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Israel fracasa en su intento de cambio de régimen en Irán

1 de julio de 2025

No son las armas nucleares, es el cambio de régimen

El empellón más serio para provocar un cambio de régimen en Irán, desde que en 1953 Estados Unidos y el Reino Unido derrocaran a Mohammed Mossadegh tras nacionalizar el petróleo, se ha saldado, por ahora, con un fracaso. Benjamín Netanyahu lleva más de 30 años sosteniendo que Irán está a punto de hacerse con armas nucleares. Sin embargo, el verdadero motivo tras los bombardeos israelíes que comenzaron el 13 de junio fue provocar la caída del gobierno.

El hecho de que las primeras bombas caídas en Irán acabaran con la vida de un buen número de altos cargos civiles y militares revela la intención de decapitar a la cúpula dirigente iraní, con la esperanza de que Irán corriera el mismo camino que Siria: la instalación de un gobierno títere. Sin embargo, la resiliencia de la estructura del gobierno iraní pone de manifiesto el fracaso de la operación sionista, que provocó la intervención posterior de Estados Unidos, en una cadena de acontecimientos plagada de deliberadas confusiones, propaganda e inquietantes consecuencias.

Entre la espesa bruma de pretextos, maniobras de distracción y mentiras difundidas por Benjamín Netanyahu y Donald Trump, surgen no obstante algunos hechos indiscutibles. El primero es que Israel ha fracasado, por el momento, en su intento de provocar un cambio de régimen en Irán. Alí Jamenei, el líder supremo, y Masud Pezeshkian, el presidente, siguen en sus puestos. Los altos cargos asesinados de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica han sido sustituidos por otras personas.

Como recogí en un artículo anterior, Benjamín Netanyahu publicó en septiembre de 2024 un vídeo donde abogaba abiertamente por un cambio de régimen en Irán: “Cuando Irán sea finalmente libre y ese momento llegará mucho antes de lo que la gente piensa, todo será diferente. Nuestros dos pueblos antiguos, el pueblo judío y el pueblo persa, finalmente estarán en paz. Nuestros dos países, Israel e Irán, estarán en paz”.

J.D. Vance y Pete Hegseth se apresuraron a recalcar que el ataque a Irán por parte de Estados Unidos no buscaba un cambio de régimen, sino que se ceñía a destruir el supuesto programa nuclear iraní con fines militares. Marco Rubio también declaraba en una entrevista que el objetivo de los bombardeos estadounidenses no era forzar un cambio de régimen. Sin embargo, en uno de sus bandazos habituales, su jefe les desautorizó, cuando coqueteó públicamente con el plan sionista. De un plumazo, Donald Trump destruía la credibilidad de su vicepresidente, de su secretario de Estado y de Defensa, tres puestos clave en su equipo. ¿Qué verosimilitud van a tener a partir de ahora sus declaraciones?

“No es políticamente correcto usar el término, ‘Cambio de Régimen’, pero si el actual régimen iraní es incapaz de HACER GRANDE A IRÁN DE NUEVO, por qué no habría de haber un Cambio de Régimen? MIGA!!!

De igual modo, Donald Trump tiraba por tierra a la directora de Inteligencia Nacional. Tulsi Gabbard declaró en marzo ante el Congreso que, según las informaciones que poseía su departamento, Irán no estaba trabajando en la construcción de un arma nuclear: “No me importa lo que dijo”, espetó Trump al periodista que le recordó las declaraciones de Gabbard, para subrayar a continuación que estaba equivocada.

En lugar de presentar su dimisión por la desautorización de su jefe, lo que hizo Tulsi Gabbard fue rebobinar: adoptando el marco de Trump, acusó a los “medios deshonestos” de distorsionar su declaración ante el Congreso, para afirmar a renglón seguido que Irán podría fabricar un arma nuclear “en semanas o meses” y que Trump y ella estaban “en la misma página”.

¿Está realmente Donald Trump a favor de forzar un cambio de régimen en Irán por la vía militar? Lo analizaré más adelante, junto con las razones del aparente giro de Tulsi Gabbard. Pero la narrativa que está enarbolando la Casa Blanca indica que Trump se está resistiendo a asumir la agenda de Netanyahu y los neoconservadores para Irán.

La guerra relámpago amenazaba con convertirse en una guerra de desgaste

Donald Trump decidió intervenir cuando comprobó que Israel había fracasado su intento de derribar el gobierno iraní, y que la guerra relámpago que Netanyahu había planeado amenazaba con convertirse en una guerra de desgaste. Israel no está en condiciones de librar ese tipo de conflicto con un país cuya capital se encuentra a más de 2.400 kilómetros de distancia de Tel Aviv, con tres países por en medio: Jordania, Siria e Irak.  Si el gobierno iraní hubiera caído, Trump habría sido el primero en felicitar a Netanyahu por el logro.

Mapa de FreeWorldMaps.net

Irán había demostrado que la “Cúpula de Hierro” era vulnerable. Ocho días después del ataque israelí a Irán, la tasa de intercepción de los misiles iraníes dirigidos a Israel había caído al 65%. Uno de cada tres pasaba. Las imágenes de los daños provocados en Tel Aviv y Haifa por los proyectiles iraníes eran políticamente inasumibles. Así que Trump enarboló el relato de la amenaza nuclear iraní para aprobar un ataque a las instalaciones donde Irán alberga uranio. O quizás habría que decir albergaba. Imágenes de satélite mostraban un tráfico inusual de camiones en Fordo, la principal instalación nuclear subterránea iraní, en los días previos al ataque estadounidense.

