Archivo de la etiqueta: Israel

Israel, Ucrania y Reino Unido quieren implicar a Estados Unidos en sus guerras

10 de octubre de 2024

Los peones de Washington no asumen su papel

Los peones del imperio andan alborotados, porque les está costando asumir su papel. No se dan cuenta de que Washington carece de interés en involucrarse directamente en las guerras que promueve y patrocina. Ante la empantanada situación en sus respectivos frentes, consideran que sólo la participación directa del ejército de Estados Unidos puede ofrecerles la posibilidad de resolver los conflictos instigados por su patrón, de forma favorable no sólo a los intereses de la metrópoli, sino a los suyos propios.

Benjamín Netanyahu, Volodímir Zelenski y Keir Starmer están haciendo todo lo posible para escalar las guerras, cruzando una línea roja tras otra de sus respectivos oponentes, con el objetivo de provocar la entrada del ejército estadounidense en los frentes que continúan abriendo. Por este motivo, los gobiernos de Tel Aviv, Kiev y Londres comparten una misma estrategia.

Si incluyo en la lista al primer ministro del Reino Unido es porque la apuesta política que ha hecho ese país en la guerra de Ucrania es de tal nivel que cabe calificarlo de actor principal, a tenor de los movimientos de sus más recientes dirigentes, Boris Johnson y Keir Starmer.

Netanyahu persigue el apoyo de Estados Unidos para fabricar el Gran Israel

No contento con el genocidio que está perpetrando en Palestina, Benjamín Netanyahu ha decidido extender sus ataques al Líbano. No contento con convertir Gaza en una escombrera, repleta de cadáveres, Netanyahu busca la implicación directa de Estados Unidos en su proyecto para crear el Gran Israel, que pasa necesariamente por conseguir un “cambio de régimen” en Irán. 

Mapa del Gran Israel, según Theodor Herzl, fundador del sionismo. Ilustración: Middle East Political and Economic Institute. 

El propio Netanyahu ha colgado en X (Twitter) un vídeo donde apunta explícitamente a tal posibilidad. Titulado “El pueblo de Irán debería saberlo: Israel está con ustedes”, el genocida de Gaza afirma que el cambio de régimen en Irán está más próximo de lo que algunos creen.

Vídeo titulado «El pueblo de Irán debería saberlo: Israel está con ustedes», publicado por Netanyahu en X.

El asesinato de Ismail Haniyeh, el líder político de Hamás, constituyó una humillación para el gobierno iraní, ya que fue perpetrado en Teherán cuando Haniyeh asistía a la toma de posesión del nuevo presidente iraní. Si sumamos el reciente homicidio de Hassan Nasrala, el jefe de Hezbolá, en Beirut, ambos crímenes suponen un intento evidente de provocar una respuesta armada por parte de Irán.

El actual presidente iraní, Masoud Pezeshkian, ha denunciado que los líderes occidentales le mintieron cuando le aseguraron un alto el fuego a cambio de que Irán no respondiera al asesinato de Ismail Haniyeh.

Todo indica que Netanyahu persigue que Estados Unidos decida dar el paso e implicarse directamente sobre el terreno. Esa es su estrategia, a sabiendas de que en Washington hay muchos partidarios de embarcarse en una operación de ese calibre, para conseguir el ansiado “cambio de régimen” en Irán. Netanyahu está azuzando ese escenario, con la falsa promesa de que instalar un gobierno marioneta en Teherán, al servicio de los intereses sionistas y estadounidenses, traería la paz y la estabilidad a la zona.


En realidad, lo que persigue Netanyahu es un impulso al proyecto sionista del Gran Israel. El reciente bombardeo de un edificio residencial en Damasco, donde los israelíes asesinaron a siete civiles, va en la línea de extender el conflicto a Siria. Su negativa a informar a Estados Unidos sobre sus planes de represalia contra Irán es otra muestra de ello. Netanyahu pretende colocar a Washington ante hechos consumados, que fuercen su implicación más allá de la mera defensa.

Los militares que están destruyendo Gaza y aniquilando a su población no ocultan los planes sionistas para expandir su territorio, invadiendo los países limítrofes. Esta es una imagen del parche que un oficial israelí, combatiente en Gaza, lucía en su hombro, junto a la bandera de la entidad sionista. Israel necesita el apoyo activo de Estados Unidos para completar sus planes expansionistas. Toda su estrategia gira en torno a ensanchar su Lebensraum (espacio vital), concepto de inquietantes resonancias.

Mapa del Gran Israel y parche con la silueta en el uniforme de un oficial del ejército sionista.

Hasta el momento de la publicación de este artículo, Irán respondió el 1 de octubre a las múltiples afrentas de Israel con un ataque con misiles balísticos, algunos de ellos supuestamente hipersónicos. Netanayahu consiguió que Estados Unidos se implicara en la defensa frente al ataque. Según declaró el portavoz del Pentágono, Patrick Ryder, dos destructores estadounidenses derribaron 12 misiles iraníes. Una ayuda por la que Zelenski lleva tiempo implorando, sin conseguirlo.

Netanyahu también ha conseguido un incremento espectacular de la ayuda financiera de Estados Unidos a Israel. Según las cifras analizadas por la Brown University, Washington ha proporcionado al gobierno hebreo 17.900 millones de dólares desde el 7 de octubre de 2023. Pero «las botas sobre el terreno» siguen sin llegar…

Ayuda militar a Israel, 1959 – 2024. Créditos y donaciones.

