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Por qué Putin colabora en el teatro de la mediación de Trump

8 de diciembre de 2025

Putin le echa el primer cable a Trump en Estambul

Vladímir Putin ya le había echado un cable a Donald Trump en mayo, como analicé en este artículo. Para sacarlo de la encerrona preparada por Keith Kellogg – que abandonará su puesto en enero – y los neoconservadores de Estados Unidos y Europa, el presidente ruso ofreció abrir conversaciones directas con Ucrania en Estambul. Trump se aferró a la propuesta porque le permitía esquivar el marco impuesto por los neoconservadores: exigir a Rusia un alto el fuego de 30 días antes de negociar nada, e imponer “sanciones aplastantes” a Moscú y a terceros países si rechazaba el ultimátum.

Trump no estaba dispuesto a aceptar ese planteamiento. Sabía que Rusia rechazaría el alto el fuego y que las sanciones de “jurisdicción de brazo largo”, como las califica China, iban a ser desafiadas por Xi Jinping y Narendra Modi, dejando en evidencia la supuesta capacidad de presión estadounidense. Rusia, además, no tenía motivo alguno para detener su avance en el frente: va ganando, y una tregua sólo daría aire al debilitado ejército ucraniano y a sus desfondados aliados europeos.

Al atribuirse el papel de mediador en un conflicto cuyo desencadenante siempre atribuyó a Joe Biden e, incluso, a la expansión de la OTAN hacia las fronteras rusas, desafiando la narrativa occidental, Donald Trump se colocaba en el medio de un enfrentamiento, cuando en realidad es uno de los contendientes. Hasta Marco Rubio ha reconocido que la guerra en Ucrania es de carácter “proxy”, o por intermediación, entre Estados Unidos y Rusia, y que hay que ponerle fin. Porque Washington ha perdido, añado yo, aunque eso Rubio no lo dijo en la entrevista en Fox News.

El Kremlin afirma que la visión de Rubio sobre el conflicto de Ucrania como una guerra indirecta entre Estados Unidos y Rusia coincide con la de Putin.

Putin se dio cuenta de que Trump intentaba abandonar el descabellado proyecto de derrotar a Rusia para esquilmar sus recursos, así que decidió echarle un cable, porque vio la oportunidad de que el nuevo presidente de Estados Unidos abandonara un proyecto en gran medida bipartidista.  El golpe de Estado del Maidán se produjo en 2014, cuando Barack Obama era el presidente, aunque el plan era transversal, pues contó con el apoyo entusiasta de notorios republicanos, como John McCain, que viajó a Kiev en 2014, y Lindsey Graham, que sigue haciéndolo.

Putin está dispuesto a pasar por alto la notoria contradicción que supone la admisión del carácter «proxy» de la guerra en Ucrania por parte de Marco Rubio, y la actitud de su jefe al presentarse como mediador, porque piensa que le viene bien hacerlo. Por cierto, el secretario de Estado estuvo notoriamente ausente de dos reuniones clave: la última de los ministros de Asuntos Exteriores de miembros de la OTAN, y la que mantuvieron Steve Witkoff y Jared Kushner con Putin, durante 5 horas, en Moscú. ¿Estuvieron 5 horas hablando de Ucrania, o trataron otros temas?

Los motivos por los que Rusia colabora en la escenificación de Trump

Hay motivos adicionales por los que Rusia ha aceptado entrar en esa dinámica, siendo evidente que Estados Unidos está instigando el enfrentamiento desde la revolución naranja de 2004.  Lo primero que hay que señalar es que, de haber ganado las elecciones la candidata demócrata, el restablecimiento del diálogo con Rusia no se habría producido. Kamala Harris habría seguido los pasos de Joe Biden, que para eso pretendían ponerla en la Casa Blanca, repitiendo la cantinela de “as long as it takes” (tanto tiempo como haga falta). Un latiguillo que, de hecho, siguen coreando las élites europeas, comenzando por la propia Úrsula von der Leyen.

Con todos sus defectos, que son innumerables, deleznables y apoteósicos en otros ámbitos de la política exterior, Donald Trump está mostrando unas dosis de realismo sorprendente cuando nos ceñimos a la carpeta de Ucrania. Una posición que no casa con su actitud soberbia, rasgo inherente a todos los presidentes estadounidenses, aunque menos desacomplejado en el caso de Trump. Y ese realismo comienza por asumir que Ucrania está perdiendo la guerra: “No tienes las cartas”, le espetó a Zelenski cuando éste se puso chulito en febrero en la Casa Blanca, y J.D. Vance y el propio Trump le pararon los pies.

Trump: Zelenski “no tiene cartas”, “no debería estar en reuniones” con Rusia. 21 de febrero de 2025.

Rusia se ha dado cuenta de ese giro, que denota que Trump está buscando una salida de Ucrania salvando la cara, y esa es la primera razón por la que está colaborando en el teatrillo del “mediador”. La segunda es que Putin preferiría tener unas relaciones con Estados Unidos donde hubiera más cooperación que enfrentamiento.

Rusia lleva casi cuatro años en guerra. Putin no tiene ningún inconveniente en alcanzar los objetivos fijados en la “operación militar especial” en una mesa. Así lo ha declarado. Si la escenificación de un proceso de negociación donde su contrincante real aparece como mediador le facilita conseguir sus objetivos y abandonar las armas, Putin está dispuesto a explorar esa posibilidad, aunque no debemos soslayar las desconfianzas que alberga el Kremlin respecto a la fiabilidad de su interlocutor, y el cumplimiento de un hipotético acuerdo.

Tanto Putin como Trump son conscientes del trampantojo que representa el papel de mediador que se atribuye el presidente estadounidense. Si Trump realmente quisiera acabar con la guerra en Ucrania, lo tendría muy fácil: bastaría con que cortara de golpe toda ayuda militar y de inteligencia. Aunque desde enero Estados Unidos no financia directamente al gobierno de Kiev, sigue proporcionando armas a Zelenski, a través de los países europeos que se las compran. También continúa amagando con dejar de facilitar información de inteligencia a Ucrania, pero sigue haciéndolo. Si Trump desenchufara a Ucrania, caería en cuestión de semanas.

Trump no lo hace por dos motivos: el primero, porque a pesar de toda su fanfarronería, carece de coraje político para hacerlo. No se atreve a enfrentarse a los neoconservadores y su panoplia de palancas de poder en los distintos estamentos institucionales. Por no hablar de los dos intentos de asesinato que ha sufrido. El segundo, porque sus adversarios políticos, en casa y en Europa, le iban a echar la culpa de la caída de Ucrania, de la derrota de la democracia frente al autoritarismo, y toda esa matraca. Así que Trump está buscando una manera de evitar que le responsabilicen del colapso. Lo tiene difícil, pero lo está intentando.

Europa lucha por hacerse con un puesto en la mesa de negociación

Aunque los europeos están luchando a brazo partido por hacerse con un sitio en la mesa de negociación entre las dos potencias, fundamentalmente para reventarla, parecen lejos de conseguirlo. El desprecio de Trump por la Unión Europea y sus líderes, que apoyaron a su contrincante en las elecciones presidenciales, es manifiesto. El de Putin es asimismo patente. En este caso, las élites europeas se lo han ganado a pulso, desde el momento en que se alinearon con los objetivos de Biden: destruir a Rusia, y fragmentarla en unidades administrativas más manejables, para mejor saquear sus recursos. 

Así pues, tanto Trump como Putin carecen de interés en que los europeos participen en las negociaciones. Ambos son plenamente conscientes de que el único interés de las élites europeas para auparse a un sitio en la mesa es el de reventar cualquier posibilidad de solución pacífica del conflicto.

Las recientes filtraciones de conversaciones entre líderes europeos lo demuestran: Macron advierte de que Trump “podría traicionar” a Ucrania, mientras el presidente de Finlandia, Alexander Stuub, comenta que “No debemos dejar a Ucrania y a Volodimir solos con estos muchachos”, en referencia a Steve Witkoff y Jared Kushner, el nuero de Trump, que están ejerciendo de diplomáticos.

