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Ucrania dinamita en Kursk las posibilidades de negociar con Rusia

16 de septiembre de 2024

Dmytro Kuleba viaja a China para comunicar que Ucrania quiere negociar

Cuando Ucrania lanzó sus tropas sobre la región rusa de Kursk, quien quiera que tomara dicha decisión estaba dinamitando cualquier posibilidad de negociación con Rusia. Al menos, a corto plazo. Tanto si los objetivos que pretendía alcanzar la incursión se cumplieran, como si no, como ha sido el caso. Voy a explicar por qué.

Durante las semanas previas a la invasión, el ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba, realizó varios viajes que sugerían que el gobierno de Kiev estaba abierto a abrir negociaciones con Moscú. Estos movimientos se vieron reforzados por las declaraciones de Volodímir Zelenski, que el 16 de julio afirmó que Rusia debería ser invitada a la segunda cumbre de paz, prevista para noviembre, después de que vetara su asistencia a la anterior, celebrada en Suiza en junio.

A pesar de que Víktor Orbán es la bestia negra de la Unión Europea, Dmytro Kuleba se entrevistó con su homólogo húngaro, Peter Szijjarto, en Washington, con ocasión de la cumbre de la OTAN. Y lo hizo el 10 de julio, después de que Víktor Orbán se hubiera reunido en Moscú con Vladimir Putin, en lo que el primer ministro húngaro denominó su “misión de paz”, y después de su visita sorpresa a Kiev, donde el 2 de julio se entrevistó con Zelenski. Una misión que también incluyó un viaje a China.

La actividad diplomática de Orbán sentó a cuerno quemado en Bruselas y demás capitales europeas, porque evidenciaba el servilismo de la Unión Europea hacia los intereses de Estados Unidos, y la nula voluntad del jefe de su diplomacia, Josep Borrell, por ejercerla.

Dmytro Kuleba y Wang Yi, en Pekín

Pero lo más relevante es que Dmytro Kuleba viajó posteriormente a China. Allí, el 24 de julio se entrevistó con Wang Yi, que es miembro del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de China, y ministro de Asuntos Exteriores. Un auténtico peso pesado. 

En el resumen de la reunión publicado por el ministerio de Asuntos Exteriores chino, podemos leer lo que dijo Kuleba: “La parte ucraniana aprecia en gran medida el papel activo y constructivo de China en la promoción de la paz y en el mantenimiento del orden internacional. Ucrania concede importancia a las opiniones de China y ha estudiado cuidadosamente los seis consensos emitidos por China y Brasil sobre la solución política de la crisis de Ucrania. Ucrania está dispuesta y preparada para entablar diálogos y negociaciones con Rusia”.

Además, Kuleba afirmó que «Estoy convencido de que una paz justa en Ucrania está en los intereses estratégicos de China, y el papel de China como fuerza global para la paz es importante». Kuleba le hacía la pelota claramente a Pekín, después de los exabruptos que Zelenski dedicó a China, cuando ésta rehusó participar en su tinglado de Suiza.

El ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania busca “terreno común” con China en conversaciones sobre finalizar la guerra con Rusia.

Adicionalmente, Kuleba viajó a tres países africanos – Malawi, Zambia y Mauricio – para reforzar en África el mensaje de que Ucrania estaba abierta a negociar. Malawi firmó el comunicado de la cumbre de paz de Suiza. Zambia también lo hizo, así como Mauricio. Solo siete países africanos lo hicieron.

China y otros aliados presionaban a Rusia para negociar la paz

Cuando Kuleba emprendió su gira para transmitir, sobre todo a China, su intención de abrir un proceso de negociación, Rusia ya se encontraba bajo una fuerte presión por parte de sus aliados para hacer lo propio. Esto lo reconocía en una entrevista Dimitri Polyanski, representante permanente adjunto de Rusia ante Naciones Unidas.

Sólo dos días después de que comenzara la incursión ucraniana en tierras rusas, el periódico chino Global Times titulaba así: “El ataque en Kursk empeora el conflicto y frustra las esperanzas de conversaciones de paz”. Achacando indirectamente a Estados Unidos la idea, y tildando de hipócrita a Washington, la publicación señalaba que la invasión ucraniana “está dificultando una resolución pacífica de la crisis en contra de la opinión de la mayoría global”.

El ataque en Kursk empeora el conflicto y frustra las esperanzas de conversaciones de paz.

Tanto China como Brasil llevan tiempo presionando a Rusia para que se siente a negociar un acuerdo de paz con Ucrania. En mayo de este año, los ministros de Asuntos Exteriores de ambos países firmaron un comunicado conjunto en el que reclamaban la apertura de un proceso de negociación donde debían participar Ucrania y Rusia directamente.

China siempre añade a sus presiones que “Las preocupaciones legítimas de seguridad de cualquiera de las partes deben tomarse en serio”, en clara alusión a la oposición de Rusia a la constante expansión de la OTAN hacia el este. Sin embargo, la prolongación de la guerra en Ucrania no gusta en Pekín, cuyo gobierno tiene una clara orientación hacia la paz, contexto imprescindible para que florezca el comercio, la prioridad de China.

