Estados Unidos empuja a India hacia China y Rusia, mientras Europa se desmorona

12 de septiembre de 2025

La cumbre de la SCO es una bofetada para Estados Unidos

La foto de Narendra Modi, Xi Jinping y Vladimir Putin, sonrientes en la cumbre de la Organización para la Cooperación de Shanghái (SCO), ilustra el resultado de la histórica política de ordeno y mando de Estados Unidos, a la que Donald Trump le ha inyectado una buena dosis de esteroides y despojado de cualquier vestigio de diplomacia, excepto con los poderosos.

Vladímir Putin, Narendra Modi y Xi Jinping conversan en Tianjin, China. Foto publicada en la cuenta de X de Modi.

La elección de la ciudad de Tianjin como sede de la cumbre de la SCO no es casual. En la segunda mitad del siglo XIX, se convirtió en la ciudad comercial más importante del norte de China, tras ser inaugurada como puerto comercial en 1860, como consecuencia del Tratado de Pekín. Un tratado que el derrotado gobierno de la dinastía Qing se vio obligado a firmar al final de la Segunda Guerra del Opio (1856-1860), cuando Inglaterra impuso por las armas la comercialización del narcótico.

Entre 1860 y 1945, Tianjin albergó hasta nueve concesiones controladas por extranjeros, además de albergar temporalmente un gobierno militar multinacional (1900-1902). El mensaje que transmite la presencia en Tianjin de los líderes de tres naciones tan potentes actualmente como China, India y Rusia es obvio: la dominación extranjera se acabó, y no volverá.

Si Estados Unidos pretendía que Rusia le ayudara contra China, como analicé en este artículo, después de haberle empujado a sus brazos, no sólo no lo ha conseguido, sino que la imposición de aranceles del 50% a India ha logrado, a su vez, empujar a Modi a los brazos de Xi Jinping, porque con Putin ya se llevaba bien. Algunos comentaristas argumentan que Trump se merece el premio Nobel de la Paz por haber conseguido un acercamiento entre dos adversarios históricos.

Trump dice que India y Rusia parecen “perdidas” ante la “China más profunda y oscura”.

Los linces que diseñan la política exterior de Estados Unidos cosechan un éxito estratégico tras otro. Su soberbia les impide reconocer sus errores y adoptar otro enfoque más colaborativo. Sigue pareciéndoles inconcebible que haya países que se nieguen a aceptar el papel de súbditos del imperio. Les parece natural que el resto del mundo les rinda pleitesía.

Hay que reconocer que el comportamiento dócil de algunos países alimenta las fantasías de los sucesivos inquilinos de la Casa Blanca de asomarse al balcón y contemplar un mundo unipolar a sus pies. Mención especial hay que otorgar dentro de esta categoría de vasallos a los europeos, comandados por Úrsula von der Leyen, paradigma de la sumisión vocacional. Volveré sobre ello más adelante.

Rusia y China construirán un gasoducto de gran trascendencia geopolítica

El principal resultado de la cumbre de la SCO en Tianjin fue que Rusia y China firmaron un acuerdo legalmente vinculante para construir el gasoducto Poder de Siberia 2. La tubería, que costará 13.600 millones de dólares, permitirá enviar 50.000 millones de metros cúbicos de gas desde Yamal, en el oeste de Siberia, directamente a China, tras atravesar Mongolia. Esta cantidad significa doblar los suministros de gas ruso a China, durante los próximos 30 años, según anunció Alexéi Miller, el presidente de Gazprom.

Mapa del Poder de Siberia 2. Publicado por Andrew Korybko en Substack.

La consecuencia más importante de este acuerdo es que el gas ruso del Ártico no fluirá a Europa, aunque los europeos dieran un giro de 180 grados a su política y se hincaran de rodillas en el Kremlin, suplicando recuperar los suministros vitales para su economía.

Este tipo de proyectos, que tardan años en gestarse y requieren cuantiosas inversiones, tiene implicaciones de gran calado. El gas se compra con unos determinados fines. La cantidad y duración del suministro acordado permite la planificación a largo plazo de las actividades económicas, un rasgo fundamental en el modelo político chino, que le ha deparado incuestionables éxitos al país. Desde 1970, China ha sacado a 770 millones de personas de la pobreza, y ha erradicado completamente la pobreza extrema. Unos logros a la vista de todos, reconocidos hasta por el Foro Económico Mundial de Davos, la quintaesencia del capitalismo.

Baste una gráfica para contrastar la evolución de la fuerza de trabajo en el sector industrial en China frente a Estados Unidos y Alemania, las otras dos grandes potencias exportadoras de manufacturas. El declive de Alemania queda plasmado en esta infografía del Banco Mundial, recogida por el Foro Económico Mundial.

Empleo en la industria en porcentaje sobre el total, desde 1991 hasta 2023.

Si la Unión Europea, en su carrera hacia el suicidio económico o, mejor dicho, asesinato a manos de sus élites, pretende enajenarse completamente del gas procedente de Rusia en enero de 2028, el acuerdo entre Moscú y Pekín les va a echar una mano. Después de haber consentido la voladura de los gasoductos Nord Stream a cargo de su supuesto aliado, la Unión Europea sigue comprando a Rusia el 13% del gas que importa, aunque ahora en formato de gas natural licuado, mucho más caro que el transportado por tubería.

En lugar de apostar por los contratos a largo plazo, con precios estables que permitan una planificación económica a las empresas, a los cerebros de la Unión Europea se les ocurrió la brillante idea de dejar en manos del mercado el precio del gas, con funestos resultados, como analicé en este artículo.  La incompetencia de las élites europeas sólo es comparable a su soberbia, que está alcanzando un nivel similar a la estadounidense. Con la diferencia de que el peso político y económico de la Unión Europea es incomparable con el de Estados Unidos, como consecuencia de las erróneas decisiones políticas de las élites que anidan en Bruselas. Porque la situación podría ser muy distinta, pero no han querido.

La política punitiva de Estados Unidos contra India ha sido el catalizador que necesitaban Rusia y China para plasmar el proyecto Poder de Siberia 2. Los aranceles estadounidenses del 50% impuestos a India, en castigo por comprar petróleo ruso, han resuelto el dilema de seguridad al que se enfrentaba Modi frente a China. Modi ha entendido que más le valía un acercamiento a sus vecinos geográficos, aunque no ideológicos, antes que aceptar una relación de sometimiento con Estados Unidos, la única que entienden sus sucesivos presidentes.