Macron advirtió de que Estados Unidos podría “traicionar” a Ucrania en una llamada filtrada entre líderes, informa Spiegel. Politico, 4 de diciembre de 2025.

Uno de los principales objetivos que motivó la creación de la OTAN fue impedir, a toda costa, que surgiera una alianza estratégica entre la parte occidental del continente europeo y la vasta Rusia. El primer secretario general de la OTAN, Lord Ismay, dijo que el objetivo de la Alianza era “mantener a los rusos fuera, a los estadounidenses dentro y a los alemanes abajo”. Hasta hace poco, esa cita se podía leer en el propio sitio web de la OTAN. Aunque ya ha sido eliminada, se puede consultar en este enlace de archivo.

Mantener a los rusos fuera, a los estadounidenses dentro y a los alemanes abajo. ¿Cómo lo está haciendo la OTAN?

A pesar de ello, desde los años 70, Europa occidental, singularmente Alemania Federal, y Rusia llegaron a acuerdos para que Rusia le suministrara gas natural a través de gasoductos, proporcionándole la energía abundante, próxima y barata que Europa necesitaba para prosperar. La voladura de los gasoductos Nord Stream se enmarca en la estrategia de Estados Unidos de dinamitar, literalmente, ese esquema, que fue tan beneficioso para ambas partes.

Teniendo en cuenta que la guerra provocada por la OTAN en Ucrania ha volado todos los puentes entre Bruselas, Londres y Moscú, podemos colegir que uno de los objetivos estratégicos de Estados Unidos se ha cumplido: las perspectivas de que Europa y Rusia reanuden sus relaciones en unos términos mínimamente civilizados son nulas, al menos en el corto y medio plazo.

Una vez cumplida esa misión, Estados Unidos puede optar por darse por satisfecho en lo que a Europa respecta: su economía está destruida y sin visos de poder recuperarse, al carecer de la energía barata necesaria para hacerlo. Así pues, la derrota en Ucrania, que es ya una cuestión de tiempo, no sería tan amarga. Washington no ha conseguido destruir a Rusia, pero sí ha eliminado las posibilidades de la Unión Europea de convertirse en un competidor geopolítico.

Como botón de muestra, baste señalar que los países bálticos, los más aguerridos verbalmente contra Moscú, ya han pedido el “rescate” a la Unión Europea a causa de las sanciones a Rusia. Bruselas se ha limitado a darles buenas palabras, porque hasta que no se apruebe el próximo presupuesto, en 2028, dinero no va a haber. Y entonces, ya veremos.

Los países bálticos quieren un rescate de la UE después del efecto inverso de las sanciones a Rusia – Politico. Irish Sun, 27 noviembre de 2025.

Trump ha optado por seguir la máxima del obispo de Troyes frente a Atila: “Si no puedes con tu enemigo, únete a él”. La estrategia de presentarse como mediador le está permitiendo restablecer la comunicación con Rusia para, ulteriormente, llegar a acuerdos comerciales, en el terreno de la energía o explotando el Ártico. Al fin y al cabo, Trump es un hombre de negocios.

Por si quedaba alguna duda del giro de Trump, la última edición de la Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, publicada en noviembre, afirma literalmente lo siguiente: Es un interés central de los Estados Unidos negociar un cese expeditivo de las hostilidades en Ucrania, (…) prevenir una escalada o expansión no deseada de la guerra y restablecer la estabilidad estratégica con Rusia”. Lo que viene a ser un reconocimiento de que Rusia ha ganado la partida en Ucrania y toca recomponer los puentes con Moscú. Trump está apostando por el caballo ganador, y aunque el titular del Wall Street Journal es hiperbólico, no es de extrañar que los europeos estén hiperventilando…

EE. UU. da un giro a la historia al presentar a Europa —no a Rusia— como el villano de su nueva política de seguridad. Wall Street Journal, 5 de diciembre de 2025.

Tras esta declaración de intenciones por parte de Trump, a Rusia también le interesa recomponer las relaciones con Estados Unidos. Al fin y al cabo, junto con China, con quien Rusia ya mantiene una asociación estratégica a todos los niveles, los tres países conforman las tres principales potencias económicas y militares del planeta. El restablecimiento de unas relaciones donde primara la cooperación sobre el enfrentamiento, y el comercio sobre las restricciones, favorecería el progreso económico de las tres.

Rusia ha demostrado una gran resiliencia frente a las sanciones, pero es evidente que no le importaría librarse de las impuestas por Estados Unidos. En relación con las procedentes de la Unión Europea, Putin intuye que han llegado para quedarse, pero le molestan menos, porque están dañando mucho más a sus promotores que a su país. Así que esos “imbéciles”, como llegó a calificarles, pueden seguir cavando su propia tumba.

Europa encadena su destino al de Ucrania

A causa de sus erróneas decisiones, Europa es un actor irrelevante en el tablero mundial, porque se encuentra aislada. Putin está firmando acuerdos multimillonarios con Xi Jinping y Narendra Modi, mientras la Unión Europea sigue cavando su tumba con el paquete número 20 de sanciones bumerán. En lugar de virar el trasatlántico, como está intentando Donald Trump, y tratar de restablecer las relaciones con Rusia, por muy complicado que eso resultara ahora mismo, la UE está empeñada en ligar su destino al de Ucrania. Lo cual es garantía de un naufragio del calibre del Titanic.

Europa reclama insistentemente un puesto en la mesa de negociación entre los grandes, pero si de veras quisiera alzarse con un lugar en el tablero geopolítico, lo que debería hacer no es dirigirse a Estados Unidos, su patrón, implorando aunque sea una banqueta en la mesa, sino tratar de emanciparse. Para eso, Europa necesitaría llamar al Kremlin, con la esperanza de que le cogieran el teléfono, para intentar restaurar el diálogo.

A pesar de la rusofobia que profesan los principales líderes nacionales europeos y los burócratas de Bruselas, desde Keir Starmer hasta Kaja Kallas, los rusos son muy prácticos. En octubre de 2022, Putin afirmó que Rusia estaba dispuesta a volver a suministrar gas a Europa a través de los gasoductos Nord Stream, un mes después de su voladura. Conviene recordar que Europa sigue comprando gas a Rusia, sólo que licuado, mucho más caro que el que venía por tubería, y que va a seguir haciéndolo, al menos, hasta el otoño de 2027.

La UE tiene un discurso duro sobre el GNL ruso, pero compra más que nunca en 2025. High North News, 30 octubre de 2025.

Si las élites europeas mostraran propósito de recomponer las relaciones, los rusos quizás se avendrían a reanudar el diálogo. Pero los europeos deberían hacerlo rápidamente, antes de que Ucrania termine de colapsar militar y políticamente, y no les quede ni siquiera esa sobada carta con la que jugar, cuyo valor desciende día a día.

Sin embargo, para que tal escenario se produjera, debería haber un reemplazo de las actuales élites. Con las que están al cargo hoy, tal giro resulta impensable. Úrsula von der Leyen y su patulea no sólo no se plantean un giro en su estrategia de enfrentamiento, sino que siguen dándole vueltas al robo de los activos rusos que Euroclear, con sede en Bruselas, mantiene en custodia, “congelados”, con el propósito de prolongar la guerra.

Estados Unidos y el Banco Central Europeo se han mostrado en contra de la apropiación. El Fondo Monetario Internacional también ha advertido “que cualquier acción relacionada con el uso de los activos inmovilizados de Rusia debe respetar el derecho internacional y nacional y no socavar el funcionamiento del Sistema Monetario Internacional”. Verde y con asas.

Ucrania necesita al menos 90.000 millones de euros para cubrir dos tercios de su presupuesto en los próximos dos años, arguye la reina de Bruselas para justificar el latrocinio. Como reseñé en el artículo anterior, tanto el gobierno belga como la directora de Euroclear se niegan a abrirles la puerta a los ladrones, por más que Úrsula von der Leyen anuncie supuestos acuerdos para consumar el atraco, que distan de haberse materializado, dada la firme oposición belga.

