el artículo 122 habla en todo momento de Estados miembros, y Ucrania no lo es. Por lo tanto, la ayuda me parece ilegal, por mucho que lo acuerde el Consejo. Quizá esa consciencia de violación de la legalidad es la que ha forzado al Consejo Europeo a dispensar a tres Estados miembros de la obligación de aportar fondos al “préstamo”: quedaron excusados a cambio de no vetar la resolución.

El artículo 122 finaliza indicando que “El presidente del Consejo informará al Parlamento Europeo de la decisión adoptada”. Una premura en la toma de decisiones, puenteando a la supuesta sede de la soberanía popular, que quizás podría entenderse para los casos que menciona el artículo – desastres naturales, acontecimientos excepcionales fuera del control de los Estados miembros –pero nada de eso aplica al caso de Ucrania. 

Tampoco es cierto que nos hallemos ante un “crédito”, por más que sea la palabra utilizada en el acuerdo. Ucrania sólo se verá obligada a devolver los 90.000 millones de euros si Rusia le paga indemnizaciones en concepto de “reparaciones”. Como todo el mundo sabe, las reparaciones las paga quien pierde la guerra, no quien la gana. Si las élites europeas fueran sinceras, deberían haberlo llamado “ayuda a fondo perdido”, en lugar de “crédito”. Rusia está ganando la guerra, y la va a ganar, porque no le queda otra si la primera potencia nuclear del mundo quiere subsistir en su actual forma. Recursos le sobran para conseguirlo.

La derrota de Rusia significaría su desaparición en su estado actual, ya que el objetivo de la guerra impulsada por la OTAN es destruirla, y trocearla en unidades más manejables para apoderarse de sus recursos. Hay diversas declaraciones de altos cargos occidentales en este sentido, que ya he recogido en este blog, pero hoy voy a añadir esta intervención de Kaja Kallas en un panel en mayo de 2024, donde aboga por dividir Rusia en «naciones más pequeñas».

 

Las grietas en la «unidad europea» proporcionan un atisbo de esperanza

El fracaso político de Merz y von der Leyen, que se detestan, pero estaban de acuerdo en apropiarse de los activos estatales rusos para entregárselos a Ucrania, es palmario. Alemania se ha visto obligada a rebobinar en su sempiterna oposición a emitir deuda mancomunada, pero la reunión del Consejo Europeo ha dejado al aire las vergüenzas de la Unión.

Antes de comenzar la cumbre, la presidenta de la Comisión se despachó con este ramalazo de autoritarismo: “Nadie abandonará la cumbre de la UE hasta que se resuelva la cuestión de la financiación de Ucrania”.

Como acertadamente señala el periodista Thomas Fazi, todo el episodio en torno a los activos rusos ilustra cómo opera la Unión Europea: “Mediante la fabricación de falsas dicotomías que impiden una auténtica elección política, se presentó a los Estados miembros una dura alternativa: o aceptaban confiscar los activos congelados de Rusia o se preparaban para financiar colectivamente un nuevo préstamo masivo”.

La tercera opción, abandonar una estrategia fallida, dejar de financiar una guerra perdida, e intentar buscar una salida negociada, que intente al menos salvar los muebles en Ucrania, antes de que se produzca el colapso, ni siquiera fue considerada.

Thomas Fazi subraya que la decisión del Consejo Europeo “expuso la naturaleza cada vez más autoritaria de la Unión, dispuesta a pasar por alto los intereses nacionales y a descartar las restricciones legales, las normas democráticas y la racionalidad económica básica en pos de cruzadas ideológicas”. Una cruzada cuyos promotores saben de sobra que está perdida, pero que pretenden seguir alimentando con argumentos tan falaces como el de Friedrich Merz:

Dos días después, Macron declaraba que Europa debería plantearse restaurar el diálogo con Putin, en el caso de que las negociaciones para alcanzar la paz en Ucrania que estaba dirigiendo Estados Unidos fracasaban. Después de las disensiones entre Merz y Macron en torno al método para seguir financiando la guerra en Ucrania, las declaraciones del presidente francés suponen otra grieta no sólo en la Unión, sino en el eje francoalemán que, históricamente, ha sido el motor de la organización. Después de Macron, han surgido otras voces, en el Reino Unido, y en la propia Alemania, que también se han mostrado a favor de restablecer el diálogo con Putin.

Macron dice que Europa tendrá que dialogar con Putin si fracasan las conversaciones de paz de Estados Unidos. Reuters.

Bienvenidas sean estas grietas. Ojalá se ensanchen y se profundicen hasta resquebrajar los cimientos de la Unión Europea y provoquen el derrumbe de ese leviatán burocrático, autoritario y antidemocrático, que nació como un plan de cooperación económica, y que ha mutado en un proyecto geopolítico militarizado, que se confunde con la OTAN, salvo por las excepciones de quienes no tragan con ese enfoque al servicio de intereses ajenos o espurios.

Un proyecto que nació fracasado, desde que abrazó el delirio de las sucesivas administraciones demócratas de infligir una derrota estratégica a la primera potencia nuclear, usando un intermediario. La pretensión de la Unión Europea de convertirse en un actor geopolítico con peso en el mundo multipolar partió de una falsa premisa: que le iba a ir bien convertirse en lacayo de Estados Unidos, abandonando toda autonomía estratégica. La única esperanza que le queda a Europa es que la Unión Europea se disuelva, desaparezca, y los pueblos y naciones que conforman el viejo continente recuperen, o alcancen, su soberanía, su capacidad de decisión.

A la pandilla de mediocres que acaudillan la Unión Europea todo esto de la geopolítica les viene muy grande. Ahora sólo pretenden mantener y controlar unos flujos multimillonarios de efectivo, al margen de cualquier medida de control, hacia el pozo sin fondo en que se ha convertido Ucrania, e intentar arrastrar a Estados Unidos a la guerra que diseñó en Europa para que les resuelva la papeleta frente a Rusia. No parece que Trump esté por la labor de entrar a una confrontación directa con Rusia pero, por el bien de todos, roguemos que no ceda a las presiones de los halcones y nos ahorre la hecatombe.

Por qué Putin colabora en el teatro de la mediación de Trump

8 de diciembre de 2025

Putin le echa el primer cable a Trump en Estambul

Vladímir Putin ya le había echado un cable a Donald Trump en mayo, como analicé en este artículo. Para sacarlo de la encerrona preparada por Keith Kellogg – que abandonará su puesto en enero – y los neoconservadores de Estados Unidos y Europa, el presidente ruso ofreció abrir conversaciones directas con Ucrania en Estambul. Trump se aferró a la propuesta porque le permitía esquivar el marco impuesto por los neoconservadores: exigir a Rusia un alto el fuego de 30 días antes de negociar nada, e imponer “sanciones aplastantes” a Moscú y a terceros países si rechazaba el ultimátum.

Trump no estaba dispuesto a aceptar ese planteamiento. Sabía que Rusia rechazaría el alto el fuego y que las sanciones de “jurisdicción de brazo largo”, como las califica China, iban a ser desafiadas por Xi Jinping y Narendra Modi, dejando en evidencia la supuesta capacidad de presión estadounidense. Rusia, además, no tenía motivo alguno para detener su avance en el frente: va ganando, y una tregua sólo daría aire al debilitado ejército ucraniano y a sus desfondados aliados europeos.

Al atribuirse el papel de mediador en un conflicto cuyo desencadenante siempre atribuyó a Joe Biden e, incluso, a la expansión de la OTAN hacia las fronteras rusas, desafiando la narrativa occidental, Donald Trump se colocaba en el medio de un enfrentamiento, cuando en realidad es uno de los contendientes. Hasta Marco Rubio ha reconocido que la guerra en Ucrania es de carácter “proxy”, o por intermediación, entre Estados Unidos y Rusia, y que hay que ponerle fin. Porque Washington ha perdido, añado yo, aunque eso Rubio no lo dijo en la entrevista en Fox News.

El Kremlin afirma que la visión de Rubio sobre el conflicto de Ucrania como una guerra indirecta entre Estados Unidos y Rusia coincide con la de Putin.

Putin se dio cuenta de que Trump intentaba abandonar el descabellado proyecto de derrotar a Rusia para esquilmar sus recursos, así que decidió echarle un cable, porque vio la oportunidad de que el nuevo presidente de Estados Unidos abandonara un proyecto en gran medida bipartidista.  El golpe de Estado del Maidán se produjo en 2014, cuando Barack Obama era el presidente, aunque el plan era transversal, pues contó con el apoyo entusiasta de notorios republicanos, como John McCain, que viajó a Kiev en 2014, y Lindsey Graham, que sigue haciéndolo.

Putin está dispuesto a pasar por alto la notoria contradicción que supone la admisión del carácter «proxy» de la guerra en Ucrania por parte de Marco Rubio, y la actitud de su jefe al presentarse como mediador, porque piensa que le viene bien hacerlo. Por cierto, el secretario de Estado estuvo notoriamente ausente de dos reuniones clave: la última de los ministros de Asuntos Exteriores de miembros de la OTAN, y la que mantuvieron Steve Witkoff y Jared Kushner con Putin, durante 5 horas, en Moscú. ¿Estuvieron 5 horas hablando de Ucrania, o trataron otros temas?