Por eso la incursión de las tropas de Ucrania en territorio ruso ha sentado tan mal en China. El gobierno de Pekín se ha sentido traicionado por el de Kiev. Apenas días después de la visita de Kuleba, Ucrania se internaba en Rusia, lo que entraba en flagrante contradicción con las supuestas intenciones negociadoras de Zelenski, máxime cuando el objetivo de la penetración se hizo evidente. 

El objetivo de la incursión era hacerse con la central nuclear de Kursk

La central nuclear de Kursk se encuentra a 86 kilómetros de Sudzha, ciudad al sur de la región. La incursión realizada por tropas ucranianas pilló por sorpresa a Rusia. Sin embargo, la avanzadilla fue frenada antes de que el ejército de Kiev lograra hacerse con el control de la central nuclear, que era sin duda la motivación de una incursión que está costándole a Ucrania un alto número de bajas.

En la ilustración de la izquierda figura en color azul el territorio ruso controlado por Ucrania, a 26 de agosto. A la derecha, el Institute for the Study of War, alineado con la OTAN, refleja la recuperación de territorio a cargo del ejército ruso.

Zona controlada por Ucrania el 26 de agosto y situación en la región el 13 de septiembre, a la derecha. Ilustraciones de Al Jazeera y el ISW.

Para entender la decisión suicida de penetrar en territorio ruso para apoderarse de una central nuclear, hay que apuntar a la desesperada situación a la que se enfrentan las tropas ucranianas en Donbass. Hasta la CNN comparaba la incursión en Kursk con “tirar los dados”. Sin embargo, la operación ha forzado a Ucrania a desviar tropas del frente del Donbass, dejando desguarnecido Pokrovsk, un centro logístico clave para Ucrania en la región. Medios occidentales reconocen el avance ruso hacia esta ciudad. Así lo estima también el Institute for the Study of War.

Control de los territorios alrededor de Donetsk, 13 de septiembre de 2024. 

Si las tropas ucranianas se hubieran hecho con el control de la central nuclear de Kursk, la posición del gobierno de Kiev de cara a una hipotética negociación habría cambiado radicalmente. La posibilidad del chantaje nuclear habría modificado el tablero de juego cualitativamente. Aunque la toma de la central no habría alterado la situación en el frente en Donbass, es evidente que Kiev habría adquirido una poderosa palanca con la que chantajear no sólo a Rusia, sino a toda Europa. Basta recordar lo ocurrido en la central de Chernóbil.

Teniendo en cuenta el grado de desesperación de Zelenski, y de sus patrocinadores, no es de extrañar que decidiera tirar los dados en Kursk. Por mucho que sus aliados sostengan que no fueron informados por Kiev de la operación, resulta increíble que el gobierno de Kiev haya tomado por sí solo la decisión. Las elecciones presidenciales en Estados Unidos se aproximan. La administración de Joe Biden se juega mucho de su capital político en Ucrania. La Casa Blanca necesita que Ucrania aguante, al menos, hasta la celebración de las elecciones en noviembre. La operación en Kursk era otra manera de pulsar las líneas rojas de Moscú y proseguir la escalada.

Por otra parte, la estrategia de Donald Trump durante su presidencia iba en la dirección contraria a la de los demócratas: evitar una luna de miel entre Moscú y Pekín, por eso quería llevarse bien con Putin: para concentrar sus energías contra China. Si Trump gana las elecciones y el Estado permanente le permite acceder a la presidencia, es posible que trate de resucitar esa estrategia, y busque una distensión con Rusia.

Tras el frenazo ruso a la invasión, Kiev busca motivos para justificarla

Después de haber fracasado en su objetivo, el gobierno de Kiev está buscando argumentos para justificar la incursión, cayendo en contradicciones. El 19 de agosto, Zelenski decía que Ucrania quería crear una “zona de amortiguación” en Kursk y tomar prisioneros. Sin embargo, el 3 de septiembre aseguraba a la NBC que lo que pretendía era frenar la creación de una “zona de amortiguación” por parte de Rusia. El 5 de septiembre lo volvía a declarar a un medio ucraniano.  Zelenski habla ahora de retener el territorio conquistado en Kursk como palanca para presionar a Rusia hacia una negociación. Y sostiene que todo ello forma parte de un “plan de victoria” que va a presentar al ausente Joe Biden. 

Ucrania quiere crear una “zona de amortiguación” con la incursión en Kursk, dice Zelenski.

Zelenski trata de ocultar las verdaderas intenciones de la incursión en Kursk, porque no puede reconocer ante el mundo que lo que pretendía era tomar la central nuclear como palanca de chantaje, y amenazar con su voladura si Rusia no atendía sus reivindicaciones, contenidas en su delirante “plan de paz”.

