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Europa naufraga entre la parálisis, los enfrentamientos y el autoritarismo

25 de marzo de 2025

Europa se niega a asumir la derrota en Ucrania

Europa se está mostrando incapaz de articular una respuesta política coherente y unitaria a la decisión de Donald Trump de afrontar la situación en Ucrania de una manera realista. Las élites europeas rechazan asumir la derrota de la OTAN frente a Rusia e insisten en el delirio de creerse que Europa puede vencer militarmente a Rusia sin la ayuda de Estados Unidos. Los europeos se están haciendo trampas al solitario, porque se empeñan en continuar con la farsa antes que reconocer que la apuesta del Partido Demócrata salió mal, y actuar en consecuencia.

Exactamente eso es lo que está haciendo Donald Trump, y por eso los europeos están de los nervios, porque el reconocimiento por parte de la nueva administración de la realidad sobre el terreno les deja en evidencia frente a su postura negacionista de niño enrabietado.

Desde que Trump asumió la presidencia, la estrategia de la burocracia europea ha sido tratar de convencerle para seguir la hoja de ruta marcada por la administración anterior, a pesar de su fracaso. Úrsula von der Leyen declaró el 21 de enero que había que seguir apoyando a Ucrania “todo el tiempo que sea necesario”, repitiendo el mantra favorito de Joe Biden, tras atribuir falsamente la causa de la guerra con Rusia al deseo de Ucrania de formar parte de la Unión Europea.

La jefa de la Comisión Europea se compromete a apoyar a Ucrania todo el tiempo que sea necesario.

Como Donald Trump no está por la labor de profundizar en el error estratégico de la camarilla que manejaba a Joe Biden, la táctica europea está girando hacia una añagaza que fuerce a Estados Unidos a intervenir militarmente en Ucrania: esta es la intención que se esconde tras el plan de desplegar tropas europeas sobre suelo ucraniano. Los europeos confían en que Washington se vería obligado a defenderlas en el caso, más que posible, de que Rusia decidiera atacar a las fuerzas europeas, presentadas como garantes de un hipotético alto el fuego.

El caso es tratar de continuar la guerra por todos los medios posibles, recalcando el apoyo europeo a Zelenski. La reciente participación del mandatario ucraniano en la reunión del Consejo Europeo supone un claro desplante a Donald Trump.

Macron y Starmer fracasan en Washington

Antes del encontronazo entre Zelenski y Trump en la Casa Blanca, Emmanuel Macron, primero, y Keir Starmer, después, viajaron a Washington para tratar de persuadir a Donald Trump de rectificar su posición. Ambos pretendían que ofreciera un paraguas a los europeos, en caso de que decidan finalmente trasladar efectivos al territorio ucraniano.

No habrá botas de Estados Unidos sobre el terreno en Ucrania, dice Hegseth.

Los viajes del francés y el británico se saldaron con rotundos fracasos, a pesar de los gestos amables de Trump, más notorios con Macron que con Starmer, que apoyó ostentosamente a la candidata del Partido Demócrata, Kamala Harris, en un alarde de inteligencia política. En el caso de Macron, Trump se negó a aceptar la petición del francés de aportar garantías de seguridad para Ucrania. Una fuente diplomática de la Unión Europea calificó el viaje como “pérdida de tiempo”.

Macron no logró convencer a Trump de proporcionar garantías de seguridad a Ucrania, la visita fue inútil – Político.

Keir Starmer tampoco consiguió que Trump se aviniera a enviar tropas estadounidenses a Ucrania para cubrir un hipotético despliegue de efectivos europeos sobre el terreno. Por si quedaba alguna duda de su negativa, Trump aseveró que “Los británicos son soldados increíbles y pueden cuidar de sí mismos”.

Starmer no logra convencer a Trump de enviar tropas a Ucrania.

Lo único que consiguió Macron en Washington fue que Donald Trump se aviniera a recibir a Zelenski, a lo que se mostraba reacio. Después de su visita a la Casa Blanca, Starmer se descolgó con la propuesta de montar una “coalición de los dispuestos”. La BBC reportaba que Starmer buscaba la implicación de Estados Unidos en su plan para desplegar tropas europeas en Ucrania, que fue presentado en una reunión en Londres, a la que asistieron representantes de 18 países, incluido Volodimir Zelenski.

El término “coalition of the willing” fue el mismo usado para denominar el grupo de países que apoyó la guerra lanzada por George W. Bush contra Irak, con el pretexto de destruir las “armas de destrucción masiva” que, supuestamente, albergaba Saddam Hussein. Lo único masivo que había fueron las mentiras utilizadas para justificar la invasión.

Las conversaciones entre Trump y Putin soliviantan a las élites europeas

Lejos de acceder a las pretensiones de los europeos, tras haber hablado con Putin el 12 de febrero, Trump volvió a hacerlo el 18 de marzo. Podemos leer los resúmenes de esta última conversación en los sitios web de la Casa Blanca y del Kremlin.

Lo que sin duda ha terminado de soliviantar a las élites europeas es esta frase del resumen publicado por el gobierno ruso: “Confirmando su compromiso fundamental de encontrar una solución pacífica al conflicto, el presidente de Rusia expresó su disposición a trabajar a fondo para encontrar posibles soluciones en cooperación con los socios estadounidenses”. La solución a la guerra en Ucrania será negociada bilateralmente con Estados Unidos, dejando fuera a la Unión Europea, que se desgañita en vano por un sitio en la mesa.

Esto tiene todo el sentido del mundo: lo lógico es que negocien las partes contendientes, no los subalternos y los tontos útiles. A Ucrania se le informará de lo que convenga acerca de la marcha de las negociaciones, como hizo Trump tras su larga conversación con Putin.

En cuanto al papel de Zelenski, baste decir que, a pesar de presentarse en Arabia Saudita cuando tuvieron lugar contactos entre una delegación estadounidense y otra ucraniana, no se le permitió asistir a esas reuniones. Después de la que armó en la Casa Blanca, ya leemos artículos en la prensa occidental donde se habla abiertamente de sus posibles sustitutos: es un cadáver político.

Zelenski no asistirá a las conversaciones de alto nivel con los estadounidenses en la cumbre de paz en Arabia Saudita.

Quien esperara que, tras dos conversaciones con Trump, Putin iba a acceder a decretar un alto el fuego peca, como mínimo, de ingenuo. Rusia va ganando la guerra, de largo. Un parón sólo habría beneficiado a quien va perdiendo. Para que Trump no saliera con las manos vacías del último contacto, Putin aceptó una tregua parcial de 30 días, que se limitaría a dejar fuera de los ataques la infraestructura energética de Ucrania. Estados Unidos se encargó de presentar el alto el fuego limitado como una concesión de Putin, aceptada generosamente por Zelenski, aunque en realidad beneficia en mayor medida a Ucrania, que está contra las cuerdas.

El núcleo duro del gobierno ucraniano tiene exactamente la misma posición que las élites europeas: continuar con la guerra a cualquier precio, y seguir buscando desesperadamente la intervención estadounidense para infligir una derrota estratégica a Rusia. Prueba de ello es que Ucrania se apresuró a violar el acuerdo que supuestamente había aceptado, bombardeando una estación de bombeo de gas en Sudzha, en la región de Kursk, que se utilizaba para enviar gas ruso a Europa, antes de que Ucrania interrumpiera el tránsito, a finales del año pasado. Dicho ataque se sumaba a otro contra un depósito de petróleo, días atrás. Trump sólo puede esperar palos en las ruedas por el lado europeo y ucraniano.

Europa deriva hacia la parálisis y los enfrentamientos

Aislada internacionalmente tras su alineamiento absoluto con la administración de Joe Biden, en contra de la mayoría de las naciones del mundo, y fuera de la mesa de negociación entre las grandes potencias, Europa está presa de una rabieta incontrolable. Desnortadas, las élites europeas compiten en materia de ocurrencias, bombillazos e ideas peregrinas. Entre todas, destaca la propuesta de sustituir a Estados Unidos en la OTAN, así como la publicación de un libro blanco con el belicista título de “Rearmar Europa”.