Los motivos por los que Rusia colabora en la escenificación de Trump

Hay motivos adicionales por los que Rusia ha aceptado entrar en esa dinámica, siendo evidente que Estados Unidos está instigando el enfrentamiento desde la revolución naranja de 2004.  Lo primero que hay que señalar es que, de haber ganado las elecciones la candidata demócrata, el restablecimiento del diálogo con Rusia no se habría producido. Kamala Harris habría seguido los pasos de Joe Biden, que para eso pretendían ponerla en la Casa Blanca, repitiendo la cantinela de “as long as it takes” (tanto tiempo como haga falta). Un latiguillo que, de hecho, siguen coreando las élites europeas, comenzando por la propia Úrsula von der Leyen.

Con todos sus defectos, que son innumerables, deleznables y apoteósicos en otros ámbitos de la política exterior, Donald Trump está mostrando unas dosis de realismo sorprendente cuando nos ceñimos a la carpeta de Ucrania. Una posición que no casa con su actitud soberbia, rasgo inherente a todos los presidentes estadounidenses, aunque menos desacomplejado en el caso de Trump. Y ese realismo comienza por asumir que Ucrania está perdiendo la guerra: “No tienes las cartas”, le espetó a Zelenski cuando éste se puso chulito en febrero en la Casa Blanca, y J.D. Vance y el propio Trump le pararon los pies.

Trump: Zelenski “no tiene cartas”, “no debería estar en reuniones” con Rusia. 21 de febrero de 2025.

Rusia se ha dado cuenta de ese giro, que denota que Trump está buscando una salida de Ucrania salvando la cara, y esa es la primera razón por la que está colaborando en el teatrillo del “mediador”. La segunda es que Putin preferiría tener unas relaciones con Estados Unidos donde hubiera más cooperación que enfrentamiento.

Rusia lleva casi cuatro años en guerra. Putin no tiene ningún inconveniente en alcanzar los objetivos fijados en la “operación militar especial” en una mesa. Así lo ha declarado. Si la escenificación de un proceso de negociación donde su contrincante real aparece como mediador le facilita conseguir sus objetivos y abandonar las armas, Putin está dispuesto a explorar esa posibilidad, aunque no debemos soslayar las desconfianzas que alberga el Kremlin respecto a la fiabilidad de su interlocutor, y el cumplimiento de un hipotético acuerdo.

Tanto Putin como Trump son conscientes del trampantojo que representa el papel de mediador que se atribuye el presidente estadounidense. Si Trump realmente quisiera acabar con la guerra en Ucrania, lo tendría muy fácil: bastaría con que cortara de golpe toda ayuda militar y de inteligencia. Aunque desde enero Estados Unidos no financia directamente al gobierno de Kiev, sigue proporcionando armas a Zelenski, a través de los países europeos que se las compran. También continúa amagando con dejar de facilitar información de inteligencia a Ucrania, pero sigue haciéndolo. Si Trump desenchufara a Ucrania, caería en cuestión de semanas.

Trump no lo hace por dos motivos: el primero, porque a pesar de toda su fanfarronería, carece de coraje político para hacerlo. No se atreve a enfrentarse a los neoconservadores y su panoplia de palancas de poder en los distintos estamentos institucionales. Por no hablar de los dos intentos de asesinato que ha sufrido. El segundo, porque sus adversarios políticos, en casa y en Europa, le iban a echar la culpa de la caída de Ucrania, de la derrota de la democracia frente al autoritarismo, y toda esa matraca. Así que Trump está buscando una manera de evitar que le responsabilicen del colapso. Lo tiene difícil, pero lo está intentando.

Europa lucha por hacerse con un puesto en la mesa de negociación

Aunque los europeos están luchando a brazo partido por hacerse con un sitio en la mesa de negociación entre las dos potencias, fundamentalmente para reventarla, parecen lejos de conseguirlo. El desprecio de Trump por la Unión Europea y sus líderes, que apoyaron a su contrincante en las elecciones presidenciales, es manifiesto. El de Putin es asimismo patente. En este caso, las élites europeas se lo han ganado a pulso, desde el momento en que se alinearon con los objetivos de Biden: destruir a Rusia, y fragmentarla en unidades administrativas más manejables, para mejor saquear sus recursos. 

Así pues, tanto Trump como Putin carecen de interés en que los europeos participen en las negociaciones. Ambos son plenamente conscientes de que el único interés de las élites europeas para auparse a un sitio en la mesa es el de reventar cualquier posibilidad de solución pacífica del conflicto.

Las recientes filtraciones de conversaciones entre líderes europeos lo demuestran: Macron advierte de que Trump “podría traicionar” a Ucrania, mientras el presidente de Finlandia, Alexander Stuub, comenta que “No debemos dejar a Ucrania y a Volodimir solos con estos muchachos”, en referencia a Steve Witkoff y Jared Kushner, el nuero de Trump, que están ejerciendo de diplomáticos.

Macron advirtió de que Estados Unidos podría “traicionar” a Ucrania en una llamada filtrada entre líderes, informa Spiegel. Politico, 4 de diciembre de 2025.

Uno de los principales objetivos que motivó la creación de la OTAN fue impedir, a toda costa, que surgiera una alianza estratégica entre la parte occidental del continente europeo y la vasta Rusia. El primer secretario general de la OTAN, Lord Ismay, dijo que el objetivo de la Alianza era “mantener a los rusos fuera, a los estadounidenses dentro y a los alemanes abajo”. Hasta hace poco, esa cita se podía leer en el propio sitio web de la OTAN. Aunque ya ha sido eliminada, se puede consultar en este enlace de archivo.

Mantener a los rusos fuera, a los estadounidenses dentro y a los alemanes abajo. ¿Cómo lo está haciendo la OTAN?

A pesar de ello, desde los años 70, Europa occidental, singularmente Alemania Federal, y Rusia llegaron a acuerdos para que Rusia le suministrara gas natural a través de gasoductos, proporcionándole la energía abundante, próxima y barata que Europa necesitaba para prosperar. La voladura de los gasoductos Nord Stream se enmarca en la estrategia de Estados Unidos de dinamitar, literalmente, ese esquema, que fue tan beneficioso para ambas partes.

Teniendo en cuenta que la guerra provocada por la OTAN en Ucrania ha volado todos los puentes entre Bruselas, Londres y Moscú, podemos colegir que uno de los objetivos estratégicos de Estados Unidos se ha cumplido: las perspectivas de que Europa y Rusia reanuden sus relaciones en unos términos mínimamente civilizados son nulas, al menos en el corto y medio plazo.

Una vez cumplida esa misión, Estados Unidos puede optar por darse por satisfecho en lo que a Europa respecta: su economía está destruida y sin visos de poder recuperarse, al carecer de la energía barata necesaria para hacerlo. Así pues, la derrota en Ucrania, que es ya una cuestión de tiempo, no sería tan amarga. Washington no ha conseguido destruir a Rusia, pero sí ha eliminado las posibilidades de la Unión Europea de convertirse en un competidor geopolítico.

Como botón de muestra, baste señalar que los países bálticos, los más aguerridos verbalmente contra Moscú, ya han pedido el “rescate” a la Unión Europea a causa de las sanciones a Rusia. Bruselas se ha limitado a darles buenas palabras, porque hasta que no se apruebe el próximo presupuesto, en 2028, dinero no va a haber. Y entonces, ya veremos.

Los países bálticos quieren un rescate de la UE después del efecto inverso de las sanciones a Rusia – Politico. Irish Sun, 27 noviembre de 2025.

Trump ha optado por seguir la máxima del obispo de Troyes frente a Atila: “Si no puedes con tu enemigo, únete a él”. La estrategia de presentarse como mediador le está permitiendo restablecer la comunicación con Rusia para, ulteriormente, llegar a acuerdos comerciales, en el terreno de la energía o explotando el Ártico. Al fin y al cabo, Trump es un hombre de negocios.

Por si quedaba alguna duda del giro de Trump, la última edición de la Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, publicada en noviembre, afirma literalmente lo siguiente: Es un interés central de los Estados Unidos negociar un cese expeditivo de las hostilidades en Ucrania, (…) prevenir una escalada o expansión no deseada de la guerra y restablecer la estabilidad estratégica con Rusia”. Lo que viene a ser un reconocimiento de que Rusia ha ganado la partida en Ucrania y toca recomponer los puentes con Moscú. Trump está apostando por el caballo ganador, y aunque el titular del Wall Street Journal es hiperbólico, no es de extrañar que los europeos estén hiperventilando…

EE. UU. da un giro a la historia al presentar a Europa —no a Rusia— como el villano de su nueva política de seguridad. Wall Street Journal, 5 de diciembre de 2025.

Tras esta declaración de intenciones por parte de Trump, a Rusia también le interesa recomponer las relaciones con Estados Unidos. Al fin y al cabo, junto con China, con quien Rusia ya mantiene una asociación estratégica a todos los niveles, los tres países conforman las tres principales potencias económicas y militares del planeta. El restablecimiento de unas relaciones donde primara la cooperación sobre el enfrentamiento, y el comercio sobre las restricciones, favorecería el progreso económico de las tres.

Rusia ha demostrado una gran resiliencia frente a las sanciones, pero es evidente que no le importaría librarse de las impuestas por Estados Unidos. En relación con las procedentes de la Unión Europea, Putin intuye que han llegado para quedarse, pero le molestan menos, porque están dañando mucho más a sus promotores que a su país. Así que esos “imbéciles”, como llegó a calificarles, pueden seguir cavando su propia tumba.