Las verdaderas intenciones de Zelenski liberan a Rusia de la presión de sus aliados

El descabellado plan ha tenido un efecto no deseado: ha liberado a Rusia de la presión para negociar proveniente de sus aliados. El gobierno de Kiev, y quienes le manejan, le han puesto al Kremlin en bandeja el argumento definitivo para descartar la negociación: no se puede dialogar con quien está dispuesto a volar una central nuclear para conseguir sus objetivos.

No se puede confiar en quien ya utilizó los acuerdos de Minsk como una trampa para armar a Ucrania y usarla como un peón contra Rusia. Algo que ya reconocieron sus padrinos, Angela Merkel, François Hollande y Petro Poroshenko, como documenté en este artículo.

No se puede confiar en quienes organizan atentados terroristas contra la población civil, como ocurrió en el Crocus City Hall de Moscú, atribuido por los servicios especiales rusos a la inteligencia militar ucraniana, junto a la de otros países occidentales. Una atribución muy plausible, dado el comportamiento de los supuestos islamistas que ejecutaron el atentado, incoherente con las prácticas habituales del Estado Islámico.

Y como no se puede confiar ni en Ucrania, ni en los países occidentales que manejan a su marioneta en Kiev, no vale la pena sentarse a negociar nada con ellos. Esto es lo que ha conseguido la incursión en Kursk: dinamitar cualquier posibilidad de negociación con Rusia, reforzando los argumentos del Kremlin frente a sus socios en BRICS.

Prueba de ello es el reciente viaje a Moscú del ministro de Asuntos Exteriores de China, Wang Yi, donde se reunió con Sergei Shoigú, secretario del Consejo de Seguridad de la Federación Rusa. Esta visita representa un claro espaldarazo a Rusia por parte de China, tal y como podemos leer en el resumen de la reunión, publicado por el ministerio chino de Asuntos Exteriores: “China está dispuesta a fortalecer la comunicación estratégica con Rusia, aprovechar plenamente el papel del mecanismo de consulta de seguridad estratégica China-Rusia y el mecanismo de la Cumbre BRICS y enriquecer continuamente la connotación estratégica de las relaciones China-Rusia”.

Wang Yi también viajó a San Petersburgo, con ocasión del X Foro Internacional de Culturas Unidas, donde se reunió con Vladimir Putin, en un encuentro al que también asistió Sergei Shoigú.

Wang Yi con Sergei Shoigú, en Moscú, el 10 de septiembre de 2024, y con Putin, dos días más tarde, en San Petersburgo. Fotografías del Ministerio de Asuntos Exteriores de China y de la Agencia Xinhua.  

Si a este refuerzo de la alianza estratégica entre Rusia y China le sumamos los avances rusos en el Donbass, el balance de la incursión en Kursk no puede ser peor para los intereses occidentales, que han optado por seguir a piñón fijo, incrementando la escalada.

Tras el fracaso en Kursk, occidente opta por incrementar la escalada

Ucrania lleva tiempo solicitando a sus patrocinadores permiso para golpear a Rusia en el interior de su territorio con misiles de largo alcance. Hasta el momento, la OTAN se ha mostrado reticente, por miedo a que tales ataques provocaran una escalada de proporciones incontrolables. Sin embargo, el mismo día que los ministros de Asuntos Exteriores de Estados Unidos y el Reino Unido viajaban a Kiev, Joe Biden declaraba que Estados Unidos estaba determinando la cuestión.

El hecho mismo del viaje de Antony Blinken y David Lammy a Kiev sugiere que la decisión de autorizar a Kiev a usar misiles de largo alcance podría estar tomada. Así lo publica la periodista de Axios Juliegrace Brufke: “El presidente del Comité de Asuntos Exteriores del Congreso dijo: “Hablé con Blinken hace dos días, y él va a viajar con su homónimo del Reino Unido a Kiev para básicamente decirles que les van a permitir (atacar a Rusia con ATACMS)” durante una entrevista conmigo en el #TribFest24 el viernes”.

Durante su estancia en Kiev, Blinken y Lammy anunciaron un nuevo paquete de ayuda de 1.500 millones de dólares a Ucrania. El secretario de Estado dijo que Joe Biden y Keir Starmer hablarían sin duda del asunto de los misiles de largo alcance durante su encuentro previsto en Washington, el 12 de septiembre. En mi opinión, el pescado ya está vendido. Eso se desprendía del siguiente titular de The Independent, del Reino Unido, publicado el 11 de septiembre.

Biden sugiere que Estados Unidos podría permitir pronto a Ucrania usar misiles de largo alcance para golpear objetivos en el interior profundo de Rusia.

Vladimir Putin advirtió el 12 de septiembre que “si Estados Unidos y Reino Unido autorizan el uso de armas de largo alcance de fabricación occidental por parte de Ucrania contra territorio ruso, esto implicaría la participación directa de los países de la OTAN en el conflicto”.

