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Qué son las tierras raras y por qué le permiten a China doblegar a Estados Unidos

27 de octubre de 2025

Por qué son tan importantes las tierras raras

Lo único raro de las tierras raras es encontrarlas en cantidades lo suficientemente agrupadas, y grandes, como para que su explotación sea económicamente viable. Porque los 15 elementos del grupo de los lantánidos que conforman las denominadas tierras raras son abundantes en la corteza terrestre, pero están muy dispersos, y no suelen presentarse en forma pura, sino agregados, en muy escasa proporción, a otros minerales.

A esta dificultad hay que añadir los altos costes ambientales y energéticos que supone su extracción, que requiere procesar grandes cantidades de mineral. Además, su explotación genera muchos residuos altamente contaminantes que, en ocasiones, contienen elementos radioactivos como el torio y el uranio, así como sustancias peligrosas como ácido fluorhídrico y dióxido de sulfuro. 

Distribución de las reservas de tierras raras en el mundo. Fuente: USGS.

¿Por qué las tierras raras ocupan la agenda geopolítica últimamente? La respuesta es muy sencilla: los 15 elementos que forman el grupo de los lantánidos, a los que suele añadirse el escandio y el itrio, tienen una serie de propiedades muy específicas que los convierte en indispensables para fabricar una enorme gama de productos.

Los 15 lantánidos son el lantano, el cerio, el praseodimio, el neodimio, el prometio, el samario, el europio, el gadolinio, el terbio, el disprosio, el holmio, el erbio, el tulio, el iterbio y el lutecio.

El neodimio, el disprosio, el praseodimio y el terbio tienen propiedades magnéticas, lo que los convierte en esenciales para producir imanes de alto rendimiento. Estos son imprescindibles para fabricar aparatos de resonancia magnética usados en medicina, discos duros, altavoces, auriculares, y trenes de levitación magnética.

En el campo de las denominadas energías renovables, estos imanes son utilizados en la fabricación de vehículos eléctricos e híbridos y turbinas eólicas. Una sola turbina eólica de 3 MW utiliza 2 toneladas de imanes de neodimio.

El disprosio y el cerio se usan en la manufactura de paneles solares para mejorar la duración y eficiencia de las celdas. El lantano y el cerio mejoran la densidad, duración y seguridad de las baterías de iones de litio, utilizadas en un sinfín de aparatos electrónicos y en sistemas de almacenamiento de energía, a gran escala.

El itrio y el cerio se emplean para mejorar el rendimiento y el consumo de las membranas de los electrolizadores usados para producir el “hidrógeno verde”, que es la denominación del hidrógeno obtenido usando energías renovables. El cerio también se usa en los catalizadores de los coches, con el objetivo de reducir la contaminación que provoca la combustión.

En el terreno industrial, los imanes de alto rendimiento son necesarios para los procesos de control de calidad de los aceites lubricantes y cajas de cambio: capturan micropartículas metálicas que evitan el deterioro de los motores.

Aplicaciones de las tierras raras en Estados Unidos. Ilustración: Researchgate.net.

Los imanes de alto rendimiento también son esenciales para fabricar robots industriales y resultan imprescindibles en la industria de armamento. Sobre este aspecto volveré a continuación, ya que resulta crucial en la pugna que mantienen Estados Unidos y China.

Las tierras raras también tienen propiedades ópticas, que los hace necesarios para la manufactura de dispositivos de iluminación, pantallas de visualización y materiales fluorescentes. También sirven como catalizadores en reacciones químicas que tienen lugar durante el refinado de petróleo y la síntesis de fármacos. Al tener unos puntos de fusión altos, las tierras raras se utilizan en entornos de temperaturas extremas, tales como la metalurgia y la industria aeroespacial.

Los teléfonos inteligentes contienen hasta 0,35 gramos de itrio y terbio en sus pantallas y sus módulos de vibración. En resumen, las tierras raras son extremadamente comunes en nuestra vida diaria. Por este motivo, China dispone de una palanca brutal a la hora de negociar con Estados Unidos en la guerra comercial que desató Donald Trump en 2018, cuando impuso aranceles por un valor de 34.000 millones de dólares a productos chinos.