Europa encadena su destino al de Ucrania

A causa de sus erróneas decisiones, Europa es un actor irrelevante en el tablero mundial, porque se encuentra aislada. Putin está firmando acuerdos multimillonarios con Xi Jinping y Narendra Modi, mientras la Unión Europea sigue cavando su tumba con el paquete número 20 de sanciones bumerán. En lugar de virar el trasatlántico, como está intentando Donald Trump, y tratar de restablecer las relaciones con Rusia, por muy complicado que eso resultara ahora mismo, la UE está empeñada en ligar su destino al de Ucrania. Lo cual es garantía de un naufragio del calibre del Titanic.

Europa reclama insistentemente un puesto en la mesa de negociación entre los grandes, pero si de veras quisiera alzarse con un lugar en el tablero geopolítico, lo que debería hacer no es dirigirse a Estados Unidos, su patrón, implorando aunque sea una banqueta en la mesa, sino tratar de emanciparse. Para eso, Europa necesitaría llamar al Kremlin, con la esperanza de que le cogieran el teléfono, para intentar restaurar el diálogo.

A pesar de la rusofobia que profesan los principales líderes nacionales europeos y los burócratas de Bruselas, desde Keir Starmer hasta Kaja Kallas, los rusos son muy prácticos. En octubre de 2022, Putin afirmó que Rusia estaba dispuesta a volver a suministrar gas a Europa a través de los gasoductos Nord Stream, un mes después de su voladura. Conviene recordar que Europa sigue comprando gas a Rusia, sólo que licuado, mucho más caro que el que venía por tubería, y que va a seguir haciéndolo, al menos, hasta el otoño de 2027.

La UE tiene un discurso duro sobre el GNL ruso, pero compra más que nunca en 2025. High North News, 30 octubre de 2025.

Si las élites europeas mostraran propósito de recomponer las relaciones, los rusos quizás se avendrían a reanudar el diálogo. Pero los europeos deberían hacerlo rápidamente, antes de que Ucrania termine de colapsar militar y políticamente, y no les quede ni siquiera esa sobada carta con la que jugar, cuyo valor desciende día a día.

Sin embargo, para que tal escenario se produjera, debería haber un reemplazo de las actuales élites. Con las que están al cargo hoy, tal giro resulta impensable. Úrsula von der Leyen y su patulea no sólo no se plantean un giro en su estrategia de enfrentamiento, sino que siguen dándole vueltas al robo de los activos rusos que Euroclear, con sede en Bruselas, mantiene en custodia, “congelados”, con el propósito de prolongar la guerra.

Estados Unidos y el Banco Central Europeo se han mostrado en contra de la apropiación. El Fondo Monetario Internacional también ha advertido “que cualquier acción relacionada con el uso de los activos inmovilizados de Rusia debe respetar el derecho internacional y nacional y no socavar el funcionamiento del Sistema Monetario Internacional”. Verde y con asas.

Ucrania necesita al menos 90.000 millones de euros para cubrir dos tercios de su presupuesto en los próximos dos años, arguye la reina de Bruselas para justificar el latrocinio. Como reseñé en el artículo anterior, tanto el gobierno belga como la directora de Euroclear se niegan a abrirles la puerta a los ladrones, por más que Úrsula von der Leyen anuncie supuestos acuerdos para consumar el atraco, que distan de haberse materializado, dada la firme oposición belga.

Además de planear un robo multimillonario, que destrozaría la reputación de Europa y el valor de su moneda, asistimos a una escalada verbal por parte de un alto mando europeo de la OTAN, amenazando con adoptar una postura más agresiva frente a Moscú, incluso con la posibilidad de lanzar “ataques preventivos” contra Rusia.

La OTAN considera acción “preventiva” contra los ataques híbridos de Rusia. The Independent, 2 de diciembre de 2025.

El presidente ruso no ha tardado en responder a estas amenazas: ha advertido que en caso de que Europa desate una guerra contra Rusia, la respuesta a la agresión no sería “quirúrgica”, como califica la actuación del ejército ruso en Ucrania, en el marco de lo que Moscú denomina “operación militar especial”.

Que no se piensen las élites europeas que Putin iba a enviar a sus soldados a una guerra de trincheras en la frontera polaca. Que no se hagan líos. Las palabras de Putin no ofrecen ninguna duda: la respuesta rusa a una agresión directa por parte de Europa sería devastadora.

No parece que Estados Unidos saliera al rescate en tal caso. Oficiales del Pentágono transmitieron a diplomáticos europeos en Washington que deberán hacerse cargo de las capacidades de defensa convencionales de Europa en la OTAN en 2027, como fecha límite. Después de décadas sufragando la parte del león, Estados Unidos está traspasando la factura de su defensa a Europa. Habría que ver lo que queda del artículo 5, el que estipula la mutua defensa, en caso de ataque…

Ucrania se desmorona mientras pretende imponer su agenda con ayuda de los europeos

Se suceden las caídas de ciudades estratégicas en la línea del frente – Pokrovsk, Kupiansk, Volchansk – que están abriendo la puerta a que el ejército ruso llegue al río Dnieper, arteria de la economía ucraniana. A partir de ahí, todo es campo hasta Kiev, no hay líneas de defensa. Desde enero, Trump ha cortado el grifo de los dólares. En cuanto a las armas que Biden regalaba a Zelenski, ahora es Europa quien debe comprarlas al complejo militar industrial estadounidense para enviarlas a Kiev. El ejército ucraniano tiene un serio problema para reponer las bajas. En el frente, las perspectivas son muy sombrías para Ucrania: el secretario del ejército de Estados Unidos advierte de una “derrota inminente”.

El secretario del Ejército de EE. UU. advirtió a Ucrania de una derrota inminente mientras impulsaba un plan de paz inicial. NBC News, 26 de noviembre de 2025.

Los casos de corrupción afectan al círculo más próximo a Zelenski. Su jefe de gabinete y mano derecha, Andriy Yermak, renunció después de que la oficina anticorrupción (NABU) efectuara registros en su domicilio, al día siguiente de una entrevista en la que afirmó que Ucrania no iba a ceder ni un ápice en términos de territorio. En los domicilios de los corruptos en Kiev aparecen paquetes con millones de dólares a estrenar, con sellos de la Reserva Federal, y hasta un inodoro de oro

Europa es incapaz de proporcionar el flujo de dinero necesario para sostener económicamente al gobierno de Ucrania, que se aproxima a la quiebra. Por eso apuesta por robar los activos rusos, porque de otro modo tendría que convencer a la ciudadanía europea de que hay que subir los impuestos, suprimir prestaciones sociales, o endeudarse, para enviar dinero al corrupto gobierno de Zelenski. Europa tampoco dispone de armamento suficiente con el que compensar el que ya no llega de Estados Unidos, cuyos arsenales también están perjudicados tras más de tres años de guerra.

Con el ejército al borde de la desbandada, el país a punto de la quiebra, y con sus aliados europeos sin dinero para financiar el fallido Estado ucraniano, Zelenski y las élites europeas encima se creen en la posición de dictar los términos de un acuerdo que resulte favorable a Ucrania y castigue a Rusia por la agresión. El nivel de delirio, de negación de la realidad, alcanza tintes patológicos.

Europa a Trump: tu plan de paz para Ucrania no es ningún plan. Politico, 20 de noviembre de 2025.

El plan estadounidense de 28 puntos para tratar de poner fin al conflicto en Ucrania, del que existen varias versiones, ha sido supuestamente reducido a 19, tras conversaciones con Zelenski y los europeos, para aproximarlo a los intereses ucranianos. A Trump no le importa hacer concesiones sobre el papel a Zelenski y sus titiriteros, porque sabe que Rusia no va a aceptarlas. Cuando llegue la negativa rusa, Trump podrá echarle la culpa a Ucrania por tratar de conseguir un acuerdo sin el respaldo de la situación en el frente: le acusará, con razón, de falta de realismo.

Si Ucrania rechaza la mediación estadounidense, Trump tendrá las manos libres para retirarse, sobre lo que ya ha amagado en el pasado, y dejar que la contienda se resuelva en el campo de batalla. Este es el escenario más probable, según estima John Mearsheimer. Acertadamente, porque las posiciones de Ucrania y Rusia son irreconciliables y el Kremlin no puede renunciar a sus objetivos, que considera imprescindibles para evitar la amenaza existencial que supondría una derrota. Además, Rusia está en posición de conseguirlos por la vía militar. Hace bien Estados Unidos en recomendar a Ucrania que firme un acuerdo, lo antes posible, porque cada día que pasa, Zelenski estará en peor posición para hacerlo.

En cuanto al futuro de Ucrania, en el mejor de los casos quedaría como un Estado residual, aunque yo creo que Rusia no puede consentir que en Kiev queden los rescoldos para que los europeos, ya sin Estados Unidos, pretendan prorrogar el conflicto, alimentando los restos del naufragio.

Rusia necesita desactivar, de la manera lo más efectiva posible, la posibilidad de que Ucrania vuelva a ser utilizada por occidente como un ariete para destruirla. Así que lo más lógico es que intente una operación de cambio de régimen, para asegurarse de que quienes detenten el poder en Kiev sean refractarios a toda veleidad de volver a las andadas.