Irán se enfrenta a un dilema

Irán se enfrenta a un dilema. Si consiente que Israel continúe con su invasión del Líbano para, supuestamente, erradicar a Hezbolá, los aliados de Teherán – Hamás, Hezbolá, el gobierno de Siria, los hutíes de Yemen y grupos armados en Siria e Irak – se verán defraudados por la debilidad que demuestra el líder del “eje de la resistencia”. Israel está poniendo a prueba el liderazgo de Teherán, atacando los territorios de prácticamente todos sus integrantes.

Si Irán muestra moderación, perderá autoridad sobre el eje, y su liderazgo se tambaleará, al quedarse en mera retórica. En cambio, si decide embarcarse en una guerra abierta contra Israel, estará entrando de lleno en el marco sionista, favoreciendo la estrategia de Netanyahu, y de los neocon que le apoyan en Washington. 

Irán no está solo en esta encrucijada. Forma parte de los BRICS. Sin embargo, este grupo de países no constituye una alianza militar, sino un ente, aún difuso, de Estados con intereses compartidos. Resulta difícil pronosticar hasta dónde va a llegar el apoyo de China y Rusia en la tesitura en la que se encuentra Irán. Una cosa es segura: no pueden permitirse dejar sola a la República Islámica.

Lo que está en juego actualmente, tanto en Oriente Próximo como en Ucrania, es la hegemonía mundial, ostentada hasta ahora por Estados Unidos. Los BRICS suponen el órdago a esa hegemonía. Por eso están construyendo un mundo multipolar, teniendo en cuenta las actuales realidades políticas y económicas. Veinticinco países se encuentran ahora en la lista de espera para unirse a los BRICS, según el embajador de Sudáfrica en Moscú, que da por hecho que unos cuantos se incorporarán al grupo en su próxima cumbre, a celebrarse en Kazán, Rusia.

Si consienten que Washington se salga con la suya en Oriente Próximo y Ucrania, los BRICS habrán perdido su apuesta casi al principio del juego. La confrontación puede desarrollarse no sólo en los frentes militares, que Netanyahu está abriendo desesperadamente, sino que puede adoptar formas híbridas, muy acordes con los tiempos actuales.

La entrevista de Vladimir Putin con el presidente de Irán, Masoud Pezeshkian, el 11 de octubre, y las anteriores reuniones de Mijaíl Mishustin, el primer ministro ruso, con los máximos dirigentes iraníes en Teherán, indican que la República Islámica cuenta con el respaldo de Rusia. Falta por ver cómo se va a concretar dicho apoyo.

Ucrania maniobra para implicar directamente a la OTAN en la guerra contra Rusia

Desde hace ya mucho tiempo, el gobierno presidido por Zelenski está efectuando toda clase de movimientos para conseguir la implicación directa de la OTAN – es decir, de Estados Unidos – en la guerra que le encomendaron. Olvida el antaño comediante que el encargo se limitaba a una guerra por intermediación, y que el patrón no considera salir de la cocina. Los sucesivos inquilinos de la Casa Blanca y sus fontaneros jamás se plantearon el “proyecto Ucrania” como otra cosa que la utilización del país como un ariete contra Rusia. Y ese diseño no ha cambiado, a pesar de su negativo desarrollo.

Tan sólo diez días después de la implicación directa de Rusia en la guerra civil que se desarrollaba en Ucrania desde 2014, Zelenski reaccionaba enfurecido ante la negativa de la OTAN a crear una “zona de exclusión aérea”, para que la alianza militar derribara cualquier objeto volador proveniente de Rusia. Su secretario general, Jens Stoltenberg, advertía que ello podría conducir a «una guerra en toda regla en Europa, que involucraría a muchos más países y causaría mucho más sufrimiento humano». El presidente de Rusia, Vladimir Putin, se apresuró a señalar que tal iniciativa sería vista como una participación en el conflicto por el país que la llevara a cabo. 

Guerra en Ucrania: Zelenski critica a la OTAN por rechazar una zona de exclusión aérea.

Diez días después, Zelenski volvía a probar fortuna en un discurso ante el Congreso de Estados Unidos, con un tono mucho más moderado, implorante. Como ya sabemos, la solicitud de Zelenski nunca fue atendida.

Posteriormente, el presidente de Ucrania ha efectuado toda clase de maniobras para intentar involucrar en el conflicto a sus vecinos, miembros de la OTAN. Todo ello, con la esperanza de que la participación de Polonia o Rumanía en la guerra contra Rusia disparara el famoso artículo 5 de la organización, que prevé la ayuda mutua en caso de que uno de sus miembros se vea atacado.

En noviembre de 2022, fuentes de inteligencia estadounidenses anónimas le echaron una manita al presidente ucraniano, cuando filtraron a la agencia AP que un misil disparado por Rusia había caído en una aldea polaca, matando a dos personas. Zelenski se apresuró a declarar que el ataque suponía “una escalada significativa”. El asunto provocó un revuelo inmediato en la OTAN. Biden convocó de urgencia a sus aliados, a la sazón en la cumbre del G20 en Bali, pero al día siguiente la propia agencia AP publicaba una corrección, retractándose de la atribución a Rusia de la autoría del ataque.

Casi un año después, expertos polacos afirmaban que los misiles caídos sobre Polonia habían sido disparados por Ucrania, sin ningún género de dudas: se trataba de S-300, proyectiles de defensa aérea, de fabricación rusa, pero de los que Ucrania dispone y utiliza con frecuencia.