El control chino de las tierras raras le otorga una poderosa palanca frente a Estados Unidos

El dominio de China en el sector de las tierras raras es abrumador: concentra el 70% de la extracción y el 90% de la separación y el procesamiento. Por si eso fuera poco, en China se fabrican el 93% de los imanes. Entre 2014 y 2017, China suministró a Estados Unidos el 80% de las tierras raras que importó. Entre 2020 y 2023, el porcentaje seguía siendo muy alto: el 70%.

La regulación más laxa en materia ambiental ha contribuido a la expansión de la minería de tierras raras en China, que ha pagado un alto precio en costes ambientales, pero le ha colocado en una situación de preponderancia en un sector estratégico, a todos los niveles. 

Reservas de tierras raras en el mundo. Depósitos conocidos por países en millones de toneladas.

Además de las aplicaciones citadas en el capítulo anterior, las tierras raras son cruciales para la industria de armamento de Estados Unidos. En la lista de artefactos mortíferos que precisan de las tierras raras encontramos los cazas F-35, los submarinos de clase Virginia y Columbia, los misiles Tomahawk, los sistemas de radar, los drones Predator y la serie de bombas inteligentes Joint Direct Attack Munition.

Cada avión F-35 necesita 418 kilos de tierras raras para su radar, para sus sistemas de fijación de objetivos y para sus motores. Un destructor DDG-51 de la clase Arleigh Burke requiere aproximadamente 2.600 kilos, y se necesitan 4.600 kilos de lantánidos para construir un submarino de la clase Virginia.

Las restricciones de China a las tierras raras y a los imanes amenazan las cadenas de suministro de defensa de Estados Unidos. 9 de octubre de 2025.

Un informe del Pentágono fechado en 2023 señaló la dependencia absoluta de las tierras raras pesadas procedentes de China: el 100% venían del gigante asiático. Otro informe, esta vez de RAND Corporation, advertía que si China cortara el suministro de lantánidos durante 90 días, podría paralizar la producción del 78% de los contratistas de defensa estadounidenses. La fabricación de misiles hipersónicos y sistemas satelitales también sufriría retrasos. La misma consultora estima que Estados Unidos necesitaría al menos 10 años para levantar una cadena de suministros de tierras raras alternativa.

Angela Huyue Zhang, catedrática de derecho y autora de dos libros sobre las políticas del gobierno chino en relación con la alta tecnología, señala que, en respuesta al incremento de los controles a la exportación de tierras raras por parte de China, ha sido Estados Unidos el que ha rebajado su beligerancia contra el gigante asiático: ha reducido los aranceles, ha relajado los controles de exportación de chips necesarios para la inteligencia artificial, e incluso ha suavizado los requisitos para expedir visados a estudiantes chinos. Un análisis que comparte The Wall Street Journal.

El bloqueo de China de las tierras raras dictó el sendero hacia la tregua comercial.

La misma autora apunta otra característica de las cadenas de suministro relacionadas con las tierras raras: los cuellos de botella que se forman no son fijos, sino que evolucionan con la tecnología. Este rasgo añade una dificultad a los esfuerzos que está realizando Estados Unidos por aflojar la dependencia de China en este sector estratégico.

La retórica de Donald Trump en torno a Canadá y Groenlandia, donde existen depósitos de tierras raras, responde a movimientos imperialistas para intentar apropiarse de recursos de los que carece, y construir cadenas de suministro alternativas.

En 2021, el parlamento de Groenlandia bloqueó uno de los mayores proyectos de tierras raras en el mundo, situado en Kvanefjeld, que iba a ser desarrollado por una empresa australiana, y que había obtenido una autorización preliminar el año anterior. Sin embargo, la explotación del yacimiento iba a generar residuos radioactivos, procedentes del uranio.

La ley aprobada por el parlamento de Groenlandia prohíbe la exploración de yacimientos con una concentración de uranio superior a 100 partes por millón, un rango considerado de baja calidad por la Asociación Nuclear Mundial. Es probable que Estados Unidos no tuviera tantos miramientos a la hora de extraer las imprescindibles tierras raras para su industria armamentística, si accediera al control de esos territorios.  

Localización de Kvanefjeld, en el extremo sur de Groenlandia. Imagen: Greenland Minerals.

Estados Unidos subvenciona la extracción de tierras raras en su territorio

Desde la década de los 80, China se enfocaba hacia la extracción de tierras raras, aprovechando menores costos ambientales y laborales. En la década de los 2000, usando incentivos fiscales a la exportación, China logró controlar el 90% de la oferta mundial. Entre 2010 y 2019, China proporcionó entre 9.000 y 10.000 millones de dólares en apoyo financiero gubernamental a empresas de tierras raras, con un incremento del 22% anual.