Además de planear un robo multimillonario, que destrozaría la reputación de Europa y el valor de su moneda, asistimos a una escalada verbal por parte de un alto mando europeo de la OTAN, amenazando con adoptar una postura más agresiva frente a Moscú, incluso con la posibilidad de lanzar “ataques preventivos” contra Rusia.

La OTAN considera acción “preventiva” contra los ataques híbridos de Rusia. The Independent, 2 de diciembre de 2025.

El presidente ruso no ha tardado en responder a estas amenazas: ha advertido que en caso de que Europa desate una guerra contra Rusia, la respuesta a la agresión no sería “quirúrgica”, como califica la actuación del ejército ruso en Ucrania, en el marco de lo que Moscú denomina “operación militar especial”.

Que no se piensen las élites europeas que Putin iba a enviar a sus soldados a una guerra de trincheras en la frontera polaca. Que no se hagan líos. Las palabras de Putin no ofrecen ninguna duda: la respuesta rusa a una agresión directa por parte de Europa sería devastadora.

No parece que Estados Unidos saliera al rescate en tal caso. Oficiales del Pentágono transmitieron a diplomáticos europeos en Washington que deberán hacerse cargo de las capacidades de defensa convencionales de Europa en la OTAN en 2027, como fecha límite. Después de décadas sufragando la parte del león, Estados Unidos está traspasando la factura de su defensa a Europa. Habría que ver lo que queda del artículo 5, el que estipula la mutua defensa, en caso de ataque…

Ucrania se desmorona mientras pretende imponer su agenda con ayuda de los europeos

Se suceden las caídas de ciudades estratégicas en la línea del frente – Pokrovsk, Kupiansk, Volchansk – que están abriendo la puerta a que el ejército ruso llegue al río Dnieper, arteria de la economía ucraniana. A partir de ahí, todo es campo hasta Kiev, no hay líneas de defensa. Desde enero, Trump ha cortado el grifo de los dólares. En cuanto a las armas que Biden regalaba a Zelenski, ahora es Europa quien debe comprarlas al complejo militar industrial estadounidense para enviarlas a Kiev. El ejército ucraniano tiene un serio problema para reponer las bajas. En el frente, las perspectivas son muy sombrías para Ucrania: el secretario del ejército de Estados Unidos advierte de una “derrota inminente”.

El secretario del Ejército de EE. UU. advirtió a Ucrania de una derrota inminente mientras impulsaba un plan de paz inicial. NBC News, 26 de noviembre de 2025.

Los casos de corrupción afectan al círculo más próximo a Zelenski. Su jefe de gabinete y mano derecha, Andriy Yermak, renunció después de que la oficina anticorrupción (NABU) efectuara registros en su domicilio, al día siguiente de una entrevista en la que afirmó que Ucrania no iba a ceder ni un ápice en términos de territorio. En los domicilios de los corruptos en Kiev aparecen paquetes con millones de dólares a estrenar, con sellos de la Reserva Federal, y hasta un inodoro de oro

Europa es incapaz de proporcionar el flujo de dinero necesario para sostener económicamente al gobierno de Ucrania, que se aproxima a la quiebra. Por eso apuesta por robar los activos rusos, porque de otro modo tendría que convencer a la ciudadanía europea de que hay que subir los impuestos, suprimir prestaciones sociales, o endeudarse, para enviar dinero al corrupto gobierno de Zelenski. Europa tampoco dispone de armamento suficiente con el que compensar el que ya no llega de Estados Unidos, cuyos arsenales también están perjudicados tras más de tres años de guerra.

Con el ejército al borde de la desbandada, el país a punto de la quiebra, y con sus aliados europeos sin dinero para financiar el fallido Estado ucraniano, Zelenski y las élites europeas encima se creen en la posición de dictar los términos de un acuerdo que resulte favorable a Ucrania y castigue a Rusia por la agresión. El nivel de delirio, de negación de la realidad, alcanza tintes patológicos.

Europa a Trump: tu plan de paz para Ucrania no es ningún plan. Politico, 20 de noviembre de 2025.

El plan estadounidense de 28 puntos para tratar de poner fin al conflicto en Ucrania, del que existen varias versiones, ha sido supuestamente reducido a 19, tras conversaciones con Zelenski y los europeos, para aproximarlo a los intereses ucranianos. A Trump no le importa hacer concesiones sobre el papel a Zelenski y sus titiriteros, porque sabe que Rusia no va a aceptarlas. Cuando llegue la negativa rusa, Trump podrá echarle la culpa a Ucrania por tratar de conseguir un acuerdo sin el respaldo de la situación en el frente: le acusará, con razón, de falta de realismo.

Si Ucrania rechaza la mediación estadounidense, Trump tendrá las manos libres para retirarse, sobre lo que ya ha amagado en el pasado, y dejar que la contienda se resuelva en el campo de batalla. Este es el escenario más probable, según estima John Mearsheimer. Acertadamente, porque las posiciones de Ucrania y Rusia son irreconciliables y el Kremlin no puede renunciar a sus objetivos, que considera imprescindibles para evitar la amenaza existencial que supondría una derrota. Además, Rusia está en posición de conseguirlos por la vía militar. Hace bien Estados Unidos en recomendar a Ucrania que firme un acuerdo, lo antes posible, porque cada día que pasa, Zelenski estará en peor posición para hacerlo.

En cuanto al futuro de Ucrania, en el mejor de los casos quedaría como un Estado residual, aunque yo creo que Rusia no puede consentir que en Kiev queden los rescoldos para que los europeos, ya sin Estados Unidos, pretendan prorrogar el conflicto, alimentando los restos del naufragio.

Rusia necesita desactivar, de la manera lo más efectiva posible, la posibilidad de que Ucrania vuelva a ser utilizada por occidente como un ariete para destruirla. Así que lo más lógico es que intente una operación de cambio de régimen, para asegurarse de que quienes detenten el poder en Kiev sean refractarios a toda veleidad de volver a las andadas.

En cuanto a Zelenski, si no lo asesinan sus compatriotas neonazis tras la derrota, podría acabar exiliado en Londres. Desde allí, junto al MI6, podría continuar una guerra sucia contra Rusia. Europa podría tener la tentación de apadrinar un gobierno ucraniano en el exilio, para seguir financiando una operación menos costosa que una guerra convencional. En cuyo caso, habría que esperar la respuesta del Kremlin al hostigamiento. De una cosa estoy seguro: en ningún caso sería quirúrgica. 

Trump desperdicia la cumbre de Alaska y sopesa la escalada contra Rusia

14 de octubre de 2025

Trump desaprovecha el impulso de Alaska y cede a las presiones de los belicistas

Aunque con Trump nunca se sabe, todo indica que está a punto de desperdiciar el impulso que parecía haber cogido en Alaska para restablecer las relaciones con Rusia. El mero hecho de estar valorando el suministro de misiles Tomahawk a Ucrania, que pueden portar ojivas nucleares, supone una temeridad que Joe Biden rechazó cuando Zelenski se lo propuso en su “plan de paz”.

Trump y Zelensky hablan de misiles Tomahawk para Ucrania, dicen fuentes. Axios, 11 de octubre de 2025.

Desde su constante envanecimiento, Trump quizás había pensado que bastaba con desarrollar una buena relación personal con Putin para que éste se aviniera a su deseo de poner fin a la guerra o, al menos, decretara un alto el fuego, que permitiera disimular la derrota de la OTAN en Ucrania, y a Trump, salvar la cara. Por lo que se ve, Trump salió de Alaska convencido de que un paseíto en su limusina bastaba para que el presidente de Rusia se plegara a sus deseos.

El problema de Estados Unidos y de Europa es que no escuchan, o no quieren escuchar, lo que dice Rusia, porque no les conviene. Putin y miembros destacados de su gobierno han repetido hasta la saciedad que para poner fin a la guerra en Ucrania es imprescindible afrontar las causas profundas que la provocaron. Y eso es algo que ni Estados Unidos ni Europa están dispuestos a plantearse, porque fueron ellos quienes la instigaron, y no están dispuestos a asumir las consecuencias de reconocerlo.

