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El genocidio sionista en Gaza revela los auténticos valores occidentales

4 de marzo de 2024

Estados Unidos y la Unión Europea afirman compartir los valores de Israel

El 5 de diciembre, en una entrevista a la cadena estadounidense MSNBC, el presidente de Israel, Isaac Herzog, afirmó lo siguiente: “Esta guerra es una guerra que no es sólo entre Israel y Hamás. Es una guerra que realmente tiene como objetivo salvar la civilización occidental, salvar los valores de la civilización occidental”.

¿Los valores occidentales son los que Israel dice estar defendiendo cuando bombardea a la población civil palestina, destruye sus viviendas, e impide la entrega de ayuda humanitaria, para luego acribillar a quienes luchan por hacerse con comida, tras haber sobrevivido a las bombas y a los francotiradores?

¿Son estos los valores reales que se ocultan detrás de la propaganda occidental, repleta de palabras bonitas como libertad, democracia, derechos humanos, paz, justicia y libertad de expresión? ¿El genocidio de la población palestina, el desplazamiento forzado y la limpieza étnica para apropiarse de sus tierras se asientan sobre valores occidentales?

Fotografía de Gaza realizada por Abdallah El Hajj, fotógrafo palestino.

Cuando el 18 de octubre Joe Biden viajó a Israel para mostrar su inequívoco apoyo a Netanyahu, el presidente afirmó: “El mundo está mirando. Nosotros, Israel tiene un conjunto de valores como los de Estados Unidos y otras democracias, y ellos están mirando para ver qué vamos a hacer”.

El Plan de Acción Unión Europea/Israel, que data de 2005, afirma que “La UE e Israel comparten los valores comunes de la democracia, el respeto de los derechos humanos y el Estado de Derecho y las libertades básicas”.

Así pues, teniendo en cuenta las rotundas afirmaciones del presidente de Israel, del de Estados Unidos, así como de la Unión Europea, debemos colegir que los ataques de Israel contra la población palestina de Gaza y Cisjordania se apoyan en los valores occidentales que tanto Israel como sus aliados dicen compartir. De otro modo, no se entendería el apoyo inquebrantable de Estados Unidos y la Unión Europea al genocidio que Israel está perpetrando contra la población palestina.

Si la masacre que está cometiendo Israel no se corresponde con los valores que Estados Unidos afirma compartir con su patrocinado, debería retirar la financiación que le proporciona. De lo contrario, habrá que concluir que las bases sobre las que se asienta el relato occidental están fabricadas con palabras bonitas, diametralmente opuestas a los hechos. A fin de cuentas, la narrativa estadounidense se construye, también en Ucrania, en torno a esos supuestos valores.

Los hechos están a la vista de todos: estamos asistiendo a un genocidio, prácticamente en directo en las redes sociales, en el que los sionistas están perforando todos los límites de la bajeza humana. No voy a poner ejemplos, porque para indignarse ante sus proezas, de las que además se muestran orgullosos, sólo hace falta una conexión a Internet y un mínimo de humanidad.

A pesar de su retórica, Washington financia la masacre perpetrada por Israel

Entre 1951 y 2022, ajustando las cifras al valor del dólar en 2022, Estados Unidos transfirió a Israel 317.900 millones de dólares, lo que le convierte en el mayor receptor de ayuda exterior estadounidense desde la Segunda Guerra Mundial. En 2022, el año más reciente del que existen datos, Estados Unidos adjudicó más de 3.300 millones de dólares a Israel. El 99,7% de los fondos se destinó al ejército israelí.

Ilustración: USA FACTS.

El 30 de enero, Biden declaró: “No creo que necesitemos una guerra más amplia en Oriente Medio. Eso no es lo que estoy buscando”. Su afirmación contrasta vivamente con los hechos. El apoyo inquebrantable de Estados Unidos a Israel es la principal causa de la inestabilidad actual, e histórica, en la región. Si Biden deseara de verdad evitar una guerra más amplia en la zona, la solución más sencilla sería cortar la financiación y el suministro de armas a Israel.

