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Piratas y ladrones explotan su “orden basado en reglas”

23 de diciembre de 2025

Los hechos revelan la hipocresía de las élites occidentales

Los recientes asesinatos y actos de piratería cometidos en el Caribe por parte de Estados Unidos y la confiscación indefinida de los activos estatales rusos a manos de la Unión Europea ponen de manifiesto la hipocresía que late tras la pretensión de estos delincuentes internacionales de que el resto del mundo se adhiera al “orden basado en reglas” que afirman encarnar.

Antony Blinken, que ejerció como secretario de Estado con Joe Biden, definió el “orden basado en reglas” como “el sistema de leyes, acuerdos, principios e instituciones que el mundo se unió para construir después de dos guerras mundiales para gestionar las relaciones entre los estados, prevenir conflictos y defender los derechos de todas las personas”.

Walter Russell Mead, miembro del Hudson Institute, una de las cavernas del pensamiento neoconservador, se lamentaba en una columna en el Wall Street Journal de la “desintegración” del orden internacional basado en reglas, liderado por Estados Unidos. Ilustrada con una única fotografía, la de Putin, la columna repasaba la lista actualizada de villanos y se quejaba de que Washington y sus aliados no hicieran lo necesario para que los malvados respetaran esas “reglas”, a las que occidente se adhiere inequívocamente. Modo ironía activado.

El orden internacional basado en reglas se está desintegrando silenciosamente.

Hay que ser hipócrita para defender que Estados Unidos lidera un orden basado en reglas, y reivindicarlo como defensor de la legalidad internacional, cuando su presidente ordena bombardear embarcaciones extranjeras, en aguas internacionales, asesinando a sus ocupantes; decreta el cierre del espacio aéreo de otro país, u ordena tomar un petrolero al abordaje para apropiarse de su petróleo, mientras anuncia que continuará con sus actos de piratería.

Hay que ser muy falsa para erigirse en guardián del “orden basado en reglas”, como hace Úrsula von der Leyen, mientras encarga a un ejército de abogados que busque fórmulas para legalizar el robo de activos de otro país, depositados en un tercero. Hace falta mucha doblez para presentarse como paradigma del estado de derecho, mientras presiona hasta violar el tratado que sustenta jurídicamente la organización internacional que preside. Hay que ser muy camandulera para sostener que sus políticas harán a la Unión Europea más fuerte.

Misión de rescate: la llamada de Von der Leyen a la historia y al orden global basado en reglas. ECFR.

Exactamente eso es lo que está haciendo Estados Unidos, bajo la presidencia de Donald Trump, y la Unión Europea de Úrsula von der Leyen: despreciar la legalidad internacional con asesinatos, actos de piratería y bloqueo aéreo en Venezuela. Pisotear la ley al incautarse fraudulentamente de los activos rusos depositados en instituciones financieras europeas.

Es normal y saludable que el resto del mundo rechace ese “orden basado en reglas” tras el que las élites occidentales se amparan para cometer sus tropelías, disfrazándolas con una retórica de sublimes valores, con la que pretenden elevarse moralmente sobre la jungla, desde su ajardinado reducto de delincuencia, convenientemente protegido por altos muros de hipocresía.

Wang Yi, el ministro chino de Relaciones Exteriores, alertaba en julio de 2021, en su discurso inaugural del 9º Foro Internacional por la Paz, de que el “orden internacional basado en reglas” en realidad era una expresión de la “política de poder”, por la que “algunos países pretendían imponer su voluntad y sus estándares a otros, reemplazando las leyes internacionalmente aceptadas con las normas de la casa de unos pocos”.

Muy acertadamente, Wang Yi se preguntaba cuáles eran esas reglas en las que el orden internacional debería basarse, y cuál era exactamente el orden que debería preservarse. El ministro exigía que los términos fueran definidos claramente, y avanzaba cuál era la posición de China: el sistema reconocido por todos los países sólo puede ser la legalidad internacional basada en la Carta de las Naciones Unidas.

Resulta muy acorde con la hipocresía occidental su reiterada letanía acerca de la “amenaza china”, siendo así que la última guerra en la que intervino China fue en 1979, contra Vietnam, a quien pretendía “dar una lección” por haber invadido Camboya, con el apoyo de la URSS, y haber depuesto al gobierno de los Jemeres Rojos, que tenía el respaldo de China. A las cuatro semanas, después de un flojo desempeño, China se retiró a sus posiciones.

Los defensores del “orden internacional basado en reglas” no pueden presumir de un historial tan pacífico. En los últimos 45 años, la lista de vulneraciones de la legalidad internacional, en forma de guerras, golpes de Estado, actos terroristas propios o por intermediación haría interminable este artículo. Baste señalar como botones de muestra la desintegración de Yugoslavia a manos de la OTAN – las fronteras no se pueden cambiar por la fuerza, ¿verdad, Úrsula? – y la destrucción de Libia e Irak bajo pretextos.

La estrategia de Trump en Venezuela también busca acabar con Cuba

Con su estrategia de acoso y derribo al gobierno de Nicolás Maduro, Estados Unidos pretende matar dos pájaros de un tiro. El otro es Cuba, que recibe la mayoría de su petróleo de Venezuela. Marco Rubio, como muchos otros miembros de la diáspora, está obsesionado con fulminar el modelo político cubano, para volver al statu quo anterior a la revolución, tan bien reflejado en la escena de El Padrino II, en la que los mafiosos estadounidenses se reparten los pedazos de una tarta con el mapa de Cuba.

El reparto del pastel cubano, en una escena de El Padrino II, película de Francis Ford Coppola.

Cuba forma parte de Petrocaribe, un proyecto nacido en 2005, que beneficia a varios países de la región y que funciona con una mentalidad distinta a la del capitalismo depredador: es un esquema para compartir el petróleo que no busca obtener beneficios a costa de los países no productores, sino que busca fortalecerlos, para crear una base que consiga la independencia económica y política de Estados Unidos, según leemos en este informe. Cuba juega un papel dentro de Petrocaribe como centro geográfico y operacional, a través de proyectos conjuntos entre PDVSA y Cupet.

Según la consultora de energía Argus, el flujo de petróleo desde Venezuela a la isla prácticamente se ha suspendido desde que Estados Unidos abordara un petrolero venezolano para quedarse con su carga, según reconoció Trump.

Los flujos de crudo venezolano se reducen, Cuba siente el aguijón. Argus.

Venezuela tiene las mayores reservas probadas de petróleo del mundo y las primeras de gas de Latinoamérica, y comparte con Cuba la voluntad de construir un modelo político al margen del capitalismo. Estados Unidos no se lo perdona, porque ni Caracas ni La Habana permiten que Washington se apodere de sus recursos. Los defensores de los derechos humanos y la democracia tienen un largo historial de organizar y ejecutar golpes de estado para derribar gobiernos legítimos, elegidos en las urnas, e instalar en su lugar dictaduras militares, así que el cuento de la promoción de la democracia únicamente lo repiten las capitales occidentales y sus obedientes medios de propaganda.

La estrategia de presión al gobierno de Nicolás Maduro y, colateralmente, a Cuba, enlaza con lo manifestado en la última edición de la Estrategia de Seguridad Nacional, publicada en noviembre. El primer interés vital que cita el documento gira en torno al hemisferio occidental. La actualización de la doctrina Monroe con el denominado “corolario de Donald Trump” apunta al dominio completo de dicho hemisferio y a la expulsión de cualquier competidor en la región.

El lenguaje utilizado en el documento no puede ser más claro: “Queremos un hemisferio libre de incursiones extranjeras hostiles o de la propiedad de activos clave, que apoye cadenas de suministro críticas y que garantice nuestro acceso continuo a ubicaciones estratégicas clave”. En breve: quiero América entera para los Estados Unidos.

En un contexto en el que la multipolaridad del mundo está fuera de toda duda, Estados Unidos apuesta por extender y afianzar su dominio en el hemisferio occidental, enviando un claro mensaje a sus competidores: manteneos fuera de mi esfera de influencia. Del resto del mundo, ya hablaremos.