«¿Cuál es el problema?» Zelenski desafía a occidente por sus dudas.

En la entrevista que Zelenski concedió el 24 de mayo a The New York Times, se preguntaba retóricamente “¿Qué problema hay con involucrar a los países de la OTAN en la guerra? No hay tal problema”. Zelenski afirmaba que los aviones occidentales podrían simplemente “derribar lo que esté en el cielo sobre Ucrania” sin salir del territorio de la OTAN. Zelenski sostenía que, de esta forma, se mitigaban los riesgos de escalada, recalcando que acogería con agrado el envío de soldados de la OTAN para luchar contra Rusia sobre el terreno de Ucrania.

Los esfuerzos de Zelenski para forzar su incorporación a la OTAN, pilar del cacareado “plan de victoria” que presentó a Biden, no han dado resultado. The Wall Street Journal calificaba de “tibia” la acogida que había tenido en la Casa Blanca. Pravda, con sede en Ucrania, tildaba de “Catástrofe americana” el resultado del viaje de Zelenski.

El hecho de que Zelenski se dedicara a hacer campaña a favor del Partido Demócrata, visitando una fábrica de munición junto con el gobernador de Pensilvania, donde habita la segunda mayor comunidad ucraniana en Estados Unidos, no ayudó a los objetivos de su viaje. Que fuera trasladado hasta allí por un avión de la Fuerza Aérea estadounidense, tampoco. Los republicanos montaron en cólera. Si Zelenski perseguía un consenso bipartidista, consiguió el objetivo opuesto: tuvo que suplicar que Trump se aviniera a reunirse con él. 

Zelenski visitó Estados Unidos buscando un impulso a la guerra. Su aliado más importante se encogió de hombros.

El Reino Unido también busca la implicación de Estados Unidos en Ucrania

En mi artículo anterior ya hablé sobre la reunión entre Joe Biden y Keir Starmer en Washington, donde sin duda se trató la autorización a Ucrania para golpear con misiles de largo alcance a Rusia en su territorio. La OTAN lleva tiempo implicada en los ataques de Kiev en territorio ruso. El 18 de marzo de 2022, Scott Berrier, el general al mando de la inteligencia militar de Estados Unidos declaraba que la manera en que estaban compartiendo información de inteligencia con Ucrania era “revolucionaria en los términos de lo que podemos hacer”.

Hasta ahora, Moscú se ha limitado a golpear lugares donde se concentran militares de la OTAN en Ucrania, como hizo recientemente en Poltava: un centro de entrenamiento de la alianza, donde impartía formación a los ucranianos sobre el uso de drones y misiles para atacar a Rusia. En el ataque murieron 720 soldados, entre ellos un gran número de instructores de Suecia, Alemania, Francia y Polonia. No eran mercenarios, sino oficiales de la OTAN. Al día siguiente del ataque ruso, el ministro de Defensa sueco anunciaba su dimisión.

Además de libras esterlinas, el Reino Unido ha invertido mucho capital político en Ucrania. Como es ampliamente reconocido por medios occidentales, fue Boris Johnson el que se presentó en Kiev para dinamitar el acuerdo que Ucrania y Rusia estaban próximos a firmar. Junto a Polonia y los países bálticos, ha sido Londres quien ha adoptado una postura más beligerante contra Rusia en Europa.

El Reino Unido no se puede permitir un fracaso de la OTAN en Ucrania, porque la antaño metrópoli imperial se resiste a asumir su declive. Si Rusia prevalece en este conflicto, y todo apunta a que así será, supondría la constatación del ocaso del Reino Unido. Por eso Keir Starmer está presionando a Joe Biden, arropado por la facción de los neocon estadounidenses, con Antony Blinken al mando, para que permita a Ucrania la utilización de los misiles de largo alcance Storm Shadow.

Si Estados Unidos da su visto bueno a la operación, Starmer habrá conseguido su objetivo, porque esos misiles necesitan los datos de navegación que están en manos del Pentágono. Al facilitar esa imprescindible información operativa, Estados Unidos se habría convertido en participante en la guerra. Así lo recalcaba Vladimir Putin el 13 de septiembre: “Esto cambiaría de manera significativa la naturaleza misma del conflicto. Significaría que los países de la OTAN, Estados Unidos y los países europeos estarían en guerra con Rusia”. De momento, la Casa Blanca se muestra reticente.

La OTAN busca construir una narrativa de victoria en Ucrania

Ante la constatación de que la guerra en Ucrania está perdida, la OTAN está buscando una manera de salir del atolladero que consiga vender la derrota como una victoria. Ante la realidad sobre el terreno, la construcción de dicha narrativa se enfrenta a considerables dificultades: toca retorcer los hechos para acomodarlos a los intereses de los patrocinadores de la guerra en Ucrania. Aunque eso suponga dejar a Zelenski colgado de la brocha.

Abría fuego el propio Jens Stoltenberg en una reciente entrevista en Financial Times. Titulada con arrogancia, “Hasta ahora le hemos aguantado el farol a Putin”, el exsecretario general de la OTAN planteaba la posibilidad de que Ucrania se integrara a la alianza, aunque parte de su territorio siguiera bajo control ruso. Actualmente, el propio Zelenski lo cifra en un 27%, y subiendo.

Anterior jefe de la OTAN: Hasta ahora le hemos cogido el farol a Putin.

