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La sumisión de la Unión Europea a Estados Unidos le lleva a la ruina

25 de octubre de 2024

Bruselas se pliega a los intereses de Washington, en contra de los propios

El alineamiento de la Unión Europea con la política exterior de Estados Unidos está provocando la ruina de la economía europea, la desindustrialización del continente y el empobrecimiento de la ciudadanía. Algunos medios occidentales se regodean en la decadencia económica y política de la Unión Europea en sus titulares.

“La Unión Europea está perdiendo la batalla por la influencia global”, encabeza Bloomberg un artículo, que pinta un negro panorama. Crisis política en Francia, tras la apresurada convocatoria de elecciones por parte de Macron. Alemania, instalada en la recesión, dos años seguidos ya. La UE se enfrenta a un punto de inflexión, y si tarda en ponerse al día en un mundo cambiante, podría verse relegada a la segunda división de los poderes globales, concluye el articulista. Yo diría que ya lo está. 

La Unión Europea está perdiendo la batalla por la influencia global, 14 de octubre de 2024.

Pero la frase fundamental del artículo incluye una trampa: “Los políticos europeos han tardado en comprender la magnitud de los problemas y ahora están profundamente divididos sobre qué hacer”. Claro que existen profundas divisiones entre los miembros de la Unión Europea, pero la trampa del artículo estriba en no apuntar a las causas de “la magnitud de los problemas”. 

Pareciera como si las élites europeas se hubieran topado de repente con unos problemas descomunales, en los que no han tenido arte ni parte, y ahora les toca pararse a pensar cómo resolverlos. Este enfoque supone engañar al lector. Porque los problemas a los que se enfrenta la Unión Europea, que son estructurales, han sido provocados por las élites que nos desgobiernan desde Bruselas, donde celebran sus conciliábulos.

Así lo reconoció en su día Josep Borrell, como recogí en un artículo en noviembre de 2022: la prosperidad de la Unión Europea se basó – lo dijo en pasado – en el acceso a las fuentes de energía, próximas, baratas y abundantes, procedentes de Rusia, y en el mercado chino, tanto para la importación como para la exportación.

Titular de El País del 11 de octubre de 2022.

Borrell también dijo que “Creo que los europeos nos enfrentamos a una situación en la que sufrimos las consecuencias de un proceso que lleva años produciéndose, en el que hemos desvinculado las fuentes de nuestra prosperidad de las fuentes de nuestra seguridad”. Daba a entender que Europa debía vincular ambas, fomentando la dependencia absoluta de un mismo proveedor, Estados Unidos, para abastecerse de energía, en el caso del gas, y de seguridad, en el marco de la OTAN.

De un lado, Bruselas fabricó el marco de la “dependencia de Rusia”, presentándolo como un cepo que había que romper; y por el otro, ha convertido a la Unión Europea en un sujeto dependiente de Washington, a todos los niveles. Josep Borrell advirtió hace dos años que el ajuste sería duro y que ocasionaría problemas políticos. En esas estamos.

El problema al que se enfrenta la Unión Europea lo han creado las élites europeas, al plegarse a los intereses geopolíticos de Estados Unidos en Ucrania. Como demuestran las declaraciones de Borrell, lo sabían, y aun así lo hicieron. Sabían que con las sanciones a Rusia, estaban cortando el cordón umbilical que nos proveía de energía, y aun así, lo hicieron. Sabían que estaban atacando las bases de la prosperidad europea, y aun así, lo hicieron. Sabían que estaban segando la hierba bajo los pies de la industria europea, y aun así, lo hicieron.