Las “reglas” de la nueva Estrategia de Seguridad Nacional

Tratándose de un documento cuyo prefacio firma Donald Trump, las contradicciones de la nueva edición de la Estrategia de Seguridad Nacional permean todo el documento, y reflejan la hipocresía que subyace tras ese “orden basado en reglas” que pretenden vendernos. En su introducción, la Estrategia critica la visión de las élites que condujeron la política exterior de Estados Unidos durante la guerra fría, ya que pensaban que el dominio permanente sobre todo el mundo iba en beneficio de los intereses del país.

En realidad, se dice ahora, los asuntos de otros países solo deben preocupar a Washington si sus actividades amenazan directamente sus intereses. Además, el objetivo que perseguían las élites – la dominación mundial permanente – era “fundamentalmente un objetivo indeseable e imposible”.

Sin embargo, tras la lectura del documento, queda claro que la mentalidad no ha cambiado, y el deseo de dominar el mundo sigue latiendo a lo largo de toda su extensión. Para Estados Unidos, casi cualquier actividad que ocurra en el mundo amenaza sus intereses, siempre y cuando no sean ellos quienes la controlen.

Uno de los principales objetivos declarados es el de procurarse el mayor ejército del mundo, al que nadie se atreva a toser y que, en caso necesario, pueda derrotar a cualquier adversario. Además, la Estrategia declara su voluntad de mantener el “poder blando sin rivalidad” de Estados Unidos para ejercer una influencia positiva que promueva sus intereses, a lo largo y ancho del mundo.

La Estrategia de Seguridad Nacional dedica su atención a otros lugares, alejados miles de kilómetros, que parecen representar una amenaza. Sin mencionarla por el nombre, hay una advertencia clara a China, cuando habla de “detener y revertir el daño actual que actores extranjeros infligen a la economía estadounidense, mientras mantenemos el Indo-Pacífico libre y abierto, preservando la libertad de navegación”. Tampoco podía faltar una referencia a Oriente Próximo, donde Estados Unidos quiere prevenir que un poder rival domine la región, así como sus suministros de gas y petróleo.

Tras la lectura de la Estrategia de Seguridad Nacional, nos queda clarísimo que el “orden basado en reglas” que Estados Unidos pretende imponer al mundo se resume en su voluntad de evitar compartir su dominio con las potencias emergentes, tras haber aprobado un presupuesto militar de 900.000 millones de dólares. Eso sí, algunos analistas han detectado la intención de subcontratar determinadas tareas de seguridad a sus aliados, o proxies, en algunas regiones del mundo, lo que representa un rasgo de debilidad, que también puede ser calificado de realismo ante la magnitud de la tarea que supone dominar todo el planeta.

¿El ocaso de la supremacía estadounidense? Externalización del riesgo en la Estrategia de Seguridad Nacional 2025. China-US focus. 

La Unión Europea quería robar a Rusia, pero además va a robarnos a nosotros

El 12 de diciembre, los embajadores de los países miembros de la Unión Europeo acordaron un reglamento ad hoc para congelar indefinidamente los activos rusos depositados en Europa. La medida se tomó por mayoría, no por unanimidad, como requieren las decisiones de política exterior en la Unión Europea. Otra regla que salta por los aires para evitar el veto de Hungría, y, probablemente, el de algún país más.

La congelación de los activos rusos, en lugar de ser revisada cada seis meses, como hasta ahora, se convertía en indefinida, hasta tanto Rusia no cese “su guerra de agresión contra Ucrania”, “proporcione una reparación a Ucrania en la medida necesaria para permitir la reconstrucción sin consecuencias económicas o financieras adversas para la Unión”, y “las acciones de Rusia en el contexto de su guerra de agresión contra Ucrania hayan dejado objetivamente de plantear un gran riesgo de dificultades graves para la economía de la Unión y sus Estados miembros”.

En otras palabras, la Unión Europea no devolverá nunca los activos estatales a Rusia, violando la Convención de las Naciones Unidas sobre Inmunidades jurisdiccionales de los Estados y sus bienes.

Titular del Berliner Zeitung, traducido de forma automática.

La congelación indefinida era el paso previo para usar dichos activos como garantía de un “préstamo” al gobierno de Kiev, impulsado sobre todo por Friedrich Merz y Úrsula von der Leyen, por valor de 140.000 millones de euros. En ningún momento explicaron sus promotores de dónde saldría físicamente esa cifra para enviarla a Kiev, supuestamente “respaldada” por los activos rusos. Así que, dada la firme oposición de Bélgica, Italia, Hungría y, significativamente, Francia, cabe sospechar que el plan era sacar el dinero del cofre de Euroclear, y de las instituciones británicas y francesas que también atesoran activos rusos, para transferírselos directamente al gobierno de Kiev.

Finalmente, Francia salió al rescate de Bélgica, y cuando Macron mostró su oposición a lo que tenía pinta de convertirse en un robo directo, Merz y von der Leyen se vieron obligados a recular, en un apoteósico fracaso político, y el Consejo Europeo terminó acordando la emisión de deuda conjunta, por valor de 90.000 millones, para solucionar las acuciantes necesidades financieras de ese Estado fallido en el que occidente ha convertido a Ucrania, con la complicidad de sus élites.

Los 90.000 millones los pagaremos los contribuyentes europeos. Euronews nos informa del mecanismo con el que las élites europeas nos van a meter mano en la cartera: “Como ni la UE ni sus Estados miembros disponen en este momento de 90.000 millones de euros, la Comisión Europea acudirá a los mercados y recaudará el dinero desde cero emitiendo una mezcla de bonos a corto y largo plazo”.

¿Se puede saber de qué se ríen estos tres?

Euronews prosigue: “el presupuesto de la UE absorberá los tipos de interés para evitar a Ucrania, ya muy endeudada, cualquier carga adicional. La Comisión calcula que, con los tipos actuales, los pagos de intereses ascenderán a 3.000 millones de euros al año”. Es decir, además del pago del principal a cargo del presupuesto de la UE, que se elabora con las aportaciones de los países miembros, los contribuyentes vamos a tener que aflojar los intereses: 20.000 millones de euros más en el presupuesto europeo, que se calcula cada 7 años.

“Los Estados miembros se repartirán los intereses en función de su peso económico. Alemania, Francia, Italia, España y Polonia soportarán los costes más elevados”, nos aclara Euronews. Así que cuando escuchéis a los políticos españoles decir que no hay dinero para sanidad, educación u otras inversiones sociales, recordad que sí destinan dinero para financiar la guerra perdida de Ucrania, que no es un Estado miembro de la UE.

Macron ya ha sido calificado de “traidor” por fuentes diplomáticas europeas anónimas, citadas en el Financial Times, por no apoyar la iniciativa de Merz. Curiosamente, era Alemania la que históricamente se oponía a mancomunar la deuda en la Unión Europea. Tres países no pondrán ni un euro para financiar a Ucrania: Hungría, la República Checa y Eslovaquia, que se plantaron. Las grietas en la “unidad europea” comienzan a ser muy visibles.

Como las decisiones en política exterior han de tomarse por unanimidad, la Comisión decidió retorcer el artículo 122 del tratado de la Unión Europea para esquivarla, y adoptar por mayoría la decisión de otorgar un “crédito” a Ucrania. El artículo 122 habla de tomar medidas “con espíritu de solidaridad entre los Estados miembros (…) si surgen graves dificultades en el suministro de determinados productos, en particular en el sector energético”.

El artículo 122 establece la posibilidad de que el Consejo conceda ayuda financiera “Cuando un Estado miembro se encuentre en dificultades o corra el grave riesgo de sufrir graves dificultades causadas por catástrofes naturales o acontecimientos excepcionales ajenos a su control”.

Es asombrosa la cantidad de trampas que han hecho las élites europeas para meternos mano en la cartera. Además de saltarse la obligación de tomar por unanimidad una decisión de política exterior, el artículo 122 habla en todo momento de Estados miembros, y Ucrania no lo es. Por lo tanto, la ayuda me parece ilegal, por mucho que lo acuerde el Consejo. Quizá esa consciencia de violación de la legalidad es la que ha forzado al Consejo Europeo a dispensar a tres Estados miembros de la obligación de aportar fondos al “préstamo”: quedaron excusados a cambio de no vetar la resolución.