Fue la administración de Joe Biden quien le ordenó a India que comprara petróleo ruso para estabilizar los precios en el mercado, tras el inicio de la participación directa de Rusia en la guerra de Ucrania, como recordó Bob McNally, exasesor presidencial de George W. Bush, en declaraciones a la CNBC. Ahora Trump le ordena a la India que haga lo contrario, y su secretario del Tesoro acusa a India de enriquecerse, por haber seguido las instrucciones de la administración anterior.

Chris Wright, el comisario de energía estadounidense, dijo al Financial Times que la Unión Europea necesitaba acabar con sus importaciones de gas y petróleo ruso ya, si pretendía que Estados Unidos impusiera más sanciones a Rusia. Trump sabe que la UE no puede cortar de un día para otro las compras de energía a Rusia, por eso le pone unas condiciones de imposible cumplimiento, para justificar su negativa a incrementar las sanciones a Rusia.

Trump tampoco se atreve con China, pero está presionando a la Unión Europea para que imponga sanciones secundarias, en forma de aranceles, al coloso asiático y a India. En relación con esta solicitud, un funcionario del gobierno estadounidense declaró al Financial Times que “Estamos listos para empezar, listos para empezar ahora mismo, pero solo lo haremos si nuestros socios europeos nos acompañan”. Lo que viene a ser la versión diplomática del “pasa tú que a mí me da la risa”.

Donald Trump le dice a la UE que golpee a China e India con aranceles del 100% para presionar a Vladímir Putin. Financial Times, 9 de septiembre de 2025.

Teniendo en cuenta el nivel de genuflexión que alcanza Úrsula von der Leyen ante las pretensiones de Trump, no hay que descartar que ceda a la presión y termine de destruir la economía europea. De hecho, un día antes de la anterior noticia aparecía la de abajo en el mismo medio. Tampoco sería sorprendente que, después de haber empujado a Europa a sancionar a China, Trump no lo hiciera, y dejara a von der Leyen y su séquito colgados de la brocha.

La UE sopesa sanciones a China por las importaciones de energía rusa. Financial Times, 8 de septiembre de 2025.

Europa se enfrenta a una crisis política por culpa de sus élites

India le compra petróleo a Rusia por sus propios intereses. Después de quedarse con lo que necesita, refina el resto y lo revende a Europa, llevándose una tajada por el camino. Estas son las consecuencias de las sanciones a Rusia: que en Europa pagamos la gasolina más cara. Estas son las decisiones políticas que están conduciendo a la Unión Europea, y al Reino Unido, a una serie de crisis políticas, que tienen fundamentalmente causas económicas. Demos un rápido repaso a la situación en las principales potencias del continente europeo.

Precios de la factura de la luz en el mundo, libras al mes.

En el Reino Unido, Keir Starmer reconoce que se ha ocupado fundamentalmente de la política internacional, o sea, de Ucrania, desde que asumió el cargo de primer ministro. Starmer tiene una tasa de aprobación del 22%. La viceprimera ministra, Angela Rayner, dimitió por evasión fiscal, lo que precipitó una crisis de gobierno, que se llevó por delante a la ministra del Interior. El Reino Unido tiene uno de los precios más caros de la energía en el mundo. La industria británica paga un 60% más por cada unidad de energía eléctrica que cualquier otro país europeo, y el recibo de la luz para los hogares es el más caro de Europa.

Un artículo en The Telegraph, que recogía la opinión de varios economistas, afirmaba que el Reino Unido se encaminaba a un rescate del Fondo Monetario Internacional. El revuelo fue considerable, pero otro artículo en el mismo medio, firmado por la editora de la sección de economía, titulaba que ni siquiera un rescate del FMI podría salvar al Reino Unido ahora, debido a las diferencias entre los desafíos económicos actuales y los de los años 70, que motivaron el anterior rescate.

Por qué ni siquiera un rescate del FMI podría salvar a Gran Bretaña ahora. The Telegraph, 8 de septiembre de 2025.

En Alemania, el canciller Friedrich Merz, ha declarado que el estado del bienestar es insostenible. Lo hizo justo antes de que su ministro de Finanzas viajara a Kiev para prometer 9.000 millones de euros anuales al presidente de Ucrania, con el fin de seguir alimentando la guerra contra Rusia.

El estado del bienestar no es sostenible, dice el canciller alemán. The Telegraph, 24 de agosto de 2025.

Según recoge este completo artículo de Werner Rügemer, Friedrich Merz fue presidente del consejo de supervisión de BlackRock en Alemania entre 2016 y 2020, un cargo con responsabilidades estratégicas. Su principal labor fue impulsar la expansión de BlackRock en Alemania, reportando directamente a la sede en Nueva York. Además del sueldo oficial de 150.000 euros anuales, tuvo un contrato de consultoría con condiciones secretas. Durante esos años organizó reuniones privadas entre Laurence Fink, CEO de BlackRock, y altos cargos del gobierno alemán.

Paralelamente, BlackRock se consolidó como el mayor accionista y copropietario de unas 100 empresas clave en Alemania. La canciller Angela Merkel permitió este avance sin oposición y su asesor financiero Lars-Hendrik Röller terminó trabajando en BlackRock. Aunque Merz ahora se presenta desligado de la empresa, su relación con ella sigue siendo cuestionada.

En Francia, Emmanuel Macron también trabajó anteriormente en el sector financiero. En concreto, para la Banca Rothschild. Macron es el protagonista de una carrera meteórica, que sus compañeros en Rothschild juzgaban muy por encima de sus capacidades y conocimientos. Desde que asumió la presidencia, en 2017, Macron ha tenido seis primeros ministros. El último ha sido François Bayrou, que no superó una moción de confianza, tras proponer unos recortes de 43.800 millones en el presupuesto, que hubieran supuesto la congelación de las pensiones, una reducción en el empleo público, y recortes en las inversiones sociales y sanitarias.

El parlamento francés depone al primer ministro, profundizando la crisis política. Titular de Reuters.

Macron fue el primero en sugerir el envío de tropas de la OTAN a Ucrania, en febrero de 2025. Los países agrupados en torno a la “coalición de los dispuestos” están utilizando ese cebo para conseguir que Estados Unidos se comprometa a respaldar las garantías de seguridad que exigen Zelenski y sus patrocinadores europeos. Hasta el momento, sin éxito.

Los europeos han entrado en pánico, y se suceden supuestos ataques rusos – el último, una violación del espacio aéreo polaco a cargo de drones – que tienen origen en la inventiva de los propagandistas, o desprenden un fuerte aroma a falsa bandera. Todo vale con tal de anclar a Donald Trump a un conflicto del que persigue salir, haciendo malabarismos para evitar la imagen de derrota. Preguntado por la supuesta entrada de drones rusos en el espacio aéreo de Polonia, Trump contestó que podía haberse tratado de un error: tiene muy poquitas ganas de activar el artículo 5 de la OTAN, que es lo que pretenden las élites europeas.  