Y ahora son incapaces de rectificar: el Parlamento Europeo acaba de aprobar un crédito de 35.000 millones para Ucrania. ¿De dónde va a salir el dinero? En principio, de los beneficios de los activos rusos “congelados” por la Unión Europea. Es decir, de un latrocinio, cuyas repercusiones legales están por ver. ¿Quién pondría el dinero en el caso de que las instituciones tengan dificultades para legalizar el robo? Pues la ciudadanía europea, vía impuestos; o a través de un mayor recorte de los servicios sociales de un Estado que cabe ya calificar del malestar, antes que del bienestar; o incrementando la deuda pública de los países miembros de la UE. O una combinación de los tres.

La desconexión de las fuentes de energía rusas provoca la desindustrialización de Europa

El motor económico de la Unión Europea está gripado. Alemania se está desindustrializando a marchas forzadas. Las primeras víctimas fueron las fábricas intensivas en el uso de energía, comenzando por la industria química. BASF es la mayor del mundo. Su sede está en Ludwigshafen, donde 38.700 personas trabajan en la mayor fábrica del sector en el planeta, compuesta por múltiples factorías. No sabemos por cuánto tiempo. 11 fábricas que formaban parte del complejo ya han cerrado.

¡Gran ajuste! BASF cerró sigilosamente 11 fábricas en Alemania y transfirió las inversiones en plantas a China. Fuente: www.echemi.com 

La planta de BASF situada en Nanjing, China, está floreciendo, y la alemana está invirtiendo 10.000 millones de euros en la construcción de una nueva fábrica en Zhanjiang. El 20% de las inversiones recientes de la industria química y farmacéutica alemanas fueron a parar a China. ¿A quién le compra su energía China? Rusia ya es el primer suministrador de petróleo, después de desbancar a Arabia Saudita, y el cuarto proveedor de gas natural.

Si miramos hacia otro de los bastiones del poderío industrial alemán, el del automóvil, el panorama pinta igual de sombrío, o incluso peor. BMW, Volkswagen y Mercedes Benz se han dejado un 24%, un 18% y un 7% en bolsa en lo que va de año, respectivamente. Por primera vez en su historia, Volkswagen está considerando cerrar fábricas en Alemania para ahorrarse unos 10.000 millones de euros, además de plantearse cancelar un acuerdo de protección de empleo que lleva treinta años en vigor. Según los expertos en el sector, a Volkswagen le sobran 20.000 empleados, de los 120.000 con los que cuenta en Alemania. Huele a despidos.

Titular de eldiario.es del 14 de septiembre de 2024.  

El consejero delegado de Volkswagen reconocía que las ventas en China habían contribuido a compensar la falta de demanda en el resto del mundo, y que la empresa necesita vender 500.000 coches más al año para mantener todas las factorías de Alemania abiertas. Pero esa inyección asiática ya no está disponible. Antes de la pandemia de Covid-19, la cuota de mercado de los coches alemanes en China era del 25%. Ahora está en el 15%. Las ventas de BMW se han desplomado un 30%, las de Volkswagen, un 15%, y las de Mercedes, un 13%.

Según el jefe de estudios económicos del Instituto IFO, con sede en Múnich, Alemania se enfrenta a una crisis estructural, con muy poca inversión y la productividad estancada. En el verano de 2022, el Instituto de Kiel, el DIW de Berlin, el IFO de Munich, el IWH de Halle y el RWI de Essen ya advirtieron que, si se cortara el suministro de gas ruso, la economía alemana sufriría una fuerte recesión: el impacto en el PIB del país sería de 220.000 millones de euros, un 5%.

Fuente: El Economista.  

La Unión Europea sigue comprando gas a Rusia, fundamentalmente gas natural licuado. Eso sí, mucho más caro y transportado de manera menos ecológica, en barcos, después de que Estados Unidos destruyera los gasoductos NordStream. Un hecho del que se ufanaba Victoria Nuland en una entrevista, mostrándose encantada de que las tuberías se hubieran convertido en un montón de chatarra en el fondo del Báltico.