Al día siguiente, el portavoz de seguridad nacional de la Casa Blanca, John Kirby, declaraba que “no ha habido cambios en nuestra opinión sobre la provisión de capacidades de ataque de largo alcance para que Ucrania las utilice dentro de Rusia”, y descartaba cualquier “anuncio importante en ese sentido”.

No se espera un cambio el viernes en la política sobre misiles de largo alcance para Ucrania, dice la Casa Blanca.

Tras su reunión con Joe Biden, el primer ministro del Reino Unido, Keir Starmer, declaraba que habían tenido “un amplio debate sobre la estrategia”, no sobre “una capacidad concreta”. Antes del encuentro, funcionarios británicos habían avanzado que Starmer iba a presionar a Biden para que apoyara su plan para golpear a Rusia usando misiles británicos de largo alcance Storm Shadow. Después del encuentro en la Casa Blanca, Starmer indicó que ese plan será discutido este mes con Biden, junto a otras personas, en la próxima asamblea general de la ONU.

En mi opinión, puede que no se produzca ningún anuncio al respecto, sino que, por el contrario, se otorgue vía libre a su utilización de manera discreta, y Rusia se vea de repente atacada en su territorio, aplicando una política de hechos consumados. 

Los misiles Storm Shadow dependen de datos de navegación proporcionados por Estados Unidos, según nos recuerda Financial Times. Por eso el Reino Unido necesita pedir permiso a quien proporcionaría dichos datos para atacar a Rusia en su interior. Por eso Vladimir Putin advierte que el uso de dichos misiles supondría la participación directa de la OTAN en el conflicto, porque serían militares estadounidenses y británicos quienes operarían dichos misiles.

Cada día queda más claro quién manda en Kiev, y no es precisamente Zelenski. En una reciente entrevista con un periodista ruso, contrario a Putin, Victoria Nuland confirmaba lo que ya habían expresado otros dirigentes occidentales: que agentes externos a Ucrania frenaron el acuerdo de paz que estaba muy próximo a ser firmado con Rusia en la primavera de 2022. Estas son sus palabras: “La gente dentro y fuera de Ucrania empezó a preguntarse si era un buen acuerdo, y fue en ese momento cuando todo se vino abajo”.

Nuland también señala que el pacto establecía “límites a los tipos precisos de sistemas de armas que Ucrania podría tener después del acuerdo”. Con otras palabras: que el negocio de la venta de armas estadounidense a Ucrania se habría visto perjudicado, en caso de que se hubiera firmado.

Y no sólo eso. En uno de sus frecuentes viajes a Kiev, el senador Lindsey Graham se quitaba completamente la careta, ante un complaciente Zelenski. Fue el propio senador quien publicó este vídeo, donde reconoce que Ucrania está poniendo los muertos en el conflicto, para que no tenga que hacerlo Estados Unidos.

Además, Graham recalca que los rusos están sentados sobre minerales por valor de un billón de dólares – se refiere al Donbass – que le vendrían muy bien a su economía (la de Estados Unidos, es obvio, porque utiliza el término “nuestra economía”).

 

Estados Unidos y sus aliados parecen resueltos a seguir escalando, a pesar de que hacerlo pueda suponer el desencadenamiento de una contienda directa con Rusia, en lugar de mantener el conflicto en los límites de una guerra por intermediación, al estilo de la guerra fría. Moscú considera esta guerra como una amenaza existencial. A juzgar por las múltiples declaraciones de dirigentes occidentales, recogidas en este blog, tiene sobrados motivos para hacerlo.

La OTAN, el brazo armado de Estados Unidos, está escalando constantemente, porque piensa que Putin va de farol cuando advierte que si la alianza atlántica cruza determinadas líneas rojas, la respuesta será contundente. Hasta ahora, a pesar de lo que diga la propaganda occidental, Putin está siendo muy prudente. Sobre todo, teniendo en cuenta la presión doméstica, que va en aumento. Ha mantenido el conflicto bélico circunscrito fundamentalmente al este de Ucrania, aunque el sistema energético ucraniano ha sufrido ataques en todo el país.

Heorhii Tykhyi, el portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores de Ucrania, animaba a sus patrocinadores occidentales a abandonar el temor a cruzar las líneas rojas rusas: “Por supuesto, entendemos que los socios tienen sus preocupaciones, pero nuestra operación en la región de Kursk demostró que todas las llamadas líneas rojas rusas son imaginarias, así como el temor a cruzarlas”.

Las líneas rojas rusas existen. Quienes afirman lo contrario están jugando a la ruleta rusa, con una pistola llena de balas en el tambor, apuntando no sólo a sus cabezas, sino a la de la humanidad entera.

Zelenski fracasa en su cumbre mientras Rusia recaba nuevos aliados

8 de julio de 2024

La falsa cumbre de paz que era de guerra

La conferencia impulsada por Volodímir Zelenski en Suiza tuvo el mismo resultado que las sanciones contra Rusia: terminó perjudicando a sus promotores. Si la reunión estaba diseñada para recabar apoyo internacional al presidente de Ucrania, muy necesitado de respaldo tras aferrarse al cargo, con su mandato ya vencido, las conclusiones fueron en sentido contrario: el sostén del bloque occidental fue tibio, y Zelenski consiguió enemistarse con dos colosos en la nueva arena internacional: China y Brasil.