En cuanto a Zelenski, si no lo asesinan sus compatriotas neonazis tras la derrota, podría acabar exiliado en Londres. Desde allí, junto al MI6, podría continuar una guerra sucia contra Rusia. Europa podría tener la tentación de apadrinar un gobierno ucraniano en el exilio, para seguir financiando una operación menos costosa que una guerra convencional. En cuyo caso, habría que esperar la respuesta del Kremlin al hostigamiento. De una cosa estoy seguro: en ningún caso sería quirúrgica. 

Qué son las tierras raras y por qué le permiten a China doblegar a Estados Unidos

27 de octubre de 2025

Por qué son tan importantes las tierras raras

Lo único raro de las tierras raras es encontrarlas en cantidades lo suficientemente agrupadas, y grandes, como para que su explotación sea económicamente viable. Porque los 15 elementos del grupo de los lantánidos que conforman las denominadas tierras raras son abundantes en la corteza terrestre, pero están muy dispersos, y no suelen presentarse en forma pura, sino agregados, en muy escasa proporción, a otros minerales.

A esta dificultad hay que añadir los altos costes ambientales y energéticos que supone su extracción, que requiere procesar grandes cantidades de mineral. Además, su explotación genera muchos residuos altamente contaminantes que, en ocasiones, contienen elementos radioactivos como el torio y el uranio, así como sustancias peligrosas como ácido fluorhídrico y dióxido de sulfuro. 

Distribución de las reservas de tierras raras en el mundo. Fuente: USGS.

¿Por qué las tierras raras ocupan la agenda geopolítica últimamente? La respuesta es muy sencilla: los 15 elementos que forman el grupo de los lantánidos, a los que suele añadirse el escandio y el itrio, tienen una serie de propiedades muy específicas que los convierte en indispensables para fabricar una enorme gama de productos.

Los 15 lantánidos son el lantano, el cerio, el praseodimio, el neodimio, el prometio, el samario, el europio, el gadolinio, el terbio, el disprosio, el holmio, el erbio, el tulio, el iterbio y el lutecio.

El neodimio, el disprosio, el praseodimio y el terbio tienen propiedades magnéticas, lo que los convierte en esenciales para producir imanes de alto rendimiento. Estos son imprescindibles para fabricar aparatos de resonancia magnética usados en medicina, discos duros, altavoces, auriculares, y trenes de levitación magnética.

En el campo de las denominadas energías renovables, estos imanes son utilizados en la fabricación de vehículos eléctricos e híbridos y turbinas eólicas. Una sola turbina eólica de 3 MW utiliza 2 toneladas de imanes de neodimio.

El disprosio y el cerio se usan en la manufactura de paneles solares para mejorar la duración y eficiencia de las celdas. El lantano y el cerio mejoran la densidad, duración y seguridad de las baterías de iones de litio, utilizadas en un sinfín de aparatos electrónicos y en sistemas de almacenamiento de energía, a gran escala.

El itrio y el cerio se emplean para mejorar el rendimiento y el consumo de las membranas de los electrolizadores usados para producir el “hidrógeno verde”, que es la denominación del hidrógeno obtenido usando energías renovables. El cerio también se usa en los catalizadores de los coches, con el objetivo de reducir la contaminación que provoca la combustión.

En el terreno industrial, los imanes de alto rendimiento son necesarios para los procesos de control de calidad de los aceites lubricantes y cajas de cambio: capturan micropartículas metálicas que evitan el deterioro de los motores.

Aplicaciones de las tierras raras en Estados Unidos. Ilustración: Researchgate.net.

Los imanes de alto rendimiento también son esenciales para fabricar robots industriales y resultan imprescindibles en la industria de armamento. Sobre este aspecto volveré a continuación, ya que resulta crucial en la pugna que mantienen Estados Unidos y China.

Las tierras raras también tienen propiedades ópticas, que los hace necesarios para la manufactura de dispositivos de iluminación, pantallas de visualización y materiales fluorescentes. También sirven como catalizadores en reacciones químicas que tienen lugar durante el refinado de petróleo y la síntesis de fármacos. Al tener unos puntos de fusión altos, las tierras raras se utilizan en entornos de temperaturas extremas, tales como la metalurgia y la industria aeroespacial.

Los teléfonos inteligentes contienen hasta 0,35 gramos de itrio y terbio en sus pantallas y sus módulos de vibración. En resumen, las tierras raras son extremadamente comunes en nuestra vida diaria. Por este motivo, China dispone de una palanca brutal a la hora de negociar con Estados Unidos en la guerra comercial que desató Donald Trump en 2018, cuando impuso aranceles por un valor de 34.000 millones de dólares a productos chinos.

El control chino de las tierras raras le otorga una poderosa palanca frente a Estados Unidos

El dominio de China en el sector de las tierras raras es abrumador: concentra el 70% de la extracción y el 90% de la separación y el procesamiento. Por si eso fuera poco, en China se fabrican el 93% de los imanes. Entre 2014 y 2017, China suministró a Estados Unidos el 80% de las tierras raras que importó. Entre 2020 y 2023, el porcentaje seguía siendo muy alto: el 70%.

La regulación más laxa en materia ambiental ha contribuido a la expansión de la minería de tierras raras en China, que ha pagado un alto precio en costes ambientales, pero le ha colocado en una situación de preponderancia en un sector estratégico, a todos los niveles. 

Reservas de tierras raras en el mundo. Depósitos conocidos por países en millones de toneladas.

Además de las aplicaciones citadas en el capítulo anterior, las tierras raras son cruciales para la industria de armamento de Estados Unidos. En la lista de artefactos mortíferos que precisan de las tierras raras encontramos los cazas F-35, los submarinos de clase Virginia y Columbia, los misiles Tomahawk, los sistemas de radar, los drones Predator y la serie de bombas inteligentes Joint Direct Attack Munition.

Cada avión F-35 necesita 418 kilos de tierras raras para su radar, para sus sistemas de fijación de objetivos y para sus motores. Un destructor DDG-51 de la clase Arleigh Burke requiere aproximadamente 2.600 kilos, y se necesitan 4.600 kilos de lantánidos para construir un submarino de la clase Virginia.

Las restricciones de China a las tierras raras y a los imanes amenazan las cadenas de suministro de defensa de Estados Unidos. 9 de octubre de 2025.

Un informe del Pentágono fechado en 2023 señaló la dependencia absoluta de las tierras raras pesadas procedentes de China: el 100% venían del gigante asiático. Otro informe, esta vez de RAND Corporation, advertía que si China cortara el suministro de lantánidos durante 90 días, podría paralizar la producción del 78% de los contratistas de defensa estadounidenses. La fabricación de misiles hipersónicos y sistemas satelitales también sufriría retrasos. La misma consultora estima que Estados Unidos necesitaría al menos 10 años para levantar una cadena de suministros de tierras raras alternativa.

Angela Huyue Zhang, catedrática de derecho y autora de dos libros sobre las políticas del gobierno chino en relación con la alta tecnología, señala que, en respuesta al incremento de los controles a la exportación de tierras raras por parte de China, ha sido Estados Unidos el que ha rebajado su beligerancia contra el gigante asiático: ha reducido los aranceles, ha relajado los controles de exportación de chips necesarios para la inteligencia artificial, e incluso ha suavizado los requisitos para expedir visados a estudiantes chinos. Un análisis que comparte The Wall Street Journal.

El bloqueo de China de las tierras raras dictó el sendero hacia la tregua comercial.

La misma autora apunta otra característica de las cadenas de suministro relacionadas con las tierras raras: los cuellos de botella que se forman no son fijos, sino que evolucionan con la tecnología. Este rasgo añade una dificultad a los esfuerzos que está realizando Estados Unidos por aflojar la dependencia de China en este sector estratégico.

La retórica de Donald Trump en torno a Canadá y Groenlandia, donde existen depósitos de tierras raras, responde a movimientos imperialistas para intentar apropiarse de recursos de los que carece, y construir cadenas de suministro alternativas.

En 2021, el parlamento de Groenlandia bloqueó uno de los mayores proyectos de tierras raras en el mundo, situado en Kvanefjeld, que iba a ser desarrollado por una empresa australiana, y que había obtenido una autorización preliminar el año anterior. Sin embargo, la explotación del yacimiento iba a generar residuos radioactivos, procedentes del uranio.

La ley aprobada por el parlamento de Groenlandia prohíbe la exploración de yacimientos con una concentración de uranio superior a 100 partes por millón, un rango considerado de baja calidad por la Asociación Nuclear Mundial. Es probable que Estados Unidos no tuviera tantos miramientos a la hora de extraer las imprescindibles tierras raras para su industria armamentística, si accediera al control de esos territorios.  

Localización de Kvanefjeld, en el extremo sur de Groenlandia. Imagen: Greenland Minerals.

Estados Unidos subvenciona la extracción de tierras raras en su territorio

Desde la década de los 80, China se enfocaba hacia la extracción de tierras raras, aprovechando menores costos ambientales y laborales. En la década de los 2000, usando incentivos fiscales a la exportación, China logró controlar el 90% de la oferta mundial. Entre 2010 y 2019, China proporcionó entre 9.000 y 10.000 millones de dólares en apoyo financiero gubernamental a empresas de tierras raras, con un incremento del 22% anual.

Mientras tanto, en 1996, Estados Unidos cerró la Oficina de Minas, transfiriendo ciertas funciones, como la recopilación, el análisis y la difusión de información sobre minerales al Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS).

