Por qué Putin colabora en el teatro de la mediación de Trump

8 de diciembre de 2025

Putin le echa el primer cable a Trump en Estambul

Vladímir Putin ya le había echado un cable a Donald Trump en mayo, como analicé en este artículo. Para sacarlo de la encerrona preparada por Keith Kellogg – que abandonará su puesto en enero – y los neoconservadores de Estados Unidos y Europa, el presidente ruso ofreció abrir conversaciones directas con Ucrania en Estambul. Trump se aferró a la propuesta porque le permitía esquivar el marco impuesto por los neoconservadores: exigir a Rusia un alto el fuego de 30 días antes de negociar nada, e imponer “sanciones aplastantes” a Moscú y a terceros países si rechazaba el ultimátum.

Trump no estaba dispuesto a aceptar ese planteamiento. Sabía que Rusia rechazaría el alto el fuego y que las sanciones de “jurisdicción de brazo largo”, como las califica China, iban a ser desafiadas por Xi Jinping y Narendra Modi, dejando en evidencia la supuesta capacidad de presión estadounidense. Rusia, además, no tenía motivo alguno para detener su avance en el frente: va ganando, y una tregua sólo daría aire al debilitado ejército ucraniano y a sus desfondados aliados europeos.

Al atribuirse el papel de mediador en un conflicto cuyo desencadenante siempre atribuyó a Joe Biden e, incluso, a la expansión de la OTAN hacia las fronteras rusas, desafiando la narrativa occidental, Donald Trump se colocaba en el medio de un enfrentamiento, cuando en realidad es uno de los contendientes. Hasta Marco Rubio ha reconocido que la guerra en Ucrania es de carácter “proxy”, o por intermediación, entre Estados Unidos y Rusia, y que hay que ponerle fin. Porque Washington ha perdido, añado yo, aunque eso Rubio no lo dijo en la entrevista en Fox News.

El Kremlin afirma que la visión de Rubio sobre el conflicto de Ucrania como una guerra indirecta entre Estados Unidos y Rusia coincide con la de Putin.

Putin se dio cuenta de que Trump intentaba abandonar el descabellado proyecto de derrotar a Rusia para esquilmar sus recursos, así que decidió echarle un cable, porque vio la oportunidad de que el nuevo presidente de Estados Unidos abandonara un proyecto en gran medida bipartidista.  El golpe de Estado del Maidán se produjo en 2014, cuando Barack Obama era el presidente, aunque el plan era transversal, pues contó con el apoyo entusiasta de notorios republicanos, como John McCain, que viajó a Kiev en 2014, y Lindsey Graham, que sigue haciéndolo.

Putin está dispuesto a pasar por alto la notoria contradicción que supone la admisión del carácter «proxy» de la guerra en Ucrania por parte de Marco Rubio, y la actitud de su jefe al presentarse como mediador, porque piensa que le viene bien hacerlo. Por cierto, el secretario de Estado estuvo notoriamente ausente de dos reuniones clave: la última de los ministros de Asuntos Exteriores de miembros de la OTAN, y la que mantuvieron Steve Witkoff y Jared Kushner con Putin, durante 5 horas, en Moscú. ¿Estuvieron 5 horas hablando de Ucrania, o trataron otros temas?

Los motivos por los que Rusia colabora en la escenificación de Trump

Hay motivos adicionales por los que Rusia ha aceptado entrar en esa dinámica, siendo evidente que Estados Unidos está instigando el enfrentamiento desde la revolución naranja de 2004.  Lo primero que hay que señalar es que, de haber ganado las elecciones la candidata demócrata, el restablecimiento del diálogo con Rusia no se habría producido. Kamala Harris habría seguido los pasos de Joe Biden, que para eso pretendían ponerla en la Casa Blanca, repitiendo la cantinela de “as long as it takes” (tanto tiempo como haga falta). Un latiguillo que, de hecho, siguen coreando las élites europeas, comenzando por la propia Úrsula von der Leyen.

Con todos sus defectos, que son innumerables, deleznables y apoteósicos en otros ámbitos de la política exterior, Donald Trump está mostrando unas dosis de realismo sorprendente cuando nos ceñimos a la carpeta de Ucrania. Una posición que no casa con su actitud soberbia, rasgo inherente a todos los presidentes estadounidenses, aunque menos desacomplejado en el caso de Trump. Y ese realismo comienza por asumir que Ucrania está perdiendo la guerra: “No tienes las cartas”, le espetó a Zelenski cuando éste se puso chulito en febrero en la Casa Blanca, y J.D. Vance y el propio Trump le pararon los pies.