Polonia está en su punto más cercano a un conflicto abierto desde la Segunda Guerra Mundial, dice el primer ministro.

La solución de las élites europeas a la crisis política es más represión

En el Estado español, Pedro Sánchez ha mantenido en vigor la ley mordaza, que aseguró en 2015 que iba a derogar si accedía al cargo. Una promesa que formó luego parte del acuerdo de gobierno que estableció el PSOE con Podemos en diciembre de 2019, y que sigue sin cumplir.

Hasta el año 2023, se habían registrado en España más de 429.000 sanciones relacionadas con la seguridad ciudadana, y más del 76% fueron impuestas por desobediencia, resistencia o negativa a identificarse, o falta de respeto a la autoridad, un auténtico comodín. Hay personas en la cárcel por el simple hecho de manifestarse, sindicalistas por participar en un piquete, o cantantes por cantar, por culpa de esta ley. 

En el Reino Unido van por más de 1.500 detenidos por manifestarse contra el genocidio perpetrado por el gobierno de Israel contra la población palestina. A algunos de ellos se les está aplicando la legislación antiterrorista, aunque su delito consista en sostener un cartel donde proclaman, desde una silla de ruedas, su apoyo a Palestine Action, clasificada de grupo terrorista.

La democracia en el Reino Unido: terroristas en sillas de ruedas.

Son sólo dos botones de muestra del enfoque adoptado por las élites europeas para apagar los innumerables fuegos que está desatando la crisis económica y política, cuyos últimos episodios se están desarrollando en Francia mientras escribo: aplicar más represión en las calles, más censura en las redes sociales.

Para las élites occidentales, la policía sólo reprime cuando se producen protestas en aquellos países donde sus candidatos no ganan las elecciones – Venezuela, Rusia, Bielorrusia, Georgia – o donde agitan revoluciones de colores para tratar de derribar gobiernos y colocar a sus peones – Bangladés, Irán, o Indonesia, casualmente incorporada este año a los BRICS –. En los países donde gobiernan las élites occidentales, la policía se limita a salvaguardar el orden público, aunque se dedique a moler a palos a pacíficos manifestantes.

El discurso de Úrsula von der Leyen sobre el estado de la Unión presagia un incremento de la militarización del bloque y de los ataques a la libertad de expresión. El anuncio de “nuevas herramientas” para combatir la “manipulación de la información” y la “desinformación” se inscribe plenamente dentro del neolenguaje orwelliano que maneja la burocracia de Bruselas. Todo ello, mientras la presidenta de la Comisión se dispone a seguir saboteando la economía europea, maquinando junto a Kaja Kallas nuevos paquetes de sanciones bumerán contra Rusia.

Entre los valores europeos y democráticos que la UE afirma defender se abre camino también el del latrocinio. Bélgica acaba de mostrarse abierta a una mayor flexibilización del modo en el que trata los activos rusos depositados en Euroclear para maximizar los beneficios que obtiene, siempre y cuando las nuevas medidas a adoptar sean robustas jurídicamente, y los riesgos sean compartidos. Los abogados de la UE llevan años tratando de encontrar la solución jurídica para legalizar el robo. Se ve que cada vez están más cerca, siempre que el marrón, cuando les pillen, se lo coman entre todos los miembros.

Bélgica suavizará su postura sobre los activos rusos congelados si la UE comparte el riesgo. Financial Times, 10 de septiembre de 2025.

Von der Leyen también afirmó en su discurso sobre el estado de la Unión que «Es hora de romper con las ataduras de la unanimidad», precisando que “Necesitamos avanzar hacia la mayoría cualificada en algunos ámbitos, por ejemplo, en política exterior«. La presidenta de la Comisión pretende avanzar en una centralización aún mayor de las decisiones políticas, para arrinconar a esos incómodos países que tienen la mala costumbre de defender sus intereses nacionales en asuntos tan insignificantes como la seguridad energética. Lo que inmediatamente les supone ser etiquetados como «amigos de Putin»

A los burócratas de Bruselas les molesta que haya gobernantes en contra de destruir sus economías por ponerlas al servicio de intereses ajenos. Así que la solución es modificar las reglas de su “mundo basado en reglas”, cuando las reglas entorpecen sus objetivos, o los de sus patrocinadores.   

El mundo multipolar presenta más opciones para los países no alineados

En el actual contexto geopolítico, la cumbre de la SCO en Tianjin esta vez no ha sido ignorada por los medios occidentales, como ocurrió con la celebrada en septiembre de 2022 en Samarcanda, a la que pusieron sordina. En aquella ocasión, califiqué de nacimiento del mundo multipolar el evento. Tres años después, la SCO ha adquirido una consistencia geopolítica que pocos analistas occidentales anticiparon. En este enlace puedes encontrar la declaración íntegra de la cumbre en español.

El cambio de paradigma en las relaciones internacionales pivota en torno a la capacidad de elección con la que cuentan los países del denominado sur global. Una expresión que no me gusta demasiado, ya que prefiero hablar de la mayoría mundial, más ajustada a la realidad. Norte y sur tienen resonancias coloniales, y la “comunidad internacional” es un término significativamente en desuso, que pretendía generar la ilusión de que la opinión de occidente era la de todo el mundo.

Durante décadas, alinearse con Estados Unidos fue prácticamente la única opción para todos aquellos países que no estaban en la órbita del bloque soviético, o directamente bajo la batuta de Washington. La conferencia de Bandung, y el subsiguiente movimiento de países no alineados, no terminó de ganar tracción política. Visto como una amenaza a su hegemonía por Estados Unidos, y como una oportunidad para la Unión Soviética de frenar la influencia de Washington, sus miembros carecían del pegamento ideológico suficiente para compensar su diversidad. Tampoco contaban con el peso económico necesario para formar un bloque con personalidad geopolítica propia, por no hablar de su dispersión geográfica.

Mundo multipolar.

Sin embargo, el mundo multipolar que está naciendo sí ofrece oportunidades reales a los países que no aceptan el vasallaje que pretende imponerles Estados Unidos, para quien la consigna sigue siendo “o conmigo, o contra mí”. El enfoque de los BRICS, tres de cuyos miembros con mayor peso económico y político lo son también de la SCO, es radicalmente distinto, y la mayoría de los países del mundo está tomando nota.