Sin embargo, está haciendo todo lo contrario. Tras un viaje a Washington del general Eyal Zamir, director general del Ministerio de Defensa israelí, se filtraba a The Times of Israel que se habían producido avances para la adquisición de 25 cazas F-35i, otros 25 cazas F-15IA, y 12 helicópteros Apache. En diciembre, Estados Unidos había rechazado la petición israelí de adquirir más unidades de Apache, de las que ya posee 48. Sin embargo, ahora le daría prioridad a la solicitud.

En 1986, Joe Biden afirmaba que si Israel no existiera, Estados Unidos tendría que inventar uno, porque era la mejor manera de defender sus intereses en la región. El 18 de octubre de 2023, volvió a repetirlo.

Mathew Miller, el portavoz del Departamento de Estado, ha dicho y reiterado que Estados Unidos considera que lo que está ocurriendo en Gaza no es un genocidio. Yendo más lejos aún, Miller afirmó en la rueda de prensa del 26 de febrero que “Seguimos estando a la vanguardia de la defensa de una mayor y sostenida asistencia humanitaria en beneficio de los palestinos inocentes en Gaza”. Declaraciones de este porte revelan la tremenda hipocresía que subyace tras la retórica de los valores occidentales, en flagrante contradicción con las actuaciones de quienes los enarbolan, precisamente para justificar sus desmanes.

Estados Unidos veta tres resoluciones en la ONU que reclamaban un alto el fuego

Hasta en tres ocasiones ha utilizado Estados Unidos su derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU para impedir que salieran adelante otras tantas resoluciones que abogaban por un alto el fuego en Gaza. En la última votación, algunos aliados de Washington votaron a favor, y el Reino Unido se abstuvo, sin duda sabiendo que la propuesta no iba a salir adelante.

Aprovecharon así para intentar lavar su maltrecha imagen, tras haber retirado la financiación a la UNRWA, la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo, encargada de proporcionar ayuda humanitaria, educación, sanidad y servicios sociales a la población encarcelada en “la mayor prisión al aire libre del mundo”, según palabras del historiador judío Ilan Pappé.

Borrador de resolución demandando un alto el fuego inmediato en Gaza, 20 de febrero, 2024. Resultados de la votación en el Consejo de Seguridad de la ONU. 

La razón esgrimida por Australia, Austria, Canadá, Estonia, Finlandia, Alemania, Islandia, Italia, Japón, Letonia, Lituania, Holanda, Nueva Zelanda, Rumanía, Suecia, Suiza, Reino Unido y Estados Unidos para suspender la financiación a la UNRWA fue sólo una: las acusaciones de Israel de que la agencia empleaba a 12 personas que habían participado en los ataques de Hamás del 7 de octubre.

Sin embargo, un artículo publicado en The Wall Street Journal, reseñado aquí en español, resaltaba que hasta Estados Unidos tenía dudas sobre la veracidad de las alegaciones israelíes, subrayando que Israel no ha “compartido con Estados Unidos la información que respalda sus evaluaciones”. Además, el diario estadounidense mencionaba que en el informe del Consejo Nacional de Inteligencia “Hay una sección específica que menciona cómo la parcialidad israelí sirve para caracterizar erróneamente gran parte de sus evaluaciones sobre la UNRWA y explica que esto ha dado lugar a distorsiones”. El secretario de Estado, Antony Blinken, había afirmado en el mes de enero que las acusaciones de Israel a la UNRWA eran “muy, muy creíbles”.

Como muestra el siguiente gráfico, la supervivencia de la población palestina en Gaza depende en gran medida de que la UNRWA obtenga la financiación necesaria para poder desarrollar su labor asistencial.

Fuente: UNRWA. Ilustración: AJLabs, Al Jazeera.

En la noche del 28 de febrero, Estados Unidos también bloqueó un borrador de resolución, presentado por Argelia, que hubiera condenado a Israel por haber disparado a los palestinos que trataban de conseguir comida de un convoy de 38 camiones de ayuda humanitaria, en el norte de Gaza. Robert Wood, el vice embajador de Washington en la ONU, argumentó que no tenía todos los hechos a su disposición para justificar el bloqueo, a pesar de que una fuente israelí reconoció que sus militares abrieron fuego porque consideraron “que existía un riesgo”.