El artículo 122 finaliza indicando que “El presidente del Consejo informará al Parlamento Europeo de la decisión adoptada”. Una premura en la toma de decisiones, puenteando a la supuesta sede de la soberanía popular, que quizás podría entenderse para los casos que menciona el artículo – desastres naturales, acontecimientos excepcionales fuera del control de los Estados miembros –pero nada de eso aplica al caso de Ucrania. 

Tampoco es cierto que nos hallemos ante un “crédito”, por más que sea la palabra utilizada en el acuerdo. Ucrania sólo se verá obligada a devolver los 90.000 millones de euros si Rusia le paga indemnizaciones en concepto de “reparaciones”. Como todo el mundo sabe, las reparaciones las paga quien pierde la guerra, no quien la gana. Si las élites europeas fueran sinceras, deberían haberlo llamado “ayuda a fondo perdido”, en lugar de “crédito”. Rusia está ganando la guerra, y la va a ganar, porque no le queda otra si la primera potencia nuclear del mundo quiere subsistir en su actual forma. Recursos le sobran para conseguirlo.

La derrota de Rusia significaría su desaparición en su estado actual, ya que el objetivo de la guerra impulsada por la OTAN es destruirla, y trocearla en unidades más manejables para apoderarse de sus recursos. Hay diversas declaraciones de altos cargos occidentales en este sentido, que ya he recogido en este blog, pero hoy voy a añadir esta intervención de Kaja Kallas en un panel en mayo de 2024, donde aboga por dividir Rusia en «naciones más pequeñas».

 

Las grietas en la «unidad europea» proporcionan un atisbo de esperanza

El fracaso político de Merz y von der Leyen, que se detestan, pero estaban de acuerdo en apropiarse de los activos estatales rusos para entregárselos a Ucrania, es palmario. Alemania se ha visto obligada a rebobinar en su sempiterna oposición a emitir deuda mancomunada, pero la reunión del Consejo Europeo ha dejado al aire las vergüenzas de la Unión.

Antes de comenzar la cumbre, la presidenta de la Comisión se despachó con este ramalazo de autoritarismo: “Nadie abandonará la cumbre de la UE hasta que se resuelva la cuestión de la financiación de Ucrania”.

Como acertadamente señala el periodista Thomas Fazi, todo el episodio en torno a los activos rusos ilustra cómo opera la Unión Europea: “Mediante la fabricación de falsas dicotomías que impiden una auténtica elección política, se presentó a los Estados miembros una dura alternativa: o aceptaban confiscar los activos congelados de Rusia o se preparaban para financiar colectivamente un nuevo préstamo masivo”.

La tercera opción, abandonar una estrategia fallida, dejar de financiar una guerra perdida, e intentar buscar una salida negociada, que intente al menos salvar los muebles en Ucrania, antes de que se produzca el colapso, ni siquiera fue considerada.

Thomas Fazi subraya que la decisión del Consejo Europeo “expuso la naturaleza cada vez más autoritaria de la Unión, dispuesta a pasar por alto los intereses nacionales y a descartar las restricciones legales, las normas democráticas y la racionalidad económica básica en pos de cruzadas ideológicas”. Una cruzada cuyos promotores saben de sobra que está perdida, pero que pretenden seguir alimentando con argumentos tan falaces como el de Friedrich Merz:

Dos días después, Macron declaraba que Europa debería plantearse restaurar el diálogo con Putin, en el caso de que las negociaciones para alcanzar la paz en Ucrania que estaba dirigiendo Estados Unidos fracasaban. Después de las disensiones entre Merz y Macron en torno al método para seguir financiando la guerra en Ucrania, las declaraciones del presidente francés suponen otra grieta no sólo en la Unión, sino en el eje francoalemán que, históricamente, ha sido el motor de la organización. Después de Macron, han surgido otras voces, en el Reino Unido, y en la propia Alemania, que también se han mostrado a favor de restablecer el diálogo con Putin.

Macron dice que Europa tendrá que dialogar con Putin si fracasan las conversaciones de paz de Estados Unidos. Reuters.

Bienvenidas sean estas grietas. Ojalá se ensanchen y se profundicen hasta resquebrajar los cimientos de la Unión Europea y provoquen el derrumbe de ese leviatán burocrático, autoritario y antidemocrático, que nació como un plan de cooperación económica, y que ha mutado en un proyecto geopolítico militarizado, que se confunde con la OTAN, salvo por las excepciones de quienes no tragan con ese enfoque al servicio de intereses ajenos o espurios.

Un proyecto que nació fracasado, desde que abrazó el delirio de las sucesivas administraciones demócratas de infligir una derrota estratégica a la primera potencia nuclear, usando un intermediario. La pretensión de la Unión Europea de convertirse en un actor geopolítico con peso en el mundo multipolar partió de una falsa premisa: que le iba a ir bien convertirse en lacayo de Estados Unidos, abandonando toda autonomía estratégica. La única esperanza que le queda a Europa es que la Unión Europea se disuelva, desaparezca, y los pueblos y naciones que conforman el viejo continente recuperen, o alcancen, su soberanía, su capacidad de decisión.

A la pandilla de mediocres que acaudillan la Unión Europea todo esto de la geopolítica les viene muy grande. Ahora sólo pretenden mantener y controlar unos flujos multimillonarios de efectivo, al margen de cualquier medida de control, hacia el pozo sin fondo en que se ha convertido Ucrania, e intentar arrastrar a Estados Unidos a la guerra que diseñó en Europa para que les resuelva la papeleta frente a Rusia. No parece que Trump esté por la labor de entrar a una confrontación directa con Rusia pero, por el bien de todos, roguemos que no ceda a las presiones de los halcones y nos ahorre la hecatombe.

Europa recurre al belicismo, la censura y el autoritarismo para tapar su desastre estratégico

17 de noviembre de 2025

Las élites europeas pisotean los valores que afirman defender

Desde su inicio, los ideólogos de la guerra contra Rusia en Ucrania enmarcaron su embestida como un conflicto entre las democracias y el autoritarismo, encarnado por el nuevo malvado de turno, Vladímir Putin. Hoy en día, siguen haciéndolo, presentando al gobierno de Kiev como epítome de la defensa de la democracia, a pesar de todos los hechos en contra que lo desmienten: ilegalización de partidos, hipercontrol estatal de los medios de comunicación, y un lodazal de corrupción que apunta al entorno más próximo al propio Zelenski, que sigue aferrado al poder más allá del límite de su mandato, sin convocar elecciones.

Al peón todo se le permite. Para eso está poniendo, literalmente, toda la carne de sus compatriotas en el asador. Aquí empieza la traición de las élites europeas a los valores que afirman defender. Para sostener el relato del conflicto entre las democracias y los regímenes autoritarios, entre los que, aplicando un doble rasero, se añade a conveniencia a China, Corea del Norte o Irán, pero se excluye a las petromonarquías o a exterroristas aupados al poder, como Al Jolani en Siria, las élites europeas deberían velar por que Zelenski guardara medianamente las formas. No es el caso.

La estrategia de los países europeos que siguen apoyando al gobierno de Zelenski, que no son todos, pasa por mirar para otro lado cuando el gobierno de Ucrania secuestra a sus ciudadanos para enviarlos al frente – una práctica conocida como “busificación” –, o condecora a militares que lucen simbología nazi, o aparecen maletas llenas de dólares en los domicilios de personas vinculadas al presidente de Ucrania, la más cercana previamente avisada de la inminente intervención policial, para que le diera tiempo a salir del país.

Una investigación por corrupción sacude al gobierno ucraniano. New York Times, 10 de noviembre de 2025.

La actitud de las élites europeas revela que su relato se apoya en una retórica que los hechos contradicen. La falacia no sólo se desmonta en Kiev, sino también en Bruselas, y en el resto de las capitales europeas que, como Alemania, redoblan su apoyo al gobierno de Ucrania, mientras destruyen los valores europeos cuya supervivencia, supuestamente, se está ventilando en la línea del frente.

La ofensiva contra los presuntos cimientos sobre los que se construye esa fallida, sesgada y sólo aparente Unión Europea la estamos presenciando día a día.