Cinco días después del ataque israelí a Irán, la Agencia Internacional de la Energía Atómica reconocía que le había perdido la pista a los 409 kilos de uranio enriquecido que posee Irán. Bloomberg hablaba del “misterio del uranio desaparecido” y Financial Times apuntaba que las capitales europeas pensaban que Irán había retirado el uranio enriquecido de Fordo antes del bombardeo estadounidense.   

Bloomberg: ¿Dónde está el uranio de Irán? La tregua destaca el misterio sobre las reservas.

El senador Lindsey Graham, uno de los más belicistas, reconocía que tampoco sabía dónde está el uranio enriquecido, aunque recurría a la fábula de la zorra y las uvas para justificarlo: «No sé dónde se encuentran las 900 libras de uranio altamente enriquecido, pero no formaban parte del objetivo establecido».

Financial Times: Irán sacó el uranio de Fordo antes de los ataques de EE. UU., las capitales de la UE creen.

El relato de la necesidad de destruir las instalaciones donde Irán albergaba el uranio servía de argumento para forzar un alto el fuego entre Israel e Irán, una vez que Donald Trump, en un remedo de la “misión cumplida” de George W. Bush en Irak, proclamaba que el programa nuclear iraní había sido destruido. Irán no podía hacerse con un arma nuclear, había que evitarlo a toda costa, repetían machaconamente las élites occidentales para justificar el ataque.

Una vez constatado que el gobierno iraní seguía vivo y coleando, hubo que retomar el pretexto del supuesto programa iraní para hacerse con armas nucleares y montar una operación al estilo de Hollywood, ampliamente jaleada por los medios occidentales. En eso consistió el bombardeo de los enclaves donde se albergan las instalaciones nucleares iraníes por parte de aviones estadounidenses: en un espectáculo mediático.

Irán nunca pidió un alto el fuego a Israel. Fue Donald Trump quien lo propuso, e Israel el primero en aceptarlo, una vez que Netanyahu compró el relato de que Estados Unidos había destruido el programa nuclear iraní y proclamó la victoria de Israel. Esta narrativa le servía a Netanyahu para evitar el pantanal que hubiera supuesto adentrarse en una guerra de desgaste contra un país con 92 millones de habitantes, más de un millón y medio de kilómetros cuadrados y el respaldo político – y posiblemente de otro tipo – de Rusia y China.

Irán tardó un poco más en proclamarse ganador, quizá aguardando a que se consolidara el frágil alto el fuego. Ali Jamenei anunció la victoria sobre “el régimen estadounidense” el 26 de junio, el mismo día en que los ministros de defensa de Irán, Rusia y China se reunían en Qingdao, China, en un claro mensaje al bloque occidental.

El ataque de Estados Unidos no consiguió destruir el programa nuclear iraní

El ataque de Estados Unidos a las instalaciones nucleares iraníes fue una operación para salvar la cara, una vez que el intento israelí de cambio de régimen fracasó. Estados Unidos avisó previamente a Irán de que los bombardeos serían cosa de una vez, con lo que los iraníes tuvieron tiempo de poner a salvo sus reservas de uranio enriquecido. Al día siguiente de los ataques, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, aseguró que Estados Unidos “no busca la guerra” con Irán. J.D. Vance iba en la misma línea en una entrevista: “No estamos en guerra con Irán. Estamos en guerra con el programa nuclear de Irán”.

El problema es que a la muñeca se le ven las costuras. El ataque de los bombarderos B2 con bombas de 15.000 kilos, y con misiles Tomahawk desde submarinos, a las instalaciones nucleares iraníes no consiguió destruirlas, como ha reconocido la Agencia de Inteligencia Militar del Pentágono en un informe, que aún no ha visto la luz, pero que destapó la CNN. La agencia Bloomberg también recogía la filtración.

Exclusiva: Las primeras evaluaciones de inteligencia de EE. UU. sugieren que los ataques contra Irán no destruyeron sitios nucleares, dicen fuentes.

La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, montó en cólera ante la refutación de la versión oficial desde dentro de la administración: “Esta supuesta evaluación es completamente errónea y fue clasificada como ‘alto secreto’, pero aun así fue filtrada a CNN por un miembro anónimo y de bajo nivel de la comunidad de inteligencia. La filtración de esta supuesta evaluación es un claro intento de denigrar al presidente Trump y desacreditar a los valientes pilotos de combate que llevaron a cabo una misión impecablemente ejecutada para aniquilar el programa nuclear de Irán”. La Casa Blanca publicó que “Las instalaciones nucleares de Irán han sido destruidas, y las sugerencias en contra son noticias falsas”.

Titular de una información publicada en el sitio web de la Casa Blanca.

A pesar de la asertividad de la Casa Blanca acerca de la “destrucción” de las instalaciones nucleares iraníes, Dorothy Shea, la enviada de Estados Unidos a Naciones Unidas, matizaba el 24 de junio el nivel de “destrucción” ante el Consejo de Seguridad: “cumplimos efectivamente nuestro limitado objetivo: degradar la capacidad de Irán de producir un arma nuclear”.

Las represalias iraníes contra una base estadounidense en Qatar también formaron parte de un teatro donde todos buscaban quedar por encima de los enemigos y guardar las apariencias. A Irán tampoco le interesa enfrascarse en una guerra de desgaste con Israel. Los iraníes avisaron con antelación a Washington de su ataque. El propio Donald Trump lo reconoció, agradeciendo literalmente a los iraníes el preaviso, para proclamar a continuación que era el tiempo para la paz. 

Al día siguiente de los ataques, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, aseguró que Estados Unidos “no busca la guerra” con Irán. J.D. Vance iba en la misma línea en una entrevista: “No estamos en guerra con Irán. Estamos en guerra con el programa nuclear de Irán”. El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, declaraba que los ataques de Estados Unidos a Irán no violaron la legislación internacional, sin elaborar ni argumentar su afirmación.