Es significativo que, inmediatamente después de la cumbre de la SCO en Tianjin, Brasil solicitara una reunión urgente de los BRICS, que se celebró por vía telemática el 8 de septiembre. En el encuentro participaron los máximos mandatarios de Brasil, China, Rusia, Sudáfrica, Egipto, Irán, Indonesia y los Emiratos Árabes Unidos, así como representantes de India y Etiopía, lo que da idea de la importancia que la dirigencia de sus miembros otorga a la organización.

En la cumbre virtual, Xi Jinping recalcó la necesidad de avanzar en la cooperación y la solidaridad, profundizar en el multilateralismo, defender un sistema de comercio multilateral y construir una comunidad para un futuro compartido para la humanidad. El enfoque es significativamente distinto al de la “diplomacia de la cañonera” que está desplegando Estados Unidos en Venezuela. No es de extrañar que 32 países hayan mostrado su interés en unirse a los BRICS.

Xi hace tres propuestas en la cumbre virtual de los BRICS para cementar la solidaridad, avanzar en la cooperación. Titular de Xinhua.

Mientras los BRICS siguen construyendo, paso a paso, una nueva estructura multipolar, Estados Unidos continúa empeñado en que el resto del mundo obedezca sus órdenes, a golpe de cañonazos o de aranceles, con un efecto bumerán idéntico, si no mayor, al de las sanciones contra Rusia.

Las élites de la Unión Europea profundizan en su aislamiento geopolítico, mientras continúan socavando la economía, en una letal huida hacia adelante. Consumidas por sus delirios por recobrar una grandeza extinguida, sus decisiones políticas sólo conseguirán hundirnos en la miseria a todos, menos a ellos, que siempren encuentran un puestazo donde recolocarse. A menos que reaccionemos y les saquemos de sus poltronas, antes de que sea demasiado tarde. 

Estación Alaska: última oportunidad de Trump para salir de Ucrania

25 de agosto de 2025

Lo más positivo de la cumbre de Alaska fue que se celebró

La cumbre celebrada en Alaska entre Donald Trump y Vladímir Putin ofrece la última oportunidad para el presidente de Estados Unidos de salir del fracasado proyecto del Partido Demócrata en Ucrania. Fue Trump quien solicitó la reunión, porque le urge llegar a un acuerdo que le permita salvar la cara antes de que el ejército ucraniano termine de colapsar, lo que sucederá más pronto que tarde.

Como ya analicé en este artículo, Putin está colaborando con Trump en la pantomima de presentarse como mediador porque es el primer interesado en que Estados Unidos deje de financiar la contienda, aportar las armas, proporcionar la inteligencia y, según The New York Times, la propia dirección de la guerra, desde una base en Wiesbaden, Alemania. Al enemigo que huye, puente de plata.

Presentarse como mediador en una guerra por intermediación es una artimaña para disfrazar el papel de Estados Unidos como promotor del conflicto. No todos en Moscú están contentos con este nivel de colaboración con un país del que hacen bien en no fiarse. Pero de momento, el gobierno de Putin está funcionando al unísono con esta estrategia.

La reunión en Alaska entre Trump y Putin, impensable bajo una administración demócrata, fue positiva por el mero hecho de que se celebrara. El restablecimiento del diálogo entre las dos principales potencias nucleares del mundo debería ser un motivo de alegría para cualquiera con dos dedos de frente, lo que excluye ipso facto a las élites europeas. La diplomacia consiste en hablar con tus adversarios. Hacerlo con tus aliados no tiene especial mérito. Lamentablemente, hablar de paz encuentra las mayores resistencias en el continente europeo, donde se desarrolla la guerra.

Trump y Putin se saludan sobre la alfombra roja. Fotografía: AP Photo/Julia Demaree Nikhinson.

Aunque los medios occidentales hayan sostenido lo contrario, Steve Witkoff viajó a Moscú para solicitar la reunión, porque Trump no quería llegar a la fecha límite que había señalado para imponer sanciones adicionales a Rusia, por la sencilla razón de que no era partidario de materializarlas.

El Kremlin vio clara la oportunidad para dar un salto cualitativo en el terreno diplomático, nada menos que con una cumbre entre los dos líderes, tras haber impuesto su marco de negociación en mayo, con la celebración de reuniones en Estambul entre las delegaciones rusa y ucraniana. Con el encuentro en Alaska, Putin volvía a echarle otro cable a Trump y las relaciones entre Rusia y Estados Unidos entraban en una nueva fase.

La elección de Alaska añadió valor simbólico al hecho de que el presidente ruso pisara suelo estadounidense, rompiendo un pretendido aislamiento, limitado al bloque occidental. Alaska fue territorio ruso y sólo se halla separada cuatro kilómetros de Rusia. Una distancia muy corta la que separa a las dos potencias rivales, que alude a la posibilidad de tender puentes. Como de hecho están haciendo, superando enormes obstáculos.

Putin arrastra una orden de detención por parte de la Corte Penal Internacional, un organismo cuya jurisdicción Estados Unidos no reconoce. Al presenciar el encuentro entre Trump y Putin en una base militar estadounidense, a las ninguneadas élites europeas les rechinaban los dientes: la imagen de ambos líderes juntos constataba su papel de comparsas, rabiosos ante la estampa de Trump recibiendo con aplausos a Putin, sobre una alfombra roja.

Trump aplaude a Putin, que se aproxima sobre la alfombra roja. Fotografía: Getty Images.

La desconfianza estadounidense en Trump provoca el cambio de formato

Ya he comentado en anteriores artículos los palos en las ruedas que le están metiendo a Trump en sus intentos de abandonar el proyecto demócrata de derrotar a Rusia. En este caso, el hecho de verse con Putin en suelo estadounidense ya representa un triunfo de Trump. Pero las élites decidieron que un encuentro a solas entre ambos líderes era demasiado peligroso, e impusieron un cambio de formato de última hora: la reunión no se celebraría a solas, sino en un formato tres a tres. Marco Rubio y Steve Witkoff escoltaron a Trump, teniendo el primero de ellos el encargo de vigilarle.

No sabemos de quién surgió la idea de que Putin se subiera al coche de Trump. Podría haber surgido del estadounidense, que quería comunicarse con el presidente ruso en privado. También podría haber sido Putin, que es más listo, y fue el que más habló durante los pasos que dieron juntos sobre la alfombra roja, lejos de los micrófonos.

El presidente ruso también está interesado en propiciar un acuerdo que permita a Trump salir de Ucrania, y que facilite alcanzar sus objetivos, sin tener que seguir disparando. En cualquier caso, el breve trayecto en coche les proporcionó la oportunidad de comunicarse a solas, en un gesto que también proyectaba complicidad.