Trump: Zelenski “no tiene cartas”, “no debería estar en reuniones” con Rusia. 21 de febrero de 2025.

Rusia se ha dado cuenta de ese giro, que denota que Trump está buscando una salida de Ucrania salvando la cara, y esa es la primera razón por la que está colaborando en el teatrillo del “mediador”. La segunda es que Putin preferiría tener unas relaciones con Estados Unidos donde hubiera más cooperación que enfrentamiento.

Rusia lleva casi cuatro años en guerra. Putin no tiene ningún inconveniente en alcanzar los objetivos fijados en la “operación militar especial” en una mesa. Así lo ha declarado. Si la escenificación de un proceso de negociación donde su contrincante real aparece como mediador le facilita conseguir sus objetivos y abandonar las armas, Putin está dispuesto a explorar esa posibilidad, aunque no debemos soslayar las desconfianzas que alberga el Kremlin respecto a la fiabilidad de su interlocutor, y el cumplimiento de un hipotético acuerdo.

Tanto Putin como Trump son conscientes del trampantojo que representa el papel de mediador que se atribuye el presidente estadounidense. Si Trump realmente quisiera acabar con la guerra en Ucrania, lo tendría muy fácil: bastaría con que cortara de golpe toda ayuda militar y de inteligencia. Aunque desde enero Estados Unidos no financia directamente al gobierno de Kiev, sigue proporcionando armas a Zelenski, a través de los países europeos que se las compran. También continúa amagando con dejar de facilitar información de inteligencia a Ucrania, pero sigue haciéndolo. Si Trump desenchufara a Ucrania, caería en cuestión de semanas.

Trump no lo hace por dos motivos: el primero, porque a pesar de toda su fanfarronería, carece de coraje político para hacerlo. No se atreve a enfrentarse a los neoconservadores y su panoplia de palancas de poder en los distintos estamentos institucionales. Por no hablar de los dos intentos de asesinato que ha sufrido. El segundo, porque sus adversarios políticos, en casa y en Europa, le iban a echar la culpa de la caída de Ucrania, de la derrota de la democracia frente al autoritarismo, y toda esa matraca. Así que Trump está buscando una manera de evitar que le responsabilicen del colapso. Lo tiene difícil, pero lo está intentando.

Europa lucha por hacerse con un puesto en la mesa de negociación

Aunque los europeos están luchando a brazo partido por hacerse con un sitio en la mesa de negociación entre las dos potencias, fundamentalmente para reventarla, parecen lejos de conseguirlo. El desprecio de Trump por la Unión Europea y sus líderes, que apoyaron a su contrincante en las elecciones presidenciales, es manifiesto. El de Putin es asimismo patente. En este caso, las élites europeas se lo han ganado a pulso, desde el momento en que se alinearon con los objetivos de Biden: destruir a Rusia, y fragmentarla en unidades administrativas más manejables, para mejor saquear sus recursos. 

Así pues, tanto Trump como Putin carecen de interés en que los europeos participen en las negociaciones. Ambos son plenamente conscientes de que el único interés de las élites europeas para auparse a un sitio en la mesa es el de reventar cualquier posibilidad de solución pacífica del conflicto.

Las recientes filtraciones de conversaciones entre líderes europeos lo demuestran: Macron advierte de que Trump “podría traicionar” a Ucrania, mientras el presidente de Finlandia, Alexander Stuub, comenta que “No debemos dejar a Ucrania y a Volodimir solos con estos muchachos”, en referencia a Steve Witkoff y Jared Kushner, el nuero de Trump, que están ejerciendo de diplomáticos.

Macron advirtió de que Estados Unidos podría “traicionar” a Ucrania en una llamada filtrada entre líderes, informa Spiegel. Politico, 4 de diciembre de 2025.

Uno de los principales objetivos que motivó la creación de la OTAN fue impedir, a toda costa, que surgiera una alianza estratégica entre la parte occidental del continente europeo y la vasta Rusia. El primer secretario general de la OTAN, Lord Ismay, dijo que el objetivo de la Alianza era “mantener a los rusos fuera, a los estadounidenses dentro y a los alemanes abajo”. Hasta hace poco, esa cita se podía leer en el propio sitio web de la OTAN. Aunque ya ha sido eliminada, se puede consultar en este enlace de archivo.

Mantener a los rusos fuera, a los estadounidenses dentro y a los alemanes abajo. ¿Cómo lo está haciendo la OTAN?