Mientras tanto, en 1996, Estados Unidos cerró la Oficina de Minas, transfiriendo ciertas funciones, como la recopilación, el análisis y la difusión de información sobre minerales al Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS).

Ahora, Washington está intentando recuperar el tiempo perdido, adoptando el modelo chino de subvenciones, subsidios o participación estatal que tanto critica. El gobierno estadounidense ha firmado un acuerdo multimillonario con la empresa minera MP Materials, mediante el cual el Departamento de Defensa se convertirá en su mayor accionista. Estos son los mismos que preconizan el «mercado libre». 

En virtud del pacto, el Pentágono garantizará un precio mínimo de 110 dólares por kilogramo para las dos tierras raras más populares, una cantidad que casi duplica el que se paga en el mercado chino, y el que percibía la empresa minera por kilo en el segundo semestre de 2024. Curiosamente, la empresa china Shenghe Resources posee el 7,7% de la mina de Mountain Pass.

MP Materials sella un macro acuerdo de tierras raras con Estados Unidos para romper el control de China.

Hasta el momento, la mina de Mountain Pass en California era la única que se dedicaba a la extracción de tierras raras en Estados Unidos. Ahora, la empresa propietaria del yacimiento Round Top, en Texas, ha anunciado la producción exitosa de una muestra de óxido de disprosio, con una pureza del 99,1 %. El mineral se procesó usando tecnología propia de la empresa USA Rare Earth para la extracción y purificación.

Por el momento, estos son los dos únicos proyectos para extraer tierras raras en Estados Unidos, lo que significa que la preponderancia china en el sector va para largo. Ante este escenario, Washington está moviendo a sus peones para intentar amortiguar la capacidad de presión de China, en la medida de sus posibilidades. Que son pocas, y tienen la tendencia a provocar efectos contraproducentes.

Washington recurre a sus aliados para intentar frenar a China

Estados Unidos está intentando cortar la expansión de China también en el sector de los minerales críticos, como el litio, fuera de su territorio. Es el caso de Canadá, otro de los obedientes aliados de Washington, donde el gobierno ha ordenado a tres empresas chinas retirar sus inversiones en explotaciones mineras, alegando motivos de seguridad nacional.

El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Zhao Lijian, declaró que «China insta a Canadá a que deje de atacar injustificadamente a las empresas chinas (en Canadá) y les proporcione un entorno empresarial justo, imparcial y no discriminatorio», añadiendo que con su acción estaba dañando las cadenas de suministro globales.

China lidera la producción de minerales críticos.

Estados Unidos también ha ordenado a uno de sus súbditos europeos que trate de frenar el avance tecnológico de China. El último movimiento ha sido la toma de control por parte del gobierno holandés de la empresa china de microchips Nexperia. La Haya justificó la expropiación alegando «graves deficiencias de gobernanza», e invocando la Ley de Disponibilidad de Mercancías, de 1952, una arbitrariedad con formato legal que data de la guerra fría.  Este es el «orden basado en reglas» que preconizan los occidentales.

El Ministerio de Comercio de China contestó la medida prohibiendo a Wingtech Technologies, la empresa matriz de Nexperia, radicada en Guangdong, la exportación de componentes vitales para el funcionamiento de la fábrica expropiada. 

China impone controles de exportación a Nexperia tras la toma de control holandesa. Bloomberg.

La respuesta de China a la agresividad de Estados Unidos y sus lacayos europeos está siendo contundente, porque está en posición de hacerlo. El pasado abril, China introdujo nuevas normas para que las empresas extranjeras puedan obtener una licencia de importación de tierras raras de seis meses de validez. Las regulaciones fueron reforzadas el 9 de octubre, cuando el Ministerio de Comercio chino las hizo más estrictas.

Los solicitantes deben presentar datos minuciosos y confidenciales, usando formularios extraordinariamente detallados, adjuntando fotografías de productos que muestren la ubicación de los minerales, diagramas de fabricación y datos del cliente. En determinados casos, el solicitante debe aportar datos de producción anual de los últimos tres años y proyecciones para los próximos tres.