De ese modo, la adhesión de Ucrania a la OTAN, aunque dejándose pelos en la gatera, sería presentada como una victoria, ya que la alianza habría conseguido vencer la oposición frontal de Rusia a su incorporación. La estrategia consiste en presentar la incorporación de Ucrania a la OTAN como un hecho consumado. Por otro lado, no se reconocería la soberanía de Rusia sobre los territorios ucranianos conquistados, y la alianza se conformaría con una congelación del conflicto en las líneas actuales.

Para esquivar el espinoso artículo 5 de la OTAN, que prevé la mutua defensa de sus socios ante un ataque por parte de terceros, Stoltenberg sugirió que podría haber maneras de sortearlo si el territorio ucraniano considerado parte de la OTAN «no fuera necesariamente la frontera reconocida internacionalmente». «Cuando hay voluntad, hay formas de encontrar la solución. Pero se necesita una línea que defina dónde se invoca el Artículo 5, y Ucrania tiene que controlar todo el territorio hasta esa frontera», proseguía Stoltenberg. En otras palabras, que la parte de Ucrania que entraría en la OTAN sería la que efectivamente controlara el gobierno de Kiev.

El planteamiento de Stoltenberg adolece de un defecto primordial: da por hecho que Rusia va a aceptar como un hecho consumado la incorporación de Ucrania a la OTAN, y se avendrá a congelar el conflicto. Nada más lejos de la realidad. La implicación de Moscú en la guerra civil larvada en Ucrania desde 2014 se produjo, fundamentalmente, para evitar la adhesión de Ucrania a la alianza. Ahora que Rusia está avanzando en Donbass, e infligiendo graves pérdidas a las tropas ucranianas que se internaron en Kursk, carece de motivo alguno para ceder en su principal línea roja.

Los aliados de Ucrania ven más flexible a Kiev sobre el fin de la guerra.

Occidente sigue negociando internamente consigo mismo, sin tener en cuenta que para poner fin a la guerra con Rusia necesariamente tendrá que contar con la participación de Moscú. Ajena a este hecho, los medios occidentales recogen un aumento de la presión al gobierno de Kiev para que asuma unos planteamientos fantasiosos, que eluden enfrentarse a la tozuda realidad.

Como expliqué en un artículo anterior, la guerra en Ucrania no terminará hasta que no se tengan en cuenta los intereses de seguridad de Rusia, que ya fueron expuestos en sendos documentos enviados a Estados Unidos y a la OTAN, en diciembre de 2021. No se va a producir negociación alguna si las preocupaciones rusas por su seguridad no son tenidas en cuenta. Si occidente insiste en obviarlas, Moscú hará lo necesario para apuntalarlas, cueste lo que le cueste.

Entonces se verá si Estados Unidos salta a la arena para defender directamente su hegemonía; sigue alimentando la guerra en Oriente Próximo para tapar su fracaso en Ucrania; opta por montar otra guerra por intermediación contra China en Taiwán, o se resigna a compartir el liderazgo en el mundo multipolar que está naciendo. Dudo mucho que ocurra lo último, para desgracia de la humanidad.

La OTAN repite con China los errores cometidos con Rusia

5 de agosto de 2024

La OTAN intenta tapar su fracaso en Ucrania con una huida hacia adelante

No contenta con estar afrontando enormes dificultades en Ucrania, según reconocen todo tipo de medios occidentales y ucranianos, la estrategia de la OTAN consiste en buscarse un nuevo enemigo que justifique su existencia. Publicado tras su cumbre en Washington, el último comunicado de la OTAN califica a China como “facilitador decisivo” del esfuerzo bélico de Rusia en Ucrania. Etiquetar a Pekín como cómplice de Moscú permite a la OTAN poner a China en su punto de mira.

La declaración de la OTAN es un monumento al cinismo, la hipocresía y al doble rasero. En el terreno del cinismo, después de sostener que la organización fue “forjada para preservar la paz”, la OTAN afirma sin ruborizarse que “no busca confrontación y no supone ninguna amenaza para Rusia”. En el mismo documento, consta el compromiso de entregar otros 40.000 millones de dólares al gobierno de Zelenski. Todo lo que haga falta para que siga cumpliendo el encargo de la organización: debilitar a Rusia. Aunque sea a costa de destruir Ucrania.

En el ámbito de la hipocresía, la organización que ha violentado en mayor número de ocasiones la paz en el mundo, como demuestran sus ataques a Serbia, Bosnia, Herzegovina, Kosovo, Iraq, Libia y Afganistán, ha ordenado a sus medios afines que desempolven la retórica del “eje del mal”.

Imagen: Shutterstock, publicada en The Jerusalem Strategic Tribune.

Además de señalar a China como nuevo enemigo, la OTAN apunta también a Bielorrusia, Irán y Corea del Norte como facilitadores de la “guerra de agresión” de Rusia: la organización deja claras sus intenciones de extender el ámbito de sus competencias a todo el mundo

Tras subrayar que la cooperación – más bien subordinación – de la Unión Europea “ha alcanzado niveles sin precedentes”, la declaración recoge el encuentro con los líderes de Australia, Japón, Nueva Zelanda y Corea del Sur. Es el tercer año consecutivo que estos países situados cerca de China son invitados a las cumbres de la OTAN.