Ahora, Washington está intentando recuperar el tiempo perdido, adoptando el modelo chino de subvenciones, subsidios o participación estatal que tanto critica. El gobierno estadounidense ha firmado un acuerdo multimillonario con la empresa minera MP Materials, mediante el cual el Departamento de Defensa se convertirá en su mayor accionista. Estos son los mismos que preconizan el «mercado libre». 

En virtud del pacto, el Pentágono garantizará un precio mínimo de 110 dólares por kilogramo para las dos tierras raras más populares, una cantidad que casi duplica el que se paga en el mercado chino, y el que percibía la empresa minera por kilo en el segundo semestre de 2024. Curiosamente, la empresa china Shenghe Resources posee el 7,7% de la mina de Mountain Pass.

MP Materials sella un macro acuerdo de tierras raras con Estados Unidos para romper el control de China.

Hasta el momento, la mina de Mountain Pass en California era la única que se dedicaba a la extracción de tierras raras en Estados Unidos. Ahora, la empresa propietaria del yacimiento Round Top, en Texas, ha anunciado la producción exitosa de una muestra de óxido de disprosio, con una pureza del 99,1 %. El mineral se procesó usando tecnología propia de la empresa USA Rare Earth para la extracción y purificación.

Por el momento, estos son los dos únicos proyectos para extraer tierras raras en Estados Unidos, lo que significa que la preponderancia china en el sector va para largo. Ante este escenario, Washington está moviendo a sus peones para intentar amortiguar la capacidad de presión de China, en la medida de sus posibilidades. Que son pocas, y tienen la tendencia a provocar efectos contraproducentes.

Washington recurre a sus aliados para intentar frenar a China

Estados Unidos está intentando cortar la expansión de China también en el sector de los minerales críticos, como el litio, fuera de su territorio. Es el caso de Canadá, otro de los obedientes aliados de Washington, donde el gobierno ha ordenado a tres empresas chinas retirar sus inversiones en explotaciones mineras, alegando motivos de seguridad nacional.

El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Zhao Lijian, declaró que «China insta a Canadá a que deje de atacar injustificadamente a las empresas chinas (en Canadá) y les proporcione un entorno empresarial justo, imparcial y no discriminatorio», añadiendo que con su acción estaba dañando las cadenas de suministro globales.

China lidera la producción de minerales críticos.

Estados Unidos también ha ordenado a uno de sus súbditos europeos que trate de frenar el avance tecnológico de China. El último movimiento ha sido la toma de control por parte del gobierno holandés de la empresa china de microchips Nexperia. La Haya justificó la expropiación alegando «graves deficiencias de gobernanza», e invocando la Ley de Disponibilidad de Mercancías, de 1952, una arbitrariedad con formato legal que data de la guerra fría.  Este es el «orden basado en reglas» que preconizan los occidentales.

El Ministerio de Comercio de China contestó la medida prohibiendo a Wingtech Technologies, la empresa matriz de Nexperia, radicada en Guangdong, la exportación de componentes vitales para el funcionamiento de la fábrica expropiada. 

China impone controles de exportación a Nexperia tras la toma de control holandesa. Bloomberg.

La respuesta de China a la agresividad de Estados Unidos y sus lacayos europeos está siendo contundente, porque está en posición de hacerlo. El pasado abril, China introdujo nuevas normas para que las empresas extranjeras puedan obtener una licencia de importación de tierras raras de seis meses de validez. Las regulaciones fueron reforzadas el 9 de octubre, cuando el Ministerio de Comercio chino las hizo más estrictas.

Los solicitantes deben presentar datos minuciosos y confidenciales, usando formularios extraordinariamente detallados, adjuntando fotografías de productos que muestren la ubicación de los minerales, diagramas de fabricación y datos del cliente. En determinados casos, el solicitante debe aportar datos de producción anual de los últimos tres años y proyecciones para los próximos tres.

La contención occidental de China está destinada al fracaso

Gina Raimondo fue la secretaria de Comercio en la administración de Joe Biden. Al final del mandato demócrata, Raimondo reconocía en una entrevista que los esfuerzos para restringir el acceso de China a la tecnología no habían conseguido contener el progreso chino, y apostaba por subvencionar la investigación y desarrollo a nivel local para intentar ganar la carrera tecnológica al gigante asiático. Raimondo proponía adoptar el modelo chino que tanto critica Washington.

De hecho, la ley CHIPS and Science Act está dotada con 53.000 millones de dólares provenientes del erario, y su objetivo era “incentivar” a las empresas estadounidenses a invertir en la fabricación de semiconductores, y a innovar en el ámbito científico aplicado a la tecnología.

Gina Raimondo despachaba con esta frase el intento de contener a China: “Intentar frenar a China es una misión de tontos”. Así mismo, ponía el acento en las subvenciones y programas gubernamentales, antes que en el control de las exportaciones, como estrategia para desbancar a China en la carrera tecnológica.

Raimondo dice que intentar frenar a China en la carrera por los chips es una “misión de tontos”. 

La estrategia de contención de Joe Biden ha sido seguida, y amplificada, por Donald Trump. Estados Unidos comenzó a imponer aranceles a las importaciones procedentes de China en febrero de 2025. En abril, los aranceles escalaron hasta el 145%. China replicó aumentando los aranceles para los productos estadounidenses hasta el 125%. En mayo, ambos países acordaron rebajarlos: Estados Unidos redujo los suyos hasta el 55%, y China los dejó en el 30%. El acuerdo incluyó una tregua comercial, que supuestamente concluye el 10 de noviembre.

El 16 de octubre, el ministro de Comercio chino, Wang Wentao, se reunió con el director ejecutivo de Apple, Tim Cook. Tras el encuentro, el Ministerio de Comercio chino emitió un comunicado donde achacaba a Estados Unidos “las recientes fluctuaciones” en las relaciones entre ambos países, debido a “la intensa aplicación por parte de Estados Unidos de una serie de medidas restrictivas contra China tras las conversaciones económicas y comerciales de Madrid, las cuales han perjudicado gravemente los intereses de China y han socavado el clima de las conversaciones económicas y comerciales bilaterales”.

El comunicado chino recalcaba la necesidad de encontrarse “en un punto medio”, llamaba al consenso y a “encontrar soluciones a los problemas mediante el diálogo y la consulta en igualdad de condiciones”. Lo de la igualdad de condiciones es lo que más les cuesta asumir a los estadounidenses.

A la hora de rematar este artículo, se anunciaba que Estados Unidos y China habían alcanzado “un acuerdo preliminar” en Kuala Lumpur que, según Li Chenggang, el representante de Comercio Internacional de China, y principal negociador, incluye los controles a las exportaciones que Pekín aplica a las tierras raras, la posible prórroga de la suspensión recíproca de aranceles, la “ampliación adicional” del comercio bilateral y  las tarifas portuarias contra los buques chinos.

China y Estados Unidos acuerdan un acuerdo marco preliminar en Malasia, allanando el camino para las conversaciones entre Xi y Trump. South China Morning Post, 26 de octubre de 2025.

Por su parte, el secretario de Comercio estadounidense, Scott Bessent, anticipaba que el acuerdo aplazaría los controles de exportación sobre tierras raras e imanes, ampliados por China en octubre, y evitaría un nuevo arancel estadounidense del 100% sobre los productos chinos, con el que amenazaba Trump.

Está previsto que Xi Jinping y Donald Trump se reúnan el 30 de octubre en Corea del Sur. Si quiere sobrevivir en la partida que se está jugando en el nuevo mundo multipolar, donde China tiene muchos triunfos, a Estados Unidos le toca dejar de lado su tradicional arrogancia y prepotencia, y sentarse a negociar en serio. ¿Se bajará esta vez el inquilino de la Casa Blanca de su pedestal? El futuro de su país, ese que tanto dice defender y, en gran medida, el de sus lacayos europeos, está en juego.

Trump desperdicia la cumbre de Alaska y sopesa la escalada contra Rusia

14 de octubre de 2025

Trump desaprovecha el impulso de Alaska y cede a las presiones de los belicistas

Aunque con Trump nunca se sabe, todo indica que está a punto de desperdiciar el impulso que parecía haber cogido en Alaska para restablecer las relaciones con Rusia. El mero hecho de estar valorando el suministro de misiles Tomahawk a Ucrania, que pueden portar ojivas nucleares, supone una temeridad que Joe Biden rechazó cuando Zelenski se lo propuso en su “plan de paz”.

Trump y Zelensky hablan de misiles Tomahawk para Ucrania, dicen fuentes. Axios, 11 de octubre de 2025.

Desde su constante envanecimiento, Trump quizás había pensado que bastaba con desarrollar una buena relación personal con Putin para que éste se aviniera a su deseo de poner fin a la guerra o, al menos, decretara un alto el fuego, que permitiera disimular la derrota de la OTAN en Ucrania, y a Trump, salvar la cara. Por lo que se ve, Trump salió de Alaska convencido de que un paseíto en su limusina bastaba para que el presidente de Rusia se plegara a sus deseos.

El problema de Estados Unidos y de Europa es que no escuchan, o no quieren escuchar, lo que dice Rusia, porque no les conviene. Putin y miembros destacados de su gobierno han repetido hasta la saciedad que para poner fin a la guerra en Ucrania es imprescindible afrontar las causas profundas que la provocaron. Y eso es algo que ni Estados Unidos ni Europa están dispuestos a plantearse, porque fueron ellos quienes la instigaron, y no están dispuestos a asumir las consecuencias de reconocerlo.