Un proyecto que parece inviable, a pesar de las intenciones anunciadas, sin el concurso de Estados Unidos, que suministra a Europa dos tercios del armamento que ésta compra. Una cifra que ha aumentado desde el 50% con que le proveía en 2019.

Financial Times: Las potencias militares europeas trabajan en un plan de 5 a 10 años para sustituir a Estados Unidos en la OTAN.

Entre las fabricantes de ocurrencias destaca la sustituta de Josep Borrell, la estonia Kaja Kallas. Antes de su nombramiento al frente de la política exterior europea, una fuente diplomática anónima se preguntaba si era buena elección para el puesto una persona a la que le gustaba comer rusos para desayunar. Una manera de alertar sobre su marcada rusofobia.

Los líderes de la Unión Europea no consiguen ponerse de acuerdo en una ayuda de 5.000 millones para Ucrania después de enfrentamientos.

Sin haber negociado previamente con los Estados miembros de la Unión Europea, Kaja Kallas se descolgó con la propuesta de adjudicar 40.000 millones de euros en ayuda militar a Ucrania. Como el plan se estrelló con una negativa frontal, Kallas redujo la cifra hasta los 5.000 millones que, supuestamente, se destinarían a comprar munición para el gobierno de Kiev. Sin embargo, la rebaja tampoco suscitó consenso.

Además de fracasar en su empeño – algunos analistas la dan ya por amortizada – Kaja Kallas se vio cuestionada por el presidente español, cuando éste propuso que la UE nombrara una persona específica para encargarse de las negociaciones con Ucrania. Kallas reaccionó de forma agria, replicándole “¿Para qué estoy aquí?”.

El “acalorado intercambio” entre Pedro Sánchez y Kaja Kallas se suma a otro enfrentamiento abierto entre las instituciones europeas. La presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, envió un crítico mensaje a la jefa de la Comisión Europea a la salida de una de las innumerables reuniones celebradas últimamente en el viejo continente.

La italiana acusaba a Úrsula von der Leyen de “esconderse tras la excusa de que el parlamento tarda demasiado en tomar decisiones” para aprobar un crédito de 150.000 millones de euros para gastos militares por la vía rápida, saltándose los derechos de supervisión del Parlamento Europeo.

Metsola: Por favor, Úrsula, deja de sacudirte el Parlamento.

La presidenta del Parlamento Europeo abundaba en la cuestión: “¿Por qué buscar una solución que eluda a su mejor aliado en este tema, donde las mayorías son claras?”. A la cada vez más autoritaria jefa de la Comisión Europea le molesta tener que pasar sus decisiones por el trámite de que se las apruebe el parlamento.

Úrsula tampoco podía faltar a la hora de los bombillazos. El último ha sido proponer un tope al precio del gas en Europa. Un producto que ahora la Unión Europea importa a mansalva de Estados Unidos, a un precio entre tres y cuatro veces superior al que provenía de Rusia.

La Unión Europea considera introducir un tope temporal al precio del gas para contrarrestar los costes divergentes con Estados Unidos.

Once asociaciones profesionales no tardaron en echársele encima. En una carta enviada a la jefa de la Comisión Europea, le advirtieron de “consecuencias negativas de gran alcance para la estabilidad de los mercados energéticos europeos y la seguridad del suministro en todo el continente”, en el caso de que la medida fuera finalmente implementada.

Alemania le da otra patada a la “democracia” europea

El desdén con el que Úrsula von der Leyen trata los mecanismos de control del poder de la Comisión revela un profundo desprecio por la democracia. Esa de la que tanto alardea ella misma, su cohorte de burócratas en Bruselas, así como quienes están nominalmente al frente de los estados miembros de la Unión Europea.

El último episodio de menosprecio a la voluntad de la ciudadanía y a sus decisiones, expresadas en las urnas, se acaba de producir en Alemania. El próximo canciller, que aún no ha sido investido por el Bundestag, promovió una votación para cambiar la constitución, una semana antes de que se constituyera el nuevo parlamento, el 25 de marzo.

Friedrich Merz se apoyó en los votos de un parlamento saliente, ya caduco, porque la composición del nuevo no le habría permitido alcanzar los dos tercios necesarios para modificar la constitución y eliminar el techo de deuda.

The Guardian: Diputados alemanes aprueban un aumento de gasto de 500.000 millones de euros para contrarrestar la «guerra de agresión de Putin».

El objetivo del cambio constitucional era permitir al gobierno federal, y a los estados federados, endeudarse hasta las cejas para, siguiendo las instrucciones de Bruselas, sufragar un aumento astronómico del gasto militar. Poco le importa al canciller in pectore que durante toda su carrera hiciera campaña precisamente en contra de quitar el freno a la deuda pública. Merz justificaba así su giro de 180 grados: «Nuestros amigos en la UE nos observan con la misma atención que nuestros adversarios y los enemigos de nuestro orden democrático y basado en normas».

Para Friedrich Merz, el “orden democrático” consiste en usar un parlamento caducado para aprobar unos cambios constitucionales que van a hundir aún más en el abismo a una Alemania que se encamina al tercer año en recesión, según la Cámara de Comercio e Industria.

Para el incipiente canciller alemán, el “orden basado en normas” consiste en ignorar los resultados de las elecciones, y obedecer en cambio las instrucciones dictadas por su compatriota al frente de la Comisión Europea.

Para Friedrich Merz, la democracia consiste en apresurarse a promover una votación antes de que se constituyera el nuevo parlamento, donde los partidos Die Linke (La Izquierda) y Alternativa para Alemania hubieran tenido la capacidad de bloquear la reforma constitucional, que precisaba de dos tercios de los parlamentarios para salir adelante.

A Merz lo único que le importaba era conseguir más de 489 votos para pasar su reforma constitucional, aunque para eso tuviera que sobornar a Los Verdes con la promesa de gastar 100.000 millones de euros en “medidas de transformación económica climática”. Merz finalmente consiguió 513 votos, esquivando la voluntad popular.

Los resultados de las elecciones son menospreciados en Europa

El atropello a las decisiones de la ciudadanía en Alemania se suma a la reciente patada a las urnas propinada por las autoridades en Rumanía. A Calin Georgescu, el candidato opuesto a la guerra en Ucrania que ganó la primera vuelta de las elecciones presidenciales, que fueron anuladas, finalmente le han prohibido presentarse de nuevo.

Calin Georgescu había recurrido ante el Tribunal Constitucional la decisión de la Junta Electoral Central, que ha fallado a favor del veto a su candidatura. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos de la UE ya había blanqueado la decisión de la JEC, como expliqué en este artículo.

La BBC sigue repitiendo la mentira, desmontada por la propia fiscalía de Rumanía, como señalé en este otro artículo, de una supuesta campaña rusa en Tik Tok para promover su candidatura. Una campaña que, en realidad, fue organizada por el Partido Liberal para impulsar a Georgescu, un candidato con una baja intención de voto, para así restar apoyos electorales a otros partidos rivales.

En otros países europeos, el modelo de democracia liberal tampoco goza de buena salud. En Francia, la crisis política sigue sin resolverse. François Bayrou es el cuarto primer ministro nombrado por Emmanuel Macron en un solo año, lo que revela la falta de apoyos políticos en la sede de la soberanía popular: el parlamento. Un triste récord para la Quinta República.

Bayrou sucedió a Michel Barnier, un ex burócrata de Bruselas que, en diciembre de 2024, decidió saltarse el parlamento para aprobar el presupuesto de la seguridad social. La estratagema le costó el puesto, tras carecer de los votos para superar una moción de censura, que es el procedimiento constitucional para que el parlamento evite ser ninguneado por el ejecutivo. Su destitución demostraba que el gobierno designado por Macron carecía de respaldo en el parlamento. Otra demostración de “democracia europea” en acción.

Ouest France: Presupuesto de la seguridad social: Michel Barnier activa el 49.3 y se expone a una moción de censura.