Quienes pretenden echarle agua al vino de la reunión ponen el foco en que sólo duró tres horas, en un formato impuesto a Trump, que ni siquiera hubo un posterior almuerzo, y que en la comparecencia posterior ante la prensa, no se admitieron preguntas.

En realidad, lo que indican estos tres datos es que ambas delegaciones trabajaron en serio y, con toda seguridad, llegaron a algunos acuerdos. Que no hubo almuerzo, porque hubiera sido el marco ideal para que se produjeran filtraciones. Y que los presidentes no admitieron preguntas de la prensa, para mantener la discreción sobre lo tratado. Ambos se limitaron a colocar los mensajes previamente pactados.

Aunque las presiones de los neoconservadores se tradujeron en un cambio del formato previsto, la ausencia de filtraciones, al menos inmediata, revela que rusos y estadounidenses están buscando el fin del conflicto en Ucrania. La discreción es condición imprescindible para el éxito de una negociación. Aunque no lo presuponga, su ausencia es garantía de fracaso. Máxime en un caso como éste, donde se agolpan los enemigos de que salga a flote.

Rusia sigue avanzando diplomáticamente

Existe un hecho fundamental, que las élites europeas y ucranianas se empeñan en ignorar, y que está incrementando la capacidad persuasiva del Kremlin para imponer tanto su marco, como sus condiciones, en la negociación: Rusia está ganando la guerra. Hasta los más beligerantes y proucranianos medios occidentales, como The Telegraph, están admitiendo que Ucrania ya la ha perdido.

Ucrania ha perdido. Gran Bretaña debe prepararse ahora para el próximo embate de Rusia. The Telegraph, 14 de agosto de 2025.

Las élites europeas que arropan a Zelenski pretenden forzar sus condiciones en una negociación de la que están excluidos, y de cuyo contenido se les informa parcialmente, y a posteriori. Una posición que no casa con su condición de perdedores. El que gana en una guerra es el que impone sus términos, no el que pierde.

Como las élites europeas se niegan a asumir la realidad, se humillan ante Trump con la esperanza de que le dé la vuelta a la tortilla: que ofrezca garantías de seguridad a Ucrania, ya que no la entrada en la OTAN, al menos del mismo carácter que el famoso artículo 5. Que proporcione cobertura a las tropas europeas que se desplieguen en Ucrania. Que no haya limitaciones en el tamaño del ejército ucraniano. Y además, que el Kremlin acepte este nuevo empaquetado de sus viejas pretensiones. Europa pretende que Rusia se coma la misma sopa que viene rechazando, cambiándole el plato.   

Los neoconservadores que están utilizando a los europeos anhelan que Estados Unidos se enfrente directamente con Rusia, ya que su ariete no lo ha conseguido. Que derribe el gobierno de Putin y, una vez instalados los adecuados títeres, proceda a trocear su inmenso territorio en unidades más manejables. Un objetivo anunciado por Kaja Kallas antes de asumir su actual puesto en la Unión Europea, con el fin último de despojar a Rusia de sus ingentes recursos.

La ministra entrante de Asuntos Exteriores de la UE aprueba romper Rusia en estados más pequeños. Titular de The Organization for World Peace.

Sin embargo, en este caso, Trump está actuando conforme no sólo a sus intereses políticos y a sus promesas electorales, sino de acuerdo con los de su país. Porque a Estados Unidos le interesa salir de Ucrania antes de que se desmorone completamente.

Por eso Trump está asumiendo el marco y las condiciones que Putin le planteó en Alaska, esquivando las presiones de los neoconservadores. Por eso Trump ya ha dicho que no hace falta alcanzar un alto el fuego, aunque Merz y Macron sigan parloteando sobre su necesidad: porque sabe que Rusia no va a aceptar una condición que supondría perder el impulso con el que cuenta ahora en el frente, ofreciendo al enemigo la oportunidad de recomponer sus maltrechas y escasas fuerzas.

Trump deja caer la exigencia de un alto el fuego para la guerra en Ucrania después de la cumbre con Putin. The Washington Post, 16 de agosto de 2025.

Por eso Trump tampoco está dispuesto a aplicar esas sanciones aplastantes que propugna Lindsey Graham, en forma de aranceles de hasta el 500%, a quienes compren petróleo y gas a Rusia. Tal es así, que Scott Bessent, el secretario del Tesoro, advirtió a los europeos que con el tema de las sanciones “se aguantaran o se callaran”.

Marco Rubio remachaba la negativa de su jefe en una entrevista, donde afirmó que no creía que la imposición de sanciones adicionales forzase a Rusia a aceptar un alto el fuego. Por el contrario, hacerlo dificultaría la capacidad de Estados Unidos de atraer a Rusia a la mesa de negociaciones, y había que dar una oportunidad a la paz.

Por eso, hasta el momento el proyecto de Lindsey Graham se ha quedado en una amenaza de imponer unos aranceles del 50% a India, con quien las cifras de comercio son notablemente inferiores a las que mantiene con China.

Las refinerías estatales de India aumentan las compras de petróleo ruso a pesar de las críticas de Estados Unidos. Titular de Bloomberg, 20 de agosto de 2025.

India no se ha amilanado por los aranceles, y ya ha advertido que va a seguir comprando petróleo a Rusia, por sus propios intereses. Una actividad comercial que además contribuye a estabilizar el mercado del petróleo, según afirmaba  Subrahmanyam Jaishankar, el ministro de Asuntos Exteriores indio, en rueda de prensa conjunta con su homólogo ruso, Serguéi Lavrov.  

Trump le regala los oídos a los europeos, que intentan sobornarle

Tras haber dejado caer la exigencia de un alto el fuego como condición previa para negociar, y de haber descartado la imposición de sanciones adicionales a Rusia, Trump tiene que echarles algo de alpiste a Zelenski y a sus vasallos europeos. Por eso hablaba de la posibilidad de una reunión entre Putin y Zelenski e, incluso, de una cumbre trilateral, en la que también participaría él. Los medios occidentales se han dedicado a amplificar la posibilidad de esa reunión, hablando incluso de posibles fechas y lugares, pero ese encuentro entre el presidente ruso y el ucraniano no se va a producir.

Con un lenguaje muy diplomático, sin descartar de plano la posibilidad, para no dejar en evidencia a Trump, los rusos dejaron claro que ese tipo de encuentros en la cumbre precisan de un minucioso trabajo previo y, en este caso, sólo se produciría cuando el acuerdo estuviera prácticamente hecho, y los líderes de ambos países se vieran las caras para rubricarlo. El mensaje se hizo más tajante según pasaron los días, para evidenciar que Rusia rechazaba las presiones en este sentido.

“No hay ninguna reunión prevista” entre Putin y Zelenski, afirma alto diplomático ruso. New York Times, 22 de agosto de 2025.