De entrada, de un total de 160 países invitados, sólo acudieron 90, de los cuales 44 eran europeos. Las organizaciones supranacionales europeas fueron incluidas en la lista para hacer bulto. Teniendo en cuenta que la conferencia se publicitó como una “cumbre de paz”, y que Rusia no fue invitada, es comprensible el rechazo de China a participar en una encerrona para apoyar a una de las facciones en guerra. Eso, y un intento de relanzar la imagen del desprestigiado Zelenski. Su índice de aprobación se ha desplomado casi 30 puntos en un año, según un sondeo patrocinado por USAID, la “agencia de cooperación” de Estados Unidos.

Además, de los 90 participantes, sólo 78 suscribieron el comunicado alumbrado finalmente por la cumbre. Un texto aguado, que dejó fuera siete de los diez puntos del “plan de paz” de Zelenski, citando sólo tres: la necesaria seguridad de las plantas nucleares (a pesar de que Ucrania bombardea regularmente la central de Zaporiyia, bajo control ruso desde el principio de la invasión); la seguridad alimentaria; y el intercambio de prisioneros y la vuelta de los niños desplazados a Rusia.

Mapa de los países que firmaron el comunicado de la cumbre de Suiza. Ilustración: Geopolitical Economy Report.

Como vemos en el mapa, los países firmantes de la declaración son únicamente los del bloque occidental y sus aliados. Los países que aglutinan la mayoría de la población del planeta, o bien no participaron en el montaje, o rechazaron suscribir el comunicado: China, India, Brasil, México, y casi todos los de América Latina, Asia y África.

Dadas las significativas ausencias, la cumbre sirvió para ratificar, a duras penas, los apoyos de Zelenski: los de sus patrocinadores en la guerra contra Rusia. Además, el presidente de Ucrania consiguió enemistarse con China y Brasil, gracias a sus portentosas dotes diplomáticas.

Hasta la prensa occidental señalaba el fracaso de la cumbre. La CNBC titulaba que “La cumbre de paz de Ucrania carece de influencia mientras Rusia, China y otros se mantienen alejados”. La prensa de Suiza, país anfitrión, era todavía más explícita: “La cumbre de paz de Ucrania no cumplió con las expectativas de “cuento de hadas”.

Titulares de CNBC y Swiss Info sobre la cumbre de Bürgenstock.

Zelenski insulta a China y Brasil, calificándolos de incivilizados

Antes de la reunión en Suiza, Zelenski ya había arremetido contra China en el foro de Diálogo Shangri-la, celebrado en Singapur. Allí, el 2 de junio, acusó a Rusia y a China de presionar a otros países para que no acudieran a la cumbre que estaba organizando, cargando las tintas contra China: «Es lamentable que un país tan grande, independiente y poderoso como China sea un instrumento en manos de Putin«. Zelenski demostraba una gran inteligencia política poniéndose en contra al país que está despuntando como líder del nuevo mundo multipolar.

La portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, Mao Ning, explicó al día siguiente las razones por las que China no asistía a la conferencia: no incluía a las dos partes en conflicto, y no se iban a discutir todos los planes de paz. China presentó un plan de paz el 24 de febrero de 2022, que ha sido ostensiblemente ignorado por el bloque occidental. En mayo de 2024, China y Brasil presentaron conjuntamente un nuevo plan de paz, que requería la participación de Ucrania y Rusia, y que fue igualmente ninguneado por occidente.

Lula da Silva rechazó asistir a la cumbre, a pesar de las fuertes presiones ejercidas por el país anfitrión y el propio Zelenski. Aunque Brasil envió una delegación a Suiza, no suscribió el comunicado final. Ninguno de los países miembros de los BRICS lo hicieron: India, Sudáfrica, Arabia Saudita, Egipto, Etiopía, Irán y Emiratos Árabes Unidos.

Después de haber acusado a China de ser un mero mayordomo del Kremlin, Zelenski, muy frustrado por su fracaso en Suiza, arremetió de nuevo contra China, y también contra Brasil. Después de afirmar, falsamente, que el comunicado de la cumbre había sido suscrito “por la mayoría del mundo”, Zelenski declaró que “tan pronto como Brasil y China se sumen a los principios que todos los que estamos aquí, los países civilizados, hemos unido, estaremos felices de escuchar sus opiniones, a veces incluso si no coinciden con las de la mayoría del mundo”.

Calificar de “incivilizada” a China, una de las culturas más antiguas del mundo, cuna de muchas de las invenciones que forman parte de nuestra vida cotidiana, como la porcelana, el papel, la imprenta, la tinta, los espaguetis o los helados, además de un error histórico, supone una torpeza diplomática difícilmente superable.