La contención occidental de China está destinada al fracaso

Gina Raimondo fue la secretaria de Comercio en la administración de Joe Biden. Al final del mandato demócrata, Raimondo reconocía en una entrevista que los esfuerzos para restringir el acceso de China a la tecnología no habían conseguido contener el progreso chino, y apostaba por subvencionar la investigación y desarrollo a nivel local para intentar ganar la carrera tecnológica al gigante asiático. Raimondo proponía adoptar el modelo chino que tanto critica Washington.

De hecho, la ley CHIPS and Science Act está dotada con 53.000 millones de dólares provenientes del erario, y su objetivo era “incentivar” a las empresas estadounidenses a invertir en la fabricación de semiconductores, y a innovar en el ámbito científico aplicado a la tecnología.

Gina Raimondo despachaba con esta frase el intento de contener a China: “Intentar frenar a China es una misión de tontos”. Así mismo, ponía el acento en las subvenciones y programas gubernamentales, antes que en el control de las exportaciones, como estrategia para desbancar a China en la carrera tecnológica.

Raimondo dice que intentar frenar a China en la carrera por los chips es una “misión de tontos”. 

La estrategia de contención de Joe Biden ha sido seguida, y amplificada, por Donald Trump. Estados Unidos comenzó a imponer aranceles a las importaciones procedentes de China en febrero de 2025. En abril, los aranceles escalaron hasta el 145%. China replicó aumentando los aranceles para los productos estadounidenses hasta el 125%. En mayo, ambos países acordaron rebajarlos: Estados Unidos redujo los suyos hasta el 55%, y China los dejó en el 30%. El acuerdo incluyó una tregua comercial, que supuestamente concluye el 10 de noviembre.

El 16 de octubre, el ministro de Comercio chino, Wang Wentao, se reunió con el director ejecutivo de Apple, Tim Cook. Tras el encuentro, el Ministerio de Comercio chino emitió un comunicado donde achacaba a Estados Unidos “las recientes fluctuaciones” en las relaciones entre ambos países, debido a “la intensa aplicación por parte de Estados Unidos de una serie de medidas restrictivas contra China tras las conversaciones económicas y comerciales de Madrid, las cuales han perjudicado gravemente los intereses de China y han socavado el clima de las conversaciones económicas y comerciales bilaterales”.

El comunicado chino recalcaba la necesidad de encontrarse “en un punto medio”, llamaba al consenso y a “encontrar soluciones a los problemas mediante el diálogo y la consulta en igualdad de condiciones”. Lo de la igualdad de condiciones es lo que más les cuesta asumir a los estadounidenses.

A la hora de rematar este artículo, se anunciaba que Estados Unidos y China habían alcanzado “un acuerdo preliminar” en Kuala Lumpur que, según Li Chenggang, el representante de Comercio Internacional de China, y principal negociador, incluye los controles a las exportaciones que Pekín aplica a las tierras raras, la posible prórroga de la suspensión recíproca de aranceles, la “ampliación adicional” del comercio bilateral y  las tarifas portuarias contra los buques chinos.

China y Estados Unidos acuerdan un acuerdo marco preliminar en Malasia, allanando el camino para las conversaciones entre Xi y Trump. South China Morning Post, 26 de octubre de 2025.

Por su parte, el secretario de Comercio estadounidense, Scott Bessent, anticipaba que el acuerdo aplazaría los controles de exportación sobre tierras raras e imanes, ampliados por China en octubre, y evitaría un nuevo arancel estadounidense del 100% sobre los productos chinos, con el que amenazaba Trump.

Está previsto que Xi Jinping y Donald Trump se reúnan el 30 de octubre en Corea del Sur. Si quiere sobrevivir en la partida que se está jugando en el nuevo mundo multipolar, donde China tiene muchos triunfos, a Estados Unidos le toca dejar de lado su tradicional arrogancia y prepotencia, y sentarse a negociar en serio. ¿Se bajará esta vez el inquilino de la Casa Blanca de su pedestal? El futuro de su país, ese que tanto dice defender y, en gran medida, el de sus lacayos europeos, está en juego.

Trump desperdicia la cumbre de Alaska y sopesa la escalada contra Rusia

14 de octubre de 2025

Trump desaprovecha el impulso de Alaska y cede a las presiones de los belicistas

Aunque con Trump nunca se sabe, todo indica que está a punto de desperdiciar el impulso que parecía haber cogido en Alaska para restablecer las relaciones con Rusia. El mero hecho de estar valorando el suministro de misiles Tomahawk a Ucrania, que pueden portar ojivas nucleares, supone una temeridad que Joe Biden rechazó cuando Zelenski se lo propuso en su “plan de paz”.