Para edulcorar su negativa, Rusia se ha mostrado partidaria de elevar el rango de la delegación que participa en las reuniones en Estambul. Un ofrecimiento que subraya que el marco que impuso en mayo, con la aquiescencia de Trump, sigue siendo el único formato que contempla. Hasta la fecha sólo se han celebrado tres reuniones en ese formato, con magros resultados, dada la obcecación ucraniana en tratar de imponer condiciones a Rusia, sin tener las cartas para ello, como le recordó Trump a Zelenski en el despacho oval.

Tras el enfrentamiento que se produjo entre ambos en febrero, que los medios siguen manipulando para reforzar el victimismo de Zelenski, el presidente ucraniano y la troupe de europeos que le escoltaron a la Casa Blanca cambiaron la estrategia en la última reunión. Hasta 11 veces en cuatro minutos y medio agradeció Zelenski a Trump el apoyo de Estados Unidos a Ucrania. La adulación fue la tónica general de los mandatarios europeos. El único que sacó los pies del plato fue Friedrich Merz, que siguió hablando de la necesidad de un alto el fuego, lo que estuvo a punto de hacer saltar a Trump.

Decir ‘gracias’ a Trump está arriba en la agenda de Zelenski y otros líderes. The Washington Post, 18 de agosto de 2025.

Además de arrastrarse delante de su “papá”, en gráfico apelativo de Mark Rutte, Zelenski y los europeos venían con un plan: intentar sobornar a Donald Trump para que siga implicado en la guerra de Ucrania. Así debe calificarse la oferta que el presidente ucraniano le hizo a Trump en la última reunión en la Casa Blanca: comprarle a Estados Unidos armas por valor de 100.000 millones de dólares, que serían financiadas por Europa.

Ucrania ofrece a Trump un acuerdo de 100.000 millones de dólares en armas para ganar garantías de seguridad. Financial Times, 18 de agosto de 2025.

Estados Unidos y la OTAN ya presentaron ante la prensa un acuerdo para que los europeos paguen las armas que la alianza enviaría subsiguientemente a Ucrania. Un esquema diseñado para prolongar la guerra lo más posible, aunque las probabilidades de una victoria ucraniana frente a Rusia hace mucho que se disiparon, si es que alguna vez existieron.

Este nuevo anzuelo tiene el objetivo de camelar a Trump para que aporte garantías de seguridad a Ucrania, que es el nuevo mantra de Zelenski y sus apoyos, una vez que ha quedado claro que el ingreso en la OTAN es una entelequia que no se va a materializar. Los europeos están dispuestos a sufragar el soborno, con tal de arrancar a Trump un acuerdo que incluya el equivalente al artículo 5 de la OTAN.

El cebo también incluye una propuesta para que Washington y Kiev financien conjuntamente compañías ucranianas que fabrican drones, por valor de 50.000 millones. Una cifra que representa el 26% del presupuesto estatal anual de Ucrania, que ya ha pedido 40.000 millones a sus patrocinadores para afrontar el año próximo sin caer en la bancarrota. Otra trampa para anclar a Estados Unidos a Ucrania. 

Trump esquiva la trampa europea y toma distancias

Donald Trump ya ha dejado clara la nueva posición de Estados Unidos: «No damos nada. Vendemos armas». El problema del anzuelo que le han tirado Zelenski y los europeos a Trump es que ni Estados Unidos tiene la capacidad de producir las armas que le reclaman, ni Europa tiene el dinero necesario para comprarlas, ni Ucrania dispone de los soldados imprescindibles para usarlas. Todo es una farsa.

Titular de Zero Hedge, 19 de agosto de 2025.

Como Trump sigue queriendo endulzarles la píldora a los europeos, su secretaria de prensa, Karoline Leavitt, tras descartar las famosas “botas sobre el terreno”, dejó abierta la posibilidad a que la contribución de Estados Unidos a las garantías de seguridad que reclaman Zelenski y las élites europeas tuvieran forma de apoyo desde el aire. Eso fue un error de Trump, que rápidamente fue rectificado por el Pentágono. Si a los neoconservadores les das una mano, te cogerán el pie. 

El Pentágono dice que Estados Unidos desempeñará un papel mínimo en las garantías de seguridad de Ucrania. Politico, 20 de agosto de 2025.

Nadie se cree que los europeos vayan a desplegar tropas en Ucrania, y menos que los Estados Unidos les fueran a dar cobertura aérea, para garantizar un alto el fuego que no se va a producir. Rusia no va a aceptar ninguno de estos escenarios. Si Macron es tan irresponsable como para enviar soldados franceses a Odessa, puede tener bien seguro que los rusos no se van a quedar de brazos cruzados.

Exclusiva: Exigencia de Putin a Ucrania: entregar el Donbass, no OTAN y no tropas occidentales, dicen fuentes. Reuters, 22 de agosto de 2025.

Los europeos siguen sin entender, como sí ha hecho Trump, que la guerra en Ucrania como colofón de la expansión de la OTAN hasta las fronteras rusas, tiene el carácter de una amenaza existencial para Rusia. El despliegue de tropas europeas en Ucrania es una línea roja que el Kremlin no va a dejar traspasar. La memoria de los 27 millones de muertos en la Gran Guerra Patria sigue bien presente en Rusia. Putin no va de farol, por mucho que los europeos se autoengañen al respecto.

Los medios occidentales se han encargado de descontextualizar la involucración directa de Rusia en la guerra civil que se desarrollaba en Ucrania desde 2014, presentándola como el capricho imperialista de Putin. Sin embargo, al poner el foco sobre los territorios, las élites europeas, que no escuchan lo que dice el gobierno ruso, ignoran deliberadamente que la motivación que impulsó a Putin a meter el ejército en el Donbass fue la de proteger a la población rusa, que venía siendo machacada desde el golpe de Estado del Maidán.

Por eso, Rusia sigue recordando que la única manera de poner fin al conflicto de manera duradera es afrontar las causas profundas que lo provocaron. Por este motivo, las garantías de seguridad no pueden afrontarse de manera previa a un acuerdo de paz duradero, como pretende Zelenki. El 21 de agosto, el presidente ucraniano ponía una condición de imposible cumplimiento para reunirse con Putin, para echarle la culpa al presidente ruso de que no lo haga.

Zelenski dice que quiere garantías de seguridad antes de reunirse con Putin. The Moscow Times, 21 de agosto de 2025.

Las garantías de seguridad han de venir al final, junto con el acuerdo, si es que alguna vez se alcanza. Algo muy improbable, dadas las posiciones de las partes. Unas garantías de seguridad que ya estaban contempladas en el preacuerdo de Estambul de 2022, que los occidentales tumbaron, y que ahora sin embargo reclaman.