¿Por qué se empeña Trump en sostener que el programa nuclear iraní fue destruido?

El empecinamiento de Trump en sostener que el programa nuclear iraní fue destruido se debe a varios motivos:

  1. Trump ganó las elecciones con una promesa de sacar a Estados Unidos de las guerras y presumió de que durante su mandato anterior no comenzó ninguna. Sus bases electorales, especialmente el sector MAGA, también dentro de su propio partido, están en contra de meterse en un nuevo conflicto a miles de kilómetros de distancia.
  2. En noviembre de 2026 hay elecciones, en las que se renovará la totalidad del Congreso y 33 escaños de los 100 con que cuenta el Senado. Empantanar a Estados Unidos en una guerra contra Irán no sería coherente para afrontar la campaña electoral del Partido Republicano.
  3. Trump ha debido recibir valoraciones del Pentágono poco optimistas acerca de las posibilidades de éxito en una guerra con Irán. Si no pudieron con Afganistán después de 20 años allí…

Pero, sobre todo, Trump se está resistiendo a las presiones del sector neoconservador para forzar un cambio de régimen en Irán. La filtración del informe de inteligencia militar, donde se cuestionaba la versión oficial de la Casa Blanca, responde a los intereses neoconservadores. El mensaje subyacente es diáfano: la única manera de evitar que Irán desarrolle su programa nuclear consiste en un cambio de régimen.

Los bombardeos no sirven, las instalaciones se pueden reconstruir, el uranio enriquecido desapareció, y lo único que ha conseguido el ataque estadounidense es que el parlamento de Irán vote a favor de suprimir la colaboración con la Agencia Internacional para la Energía Atómica, y que se plantee salirse del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares.

Al Jazeera: Irán se mueve para suspender la cooperación con la agencia de inspección nuclear de la ONU. 26 de junio de 2025.

Por todos estos motivos, Tulsi Gabbard moduló su mensaje para adaptarlo a la decisión política de su jefe. Por eso el director de la CIA, John Ratcliffe, publicó un comunicado donde apuntalaba la versión de la Casa Blanca: el programa nuclear iraní había sido “severamente dañado”, varias instalaciones nucleares clave de Irán, destruidas, y su reconstrucción llevaría años. La referencia temporal de la CIA es clave: Trump se reserva capacidad de maniobra para salvar su mandato sin tener que adoptar la agenda de Netanyahu y los neoconservadores que le apoyan. Lo cual no quiere decir que finalmente no termine cediendo a las presiones de quienes abogan por “cortarle la cabeza a la serpiente”.

Las consecuencias de los ataques contra Irán para el Tratado de No Proliferación

En su mensaje de septiembre de 2024, Netanyahu acusaba al gobierno iraní de haber desperdiciado dinero en armas nucleares. Sin embargo, el único país de Oriente Próximo que dispone de armamento atómico es Israel, que no es firmante del Tratado de No Proliferación. Según ICAN (Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares, que recibió el Premio Nobel de la Paz en 2017), Israel cuenta con 90 armas nucleares. En 2022, Israel se gastó 1.200 millones de dólares en la construcción y mantenimiento de su arsenal nuclear.

Irán estaba negociando con Estados Unidos acerca de su programa nuclear cuando fue atacada por Israel. Unas negociaciones que Steve Witkoff calificó de “prometedoras” en mayo. Fue precisamente Donald Trump quien se retiró en 2018 del JCPOA (Joint Comprehensive Plan of Action), el acuerdo nuclear firmado en 2015 con Irán. En virtud de dicho pacto, “Irán aceptó desmantelar gran parte de su programa nuclear y abrir sus instalaciones a inspecciones internacionales más amplias a cambio de un alivio de las sanciones por valor de miles de millones de dólares”, según el Council on Foreign Relations.

El hecho de que Irán fuera atacado mientras se encontraba negociando una nueva versión del acuerdo nuclear ha conseguido incrementar la desconfianza hacia el bloque occidental, que ya existía en un país que lleva años sufriendo sanciones, con el propósito declarado de laminar su economía y, ulteriormente, provocar un descontento popular que se llevara por delante al gobierno. Una herramienta blandida con otros países díscolos, con efectos contraproducentes y que, sin embargo, sigue siendo profusamente utilizada.

Si la predisposición iraní a volver a llegar a un acuerdo que permitiera la inspección de sus instalaciones nucleares ha sido respondida con bombas por parte de Israel y Estados Unidos, y el asesinato de sus principales científicos, parece lógica su reacción de replantearse su cooperación con la Agencia Internacional de la Energía Atómica. Máxime cuando Irán acusó a la propia AIEA de facilitar a Israel información confidencial, incluyendo datos sobre los científicos nucleares, que facilitaron la ubicación de sus domicilios, donde fueron posteriormente asesinados, junto a sus familias, de forma simultánea en 9 de los 10 casos.

The Cradle: La AIEA un “instrumento para Israel”, revelan documentos secretos incautados por Irán.

La junta de gobierno de la Agencia Internacional de la Energía Atómica le hizo el caldo gordo a Israel publicando el 12 de junio un informe donde acusaba al gobierno iraní de incumplir sus obligaciones con respecto al Tratado de No Proliferación. Sin embargo, seis días después, Rafael Grossi, el director de la AIEA, reconocía que “No teníamos ninguna prueba de un esfuerzo sistemático para avanzar hacia un arma nuclear”.