A pesar de ello, desde los años 70, Europa occidental, singularmente Alemania Federal, y Rusia llegaron a acuerdos para que Rusia le suministrara gas natural a través de gasoductos, proporcionándole la energía abundante, próxima y barata que Europa necesitaba para prosperar. La voladura de los gasoductos Nord Stream se enmarca en la estrategia de Estados Unidos de dinamitar, literalmente, ese esquema, que fue tan beneficioso para ambas partes.

Teniendo en cuenta que la guerra provocada por la OTAN en Ucrania ha volado todos los puentes entre Bruselas, Londres y Moscú, podemos colegir que uno de los objetivos estratégicos de Estados Unidos se ha cumplido: las perspectivas de que Europa y Rusia reanuden sus relaciones en unos términos mínimamente civilizados son nulas, al menos en el corto y medio plazo.

Una vez cumplida esa misión, Estados Unidos puede optar por darse por satisfecho en lo que a Europa respecta: su economía está destruida y sin visos de poder recuperarse, al carecer de la energía barata necesaria para hacerlo. Así pues, la derrota en Ucrania, que es ya una cuestión de tiempo, no sería tan amarga. Washington no ha conseguido destruir a Rusia, pero sí ha eliminado las posibilidades de la Unión Europea de convertirse en un competidor geopolítico.

Como botón de muestra, baste señalar que los países bálticos, los más aguerridos verbalmente contra Moscú, ya han pedido el “rescate” a la Unión Europea a causa de las sanciones a Rusia. Bruselas se ha limitado a darles buenas palabras, porque hasta que no se apruebe el próximo presupuesto, en 2028, dinero no va a haber. Y entonces, ya veremos.

Los países bálticos quieren un rescate de la UE después del efecto inverso de las sanciones a Rusia – Politico. Irish Sun, 27 noviembre de 2025.

Trump ha optado por seguir la máxima del obispo de Troyes frente a Atila: “Si no puedes con tu enemigo, únete a él”. La estrategia de presentarse como mediador le está permitiendo restablecer la comunicación con Rusia para, ulteriormente, llegar a acuerdos comerciales, en el terreno de la energía o explotando el Ártico. Al fin y al cabo, Trump es un hombre de negocios.

Por si quedaba alguna duda del giro de Trump, la última edición de la Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, publicada en noviembre, afirma literalmente lo siguiente: Es un interés central de los Estados Unidos negociar un cese expeditivo de las hostilidades en Ucrania, (…) prevenir una escalada o expansión no deseada de la guerra y restablecer la estabilidad estratégica con Rusia”. Lo que viene a ser un reconocimiento de que Rusia ha ganado la partida en Ucrania y toca recomponer los puentes con Moscú. Trump está apostando por el caballo ganador, y aunque el titular del Wall Street Journal es hiperbólico, no es de extrañar que los europeos estén hiperventilando…

EE. UU. da un giro a la historia al presentar a Europa —no a Rusia— como el villano de su nueva política de seguridad. Wall Street Journal, 5 de diciembre de 2025.

Tras esta declaración de intenciones por parte de Trump, a Rusia también le interesa recomponer las relaciones con Estados Unidos. Al fin y al cabo, junto con China, con quien Rusia ya mantiene una asociación estratégica a todos los niveles, los tres países conforman las tres principales potencias económicas y militares del planeta. El restablecimiento de unas relaciones donde primara la cooperación sobre el enfrentamiento, y el comercio sobre las restricciones, favorecería el progreso económico de las tres.

Rusia ha demostrado una gran resiliencia frente a las sanciones, pero es evidente que no le importaría librarse de las impuestas por Estados Unidos. En relación con las procedentes de la Unión Europea, Putin intuye que han llegado para quedarse, pero le molestan menos, porque están dañando mucho más a sus promotores que a su país. Así que esos “imbéciles”, como llegó a calificarles, pueden seguir cavando su propia tumba.

Europa encadena su destino al de Ucrania

A causa de sus erróneas decisiones, Europa es un actor irrelevante en el tablero mundial, porque se encuentra aislada. Putin está firmando acuerdos multimillonarios con Xi Jinping y Narendra Modi, mientras la Unión Europea sigue cavando su tumba con el paquete número 20 de sanciones bumerán. En lugar de virar el trasatlántico, como está intentando Donald Trump, y tratar de restablecer las relaciones con Rusia, por muy complicado que eso resultara ahora mismo, la UE está empeñada en ligar su destino al de Ucrania. Lo cual es garantía de un naufragio del calibre del Titanic.