La alianza del Atlántico norte ha decidido que los acontecimientos que ocurren en la región rebautizada como “Indo-Pacífico”, para evitar la referencia a Asia, afectan directamente a la seguridad euroatlántica. Las distancias que separan a Estados Unidos, a Europa y al Océano Atlántico de la región Asia-Pacífico se miden en muchos miles de kilómetros, así que es difícil sostener que lo que pase allí “afecta directamente” a la seguridad de la otra punta del mundo.

A menos, claro, que la OTAN aspire a erigirse en el gendarme internacional del planeta, ya que también califica a los Balcanes occidentales y al Mar Negro de “regiones de importancia estratégica”. Estados Unidos lleva años tratando de hacerse con el control de este mar, situado en el corazón de Europa, que representa la única salida de Rusia a aguas calientes durante todo el año.

La OTAN invertirá 2.700 millones de dólares para expandir su base en Constanza, Rumanía, a orillas del Mar Negro. Se convertirá en la mayor en Europa, superando a la de Ramstein, Alemania, en un 30% de extensión. Rumanía, el segundo país más pobre de la Unión Europea, ha aumentado su presupuesto militar un 45% en un año, hasta los 20.000 millones de dólares. Fundamentalmente, para comprar armamento a Estados Unidos.

La OTAN expandirá su base ya existente en Constanza, que será mayor que la actual en Ramstein, Alemania. Imagen: Google Maps/elaboración propia.

La OTAN dice que “incrementará el diálogo político y la cooperación práctica” con los Balcanes Occidentales para “contrarrestar influencias malignas”. Lo de arrojar 22.000 toneladas de bombas en Serbia, incluyendo 15 toneladas de uranio empobrecido, que provocaron 30.000 casos de cáncer y 10.000 muertos, además de 2.500 personas asesinadas por bombas, así como convertir a un millón de inocentes en refugiados, también debió hacerlo para“contrarrestar influencias malignas”.

La participación de la CIA en la creación del Ejército de Liberación de Kósovo, un grupo que pasó de ser calificado de “terrorista” a mantener reuniones con un enviado especial de Estados Unidos, y cuyos líderes tenían el número de móvil de Wesley Clark, entonces secretario general de la OTAN, también debió responder a la necesidad de “contrarrestar influencias malignas”. Que el ELK se financiara con el tráfico de órganos y de heroína al parecer no entraba en contradicción con los valores de la OTAN. Contribuir a exacerbar las tensiones étnicas en Yugoslavia, y a trocear un país soberano, tampoco contraviene dichos valores.

“China, Rusia e Irán están evadiendo las sanciones utilizando sistemas financieros alternativos. Presenté un proyecto de ley que garantizaría que estos regímenes rindan cuentas por intentar eludir nuestras leyes”.

La OTAN denomina como su “vecindad del sur” a Oriente Próximo y a África. Estas regiones han sido agraciadas con un “plan de acción para una aproximación más fuerte, más estratégica y orientada a resultados”. Para implementar con mayor eficacia tan loables intenciones, la OTAN anuncia la apertura de una oficina de enlace en Amman, Jordania. Las intenciones de la organización armada de hacer coincidir su esfera de influencia con la esfera del planeta quedaron patentes de Washington.

La reciente iniciativa de Marco Rubio refuerza esta idea. El senador por Florida ha presentado una propuesta legislativa, denominada Sanctions Prevention and Mitigation Act, para obligar al resto del mundo a cumplir las leyes… ¡de Estados Unidos! En caso contrario, se enfrentarían a más sanciones aún de las ya impuestas.

La OTAN guarda silencio sobre el genocidio cometido por Israel en Palestina

Cuando se trata de Israel, la declaración de la OTAN olvida su afán por convertirse en el policía del mundo para imponer sus valores, siempre moldeables en función de sus intereses. El nombre del estado genocida por antonomasia no aparece ni una sola vez en las once páginas del documento. Tampoco encontramos ninguna mención a Palestina, a pesar de que la declaración de la cumbre recoge el encargo al secretario general de nombrar un representante especial para la “vecindad sur” de la organización, y sí se menciona a Jordania, Iraq y Kuwait.

La “guerra” en Gaza no podría continuar sin el apoyo de Estados Unidos, el patrón de la OTAN. Así lo reconocen ex altos cargos israelíes. El general retirado Yitzhak Brick admitía en una entrevista que “Todos nuestros misiles, municiones, bombas guiadas con precisión, todos los aviones y bombas, todo es de Estados Unidos. En el momento en que cierran el grifo, no se puede seguir luchando. No hay capacidad… Todo el mundo entiende que no podemos luchar en esta guerra sin Estados Unidos. Punto”.

Por su parte, Ehud Olmert, ex primer ministro israelí, acusaba a Netanyahu de poner en peligro la alianza política, de seguridad y militar con Estados Unidos: “Durante muchos años, la estabilidad política de Israel en el escenario internacional se basó en el apoyo absoluto de los Estados Unidos. Toda la Fuerza Aérea de Israel depende por completo de la aviación estadounidense. (…) No tenemos otra fuente fiable de suministros esenciales de equipos, municiones y armas avanzadas que Israel no pueda fabricar por sí mismo”.

“Antiguo primer ministro israelí admite que los crímenes de guerra de Israel no podrían suceder sin el apoyo de Estados Unidos”. Caitlin Johnstone, periodista australiana.