Con estos antecedentes, la decisión de Irán de denegar la petición de Rafael Grossi de visitar las instalaciones bombardeadas es perfectamente comprensible. El director general de la AIEA ni siquiera se ha molestado en condenar explícitamente el ataque a los complejos nucleares iraníes. Abbas Araghchi, el ministro iraní de Asuntos Exteriores, justificó la negativa en que las intenciones que alberga la solicitud de visitar los lugares bombardeados pueden ser “malignas”.

Las actuaciones de Estados Unidos, Israel, y de la agencia de inspección de la ONU empujan a Irán a salirse del Tratado de No Proliferación. Si la actitud negociadora lo único que le ha reportado a Irán es sufrir bombardeos a sus instalaciones nucleares, es lógico que cambie su actitud y se plantee, en su lugar, imitar a Corea del Norte. Irán siempre ha insistido que su programa nuclear no tenía fines militares, ni pretendía hacerse con un arma nuclear. A Irán quizá no le quede otro remedio que hacerse con ella para ser respetado.

Otros aspectos geopolíticos también pesan en torno a Irán

Irán está en los BRICS. Sus socios no quieren que dé ese paso. El 23 de junio Putin dijo que los ataques a Irán estaban empujando al mundo “a una línea muy peligrosa”. Cuatro días antes, en una rueda de prensa con medios internacionales, el presidente de Rusia relataba que Irán había rechazado una oferta para trabajar conjuntamente en sistemas de defensa aérea. En la reunión que mantuvo en Moscú Abbas Araghchi con Serguéi Lavrov y otros altos cargos, Irán quizá transmitió un cambio de posición al respecto. En la que se celebró en Qingdao, China, seguro que se habló de la continuidad de Irán en el Tratado de No Proliferación.

La salida de la República Islámica de dicho tratado daría motivos a otros países en la región para seguir sus pasos, lo cual podría desembocar en una carrera armamentística nuclear, en una región de por sí explosiva. Arabia Saudita y Turquía serían probablemente los primeros candidatos para abandonar el tratado.  

China también prefiere estabilidad en Oriente Próximo. El enfoque comercial de la Nueva Ruta de la Seda la necesita. Pekín ha invertido cantidades astronómicas en la construcción de infraestructuras de transporte, e Irán juega un papel clave en una de ellas. Un tren de carga conecta Teherán con Urumqi, en Xinjiang, reduciendo el tiempo de transporte a 14-15 días, frente a los 45-50 de la ruta marítima. El recorrido del trayecto ferroviario totaliza 10.400 kilómetros, conecta dos países con economías complementarias y acerca las mercancías chinas a Europa.

Trazado de la línea ferroviaria Urumqi – Teherán. Ilustración: China Daily.

Teniendo en cuenta que China está considerada como la principal amenaza a las ambiciones hegemónicas de Estados Unidos – y sobre ello existe un consenso bipartidista – al acicate de hacerse con los ingentes recursos energéticos de Irán, cuyo principal cliente es precisamente China, se une el incentivo de cortar el cordón ferroviario que acercaría las exportaciones chinas a Europa. Un cambio de régimen en Irán, y la instalación de un gobierno títere, también bloquearía el Mar Caspio como ruta de acceso al sur para las exportaciones rusas, como señala el economista Michael Hudson.

La denominada “guerra de los 12 días” puede quedarse en una escaramuza si los sionistas y los neoconservadores consiguen imponer su agenda para Irán. Con los bombardeos a las instalaciones nucleares iraníes, Trump ha evitado que Israel se viera arrastrado a una guerra de desgaste, pero ha roto el tabú de la intervención directa de Estados Unidos en Irán. Ha apagado un fuego, pero el riesgo de incendio sigue siendo muy alto.

El ataque de Ucrania a la tríada nuclear rusa perjudica a Kiev y a sus patrocinadores

16 de junio de 2025

El ataque de Ucrania a las bases aéreas rusas expone las vulnerabilidades de Estados Unidos

El ataque de Ucrania a los aeródromos donde Rusia estaciona algunos de sus bombarderos estratégicos ha supuesto un salto cualitativo en el conflicto entre la OTAN, su patrocinado y Rusia. Los daños infligidos a una parte de la tríada nuclear rusa no han sido tan importantes como la propaganda ucraniana, convenientemente amplificada por los medios occidentales, se apresuró a difundir. Sin embargo, el mero hecho de que el gobierno de Zelenski haya atacado instalaciones estratégicas nucleares en el interior de Rusia carece de antecedentes, denota una temeridad insensata y tendrá graves consecuencias, no sólo para Kiev.

Ataques confirmados (en rojo) y presuntos objetivos (en negro). Ilustración del ISW reproducida en BBC.

Audaz, brillante, extraordinaria, fueron algunos de los calificativos que recibió la operación “tela de araña” por parte de Volodímir Zelenski y los medios occidentales, habituales altavoces de la narrativa ucraniana.

Lo verdaderamente extraordinario es que el ataque ucraniano a las fuerzas nucleares rusas no fuera objeto de la más mínima crítica por parte de la Unión Europea, ni del Reino Unido, cuyos impulsos belicistas comunes están diluyendo el Brexit, en camino de ser revertido. A pesar de que la guerra se está desarrollando en el continente europeo, tuvo que ser Estados Unidos, el impulsor del conflicto allende el Atlántico, el que sonara la voz de alarma.

En una reunión del Comité de las Fuerzas Armadas en el Congreso, el secretario del ejército, Daniel Driscoll, afirmó que el ataque con drones a los bombarderos estratégicos rusos había puesto de manifiesto las vulnerabilidades de Estados Unidos ante similares operaciones en su territorio.

Secretario del Ejército: el ataque con drones de Ucrania señala la vulnerabilidad de Estados Unidos. The Hill.