Europa reclama insistentemente un puesto en la mesa de negociación entre los grandes, pero si de veras quisiera alzarse con un lugar en el tablero geopolítico, lo que debería hacer no es dirigirse a Estados Unidos, su patrón, implorando aunque sea una banqueta en la mesa, sino tratar de emanciparse. Para eso, Europa necesitaría llamar al Kremlin, con la esperanza de que le cogieran el teléfono, para intentar restaurar el diálogo.

A pesar de la rusofobia que profesan los principales líderes nacionales europeos y los burócratas de Bruselas, desde Keir Starmer hasta Kaja Kallas, los rusos son muy prácticos. En octubre de 2022, Putin afirmó que Rusia estaba dispuesta a volver a suministrar gas a Europa a través de los gasoductos Nord Stream, un mes después de su voladura. Conviene recordar que Europa sigue comprando gas a Rusia, sólo que licuado, mucho más caro que el que venía por tubería, y que va a seguir haciéndolo, al menos, hasta el otoño de 2027.

La UE tiene un discurso duro sobre el GNL ruso, pero compra más que nunca en 2025. High North News, 30 octubre de 2025.

Si las élites europeas mostraran propósito de recomponer las relaciones, los rusos quizás se avendrían a reanudar el diálogo. Pero los europeos deberían hacerlo rápidamente, antes de que Ucrania termine de colapsar militar y políticamente, y no les quede ni siquiera esa sobada carta con la que jugar, cuyo valor desciende día a día.

Sin embargo, para que tal escenario se produjera, debería haber un reemplazo de las actuales élites. Con las que están al cargo hoy, tal giro resulta impensable. Úrsula von der Leyen y su patulea no sólo no se plantean un giro en su estrategia de enfrentamiento, sino que siguen dándole vueltas al robo de los activos rusos que Euroclear, con sede en Bruselas, mantiene en custodia, “congelados”, con el propósito de prolongar la guerra.

Estados Unidos y el Banco Central Europeo se han mostrado en contra de la apropiación. El Fondo Monetario Internacional también ha advertido “que cualquier acción relacionada con el uso de los activos inmovilizados de Rusia debe respetar el derecho internacional y nacional y no socavar el funcionamiento del Sistema Monetario Internacional”. Verde y con asas.

Ucrania necesita al menos 90.000 millones de euros para cubrir dos tercios de su presupuesto en los próximos dos años, arguye la reina de Bruselas para justificar el latrocinio. Como reseñé en el artículo anterior, tanto el gobierno belga como la directora de Euroclear se niegan a abrirles la puerta a los ladrones, por más que Úrsula von der Leyen anuncie supuestos acuerdos para consumar el atraco, que distan de haberse materializado, dada la firme oposición belga.

Además de planear un robo multimillonario, que destrozaría la reputación de Europa y el valor de su moneda, asistimos a una escalada verbal por parte de un alto mando europeo de la OTAN, amenazando con adoptar una postura más agresiva frente a Moscú, incluso con la posibilidad de lanzar “ataques preventivos” contra Rusia.

La OTAN considera acción “preventiva” contra los ataques híbridos de Rusia. The Independent, 2 de diciembre de 2025.

El presidente ruso no ha tardado en responder a estas amenazas: ha advertido que en caso de que Europa desate una guerra contra Rusia, la respuesta a la agresión no sería “quirúrgica”, como califica la actuación del ejército ruso en Ucrania, en el marco de lo que Moscú denomina “operación militar especial”.

Que no se piensen las élites europeas que Putin iba a enviar a sus soldados a una guerra de trincheras en la frontera polaca. Que no se hagan líos. Las palabras de Putin no ofrecen ninguna duda: la respuesta rusa a una agresión directa por parte de Europa sería devastadora.

No parece que Estados Unidos saliera al rescate en tal caso. Oficiales del Pentágono transmitieron a diplomáticos europeos en Washington que deberán hacerse cargo de las capacidades de defensa convencionales de Europa en la OTAN en 2027, como fecha límite. Después de décadas sufragando la parte del león, Estados Unidos está traspasando la factura de su defensa a Europa. Habría que ver lo que queda del artículo 5, el que estipula la mutua defensa, en caso de ataque…

Ucrania se desmorona mientras pretende imponer su agenda con ayuda de los europeos

Se suceden las caídas de ciudades estratégicas en la línea del frente – Pokrovsk, Kupiansk, Volchansk – que están abriendo la puerta a que el ejército ruso llegue al río Dnieper, arteria de la economía ucraniana. A partir de ahí, todo es campo hasta Kiev, no hay líneas de defensa. Desde enero, Trump ha cortado el grifo de los dólares. En cuanto a las armas que Biden regalaba a Zelenski, ahora es Europa quien debe comprarlas al complejo militar industrial estadounidense para enviarlas a Kiev. El ejército ucraniano tiene un serio problema para reponer las bajas. En el frente, las perspectivas son muy sombrías para Ucrania: el secretario del ejército de Estados Unidos advierte de una “derrota inminente”.