El primer punto de la declaración de la OTAN suscrita en Washington afirma que sus miembros “están unidos por unos valores compartidos: libertad individual, derechos humanos, democracia y el imperio de la ley”. Otra piedra en el monumento al cinismo construido por la organización armada. Es imposible analizar el genocidio que Israel está cometiendo en Palestina sin el apoyo imprescindible de Estados Unidos, el promotor de la OTAN.

La publicación científica The Lancet publicaba recientemente un estudio que dejaba pequeñas las cifras de víctimas estimadas por el Ministerio de Sanidad de Gaza. Teniendo en cuenta la intensidad del conflicto; la infraestructura de sanidad destruida; la escasez severa de alimentos, agua y refugios; la incapacidad de la población para huir a sitios seguros, y la falta de financiación a la UNRWA, la agencia de la ONU para atender a los palestinos, el estudio calcula que 186.000 muertes son atribuibles al actual conflicto en Gaza. Estamos hablando del exterminio de entre un 7% y un 9% de la población de Gaza. ¿Son estos los derechos humanos a los que se refiere la declaración de la OTAN?

La Unión Europea admite el doble rasero en su política exterior

Para ostentar un cargo diplomático, al menos sobre el papel, Josep Borrell hace gala de una sinceridad que roza el candor. Lo hizo cuando reconoció que la prosperidad de la Unión Europea se basaba en la energía barata procedente de Rusia y en el gigantesco mercado que ofrece China, para importaciones de bienes baratos, y como destino de las exportaciones europeas. Y lo ha vuelto a hacer, esta vez en un discurso pronunciado en la Universidad de Oxford el 3 de mayo.

Josep Borrell se refirió a los principios que rigen la legislación humanitaria internacional, y a las diferencias existentes en la Unión Europea a la hora de aplicarlos a los casos de Rusia e Israel. Mientras que, tratándose de Rusia, Bruselas articuló e implementó una respuesta fulgurante, en forma de sanciones contra Moscú, Borrell reconoce que esto no ha ocurrido así con Israel.

Úrsula von der Leyen, Zelenski y Reznikov. En segundo plano, Josep Borrell. UVDL y Netanyahu. Fotografías de Geopolitical Economy Report y El País.

Es más, Borrell admite que la percepción del resto del mundo es que a la Unión Europea le preocupan mucho más los incumplimientos de las resoluciones del Consejo de Seguridad cuando se trata de Rusia, que cuando se trata de Israel. También reconoce Borrell que la percepción generalizada es que el valor de las vidas de los civiles en Gaza no es el mismo que en Ucrania. 

¿Cómo explica Borrell estas diferencias de trato por parte de la Unión Europea? Borrell reconoce que en Bruselas se practica el doble rasero: “Allí donde voy, me encuentro con la acusación de aplicar un doble rasero. Solía ​​decir a mis embajadores que la diplomacia es el arte de gestionar un doble rasero. Es algo difícil, sin duda, pero se trata de eso: de gestionar un doble rasero”.

Después de esta admisión, Borrell parece sentirse incómodo a la hora de gestionar esta contradicción, al menos de boquilla: “Si llamamos a algo un ‘crimen de guerra’ en un sitio, necesitamos llamarlo por el mismo nombre cuando ocurre en cualquier otro sitio. Un horror no puede justificar otro”.  Sin embargo, sus palabras se quedan en eso, e Israel sigue gozando de apoyo e impunidad para seguir masacrando a la población civil en Palestina. Por no hablar de la destrucción planificada para convertir la franja en una región inhabitable.

La explicación del doble rasero que rige la política exterior de la Unión Europea es muy sencilla: se ha convertido en un apéndice de Estados Unidos en Europa.

La OTAN se plantea nacionalizar infraestructuras chinas en Europa

¿Estaría actuando la OTAN de acuerdo con el “imperio de la ley” si finalmente se decide a “recuperar” infraestructuras chinas en Europa? Recuperar es el eufemismo utilizado por la CNN en una pieza sobre los planes de la alianza militar para hacerse con las infraestructuras construidas por China en Europa, dentro del proyecto de la Nueva Ruta de la Seda. Pekín ha invertido decenas de miles de millones de dólares en dotaciones que van desde líneas de ferrocarril que conectan el este de Europa con China, hasta puertos localizados en el Mar del Norte y el Báltico.

Aliados de la OTAN están discutiendo reclamar algunas infraestructuras propiedad de China en Europa.

Ahora, en el caso de que el conflicto en Ucrania se extendiera por Europa, una vez que se ha etiquetado a China como cómplice de Rusia, un alto cargo de la OTAN asegura que las infraestructuras propiedad de China “casi con toda seguridad se nacionalizarían o las naciones asumirían temporalmente el control operativo, en virtud de medidas de seguridad de emergencia. China puede demandarlos en los tribunales después del hecho”.

Si el alto cargo de la OTAN admite que el asunto acabaría en los tribunales, debe ser que «recuperar» infraestructuras propiedad de otro país es tan legal como «confiscar» activos a un país soberano. Si dejamos de usar eufemismos, nos vienen a la mente palabras más llanas, que describen acciones con imposible acomodo legal, por mucho que carísimos abogados se esfuercen en retorcer el derecho.

Un alto cargo de Estados Unidos se inclinaba por incluir a la computación cuántica, la industria de semiconductores y la infraestructura de telecomunicaciones como actividades susceptibles de ser nacionalizadas. Sin embargo, Francia, y otros países, se inclinaban por tratar este asunto en el marco de la Unión Europea, en lugar de la OTAN.