Por lo tanto, la guerra en Ucrania continuará, a menos que los miembros de la OTAN entiendan que tienen que sentarse a negociar sobre la base de los documentos que Rusia les envió en diciembre de 2021.  

Otro problema de fondo es que Trump se cree que todo el mundo debe satisfacer sus deseos, someterse a sus intereses, aunque vayan en perjuicio de los propios, y obedecer sus órdenes, como cuando exigió a Irán una “rendición incondicional” en la denominada guerra de los 12 días. En el fondo, Trump es idéntico a todos los presidentes estadounidenses, lo que ocurre es que no guarda las formas hipócritas de otros.

Trump llama a la “rendición incondicional” de Irán, mientras la guerra entre Israel e Irán continúa.

Como Putin no le ha hecho caso, y después de cada conversación se sucedía un nuevo bombardeo sobre Ucrania, Trump ha terminado cogiéndose una rabieta. Ha confundido el hecho de que Putin y él tuvieran conversaciones de manera sosegada, con que el presidente ruso aceptara renunciar a todos los objetivos que le llevaron a involucrarse directamente en la guerra civil que se desarrollaba en Ucrania desde 2014, sin obtener nada a cambio.

Acosado por las presiones de los neoconservadores en casa, y de los europeos y Zelenski fuera de ella, Trump está amagando con suministrar misiles de largo alcance, que no podrían operarse sin la intervención directa de militares estadounidenses, como recordó Putin. Aunque Rusia ha estado haciendo como que no ve la participación de los miembros de la OTAN en el conflicto, llega un punto en que la farsa no puede estirarse más. Tanto la opinión pública en Rusia, como los partidarios de la línea dura en el Kremlin, tienen un límite.

Las contradictorias declaraciones de altos dirigentes rusos sobre la cumbre de Alaska

El 5 de octubre, en relación con la posibilidad de que Estados Unidos enviara misiles Tomahawk a Ucrania, Putin afirmaba que «Esto conducirá a la destrucción de nuestras relaciones, o al menos de las tendencias positivas que han surgido en estas relaciones» y que supondría una «etapa cualitativamente nueva de escalada».

El 8 de octubre, el viceministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Riabkov, remachaba el mensaje de su presidente, recalcando que el suministro de misiles Tomahawk supondría «un cambio serio en la situación». Riabkov se lamentaba de que el impulso cogido en Alaska se había perdido en gran medida, debido a las acciones de quienes quieren continuar la guerra “hasta el último ucraniano”, mayormente los europeos.

Sin embargo, como es lógico, Riabkov también depositaba gran parte de la responsabilidad en el deterioro de las relaciones en los propios Estados Unidos: “Tenemos una cierta estructura de relaciones que se está resquebrajando y derrumbando. Los estadounidenses son los culpables de esto. Las grietas ya han llegado a los cimientos”.

En breve: Diplomático ruso senior evalúa el resultado de la cumbre de Alaska, el asunto de los Tomahawk.

María Zajárova, portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores, afirmó que en caso de tomarse la decisión de proveer a Kiev con misiles Tomahawk, este hecho «infligirá un daño irreparable a las relaciones ruso-estadounidenses que recién empezaron a manifestar elementos del restablecimiento del diálogo bilateral».

Las subsiguientes declaraciones sobre el mismo tema realizadas por Vladímir Putin; posteriormente por su portavoz, Dimitri Peskov; y por el asesor presidencial, Yuri Ushakov, parecen entrar en contradicción con las de Riabkov, Zajárova, y con las propias de Putin, expresadas el 5 de octubre.  

El 10 de octubre, en una rueda de prensa durante su viaje a Tayikistán, a preguntas de los periodistas sobre las palabras de Serguéi Riabkov, Putin señaló que no han sido revelados todos los detalles de la reunión con Donald Trump: «Nos limitamos a decir que, en general, tenemos un entendimiento por parte de Estados Unidos y de Rusia sobre hacia dónde debemos ir y hacia dónde debemos esforzarnos para poner fin a este conflicto por medios pacíficos».

Putin añadió que se trata de cuestiones complicadas que requieren una evaluación adicional. «No cambiamos nada por nuestra cuenta y creemos que es necesario refinar algo más entre ambas partes. Pero en general, nos mantenemos dentro de los acuerdos de Alaska«, aseguró.

Peskov, en línea con su jefe, aseveró el 12 de octubre que «La parte rusa sigue afirmando que estamos listos para una solución pacífica. Y también escuchamos a Trump hablar constantemente de la necesidad de sentarse a la mesa de negociaciones. De esto, concluimos que aún conserva la voluntad política. Sin embargo, los europeos y el régimen de Kiev se muestran totalmente reacios a hacer algo en ese sentido», remachó Peskov.

El Kremlin dice que Rusia está lista para un acuerdo en Ucrania, culpa a Europa, Kiev por la reluctancia. Xinhua news agency.

Por su parte, el asesor presidencial Yuri Ushakov declaró el 12 de octubre que los acuerdos alcanzados durante la reunión en Alaska entre Putin y Trump constituyen «la estrella guía» para resolver el conflicto ucraniano. Ushakov lamentó que Kiev no quiera que esos esfuerzos prosperen, y aseguró que Moscú sigue en contacto “constante” con Washington para encontrar una solución al conflicto. Ushakov puntualizó que, aunque ahora «tal vez» los esfuerzos sean «invisibles» y no se vean resultados, «tarde o temprano se notarán», según informa Russia Today en español, censurada en la Unión Europea.

La necesidad de recuperar la kremlinología

Para analizar la situación geopolítica es imprescindible analizar lo que dicen quienes trabajan en el Kremlin. Eso que en la época soviética se denominaba la kremlinología. Eran otros tiempos, donde los círculos del poder soviético eran mucho más opacos. Pero si queremos descifrar lo que ocurre en la cúpula rusa, la necesidad de desmenuzar lo que declaran Putin, Lavrov o Peskov sigue siendo tan imperativa como lo era en la época de Leónid Brézhnev o Andrei Gromiko.

Las contradicciones que observamos en esta sucesión de declaraciones revelan que en el Kremlin hay mar de fondo. Después de más de tres años y medio de guerra, el porcentaje de aprobación de Putin está en el 87%, pero si prestas atención a la opinión pública rusa, te das cuenta de que existe un cierto hartazgo por la duración de la guerra. Tanto en la calle, como en los pasillos del Kremlin.

Putin sigue apostando por llegar a una entente cordial con Estados Unidos, que permita una coexistencia entre ambas potencias. A pesar de la bilis que segregan las élites occidentales, y sus altavoces mediáticos, respecto a la figura de Putin, conviene recordar que el presidente ruso encarna a la facción moderada del Kremlin.

De ahí que el 12 de octubre, tras haber enseñado los colmillos siete días antes, Putin modulara sus palabras acerca de una hipotética “destrucción” de las relaciones entre Rusia y Estados Unidos, y dejara la puerta abierta a su reconducción. Siempre y cuando, apostillo yo, no se produzca el envío de los Tomahawk a Ucrania. 

En el Kremlin también hay quienes desconfían de la conveniencia de invertir tiempo y energías en un proceso de acercamiento a Estados Unidos, dando por sentado que no son un interlocutor en el que se pueda confiar. Son los que apuestan por que el ejército ruso se quite los guantes y acabe el trabajo, sin tantos miramientos, porque consideran que están perdiendo el tiempo, y con él, muchas vidas de sus compatriotas.

Hasta el momento, Putin se está saliendo con la suya, por varias razones.

La estrategia militar de guerra de desgaste está resultando correcta. El objetivo de Rusia nunca ha sido estrictamente territorial, sin despreciar la necesidad de proteger a la población rusa y rusófona que habita en Ucrania, sobre todo en el este. El objetivo declarado es la “desmilitarización” del país, es decir, la destrucción de su ejército, con el fin de que no vuelva a representar una amenaza, al menos en el corto y medio plazo. Teniendo en cuenta el grado de histeria que presentan Zelenski y sus patrocinadores europeos, Rusia está cumpliendo ese objetivo.

En un artículo publicado el 12 de julio de 2021, Putin ya consideraba que el pueblo ruso y el ucraniano son “un solo pueblo, en conjunto”. Calificaba de “gran desgracia y tragedia común” el muro que había emergido entre Rusia y Ucrania en los últimos años, que había sido “el resultado de los esfuerzos deliberados de esas fuerzas que siempre han buscado minar nuestra unidad”.

Con esas premisas, no parece coherente adoptar la estrategia estadounidense de provocar “conmoción y miedo”, a quien las “víctimas colaterales” siempre le importan un pimiento, cuando de lo que se trata es de arrasar países para imponer sus intereses geopolíticos o económicos, que vienen a ser lo mismo.

Por último, Putin no pierde de vista a los países que conforman la mayoría del mundo. Especialmente a sus aliados en los BRICS, que no entenderían que Rusia desplegara un ataque inmisericorde, que decimara a quienes considera miembros de un único pueblo.

La mayoría de los países del mundo realizan un análisis de lo que está ocurriendo entre Ucrania y Rusia muy distinto al que pretenden inculcarnos las élites europeas, y los propagandistas de la OTAN. El pretendido aislamiento de Rusia sólo existe en las mentes calenturientas de personajes como Kaja Kallas o Mark Rutte, que se niegan a reconocer que, al margen de sus cuatro acólitos asiáticos, quien está aislado internacionalmente es occidente.