Censurar las opiniones en las redes sociales contrarias a los dictados de Bruselas, tirando de clichés como la necesidad de luchar contra la desinformación, o contra las injerencias extranjeras, no es fortalecer la democracia, sino minar la libertad de expresión, una de las bases fundamentales en las que dicen apoyarse los sistemas políticos occidentales. Denominar a la operación “Escudo de la democracia” es otro ejemplo del lenguaje orwelliano que se gastan en Bruselas.

La UE planea crear un centro para combatir la amenaza de la desinformación procedente de Rusia y otros países. The Guardian, 7 de noviembre de 2025.

Despedir a periodistas por hacer preguntas incómodas, que ponen de manifiesto el doble rasero de las instituciones europeas a la hora de juzgar el comportamiento de Rusia y el de Israel, y la disparidad de respuestas que ambas conductas provocan por parte de la burocracia europea, tampoco encaja con la defensa de la libertad de expresión, sino con un autoritarismo rancio y visceral.

Un periodista preguntó por qué Israel no está pagando la reconstrucción de Gaza. Le costó el trabajo. The Intercept.

Otorgar más poder a la Comisión Europea, un órgano burocrático designado al margen de la ciudadanía, mediante componendas en despachos por parte de una fracción de las élites, impulsando el centralismo, en detrimento de la autonomía de las regiones, y socavando la soberanía de los estados miembros, está en las antípodas de una construcción democrática de la unidad europea. Tal es así que, hasta el Parlamento Europeo, ese remedo de cámara de representación con exiguas competencias, ha puesto pie en pared frente al último intento centralista de la reina de Bruselas.

El Parlamento de la UE advierte a von der Leyen: Cambia el presupuesto o lo rechazaremos. Politico, 28 de octubre de 2025.

La colaboración de agencias de inteligencia occidentales con los servicios secretos ucranianos en el diseño de atentados terroristas, o en el entrenamiento en técnicas de tortura, tampoco parece compatible con los valores europeos. Obstaculizar la investigación sobre la voladura de los gasoductos Nord Stream, rechazando la extradición de un acusado – aunque a estas alturas está clarísimo quién fue el autor intelectual del mayor atentado contra infraestructuras energéticas europeas – , tampoco es para colgarse medallas en la defensa del imperio de la ley y el estado de derecho, otros de los supuestos valores de los que se vanaglorian las élites europeas para justificar su superioridad moral.

Plantear la confiscación de los activos rusos “congelados”, saltándose toda la legalidad internacional, y pagar a un ejército de abogados para que busquen fórmulas con las que legalizar el latrocinio, tampoco parece cuadrar con la defensa del “orden basado en reglas”. Otra de las cantinelas que repiten incansablemente las élites a uno y otro lado del Atlántico, que los hechos vacían de un contenido ya de por sí indefinido y maleable a conveniencia. O lo que viene a ser lo mismo: inexistente.

El belicismo es el nuevo valor europeo con que las élites tratan de esconder su fracaso

El belicismo es el eje transversal sobre el que Úrsula von der Leyen y sus elegidos se están apoyando para “fortalecer la democracia”, cuando en realidad su objetivo es destruirla, pasando por encima de la voluntad popular, junto a los restos del estado del bienestar que todavía subsisten, a pesar de las sucesivas andanadas de los gestores al cargo de cada país.

La Comisión Europea tiene la intención de presentar, el 19 de noviembre, un documento sobre la movilidad militar en la Unión Europea, que equivaldría a un “Schengen militar”, en una coyuntura en la que varios países miembros han reinstaurado los controles fronterizos de personas. El proyecto prevé incrementar la eficiencia a gran escala del movimiento de equipos, personal y suministros militares a través de las fronteras intracomunitarias, para lo que vendría dotado de propuestas legislativas. El plan ha sido elaborado en colaboración con la OTAN.

Plan de movilidad militar de la Unión Europea. Comisión UE + Colaboración OTAN.

Este plan no ha surgido de la noche a la mañana. En la Unión Europea se lleva hablando desde hace tiempo de la necesidad de invertir en corredores de transporte aptos para el doble uso, civil y militar, según recoge este informe de un seminario celebrado en Gante (Bélgica), en febrero de 2024. En el documento se subraya la necesidad de dotar de presupuesto a este tipo de iniciativas, precisando, eso sí, que las políticas relativas al transporte del material militar y del personal asignado deben orientarse hacia “una movilidad más limpia, ecológica e inteligente”. En el lenguaje orwelliano de Bruselas, hasta mover armamento a lo largo y ancho de Europa va a resultar ecológico.

Corredores de transporte europeos susceptibles de ser mejorados para facilitar su doble uso. Fuente: Comisión Europea, Dirección General de Movilidad y Transporte.

El 3 de marzo de 2021, el CEPA, (Center for European Policy Analysis) un gabinete de estudios con sede en Washington, financiado entre otros por industrias de armamento estadounidenses, ya proponía un proyecto para incrementar la eficiencia de la movilidad de los equipos militares y las tropas en el continente europeo. Dicho y hecho. La obediente Unión Europea, siempre dócil ante las sugerencias que le llegan desde Washington, se ha puesto manos a la obra.

El Proyecto de Movilidad Militar de CEPA. Moviendo montañas para la defensa de Europa.

Las montañas a las que se refiere CEPA son de dinero. El plan de Úrsula von der Leyen para rearmar Europa contempla el objetivo de sacar 800.000 millones de las depauperadas arcas de los miembros de la Unión Europea, usando tres fórmulas:

  1. Permitir a los países activar la cláusula de escape del Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Es decir, saltarse los límites autoimpuestos en lo referente al déficit público (3% del PIB) y la deuda pública (60% del PIB).
  2. Lanzamiento de un instrumento de préstamo de 150 000 millones de euros para ayudar a los países a invertir en áreas militares clave, como la defensa antimisiles, los drones y la ciberseguridad. Los fondos se captarán en los mercados de capitales, según la Comisión.
  3. Ampliación de la financiación por parte del Banco Europeo de Inversiones a proyectos militares y de seguridad. La Comisión pretende que el BEI “acelere la unión de ahorro e inversión para movilizar capital privado, de modo que la industria de defensa europea no dependa exclusivamente de la inversión pública”.

En resumen, el plan de la Comisión consiste en endeudar a Europa hasta las cejas para financiar una escalada belicista contra Rusia. No se entiende muy bien cómo es posible que, después de imponer el austericidio a sangre y fuego, como ocurrió con Grecia en 2015, ahora Bruselas se olvide de sus rígidas normas fiscales para entrampar a Europa en una espiral de endeudamiento con fines militares. Bueno, en realidad, se entiende perfectamente. 

La Comisión sostiene que “El pleno aprovechamiento de estas herramientas financieras tendrá efectos positivos para la economía y la competitividad de la UE. Esto incluye la construcción de nuevas fábricas y líneas de producción, esenciales para la generación de empleo de calidad en Europa”. La Comisión olvida matizar que esas nuevas fábricas y líneas de producción tendrán carácter militar.

A la industria tradicional europea – automoción, siderurgia, química – ya se han encargado de laminarla incrementando los costes de la energía, al sustituir la procedente de Rusia por la de otros proveedores, como Estados Unidos, mucho más caros. ¿Cómo espera la Comisión que la industria militar europea sea competitiva con esos costes incrementados? ¿Por qué nadie habla del motivo de la subida de los costes energéticos?

Plan ReArmar Europa/Preparación 2030: el plan para financiar la defensa de la UE.

Como analicé en un artículo anterior, poco importa que la supuesta amenaza rusa con la que las élites europeas pretenden justificar esta escalada armamentística exista solo en las mentes calenturientas de quienes la dirigen. Lo importante es fabricar una coartada que permita tapar con belicismo el fracaso estratégico de su apuesta por una derrota de Rusia que no se va a producir, sino que, además, está provocando la destrucción de la economía de la Unión Europea.

La prolongación del conflicto en Ucrania es el principal objetivo

En un artículo publicado en julio, reseñé que la Unión Europea se estaba planteando conceder un préstamo de 100.000 millones de euros a Ucrania. Como quiera que Estados Unidos ha cortado las inyecciones financieras directas al gobierno de Kiev, y la economía de Europa está sufriendo los estragos provocados por sus élites, con Alemania sufriendo la recesión más larga desde la Segunda Guerra Mundial, en Bruselas se están rebuscando los bolsillos para seguir sufragando la guerra contra Rusia en Ucrania, pero sólo encuentran telarañas.