Un mes después de que la Corte Internacional de Justicia ordenara a Israel la adopción de “medidas inmediatas y efectivas” para proteger a la población palestina en Gaza del riesgo de genocidio, garantizando el suministro de asistencia humanitaria y habilitando servicios básicos, “Israel ha seguido ignorando su obligación como potencia ocupante de garantizar que se satisfagan las necesidades básicas de los palestinos en Gaza”. Así lo denunciaba Amnistía Internacional el 26 de febrero. ¿Este es el “mundo basado en reglas” que propone el principal patrocinador de Israel?

Para intentar lavar su maltrecha imagen, Estados Unidos ha decidido lanzar desde el aire raciones de comida sobre Gaza, sin coordinarse con ningún grupo ni agencia sobre el terreno. Hasta Josep Borrell cuestionó la eficacia de la medida, calificando de “mínimo” su impacto. Una estrategia, además, que “no está exenta de riesgos para la población civil”. Así que ahora tenemos a Estados Unidos suministrando armas a Israel, para que masacre a la misma población que, por otra parte, simula estar alimentando, arrojándole comida desde el aire. ¿En esto consisten también los valores occidentales?

Estados Unidos arroja comida sobre Gaza mientras suministra armas a Israel. Viñeta: Sansón.

Los valores occidentales se despliegan contra los hutíes en Yemen y Hezbollah en Líbano

Los hutíes están mostrando su apoyo a los masacrados palestinos, dificultando el tránsito por el Mar Rojo de los barcos cuyas mercancías tienen como destino Israel, atacando a algunos de ellos. Esto forzó a las principales navieras a anunciar que no utilizarían el Canal de Suez. Sin embargo, tras fracasar en su intento de montar una coalición internacional para atacar a los hutíes, Estados Unidos sólo ha conseguido arrastrar al Reino Unido en su cruzada contra Ansar Allah, el nombre de la organización política y militar de los hutíes.

Los ataques de los hutíes no han provocado, hasta el momento, ni una sola víctima. Los perpetrados por Estados Unidos y el  Reino Unido sí lo han hecho. Poniendo como excusa la necesidad de garantizar la libre navegación por aguas internacionales, los bombardeos estadounidenses y británicos, que carecen de la preceptiva autorización del Consejo de Seguridad de la ONU y, por tanto, son ilegales, lo único que están consiguiendo es incrementar el riesgo de que la guerra en Palestina se extienda por la región.

Bombardeos aéreos efectuados por Estados Unidos y el Reino Unido. Ilustración: iNews.co.uk.

El 28 de enero, Financial Times informaba de un encuentro discreto entre el consejero de seguridad nacional, Jake Sullivan, y Wang Yi, ministro de Asuntos Exteriores de China. En las reuniones, que se prolongaron durante dos días en Bangkok, el primero le urgió al segundo a ayudar a Estados Unidos a impedir los ataques. El “éxito” de los bombardeos contra los hutíes ha sido tal que la Casa Blanca se ha visto obligada a solicitar su intermediación a China, a quien considera su mayor amenaza.

Titular del Financial Times del 28 de enero de 2024.

Hasta la revista del Council on Foreign Relations recomienda que no se bombardee a los hutíes, que controlan el territorio de Yemen donde habita el 80% de la población, y sugiere que se utilice la diplomacia para resolver el conflicto. Los hutíes han asegurado que reconsiderarían sus ataques si se producía un alto el fuego en Gaza y se facilitaba la entrada de ayuda humanitaria. El problema es que para permitirlo, Estados Unidos e Israel deberían renunciar a sus valores. Esos que dicen compartir y que, por lo visto, respaldan la masacre del pueblo palestino, causa primigenia de todos los males que aquejan a Oriente Próximo.

No bombardeen a los Hutíes. Una diplomacia cuidadosa puede detener los ataques en el Mar Rojo.