Trump y Zelensky hablan de misiles Tomahawk para Ucrania, dicen fuentes. Axios, 11 de octubre de 2025.

Desde su constante envanecimiento, Trump quizás había pensado que bastaba con desarrollar una buena relación personal con Putin para que éste se aviniera a su deseo de poner fin a la guerra o, al menos, decretara un alto el fuego, que permitiera disimular la derrota de la OTAN en Ucrania, y a Trump, salvar la cara. Por lo que se ve, Trump salió de Alaska convencido de que un paseíto en su limusina bastaba para que el presidente de Rusia se plegara a sus deseos.

El problema de Estados Unidos y de Europa es que no escuchan, o no quieren escuchar, lo que dice Rusia, porque no les conviene. Putin y miembros destacados de su gobierno han repetido hasta la saciedad que para poner fin a la guerra en Ucrania es imprescindible afrontar las causas profundas que la provocaron. Y eso es algo que ni Estados Unidos ni Europa están dispuestos a plantearse, porque fueron ellos quienes la instigaron, y no están dispuestos a asumir las consecuencias de reconocerlo.

Por lo tanto, la guerra en Ucrania continuará, a menos que los miembros de la OTAN entiendan que tienen que sentarse a negociar sobre la base de los documentos que Rusia les envió en diciembre de 2021.  

Otro problema de fondo es que Trump se cree que todo el mundo debe satisfacer sus deseos, someterse a sus intereses, aunque vayan en perjuicio de los propios, y obedecer sus órdenes, como cuando exigió a Irán una “rendición incondicional” en la denominada guerra de los 12 días. En el fondo, Trump es idéntico a todos los presidentes estadounidenses, lo que ocurre es que no guarda las formas hipócritas de otros.

Trump llama a la “rendición incondicional” de Irán, mientras la guerra entre Israel e Irán continúa.

Como Putin no le ha hecho caso, y después de cada conversación se sucedía un nuevo bombardeo sobre Ucrania, Trump ha terminado cogiéndose una rabieta. Ha confundido el hecho de que Putin y él tuvieran conversaciones de manera sosegada, con que el presidente ruso aceptara renunciar a todos los objetivos que le llevaron a involucrarse directamente en la guerra civil que se desarrollaba en Ucrania desde 2014, sin obtener nada a cambio.

Acosado por las presiones de los neoconservadores en casa, y de los europeos y Zelenski fuera de ella, Trump está amagando con suministrar misiles de largo alcance, que no podrían operarse sin la intervención directa de militares estadounidenses, como recordó Putin. Aunque Rusia ha estado haciendo como que no ve la participación de los miembros de la OTAN en el conflicto, llega un punto en que la farsa no puede estirarse más. Tanto la opinión pública en Rusia, como los partidarios de la línea dura en el Kremlin, tienen un límite.

Las contradictorias declaraciones de altos dirigentes rusos sobre la cumbre de Alaska

El 5 de octubre, en relación con la posibilidad de que Estados Unidos enviara misiles Tomahawk a Ucrania, Putin afirmaba que «Esto conducirá a la destrucción de nuestras relaciones, o al menos de las tendencias positivas que han surgido en estas relaciones» y que supondría una «etapa cualitativamente nueva de escalada».

El 8 de octubre, el viceministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Riabkov, remachaba el mensaje de su presidente, recalcando que el suministro de misiles Tomahawk supondría «un cambio serio en la situación». Riabkov se lamentaba de que el impulso cogido en Alaska se había perdido en gran medida, debido a las acciones de quienes quieren continuar la guerra “hasta el último ucraniano”, mayormente los europeos.

Sin embargo, como es lógico, Riabkov también depositaba gran parte de la responsabilidad en el deterioro de las relaciones en los propios Estados Unidos: “Tenemos una cierta estructura de relaciones que se está resquebrajando y derrumbando. Los estadounidenses son los culpables de esto. Las grietas ya han llegado a los cimientos”.

En breve: Diplomático ruso senior evalúa el resultado de la cumbre de Alaska, el asunto de los Tomahawk.

María Zajárova, portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores, afirmó que en caso de tomarse la decisión de proveer a Kiev con misiles Tomahawk, este hecho «infligirá un daño irreparable a las relaciones ruso-estadounidenses que recién empezaron a manifestar elementos del restablecimiento del diálogo bilateral».