Keith Kellogg, el enviado especial de Donald Trump para Ucrania, también mostraba su alarma en una entrevista: “Lo que realmente me preocupa es que ha habido informes de que atacaron el Cuartel General de la Flota del Norte en Severomorsk… Cuando se ataca a dos miembros de una tríada, en primer lugar, es un ataque muy audaz, y al hacerlo, es muy evidente que el riesgo aumenta. Y eso es lo que intentamos evitar”.

Se preguntarán algunos cómo es posible que Rusia tuviera estacionados sus bombarderos estratégicos, con capacidades nucleares, en mitad de las pistas, en lugar de tenerlos escondidos. Lo que hizo Ucrania fue aprovecharse del único tratado en vigor, de los suscritos entre Estados Unidos y Rusia, en relación con el control de las armas nucleares, aunque los daños no se acercan, ni de lejos, a los difundidos por la propaganda ucraniana. The Economist dejaba en 13 los aviones destruidos o dañados, frente a los 41 de la versión de Kiev. Reuters reducía el número a 10.

Reuters. Exclusiva: Ucrania golpeó menos aviones rusos de lo que estimó, dicen funcionarios de Estados Unidos.

El tratado START establece que lo estipulado en sus provisiones debe estar al alcance de la verificación de las partes. Por esta razón, ni Rusia ni Estados Unidos pueden ocultar sus bombarderos estratégicos en hangares, o en cualquier otro sitio que impida la comprobación de sus fuerzas con capacidad nuclear.

Eso no significa que los aviones estén desprotegidos. Los sistemas de defensa aérea rusos tienen varias capas de protección, diseñadas para repeler distintos tipos de proyectiles. Sin embargo, la aparición de drones de pequeño tamaño, que vuelan a baja altura, ha cambiado drásticamente las tácticas de la guerra.

Los sistemas de defensa aérea clásicos, previstos para interceptar misiles, proyectiles y drones de gran tamaño, se muestran inservibles para derribar drones pequeños, de bajo coste, que pueden provocar daños millonarios. Charles Hamilton, general de cuatro estrellas estadounidense, decretaba en un artículo la muerte de las defensas aéreas tradicionales.

China tomó nota de esta debilidad hace más de 15 años, y desde entonces ha invertido a conciencia en la protección de su flota, que mantiene en gran medida a cubierto en hangares reforzados con cemento.

La ofensiva ucraniana acaba con la moratoria unilateral de Rusia sobre el despliegue de misiles

El ataque a una pata de la tríada nuclear rusa – misiles lanzados desde tierra, aviones o submarinos – plantea varios interrogantes. Donald Trump sostiene que no fue informado del ataque con anterioridad. Es improbable, por no decir imposible, que Ucrania fuera capaz de organizar una operación que tenía como objetivo los bombarderos estratégicos rusos sin contar con las agencias de inteligencia occidentales. El ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov ha señalado directamente al Reino Unido como colaborador necesario en el ataque.

Agencia TASS: Declaraciones clave del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso sobre el papel de Londres en los ataques contra Rusia y otros países. 

David Ignatius, portavoz oficioso de la inteligencia estadounidense, proclamaba en The Washington Post que “La guerra sucia de Ucrania apenas está comenzando”. Además, confirmaba que los servicios secretos ucranianos habían recibido la ayuda de sus colegas europeos para diseñar drones submarinos con los que hostigar a la flota rusa en el Mar Negro. Un reciente reportaje de The Grayzone identificaba a los británicos como los “europeos” a los que se refería Ignatius. Según Lavrov, la colaboración no se limitó a los drones navales.

Conviene recordar que Volodímir Zelenski, en su viaje oficial a Londres los días 7 y 8 de octubre de 2020, tuvo una reunión de dos horas con miembros de los servicios de inteligencia británicos, el MI6, tal y como consta en el sitio web de la presidencia ucraniana. Según Zelenski, hablaron sobre todo de “fake news”. Sin embargo, el actual presidente de Ucrania añadió que “De todos los temas de nuestra larga reunión de dos horas, la mayoría se centró en la asistencia y protección de nuestra soberanía e integridad territorial. No puedo revelar los detalles”. ¿Qué hace todo un presidente reuniéndose con los espías británicos?

Presidente: En la reunión en el MI-6 hablamos de noticias falsas.

Que Serguéi Lavrov señalara directamente al Reino Unido parece otorgar el beneficio de la duda a Estados Unidos. Esto puede deberse a que Moscú quiere seguir dejando la puerta abierta al diálogo con Washington. En todo caso, no sé qué resultaría más grave: que los servicios de inteligencia estadounidenses desconocieran una operación que tardó 18 meses en gestarse, o que mantuvieran en la ignorancia a Donald Trump.

Si la inteligencia de Estados Unidos colaboró en el diseño de la operación, demostraría una alarmante falta de materia gris, pues los ataques pusieron de manifiesto una vulnerabilidad que colocaba en una posición delicada a su propio país.  Si actuó movida por el imperativo de conseguir una victoria de Ucrania frente a Rusia, cualquiera que sea el coste, evidenció su miopía.

Hasta The Economist, uno de los medios occidentales más belicista y proucraniano, reconocía que “Por mucho que Ucrania celebre su nueva destreza en las incursiones en el interior de Rusia, la victoria tiene poca relevancia inmediata para las líneas del frente”.

Los ataques a los bombarderos estratégicos rusos no sólo no van a cambiar el sentido de la guerra en Ucrania, sino que han provocado que Rusia ponga fin a la moratoria, de carácter unilateral, que se había autoimpuesto en lo tocante al despliegue de misiles antiaéreos basados en tierra. Tan sólo unos días después del ataque ucraniano, el viceministro de Asuntos Exteriores Serguéi Riabkov declaraba que Rusia se veía obligada a responder ante la aparición de amenazas de misiles muy tangibles.