Producción de la industria manufacturera de Alemania. Fuente: Oficina Federal de Estadística.

Por eso las élites europeas siguen dándole vueltas a la idea de apropiarse directamente de los activos rusos, para usarlos como garantía de un “préstamo de reparaciones”  al gobierno de Kiev, por valor de 140.000 millones de euros. El asunto comienza mal desde el mismo nombre del préstamo, que se presenta como una inyección de efectivo con el que reconstruir un país que está actualmente en guerra. En eso consisten las “reparaciones”. El objetivo obviamente es bien distinto: seguir alimentando la contienda.

El plan continúa peor, porque el esquema que plantea la Comisión es que Rusia termine pagando ese préstamo, merced a las reparaciones con las que deberá correr cuando acabe el conflicto. No obstante, la Comisión pasa por alto el pequeño detalle de que las reparaciones siempre las paga el perdedor, y no parece que Rusia esté perdiendo la guerra.

El latrocinio a gran escala que plantea la Comisión ha chocado con la negativa de varios países, especialmente con el de Bélgica, sede de Euroclear, la cámara de compensación que alberga los activos rusos “congelados”. Su directora ha avisado de que, si se produce la confiscación, Euroclear se está planteando demandar a la Unión Europea. Alemania, Francia e Italia también se oponen.

Ante este rechazo, Bruselas ha advertido que la continuidad del apoyo del Fondo Monetario Internacional a Ucrania, controlado por Estados Unidos, depende de que la Unión Europea apruebe el “préstamo de reparaciones”. La Comisión ha conminado a los miembros a apropiarse de los activos rusos, ya que, en caso contrario, la Unión Europea debería afrontar un pago anual de 5.600 millones de euros en intereses. Un chantaje poco disimulado, que pretende doblegar las reticencias belgas ante las pretensiones de que el robo se consume en su territorio y se lleve por delante no sólo Euroclear, sino la fiabilidad del sistema financiero europeo.

La UE debe pagar hasta 5.600 millones de euros en intereses si no hay acuerdo sobre los activos rusos, advierte Bruselas. Financial Times, 7 de noviembre de 2025.

Los medios de comunicación al servicio de las élites se han apresurado a señalar las supuestas ventajas para Europa de seguir alimentando la guerra en Ucrania. The Economist, con sede en Londres, uno de los principales apoyos de Zelenski, califica de “ganga” enviar 390.000 millones de euros a Ucrania en los próximos cuatro años, sumando las aportaciones directas de fondos y el valor del armamento que se proporcionaría. Kaja Kallas se ha apresurado a utilizar la misma palabra – ganga – para referirse a la financiación europea de Ucrania, en comparación con lo que supondría una victoria de Rusia.

Según The Economist, hasta ahora Ucrania se ha zampado 360.000 millones en su “esfuerzo militar”. La cifra incluye el presupuesto militar del país, más las ayudas occidentales. En 2025, dicho “esfuerzo”, requerirá entre 100.000 y 110.000 millones, aproximadamente la mitad del PIB de Ucrania. El déficit fiscal del país ya alcanza el 20% del PIB. La deuda pública se ha duplicado desde 2022, y alcanza el 110% del PIB.

The Economist reconoce que Ucrania no puede financiarse en los mercados de capitales, porque nadie le presta dinero. Una vez que Estados Unidos ha cortado las ayudas financieras directas, sólo queda Europa, afirma la publicación. Después de subrayar el apoyo del medio a la confiscación de los activos rusos, The Economist señala que la medida se queda corta, en 230.000 millones, para lo que considera necesario. Así que apuesta por que Europa se endeude, de manera conjunta, a través de eurobonos, hasta alcanzar los citados 390.000 millones. Una meta que sólamente supondría doblar las aportaciones actuales hasta el 0,4% del PIB de todos los miembros de la OTAN, con la excepción de Estados Unidos. 

Contrariamente al sentido común, The Economist sostiene que, lejos de minar el estatus internacional del euro, la creación de una gran deuda común iba a profundizar en la unificación del mercado de capitales europeo y a estimular el papel del euro como moneda de reserva. O sea, que una economía destruida por un error geopolítico descomunal, que la ha desconectado de las fuentes de energía que la alimentaban, y que se ve forzada a endeudarse, va a transmitir a los mercados una señal de fortaleza. Y pretenden que nos lo traguemos.

Por qué financiar a Ucrania es una oportunidad gigantesca para Europa. The Economist, 30 de octubre de 2025.

Estados Unidos, con el apoyo de la Unión Europea y la OTAN, que cada vez más vienen a ser lo mismo, ha convertido Ucrania en un estado fallido, despoblado y dependiente de la ayuda financiera exterior para su supervivencia. Ahora, las élites europeas, con el apoyo de sus palmeros mediáticos, pretenden arrasar la economía del continente, impulsando una huida hacia adelante, con el lunático objetivo de derrotar económicamente a Rusia, que ha demostrado su resiliencia a lo largo de casi ya cuatro años de guerra, y cuenta con el respaldo de China, la mayor economía del mundo medida en paridad de poder adquisitivo.

¿Para quién trabajan las élites europeas?

Ante este panorama, cabe preguntarse qué intereses defienden las élites europeas, y para quién trabajan realmente. En primer lugar, cabe reponer que para ellas mismas. Reconocer su error estratégico les obligaría a asumir responsabilidades políticas, como mínimo. Así que siguen empeñadas en alcanzar su disparatado objetivo, a pesar de que todos los hechos indican que éste se aleja cada vez más. Siguen obnubiladas ante la perspectiva de adueñarse de los ingentes recursos naturales que alberga Rusia, y continúan enfrascadas en buscar fórmulas con las que alimentar al caballo muerto, con la esperanza de que resucite, y gane la guerra que habían diseñado, junto a la administración demócrata en Washington.

En segundo lugar, los hechos indican que las élites europeas trabajan a favor de los intereses de Estados Unidos, en varios frentes, principalmente en el energético y en la industria militar, pero también en el financiero. Europa ha sustituido la “dependencia” del gas ruso por el gas natural licuado que proviene de Estados Unidos, a un precio infinitamente superior. Europa sigue dependiendo de otros proveedores, como Noruega, Argelia o Catar, porque no produce gas. El marco de “acabar con la dependencia” es tramposo desde su creación. 

El País, 3 de noviembre de 2025.

Si Europa pretende convertir a Ucrania en un puerco espín de acero, como afirmó Úrsula von der Leyen, tendrá que recurrir obligatoriamente a comprar las armas al complejo militar industrial de Estados Unidos, porque carece de la capacidad para producir y suministrar las que considera necesarias para blindar a Ucrania frente a su colosal vecino, primera potencia nuclear. Por tanto, en este segmento, las élites europeas también están trabajando para los intereses de Washington, engordando las arcas de las industrias de armamento estadounidenses.

Las élites europeas también están condenando al viejo continente a la dependencia financiera de la banca de Estados Unidos. En el Reino Unido ya aparecieron titulares en prensa apuntando a la posibilidad de que su economía necesite un rescate a cargo del Fondo Monetario Internacional. Moritz Schularick, el economista jefe del Instituto de Kiel para el Estudio de la Economía Internacional ha advertido que las principales empresas de automoción alemanas “probablemente no existirán en su forma actual para finales de la década, dado el estado actual de la industria automotriz alemana», aunque el titular del Handelsblatt es más dramático.

Handelsblatt, 3 de noviembre de 2025.

El derrumbe económico que están provocando las erróneas decisiones de las élites europeas apuntan a la generación de una dependencia financiera de los préstamos del FMI, de la banca de Wall Street, o de los gigantescos fondos de inversión estadounidenses, como Blackrock o Blackstone, los únicos que tienen músculo financiero para erigirse en prestamistas de la muy necesitada Europa, en un futuro cercano.

En el artículo citado anteriormente, The Economist subraya este mensaje: “Las salvaguardias contra la corrupción son importantes, pero no deben erosionar la certeza de Ucrania —y del Kremlin— de que, de una forma u otra, el dinero llegará”.