Las subsiguientes declaraciones sobre el mismo tema realizadas por Vladímir Putin; posteriormente por su portavoz, Dimitri Peskov; y por el asesor presidencial, Yuri Ushakov, parecen entrar en contradicción con las de Riabkov, Zajárova, y con las propias de Putin, expresadas el 5 de octubre.  

El 10 de octubre, en una rueda de prensa durante su viaje a Tayikistán, a preguntas de los periodistas sobre las palabras de Serguéi Riabkov, Putin señaló que no han sido revelados todos los detalles de la reunión con Donald Trump: «Nos limitamos a decir que, en general, tenemos un entendimiento por parte de Estados Unidos y de Rusia sobre hacia dónde debemos ir y hacia dónde debemos esforzarnos para poner fin a este conflicto por medios pacíficos».

Putin añadió que se trata de cuestiones complicadas que requieren una evaluación adicional. «No cambiamos nada por nuestra cuenta y creemos que es necesario refinar algo más entre ambas partes. Pero en general, nos mantenemos dentro de los acuerdos de Alaska«, aseguró.

Peskov, en línea con su jefe, aseveró el 12 de octubre que «La parte rusa sigue afirmando que estamos listos para una solución pacífica. Y también escuchamos a Trump hablar constantemente de la necesidad de sentarse a la mesa de negociaciones. De esto, concluimos que aún conserva la voluntad política. Sin embargo, los europeos y el régimen de Kiev se muestran totalmente reacios a hacer algo en ese sentido», remachó Peskov.

El Kremlin dice que Rusia está lista para un acuerdo en Ucrania, culpa a Europa, Kiev por la reluctancia. Xinhua news agency.

Por su parte, el asesor presidencial Yuri Ushakov declaró el 12 de octubre que los acuerdos alcanzados durante la reunión en Alaska entre Putin y Trump constituyen «la estrella guía» para resolver el conflicto ucraniano. Ushakov lamentó que Kiev no quiera que esos esfuerzos prosperen, y aseguró que Moscú sigue en contacto “constante” con Washington para encontrar una solución al conflicto. Ushakov puntualizó que, aunque ahora «tal vez» los esfuerzos sean «invisibles» y no se vean resultados, «tarde o temprano se notarán», según informa Russia Today en español, censurada en la Unión Europea.

La necesidad de recuperar la kremlinología

Para analizar la situación geopolítica es imprescindible analizar lo que dicen quienes trabajan en el Kremlin. Eso que en la época soviética se denominaba la kremlinología. Eran otros tiempos, donde los círculos del poder soviético eran mucho más opacos. Pero si queremos descifrar lo que ocurre en la cúpula rusa, la necesidad de desmenuzar lo que declaran Putin, Lavrov o Peskov sigue siendo tan imperativa como lo era en la época de Leónid Brézhnev o Andrei Gromiko.

Las contradicciones que observamos en esta sucesión de declaraciones revelan que en el Kremlin hay mar de fondo. Después de más de tres años y medio de guerra, el porcentaje de aprobación de Putin está en el 87%, pero si prestas atención a la opinión pública rusa, te das cuenta de que existe un cierto hartazgo por la duración de la guerra. Tanto en la calle, como en los pasillos del Kremlin.

Putin sigue apostando por llegar a una entente cordial con Estados Unidos, que permita una coexistencia entre ambas potencias. A pesar de la bilis que segregan las élites occidentales, y sus altavoces mediáticos, respecto a la figura de Putin, conviene recordar que el presidente ruso encarna a la facción moderada del Kremlin.

De ahí que el 12 de octubre, tras haber enseñado los colmillos siete días antes, Putin modulara sus palabras acerca de una hipotética “destrucción” de las relaciones entre Rusia y Estados Unidos, y dejara la puerta abierta a su reconducción. Siempre y cuando, apostillo yo, no se produzca el envío de los Tomahawk a Ucrania. 

En el Kremlin también hay quienes desconfían de la conveniencia de invertir tiempo y energías en un proceso de acercamiento a Estados Unidos, dando por sentado que no son un interlocutor en el que se pueda confiar. Son los que apuestan por que el ejército ruso se quite los guantes y acabe el trabajo, sin tantos miramientos, porque consideran que están perdiendo el tiempo, y con él, muchas vidas de sus compatriotas.