Por lo tanto, la guerra en Ucrania continuará, a menos que los miembros de la OTAN entiendan que tienen que sentarse a negociar sobre la base de los documentos que Rusia les envió en diciembre de 2021.  

Otro problema de fondo es que Trump se cree que todo el mundo debe satisfacer sus deseos, someterse a sus intereses, aunque vayan en perjuicio de los propios, y obedecer sus órdenes, como cuando exigió a Irán una “rendición incondicional” en la denominada guerra de los 12 días. En el fondo, Trump es idéntico a todos los presidentes estadounidenses, lo que ocurre es que no guarda las formas hipócritas de otros.

Trump llama a la “rendición incondicional” de Irán, mientras la guerra entre Israel e Irán continúa.

Como Putin no le ha hecho caso, y después de cada conversación se sucedía un nuevo bombardeo sobre Ucrania, Trump ha terminado cogiéndose una rabieta. Ha confundido el hecho de que Putin y él tuvieran conversaciones de manera sosegada, con que el presidente ruso aceptara renunciar a todos los objetivos que le llevaron a involucrarse directamente en la guerra civil que se desarrollaba en Ucrania desde 2014, sin obtener nada a cambio.

Acosado por las presiones de los neoconservadores en casa, y de los europeos y Zelenski fuera de ella, Trump está amagando con suministrar misiles de largo alcance, que no podrían operarse sin la intervención directa de militares estadounidenses, como recordó Putin. Aunque Rusia ha estado haciendo como que no ve la participación de los miembros de la OTAN en el conflicto, llega un punto en que la farsa no puede estirarse más. Tanto la opinión pública en Rusia, como los partidarios de la línea dura en el Kremlin, tienen un límite.

Las contradictorias declaraciones de altos dirigentes rusos sobre la cumbre de Alaska

El 5 de octubre, en relación con la posibilidad de que Estados Unidos enviara misiles Tomahawk a Ucrania, Putin afirmaba que «Esto conducirá a la destrucción de nuestras relaciones, o al menos de las tendencias positivas que han surgido en estas relaciones» y que supondría una «etapa cualitativamente nueva de escalada».

El 8 de octubre, el viceministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Riabkov, remachaba el mensaje de su presidente, recalcando que el suministro de misiles Tomahawk supondría «un cambio serio en la situación». Riabkov se lamentaba de que el impulso cogido en Alaska se había perdido en gran medida, debido a las acciones de quienes quieren continuar la guerra “hasta el último ucraniano”, mayormente los europeos.

Sin embargo, como es lógico, Riabkov también depositaba gran parte de la responsabilidad en el deterioro de las relaciones en los propios Estados Unidos: “Tenemos una cierta estructura de relaciones que se está resquebrajando y derrumbando. Los estadounidenses son los culpables de esto. Las grietas ya han llegado a los cimientos”.

En breve: Diplomático ruso senior evalúa el resultado de la cumbre de Alaska, el asunto de los Tomahawk.

María Zajárova, portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores, afirmó que en caso de tomarse la decisión de proveer a Kiev con misiles Tomahawk, este hecho «infligirá un daño irreparable a las relaciones ruso-estadounidenses que recién empezaron a manifestar elementos del restablecimiento del diálogo bilateral».

Las subsiguientes declaraciones sobre el mismo tema realizadas por Vladímir Putin; posteriormente por su portavoz, Dimitri Peskov; y por el asesor presidencial, Yuri Ushakov, parecen entrar en contradicción con las de Riabkov, Zajárova, y con las propias de Putin, expresadas el 5 de octubre.  

El 10 de octubre, en una rueda de prensa durante su viaje a Tayikistán, a preguntas de los periodistas sobre las palabras de Serguéi Riabkov, Putin señaló que no han sido revelados todos los detalles de la reunión con Donald Trump: «Nos limitamos a decir que, en general, tenemos un entendimiento por parte de Estados Unidos y de Rusia sobre hacia dónde debemos ir y hacia dónde debemos esforzarnos para poner fin a este conflicto por medios pacíficos».

Putin añadió que se trata de cuestiones complicadas que requieren una evaluación adicional. «No cambiamos nada por nuestra cuenta y creemos que es necesario refinar algo más entre ambas partes. Pero en general, nos mantenemos dentro de los acuerdos de Alaska«, aseguró.

Peskov, en línea con su jefe, aseveró el 12 de octubre que «La parte rusa sigue afirmando que estamos listos para una solución pacífica. Y también escuchamos a Trump hablar constantemente de la necesidad de sentarse a la mesa de negociaciones. De esto, concluimos que aún conserva la voluntad política. Sin embargo, los europeos y el régimen de Kiev se muestran totalmente reacios a hacer algo en ese sentido», remachó Peskov.

El Kremlin dice que Rusia está lista para un acuerdo en Ucrania, culpa a Europa, Kiev por la reluctancia. Xinhua news agency.

Por su parte, el asesor presidencial Yuri Ushakov declaró el 12 de octubre que los acuerdos alcanzados durante la reunión en Alaska entre Putin y Trump constituyen «la estrella guía» para resolver el conflicto ucraniano. Ushakov lamentó que Kiev no quiera que esos esfuerzos prosperen, y aseguró que Moscú sigue en contacto “constante” con Washington para encontrar una solución al conflicto. Ushakov puntualizó que, aunque ahora «tal vez» los esfuerzos sean «invisibles» y no se vean resultados, «tarde o temprano se notarán», según informa Russia Today en español, censurada en la Unión Europea.

La necesidad de recuperar la kremlinología

Para analizar la situación geopolítica es imprescindible analizar lo que dicen quienes trabajan en el Kremlin. Eso que en la época soviética se denominaba la kremlinología. Eran otros tiempos, donde los círculos del poder soviético eran mucho más opacos. Pero si queremos descifrar lo que ocurre en la cúpula rusa, la necesidad de desmenuzar lo que declaran Putin, Lavrov o Peskov sigue siendo tan imperativa como lo era en la época de Leónid Brézhnev o Andrei Gromiko.

Las contradicciones que observamos en esta sucesión de declaraciones revelan que en el Kremlin hay mar de fondo. Después de más de tres años y medio de guerra, el porcentaje de aprobación de Putin está en el 87%, pero si prestas atención a la opinión pública rusa, te das cuenta de que existe un cierto hartazgo por la duración de la guerra. Tanto en la calle, como en los pasillos del Kremlin.

Putin sigue apostando por llegar a una entente cordial con Estados Unidos, que permita una coexistencia entre ambas potencias. A pesar de la bilis que segregan las élites occidentales, y sus altavoces mediáticos, respecto a la figura de Putin, conviene recordar que el presidente ruso encarna a la facción moderada del Kremlin.

De ahí que el 12 de octubre, tras haber enseñado los colmillos siete días antes, Putin modulara sus palabras acerca de una hipotética “destrucción” de las relaciones entre Rusia y Estados Unidos, y dejara la puerta abierta a su reconducción. Siempre y cuando, apostillo yo, no se produzca el envío de los Tomahawk a Ucrania. 

En el Kremlin también hay quienes desconfían de la conveniencia de invertir tiempo y energías en un proceso de acercamiento a Estados Unidos, dando por sentado que no son un interlocutor en el que se pueda confiar. Son los que apuestan por que el ejército ruso se quite los guantes y acabe el trabajo, sin tantos miramientos, porque consideran que están perdiendo el tiempo, y con él, muchas vidas de sus compatriotas.

Hasta el momento, Putin se está saliendo con la suya, por varias razones.

La estrategia militar de guerra de desgaste está resultando correcta. El objetivo de Rusia nunca ha sido estrictamente territorial, sin despreciar la necesidad de proteger a la población rusa y rusófona que habita en Ucrania, sobre todo en el este. El objetivo declarado es la “desmilitarización” del país, es decir, la destrucción de su ejército, con el fin de que no vuelva a representar una amenaza, al menos en el corto y medio plazo. Teniendo en cuenta el grado de histeria que presentan Zelenski y sus patrocinadores europeos, Rusia está cumpliendo ese objetivo.