A pesar de carecer de mayoría parlamentaria, Emmanuel Macron nombró nuevo primer ministro a François Bayrou, quien sobrevivió a otra moción de censura gracias a las abstenciones del Partido Socialista y de Reagrupamiento Nacional, el partido de Marine Le Pen. Bayrou pende de un hilo…

Sin mayoría en el parlamento francés, Macron no sólo insiste en aferrarse a la presidencia en su país, sino que pretende erigirse en el nuevo gallito de la Unión Europea, ofreciendo el paraguas nuclear francés al resto del continente.

En el Estado español, el gobierno de Pedro Sánchez carece de la mayoría parlamentaria necesaria para aprobar sus presupuestos. En 2024 prorrogó los de 2023. Este año tampoco ha sido capaz de contar con el número suficiente de diputados para sacar adelante los de 2025, y ya se conforma con intentarlo con los de 2026.

Titular de eldiario.es del 23 de marzo de 2025.

Los presupuestos son la herramienta fundamental con la que cuenta un gobierno para plasmar sus políticas. La consecuencia lógica de su incapacidad para dotarse de un presupuesto, ante la falta de apoyo parlamentario, sería la convocatoria de nuevas elecciones. Pero eso no va a ocurrir, porque “No nos rendimos”, dice Pedro Sánchez. ¿No se rinden ante quién? ¿Ante la soberanía popular, expresada con votos en el parlamento? 

A pesar de la prórroga presupuestaria, el gobierno progresista se las apañó para incrementar el gasto militar usando una artimaña: transferencias de crédito por valor de 2.929,2 millones, a fecha de 30 de noviembre de 2024, incrementándose así un 20,3% el presupuesto inicial, hasta alcanzar los 28.935 millones de euros, un 1,82% del PIB español. Ante la OTAN y Bruselas, Pedro Sánchez se rinde a la primera. 

En el Reino Unido, Keir Starmer tiene un índice de aprobación del 21%. Más de la mitad de los encuestados por Ipsos, un 55%, desaprueba su gestión. El 62% cree que el gobierno va en mala dirección, frente a sólo un 15% que cree lo contrario. Así que Starmer desvía la atención de su impopularidad poniendo el foco en Ucrania. Los propios militares británicos han calificado de “teatro político” las declaraciones belicistas del primer ministro: “Starmer se adelantó a sí mismo hablando de tropas sobre el terreno antes de saber de qué estaba hablando”, manifestó un interlocutor de alto rango a The Telegraph.

El plan de paz de Starmer para Ucrania es desechado como “teatro político”.

A los eurócratas neocon sólo les sirve la guerra 

El estancamiento económico que sufre Europa pone la guinda a las patadas a la soberanía popular por parte de las élites, a sus enfrentamientos y al marasmo que la atenaza, mostrándose incapaz de articular un plan B ante la derrota militar de la OTAN en Ucrania. 

Los burócratas europeos están demostrando que son más neocon que los propios estadounidenses miembros de la secta: carecen de marcha atrás. Su único proyecto es el de ahondar en el belicismo, endeudar al viejo continente hasta el cuello y seguir porfiando en derrotar a Rusia, a pesar de todas las evidencias que demuestran la inviabilidad de su quimera.

El jefe de la inteligencia federal alemana, Bruno Kahl, declaraba el 9 de marzo que convenía que la guerra en Ucrania durara al menos 5 años más, para evitar que Rusia estuviera en disposición de atacar Europa antes de ese plazo de tiempo. Sus declaraciones fueron recibidas con furia en Kiev.

“No evitaréis la guerra”. Kiev furiosa al sugerir Alemania que Ucrania debería luchar contra Rusia hasta 2030 para proteger a Europa.

Las élites europeas están dispuestas a enterrarnos a todos, incluyendo hasta el último ucraniano, con tal de no reconocer algo tan simple como que están equivocados y que una rectificación es urgente e imprescindible, antes de que sea demasiado tarde.

 

¿Acabará Trump con la guerra en Ucrania?

11 de diciembre de 2024

Donald Trump acuña un nuevo eslogan: Paz a través de la fuerza

Durante la campaña electoral, Donald Trump afirmó que si él hubiera sido presidente, en lugar de Joe Biden, la guerra en Ucrania no habría comenzado. Además, recalcó que en el caso de que volviera a la Casa Blanca, pondría fin a la guerra en 24 horas. Sin embargo, una vez ganadas las elecciones Trump sigue hablando de paz, pero también de fuerza: El nuevo mantra es “Paz a través de la fuerza”.

Publicación de Donald Trump en Truth Social.

Puede haber varios motivos para la aparición de la palabra fuerza en su discurso. Trump puede verse tentado a olvidar su promesa electoral. Si Trump decide arrinconar su compromiso para alcanzar la paz en Ucrania, pagaría un alto coste político. Una parte difícil de cuantificar, pero relevante, de la población, le ha votado por esa razón, y se sentiría frustrada si le defraudara.

La ciudadanía de Estados Unidos ha comprobado cómo se envían miles y miles de millones a un pozo sin fondo en Ucrania, mientras las infraestructuras públicas en su país se desmoronan, en medio de una subida de la inflación que ha puesto la cesta de la compra por las nubes, y con unos tipos de interés hipotecarios en torno al 7%, que han vuelto misión imposible acceder a una vivienda. No por casualidad, los tipos de interés hipotecario comenzaron a dispararse a comienzos de 2022, cuando Rusia se involucró directamente en la guerra civil que se desarrollaba en Ucrania desde 2014.

Evolución del tipo fijo medio de interés para las hipotecas en Estados Unidos. Fuente: CNBC.

También puede haber ocurrido que el complejo militar industrial de Estados Unidos le haya hecho llegar algunas sugerencias. En su discurso de despedida, el presidente y exgeneral Dwight D. Eisenhower fue explícito acerca del papel de la industria militar en Estados Unidos: “En los consejos de gobierno debemos cuidarnos de que el complejo militar-industrial no adquiera una influencia injustificada, ya sea buscada o no. Existe y persistirá el riesgo de que se produzca un ascenso desastroso de un poder en manos equivocadas”. A la vista de la situación internacional actual, estas palabras, pronunciadas en 1961, son de plena actualidad.

El perfil de los miembros in pectore de su nuevo gobierno va en consonancia con el nuevo eslogan. Cabe dudar sobre la viabilidad de las estrategias frente a Rusia que manejan: básicamente, el palo y la zanahoria. El Kremlin no parece amilanarse ante la escalada de la OTAN, ejemplificada en la advertencia que supuso el lanzamiento del misil hipersónico Oreshnik sobre Ucrania, tras haber recibido el impacto de misiles occidentales de largo alcance en territorio ruso.

Para quienes todavía sostienen que Ucrania se está limitando a intentar repeler una agresión no provocada, baste decir que hasta Boris Johnson ha reconocido que la OTAN está librando una guerra por intermediación contra Rusia.

El reclutamiento de halcones es acorde con la estrategia de Trump

La lealtad personal es el criterio fundamental que ha observado Donald Trump para elegir a quienes formarán parte de su equipo. Está por ver qué margen de maniobra les deja a sus subordinados, teniendo en cuenta la avasalladora personalidad del presidente. Aun así, conviene señalar que el perfil de las personas designadas para los cargos con competencias sobre la carpeta ucraniana no es precisamente el de palomas.

Trump impulsa la visión de “Paz a través de la fuerza” con sus elegidos para Defensa.

Mike Waltz, el escogido como asesor de seguridad nacional, es un veterano de los boinas verdes, excoronel de la Guardia Nacional, con perfil de halcón en relación con China, Oriente Próximo e Irán. Waltz ya le susurraba al oído a Trump en su primer mandato en cuestiones de defensa, y fue asesor de Dick Cheney, uno de los arquitectos de la guerra de Irak. En relación con Ucrania, Waltz ha rechazado enviar más ayuda militar, reclamando que Europa aumente su nivel de apoyo, aunque abogando al mismo tiempo por aislar a Rusia.

Recientemente, Mike Waltz afirmó que Estados Unidos podría acabar con la guerra aplicando presión. ¿Cuál sería esa presión? Sanciones económicas para “secar la máquina de guerra muy rápidamente”, respondió, a lo que añadió: “quitándole las esposas a las armas de largo alcance que proporcionamos a Ucrania”.