Putin contraprograma la cumbre con su propuesta de negociación

Un día antes de que comenzara la cumbre de Suiza, Vladímir Putin enunció las condiciones para sentarse a negociar la paz con Ucrania: tan pronto como las tropas ucranianas se retiren por completo de las regiones de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia, y Kiev notifique oficialmente el abandono de los planes para ingresar en la OTAN, Rusia ordenará el alto el fuego, así como el inicio inmediato de las negociaciones, afirmó el presidente ruso.

Putin expone las condiciones para conversaciones de paz con Ucrania. Titular de CNBC.

Putin recalcó que la retirada debía producirse “de todo el territorio de estas regiones dentro de sus fronteras administrativas que existían en el momento de su entrada en Ucrania.” El presidente ruso advirtió que si Ucrania rechazaba estas condiciones, las demandas de Rusia en el futuro serían distintas. O sea, peores.

Putin consiguió robar el foco con este movimiento. En lo que se refiere a los territorios, la propuesta se limita a constatar la realidad actual sobre el terreno, o futura a corto plazo, teniendo en cuenta los avances de las tropas rusas en el frente. Un hecho que reconoce hasta el Institute for the Study of War, un gabinete impulsado por Robert Kagan, el marido de Victoria Nuland: lo más belicista que se despacha.

En lo que respecta a la OTAN, a estas alturas el bloque occidental debería comprender que en ninguna circunstancia Rusia va a permitir que Ucrania ingrese en la alianza controlada por Estados Unidos. Putin se limitó a recordar otro hecho innegable: que la existencia misma de Ucrania depende del diálogo que mantenga con Rusia. Si el actual gobierno de Kiev, o el que le sustituya, no actúa de acuerdo con esa realidad, en lugar de satisfacer los intereses de Washington, estarán condenando a Ucrania a sucumbir, o a desaparecer.

Desde el punto de vista de una negociación, lo que plantea Putin es de manual, por mucho que occidente se tire de los pelos tildándolo de “ultimátum”. Las ofertas de una de las partes corresponden a las relaciones de fuerzas que existen en cada momento. Si dichas fuerzas se inclinan en mayor medida hacia Rusia en el frente de batalla, como está ocurriendo, en el futuro Ucrania estará en peor situación para negociar de la que ya está ahora. Y las condiciones que demande Rusia serán más duras.

Sin embargo, la estrategia que occidente está imponiendo a Ucrania es la huida hacia adelante, con la esperanza de que ocurra algo milagroso que modifique la correlación de fuerzas. Algo que carece de base empírica. Rusia está demostrando que la capacidad de su industria militar supera a la de la OTAN. Según la CNN, Rusia está produciendo tres veces más municiones que Estados Unidos y Europa conjuntamente, y dispara 5 veces más proyectiles al día que Ucrania.

Para mantener viva la narrativa de la esperanza en la victoria, occidente habla periódicamente de nuevas armas o estrategias, que conseguirían darle la vuelta a la situación. Tras haber autorizado al gobierno de Kiev a usar su armamento para atacar a Rusia en su territorio, ahora toca hablar de los F-16. Todo, con tal de no reconocer una derrota que asoma en el horizonte y que, cuanto más tarde se produzca, mayor daño habrá causado. A estas alturas, en las que el reclutamiento en Ucrania se ha convertido en una especie de secuestro, queda claro que a occidente las vidas de los ucranianos nunca le han importado, y que el patriotismo se ha esfumado.

Titular de Express, Reino Unido: “Los ucranianos están demasiado asustados para salir en medio de un reclutamiento agresivo: ‘¡La gente era secuestrada!’”.

Rusia gana aliados en la construcción del mundo multipolar

The Telegraph: A Ucrania le dirán que es demasiado corrupta para ingresar en la OTAN.

Mientras Estados Unidos destroza Ucrania en su intento de resistirse a la pérdida de su hegemonía, con la complicidad de un país que la propia OTAN estima demasiado corrupto para ingresar en la alianza, Rusia sigue ganando aliados. En el mundo multipolar que se está construyendo en plataformas como los BRICS, la Organización de Cooperación de Shanghái, o el Foro Económico Internacional de San Petersburgo, Rusia y China juegan el papel del tándem motor. Y siguen incorporando socios.

En la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái, celebrada en Astaná (Kazajistán) el 3 y 4 de julio, se anunció oficialmente la incorporación de Bielorrusia. Con este nuevo miembro, ya son diez las naciones que forman parte de la OCS: China, Rusia, India, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Uzbekistán, Irán y Pakistán. En dicha reunión, Putin mantuvo reuniones bilaterales con siete mandatarios, incluyendo a los de China, India, Pakistán, y a Recep Tayip Erdogán, presidente de Turquía, miembro de la OTAN.

En su edición número 27, el Foro Económico Internacional de San Petersburgo (SPIEF) recibió a 21.000 participantes de 139 países. Entre ellos, varios presidentes, como Gustavo Petro (Colombia) y Luis Arce (Bolivia), así como 48 delegaciones a nivel ministerial. En el Foro se firmaron 982 acuerdos, por un importe total de 71.900 millones de dólares.