El secretario del Ejército de EE. UU. advirtió a Ucrania de una derrota inminente mientras impulsaba un plan de paz inicial. NBC News, 26 de noviembre de 2025.

Los casos de corrupción afectan al círculo más próximo a Zelenski. Su jefe de gabinete y mano derecha, Andriy Yermak, renunció después de que la oficina anticorrupción (NABU) efectuara registros en su domicilio, al día siguiente de una entrevista en la que afirmó que Ucrania no iba a ceder ni un ápice en términos de territorio. En los domicilios de los corruptos en Kiev aparecen paquetes con millones de dólares a estrenar, con sellos de la Reserva Federal, y hasta un inodoro de oro

Europa es incapaz de proporcionar el flujo de dinero necesario para sostener económicamente al gobierno de Ucrania, que se aproxima a la quiebra. Por eso apuesta por robar los activos rusos, porque de otro modo tendría que convencer a la ciudadanía europea de que hay que subir los impuestos, suprimir prestaciones sociales, o endeudarse, para enviar dinero al corrupto gobierno de Zelenski. Europa tampoco dispone de armamento suficiente con el que compensar el que ya no llega de Estados Unidos, cuyos arsenales también están perjudicados tras más de tres años de guerra.

Con el ejército al borde de la desbandada, el país a punto de la quiebra, y con sus aliados europeos sin dinero para financiar el fallido Estado ucraniano, Zelenski y las élites europeas encima se creen en la posición de dictar los términos de un acuerdo que resulte favorable a Ucrania y castigue a Rusia por la agresión. El nivel de delirio, de negación de la realidad, alcanza tintes patológicos.

Europa a Trump: tu plan de paz para Ucrania no es ningún plan. Politico, 20 de noviembre de 2025.

El plan estadounidense de 28 puntos para tratar de poner fin al conflicto en Ucrania, del que existen varias versiones, ha sido supuestamente reducido a 19, tras conversaciones con Zelenski y los europeos, para aproximarlo a los intereses ucranianos. A Trump no le importa hacer concesiones sobre el papel a Zelenski y sus titiriteros, porque sabe que Rusia no va a aceptarlas. Cuando llegue la negativa rusa, Trump podrá echarle la culpa a Ucrania por tratar de conseguir un acuerdo sin el respaldo de la situación en el frente: le acusará, con razón, de falta de realismo.

Si Ucrania rechaza la mediación estadounidense, Trump tendrá las manos libres para retirarse, sobre lo que ya ha amagado en el pasado, y dejar que la contienda se resuelva en el campo de batalla. Este es el escenario más probable, según estima John Mearsheimer. Acertadamente, porque las posiciones de Ucrania y Rusia son irreconciliables y el Kremlin no puede renunciar a sus objetivos, que considera imprescindibles para evitar la amenaza existencial que supondría una derrota. Además, Rusia está en posición de conseguirlos por la vía militar. Hace bien Estados Unidos en recomendar a Ucrania que firme un acuerdo, lo antes posible, porque cada día que pasa, Zelenski estará en peor posición para hacerlo.

En cuanto al futuro de Ucrania, en el mejor de los casos quedaría como un Estado residual, aunque yo creo que Rusia no puede consentir que en Kiev queden los rescoldos para que los europeos, ya sin Estados Unidos, pretendan prorrogar el conflicto, alimentando los restos del naufragio.

Rusia necesita desactivar, de la manera lo más efectiva posible, la posibilidad de que Ucrania vuelva a ser utilizada por occidente como un ariete para destruirla. Así que lo más lógico es que intente una operación de cambio de régimen, para asegurarse de que quienes detenten el poder en Kiev sean refractarios a toda veleidad de volver a las andadas.

En cuanto a Zelenski, si no lo asesinan sus compatriotas neonazis tras la derrota, podría acabar exiliado en Londres. Desde allí, junto al MI6, podría continuar una guerra sucia contra Rusia. Europa podría tener la tentación de apadrinar un gobierno ucraniano en el exilio, para seguir financiando una operación menos costosa que una guerra convencional. En cuyo caso, habría que esperar la respuesta del Kremlin al hostigamiento. De una cosa estoy seguro: en ningún caso sería quirúrgica. 

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