Las sanciones a Rusia han servido para que la producción industrial esté creciendo al 4,8%, como acicate para reindustrializar el país, impulsando un proceso de sustitución de las importaciones. También han conseguido hundir la economía de Alemania, como ya he documentado en este blog. Dudo mucho de que, casi tres años después, más sanciones consigan el objetivo para el que supuestamente fueron diseñadas. En cuanto a los misiles de largo alcance, tampoco van a darle la vuelta a la situación en el frente, como reconoce Lloyd Austin, secretario de Defensa.

Si añadimos que Waltz también declaró que los equipos de seguridad nacional de Joe Biden y de Donald Trump están trabajando “de la mano” para demostrar a los adversarios de Estados Unidos que el país se encuentra unido en la transición de gobierno, cabe sospechar que la estrategia de Trump para acabar con la guerra en Ucrania no difiere en lo sustancial de la impulsada últimamente por la administración de Biden, por mucho que le criticara: negociar desde la fuerza. El 7 de noviembre, dos días después de las elecciones, el portavoz del departamento de Estado, Matthew Miller, hablaba de negociaciones, mientras los medios occidentales advierten de la posibilidad de un “colapso” del frente en Ucrania.

El frente de Ucrania podría colapsar, según los avances de Rusia se intensifican, advierten los expertos.

El nuevo mantra acuñado por Trump – paz a través de la fuerza – ha encontrado un rápido eco. Mark Rutte, el nuevo secretario general de la OTAN, afirmaba el 27 de noviembre que “Tenemos que asegurarnos de que Ucrania esté en una posición de mayor fuerza que la que tiene en este momento”. En una conferencia de prensa el 1 de diciembre, Zelenski declaró que Ucrania únicamente estaría dispuesta a entablar negociaciones desde una posición de fuerza. El presidente ucraniano sigue insistiendo en que la OTAN curse una invitación para unirse a la alianza, a pesar del rechazo que sigue generando tal propuesta.

La reciente reunión de Zelenski en París con Trump y Macron no parece haber servido para materializar dicha invitación. Poco después, el ucraniano declaró que pensaba presionar a Biden para lograrlo, porque no tenía sentido hablar con Trump acerca del tema, ya que todavía no ha accedido a la presidencia. O sea, que Trump le dio calabazas.

Para hacerse cargo expresamente de la situación en Ucrania y Rusia, Trump ha nombrado al exgeneral de 80 años Keith Kellogg como “enviado especial”. En abril de este año, el exmilitar fue coautor, junto a Fred Fleitz, de un plan para resolver el conflicto que consistía, básicamente, en congelar el conflicto a la coreana. Fleitz trabajó en la anterior administración de Trump como asistente adjunto y jefe de plantilla del Consejo de Seguridad Nacional.

El resumen del plan de Fleitz y Kellogg es éste: “En concreto, implicaría una política estadounidense formal de búsqueda de un alto el fuego y una solución negociada del conflicto en Ucrania. Estados Unidos seguiría armando a Ucrania y reforzando sus defensas para garantizar que Rusia no haga más avances y no vuelva a atacar después de un alto el fuego o un acuerdo de paz. Sin embargo, la futura ayuda militar estadounidense requerirá que Ucrania participe en conversaciones de paz con Rusia”.

Además, el documento instaba a Biden y a otros líderes de la OTAN a aplazar la incorporación de Ucrania durante un periodo prolongado de tiempo, “a cambio de un acuerdo de paz integral y verificable con garantías de seguridad”.

El plan también consideraba algún alivio de las sanciones a Rusia, siempre que firme un acuerdo de paz con Ucrania. Aunque también preveía el cobro de gravámenes sobre las ventas de gas y petróleo rusos para utilizarlos en la reconstrucción de Ucrania.

El equipo de Trump analiza distintos planes para Ucrania y Rusia

El plan presentado en abril es una de las posibles estrategias que están analizando Keith Kellogg y Mike Waltz. Este último señalaba a finales de noviembre que “Tenemos que ponerle fin a esto de manera responsable. Tenemos que restablecer la disuasión, restablecer la paz y adelantarnos a esta escalada de violencia, en lugar de responder a ella”.

En una entrevista emitida en septiembre, Mike Waltz delineaba las líneas básicas de su plan: “Y lo que probablemente se verá es la actual línea de demarcación entre Rusia y Ucrania, que se convertirá en una especie de zona desmilitarizada”. “Ucrania conserva su soberanía independiente, Rusia obtiene la garantía de neutralidad de Ucrania: no se une a la OTAN, no se une a algunas de estas instituciones aliadas. Así es como se verá en última instancia el acuerdo”.

El ex enviado de Trump Richard Grenell apoya zonas autónomas en Ucrania.

Otra alternativa que el equipo de Trump está valorando es la propuesta de Richard Grenell, exembajador de Estados en Alemania. En julio de este año, Grenell abogaba por la creación de “zonas autónomas” dentro de Ucrania. La propuesta supondría revivir los acuerdos de Minsk, que plantearon como solución a la guerra civil el reconocimiento de autonomía a las regiones del Donbass que se negaron a aceptar el gobierno surgido del golpe de Estado en 2014: Donetsk y Lugansk. Ya sabemos en qué quedaron dichos acuerdos. Sus promotores occidentales terminaron reconociendo los propósitos inconfesables que albergaban, así que a estas alturas la propuesta de Grenell carece de recorrido.

Dentro de la futura administración Trump se escuchan posiciones mucho más duras. Es la de Sebastian Gorka, que será uno de los asistentes de Mike Waltz. Gorka declaró en una reciente entrevista que “Voy a dar un consejo que ha mencionado el presidente: le dirá a ese ex coronel asesino de la KGB, ese matón que dirige la Federación Rusa: “Si no negociamos ahora, la ayuda que hemos brindado a Ucrania hasta ahora parecerá insignificante. Así es como obligará a esos caballeros a llegar a un acuerdo que detenga el derramamiento de sangre”.

Conviene recalcar que el propio Donald Trump todavía no se ha pronunciado sobre las alternativas que está aireando la prensa occidental. En mi opinión, todas ellas o bien se han quedado obsoletas, porque ya no cabe hablar de estancamiento en el frente, o no tienen en cuenta lo fundamental: la posición de Rusia, claramente reflejada en los documentos que envió a Estados Unidos y a la OTAN en diciembre de 2021. 

Occidente sigue negociando consigo mismo, ignorando a Rusia

Es lógico que la administración entrante esté valorando distintas estrategias para tratar de enmendar el error estratégico de la saliente. El nuevo equipo también debería abandonar el enfoque que occidente ha mantenido durante los últimos años, que no ha sido otro que negociar entre sus miembros, ignorando la posición del antagonista. Teniendo en cuenta que Rusia está rompiendo las líneas del frente, no parece probable que Moscú se avenga a congelar el conflicto en las líneas actuales, que dejaron de estar estancadas hace tiempo, según el Institute for the Study of War.

Rusia avanzó 478 kilómetros cuadrados en Ucrania en octubre, récord desde 2022: Análisis de AFP de los datos del ISW.

Los miembros más destacados del gobierno ruso han dejado bien a las claras que no están dispuestos a que se repita el esquema fallido de los acuerdos de Minsk. Hace ya dos años, Vladimir Putin declaró: «Todos aguantamos, aguantamos, aguantamos y esperábamos algún tipo de acuerdo de paz, pero ahora resulta que simplemente nos engañaron».

Rusia fue engañada con los Acuerdos de Minsk: Putin.

La presidenta del Consejo de la Federación Rusa, Valentina Matviyenko, que también forma parte del Consejo de Seguridad Nacional, dijo el 2 de diciembre que Rusia no iba a “discutir nada parecido a una «congelación» a corto plazo del conflicto y cosas por el estilo. Esta no es, desde luego, la solución para resolver los problemas de seguridad a largo plazo en la región».

Unos días después, Serguéi Lavrov lo dejaba claro en una entrevista con Tucker Carlson. Rusia no va a caer de nuevo en la trampa que supondría un armisticio: la congelación del conflicto en las líneas actuales dejaría a la OTAN manteniendo el control del 80% de Ucrania, lo que aprovecharía para rearmarla. En su quimera, sólo tendría que esperar a la jubilación de Putin para volver a la guerra por el control de los inmensos recursos energéticos de Rusia, que es el verdadero origen del conflicto.