Aquí está la clave de toda la operación: lo más importante es que el dinero siga fluyendo. Un dinero sobre el que no existe ningún tipo de control, auditoría o medio alguno de garantizar que se está utilizando para los fines declarados, sin que a nadie se le quede nada entre los dedos. Da igual que Ucrania sea un lodazal de corrupción, que afecta al entorno más cercano al presidente Zelenski, que las mordidas a los funcionarios sean moneda corriente para evitar el reclutamiento, o que Ucrania sea ya, de hecho, un estado fallido, que apenas se sostiene mediante la ayuda externa.

Lo importante es que el dinero siga fluyendo. Aunque sea a costa de destruir la economía de la Unión Europea, y de provocar el empobrecimiento de su población. Como ocurre en los casinos, la banca nunca pierde y, en este caso, las élites siempre encontrarán algún puesto donde recolocarse, tras haber consumado su infame tarea: la destrucción de Europa.

Estados Unidos empuja a India hacia China y Rusia, mientras Europa se desmorona

12 de septiembre de 2025

La cumbre de la SCO es una bofetada para Estados Unidos

La foto de Narendra Modi, Xi Jinping y Vladimir Putin, sonrientes en la cumbre de la Organización para la Cooperación de Shanghái (SCO), ilustra el resultado de la histórica política de ordeno y mando de Estados Unidos, a la que Donald Trump le ha inyectado una buena dosis de esteroides y despojado de cualquier vestigio de diplomacia, excepto con los poderosos.

Vladímir Putin, Narendra Modi y Xi Jinping conversan en Tianjin, China. Foto publicada en la cuenta de X de Modi.

La elección de la ciudad de Tianjin como sede de la cumbre de la SCO no es casual. En la segunda mitad del siglo XIX, se convirtió en la ciudad comercial más importante del norte de China, tras ser inaugurada como puerto comercial en 1860, como consecuencia del Tratado de Pekín. Un tratado que el derrotado gobierno de la dinastía Qing se vio obligado a firmar al final de la Segunda Guerra del Opio (1856-1860), cuando Inglaterra impuso por las armas la comercialización del narcótico.

Entre 1860 y 1945, Tianjin albergó hasta nueve concesiones controladas por extranjeros, además de albergar temporalmente un gobierno militar multinacional (1900-1902). El mensaje que transmite la presencia en Tianjin de los líderes de tres naciones tan potentes actualmente como China, India y Rusia es obvio: la dominación extranjera se acabó, y no volverá.

Si Estados Unidos pretendía que Rusia le ayudara contra China, como analicé en este artículo, después de haberle empujado a sus brazos, no sólo no lo ha conseguido, sino que la imposición de aranceles del 50% a India ha logrado, a su vez, empujar a Modi a los brazos de Xi Jinping, porque con Putin ya se llevaba bien. Algunos comentaristas argumentan que Trump se merece el premio Nobel de la Paz por haber conseguido un acercamiento entre dos adversarios históricos.

Trump dice que India y Rusia parecen “perdidas” ante la “China más profunda y oscura”.

Los linces que diseñan la política exterior de Estados Unidos cosechan un éxito estratégico tras otro. Su soberbia les impide reconocer sus errores y adoptar otro enfoque más colaborativo. Sigue pareciéndoles inconcebible que haya países que se nieguen a aceptar el papel de súbditos del imperio. Les parece natural que el resto del mundo les rinda pleitesía.

Hay que reconocer que el comportamiento dócil de algunos países alimenta las fantasías de los sucesivos inquilinos de la Casa Blanca de asomarse al balcón y contemplar un mundo unipolar a sus pies. Mención especial hay que otorgar dentro de esta categoría de vasallos a los europeos, comandados por Úrsula von der Leyen, paradigma de la sumisión vocacional. Volveré sobre ello más adelante.

Rusia y China construirán un gasoducto de gran trascendencia geopolítica

El principal resultado de la cumbre de la SCO en Tianjin fue que Rusia y China firmaron un acuerdo legalmente vinculante para construir el gasoducto Poder de Siberia 2. La tubería, que costará 13.600 millones de dólares, permitirá enviar 50.000 millones de metros cúbicos de gas desde Yamal, en el oeste de Siberia, directamente a China, tras atravesar Mongolia. Esta cantidad significa doblar los suministros de gas ruso a China, durante los próximos 30 años, según anunció Alexéi Miller, el presidente de Gazprom.

Mapa del Poder de Siberia 2. Publicado por Andrew Korybko en Substack.

La consecuencia más importante de este acuerdo es que el gas ruso del Ártico no fluirá a Europa, aunque los europeos dieran un giro de 180 grados a su política y se hincaran de rodillas en el Kremlin, suplicando recuperar los suministros vitales para su economía.

Este tipo de proyectos, que tardan años en gestarse y requieren cuantiosas inversiones, tiene implicaciones de gran calado. El gas se compra con unos determinados fines. La cantidad y duración del suministro acordado permite la planificación a largo plazo de las actividades económicas, un rasgo fundamental en el modelo político chino, que le ha deparado incuestionables éxitos al país. Desde 1970, China ha sacado a 770 millones de personas de la pobreza, y ha erradicado completamente la pobreza extrema. Unos logros a la vista de todos, reconocidos hasta por el Foro Económico Mundial de Davos, la quintaesencia del capitalismo.

Baste una gráfica para contrastar la evolución de la fuerza de trabajo en el sector industrial en China frente a Estados Unidos y Alemania, las otras dos grandes potencias exportadoras de manufacturas. El declive de Alemania queda plasmado en esta infografía del Banco Mundial, recogida por el Foro Económico Mundial.

Empleo en la industria en porcentaje sobre el total, desde 1991 hasta 2023.

Si la Unión Europea, en su carrera hacia el suicidio económico o, mejor dicho, asesinato a manos de sus élites, pretende enajenarse completamente del gas procedente de Rusia en enero de 2028, el acuerdo entre Moscú y Pekín les va a echar una mano. Después de haber consentido la voladura de los gasoductos Nord Stream a cargo de su supuesto aliado, la Unión Europea sigue comprando a Rusia el 13% del gas que importa, aunque ahora en formato de gas natural licuado, mucho más caro que el transportado por tubería.

En lugar de apostar por los contratos a largo plazo, con precios estables que permitan una planificación económica a las empresas, a los cerebros de la Unión Europea se les ocurrió la brillante idea de dejar en manos del mercado el precio del gas, con funestos resultados, como analicé en este artículo.  La incompetencia de las élites europeas sólo es comparable a su soberbia, que está alcanzando un nivel similar a la estadounidense. Con la diferencia de que el peso político y económico de la Unión Europea es incomparable con el de Estados Unidos, como consecuencia de las erróneas decisiones políticas de las élites que anidan en Bruselas. Porque la situación podría ser muy distinta, pero no han querido.

La política punitiva de Estados Unidos contra India ha sido el catalizador que necesitaban Rusia y China para plasmar el proyecto Poder de Siberia 2. Los aranceles estadounidenses del 50% impuestos a India, en castigo por comprar petróleo ruso, han resuelto el dilema de seguridad al que se enfrentaba Modi frente a China. Modi ha entendido que más le valía un acercamiento a sus vecinos geográficos, aunque no ideológicos, antes que aceptar una relación de sometimiento con Estados Unidos, la única que entienden sus sucesivos presidentes.

Fue la administración de Joe Biden quien le ordenó a India que comprara petróleo ruso para estabilizar los precios en el mercado, tras el inicio de la participación directa de Rusia en la guerra de Ucrania, como recordó Bob McNally, exasesor presidencial de George W. Bush, en declaraciones a la CNBC. Ahora Trump le ordena a la India que haga lo contrario, y su secretario del Tesoro acusa a India de enriquecerse, por haber seguido las instrucciones de la administración anterior.

Chris Wright, el comisario de energía estadounidense, dijo al Financial Times que la Unión Europea necesitaba acabar con sus importaciones de gas y petróleo ruso ya, si pretendía que Estados Unidos impusiera más sanciones a Rusia. Trump sabe que la UE no puede cortar de un día para otro las compras de energía a Rusia, por eso le pone unas condiciones de imposible cumplimiento, para justificar su negativa a incrementar las sanciones a Rusia.