Titular de la agencia rusa TASS.

Aunque el viceministro aludía a la salida de Estados Unidos del tratado INF en 2019, un acuerdo suscrito entre Washington y la URSS en 1987, y a la falta de voluntad estadounidense de restringir el despliegue de misiles con alcance entre 500 y 5.500 kilómetros, los ataques contra los bombarderos estratégicos han pesado mucho a la hora de poner fin a la moratoria unilateral rusa.

Serguéi Riabkov alegaba que “Por el momento, no vemos cambios cardinales, y mucho menos retrocesos, en los planes de Estados Unidos para seguir avanzando en el despliegue de misiles terrestres de medio y corto alcance en varias regiones del mundo». Una cosa es mantener la interlocución con el actual inquilino de la Casa Blanca, y otra muy distinta, descuidar la defensa.

Cuatro días después, la OTAN daba la razón al diplomático ruso. Bloomberg informaba que “Los Estados miembros de la OTAN están debatiendo por primera vez la combinación del escudo antimisiles balísticos de la alianza con otros recursos integrados de defensa antimisiles”. La OTAN ha venido justificando el despliegue de interceptores de misiles en Polonia y Rumanía aludiendo a la “amenaza” de los misiles de largo alcance con los que cuenta Irán. Cualquiera que mire el mapa llegará a otra conclusión.

Bloomberg: La OTAN reforzará sus defensas antimisiles en el este para contrarrestar la amenaza rusa. 12 de junio de 2025.

Estados Unidos se retira de los tratados para el control del armamento

En 2002, Estados Unidos se retiró del tratado de misiles antibalísticos ABM. George W. Bush se agarró a los atentados del 11 de septiembre para justificar la salida de Estados Unidos del tratado firmado con Rusia: “He llegado a la conclusión de que el Tratado ABM obstaculiza la capacidad de nuestro gobierno de desarrollar formas de proteger a nuestro pueblo de futuros ataques con misiles terroristas o de estados rebeldes”.

En 2019, Estados Unidos se retiró del Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF) que firmaron Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachov en 1987, alegando incumplimientos de Rusia que, según Moscú, nunca fueron probados. Es sobre este tratado sobre el que Putin había declarado una moratoria unilateral, hasta que no aparecieran armas de ese tipo que supusieran una amenaza para Rusia, en Europa o en otras regiones del mundo.

En 2020, Estados Unidos también se retiró del Tratado Cielos Abiertos. Firmado en 1992, el tratado permitía a cada uno de los 34 Estados firmantes realizar vuelos de reconocimiento sin armas y con poca antelación sobre la totalidad de los territorios de los demás para recopilar datos sobre las fuerzas y actividades militares. Rusia se retiró del tratado al año siguiente.

El último tratado de control de armas formalmente en vigor, el New START, vence en febrero de 2026. Limita legalmente el número de armas nucleares de largo alcance que Estados Unidos y Rusia pueden desplegar y obliga a “no utilizar medidas de ocultación que impidan la verificación, por medios técnicos nacionales de verificación, del cumplimiento de las disposiciones del presente Tratado.»

Daily Sabah: El último tratado de control de armas bajo amenaza nuclear.

El apoyo de Washington a Kiev llevó a Vladímir Putin a suspender formalmente la participación de Rusia en el tratado en febrero de 2023, aunque se comprometió a seguir respetando sus limitaciones. Estados Unidos replicó poniendo fin a la capacidad de Rusia para supervisar las instalaciones nucleares estadounidenses, revocando los visados de los inspectores y denegando la autorización a las aeronaves rusas para sobrevolar su espacio aéreo. El ataque ucraniano probablemente le haya puesto el último clavo a su ataúd.

Estados Unidos es quien se retira de los tratados para el control de armamento, es quien impulsó la expansión de la OTAN hasta las mismas fronteras de Rusia y es quien acuñó el mantra de la agresión rusa “no provocada”, repetida hasta la náusea por los medios occidentales. Pero las amenazas siempre vienen de los demás.

La Unión Europea se alía con Lindsey Graham para socavar la política exterior de Donald Trump

Los intentos de Donald Trump de poner fin a la guerra en Ucrania, con todas sus limitaciones y dosis de hipocresía, analizadas en otro artículo, están siendo boicoteados activamente por el propio Zelenski, cuya vida depende de que la guerra continúe; por la enrabietada Unión Europea, que no concibe que le haya salido mal el plan que le vendió Joe Biden; por el Reino Unido, cuyos militares proponen ayudar a Ucrania a desarrollar armas nucleares; y por Lindsey Graham, el senador estadounidense que se hizo famoso por afirmar que Ucrania lucharía  “hasta la última persona” si se le proporcionaba armamento y financiación sin límites.

Gran Bretaña debería ayudar a Ucrania a desarrollar sus propias armas nucleares en el marco del Acuerdo de Asociación Estratégica, – coronel del ejército británico Richard Kemp en el Foro de Seguridad del Mar Negro.

Tan sólo dos días antes del ataque ucraniano contra los bombarderos estratégicos rusos, el senador republicano Lindsey Graham y el demócrata Richard Blumenthal visitaban a Zelenski en Kiev. Ambos llevan semanas amenazando con presentar en el Senado una ley para imponer aranceles de un 500% a las importaciones procedentes de países que compren a Rusia petróleo, gas, uranio y otros productos. Lo que, en la práctica, supondría un embargo a China, India y un largo etcétera de naciones, que han ignorado las sanciones occidentales. Una medida disparatada que equivaldría a congelar el comercio de Estados Unidos con las principales economías mundiales.