Occidente se equivoca de lleno si piensa que los dirigentes que sucedan a Putin van a ser más maleables o proclives al entendimiento. Estados Unidos y sus adláteres han puesto de manifiesto sus objetivos reales: cambio de régimen en Moscú e instalación de un gobierno títere para proceder a “descolonizar Rusia, troceándola en repúblicas más pequeñas y manejables, para mejor proceder al expolio de sus riquezas naturales.

Estados Unidos quiere trocear Rusia y Zelenski ya no sabe qué decir

El propósito declarado de Washington y sus aliados es destruir Rusia, ni más, ni menos. Así lo proclama una agencia gubernamental de Estados Unidos, la Comisión para la Seguridad y la Cooperación en Europa (cuyo nombre se presta a confusión con la OSCE): lo considera un objetivo “moral y estratégico”. Será complicado encontrar en las élites rusas actuales a alguien dispuesto a colaborar en la desintegración de su país.

Llamadas a la “descolonización” de Rusia en The Atlantic y el sitio web de la CSCE, una comisión gubernamental de Estados Unidos.

La organización Free Nations of Russian Federation llama a la “Descolonización de la llamada Federación Rusa”, y describe sus propósitos como “una lucha anticolonial y de liberación nacional contra el imperialismo del Kremlin en Moscovia”. Su objetivo es “la creación de nuevas entidades geopolíticas, así como la posterior reconstrucción de los futuros estados independientes del espacio post ruso”. Este grupo es muy activo y ha celebrado numerosos foros, con apoyo institucional, en Washington y Bruselas, entre otras capitales.

Mapa propuesto para trocear Rusia por Free Nations of Russian Federation en su sitio web.

Lo único que ha logrado el descaro con el que Estados Unidos y su séquito están aireando sus propósitos ha sido cementar el apoyo de la ciudadanía rusa a su presidente, Vladímir Putin. Si occidente soñaba con una revuelta popular para forzar un cambio de régimen, ha conseguido el efecto contrario. La última encuesta del centro demoscópico Levada refleja un 87% de apoyo de la población rusa a su presidente. Avanzando en el frente de batalla, con un fuerte respaldo popular, el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, reiteraba el 4 de diciembre que “Todavía no hay bases para una negociación con Ucrania”.

Tasa de aprobación de la gestión de Vladimir Putin según el centro Levada. En negro, los porcentajes de aprobación.

A todo esto ¿qué dice Zelenski? Pues una cosa y la contraria. El 17 de octubre amenazaba con procurarse armas nucleares si no se le garantizaba la entrada en la OTAN. Así manifestaba habérselo dicho a Donald Trump en la reunión que mantuvieron en septiembre. Ante el revuelo formado, Zelenski rebobinaba en una conferencia de prensa con Mark Rutte, el nuevo secretario general de la OTAN: «Nunca hablamos de… que nos estamos preparando para crear armas nucleares o algo así”.

Ucrania buscará armas nucleares si no puede unirse a la OTAN. The Telegraph, 17 de octubre de 2024.

Ateniéndonos a fuentes ucranianas, el 29 de noviembre el presidente ucraniano sostenía que «Si queremos detener la fase caliente de la guerra, debemos acoger bajo el paraguas de la OTAN el territorio de Ucrania que controlamos. Debemos hacerlo rápidamente”.

Sin embargo, sólo dos días después, Zelenski decía todo lo contrario: «No puede haber una invitación a una parte del territorio de Ucrania para unirse a la OTAN. Esto es un reconocimiento automático de que todos los demás territorios no sólo están en peligro, sino también que otros territorios no son ucranianos. Por lo tanto, Ucrania nunca lo aceptará. Si hay una invitación, sólo puede ser a todos los territorios”.

Zelenski matizaba que, en el caso de que Ucrania accediera a la OTAN mientras continuaba la guerra con Rusia, el artículo 5 de los estatutos (el de defensa mutua de sus miembros) podría no aplicarse a todo el territorio de Ucrania, porque reconocía que los miembros de la OTAN eran aversos a “los riesgos de involucrarlos en la guerra”.

Para recuperar los territorios ocupados por Rusia, Zelenski apelaba el 9 de diciembre a una solución diplomática. Lo cual es coherente con la incapacidad de su ejército para forzar otro escenario, y con las presiones que está recibiendo por parte de sus patrocinadores.

Las contradicciones de Zelenski revelan el grado de desconcierto que recorre los despachos de las élites occidentales, que buscan una salida al callejón en el que se han metido. Como es incapaz de admitir su derrota, la OTAN sigue hablando de la necesidad de evitar, a toda costa, que Rusia prevalezca en Ucrania. Occidente continúa sin tener en cuenta la posición de su adversario, y comienzan a surgir dificultades a la hora de adoptar nuevas medidas, como demuestra el fracaso de la Unión Europea para aprobar un nuevo paquete de sanciones a Rusia.

En lugar de Rusia, es Ucrania la que puede acabar troceada

Kaja Kallas sobre tropas extranjeras en Ucrania: “Nada puede ser descartado”.

El reemplazo de Josep Borrell al frente de la representación de la Unión Europea en política exterior y seguridad, la estonia Kaja Kallas, inauguró su andadura en el cargo con una visita a Zelenski en Kiev. Allí Kallas afirmó que “no se puede descartar nada”, refiriéndose a la posibilidad del envío de tropas europeas a Ucrania, recalcando que en relación con este tema convenía mantener “una cierta ambigüedad estratégica”.  

Kaja Kallas también mencionó la posibilidad de que tropas europeas verificaran en Ucrania un hipotético alto el fuego, caso de que éste fuera acordado. Dos días antes, Boris Johnson se apresuraba a reclamar un sitio para los militares británicos en esta función. El ex primer ministro argumentaba que el despliegue de fuerzas de países miembros de la OTAN provocaría la activación del artículo 5, de defensa mutua, en el caso de que Rusia decidiera atacar dicho cuerpo de interposición. Incluso aunque Ucrania siguiera sin ser miembro de la alianza. Lo cual, supuestamente, disuadiría a Rusia de violar el hipotético alto el fuego.

La verdadera intención que los europeos albergan tras la propuesta de enviar sus soldados a Ucrania es la de forzar la intervención de Estados Unidos, en el caso de que sean atacadas. Se trata, por todos los medios, de involucrar directamente a Washington en Ucrania, ante la posibilidad de que Trump, que aún no se ha pronunciado sobre los planes de su equipo que difunde la prensa, decida dejar el asunto en manos europeas.

Zelenski ha acogido favorablemente la posibilidad de desplegar tropas europeas para garantizar el cumplimiento de ese alto el fuego del que todo el mundo, excepto Rusia, está hablando. Un despliegue que abriría la puerta a la ocupación de los territorios de Ucrania que Rusia no controla por parte de países europeos.

La historia de Ucrania ha sido azarosa. Ciñéndonos a su pasado más reciente, ante el posible desmoronamiento del Estado ucraniano tal y como lo conocemos, existen motivos para que los países limítrofes planteen reclamaciones territoriales. Cuando se esgrimen antecedentes históricos para justificar este tipo de reivindicaciones, pueden resurgir odios ancestrales, mal enterrados, que pueden desembocar en conflictos armados. Es lo que vimos en las guerras que asolaron la extinta Yugoslavia en los años 90 del pasado siglo.

Evolución territorial de Ucrania entre 1922 y 1954. Fuente: OSU.EDU.

Entre 1922 y 1954 Ucrania fue creciendo gracias a los territorios “cedidos” por Polonia, Rumanía, la Rutenia checoslovaca y la propia Rusia (Crimea, regalada a Ucrania en 1954 por Nikita Jrushchov, que era ucraniano). Polonia fue quien salió más perjudicada por esta reorganización soviética de las fronteras de un país, Ucrania, cuya etimología significa “al borde”.

Pérdidas y ganancias territoriales de Polonia entre 1933 (línea amarilla) y 1945 (línea negra).