Trump tampoco se atreve con China, pero está presionando a la Unión Europea para que imponga sanciones secundarias, en forma de aranceles, al coloso asiático y a India. En relación con esta solicitud, un funcionario del gobierno estadounidense declaró al Financial Times que “Estamos listos para empezar, listos para empezar ahora mismo, pero solo lo haremos si nuestros socios europeos nos acompañan”. Lo que viene a ser la versión diplomática del “pasa tú que a mí me da la risa”.

Donald Trump le dice a la UE que golpee a China e India con aranceles del 100% para presionar a Vladímir Putin. Financial Times, 9 de septiembre de 2025.

Teniendo en cuenta el nivel de genuflexión que alcanza Úrsula von der Leyen ante las pretensiones de Trump, no hay que descartar que ceda a la presión y termine de destruir la economía europea. De hecho, un día antes de la anterior noticia aparecía la de abajo en el mismo medio. Tampoco sería sorprendente que, después de haber empujado a Europa a sancionar a China, Trump no lo hiciera, y dejara a von der Leyen y su séquito colgados de la brocha.

La UE sopesa sanciones a China por las importaciones de energía rusa. Financial Times, 8 de septiembre de 2025.

Europa se enfrenta a una crisis política por culpa de sus élites

India le compra petróleo a Rusia por sus propios intereses. Después de quedarse con lo que necesita, refina el resto y lo revende a Europa, llevándose una tajada por el camino. Estas son las consecuencias de las sanciones a Rusia: que en Europa pagamos la gasolina más cara. Estas son las decisiones políticas que están conduciendo a la Unión Europea, y al Reino Unido, a una serie de crisis políticas, que tienen fundamentalmente causas económicas. Demos un rápido repaso a la situación en las principales potencias del continente europeo.

Precios de la factura de la luz en el mundo, libras al mes.

En el Reino Unido, Keir Starmer reconoce que se ha ocupado fundamentalmente de la política internacional, o sea, de Ucrania, desde que asumió el cargo de primer ministro. Starmer tiene una tasa de aprobación del 22%. La viceprimera ministra, Angela Rayner, dimitió por evasión fiscal, lo que precipitó una crisis de gobierno, que se llevó por delante a la ministra del Interior. El Reino Unido tiene uno de los precios más caros de la energía en el mundo. La industria británica paga un 60% más por cada unidad de energía eléctrica que cualquier otro país europeo, y el recibo de la luz para los hogares es el más caro de Europa.

Un artículo en The Telegraph, que recogía la opinión de varios economistas, afirmaba que el Reino Unido se encaminaba a un rescate del Fondo Monetario Internacional. El revuelo fue considerable, pero otro artículo en el mismo medio, firmado por la editora de la sección de economía, titulaba que ni siquiera un rescate del FMI podría salvar al Reino Unido ahora, debido a las diferencias entre los desafíos económicos actuales y los de los años 70, que motivaron el anterior rescate.

Por qué ni siquiera un rescate del FMI podría salvar a Gran Bretaña ahora. The Telegraph, 8 de septiembre de 2025.

En Alemania, el canciller Friedrich Merz, ha declarado que el estado del bienestar es insostenible. Lo hizo justo antes de que su ministro de Finanzas viajara a Kiev para prometer 9.000 millones de euros anuales al presidente de Ucrania, con el fin de seguir alimentando la guerra contra Rusia.

El estado del bienestar no es sostenible, dice el canciller alemán. The Telegraph, 24 de agosto de 2025.

Según recoge este completo artículo de Werner Rügemer, Friedrich Merz fue presidente del consejo de supervisión de BlackRock en Alemania entre 2016 y 2020, un cargo con responsabilidades estratégicas. Su principal labor fue impulsar la expansión de BlackRock en Alemania, reportando directamente a la sede en Nueva York. Además del sueldo oficial de 150.000 euros anuales, tuvo un contrato de consultoría con condiciones secretas. Durante esos años organizó reuniones privadas entre Laurence Fink, CEO de BlackRock, y altos cargos del gobierno alemán.

Paralelamente, BlackRock se consolidó como el mayor accionista y copropietario de unas 100 empresas clave en Alemania. La canciller Angela Merkel permitió este avance sin oposición y su asesor financiero Lars-Hendrik Röller terminó trabajando en BlackRock. Aunque Merz ahora se presenta desligado de la empresa, su relación con ella sigue siendo cuestionada.

En Francia, Emmanuel Macron también trabajó anteriormente en el sector financiero. En concreto, para la Banca Rothschild. Macron es el protagonista de una carrera meteórica, que sus compañeros en Rothschild juzgaban muy por encima de sus capacidades y conocimientos. Desde que asumió la presidencia, en 2017, Macron ha tenido seis primeros ministros. El último ha sido François Bayrou, que no superó una moción de confianza, tras proponer unos recortes de 43.800 millones en el presupuesto, que hubieran supuesto la congelación de las pensiones, una reducción en el empleo público, y recortes en las inversiones sociales y sanitarias.

El parlamento francés depone al primer ministro, profundizando la crisis política. Titular de Reuters.

Macron fue el primero en sugerir el envío de tropas de la OTAN a Ucrania, en febrero de 2025. Los países agrupados en torno a la “coalición de los dispuestos” están utilizando ese cebo para conseguir que Estados Unidos se comprometa a respaldar las garantías de seguridad que exigen Zelenski y sus patrocinadores europeos. Hasta el momento, sin éxito.

Los europeos han entrado en pánico, y se suceden supuestos ataques rusos – el último, una violación del espacio aéreo polaco a cargo de drones – que tienen origen en la inventiva de los propagandistas, o desprenden un fuerte aroma a falsa bandera. Todo vale con tal de anclar a Donald Trump a un conflicto del que persigue salir, haciendo malabarismos para evitar la imagen de derrota. Preguntado por la supuesta entrada de drones rusos en el espacio aéreo de Polonia, Trump contestó que podía haberse tratado de un error: tiene muy poquitas ganas de activar el artículo 5 de la OTAN, que es lo que pretenden las élites europeas.  

Polonia está en su punto más cercano a un conflicto abierto desde la Segunda Guerra Mundial, dice el primer ministro.

La solución de las élites europeas a la crisis política es más represión

En el Estado español, Pedro Sánchez ha mantenido en vigor la ley mordaza, que aseguró en 2015 que iba a derogar si accedía al cargo. Una promesa que formó luego parte del acuerdo de gobierno que estableció el PSOE con Podemos en diciembre de 2019, y que sigue sin cumplir.

Hasta el año 2023, se habían registrado en España más de 429.000 sanciones relacionadas con la seguridad ciudadana, y más del 76% fueron impuestas por desobediencia, resistencia o negativa a identificarse, o falta de respeto a la autoridad, un auténtico comodín. Hay personas en la cárcel por el simple hecho de manifestarse, sindicalistas por participar en un piquete, o cantantes por cantar, por culpa de esta ley. 

En el Reino Unido van por más de 1.500 detenidos por manifestarse contra el genocidio perpetrado por el gobierno de Israel contra la población palestina. A algunos de ellos se les está aplicando la legislación antiterrorista, aunque su delito consista en sostener un cartel donde proclaman, desde una silla de ruedas, su apoyo a Palestine Action, clasificada de grupo terrorista.

La democracia en el Reino Unido: terroristas en sillas de ruedas.

Son sólo dos botones de muestra del enfoque adoptado por las élites europeas para apagar los innumerables fuegos que está desatando la crisis económica y política, cuyos últimos episodios se están desarrollando en Francia mientras escribo: aplicar más represión en las calles, más censura en las redes sociales.

Para las élites occidentales, la policía sólo reprime cuando se producen protestas en aquellos países donde sus candidatos no ganan las elecciones – Venezuela, Rusia, Bielorrusia, Georgia – o donde agitan revoluciones de colores para tratar de derribar gobiernos y colocar a sus peones – Bangladés, Irán, o Indonesia, casualmente incorporada este año a los BRICS –. En los países donde gobiernan las élites occidentales, la policía se limita a salvaguardar el orden público, aunque se dedique a moler a palos a pacíficos manifestantes.