Ante la patente falta de voluntad de diálogo por parte de occidente, que prosigue su escalada material y retórica contra Rusia, China y todos los que no se avienen a seguir sus dictados, Rusia está ampliando sus alianzas en Asia. Es allí donde podría desatarse el conflicto directo entre los bloques que están definiéndose en el mundo multipolar.

Consciente de esta posibilidad, Vladímir Putin viajó a Corea del Norte. Allí, el 19 de junio firmó un acuerdo de defensa mutua con Kim Jong Un, que la prensa occidental calificó como el más potente desde la guerra fría. La agencia de noticias de Corea del Sur Yonhap señalaba que el pacto alcanzado entre Rusia y Corea del Norte establecía la asistencia militar mutua “sin demora” en caso de ataque a cualquiera de los dos países.

Rusia y Corea del Norte firman un acuerdo de asociación que parece ser el más potente desde la guerra fría. Titular de AP News.

China es el principal socio comercial de Corea del Norte, así como su apoyo político fundamental. Es impensable que Rusia firmara un acuerdo de este alcance sin haberlo hablado antes con China. Cerrando el círculo, Putin y Xi Jinping volvieron a reunirse en la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái en Astaná.

Después de recabar el “pleno apoyo y solidaridad” de Corea del Norte para su lucha contra el bloque occidental en Ucrania, Putin viajó a Vietnam. Un país con el que la extinta Unión Soviética mantuvo estrechas relaciones. Allí, el presidente ruso se reunió con la plana mayor de la dirigencia, y suscribió doce acuerdos de carácter público, además de los no desvelados. 

Otra prueba del “aislamiento” de Rusia, si escuchamos la propaganda occidental, es la visita de Narendra Modi, a Moscú, el 8 y 9 de julio. Rusia será el primer país que visite el primer ministro de la India tras su reelección. Desde el comienzo de las sanciones a Rusia, India ha hecho oídos sordos a los requerimientos de occidente para que las adoptara, y se ha convertido en uno de sus principales compradores de petróleo. En unas cantidades tales que le está permitiendo revenderlo, llevándose un pellizco, con cargo a los europeos que lo compran.

Bloomberg: La visita de Modi a Rusia socava los esfuerzos de occidente para presentar a Putin como un paria. 2 de julio de 2024.

Mientras tanto, es occidente quien se encuentra cada día más aislado, y no sólo en lo político. El peso económico del G7 sigue cayendo frente al de los BRICS, cuyo PIB en términos de paridad de poder adquisitivo sobrepasa de largo el del G7.

PIB combinado en paridad de poder adquisitivo de los países de los BRICS y del G7 desde 2000 hasta 2024. Fuente: Statista.

Estados Unidos lucha por contener la debacle: está maniobrando para endosar a Europa la patata caliente de Ucrania y concentrarse en el conflicto que está instigando en Asia. Además de su escalada constante en torno a Taiwán, asistimos a un incremento de las tensiones entre Filipinas y China, en paralelo a la apertura de cuatro nuevas bases estadounidenses en el archipiélago filipino. Algunos medios occidentales hablan ya de la posibilidad de una guerra abierta entre ambos países. Washington y Manila suscribieron en 1951 un pacto de defensa mutua, que ha ido ampliándose a lo largo del tiempo. La última actualización es tan reciente como mayo de 2023.

Bases de Estados Unidos frente a China. A la derecha, las cuatro nuevas. Ilustración: BBC.

The Economist: A Ucrania le queda un mes para evitar el impago.

 

Por otra parte, el G7 y la Unión Europea han aprobado un crédito de 50.000 millones a Kiev, usando como respaldo los intereses de los activos rusos “congelados” en Europa. Aunque occidente aún no se ha atrevido a “confiscar” directamente el principal, utilizar los intereses también afronta problemas legales. El presidente del Consejo Europeo defendía la incautación con un argumento muy poco jurídico: es “lo justo”. Nadie discute la propiedad rusa de sus activos, por lo que es insostenible argumentar que los intereses no le pertenecen. Si Ucrania es incapaz de devolver el crédito y la apropiación de los intereses es declarada ilegal, ¿quién afrontará el pago de esos 50.000 millones?

Tras conseguir una moratoria de dos años para el pago de su deuda, Kiev ha pedido una quita del 60% de lo que debe pero, según The Economist, los acreedores no están por la labor: a lo más que llegarían sería a un 22%, que ya es. Teniendo en cuenta que la gran mayoría de los activos rusos se encuentran depositados en Euroclear y bancos occidentales, y que Ucrania está al borde de la insolvencia, apuesto a que, en caso de impago, los paganinis seríamos los europeos.