En un artículo publicado el 12 de julio de 2021, Putin ya consideraba que el pueblo ruso y el ucraniano son “un solo pueblo, en conjunto”. Calificaba de “gran desgracia y tragedia común” el muro que había emergido entre Rusia y Ucrania en los últimos años, que había sido “el resultado de los esfuerzos deliberados de esas fuerzas que siempre han buscado minar nuestra unidad”.

Con esas premisas, no parece coherente adoptar la estrategia estadounidense de provocar “conmoción y miedo”, a quien las “víctimas colaterales” siempre le importan un pimiento, cuando de lo que se trata es de arrasar países para imponer sus intereses geopolíticos o económicos, que vienen a ser lo mismo.

Por último, Putin no pierde de vista a los países que conforman la mayoría del mundo. Especialmente a sus aliados en los BRICS, que no entenderían que Rusia desplegara un ataque inmisericorde, que decimara a quienes considera miembros de un único pueblo.

La mayoría de los países del mundo realizan un análisis de lo que está ocurriendo entre Ucrania y Rusia muy distinto al que pretenden inculcarnos las élites europeas, y los propagandistas de la OTAN. El pretendido aislamiento de Rusia sólo existe en las mentes calenturientas de personajes como Kaja Kallas o Mark Rutte, que se niegan a reconocer que, al margen de sus cuatro acólitos asiáticos, quien está aislado internacionalmente es occidente.

Aunque Putin apueste por una estrategia de contención en Ucrania, si llega el momento en que detecta un peligro real que afecte a la supervivencia de Rusia como Estado soberano, tomará las medidas oportunas para salvaguardar su independencia y su supervivencia. “Rusia siempre ha sido, es y será”, afirmó en el Foro de Discusión de Valdái.

La OTAN sigue cruzando líneas rojas, confundiendo contención con debilidad

El planteamiento de la OTAN es que Rusia amaga, pero no da. Estados Unidos y Europa han cruzado lo que ellos consideran sucesivas líneas rojas de Moscú, sin que el Kremlin haya respondido con una escalada cualitativamente distinta a la guerra de desgaste, que es la estrategia que le está dando resultados. ¿Por qué cambiarla, si le va bien?

Trump cometió el error de llamar a Rusia “tigre de papel”, aunque luego rectificó y dijo que nunca lo volvería a hacer. Putin le dio la réplica en el Foro de Discusión de Valdái: «Un tigre de papel. ¿Qué sigue entonces? ¡Vayan y lidien con este tigre de papel! Si luchamos con todo el bloque de la OTAN, avanzamos, nos sentimos seguros y somos un ‘tigre de papel’, ¿qué es la OTAN en sí?»

Rusia está triturando el ejército ucraniano, a pesar de las sucesivas oleadas de armamento que le ha venido proporcionando la OTAN. La prensa occidental se apresuraba a calificar cada nuevo suministro como el “arma milagrosa” que iba a darle la vuelta a la tortilla en el campo de batalla. Primero fueron los tanques Leopard alemanes; luego los Abrams estadounidenses; más tarde vinieron los misiles Storm Shadow británicos, los Scalp franceses; posteriormente los cazas F-16… Rusia se las ha apañado para neutralizar cada una de estas armas, y hasta The New York Times reconoce que el ejército ruso está avanzando.

Rusia está “aplastando” a Ucrania hasta la victoria ante nuestros ojos. National Security Journal.

Imaginemos que hubiera sido Rusia la que hubiera promovido un golpe de Estado en México, para instalar un gobierno títere, al que armar hasta los dientes, que posteriormente hubiera matado a 14.000 estadounidenses residentes en las regiones mexicanas fronterizas con Estados Unidos, y que se mostrara dispuesto a acoger armas nucleares con las que atacar a su vecino del norte. ¿Cuál habría sido la reacción de Washington? Con toda probabilidad, bombardeos de saturación hasta revertir la situación, o incluso nucleares, como ya hizo en Hiroshima y Nagasaki, hasta lograr un cambio de régimen que garantizara su tranquilidad en el flanco sur.

Esta valoración encaja con el hecho de que Trump le echara en cara a Putin que llevaba cuatro años en una guerra, que supuestamente debería haber durado una semana: en una situación similar, los estadounidenses habrían apostado por un ataque masivo y fulgurante, sin ninguna contemplación. Ignorando los componentes profundos de la estrategia rusa, la OTAN está confundiendo la contención que está mostrando Rusia con debilidad.

El 2 de octubre en Valdái, Putin avisó de que el envío de misiles Tomahawk a Ucrania representaría “un nivel de escalada completamente nuevo”.  Por una parte, Putin se esfuerza por mantener abierta la puerta al acercamiento, pero por otro advierte que Estados Unidos podría estar cruzando la línea roja definitiva: esa que Rusia no podría consentir que sobrepasaran. La capacidad nuclear de los Tomahawk podría constituir el salto cualitativo que forzaría a Putin a abandonar su posición conciliadora con Estados Unidos.

Putin: Los misiles Tomahawk supondrían un “nivel de escalada completamente nuevo” entre Estados Unidos y Rusia. Kyiv Post, 2 de octubre de 2025.

Durante toda la guerra, el Pentágono no sólo ha estado proporcionando armamento a Ucrania, sino datos de inteligencia y coordenadas imprescindibles para utilizarlo. La existencia de contactos bilaterales al más alto nivel entre Rusia y Estados Unidos no es óbice para que siga haciéndolo. Financial Times nos informa de que, desde el verano, Washington está proporcionando información a Kiev para que ataque infraestructuras energéticas en el interior de Rusia, mucho más allá del campo de batalla.

Ucrania golpea instalaciones energéticas rusas con la ayuda de Estados Unidos.

Según el periódico londinense, el apoyo de la administración de Trump a las operaciones ucranianas supone un esfuerzo coordinado para debilitar a Moscú. En realidad, el propósito que subyace es el de forzarlo a sentarse en una mesa de negociaciones que no serían tales, sino una simple exigencia de capitulación.

Las últimas declaraciones de Donald Trump en relación con la posibilidad de entregar misiles Tomahawk a Ucrania parecen indicar que le han llegado las advertencias de Rusia. A bordo del Air Force One, Trump declaró que, antes de hacerlo, podría advertir a Putin que Estados Unidos está contemplando dicho escenario: “Miren: si esta guerra no se resuelve, les enviaré Tomahawks. El Tomahawk es un arma increíble, un arma muy ofensiva. Y, sinceramente, Rusia no la necesita”. Si con estas amenazas Trump pretende que Rusia se avenga a detener el impulso de su actual ofensiva, y decretar al menos un alto el fuego, se equivoca de plano.

Trump dice que podría advertir a Putin de que Estados Unidos está considerando los Tomahawks para Ucrania. Bloomberg, 12 de octubre de 2025.

El 13 de octubre, preguntado Zelenski si Trump había aprobado ya la entrega de los Tomahawks, el presidente de Ucrania respondía con evasivas, que estaban trabajando en ello, y que “ya veremos”, lo que significa que Trump aún no lo ha hecho.

El mismo día, Dimitri Peskov advertía que el suministro de misiles con capacidad nuclear a Ucrania “podría acabar mal”. El portavoz de Putin recordaba que “El manejo de misiles tan complejos requerirá, de una forma u otra, la participación de especialistas estadounidenses. Esto es un hecho evidente […] Cualquier experto aquí lo entiende perfectamente y lo sabe. Hemos hablado tanto de los Tomahawk que no veo el sentido de repetirlo».

Por su parte, Dimitri Medvédev, vicepresidente del Consejo de Seguridad Nacional, también recordaba que es imposible distinguir en vuelo si un Tomahawk lleva una ojiva nuclear o no, y que el lanzamiento no lo realizarían los ucranianos, sino los estadounidenses. Y advertía: “¿Cómo responderá Rusia? ¡Exactamente!”. A buen entendedor…

Esperemos que Trump no se pase de listo con el tigre de papel, a riesgo de que el zarpazo de respuesta se nos lleve a todos por delante.