Como consecuencia de estos movimientos de las lindes, debemos recordar la existencia de minorías étnicas en Ucrania. Bajo el mandato de Zelenski – fuertemente influido por los ultranacionalistas – polacos, húngaros y rumanos han visto sus derechos a la hora de seguir usando sus idiomas severamente recortados.

A la vista de este mapa, en el caso de que se produjera un colapso del actual Estado ucraniano – una posibilidad cada día más real – Polonia se sitúa en primera línea a la hora de aprovechar su hipotética participación en las tropas europeas de interposición para recuperar los territorios que perdió durante la época soviética.

A Estados Unidos le da igual destrozar países y que mueran millones de personas con tal de aferrarse a una hegemonía en decadencia. Los conflictos armados provocados por los sucesivos inquilinos de la Casa Blanca desde 2001 en nombre de la “guerra contra el terrorismo” en Afganistán, Irak, Pakistán, Yemen, Libia, Somalia y Siria se han cobrado, al menos, cuatro millones y medio de vidas.

Washington se ha gastado 8 billones de dólares, dos veces el PIB de Alemania, en matar, directa o indirectamente, a todas estas personas. La siniestra cuenta sigue subiendo, ahora en Siria, donde el apoyo estadounidense a los islamistas anticipa un escenario de caos para toda la región. Un tema que analizaré en el próximo artículo.

La victoria de Trump deja descolocada a Europa en Ucrania

25 de noviembre de 2024

La derrota de Kamala Harris pilla de sorpresa a la Unión Europea

Las encuestas que apuntaban a un resultado muy igualado entre Kamala Harris y Donald Trump estaban sesgadas para movilizar el voto hacia el Partido Demócrata, azuzando el miedo a Donald Trump, a quien Joe Biden comparó con Hitler en repetidas ocasiones. Aun así, el candidato del Partido Republicano ganó las elecciones, tanto en número de delegados para el Colegio Electoral, que es quien elige al presidente, como en voto popular.

Resultados de las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Ilustración: AP.

El objeto de este artículo no consiste en analizar las razones del triunfo de Donald Trump, sino las implicaciones que tiene para el viejo continente. Las élites europeas confiaban en la victoria de la candidata demócrata, esperanzadas por una continuidad en la política exterior de la Casa Blanca. Aunque hubiera señales de que Estados Unidos, incluso bajo mando demócrata, había comenzado a arrastrar los pies en Ucrania – como indicaba la cancelación de la cumbre de la OTAN en Ramstein – Bruselas no se terminaba de creer que Washington le fuera a traspasar la patata caliente. Confiaban en que, si ganaba Harris, la metrópoli no les dejaría colgados de la brocha, aunque Europa tuviera que asumir una mayor carga financiera.

Sin embargo, la derrota de la esperpéntica Kamala ha sacudido a las élites europeas, que daban casi por hecha su victoria. Toca rebobinar. Es lo que están haciendo a marchas forzadas los dirigentes europeos, en ocasiones de manera patética. Después de haber denostado al candidato republicano, mimetizando el guion del Partido Demócrata, los líderes europeos se apresuraron a felicitar a Donald Trump, esa amenaza para la democracia.

Trump puede haber dañado permanentemente la democracia, dice la jefa de la Unión Europea Von der Leyen. Titular de The Independent.

Publicación de Úrsula von der Leyen en X

La misma Úrsula que acusaba a Donald Trump de haber dañado permanentemente la democracia, le felicitaba “calurosamente” por su victoria en un comunicado oficial. Enfatizaba la presidenta de la Comisión el vínculo entre Estados Unidos y la Unión Europea “en nuestra historia compartida, compromiso con la libertad y la democracia”. De repente, Trump adquiría el estatus de demócrata…

En Ucrania también intentan sacar la patita. El Centro Ucraniano para la Lucha contra la Desinformación ha eliminado publicaciones en las que acusaba a Tulsi Gabbard de trabajar para Moscú, manipulando y difundiendo desinformación. El medio ucraniano Strana publicó capturas del canal de Telegram del Centro, que lo demostraban. La noticia ha sido posteriormente borrada de dicho medio, aunque sigue siendo recogida por otros. La excongresista, que abandonó el Partido Demócrata, ha sido propuesta por Trump para el cargo de directora de las agencias de inteligencia.

Tras haber denostado a Orbán, los líderes europeos acuden ahora a Budapest

Washington y Bruselas han denigrado a Víktor Orbán por negarse a acatar sus dictados para defender, en su lugar, los intereses de su país. Su gobierno se negó desde el principio a dejar de comprar gas a Rusia. Dos tercios del gas que importa Hungría proceden de Rusia. El ministro de Asuntos Exteriores húngaro, Peter Szijjarto, exponía en junio las razones de manera diáfana: “Es imposible garantizar el suministro energético de Hungría sin los recursos energéticos rusos y eso no tiene nada que ver con la política o la ideología, sino que tiene sus raíces en simples hechos de la física”. El embajador de Estados Unidos en Hungría se apresuraba a tildar de “dependencia peligrosa” la actitud del gobierno húngaro.

Por anteponer los intereses de su país a la agenda de sanciones contra Rusia dictada por la Casa Blanca, Orbán ha sido vilipendiado con saña. Hasta que ganó Trump, y la Comunidad Política Europea se reunió en Budapest, los días 7 y 8 de noviembre, justo después de las elecciones. Todo eran sonrisas, como demuestran las fotografías de los líderes europeos con Orbán.

Víktor Orbán con Úrsula von der Leyen, Mark Rutte, Roberta Metsola, Keir Starmer y Emmanuel Macron. Fotografías: Red social de Víktor Orbán, Marton Monus (Reuters), y Szilard Koszticsak/EPA-EFE/Shutterstock.

Tras asumir la presidencia rotatoria de la Unión Europea, Víktor Orbán se embarcó en una “misión de paz”, que le llevó a viajar a Moscú, Kiev y Pekín, lo que enfureció a los líderes europeos. Además de salirse del guion fijado por Washington, Orbán demostró con ese viaje que tenía la capacidad de interlocución de la que carecen sus homólogos europeos. Ahora parece que las élites europeas han decidido aprovecharse de esa capacidad: necesitan a alguien a quien Trump le ofrezca la oreja. Al menos eso demuestran las imágenes de la cumbre, que se celebró en Budapest, y a la que asistieron 47 jefes de Estado o de gobierno.

Sin embargo, a pesar de que los asistentes se esforzaron en mostrar unidad, los resultados de la cumbre fueron inexistentes, a juzgar por el resumen de la reunión publicado por el Consejo de Europa, que se limita a reseñar los asuntos tratados, sin mencionar ninguna conclusión.

Tendremos que atenernos a las declaraciones de los asistentes para imaginarnos por dónde fueron los tiros, aunque es obvio que la larga sombra de Trump planeaba sobre la reunión. Úrsula von der Leyen proclamó que “El futuro de Europa está en nuestras manos”. ¿Habría que deducir que antes de la victoria de Trump estaba en manos distintas a las europeas?

Emmanuel Macron fue en la misma línea: “¿Queremos leer la historia escrita por otros –las guerras lanzadas por Vladimir Putin, las elecciones estadounidenses, las decisiones tecnológicas o comerciales de China– o queremos escribir nuestra propia historia? Creo que tenemos la fuerza para escribirla”. Macron también urgió a Europa a afirmar su independencia estratégica respecto de Estados Unidos y a defender sus intereses frente a los de sus rivales geopolíticos. «No debemos delegar para siempre nuestra seguridad en Estados Unidos», afirmó.

Las declaraciones de Macron no van acompañadas por hechos, sino todo lo contrario. En abril de 2023 el presidente francés hablaba de la necesidad de una “autonomía estratégica” para Europa. Seis años antes, ya peroraba sobre el mismo concepto en la universidad de La Sorbona. Sin embargo, The Telegraph publicaba el 10 de noviembre que Macron estaba conspirando con Keir Starmer para frustrar los planes de Donald Trump para Ucrania, planeando incrementar los envíos de armas a Zelenski antes de que la nueva administración tomara posesión.