Según el Consejo Europeo, el gas ruso importado a través de gasoductos ya supone menos de un 8% del total importado por la Unión Europea, cuando antes de febrero de 2022 ascendía a más de un 40%. Sumando el total de las importaciones, el gas procedente de Rusia representa menos de un 15%. El propio Consejo se jacta de que esta disminución ha sido posible gracias a un incremento de las importaciones de gas natural licuado, procedente de Estados Unidos, y a un descenso del consumo de gas en la UE.

Proveedores de gas a la Unión Europea. Nótese el aumento de la cuota de Estados Unidos y la caída de las imortaciones, por el menor consumo. Fuente: Comisión Europea. 

El Consejo se calla que la caída en el consumo es un indicador de la desindustrialización que sufre Europa. El uso industrial del gas se concentra en un puñado de sectores, que consumen un 80%. El químico y petroquímico acapara el 32% del consumo; los minerales no metálicos, que incluye el cemento, vidrio y cerámica, un 13%; la industria alimentaria, consume otro 13% del total; la refinería, un 8%; la producción de hierro y acero, un 7%, y la de papel, otro 7%.

Consumo de gas en los sectores industriales más afectados. Fuente: Columbia – SIPA. Eurostat. 

En 2022, según un estudio de la Universidad de Columbia, el consumo de gas en la Unión Europea cayó un 13,5% en comparación con el año anterior. El sector industrial de la UE es el responsable del 45% de dicho descenso, de 50 bcm (miles de millones de pies cúbicos). La mayoría del resto de la caída es atribuida al sector de la construcción, no al consumo de los hogares.

En la primera mitad de 2023, el consumo de gas por parte de la industria europea fue un 12% inferior al del mismo periodo del año anterior, y un 24% inferior que a la primera mitad de 2021. Alemania experimentó una caída del 24% en el consumo de gas industrial entre 2021 y 2023. En enero de este año, el uso industrial del gas en la Unión Europea era todavía un 17% inferior al de enero de 2021.

Alemania le echa la culpa a Rusia de la crisis energética provocada por las sanciones

Hace ahora dos años, el ministro de Economía de Alemania, el verde caqui Robert Habeck, ya le echaba la culpa a Rusia por la “crisis energética”, provocada a su juicio por la invasión de Ucrania. El político alemán predecía una recesión para 2023, lo que efectivamente ha ocurrido. Inflación, escasez de energía, cuellos de botella en la cadena de suministros… nada de eso tenía que ver con las sanciones impulsadas por Estados Unidos, replicadas por la UE, ni con la voluntad política de acabar con la “dependencia” de la energía rusa.  

Alemania culpa a Putin por empujar a la economía hacia la recesión. 12 de octubre de 2022.

En diciembre de 2023, el propio Olaf Scholz seguía culpando a Rusia por los altos precios de la energía en Europa. Ahora ha vuelto a hacerlo. En marzo de este año, un estudio de un gabinete alemán constataba que la crisis energética había supuesto el mayor deterioro de la calidad de vida de la ciudadanía alemana desde la Segunda Guerra Mundial. El documento atribuía a Rusia las causas de la crisis. Ni una palabra sobre las sanciones en sus 69 páginas.

Olaf Scholz mantiene ahora que Alemania debe forjar una nueva política para salvar su industria. Con ese objetivo, se propone invitar a las principales asociaciones empresariales y a los sindicatos para diseñar esa nueva política. Scholz atribuye a los altos costes de la energía, a una débil demanda global y a la creciente competencia de China el carácter de “cuestiones existenciales” para la economía alemana, orientada a las exportaciones. 

Alemania debe forjar una nueva política para salvar su industria, dice Scholz.

El problema fundamental al que se enfrenta el gobierno de Olaf Scholz es su incapacidad para reconocer el origen del hundimiento. La sumisión a los intereses de Estados Unidos y la adopción de sanciones contra Rusia es lo que ha provocado la “crisis energética” que está diezmando la economía alemana. Negándose a admitir la realidad, rechazando establecer un diagnóstico basado en los hechos, echándole la culpa a otros, Alemania será incapaz de superar la crisis a la que le han conducido sus errores en política exterior.