Incapaz de competir con China, Estados Unidos y sus obedientes aliados se están decantando por intentar destruir a la primer potencia manufacturera del mundo. La “deslocalización” de las fábricas anteriormente radicadas en occidente ha encumbrado a China, desindustrializando a occidente, y empobreciendo a la clase trabajadora. A sus promotores, la globalización les ha salido por la culata en términos geopolíticos. A la ciudadanía occidental le ha ido aún peor.

La Organización de Cooperación de Shanghái apuesta por el progreso global

Basta comparar la declaración de la cumbre de la OTAN en Washington con la emitida por la Organización de Cooperación de Shanghái, tras su reunión el 4 de julio en Astaná (Kazajistán), para comprobar las antitéticas visiones del mundo de ambas organizaciones.

Mientras la OTAN se dedica a descalificar con la etiqueta de “desafíos sistémicos” a quienes se niegan a rendirle pleitesía, la declaración de la OCS revela un enfoque de colaboración y progreso: “creando una comunidad de destino común para la humanidad y promoviendo el diálogo sobre el tema de Una Tierra, Una Familia, Un Futuro”.

La OCS quiere construir “un mundo justo y multipolar basado en los principios universales del derecho internacional, la diversidad cultural y de civilizaciones, así como en una cooperación mutuamente beneficiosa e igualitaria con el papel central de coordinación de las Naciones Unidas”. Un vocabulario en las antípodas de las amenazas – y las acciones – de la OTAN.

A diferencia de la OTAN, la OCS sí se ocupa del genocidio en Palestina, manifestando una profunda preocupación por la escalada del conflicto palestino-israelí”, “condenando enérgicamente las acciones que han dado lugar a una gran pérdida de vidas entre los civiles y a un desastre humanitario en Gaza”, y destacando “la importancia de garantizar un alto el fuego inmediato, completo y estable, así como el acceso a la ayuda humanitaria”.

La OCS se compone de 10 estados miembros, tras la reciente incorporación de Bielorrusia: India, Irán, China, Rusia, Kazajistán, Kirguistán, Pakistán, Tayikistán y Uzbekistán. Adicionalmente, Mongolia y Afganistán tienen estatus de observadores. Otros catorce países tienen estatus de socios de diálogo: Azerbaiyán, Armenia, Bahrein, Egipto, Camboya, Qatar, Kuwait, Maldivas, Myanmar, Nepal, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, Turquía y Sri Lanka.

Estados Unidos debería reflexionar sobre el hecho de que algunos de sus históricos aliados, como Arabia Saudita, EAU y Egipto, tengan un estatus de socio en la OSC. Mas aún que lo tenga todo un miembro de la OTAN, Turquía, que ocupa un lugar estratégico, bordeando el sur del Mar Negro, y controlando los estrechos que le dan acceso al Mediterráneo. El mundo está basculando hacia la región euroasiática, y la OTAN está entrando en pánico ante su incapacidad para imponer su hegemonía, incluso entre sus miembros y antiguos socios. El miedo es mal consejero.

Frente a la destrucción que causa la OTAN, China apuesta por crear valor para las personas

China es el principal motor económico de la OCS. Su enfoque respecto a la función que debe desempeñar la economía es diametralmente opuesto al occidental, donde la ciudadanía está al servicio de los grandes intereses corporativos, a costa de su empobrecimiento.

Un ejemplo de esta estrategia, que prima la creación de valor por encima de la generación de beneficios para una élite, radica en la industria de los automóviles eléctricos. A la revista The Economist debería caérsele la cara de vergüenza al leer este artículo en Asia Times. Tiene bemoles que sea una publicación asiática la que le explique a la portadora del estandarte del capitalismo a qué se refería Adam Smith en “La riqueza de las naciones”.

Los subsidios de China crean, no destruyen, valor. Asia Times.

Sostiene The Economist que las empresas chinas de vehículos eléctricos están “destruyendo valor” porque no son rentables. Sin embargo, Asia Times replica que “Celebrar la capitalización de mercado de 788.000 millones de dólares de Tesla en comparación con los 93.000 millones de dólares de BYD es confundir incentivos con resultados”.

El hecho de que la compañía estadounidense de paneles solares First Solar se haya convertido en la más valiosa, se debe a que se sustenta en un mercado protegido por aranceles, además de por la competencia feroz entre las empresas chinas del sector, que está destruyendo sus márgenes. El hecho de que las compañías chinas fotovoltaicas estén destrozándose mientras inundan el mercado con paneles solares baratos es un ejemplo fantástico de creación de valor. ¿Por qué? Porque “La riqueza de las naciones” no trataba de la búsqueda de beneficios, sino de proveer a la población con lo que necesita.

Lo que ha hecho China es crear beneficios… para los consumidores. Los subsidios a la industria de vehículos eléctricos han conseguido aplanar la curva de la oferta, estimular la innovación, aumentar la producción y aplastar los márgenes. El valor no se ha destruido, sino que se traslada a los consumidores en forma de precios más bajos, mayor calidad, productos y servicios más innovadores.

Cabe preguntarse qué quieren los consumidores: ¿nuevas tecnologías a precios asequibles, o convertir en multimillonarios a los dueños de empresas de nuevas tecnologías?

Tras haber acusado a China de “destruir valor”, el órgano de propaganda del neoliberalismo titula en su último número que “Las compañías chinas están ganando el sur global”.