Estados Unidos empuja a India hacia China y Rusia, mientras Europa se desmorona

12 de septiembre de 2025

La cumbre de la SCO es una bofetada para Estados Unidos

La foto de Narendra Modi, Xi Jinping y Vladimir Putin, sonrientes en la cumbre de la Organización para la Cooperación de Shanghái (SCO), ilustra el resultado de la histórica política de ordeno y mando de Estados Unidos, a la que Donald Trump le ha inyectado una buena dosis de esteroides y despojado de cualquier vestigio de diplomacia, excepto con los poderosos.

Vladímir Putin, Narendra Modi y Xi Jinping conversan en Tianjin, China. Foto publicada en la cuenta de X de Modi.

La elección de la ciudad de Tianjin como sede de la cumbre de la SCO no es casual. En la segunda mitad del siglo XIX, se convirtió en la ciudad comercial más importante del norte de China, tras ser inaugurada como puerto comercial en 1860, como consecuencia del Tratado de Pekín. Un tratado que el derrotado gobierno de la dinastía Qing se vio obligado a firmar al final de la Segunda Guerra del Opio (1856-1860), cuando Inglaterra impuso por las armas la comercialización del narcótico.

Entre 1860 y 1945, Tianjin albergó hasta nueve concesiones controladas por extranjeros, además de albergar temporalmente un gobierno militar multinacional (1900-1902). El mensaje que transmite la presencia en Tianjin de los líderes de tres naciones tan potentes actualmente como China, India y Rusia es obvio: la dominación extranjera se acabó, y no volverá.

Si Estados Unidos pretendía que Rusia le ayudara contra China, como analicé en este artículo, después de haberle empujado a sus brazos, no sólo no lo ha conseguido, sino que la imposición de aranceles del 50% a India ha logrado, a su vez, empujar a Modi a los brazos de Xi Jinping, porque con Putin ya se llevaba bien. Algunos comentaristas argumentan que Trump se merece el premio Nobel de la Paz por haber conseguido un acercamiento entre dos adversarios históricos.

Trump dice que India y Rusia parecen “perdidas” ante la “China más profunda y oscura”.

Los linces que diseñan la política exterior de Estados Unidos cosechan un éxito estratégico tras otro. Su soberbia les impide reconocer sus errores y adoptar otro enfoque más colaborativo. Sigue pareciéndoles inconcebible que haya países que se nieguen a aceptar el papel de súbditos del imperio. Les parece natural que el resto del mundo les rinda pleitesía.

Hay que reconocer que el comportamiento dócil de algunos países alimenta las fantasías de los sucesivos inquilinos de la Casa Blanca de asomarse al balcón y contemplar un mundo unipolar a sus pies. Mención especial hay que otorgar dentro de esta categoría de vasallos a los europeos, comandados por Úrsula von der Leyen, paradigma de la sumisión vocacional. Volveré sobre ello más adelante.

Rusia y China construirán un gasoducto de gran trascendencia geopolítica

El principal resultado de la cumbre de la SCO en Tianjin fue que Rusia y China firmaron un acuerdo legalmente vinculante para construir el gasoducto Poder de Siberia 2. La tubería, que costará 13.600 millones de dólares, permitirá enviar 50.000 millones de metros cúbicos de gas desde Yamal, en el oeste de Siberia, directamente a China, tras atravesar Mongolia. Esta cantidad significa doblar los suministros de gas ruso a China, durante los próximos 30 años, según anunció Alexéi Miller, el presidente de Gazprom.

Mapa del Poder de Siberia 2. Publicado por Andrew Korybko en Substack.

La consecuencia más importante de este acuerdo es que el gas ruso del Ártico no fluirá a Europa, aunque los europeos dieran un giro de 180 grados a su política y se hincaran de rodillas en el Kremlin, suplicando recuperar los suministros vitales para su economía.

Este tipo de proyectos, que tardan años en gestarse y requieren cuantiosas inversiones, tiene implicaciones de gran calado. El gas se compra con unos determinados fines. La cantidad y duración del suministro acordado permite la planificación a largo plazo de las actividades económicas, un rasgo fundamental en el modelo político chino, que le ha deparado incuestionables éxitos al país. Desde 1970, China ha sacado a 770 millones de personas de la pobreza, y ha erradicado completamente la pobreza extrema. Unos logros a la vista de todos, reconocidos hasta por el Foro Económico Mundial de Davos, la quintaesencia del capitalismo.

Baste una gráfica para contrastar la evolución de la fuerza de trabajo en el sector industrial en China frente a Estados Unidos y Alemania, las otras dos grandes potencias exportadoras de manufacturas. El declive de Alemania queda plasmado en esta infografía del Banco Mundial, recogida por el Foro Económico Mundial.

Empleo en la industria en porcentaje sobre el total, desde 1991 hasta 2023.

Si la Unión Europea, en su carrera hacia el suicidio económico o, mejor dicho, asesinato a manos de sus élites, pretende enajenarse completamente del gas procedente de Rusia en enero de 2028, el acuerdo entre Moscú y Pekín les va a echar una mano. Después de haber consentido la voladura de los gasoductos Nord Stream a cargo de su supuesto aliado, la Unión Europea sigue comprando a Rusia el 13% del gas que importa, aunque ahora en formato de gas natural licuado, mucho más caro que el transportado por tubería.

En lugar de apostar por los contratos a largo plazo, con precios estables que permitan una planificación económica a las empresas, a los cerebros de la Unión Europea se les ocurrió la brillante idea de dejar en manos del mercado el precio del gas, con funestos resultados, como analicé en este artículo.  La incompetencia de las élites europeas sólo es comparable a su soberbia, que está alcanzando un nivel similar a la estadounidense. Con la diferencia de que el peso político y económico de la Unión Europea es incomparable con el de Estados Unidos, como consecuencia de las erróneas decisiones políticas de las élites que anidan en Bruselas. Porque la situación podría ser muy distinta, pero no han querido.

La política punitiva de Estados Unidos contra India ha sido el catalizador que necesitaban Rusia y China para plasmar el proyecto Poder de Siberia 2. Los aranceles estadounidenses del 50% impuestos a India, en castigo por comprar petróleo ruso, han resuelto el dilema de seguridad al que se enfrentaba Modi frente a China. Modi ha entendido que más le valía un acercamiento a sus vecinos geográficos, aunque no ideológicos, antes que aceptar una relación de sometimiento con Estados Unidos, la única que entienden sus sucesivos presidentes.

Fue la administración de Joe Biden quien le ordenó a India que comprara petróleo ruso para estabilizar los precios en el mercado, tras el inicio de la participación directa de Rusia en la guerra de Ucrania, como recordó Bob McNally, exasesor presidencial de George W. Bush, en declaraciones a la CNBC. Ahora Trump le ordena a la India que haga lo contrario, y su secretario del Tesoro acusa a India de enriquecerse, por haber seguido las instrucciones de la administración anterior.

Chris Wright, el comisario de energía estadounidense, dijo al Financial Times que la Unión Europea necesitaba acabar con sus importaciones de gas y petróleo ruso ya, si pretendía que Estados Unidos impusiera más sanciones a Rusia. Trump sabe que la UE no puede cortar de un día para otro las compras de energía a Rusia, por eso le pone unas condiciones de imposible cumplimiento, para justificar su negativa a incrementar las sanciones a Rusia.

Trump tampoco se atreve con China, pero está presionando a la Unión Europea para que imponga sanciones secundarias, en forma de aranceles, al coloso asiático y a India. En relación con esta solicitud, un funcionario del gobierno estadounidense declaró al Financial Times que “Estamos listos para empezar, listos para empezar ahora mismo, pero solo lo haremos si nuestros socios europeos nos acompañan”. Lo que viene a ser la versión diplomática del “pasa tú que a mí me da la risa”.

Donald Trump le dice a la UE que golpee a China e India con aranceles del 100% para presionar a Vladímir Putin. Financial Times, 9 de septiembre de 2025.