Los riesgos de una escalada del conflicto en Oriente Próximo

El 27 de enero, fuentes de inteligencia de un país árabe transmitieron a Hezbolá la intención del gobierno de Netanyahu de iniciar una guerra contra el Líbano. Lamentablemente, el tiempo ha confirmado la veracidad de la información. Después de cinco meses de intercambio de fuego entre Hezbolá y el ejército hebreo, el ministro de Defensa judío, Yoav Gallant, declaró el 25 de febrero que Israel “seguirá atacando el Líbano independientemente de lo que ocurra en Gaza”.

La escalada en los ataques israelíes sugiere que el ministro está hablando en serio. La mayoría de los enfrentamientos entre el ejército israelí y Hezbolá se estaban produciendo en el sur del Líbano. Sin embargo, el 27 de febrero, aviones israelíes bombardearon posiciones de Hezbolá en el valle de Bekáa, a 100 kilómetros de la frontera entre ambos países. El 11 de noviembre, el mismo ministro ya amenazó al Líbano: “Lo que estamos haciendo en Gaza, podemos hacerlo en Beirut”.

El 29 de febrero, la CNN informaba de que funcionarios de la administración Biden y de los servicios de inteligencia estaban preocupados porque Israel podría estar preparando una incursión terrestre en el Líbano, que se produciría en primavera o a principios del verano. Fuentes de la inteligencia estadounidenses estiman que Israel no sería capaz de mantener dos frentes a la vez, en Líbano, y en Gaza. El gobierno sionista podría estar esperando una intervención militar directa de Estados Unidos si la situación se intensifica.

Desde mediados de octubre de 2023, ha habido 140 ataques a las tropas de ocupación que Estados Unidos mantiene en Iraq y Siria. A pesar de que, el 23 de octubre, el Pentágono afirmó que no había detectado ninguna orden proveniente de Irán para atacar las posiciones de Estados Unidos en la zona, el 29  de enero una portavoz del Pentágono achacó a la Resistencia Islámica, un grupo de milicias apoyadas por Irán, la autoría de un ataque producido el día anterior contra una base estadounidense en Jordania, próxima a la frontera con Siria, que provocó la muerte de tres soldados y heridas a 40.

Estados Unidos está negociando con Iraq la evacuación de los 2.500 soldados que aún mantiene en el país, quien busca una salida rápida de las tropas ocupantes, a las que califica como fuente de desestabilización en la región. La retirada de los efectivos estadounidenses estaría lejos de enmarcarse en una desescalada por parte de Washington en la región. En caso de producirse, respondería más bien a la necesidad de hurtar un blanco fácil, según leemos en Stars and Stripes, publicación patrocinada por el ministerio de Defensa estadounidense.

Todo parece indicar que los valores occidentales que comparten Estados Unidos, Israel y sus socios europeos pueden terminar plasmándose en un mayor conflicto en Oriente Próximo, que desborde el ámbito geográfico actual. La administración Biden está recibiendo fuertes presiones para que bombardee a Irán por parte de los halcones del Senado. El belicista Lindsey Graham pedía literalmente: “Golpea a Irán ahora. Golpéales duro”.

Tuits del senador estadounidense Lindsey Graham instando a bombardear Irán.

Estados Unidos le tiene muchas ganas a Irán desde que la revolución de 1978 derrocó al sah Mohammad Reza Pahlevi, que contaba con su apoyo y el del Reino Unido. El monarca gobernó de manera tiránica desde el golpe de Estado de 1953, organizado por la CIA – tal y como la agencia reconoció en 2013que derrocó a Mohammad Mossadegh. El primer ministro, que había sido elegido con amplio apoyo popular, cometió la imprudencia de nacionalizar el petróleo. Un bien que, durante los 50 años anteriores, había estado controlado por el Reino Unido a través de la Anglo-Iranian Oil Company, ahora British Petroleum.

La Savak, la policía política de Reza Pahlevi, había sido entrenada por la CIA. Un informe de 1976 de la Comisión Internacional de Juristas reveló que la Savak torturaba a los sospechosos de disidencia política. Ryszard Kapuscinski relata en su libro “El Sah, o la desmesura del poder” las atrocidades de la Savak, que torturaba no sólo a los disidentes, sino a cualquier ciudadano, de forma aleatoria, para sembrar el terror.