Por otro lado, ante la evidencia del callejón sin salida en el que se ha metido, Scholz planteaba el 16 de octubre la necesidad de hablar con Putin, porque “además de apoyar claramente a Ucrania, también debemos hacer todo lo posible para descubrir cómo podemos garantizar que esta guerra no dure para siempre”.

No obstante, esta aparente disposición al diálogo venía precedida de un nuevo paquete de sanciones contra Rusia, aprobado por el Consejo Europeo, bajo el ropaje de “medidas restrictivas contra los responsables de desestabilizar la Unión Europea y sus estados miembros”. Resulta contradictorio pretender abrir un diálogo con Rusia, mientras el nuevo paquete de sanciones sigue planteando la “confiscación” de cuentas bancarias de sus ciudadanos y la prohibición de viajar a la UE.

No parece que estas medidas encarrilen a Moscú hacia el diálogo, toda vez que las anteriores rondas de sanciones han fracasado, tanto a la hora de gripar la economía rusa, como a la hora de detener la guerra en Ucrania.

El informe Draghi dice que la solución para Europa consiste en endeudarse

En el segundo párrafo del informe condensado de Mario Draghi, titulado “El futuro de la competitividad europea”, leemos que se ha abierto una amplia brecha en el PIB entre la UE y Estados Unidos, impulsada principalmente por una desaceleración más pronunciada del crecimiento de la productividad en Europa” (…) Sobre una base per cápita, el ingreso real disponible ha crecido casi el doble en Estados Unidos que en la UE desde 2000”.

El informe sí cita como una de las causas de la crisis de la Unión Europea la pérdida abrupta de su principal suministrador de energía, Rusia, pero se limita a señalar el hecho. También señala otro de los motivos del atraso de la UE: perdió en gran medida el tren de la revolución digital. A diferencia de China o Rusia, que han creado sus propias aplicaciones, con gran éxito, la UE es una colonia estadounidense en lo que a las herramientas digitales se refiere.  

Para solucionar la falta de crecimiento que atenaza la Unión Europea, Mario Draghi plantea cuál sería la solución: endeudarse en 800.000 millones al año. Esta cantidad supondría un 5% del PIB europeo de 2023, adicional a lo que ya gasta la UE, cada año.

Draghi dice que la propia UE está en riesgo sin más fondos, deuda conjunta. Bloomberg, 9 de septiembre de 2024.

Draghi plantea que la mitad de esta descomunal cifra saldría de las arcas públicas de los Estados miembros, y el resto se obtendría emitiendo deuda europea mancomunada. Los famosos eurobonos. Úrsula von der Leyen, que acompañó a Draghi en la presentación de su informe, apuntó a dos vías de financiación: recaudación directa por parte de la UE, y solicitar a los Estados miembros contribuciones mayores. La designada por otros cinco años para mal dirigir la Comisión Europea, ahora plantea que la UE nos meta la mano en la cartera, a través de impuestos europeos, que irían directos a Bruselas.

Estos nuevos impuestos requerirían la creación de un nuevo organismo para gestionarlos, lo que implicaría el reclutamiento de otro ejército de burócratas para engordar, aún más, el cuerpo de privilegiados funcionarios europeos. Según datos de 2021, sólo el coste de los derechos de pensiones y seguros de salud para los 32.000 eurócratas, y sus familias, ascendía a 122.600 millones de euros. Esta cifra excluye sus salarios, que en 2022 aumentaron un 7%.

Respecto a la propuesta de los eurobonos, Christian Lindner, el ministro de Finanzas alemán, advertía que mancomunar la deuda presenta «riesgos y responsabilidades y crea problemas democráticos y fiscales». «Alemania no aceptará esto», sentenciaba Lindner. 