Para solucionar este espinoso asunto, no queda más remedio que rediseñar la arquitectura de seguridad en el continente europeo, de manera que se tengan en cuenta también los intereses de seguridad de la propia Rusia, como ha recordado Lavrov: “Sin respeto por los intereses de seguridad de Rusia y los derechos de los rusos y de las personas ruso-parlantes que viven en Ucrania, no se puede hablar de ningún acuerdo a largo plazo”.

Sin embargo, nada parece indicar que Europa esté dispuesta a abrir ese melón tan necesario para alcanzar una paz duradera en el continente. Por el contrario, las élites europeas no están dispuestas en ningún modo a soltar el hueso que han mordido en Ucrania. Llevan años demonizando a Rusia, tratando de instalar en las mentes de los europeos la rusofobia necesaria para que acepten la militarización del presupuesto, con la amenaza de una supuesta invasión que no se creen ni ellos.

Si la guerra en Ucrania se acabara, el fracaso de la estrategia europea sería evidente, y a sus élites no les quedaría más remedio que volver a ocuparse de sus asuntos domésticos, donde se enfrentarían a una población que les iba a exigir cuentas por haber dejado Europa como un erial, para no haber conseguido nada. Por no hablar de que cesaría el actual flujo de cantidades astronómicas de dinero, que escapan a cualquier escrutinio respecto a su destino final. Por eso intentan prolongarla lo más posible.   

Trump tampoco tiene el coraje político para dar marcha atrás en la expansión de la OTAN, porque sabe que a la tercera el francotirador podría acertar. Así que ha optado por una estrategia de retirada paulatina. Trump es consciente que el camino que comenzó a andar sobre la alfombra roja de una base militar en Alaska es la última oportunidad que tiene para sacar a Estados Unidos de Ucrania de una manera mínimamente honrosa.

Por eso, tras haberle regalado los oídos a Zelenski y a los europeos, y probablemente también algo a los rusos en Alaska, ha declarado que abandona sus pretensiones de organizar una cumbre trilateral. Trump deja a rusos y ucranianos la iniciativa para organizar un encuentro entre Zelenski y Putin, porque sabe que no se va a producir, y es mejor tirar la toalla antes de quedar en evidencia.

Trump se aparta de las conversaciones de paz entre Rusia y Ucrania por el momento, dicen fuentes. The Guardian, 21 de agosto de 2025.

Dada la actitud obstruccionista de los europeos, Tulsi Gabbard ha dado órdenes a las agencias de inteligencia bajo su mando para que no compartan información acerca de las negociaciones entre Rusia y Ucrania con el grupo de los “Cinco Ojos”, que incluye al Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda. Definitivamente, Trump no se fía de los europeos.

Mientras tanto, Rusia continúa rompiendo las defensas ucranianas en la línea del frente, y se carga de argumentos para seguir imponiendo sus condiciones en el ámbito diplomático. Trump haría bien en saltar de Ucrania, antes de que le achaquen el colapso del ejército ucraniano, por no haber hecho lo suficiente. Algo que probablemente va a ocurrir de cualquier modo.

A estas alturas, tras el estrepitoso fracaso del proyecto de Obama y Biden, a lo único que puede aspirar Trump es a una estrategia de contención de daños. La alternativa es dejarse arrastrar por las marionetas de los neoconservadores – Zelenski y los europeos – hacia una derrota aún más ignominiosa.

Trump desnuda al imperio y sus vasallos

8 de agosto de 2025

Por qué a las élites no les gusta Trump

Desde que comenzó su carrera política en 2015, tras haberse convertido en un personaje público gracias a su programa televisivo The apprentice, Donald Trump ha sido objeto de reiteradas campañas, a todos los niveles, para descalificarle. Con la excepción de sus aliados, y no siempre, el actual presidente de Estados Unidos sólo ha recibido reprobaciones y persecución judicial por parte de sus adversarios políticos, críticas de la inmensa mayoría de los medios de comunicación occidentales y, hasta el inicio de su segundo mandato, también de la Unión Europea. Por no hablar de los intentos de asesinarle.

Pero las críticas no se centran tanto en las motivaciones que impulsan sus erráticas y contradictorias decisiones políticas, como en las formas que despliega el voluble Donald Trump. Lo que repele de Trump a quienes atesoran en realidad el poder son sus formas, soeces en ocasiones, que dejan al desnudo la realidad del imperio.

Donald Trump señalándole al mundo lo que tiene que hacer.

Las élites que manejan las decisiones políticas de largo alcance no soportan que un personaje salido de un programa de telerrealidad, mal encarado y peor hablado, ocupe la Casa Blanca y manifieste a las claras cuáles son las verdaderas intenciones de Estados Unidos, tanto desde el despacho oval, como desde su perfil en una red social.

Las élites que diseñan, entre bambalinas, los designios del imperio detestan que Donald Trump actúe sin tapujos, proclamando la inequívoca voluntad de Estados Unidos de regir un mundo unipolar, donde solo tolera vasallos.

La invisible casta que detenta el poder real prefería la hipocresía del Partido Demócrata, y su narrativa centrada en la trilogía de democracia, libertad y derechos humanos, repetida ad nauseam por los obedientes medios de comunicación a su servicio. Las élites también preferían la estrategia del Partido Demócrata, enfocada en las políticas identitarias para dividir y enfrentar a la clase trabajadora, antes que la utilización de los inmigrantes como chivo expiatorio y cortina de humo para ocultar la dominación de la oligarquía estadounidense.

Princeton concluye qué clase de gobierno tiene América realmente, y no es una democracia.

Este es el principal objetivo de lo que se ha dado en llamar woke, o wokismo en el ámbito hispanohablante: relegar la lucha de clases al baúl de los recuerdos para sustituirla por las políticas identitarias, con la intención de impedir la unidad de la clase trabajadora. Esa es su receta para desviar la atención de lo que realmente importa: el incremento de la desigualdad en beneficio de la oligarquía. Así es como define un estudio de la Universidad de Princeton el régimen de Estados Unidos.

A las élites no les gusta nada que Donald Trump pretenda sustituir la ideología woke por la xenofobia, o que coquetee con el supremacismo blanco, en un país donde los blancos se hallan en minoría y franco declive. No porque los inmigrantes irregulares les importen nada, más allá de su papel para tirar de los salarios a la baja, sino porque el odio al extranjero es difícil de vender en un país que surgió de la emigración europea, tras la aniquilación de la población autóctona. Y además queda feo. 