La senilidad de Biden como metáfora del crepúsculo del imperio

La demencia senil de Joe Biden, que se hizo innegable en el reciente debate con Donald Trump, es una metáfora del ocaso de la hegemonía de Estados Unidos. El hecho de que el clan Biden se reuniera posteriormente en Camp David para decidir si el anciano continuaba en la carrera electoral, o se retiraba, revela maneras más propias de una familia de la mafia que de una supuesta democracia.

Cuando son los donantes del Partido Demócrata los que advierten que no seguirán financiando al partido, ni a su actual candidato, hasta que no lo sustituyan por otro; cuando es la rica heredera del imperio Disney la que coacciona al Partido Demócrata para que sustituya a Biden por otra persona en la liza por la presidencia, queda claro que son los oligarcas quienes manejan los hilos de la “democracia” en Estados Unidos.

Titular de CNBC: La heredera de Disney y los adinerados donantes demócratas dicen que no financiarán al partido hasta que Joe Biden abandone.

En paralelo al declive de Estados Unidos, su relato de la batalla de las democracias contra las autocracias se desmorona por momentos. Baste decir que el hotel de Bürgenstock, Suiza, donde se reunieron los asistentes a la cumbre impulsada por Zelenski, y sus patrocinadores, para recabar apoyos en su batalla por la democracia frente a los dictadores es propiedad de Qatar. Una democracia vibrante donde las haya…

Dos mapas que demuestran el aislamiento de occidente

Contrastando los dos siguientes mapas, queda de manifiesto que es occidente quien está quedándose cada vez más aislado frente al resto del mundo. El primero representa las naciones que han adoptado las sanciones a Rusia, impulsadas por Estados Unidos. El segundo recoge los países que han reconocido al Estado palestino. Si comparamos ambos mapas con el que ilustra el principio de este artículo (los signatarios del comunicado de la cumbre de Zelenski en Suiza), tendremos la fotografía completa del aislamiento de occidente: un mapa es el negativo del otro.  

Al paso que vamos, en Europa vamos a terminar vendiendo los cuadros de los museos para poder subsistir. Y se los venderemos a multimillonarios rusos, chinos, o indios.

Países que aplican sanciones a Rusia.

Israel ataca a Irán para asegurarse carta blanca en Gaza

26 de abril de 2024

Estados Unidos titubea frente al plan de Israel para invadir Rafah

El resumen publicado por la Casa Blanca de la conversación telefónica mantenida el 29 de octubre entre Joe Biden y el presidente de Egipto, Abdel Fattah Al-Sisi, parecía indicar que Estados Unidos se oponía a las pretensiones de Israel de expulsar a la población de Gaza, para instalarla en tiendas de campaña en el Sinaí. Así se deducía de esta frase: “garantizar que los palestinos en Gaza no sean desplazados a Egipto ni a ninguna otra nación”. En mi artículo de noviembre, ya expresé mi escepticismo ante esta afirmación, teniendo en cuenta la carta blanca que Biden otorgó a Netanyahu en su viaje a Israel, según la propia prensa hebrea.

Sin embargo, la extrema crueldad desplegada por los militares hebreos durante esta última fase de su genocidio contra el pueblo palestino, y el altísimo número de víctimas civiles, le está provocando dificultades políticas a Joe Biden, que busca la reelección, a pesar de sus evidentes limitaciones cognitivas.

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La OTAN trata de mentalizarnos para una guerra contra Rusia

6 de febrero de 2024

Las élites pretenden convencernos de que Rusia atacará a la OTAN si no es vencida en Ucrania

Después de haber reconocido el fracaso de la contraofensiva de Ucrania, y de admitir que no prevé que el gobierno de Kiev recupere territorios en 2024, Estados Unidos está diseñando una nueva estrategia para la guerra en Ucrania. Por si acaso a alguien todavía le quedaba alguna duda del carácter de guerra subsidiaria del conflicto, que en realidad comenzó en 2014.

Según filtraciones al Washington Post, la nueva estrategia consistiría en “ayudar a Ucrania a defenderse de nuevos avances rusos mientras avanza hacia un objetivo a largo plazo de fortalecer su fuerza de combate y su economía”. Sin embargo, la narrativa que están construyendo los medios de comunicación convencionales para reformular la conflagración, a la vista del fracaso del esfuerzo de los 37 países que han aportado ayuda militar, financiera o humanitaria a Ucrania, es muy distinta. 

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La OTAN fracasa en Ucrania y empuja a Zelenski a negociar con Rusia

27 de noviembre de 2023

Los medios occidentales apuntalan el cambio de rumbo respecto a Ucrania

Cuando la misma revista que te encumbró como “persona del año” publica, menos de un año después, un reportaje donde te pone a los pies de los caballos, es que tu destino está echado. Es lo que le acaba de ocurrir a Volodímir Zelenski, protagonista de dos portadas de la revista TIME que, puestas juntas, no dejan lugar a dudas sobre el brusco viraje de occidente con relación a Ucrania. Como anécdota, baste añadir que los ojos del presidente ucraniano fueron azulados en la portada de 2022 para acercar su rostro a los gustos anglosajones.

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