Reuters: Senador de USA Graham: El Senado trabajará en la ley de sanciones a Rusia la semana que viene.

Graham prosiguió su gira europea en Bruselas, donde el 2 de junio se reunió con la presidenta de la Comisión Europea. El resumen de la reunión deja bien a las claras la pinza que pretenden hacerle a Donald Trump, reacio a imponer más sanciones a Rusia: se habla de “coordinación de las sanciones” entre Estados Unidos y la Unión Europea.

Úrsula von der Leyen sigue mintiendo en relación con la efectividad de las sanciones, pero que sólo hayan servido para impulsar las exportaciones rusas carece de importancia para la alemana. En el paquete número 18 de sanciones, la presidenta de la Comisión se propone dejar atrás para siempre los gasoductos Nord Stream, condenando a Europa a adquirir el gas a unos precios que están desindustrializando Alemania. Además, pretende bajar el precio máximo del petróleo ruso de 60 a 45 dólares por barril, ignorando el fracaso del anterior tope.

Politico, 5 de diciembre de 2023: Un nuevo informe revela que el límite del precio del petróleo ruso ha fracasado en gran medida.

El senador estadounidense Ron Paul acusaba a Lindsey Graham de intentar socavar la política exterior de Donald Trump: “Como el presidente Trump ha declarado repetidamente que su política es poner fin a esa guerra, ¿por qué un senador estadounidense está socavando la política exterior oficial de Estados Unidos… y hasta qué punto estuvo involucrado él (y otros neoconservadores de la Administración) en los ataques del domingo?”

Si la vida de Zelenski depende de que el conflicto continúe, las élites europeas están dispuestas a todo con tal de no reconocer el fracaso de su estrategia. Su prioridad absoluta, y en lo que están concentrando sus esfuerzos, con el apoyo de Keir Starmer, es hacer virar a Donald Trump hacia las posiciones de la administración anterior: que el apoyo a Ucrania continúe todo el tiempo que sea necesario. 

Si las élites europeas no consiguen reconducir a Trump, en Londres y Bruselas prefieren que Kiev capitule por la fuerza, antes que aceptar las condiciones expuestas en el memorando que los negociadores rusos entregaron a los ucranianos en Estambul el 2 de junio. El Atlantic Council, uno de los reductos de los neoconservadores, se apresuró a equiparar sus términos con la capitulación de Ucrania.

Atlantic Council: Las condiciones de paz punitivas de Putin son un llamado a la capitulación total de Ucrania.

Europa confunde la contención rusa con debilidad

Los planteamientos de Rusia en el memorando entregado en Estambul coinciden con lo expuesto por Vladímir Putin en su discurso ante los funcionarios del Ministerio de Asuntos Exteriores, el 14 de junio de 2024. Lo que está proponiendo Rusia es, a grandes rasgos, una vuelta al statu quo que existía en Ucrania antes del golpe de Estado de 2014.

Un país donde no se perseguía a quienes hablaban en ruso – un 48% de la población en 2004 –, ni a la iglesia canónica ortodoxa. Un país que, en su declaración de soberanía, “declara solemnemente su intención de convertirse en un Estado permanentemente neutral que no participe en bloques militares y se adhiera a tres principios libres de armas nucleares: no aceptar, producir ni comprar armas nucleares”. Un país donde no se alzaba a la categoría de héroes nacionales a notorios nazis.

Sin embargo, desde 2014 ha habido cambios sobre el terreno. Cualquier acuerdo de paz necesariamente habrá de tener en cuenta las realidades en el frente de guerra. Rusia ha ocupado aproximadamente el 20% del territorio de Ucrania, un dato que Zelenski y sus patrocinadores europeos se resisten a admitir. Hasta The Wall Street Journal reconoce que el ejército ruso está avanzando, aunque en realidad la estrategia rusa ha sido desde el principio la guerra de desgaste.

Dónde está avanzando Rusia en Ucrania y qué espera ganar. 11 de junio de 2025.

La OTAN ha admitido que la producción de armas de Rusia supera con creces la de occidente. Incluso medios de Ucrania aceptan que el bloque occidental “no está logrando alcanzar la producción rusa de la unidad de guerra más básica del último medio milenio: la pólvora”. Rusia está ganando de largo la guerra de desgaste, pero existen motivos que pueden forzarle a cambiar una estrategia que, hasta ahora, ha servido a sus intereses.

La guerra dura ya más de tres años y, en contra de la imagen que occidente presenta de Putin – un sátrapa que hace y deshace a su antojo – la realidad es muy distinta: hay presión de sectores más duros para que el ejército se quite los guantes. Además, la ficción de que es solamente Ucrania, y no Estados Unidos, y Alemania, y el Reino Unido, y Francia, quien está en guerra con Rusia no se puede mantener durante mucho más tiempo.

Hasta el momento, el gobierno ruso ha dado muestras de una contención que occidente ha malinterpretado como debilidad. Rusia es la mayor potencia nuclear del mundo, y podría haber borrado Ucrania de la faz de la tierra en minutos, pero su objetivo no es ese. Al igual que tampoco consiste en plantar su bandera en el Reichstag, por mucho que las élites europeas agiten ese espantajo como coartada para mantenerse en sus puestos, reforzar el centralismo antidemocrático de Bruselas y seguir con el programa de las “ayudas” al gobierno de Zelenski, que jamás han sido, ni serán, auditadas.