El discurso de Úrsula von der Leyen sobre el estado de la Unión presagia un incremento de la militarización del bloque y de los ataques a la libertad de expresión. El anuncio de “nuevas herramientas” para combatir la “manipulación de la información” y la “desinformación” se inscribe plenamente dentro del neolenguaje orwelliano que maneja la burocracia de Bruselas. Todo ello, mientras la presidenta de la Comisión se dispone a seguir saboteando la economía europea, maquinando junto a Kaja Kallas nuevos paquetes de sanciones bumerán contra Rusia.

Entre los valores europeos y democráticos que la UE afirma defender se abre camino también el del latrocinio. Bélgica acaba de mostrarse abierta a una mayor flexibilización del modo en el que trata los activos rusos depositados en Euroclear para maximizar los beneficios que obtiene, siempre y cuando las nuevas medidas a adoptar sean robustas jurídicamente, y los riesgos sean compartidos. Los abogados de la UE llevan años tratando de encontrar la solución jurídica para legalizar el robo. Se ve que cada vez están más cerca, siempre que el marrón, cuando les pillen, se lo coman entre todos los miembros.

Bélgica suavizará su postura sobre los activos rusos congelados si la UE comparte el riesgo. Financial Times, 10 de septiembre de 2025.

Von der Leyen también afirmó en su discurso sobre el estado de la Unión que «Es hora de romper con las ataduras de la unanimidad», precisando que “Necesitamos avanzar hacia la mayoría cualificada en algunos ámbitos, por ejemplo, en política exterior«. La presidenta de la Comisión pretende avanzar en una centralización aún mayor de las decisiones políticas, para arrinconar a esos incómodos países que tienen la mala costumbre de defender sus intereses nacionales en asuntos tan insignificantes como la seguridad energética. Lo que inmediatamente les supone ser etiquetados como «amigos de Putin»

A los burócratas de Bruselas les molesta que haya gobernantes en contra de destruir sus economías por ponerlas al servicio de intereses ajenos. Así que la solución es modificar las reglas de su “mundo basado en reglas”, cuando las reglas entorpecen sus objetivos, o los de sus patrocinadores.   

El mundo multipolar presenta más opciones para los países no alineados

En el actual contexto geopolítico, la cumbre de la SCO en Tianjin esta vez no ha sido ignorada por los medios occidentales, como ocurrió con la celebrada en septiembre de 2022 en Samarcanda, a la que pusieron sordina. En aquella ocasión, califiqué de nacimiento del mundo multipolar el evento. Tres años después, la SCO ha adquirido una consistencia geopolítica que pocos analistas occidentales anticiparon. En este enlace puedes encontrar la declaración íntegra de la cumbre en español.

El cambio de paradigma en las relaciones internacionales pivota en torno a la capacidad de elección con la que cuentan los países del denominado sur global. Una expresión que no me gusta demasiado, ya que prefiero hablar de la mayoría mundial, más ajustada a la realidad. Norte y sur tienen resonancias coloniales, y la “comunidad internacional” es un término significativamente en desuso, que pretendía generar la ilusión de que la opinión de occidente era la de todo el mundo.

Durante décadas, alinearse con Estados Unidos fue prácticamente la única opción para todos aquellos países que no estaban en la órbita del bloque soviético, o directamente bajo la batuta de Washington. La conferencia de Bandung, y el subsiguiente movimiento de países no alineados, no terminó de ganar tracción política. Visto como una amenaza a su hegemonía por Estados Unidos, y como una oportunidad para la Unión Soviética de frenar la influencia de Washington, sus miembros carecían del pegamento ideológico suficiente para compensar su diversidad. Tampoco contaban con el peso económico necesario para formar un bloque con personalidad geopolítica propia, por no hablar de su dispersión geográfica.

Mundo multipolar.

Sin embargo, el mundo multipolar que está naciendo sí ofrece oportunidades reales a los países que no aceptan el vasallaje que pretende imponerles Estados Unidos, para quien la consigna sigue siendo “o conmigo, o contra mí”. El enfoque de los BRICS, tres de cuyos miembros con mayor peso económico y político lo son también de la SCO, es radicalmente distinto, y la mayoría de los países del mundo está tomando nota.

Es significativo que, inmediatamente después de la cumbre de la SCO en Tianjin, Brasil solicitara una reunión urgente de los BRICS, que se celebró por vía telemática el 8 de septiembre. En el encuentro participaron los máximos mandatarios de Brasil, China, Rusia, Sudáfrica, Egipto, Irán, Indonesia y los Emiratos Árabes Unidos, así como representantes de India y Etiopía, lo que da idea de la importancia que la dirigencia de sus miembros otorga a la organización.

En la cumbre virtual, Xi Jinping recalcó la necesidad de avanzar en la cooperación y la solidaridad, profundizar en el multilateralismo, defender un sistema de comercio multilateral y construir una comunidad para un futuro compartido para la humanidad. El enfoque es significativamente distinto al de la “diplomacia de la cañonera” que está desplegando Estados Unidos en Venezuela. No es de extrañar que 32 países hayan mostrado su interés en unirse a los BRICS.

Xi hace tres propuestas en la cumbre virtual de los BRICS para cementar la solidaridad, avanzar en la cooperación. Titular de Xinhua.

Mientras los BRICS siguen construyendo, paso a paso, una nueva estructura multipolar, Estados Unidos continúa empeñado en que el resto del mundo obedezca sus órdenes, a golpe de cañonazos o de aranceles, con un efecto bumerán idéntico, si no mayor, al de las sanciones contra Rusia.

Las élites de la Unión Europea profundizan en su aislamiento geopolítico, mientras continúan socavando la economía, en una letal huida hacia adelante. Consumidas por sus delirios por recobrar una grandeza extinguida, sus decisiones políticas sólo conseguirán hundirnos en la miseria a todos, menos a ellos, que siempren encuentran un puestazo donde recolocarse. A menos que reaccionemos y les saquemos de sus poltronas, antes de que sea demasiado tarde. 

Estación Alaska: última oportunidad de Trump para salir de Ucrania

25 de agosto de 2025

Lo más positivo de la cumbre de Alaska fue que se celebró

La cumbre celebrada en Alaska entre Donald Trump y Vladímir Putin ofrece la última oportunidad para el presidente de Estados Unidos de salir del fracasado proyecto del Partido Demócrata en Ucrania. Fue Trump quien solicitó la reunión, porque le urge llegar a un acuerdo que le permita salvar la cara antes de que el ejército ucraniano termine de colapsar, lo que sucederá más pronto que tarde.

Como ya analicé en este artículo, Putin está colaborando con Trump en la pantomima de presentarse como mediador porque es el primer interesado en que Estados Unidos deje de financiar la contienda, aportar las armas, proporcionar la inteligencia y, según The New York Times, la propia dirección de la guerra, desde una base en Wiesbaden, Alemania. Al enemigo que huye, puente de plata.

Presentarse como mediador en una guerra por intermediación es una artimaña para disfrazar el papel de Estados Unidos como promotor del conflicto. No todos en Moscú están contentos con este nivel de colaboración con un país del que hacen bien en no fiarse. Pero de momento, el gobierno de Putin está funcionando al unísono con esta estrategia.

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Europa naufraga entre la parálisis, los enfrentamientos y el autoritarismo

25 de marzo de 2025

Europa se niega a asumir la derrota en Ucrania

Europa se está mostrando incapaz de articular una respuesta política coherente y unitaria a la decisión de Donald Trump de afrontar la situación en Ucrania de una manera realista. Las élites europeas rechazan asumir la derrota de la OTAN frente a Rusia e insisten en el delirio de creerse que Europa puede vencer militarmente a Rusia sin la ayuda de Estados Unidos. Los europeos se están haciendo trampas al solitario, porque se empeñan en continuar con la farsa antes que reconocer que la apuesta del Partido Demócrata salió mal, y actuar en consecuencia.

Exactamente eso es lo que está haciendo Donald Trump, y por eso los europeos están de los nervios, porque el reconocimiento por parte de la nueva administración de la realidad sobre el terreno les deja en evidencia frente a su postura negacionista de niño enrabietado.

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