The Economist: Las compañías chinas están ganando el sur global.

Para The Economist, la expansión de las empresas chinas en el extranjero “conlleva una lección incómoda para occidente”: las multinacionales occidentales se han beneficiado durante mucho tiempo de la apertura económica. Sin embargo, hoy, parapetadas tras aranceles, están cediendo terreno en los mercados más poblados y de más rápido crecimiento, de lo cual se está aprovechando China.

La revista reconoce que la expansión de las empresas chinas “promete (al sur global) una bonanza de bienes y servicios que cambiará sus vidas”. The Economist viene a reconocer que China sí está creando valor para quien realmente importa: las personas, en lugar de los oligarcas. Luego les extraña que la mayoría del mundo esté volviendo la vista hacia China, renegando de occidente.

La estrategia de Estados Unidos para impedir el desarrollo tecnológico de China y hundir su economía está fracasando estrepitosamente. Lo reconoce el Banco de la Reserva Federal de Nueva York. En un informe titulado “Riesgo geopolítico y disociación: las pruebas de los controles de exportación de Estados Unidos”. No sólo está fracasando, sino que está perjudicando a las empresas estadounidenses, las que pretendía proteger.

Riesgo geopolítico y disociación: las pruebas de los controles de exportación de Estados Unidos.

Los controles a las exportaciones para negar a China el acceso a tecnologías estratégicas no ha estimulado el retorno de las empresas a Estados Unidos. La FED de Nueva York califica de “perturbaciones” estos controles, que han afectado negativamente a los proveedores estadounidenses: su capitalización de mercado ha disminuido en 130.000 millones de dólares. Su rentabilidad ha caído, al igual que su número de clientes y sus cifras de empleo.

La FED neoyorkina subraya que negar a China el acceso a tecnología avanzada ha impulsado la innovación y la autosuficiencia domésticas.  Pekín también ha aumentado las compras a empresas no estadounidenses que producen tecnología similar.

Los controles a las exportaciones tecnológicas a China están teniendo el mismo efecto que las sanciones a Rusia. Lo mejor de todo es que los lumbreras que diseñan las políticas de la Casa Blanca siguen creyendo que son acertadas, porque insisten en repetirlas. Para el progreso del mundo, es conveniente no sacarles de su error.

Israel ataca a Irán para asegurarse carta blanca en Gaza

26 de abril de 2024

Estados Unidos titubea frente al plan de Israel para invadir Rafah

El resumen publicado por la Casa Blanca de la conversación telefónica mantenida el 29 de octubre entre Joe Biden y el presidente de Egipto, Abdel Fattah Al-Sisi, parecía indicar que Estados Unidos se oponía a las pretensiones de Israel de expulsar a la población de Gaza, para instalarla en tiendas de campaña en el Sinaí. Así se deducía de esta frase: “garantizar que los palestinos en Gaza no sean desplazados a Egipto ni a ninguna otra nación”. En mi artículo de noviembre, ya expresé mi escepticismo ante esta afirmación, teniendo en cuenta la carta blanca que Biden otorgó a Netanyahu en su viaje a Israel, según la propia prensa hebrea.

Sin embargo, la extrema crueldad desplegada por los militares hebreos durante esta última fase de su genocidio contra el pueblo palestino, y el altísimo número de víctimas civiles, le está provocando dificultades políticas a Joe Biden, que busca la reelección, a pesar de sus evidentes limitaciones cognitivas.

Sigue leyendo

El genocidio sionista en Gaza revela los auténticos valores occidentales

4 de marzo de 2024

Estados Unidos y la Unión Europea afirman compartir los valores de Israel

El 5 de diciembre, en una entrevista a la cadena estadounidense MSNBC, el presidente de Israel, Isaac Herzog, afirmó lo siguiente: “Esta guerra es una guerra que no es sólo entre Israel y Hamás. Es una guerra que realmente tiene como objetivo salvar la civilización occidental, salvar los valores de la civilización occidental”.

¿Los valores occidentales son los que Israel dice estar defendiendo cuando bombardea a la población civil palestina, destruye sus viviendas, e impide la entrega de ayuda humanitaria, para luego acribillar a quienes luchan por hacerse con comida, tras haber sobrevivido a las bombas y a los francotiradores?

¿Son estos los valores reales que se ocultan detrás de la propaganda occidental, repleta de palabras bonitas como libertad, democracia, derechos humanos, paz, justicia y libertad de expresión? ¿El genocidio de la población palestina, el desplazamiento forzado y la limpieza étnica para apropiarse de sus tierras se asientan sobre valores occidentales?

Sigue leyendo

Estados Unidos desafía a China y Rusia con un proyecto que pasa por Israel

13 de diciembre de 2023

Israel conocía los planes de ataque de Hamás con un año de antelación

Los ataques de Hamás del 7 de octubre le han venido muy bien a Israel, por varios motivos. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu inmediatamente los comparó con los sufridos por Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001, pero adjudicándoles una mayor gravedad: equivalían a 20 veces aquellos atentados. Con esta hiperbólica equiparación, Netanyahu buscaba la justificación a su violenta respuesta, que sigue provocando la muerte indiscriminada de miles de palestinos. La reacción de Estados Unidos a los ataques del 11-S ha causado la muerte de entre 4,5 y 4,7 millones de personas, de manera directa o indirecta, en todas las guerras desatadas por Washington desde entonces. Netanyahu está emulando a sus patrocinadores.

Sigue leyendo