Aunque Putin apueste por una estrategia de contención en Ucrania, si llega el momento en que detecta un peligro real que afecte a la supervivencia de Rusia como Estado soberano, tomará las medidas oportunas para salvaguardar su independencia y su supervivencia. “Rusia siempre ha sido, es y será”, afirmó en el Foro de Discusión de Valdái.

La OTAN sigue cruzando líneas rojas, confundiendo contención con debilidad

El planteamiento de la OTAN es que Rusia amaga, pero no da. Estados Unidos y Europa han cruzado lo que ellos consideran sucesivas líneas rojas de Moscú, sin que el Kremlin haya respondido con una escalada cualitativamente distinta a la guerra de desgaste, que es la estrategia que le está dando resultados. ¿Por qué cambiarla, si le va bien?

Trump cometió el error de llamar a Rusia “tigre de papel”, aunque luego rectificó y dijo que nunca lo volvería a hacer. Putin le dio la réplica en el Foro de Discusión de Valdái: «Un tigre de papel. ¿Qué sigue entonces? ¡Vayan y lidien con este tigre de papel! Si luchamos con todo el bloque de la OTAN, avanzamos, nos sentimos seguros y somos un ‘tigre de papel’, ¿qué es la OTAN en sí?»

Rusia está triturando el ejército ucraniano, a pesar de las sucesivas oleadas de armamento que le ha venido proporcionando la OTAN. La prensa occidental se apresuraba a calificar cada nuevo suministro como el “arma milagrosa” que iba a darle la vuelta a la tortilla en el campo de batalla. Primero fueron los tanques Leopard alemanes; luego los Abrams estadounidenses; más tarde vinieron los misiles Storm Shadow británicos, los Scalp franceses; posteriormente los cazas F-16… Rusia se las ha apañado para neutralizar cada una de estas armas, y hasta The New York Times reconoce que el ejército ruso está avanzando.

Rusia está “aplastando” a Ucrania hasta la victoria ante nuestros ojos. National Security Journal.

Imaginemos que hubiera sido Rusia la que hubiera promovido un golpe de Estado en México, para instalar un gobierno títere, al que armar hasta los dientes, que posteriormente hubiera matado a 14.000 estadounidenses residentes en las regiones mexicanas fronterizas con Estados Unidos, y que se mostrara dispuesto a acoger armas nucleares con las que atacar a su vecino del norte. ¿Cuál habría sido la reacción de Washington? Con toda probabilidad, bombardeos de saturación hasta revertir la situación, o incluso nucleares, como ya hizo en Hiroshima y Nagasaki, hasta lograr un cambio de régimen que garantizara su tranquilidad en el flanco sur.

Esta valoración encaja con el hecho de que Trump le echara en cara a Putin que llevaba cuatro años en una guerra, que supuestamente debería haber durado una semana: en una situación similar, los estadounidenses habrían apostado por un ataque masivo y fulgurante, sin ninguna contemplación. Ignorando los componentes profundos de la estrategia rusa, la OTAN está confundiendo la contención que está mostrando Rusia con debilidad.

El 2 de octubre en Valdái, Putin avisó de que el envío de misiles Tomahawk a Ucrania representaría “un nivel de escalada completamente nuevo”.  Por una parte, Putin se esfuerza por mantener abierta la puerta al acercamiento, pero por otro advierte que Estados Unidos podría estar cruzando la línea roja definitiva: esa que Rusia no podría consentir que sobrepasaran. La capacidad nuclear de los Tomahawk podría constituir el salto cualitativo que forzaría a Putin a abandonar su posición conciliadora con Estados Unidos.

Putin: Los misiles Tomahawk supondrían un “nivel de escalada completamente nuevo” entre Estados Unidos y Rusia. Kyiv Post, 2 de octubre de 2025.

Durante toda la guerra, el Pentágono no sólo ha estado proporcionando armamento a Ucrania, sino datos de inteligencia y coordenadas imprescindibles para utilizarlo. La existencia de contactos bilaterales al más alto nivel entre Rusia y Estados Unidos no es óbice para que siga haciéndolo. Financial Times nos informa de que, desde el verano, Washington está proporcionando información a Kiev para que ataque infraestructuras energéticas en el interior de Rusia, mucho más allá del campo de batalla.

Ucrania golpea instalaciones energéticas rusas con la ayuda de Estados Unidos.

Según el periódico londinense, el apoyo de la administración de Trump a las operaciones ucranianas supone un esfuerzo coordinado para debilitar a Moscú. En realidad, el propósito que subyace es el de forzarlo a sentarse en una mesa de negociaciones que no serían tales, sino una simple exigencia de capitulación.

Las últimas declaraciones de Donald Trump en relación con la posibilidad de entregar misiles Tomahawk a Ucrania parecen indicar que le han llegado las advertencias de Rusia. A bordo del Air Force One, Trump declaró que, antes de hacerlo, podría advertir a Putin que Estados Unidos está contemplando dicho escenario: “Miren: si esta guerra no se resuelve, les enviaré Tomahawks. El Tomahawk es un arma increíble, un arma muy ofensiva. Y, sinceramente, Rusia no la necesita”. Si con estas amenazas Trump pretende que Rusia se avenga a detener el impulso de su actual ofensiva, y decretar al menos un alto el fuego, se equivoca de plano.

Trump dice que podría advertir a Putin de que Estados Unidos está considerando los Tomahawks para Ucrania. Bloomberg, 12 de octubre de 2025.

El 13 de octubre, preguntado Zelenski si Trump había aprobado ya la entrega de los Tomahawks, el presidente de Ucrania respondía con evasivas, que estaban trabajando en ello, y que “ya veremos”, lo que significa que Trump aún no lo ha hecho.

El mismo día, Dimitri Peskov advertía que el suministro de misiles con capacidad nuclear a Ucrania “podría acabar mal”. El portavoz de Putin recordaba que “El manejo de misiles tan complejos requerirá, de una forma u otra, la participación de especialistas estadounidenses. Esto es un hecho evidente […] Cualquier experto aquí lo entiende perfectamente y lo sabe. Hemos hablado tanto de los Tomahawk que no veo el sentido de repetirlo».

Por su parte, Dimitri Medvédev, vicepresidente del Consejo de Seguridad Nacional, también recordaba que es imposible distinguir en vuelo si un Tomahawk lleva una ojiva nuclear o no, y que el lanzamiento no lo realizarían los ucranianos, sino los estadounidenses. Y advertía: “¿Cómo responderá Rusia? ¡Exactamente!”. A buen entendedor…

Esperemos que Trump no se pase de listo con el tigre de papel, a riesgo de que el zarpazo de respuesta se nos lleve a todos por delante.

El ataque de Israel en Catar socava la protección de Estados Unidos a las petromonarquías

30 de septiembre de 2025

El intento de asesinato de la cúpula de Hamas en Doha debilita al padrino estadounidense

El ataque de Israel a la cúpula de Hamas en Doha ha dañado significativamente el sistema de protección, de tinte mafioso, que dispensaba Estados Unidos a las monarquías petroleras desde los años 70.  Como señalé en un artículo anterior, en 1974, tras el embargo petrolero árabe por el apoyo de Estados Unidos a Israel en la guerra del Yom Kipur, Nixon envió a Kissinger a Arabia Saudita para solventar la crisis y garantizar el suministro.

Además de reanudar el flujo, de esa misión nació el sistema de los petrodólares: los saudíes venderían su petróleo denominado en dólares y, a cambio, Washington aseguraría la protección de la monarquía. Pronto, otros productores de crudo adoptaron también el dólar como moneda de referencia para sus transacciones.

El bombardeo perpetrado por el gobierno sionista de Netanyahu en Catar ha provocado la materialización de un pacto que probablemente llevara un tiempo gestándose, pero que ha sido anunciado justo después del ataque israelí en Doha: el acuerdo de seguridad firmado entre Arabia Saudita y Pakistán, que es una potencia nuclear. Cuando compruebas que un padrino ya no tiene la capacidad de protegerte, lo lógico es buscarte otro que sí pueda hacerlo.

Israel es el único país de la región que cuenta con armas nucleares. Además, no ha suscrito el Tratado de No Proliferación. Teniendo en cuenta el nivel de locura y el frenesí asesino que los sionistas al mando del gobierno hebreo están demostrando en Gaza, es comprensible que sus vecinos busquen estrategias de defensa ante un hipotético ataque nuclear por parte de Israel.

Israel, ese pequeño estado criminal en el corazón de Oriente Próximo, cuenta con un amplio historial delictivo. Israel ya había bombardeado previamente al Líbano, Jordania, Irak, Siria y, recientemente, Irán. Pero hasta ahora no se había atrevido a atacar a una de las monarquías petroleras bajo la protección del padrino estadounidense. Además, se da la circunstancia de que Catar alberga la mayor base del Pentágono en la región, a escasos 35 kilómetros de Doha, la capital.

Ubicación del ataque israelí en Doha, y de la base estadounidense Al Udeid. Ilustraciones: BBC.

Disponemos de informaciones contradictorias acerca de si Estados Unidos había sido avisado por su socio – ¿o deberíamos decir su amo? – acerca del ataque que pensaba perpetrar en una de sus monarquías protegidas. Después de que Axios reportara que Donald Trump había sido avisado previamente por Netanyahu sobre el bombardeo, el presidente de Estados Unidos lo desmintió, asegurando que “No, no lo hizo”.