Reza Pahlevi había sucedido como sah a su padre, Reza Khan, en 1941. Este último, instalado en el poder en 1936 por el Reino Unido, fue depuesto igualmente por Londres. Churchill dijo: “Nosotros lo pusimos, nosotros lo quitamos”.

El Irán controlado por el Reino Unido y Estados Unidos nos ofrece otro ejemplo magnífico de los valores occidentales en acción: golpes de Estado, dictadura, torturas. ¡Perdón! Quería decir democracia, libertad, derechos humanos.   

Estados Unidos, un país en guerra permanente, en contra de los valores que dice defender

En 2020 se publicó un estudio que calculaba que Estados Unidos había estado en guerra, declarada o no, durante 223 años de los 243 transcurridos desde su fundación. Eso significa que durante el 92% de su existencia, el país ha estado en guerra: sólo ha estado en paz durante 20 años.

En 2017, un artículo en The National Interest, titulado “¿Por qué América es adicta a las intervenciones en el extranjero?”, recogía las cifras proporcionadas por un estudio del Servicio de Investigación del Congreso acerca de las intervenciones militares de Estados Unidos en el extranjero. Agrupadas en periodos de 50 años, el número aumentaba en cada segmento:

  • Entre 1800 y 1849: 39 intervenciones.
  • Entre 1850 y 1899: 47 intervenciones.
  • Entre 1900 y 1949: 69 intervenciones.
  • Entre 1950 y 1999: 111 intervenciones.
  • Entre 2000 y 2017 (solo 17 años): 126 intervenciones.

The National Interest se hacía tres preguntas muy pertinentes:

Primera: “¿Por qué aumentarían las intervenciones militares al mismo tiempo que su éxito ha ido disminuyendo?”

Segunda: “¿Por qué aumentarían las intervenciones militares después de la Guerra Fría, cuando tanto una justificación ideológica para las intervenciones (…) como una amenaza material existencial a la seguridad nacional de Estados Unidos (…) había disminuido?”

Tercera: “Si Estados Unidos sólo interviene con la fuerza armada cuando sus intereses vitales están en juego, ¿por qué intervenir más a menudo cuando posiblemente hay menos intereses vitales en juego?”

La propia publicación se respondía: “La respuesta es que Washington interviene militarmente con demasiada frecuencia cuando no debería hacerlo, y como resultado de ello, la seguridad y la prosperidad de Estados Unidos se han visto afectadas”.

El problema para el resto del mundo es que la política belicista de los sucesivos inquilinos de la Casa Blanca, y sus patrocinadores, no sólo ha afectado a la seguridad y la prosperidad de Estados Unidos. Su impostado afán por exportar sus supuestos valores al resto del mundodemocracia, libertad, derechos humanos, paz, justicia, progreso, libertad de expresión – a base de intervenciones militares, golpes de estado y magnicidios, sólo ha traído inestabilidad, destrucción y muerte al planeta.

La mayoría del mundo está constatando el doble rasero que Estados Unidos, y sus vasallos occidentales, están desplegando en relación con los conflictos actuales más relevantes: las guerras en Oriente Próximo (en Palestina, Siria y Yemen) y en Ucrania. El abandono de la diplomacia, y su sustitución por la violencia, demuestran la falsedad de los valores sobre los que dicen construirse las autodenominadas democracias del mundo libre.

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La pretensión de Israel, y la de su patrocinador, es presentar la ofensiva palestina en ausencia de contexto, como si se produjera en una burbuja. Por eso es fundamental hacer lo contrario: poner de relieve los antecedentes históricos que explican – pero que no justifican, como recalcó Guterres – cómo es posible que se produzcan unos hechos tan execrables y violentos.

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Aunque Estados Unidos sostiene que fue informado por Arabia Saudita de las conversaciones, el pacto le deja fuera de juego en la región. Después del desplante de Mohamed bin Salmán a Joe Biden, negándose a aumentar la producción de petróleo tras su visita, ahora el líder de los suníes pacta con Irán, el líder de los chiíes, la bestia negra de Israel, que también queda descolocado.

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