Hasta el momento, Putin se está saliendo con la suya, por varias razones.

La estrategia militar de guerra de desgaste está resultando correcta. El objetivo de Rusia nunca ha sido estrictamente territorial, sin despreciar la necesidad de proteger a la población rusa y rusófona que habita en Ucrania, sobre todo en el este. El objetivo declarado es la “desmilitarización” del país, es decir, la destrucción de su ejército, con el fin de que no vuelva a representar una amenaza, al menos en el corto y medio plazo. Teniendo en cuenta el grado de histeria que presentan Zelenski y sus patrocinadores europeos, Rusia está cumpliendo ese objetivo.

En un artículo publicado el 12 de julio de 2021, Putin ya consideraba que el pueblo ruso y el ucraniano son “un solo pueblo, en conjunto”. Calificaba de “gran desgracia y tragedia común” el muro que había emergido entre Rusia y Ucrania en los últimos años, que había sido “el resultado de los esfuerzos deliberados de esas fuerzas que siempre han buscado minar nuestra unidad”.

Con esas premisas, no parece coherente adoptar la estrategia estadounidense de provocar “conmoción y miedo”, a quien las “víctimas colaterales” siempre le importan un pimiento, cuando de lo que se trata es de arrasar países para imponer sus intereses geopolíticos o económicos, que vienen a ser lo mismo.

Por último, Putin no pierde de vista a los países que conforman la mayoría del mundo. Especialmente a sus aliados en los BRICS, que no entenderían que Rusia desplegara un ataque inmisericorde, que decimara a quienes considera miembros de un único pueblo.

La mayoría de los países del mundo realizan un análisis de lo que está ocurriendo entre Ucrania y Rusia muy distinto al que pretenden inculcarnos las élites europeas, y los propagandistas de la OTAN. El pretendido aislamiento de Rusia sólo existe en las mentes calenturientas de personajes como Kaja Kallas o Mark Rutte, que se niegan a reconocer que, al margen de sus cuatro acólitos asiáticos, quien está aislado internacionalmente es occidente.

Aunque Putin apueste por una estrategia de contención en Ucrania, si llega el momento en que detecta un peligro real que afecte a la supervivencia de Rusia como Estado soberano, tomará las medidas oportunas para salvaguardar su independencia y su supervivencia. “Rusia siempre ha sido, es y será”, afirmó en el Foro de Discusión de Valdái.

La OTAN sigue cruzando líneas rojas, confundiendo contención con debilidad

El planteamiento de la OTAN es que Rusia amaga, pero no da. Estados Unidos y Europa han cruzado lo que ellos consideran sucesivas líneas rojas de Moscú, sin que el Kremlin haya respondido con una escalada cualitativamente distinta a la guerra de desgaste, que es la estrategia que le está dando resultados. ¿Por qué cambiarla, si le va bien?

Trump cometió el error de llamar a Rusia “tigre de papel”, aunque luego rectificó y dijo que nunca lo volvería a hacer. Putin le dio la réplica en el Foro de Discusión de Valdái: «Un tigre de papel. ¿Qué sigue entonces? ¡Vayan y lidien con este tigre de papel! Si luchamos con todo el bloque de la OTAN, avanzamos, nos sentimos seguros y somos un ‘tigre de papel’, ¿qué es la OTAN en sí?»

Rusia está triturando el ejército ucraniano, a pesar de las sucesivas oleadas de armamento que le ha venido proporcionando la OTAN. La prensa occidental se apresuraba a calificar cada nuevo suministro como el “arma milagrosa” que iba a darle la vuelta a la tortilla en el campo de batalla. Primero fueron los tanques Leopard alemanes; luego los Abrams estadounidenses; más tarde vinieron los misiles Storm Shadow británicos, los Scalp franceses; posteriormente los cazas F-16… Rusia se las ha apañado para neutralizar cada una de estas armas, y hasta The New York Times reconoce que el ejército ruso está avanzando.

Rusia está “aplastando” a Ucrania hasta la victoria ante nuestros ojos. National Security Journal.

Imaginemos que hubiera sido Rusia la que hubiera promovido un golpe de Estado en México, para instalar un gobierno títere, al que armar hasta los dientes, que posteriormente hubiera matado a 14.000 estadounidenses residentes en las regiones mexicanas fronterizas con Estados Unidos, y que se mostrara dispuesto a acoger armas nucleares con las que atacar a su vecino del norte. ¿Cuál habría sido la reacción de Washington? Con toda probabilidad, bombardeos de saturación hasta revertir la situación, o incluso nucleares, como ya hizo en Hiroshima y Nagasaki, hasta lograr un cambio de régimen que garantizara su tranquilidad en el flanco sur.