Nadie en su sano juicio puede tragarse que Israel montó una operación de esta envergadura sin contar con el beneplácito o, al menos, el conocimiento de Washington. 1.700 kilómetros en línea recta separan Israel de Doha. Existen dos hipótesis acerca del modus operandi del ataque: una es que los cazas sobrevolaran Jordania y Arabia Saudita, con reabastecimiento en vuelo, aunque personalmente me chirría. Otra sostiene que se utilizaron unos sofisticados misiles, de fabricación israelí, que fueron disparados por cazas desde el Mar Rojo, precisamente para evitar el sobrevuelo por países árabes.

Infografía de Clash Report, publicada en X.

En cualquier caso, nadie puede creerse que una operación que afectaba a Catar, uno de los protegidos por Estados Unidos, no fuera comunicada previamente al padrino.

Netanyahu presume de que controla a Donald Trump

En una entrevista con el periodista Glenn Greenwald, Tucker Carlson aseguró que “Bibi anda por ahí —esto es un hecho, no lo estoy adivinando porque hablé con gente a la que se lo dijo— anda por Oriente Medio, por su región, por su propio país, diciéndole a la gente sin rodeos, sin más: «Yo controlo Estados Unidos. Yo controlo a Donald Trump”. Bibi es el apodo por el que se conoce a Netanyahu.

Si nos atenemos a los hechos, lo afirmado por Tucker Carlson es perfectamente verosímil. El genocidio que está cometiendo el gobierno de Netanyahu contra la población palestina está gozando de impunidad absoluta. Esto se debe a que el único actor que podría acabar de cuajo con la masacre, Estados Unidos, sigue prestando apoyo al gobierno de coalición encabezado por Netanyahu. Desde que Trump asumió la presidencia, el primer ministro genocida ha sido recibido cuatro veces en la Casa Blanca.

El 19 de septiembre, Reuters publicó que la administración de Donald Trump estaba planeando pedir autorización al Congreso para venderle armas a Israel, por valor de 6.400 millones de dólares. El paquete incluiría 30 helicópteros de ataque Apache, así como 3.250 vehículos de asalto para la infantería. No hace falta ser un experto militar para darse cuenta de que se trata del equipamiento adecuado para una invasión por tierra, justo ahora que se habla de la posibilidad de que Israel se anexione directamente Cisjordania. Donald Trump ha afirmado que no lo va a permitir. Veremos.

La administración de Trum planea venderle 6.400 millones de dólares en armas a Israel, afirman fuentes. Reuters, 19 de septiembre de 2025.

En 2020, Israel, los Emiratos Árabes Unidos, Baréin y Marruecos firmaron los Acuerdos de Abraham, un intento de normalizar las relaciones entre el estado hebreo y los países árabes vecinos. Los acuerdos consisten en una declaración general, así como pactos bilaterales. Arabia Saudita estaba negociando sumarse a la iniciativa, pero a raíz del recrudecimiento del conflicto en Gaza, desde octubre de 2023, rehusó hacerlo. El reino saudí basó su negativa en la necesidad de fijar una hoja de ruta que condujera al establecimiento de un estado palestino.

El apoyo estadounidense al genocidio sionista en Palestina ha dejado en papel mojado los Acuerdos de Abraham, que fueron impulsados por Washington. Israel ha dejado claro que antepone sus intereses colonialistas y expansionistas a la posibilidad de mantener unas relaciones diplomáticas basadas en el respeto de sus vecinos árabes.

Israel empuja a Arabia Saudita hacia el pacto con Pakistán

En su visita a Arabia Saudita en mayo de este año, Donald Trump pronunció un pomposo discurso en el que, entre otras cosas, afirmó lo siguiente: “Como lo he demostrado repetidamente, estoy dispuesto a poner fin a los conflictos pasados ​​y a forjar nuevas alianzas para un mundo mejor y más estable, incluso si nuestras diferencias pueden ser muy profundas”.

Hasta el momento, la presidencia de Donald Trump no se ha caracterizado precisamente por su capacidad para “poner fin a los conflictos pasados”, especialmente en Oriente Próximo, dada su actitud benevolente hacia el genocida Netanyahu.

En su reciente discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas, Netanyahu presumió literalmente de haber asesinado a los dirigentes de Hezbolá, usando buscapersonas con explosivos. Los bombardeos israelíes en Irán del pasado mes de junio tenían el objetivo de decapitar al gobierno iraní, cuando se encontraba negociando con Estados Unidos un nuevo acuerdo nuclear, que sustituyera al JCPOA. El ataque israelí en Catar pretendía asesinar al equipo negociador de Hamas, en el momento en el que estaban reunidos analizando una propuesta de Estados Unidos. Con esta estrategia, Israel le está quitando a cualquiera las ganas de negociar. Quizá sea un efecto colateral que desea alcanzar.

Perfil – ¿Quiénes eran los líderes de Hamas que Israel trató de asesinar en Catar? Titular de Anadolu Ajansi.

La lección que los países árabes de la zona, supuestos aliados de Estados Unidos, han podido extraer del ataque sionista es que Israel ha utilizado la misma estrategia en Doha, que la empleada en el Líbano o Teherán. La supuesta protección que les dispensa Washington deja de tener efecto cuando entran en acción los intereses de su máximo protegido: Israel. Es decir, que la calidad de la protección es muy baja.

El primer país que ha extraído las conclusiones correctas de lo ocurrido ha sido Arabia Saudita, que ha recurrido a un viejo amigo, Pakistán, para proporcionarse un paraguas nuclear. El tratado de defensa mutua lo firmaron Mohammed bin Salman y Shehbaz Sharif, 8 días después del ataque israelí en Doha. Según reza el comunicado del gobierno saudí, “El acuerdo establece que cualquier agresión contra cualquiera de los países será considerada una agresión contra ambos”.

Fotografía: Marriyum Aurangzeb en X.

Arabia Saudita y Pakistán mantienen excelentes relaciones desde la independencia de Pakistán, en 1945, y de colaboración en el ámbito militar. Firmaron su primer protocolo de defensa en 1967, de alcance limitado, que se amplió en 1982, para incluir el estacionamiento de tropas pakistaníes en el reino saudí para propósitos de defensa, así como entrenamiento militar y ejercicios conjuntos.

El pacto entre ambos países ha sido bien recibido por Irán. Su presidente, Masoud Pezeshkian, se refirió de este modo al acuerdo en su intervención ante la reciente Asamblea General de Naciones Unidas: “Irán acoge con satisfacción el pacto defensivo entre los dos países musulmanes hermanos, el Reino de Arabia Saudita y la República Islámica de Pakistán, como el comienzo de un sistema integral de seguridad regional con la cooperación de los estados musulmanes de Asia Occidental en los ámbitos de la seguridad política y la defensa”.

Una reacción tan positiva por parte de Irán habría sido impensable hace muy poco tiempo. Sin embargo, las labores diplomáticas de China en la región, que propiciaron un acercamiento entre Arabia Saudita e Irán, históricos rivales, están teniendo su efecto, como describí en este artículo.

El 15 de septiembre, la Liga Árabe y la Organización para la Cooperación Islámica celebraron una cumbre conjunta de emergencia en Doha, que reunió a dirigentes de alto nivel de 60 países, incluyendo a los primeros espadas de muchos de ellos. En una declaración, los participantes abogaron por “Que todos los Estados adopten todas las medidas legales y efectivas posibles para impedir que Israel continúe sus acciones contra el pueblo palestino”, incluyendo “la revisión de las relaciones diplomáticas y económicas con él y el inicio de procedimientos legales en su contra”.

Dirigentes de 60 países se reúnen en Doha, tras los ataques sionistas en Catar. Fotografía de Tamin bin Hamad.

Como acertadamente señaló Masoud Pezeshkian, el presidente iraní, “Mañana podría ser el turno de cualquier capital árabe o islámica”, en referencia a los ataques perpetrados por Israel en Doha.

La protección que Estados Unidos prestaba a sus aliados en la zona ha sido socavada por Israel, y los países árabes harían bien en materializar todos los pasos anunciados en la cumbre de Doha, con el objetivo de construir efectivamente una nueva arquitectura de seguridad regional, que saque al falso padrino de la zona, y neutralice a Israel.

Los países árabes del Golfo Pérsico, grandes productores de petróleo, tienen una herramienta muy poderosa en sus manos, que ya utilizaron en los años 70, para sacudirse la falsa protección de la mafia de Washington. También deberían utilizarla para presionar a Israel, y los pocos aliados que le quedan, con el objetivo de poner fin al genocidio sionista en Gaza. Ya están tardando.

P.S.: Poco antes de publicar este artículo, salta la noticia de que Netanyahu ha aceptado un “plan de paz” de Donald Trump para Gaza, y que dicha iniciativa ha sido saludada positivamente por un grupo de países árabes, que han publicado un comunicado conjunto. En una primera lectura, el plan constituye un trágala para Hamas, una coartada para que lo rechace y Netanyahu “acabe el trabajo”. Proponer a Tony Blair, uno de los artífices de la guerra de Irak, como figura al frente de una autoridad internacional en Gaza supone un sarcasmo.

Los países árabes deberían tomar partido de una vez por la causa palestina. De lo contrario, que no les extrañe que les acusen de complicidad en el genocidio sionista.