Teniendo en cuenta el nivel de genuflexión que alcanza Úrsula von der Leyen ante las pretensiones de Trump, no hay que descartar que ceda a la presión y termine de destruir la economía europea. De hecho, un día antes de la anterior noticia aparecía la de abajo en el mismo medio. Tampoco sería sorprendente que, después de haber empujado a Europa a sancionar a China, Trump no lo hiciera, y dejara a von der Leyen y su séquito colgados de la brocha.

La UE sopesa sanciones a China por las importaciones de energía rusa. Financial Times, 8 de septiembre de 2025.

Europa se enfrenta a una crisis política por culpa de sus élites

India le compra petróleo a Rusia por sus propios intereses. Después de quedarse con lo que necesita, refina el resto y lo revende a Europa, llevándose una tajada por el camino. Estas son las consecuencias de las sanciones a Rusia: que en Europa pagamos la gasolina más cara. Estas son las decisiones políticas que están conduciendo a la Unión Europea, y al Reino Unido, a una serie de crisis políticas, que tienen fundamentalmente causas económicas. Demos un rápido repaso a la situación en las principales potencias del continente europeo.

Precios de la factura de la luz en el mundo, libras al mes.

En el Reino Unido, Keir Starmer reconoce que se ha ocupado fundamentalmente de la política internacional, o sea, de Ucrania, desde que asumió el cargo de primer ministro. Starmer tiene una tasa de aprobación del 22%. La viceprimera ministra, Angela Rayner, dimitió por evasión fiscal, lo que precipitó una crisis de gobierno, que se llevó por delante a la ministra del Interior. El Reino Unido tiene uno de los precios más caros de la energía en el mundo. La industria británica paga un 60% más por cada unidad de energía eléctrica que cualquier otro país europeo, y el recibo de la luz para los hogares es el más caro de Europa.

Un artículo en The Telegraph, que recogía la opinión de varios economistas, afirmaba que el Reino Unido se encaminaba a un rescate del Fondo Monetario Internacional. El revuelo fue considerable, pero otro artículo en el mismo medio, firmado por la editora de la sección de economía, titulaba que ni siquiera un rescate del FMI podría salvar al Reino Unido ahora, debido a las diferencias entre los desafíos económicos actuales y los de los años 70, que motivaron el anterior rescate.

Por qué ni siquiera un rescate del FMI podría salvar a Gran Bretaña ahora. The Telegraph, 8 de septiembre de 2025.

En Alemania, el canciller Friedrich Merz, ha declarado que el estado del bienestar es insostenible. Lo hizo justo antes de que su ministro de Finanzas viajara a Kiev para prometer 9.000 millones de euros anuales al presidente de Ucrania, con el fin de seguir alimentando la guerra contra Rusia.

El estado del bienestar no es sostenible, dice el canciller alemán. The Telegraph, 24 de agosto de 2025.

Según recoge este completo artículo de Werner Rügemer, Friedrich Merz fue presidente del consejo de supervisión de BlackRock en Alemania entre 2016 y 2020, un cargo con responsabilidades estratégicas. Su principal labor fue impulsar la expansión de BlackRock en Alemania, reportando directamente a la sede en Nueva York. Además del sueldo oficial de 150.000 euros anuales, tuvo un contrato de consultoría con condiciones secretas. Durante esos años organizó reuniones privadas entre Laurence Fink, CEO de BlackRock, y altos cargos del gobierno alemán.

Paralelamente, BlackRock se consolidó como el mayor accionista y copropietario de unas 100 empresas clave en Alemania. La canciller Angela Merkel permitió este avance sin oposición y su asesor financiero Lars-Hendrik Röller terminó trabajando en BlackRock. Aunque Merz ahora se presenta desligado de la empresa, su relación con ella sigue siendo cuestionada.

En Francia, Emmanuel Macron también trabajó anteriormente en el sector financiero. En concreto, para la Banca Rothschild. Macron es el protagonista de una carrera meteórica, que sus compañeros en Rothschild juzgaban muy por encima de sus capacidades y conocimientos. Desde que asumió la presidencia, en 2017, Macron ha tenido seis primeros ministros. El último ha sido François Bayrou, que no superó una moción de confianza, tras proponer unos recortes de 43.800 millones en el presupuesto, que hubieran supuesto la congelación de las pensiones, una reducción en el empleo público, y recortes en las inversiones sociales y sanitarias.

El parlamento francés depone al primer ministro, profundizando la crisis política. Titular de Reuters.

Macron fue el primero en sugerir el envío de tropas de la OTAN a Ucrania, en febrero de 2025. Los países agrupados en torno a la “coalición de los dispuestos” están utilizando ese cebo para conseguir que Estados Unidos se comprometa a respaldar las garantías de seguridad que exigen Zelenski y sus patrocinadores europeos. Hasta el momento, sin éxito.

Los europeos han entrado en pánico, y se suceden supuestos ataques rusos – el último, una violación del espacio aéreo polaco a cargo de drones – que tienen origen en la inventiva de los propagandistas, o desprenden un fuerte aroma a falsa bandera. Todo vale con tal de anclar a Donald Trump a un conflicto del que persigue salir, haciendo malabarismos para evitar la imagen de derrota. Preguntado por la supuesta entrada de drones rusos en el espacio aéreo de Polonia, Trump contestó que podía haberse tratado de un error: tiene muy poquitas ganas de activar el artículo 5 de la OTAN, que es lo que pretenden las élites europeas.  

Polonia está en su punto más cercano a un conflicto abierto desde la Segunda Guerra Mundial, dice el primer ministro.

La solución de las élites europeas a la crisis política es más represión

En el Estado español, Pedro Sánchez ha mantenido en vigor la ley mordaza, que aseguró en 2015 que iba a derogar si accedía al cargo. Una promesa que formó luego parte del acuerdo de gobierno que estableció el PSOE con Podemos en diciembre de 2019, y que sigue sin cumplir.

Hasta el año 2023, se habían registrado en España más de 429.000 sanciones relacionadas con la seguridad ciudadana, y más del 76% fueron impuestas por desobediencia, resistencia o negativa a identificarse, o falta de respeto a la autoridad, un auténtico comodín. Hay personas en la cárcel por el simple hecho de manifestarse, sindicalistas por participar en un piquete, o cantantes por cantar, por culpa de esta ley. 

En el Reino Unido van por más de 1.500 detenidos por manifestarse contra el genocidio perpetrado por el gobierno de Israel contra la población palestina. A algunos de ellos se les está aplicando la legislación antiterrorista, aunque su delito consista en sostener un cartel donde proclaman, desde una silla de ruedas, su apoyo a Palestine Action, clasificada de grupo terrorista.

La democracia en el Reino Unido: terroristas en sillas de ruedas.

Son sólo dos botones de muestra del enfoque adoptado por las élites europeas para apagar los innumerables fuegos que está desatando la crisis económica y política, cuyos últimos episodios se están desarrollando en Francia mientras escribo: aplicar más represión en las calles, más censura en las redes sociales.

Para las élites occidentales, la policía sólo reprime cuando se producen protestas en aquellos países donde sus candidatos no ganan las elecciones – Venezuela, Rusia, Bielorrusia, Georgia – o donde agitan revoluciones de colores para tratar de derribar gobiernos y colocar a sus peones – Bangladés, Irán, o Indonesia, casualmente incorporada este año a los BRICS –. En los países donde gobiernan las élites occidentales, la policía se limita a salvaguardar el orden público, aunque se dedique a moler a palos a pacíficos manifestantes.

El discurso de Úrsula von der Leyen sobre el estado de la Unión presagia un incremento de la militarización del bloque y de los ataques a la libertad de expresión. El anuncio de “nuevas herramientas” para combatir la “manipulación de la información” y la “desinformación” se inscribe plenamente dentro del neolenguaje orwelliano que maneja la burocracia de Bruselas. Todo ello, mientras la presidenta de la Comisión se dispone a seguir saboteando la economía europea, maquinando junto a Kaja Kallas nuevos paquetes de sanciones bumerán contra Rusia.