Los BRICS, y el sur global en general, que representa la mayoría de las naciones del mundo, están observando también la conducta de Rusia en Ucrania. Este es otro motivo de la contención del Kremlin frente a las continuas provocaciones que recibe. Los rusos son excelentes jugadores de ajedrez. Si los ataques ucranianos contra trenes cargados de civiles pretendían volar no sólo los puentes de los contactos en Estambul, sino desencadenar una respuesta asimétrica, sus autores se equivocaron de plano.

Lo que sí ha ocurrido es que Rusia ha tomado nota de cuál es la estrategia de guerra sucia y provocaciones de Ucrania y sus patrocinadores europeos, una vez que Estados Unidos parece querer retirarse de la primera línea. Y va a actuar en consecuencia. Si Ucrania no acepta ceder las cuatro regiones que Rusia ya controla en gran medida, la “zona de amortiguación” que Putin ordenó construir se ensanchará, como ya está ocurriendo en Sumy y Dnipropetrovsk. Hasta dónde llegará, nadie lo sabe.

Si Ucrania no se aviene a negociar sobre la base del memorando entregado en Estambul el 2 de junio, y confía en que el apoyo de Londres y Bruselas será suficiente para seguir combatiendo, se arriesga a que Rusia se quite los guantes y se garantice que la OTAN no va a volver a suponer una amenaza en su flanco suroccidental. A menos que los neoconservadores convenzan a Trump para seguir apoyando a Zelenski, todo el tiempo que sea necesario, en cuyo caso las perspectivas para quienes vivimos en Europa no podrían ser más negras. Rusia no va a renunciar a sus objetivos, que considera imprescindibles para garantizar su supervivencia como Estado, negociación mediante, o en el campo de batalla.

Desgraciadamente, me inclino por la segunda opción. En todas las zonas del mundo donde hay conflictos e intentos de resolverlos mediante negociación, las fuerzas que se oponen al diálogo terminan imponiéndose. Dicho crudamente, prefieren matar a quien consideran enemigo y robarle sus recursos, que negociar con él.

El 11 de junio, tan sólo dos días antes del ataque de Israel a Irán, el ministro de Asuntos Exteriores Iraní expresaba su optimismo acerca de la posibilidad de un acuerdo nuclear con Estados Unidos, tras cinco rondas de negociaciones con Steve Witkoff. Los ataques sionistas a Irán buscaban, entre otras cosas, abortar la posibilidad de ese pacto. Exactamente lo mismo que pretendían los ataques ucranianos a los bombarderos estratégicos de Rusia: acabar con cualquier posibilidad de paz.

Putin impone su marco de negociación y echa un cable a Trump

22 de mayo de 2025

Putin rescata momentáneamente a Trump

Rusia impuso su marco de negociación en Estambul, anotándose otra victoria, esta vez en el terreno diplomático. Tras rechazar de entrada el alto el fuego de 30 días, Putin le echó una mano a Trump, que cogió al vuelo la propuesta rusa de entablar conversaciones directas con Ucrania en Estambul. Con este movimiento, el Kremlin rompía el cerco que la facción neoconservadora en Estados Unidos, las élites de la Unión Europea, del Reino Unido y Zelenski pretendían imponerle a Donald Trump.

Poderosas fuerzas están intentando convertir al actual presidente de Estados Unidos en una suerte de Joe Biden Segundo, tal y como reseñé en mi artículo anterior. Donald Trump está sufriendo una fuerte presión por parte de su propio partido, encarnada en el senador Lindsey Graham, para continuar apostando por el caballo muerto. Hay muchos intereses políticos en que la guerra contra Rusia continúe en Ucrania, por no hablar de los económicos.

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Trump se empantana en Ucrania

8 de mayo de 2025

Trump rompe con la inercia de Biden

En este blog intento analizar la geopolítica con una cierta perspectiva. Me gusta dejar que los acontecimientos posen. Sin embargo, analizar con este enfoque pausado el comportamiento de Donald Trump resulta bastante complicado, dada la velocidad a la que se mueve y las contradicciones en las que incurre. Aun así, tras haber cumplido sus primeros cien días en el cargo, voy a intentar desvelar qué estrategia puede haber en la zigzagueante trayectoria de las negociaciones que Trump ha abierto con Rusia.

Lo más relevante es el hecho de que se están produciendo conversaciones entre Estados Unidos y Rusia. A pesar de las enormes presiones por parte de quienes realmente mandan, sin presentarse nunca a unas elecciones; de las élites europeas y del gobierno de Zelenski, que no cejan en su empeño de convertir la presidencia de Donald Trump en un segundo mandato de Joe Biden, el nuevo inquilino de la Casa Blanca tiene agenda propia. Precisamente por este hecho es por lo que se ha demonizado su figura, desde antes de acceder por primera vez a la presidencia. Otro asunto es que la agenda sea realmente disruptiva en algunos temas, como trata de presentarla. Pero eso será objeto de otros artículos.

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Europa naufraga entre la parálisis, los enfrentamientos y el autoritarismo

25 de marzo de 2025

Europa se niega a asumir la derrota en Ucrania

Europa se está mostrando incapaz de articular una respuesta política coherente y unitaria a la decisión de Donald Trump de afrontar la situación en Ucrania de una manera realista. Las élites europeas rechazan asumir la derrota de la OTAN frente a Rusia e insisten en el delirio de creerse que Europa puede vencer militarmente a Rusia sin la ayuda de Estados Unidos. Los europeos se están haciendo trampas al solitario, porque se empeñan en continuar con la farsa antes que reconocer que la apuesta del Partido Demócrata salió mal, y actuar en consecuencia.

Exactamente eso es lo que está haciendo Donald Trump, y por eso los europeos están de los nervios, porque el reconocimiento por parte de la nueva administración de la realidad sobre el terreno les deja en evidencia frente a su postura negacionista de niño enrabietado.

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