Starmer planea frustrar el plan de Trump sobre Ucrania. El primer ministro y Emmanuel Macron mantendrán conversaciones sobre el refuerzo de armamento antes de la llegada de la nueva administración.

Macron y Starmer están apostando por darle continuidad a la guerra en Ucrania, continuando con la agenda del Partido Demócrata, que ha sido derrotada en las urnas, demostrando así un gran respeto por la democracia. Macron sigue renunciando a la “autonomía estratégica” que reclama para Europa, obstinándose en mantener viva una estrategia que va en contra de los intereses europeos, como analicé en un reciente artículo.

Titular de Bloomberg

El anfitrión de la cumbre de Budapest también señaló que Europa debería escoger entre la sumisión o la soberanía. En relación con la guerra en Ucrania, Víktor Orbán afirmó que “El alto el fuego es el primer paso. Paremos la matanza, esta es mi propuesta”. El húngaro también dijo que “La situación en el frente es evidente: ha habido una derrota militar. Los estadounidenses se van a retirar de esta guerra”.

Esta posibilidad, anunciada por Trump – veremos si cumple su promesa electoral de acabar con la guerra– es la que ha desatado el pánico en las élites europeas. Si Estados Unidos se retira, la Unión Europea carece de capacidad financiera, militar y política para sostener una guerra por intermediación contra Rusia. Para rematar, Orbán aventuró que el crédito de 50.000 millones para Ucrania acordado entre Estados Unidos y Europa ahora es una “cuestión abierta”.

Las crisis políticas en Alemania y Francia se deben a las discrepancias sobre Ucrania

La caída del gobierno semáforo en Alemania ha sido motivada por las desavenencias en torno a Ucrania entre el SPD, el partido de Olaf Scholz, y el FDP, el liberal – demócrata. Scholz quería enviar 3.000 millones de euros más a Kiev, a lo que se negó el ministro de finanzas, del FDP. Christian Lindner proponía, en su lugar, autorizar la entrega de misiles Taurus. De fondo, las discrepancias sobre el gasto público, que el socialdemócrata Scholz quería aumentar, frente a la austeridad propuesta por el liberal Lindner.

Christian Lindner: Yo quería enviar Taurus a Ucrania, no dinero. El ministro de Finanzas ofrece una variante interesante sobre la ruptura de la coalición. Por tanto, hubo una disputa sobre la política en Ucrania. Titular de Berliner Zeitung.

El tercer partido integrante del gobierno tricolor, Los Verdes, ya demostraron hace tiempo su respeto por la democracia, cuando la ministra de Asuntos Exteriores declaró que le daba igual lo que opinaran los votantes, porque ella iba a seguir promoviendo el apoyo a Ucrania. Ahora Annalena Baerbock ha reconocido en una entrevista que Ucrania va antes que Alemania a la hora de asignar recursos: el gobierno federal ha desviado al gobierno de Kiev 37.000 millones de euros del presupuesto que iba destinado a guarderías, escuelas e inversiones en el país. 

La crisis política alemana deja a Europa sin timón antes del regreso de Trump.

Después de haber consentido la voladura de los gasoductos Nord Stream, de someterse a la agenda de Estados Unidos hasta hundir la propia industria, y de priorizar la financiación de la guerra de Washington contra Moscú, en perjuicio de sus propios ciudadanos, no es de extrañar que el gobierno de Alemania haya saltado por los aires y que la derecha nacionalista de Alternativa para Alemania esté subiendo como la espuma, al igual que la Alianza Sarah Wagenknecht, que también propugna priorizar los intereses del país, por encima de los foráneos.

En Francia, con la excusa de forjar un “cordón sanitario” frente al partido de Marine Le Pen, Macron consiguió aislar al partido que se opone a guerra en Ucrania y mantenerse en la presidencia. La victoria relativa de la izquierda en las elecciones quedó finalmente en agua de borrajas. Macron giró a la derecha, colocando como primer ministro a Michel Barnier, que fue dos veces comisario europeo, y negociador del Brexit por parte de la UE. Reagrupamiento Nacional, el partido de Marine Le Pen, está tolerando a Macron precisamente por este giro a la derecha. Sin embargo, la cacería contra Le Pen continúa, ahora en formato lawfare, buscando inhabilitarla políticamente, para impedir que se presente a las próximas elecciones presidenciales.

El panorama en Europa es desolador. Bloomberg lo resumía recientemente en una frase: “Hogar de un mercado de valores inactivo, una moneda frágil, un sistema político en crisis y una economía estancada”.

Por citar sólo algunos datos relativos a Alemania, la producción industrial, excluyendo la construcción, ha descendido un 17% desde los niveles de 2017. La fabricación de automóviles ha bajado un 28%. En 2016, Alemania producía 5,7 millones de vehículos. En 2023, ya sólo eran 4,1 millones. Algunos hablan del suicidio de Europa. Asesinato es un término que describe mejor lo que están cometiendo las élites europeas con el continente que tienen a su cargo.

La respuesta de Europa consiste en profundizar en sus errores

En lugar de aprovechar el cambio en la presidencia de Estados Unidos para reformular su política exterior, sacudirse el yugo y comenzar a perfilar esa “autonomía estratégica” que Macron dice anhelar, las élites europeas insisten en profundizar en sus errores.

El informe Draghi, que analicé en un artículo anterior, afirma que la solución a la crisis que afronta Europa consiste en endeudarse. Y hacerlo, además, de manera mancomunada. Lo que subyace tras la propuesta de Draghi, con el patrocinio de Úrsula von der Leyen, es una disolución de la soberanía de los Estados miembros en aras de una mayor integración en una institución supranacional, lo que conllevaría una centralización aún mayor en Bruselas de las decisiones políticas, lejos del escrutinio de la ciudadanía.

La centralización favorece la impunidad de los burócratas europeos, como hemos visto con el escándalo de la compra de las vacunas a la farmacéutica estadounidense Pfizer. Los SMS que la presidenta de la Comisión intercambió con el consejero delegado de Pfizer desaparecieron, y la Comisión disculpó la falta de acceso con el argumento de que eran documentos “de vida corta y efímeros”, además de “no contener información importante”.

La centralización en Bruselas no ha traído una mejora de la calidad de vida de los europeos: Europa está en un proceso de pauperización. Desde el punto de vista político, las democracias liberales también están degenerando: las elecciones nacionales se han convertido en episodios meramente cosméticos, porque las decisiones no se toman en los parlamentos nacionales, sino en la capital de Bélgica, que también es la sede de la OTAN. Más de la mitad de la legislación española de los últimos cinco años consiste en la trasposición de directivas o reglamentos elaborados en Bruselas. 

El Parlamento Europeo es la parodia de una democracia liberal: por no tener, ni siquiera tiene la capacidad de proponer leyes, una facultad reservada a la Comisión Europea. Sólo puede aprobar o rechazar leyes propuestas por la Comisión, cuyos miembros se pastelean en los despachos, como acabamos de ver con el reparto de los próximos consejeros comunitarios. En algunos casos, el Parlamento Europeo ni siquiera puede proponer enmiendas: las propuestas legislativas de la Comisión son lentejas.

El informe Draghi ofrece la coartada para impulsar una mayor integración europea. O como afirma la Comisión, “una Europa más fuerte”, después de haberla destrozado con su seguidismo de las directrices impuestas por Washington. Los siguientes pasos se encaminan hacia una concentración aún mayor del sector bancario, los impuestos comunes, gestionados y administrados en Bruselas, y la disolución de las soberanías nacionales, en aras de la “gobernabilidad” europea.

Al mecanismo de toma de determinadas decisiones de la Unión Europea, basado en la unanimidad, le quedan dos telediarios. Alemania está presionando para que las decisiones que ahora deben contar con el respaldo de todos los miembros – política exterior, seguridad, defensa – se tomen por “mayoría cualificada”. Esta posición sin duda cuenta con el respaldo de las élites, y el argumento es el de “evitar la parálisis”. La actitud de Hungría en relación con la guerra de Ucrania ha colocado el tema bien arriba en la agenda de Bruselas.

Le Monde: Olaf Scholz renueva su lucha por la mayoría cualificada en los asuntos exteriores de la UE.