Entre los valores europeos y democráticos que la UE afirma defender se abre camino también el del latrocinio. Bélgica acaba de mostrarse abierta a una mayor flexibilización del modo en el que trata los activos rusos depositados en Euroclear para maximizar los beneficios que obtiene, siempre y cuando las nuevas medidas a adoptar sean robustas jurídicamente, y los riesgos sean compartidos. Los abogados de la UE llevan años tratando de encontrar la solución jurídica para legalizar el robo. Se ve que cada vez están más cerca, siempre que el marrón, cuando les pillen, se lo coman entre todos los miembros.

Bélgica suavizará su postura sobre los activos rusos congelados si la UE comparte el riesgo. Financial Times, 10 de septiembre de 2025.

Von der Leyen también afirmó en su discurso sobre el estado de la Unión que «Es hora de romper con las ataduras de la unanimidad», precisando que “Necesitamos avanzar hacia la mayoría cualificada en algunos ámbitos, por ejemplo, en política exterior«. La presidenta de la Comisión pretende avanzar en una centralización aún mayor de las decisiones políticas, para arrinconar a esos incómodos países que tienen la mala costumbre de defender sus intereses nacionales en asuntos tan insignificantes como la seguridad energética. Lo que inmediatamente les supone ser etiquetados como «amigos de Putin»

A los burócratas de Bruselas les molesta que haya gobernantes en contra de destruir sus economías por ponerlas al servicio de intereses ajenos. Así que la solución es modificar las reglas de su “mundo basado en reglas”, cuando las reglas entorpecen sus objetivos, o los de sus patrocinadores.   

El mundo multipolar presenta más opciones para los países no alineados

En el actual contexto geopolítico, la cumbre de la SCO en Tianjin esta vez no ha sido ignorada por los medios occidentales, como ocurrió con la celebrada en septiembre de 2022 en Samarcanda, a la que pusieron sordina. En aquella ocasión, califiqué de nacimiento del mundo multipolar el evento. Tres años después, la SCO ha adquirido una consistencia geopolítica que pocos analistas occidentales anticiparon. En este enlace puedes encontrar la declaración íntegra de la cumbre en español.

El cambio de paradigma en las relaciones internacionales pivota en torno a la capacidad de elección con la que cuentan los países del denominado sur global. Una expresión que no me gusta demasiado, ya que prefiero hablar de la mayoría mundial, más ajustada a la realidad. Norte y sur tienen resonancias coloniales, y la “comunidad internacional” es un término significativamente en desuso, que pretendía generar la ilusión de que la opinión de occidente era la de todo el mundo.

Durante décadas, alinearse con Estados Unidos fue prácticamente la única opción para todos aquellos países que no estaban en la órbita del bloque soviético, o directamente bajo la batuta de Washington. La conferencia de Bandung, y el subsiguiente movimiento de países no alineados, no terminó de ganar tracción política. Visto como una amenaza a su hegemonía por Estados Unidos, y como una oportunidad para la Unión Soviética de frenar la influencia de Washington, sus miembros carecían del pegamento ideológico suficiente para compensar su diversidad. Tampoco contaban con el peso económico necesario para formar un bloque con personalidad geopolítica propia, por no hablar de su dispersión geográfica.

Mundo multipolar.

Sin embargo, el mundo multipolar que está naciendo sí ofrece oportunidades reales a los países que no aceptan el vasallaje que pretende imponerles Estados Unidos, para quien la consigna sigue siendo “o conmigo, o contra mí”. El enfoque de los BRICS, tres de cuyos miembros con mayor peso económico y político lo son también de la SCO, es radicalmente distinto, y la mayoría de los países del mundo está tomando nota.

Es significativo que, inmediatamente después de la cumbre de la SCO en Tianjin, Brasil solicitara una reunión urgente de los BRICS, que se celebró por vía telemática el 8 de septiembre. En el encuentro participaron los máximos mandatarios de Brasil, China, Rusia, Sudáfrica, Egipto, Irán, Indonesia y los Emiratos Árabes Unidos, así como representantes de India y Etiopía, lo que da idea de la importancia que la dirigencia de sus miembros otorga a la organización.

En la cumbre virtual, Xi Jinping recalcó la necesidad de avanzar en la cooperación y la solidaridad, profundizar en el multilateralismo, defender un sistema de comercio multilateral y construir una comunidad para un futuro compartido para la humanidad. El enfoque es significativamente distinto al de la “diplomacia de la cañonera” que está desplegando Estados Unidos en Venezuela. No es de extrañar que 32 países hayan mostrado su interés en unirse a los BRICS.

Xi hace tres propuestas en la cumbre virtual de los BRICS para cementar la solidaridad, avanzar en la cooperación. Titular de Xinhua.

Mientras los BRICS siguen construyendo, paso a paso, una nueva estructura multipolar, Estados Unidos continúa empeñado en que el resto del mundo obedezca sus órdenes, a golpe de cañonazos o de aranceles, con un efecto bumerán idéntico, si no mayor, al de las sanciones contra Rusia.

Las élites de la Unión Europea profundizan en su aislamiento geopolítico, mientras continúan socavando la economía, en una letal huida hacia adelante. Consumidas por sus delirios por recobrar una grandeza extinguida, sus decisiones políticas sólo conseguirán hundirnos en la miseria a todos, menos a ellos, que siempren encuentran un puestazo donde recolocarse. A menos que reaccionemos y les saquemos de sus poltronas, antes de que sea demasiado tarde. 

Estación Alaska: última oportunidad de Trump para salir de Ucrania

25 de agosto de 2025

Lo más positivo de la cumbre de Alaska fue que se celebró

La cumbre celebrada en Alaska entre Donald Trump y Vladímir Putin ofrece la última oportunidad para el presidente de Estados Unidos de salir del fracasado proyecto del Partido Demócrata en Ucrania. Fue Trump quien solicitó la reunión, porque le urge llegar a un acuerdo que le permita salvar la cara antes de que el ejército ucraniano termine de colapsar, lo que sucederá más pronto que tarde.

Como ya analicé en este artículo, Putin está colaborando con Trump en la pantomima de presentarse como mediador porque es el primer interesado en que Estados Unidos deje de financiar la contienda, aportar las armas, proporcionar la inteligencia y, según The New York Times, la propia dirección de la guerra, desde una base en Wiesbaden, Alemania. Al enemigo que huye, puente de plata.

Presentarse como mediador en una guerra por intermediación es una artimaña para disfrazar el papel de Estados Unidos como promotor del conflicto. No todos en Moscú están contentos con este nivel de colaboración con un país del que hacen bien en no fiarse. Pero de momento, el gobierno de Putin está funcionando al unísono con esta estrategia.

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Trump desnuda al imperio y sus vasallos

8 de agosto de 2025

Por qué a las élites no les gusta Trump

Desde que comenzó su carrera política en 2015, tras haberse convertido en un personaje público gracias a su programa televisivo The apprentice, Donald Trump ha sido objeto de reiteradas campañas, a todos los niveles, para descalificarle. Con la excepción de sus aliados, y no siempre, el actual presidente de Estados Unidos sólo ha recibido reprobaciones y persecución judicial por parte de sus adversarios políticos, críticas de la inmensa mayoría de los medios de comunicación occidentales y, hasta el inicio de su segundo mandato, también de la Unión Europea. Por no hablar de los intentos de asesinarle.

Pero las críticas no se centran tanto en las motivaciones que impulsan sus erráticas y contradictorias decisiones políticas, como en las formas que despliega el voluble Donald Trump. Lo que repele de Trump a quienes atesoran en realidad el poder son sus formas, soeces en ocasiones, que dejan al desnudo la realidad del imperio.

Donald Trump señalándole al mundo lo que tiene que hacer.

Las élites que manejan las decisiones políticas de largo alcance no soportan que un personaje salido de un programa de telerrealidad, mal encarado y peor hablado, ocupe la Casa Blanca y manifieste a las claras cuáles son las verdaderas intenciones de Estados Unidos, tanto desde el despacho oval, como desde su perfil en una red social.

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