Además de los escollos que plantean los eurobonos, el informe Draghi propone un aumento de la aportación por parte de los Estados miembros. Este incremento podría venir por dos vías: una subida de impuestos estatales, o más emisión de deuda pública. En ambos casos, el dinero saldría de los bolsillos de la ciudadanía.

Mario Draghi lanza una ominosa advertencia: Europa se enfrenta a un “desafío existencial”. “Si Europa no puede volverse más productiva, nos veremos obligados a elegir. No podremos convertirnos, al mismo tiempo, en un líder en nuevas tecnologías, un modelo de responsabilidad climática y un actor independiente en el escenario mundial. No podremos financiar nuestro modelo social. Tendremos que reducir algunas, si no todas, nuestras ambiciones”.

Sin embargo, para resolver ese “desafío existencial”, la propuesta de Draghi se limita, otra vez, a copiar a Estados Unidos: más deuda pública, con la diferencia que el euro dista de gozar del peso del dólar en términos de moneda de intercambio, o de reserva. El BCE no puede tirar de impresora como hace la Reserva Federal. Aun si lo hiciera, estaría contribuyendo a aumentar la ya de por sí desbocada inflación. Otra consecuencia de las sanciones y la “crisis energética”. Europa presenta un pronóstico más que reservado, y el tratamiento propuesto sólo puede empeorar el diagnóstico. El que podría enderezar al enfermo, la recomposición de las relaciones con nuestro proveedor de energía, es anatema.

Los medios occidentales propagan el supuesto éxito de la economía de Estados Unidos

Frente a una Europa en decadencia, los medios occidentales venden el éxito económico de Estados Unidos. El contraste entre los dos siguientes titulares de The Economist no puede ser mayor. Mientras que la economía alemana va de mal en peor, la estadounidense es mayor y mejor que nunca, y ha dejado mordiendo el polvo a las de otros países ricos. El medio londinense se regodea en el éxito de los Estados Unidos, que ha impuesto su agenda a las élites europeas, en perjuicio de los intereses de su propio continente.

Titulares de The Economist.

A pesar de los triunfalistas titulares, la economía de Estados Unidos tiene sus propios problemas. El incremento galopante de su deuda pública se sostiene únicamente sobre la fuerte demanda de dólares por parte de otros países para los intercambios comerciales, y como moneda de reserva. Solamente en el mes de octubre, la deuda se ha incrementado en 500.000 millones de dólares. El endeudamiento del gobierno de Estados Unidos también va como un cohete.

Evolución de la deuda pública de Estados Unidos en el último año, en miles de millones de dólares.

El principal éxito de Estados Unidos ha consistido en crear una brecha entre Rusia y la Unión Europea, a raíz de la adhesión de esta última a su proyecto en Ucrania. Washington ha conseguido secar las fuentes energéticas que alimentaban la prosperidad europea, y enemistar de manera, quizás irreversible, a Europa con Rusia, asegurándose la dependencia absoluta de la colonia europea respecto a la metrópoli, Washington.

El principal fracaso geopolítico de Estados Unidos ha sido empujar a Rusia a los brazos de China, y potenciar la asociación de los países del denominado sur global, que ahora constituyen la mayoría del mundo, en torno a los BRICS, en pleno crecimiento.

Los BRICS, que actualmente representan el 35% del PIB mundial, medido en paridad de poder adquisitivo, y al 45% de la población, se encaminan a establecer sistemas de pago que eviten el dólar. Es la respuesta lógica al uso como arma que ha dado Estados Unidos a su moneda y al sistema SWIFT de transferencias internacionales, expulsando a Irán, a Rusia y a otros muchos países de éste.

La reciente cumbre de los BRICS, celebrada en Kazán, ha demostrado que Rusia, lejos de estar aislada, está aglutinando a la mayoría del mundo multipolar que está naciendo. 22 jefes de Estado y 6 líderes de organizaciones internacionales, incluyendo al secretario general de la ONU, asistieron al evento, que será objeto del próximo artículo.