La Unión Europea apuesta por la guerra y la militarización de la economía

Este proceso de vaciado de las soberanías nacionales en favor de un ente inasible se está apoyando en la militarización de la economía y, ulteriormente, de la sociedad entera. Los gabinetes de estudio, financiados por las empresas de armamento, insisten en que si Putin no es frenado en Ucrania, se dispone a invadir el resto de Europa. Los antecedentes históricos muestran lo contrario: fueron Napoleón y Hitler quienes invadieron Rusia, con los resultados conocidos. Al colocar a Europa en rumbo de colisión con Rusia, las élites europeas están ignorando la Historia peligrosamente. 

En lugar de asumir las lecciones del pasado, los gobiernos europeos están imbuyendo una psicosis de guerra en la población, instándolas a prepararse para un ataque, poco menos que inminente, por parte de Rusia. El Reino Unido habla de formar a la “generación preguerra”, que “puede suceder en cualquier momento”.  Suecia y Noruega reparten millones de panfletos a la población con instrucciones para sobrevivir en caso de guerra. Alemania ha preparado un documento secreto de estrategia, de mil páginas, para el caso de guerra con Rusia, que incluye instrucciones a las empresas sobre “cómo armarse” y contribuir al esfuerzo bélico. España acaba de anunciar que prepara la primera guía de protección civil específica para afrontar «riesgo bélico».

Titular de 20 minutos.

Bruselas liberará miles de millones de euros del presupuesto europeo para defensa y seguridad. El dinero será desviado de los fondos de cohesión, destinándolos a fines bélicos, en lugar de a sus objetivos originales: aumentar la cohesión económica, social y territorial de la Unión Europea, donde las diferencias económicas entre los Estados miembros siguen siendo abismales.

Titular de Expansión.

Según la normativa europea, este dinero no puede destinarse a adquirir equipos de defensa, ni a sufragar gastos militares. Pero en este “mundo basado en reglas” siempre hay resquicios para saltárselas a conveniencia. Así que la Unión Europea los utilizará para impulsar la industria armamentística, fabricando armas y municiones, así como productos de ‘doble uso’, como drones. La industria de defensa se frota las manos: dan por descontado un crecimiento de doble dígito en el sector.

En este contexto, un exoficial militar sueco ha advertido que, tras la victoria de Trump, Europa sólo tiene dos opciones: “O el acercamiento y la reanudación de la buena vencidad hacia Rusia o la continuación de la beligerancia, con su seguimiento de una carrera armamentística y el riesgo de una escalada”. “Desafortunadamente, la mayoría de los líderes europeos están apoyando la segunda alternativa”, concluye Mikael Valtersson, que fue jefe de personal de los Demócratas de Suecia. Cuando algunos militares con sentido común hacen propuestas pacifistas, son ridiculizadas inmediatamente por los medios, al tacharlas de “rendición absoluta”, como ha sido el caso. Este es el ambiente que está fabricando la propaganda belicista occidental.

Donald Trump ya no es tan malo como lo pintaban. El nuevo secretario general de la OTAN, el holandés Mark Rutte, asegura ahora que “Él fue quien en la OTAN nos estimuló a superar el 2%. Y ahora, también gracias a él, la OTAN, si se excluyen las cifras de Estados Unidos, está por encima del 2%”. La cifra se refiere al porcentaje del presupuesto que los países miembros deben dedicar al presupuesto militar. Quien antes era descrito como un desalmado que iba a dejar a los europeos indefensos en las garras de Putin, si no incrementaban su contribución a la organización armada, ahora ve su chantaje presentado de manera positiva.

Las élites de la Unión Europea se afanan en que la guerra continúe para poder seguir echándole la culpa a Rusia de todo lo malo que nos está cayendo encima, tratando así de ocultar su incompetencia, su ineptitud y su falta de visión geopolítica. En definitiva, su nulidad como dirigentes políticos.

Úrsula von der Leyen miente sobre el precio del gas estadounidense

Qué podemos esperar de las élites europeas, cuando Úrsula von der Leyen afirma, sin sonrojarse, que es una vergüenza que la Unión Europea siga comprando gas natural licuado a Rusia, cuando el de Estados Unidos es más barato. Si esto fuera realmente así ¿por qué el aumento del suministro de gas natural licuado estadounidense ha provocado un incremento brutal del coste de la electricidad industrial en Europa, mientras que en Estados Unidos ha descendido un 16%?

Precios de la electricidad industrial incluyendo impuestos en 2019 frente a 2023. Fuente: Marko Jukic en X.

El Consejo de Europa reconoce que El precio del gas aumentó significativamente porque los volúmenes drásticamente reducidos de las importaciones de gas ruso tuvieron que ser reemplazados por fuentes de gas más caras (principalmente GNL)”. ¿Y de dónde vino ese gas natural licuado más caro? La mayor parte comenzó a venir de Estados Unidos, que hasta 2016 no nos vendía ni una bombona.

Importaciones anuales de GNL por países exportadores en la Europa – 27 (UE + Reino Unido). Fuente: Agencia Internacional de la Energía.

El Consejo de Europa también nos aclara que “El precio de la electricidad suele estar determinado por el precio del gas. La razón de ello es el llamado principio de orden de mérito”. Este es el eufemismo con que han bautizado en Europa al sistema para que paguemos la electricidad al precio más caro de todas las energías utilizadas para producirla.

Si el gas estadounidense es más barato que el ruso, ¿por qué la consultora Brueghel, con sede en Bruselas, estima que los Estados miembros de la Unión Europea se han gastado 657.000 millones de euros en proteger a los consumidores del incremento de los precios de la energía?

Toda la narrativa para justificar la escalada de la guerra provocada por Estados Unidos en Ucrania se basa en mentiras. El cambio cualitativo de este mundo distópico al que nos arrastran es que la mentira ya no tiene consecuencias políticas para los embusteros. Vivimos rodeados de patrañas, amplificadas hasta la extenuación por los medios de comunicación de masas.

Para encontrar los datos en este entorno vilificado por los embustes hace falta tiempo. Y ganas de desentrañar la verdad. La mayoría de la población está muy ocupada en otras tareas, de lo cual se aprovechan las élites para imponernos su agenda, mientras el personal se traga lo que le echan por los telediarios. Así nos va.

La cumbre de los BRICS en Rusia certifica el aislamiento de occidente

8 de noviembre de 2024

Los BRICS siguen creciendo, incorporando 13 nuevos socios

La cumbre de los BRICS ha supuesto otro clavo más en el ataúd de la hegemonía de Estados Unidos. La reunión ha ofrecido una fotografía clara del fracaso occidental por aislar a Rusia: más de treinta países participaron en el encuentro, celebrado del 22 al 24 de octubre en Kazán, la capital de Tartaristán, a unos 900 kilómetros al este de Moscú.

24 jefes de estados y 6 máximos responsables de organizaciones internacionales – incluyendo al secretario general de la ONU – intervinieron en la cumbre de los BRICS. Tremenda bofetada para quienes pretendían aislar a Vladímir Putin, que mantuvo 17 reuniones bilaterales en tres días.

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Israel, Ucrania y Reino Unido quieren implicar a Estados Unidos en sus guerras

10 de octubre de 2024

Los peones de Washington no asumen su papel

Los peones del imperio andan alborotados, porque les está costando asumir su papel. No se dan cuenta de que Washington carece de interés en involucrarse directamente en las guerras que promueve y patrocina. Ante la empantanada situación en sus respectivos frentes, consideran que sólo la participación directa del ejército de Estados Unidos puede ofrecerles la posibilidad de resolver los conflictos instigados por su patrón, de forma favorable no sólo a los intereses de la metrópoli, sino a los suyos propios.

Benjamín Netanyahu, Volodímir Zelenski y Keir Starmer están haciendo todo lo posible para escalar las guerras, cruzando una línea roja tras otra de sus respectivos oponentes, con el objetivo de provocar la entrada del ejército estadounidense en los frentes que continúan abriendo. Por este motivo, los gobiernos de Tel Aviv, Kiev y Londres comparten una misma estrategia.

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