Esta valoración encaja con el hecho de que Trump le echara en cara a Putin que llevaba cuatro años en una guerra, que supuestamente debería haber durado una semana: en una situación similar, los estadounidenses habrían apostado por un ataque masivo y fulgurante, sin ninguna contemplación. Ignorando los componentes profundos de la estrategia rusa, la OTAN está confundiendo la contención que está mostrando Rusia con debilidad.

El 2 de octubre en Valdái, Putin avisó de que el envío de misiles Tomahawk a Ucrania representaría “un nivel de escalada completamente nuevo”.  Por una parte, Putin se esfuerza por mantener abierta la puerta al acercamiento, pero por otro advierte que Estados Unidos podría estar cruzando la línea roja definitiva: esa que Rusia no podría consentir que sobrepasaran. La capacidad nuclear de los Tomahawk podría constituir el salto cualitativo que forzaría a Putin a abandonar su posición conciliadora con Estados Unidos.

Putin: Los misiles Tomahawk supondrían un “nivel de escalada completamente nuevo” entre Estados Unidos y Rusia. Kyiv Post, 2 de octubre de 2025.

Durante toda la guerra, el Pentágono no sólo ha estado proporcionando armamento a Ucrania, sino datos de inteligencia y coordenadas imprescindibles para utilizarlo. La existencia de contactos bilaterales al más alto nivel entre Rusia y Estados Unidos no es óbice para que siga haciéndolo. Financial Times nos informa de que, desde el verano, Washington está proporcionando información a Kiev para que ataque infraestructuras energéticas en el interior de Rusia, mucho más allá del campo de batalla.

Ucrania golpea instalaciones energéticas rusas con la ayuda de Estados Unidos.

Según el periódico londinense, el apoyo de la administración de Trump a las operaciones ucranianas supone un esfuerzo coordinado para debilitar a Moscú. En realidad, el propósito que subyace es el de forzarlo a sentarse en una mesa de negociaciones que no serían tales, sino una simple exigencia de capitulación.

Las últimas declaraciones de Donald Trump en relación con la posibilidad de entregar misiles Tomahawk a Ucrania parecen indicar que le han llegado las advertencias de Rusia. A bordo del Air Force One, Trump declaró que, antes de hacerlo, podría advertir a Putin que Estados Unidos está contemplando dicho escenario: “Miren: si esta guerra no se resuelve, les enviaré Tomahawks. El Tomahawk es un arma increíble, un arma muy ofensiva. Y, sinceramente, Rusia no la necesita”. Si con estas amenazas Trump pretende que Rusia se avenga a detener el impulso de su actual ofensiva, y decretar al menos un alto el fuego, se equivoca de plano.

Trump dice que podría advertir a Putin de que Estados Unidos está considerando los Tomahawks para Ucrania. Bloomberg, 12 de octubre de 2025.

El 13 de octubre, preguntado Zelenski si Trump había aprobado ya la entrega de los Tomahawks, el presidente de Ucrania respondía con evasivas, que estaban trabajando en ello, y que “ya veremos”, lo que significa que Trump aún no lo ha hecho.

El mismo día, Dimitri Peskov advertía que el suministro de misiles con capacidad nuclear a Ucrania “podría acabar mal”. El portavoz de Putin recordaba que “El manejo de misiles tan complejos requerirá, de una forma u otra, la participación de especialistas estadounidenses. Esto es un hecho evidente […] Cualquier experto aquí lo entiende perfectamente y lo sabe. Hemos hablado tanto de los Tomahawk que no veo el sentido de repetirlo».

Por su parte, Dimitri Medvédev, vicepresidente del Consejo de Seguridad Nacional, también recordaba que es imposible distinguir en vuelo si un Tomahawk lleva una ojiva nuclear o no, y que el lanzamiento no lo realizarían los ucranianos, sino los estadounidenses. Y advertía: “¿Cómo responderá Rusia? ¡Exactamente!”. A buen entendedor…

Esperemos que Trump no se pase de listo con el tigre de papel, a riesgo de que el zarpazo de respuesta se nos lleve a todos por delante.