Las élites, el estado profundo, los grupos de poder, o como prefiramos denominar a quienes mandan de verdad, sin necesidad de presentarse a unas elecciones, prefieren la hipocresía y los trampantojos a la verdad descarnada que profiere Trump cada vez que abre la boca, o escribe en Truth Social.

Las élites son más partidarias de transmutar un discurso de Martin Luther King, que proclamaba la necesidad de “permanecer despiertos” frente a la gran revolución social que estaba barriendo el orden colonial, en una herramienta políticamente correcta para dividir a la clase trabajadora. La expresión “remain awake” fue transformada posteriormente en “stay woke” por la cantante afroamericana Erykha Badu.

Cita del discurso de Martin Luther King “Remaining Awake Through a Great Revolution”.

La capacidad del sistema capitalista para absorber, reciclar y transformar los movimientos sociales en su contra en herramientas para consolidar su dominación recuerda la filosofía del judo: aprovechar la fuerza del adversario a tu favor. Hay que reconocer que lo borda.

Las élites son mucho más partidarias de la hipocresía cínica para ocultar la verdadera naturaleza de sus intenciones que del estilo descarnado de Donald Trump.  Por eso no le tragan, por eso hicieron cuanto estaba en su mano para sabotear su primer mandato, echando mano de la conspiración del Russiagate. Por eso echaron mano del lawfare para tratar de impedir que volviera a la Casa Blanca. Por eso trataron dos veces de asesinarle, y por eso siguen empeñadas en reconducir sus políticas, cuando van en contra de sus designios. Como está ocurriendo en relación con la guerra de la OTAN contra Rusia en Ucrania, por poner el ejemplo más obvio.

Cuando los aranceles se convierten en armas geopolíticas

Los aranceles fueron la principal herramienta usada por las potencias coloniales para alzarse a la categoría de hegemónicas. Sobre aranceles se construyó el imperio británico, y sobre aranceles pretende Donald Trump seguir basando la dominación mundial de Estados Unidos, transformando una herramienta económica en una de carácter geopolítico.

Los aranceles que pretende imponer Trump al resto del mundo, con erráticos criterios, no sólo buscan compensar la merma de ingresos para el estado provocada por la bajada de impuestos de su “Big Beautiful Bill”, sino poner de manifiesto la superioridad política de Estados Unidos sobre el resto del mundo, incluidos sus supuestos aliados. La humillación pública forma parte del objetivo ejemplarizante de la estrategia, como la que acaba de sufrir la Unión Europea.

El hecho de que Úrsula von der Leyen claudicara, en presencia de los medios, ante Donald Trump, aceptando las imposiciones que éste le dictaba en un campo de golf de su propiedad, en Escocia, supone otra afrenta al estilo hipócrita que prefieren las élites, más partidarias del fariseísmo.

En manos de Trump, los aranceles se han convertido en la cachiporra que utiliza el autoproclamado bueno para castigar a los malos por contradecir sus dictados. El nivel de maniqueísmo que está alcanzando la política internacional está perforando el suelo del guiñol. Trump dicta unos aranceles del 50% para Brasil porque un amigo suyo, Jair Bolsonaro, es acusado de intento de golpe de estado, y sanciona al juez encargado del caso, utilizando una ley por la que el imperio se auto concede soberanía más allá de sus fronteras.

En efecto, la ley Magnitsky es la ejemplificación más obscena del carácter imperial de Estados Unidos, al atribuirse competencias para infligir castigos a quien considere oportuno, basándose en criterios tan relativos y maleables como la grave violación de derechos humanos, o la persecución de quienes promueven el derecho a un juicio justo, o a elecciones democráticas. Unas categorías cuya vaguedad permite la aplicación de un doble rasero, la especialidad de occidente en sus relaciones internacionales.

Trump amenaza a China e India con imponer aranceles de un 100% a sus productos si siguen comprando gas y petróleo a Rusia porque, argumenta un miembro de su gabinete, no puede consentir que de este modo estén financiando la “guerra de Putin” contra Ucrania.

Trump amenaza a Canadá con la imposición de aranceles de un 35%, tras acusarle de no hacer lo necesario para impedir un flujo de fentanilo. Un argumento utilizado igualmente con México. Dos países con los que Trump ya renegoció el acuerdo de libre comercio preexistente, en su anterior legislatura. Con estas actuaciones, Trump trata de visibilizar la superioridad estadounidense sobre sus vecinos.

En el caso de la Unión Europea, la estrategia le ha funcionado con sus vasallos vocacionales. El nivel de servilismo y sumisión frente a Estados Unidos al que Úrsula von der Leyen, y quienes la sostienen en su segundo mandato, están arrojando a Europa es difícilmente superable. Tras desguazar la economía europea, al privarle de las fuentes de energía que la sostenían, con un daño calculado en un billón de euros, la reina de Bruselas acaba de hipotecar el futuro europeo al avenirse a adquirir a Estados Unidos 600.000 millones en productos energéticos en los próximos tres años, después de haber aceptado unos aranceles del 15% para los europeos, a cambio de barra libre para los estadounidenses en Europa.

Titular de Izvestia del 4 de agosto de 2025.

Úrsula von der Leyen intentó justificar su rendición con los endebles argumentos de que, al menos, se había evitado una guerra comercial con Estados Unidos, se conseguía estabilidad y predictibilidad, y que el acuerdo no era tan malo porque Trump había amenazado con el 30% de aranceles. Tremenda capacidad de negociación la de Úrsula. 

No contento con haber humillado a la presidenta de la Comisión Europea en tierras europeas, Donald Trump amenaza ahora con incrementar el porcentaje de los aranceles hasta el 35% si la muy ecológica Unión Europea no cumple con su compromiso de comprarle combustibles fósiles a Estados Unidos por los citados 600.000 millones. Una cifra difícilmente alcanzable por ambas partes: ni el imperio es capaz de producir tanta energía, ni Europa tiene la capacidad económica, ni política, para imponer tal acuerdo a las empresas energéticas europeas, mayoritariamente privadas.

La «fantástica» promesa energética de 750.000 millones de dólares de la UE a Trump. Politico, 29 de julio de 2025.

Algo parecido ocurre con el pretendido acuerdo por el que Estados Unidos le venderá armamento a la OTAN, pero Europa pagará la factura. Varios países ya se han descolgado públicamente del pacto que supuestamente alcanzó Mark Rutte con Trump, del que algunos se enteraron por la prensa, cuando fue anunciado.

Existen grandes dosis de farsa en este tipo de acuerdos políticos, que ocupan vistosos titulares y contribuyen a fijar una imagen en el subconsciente colectivo que presenta a Estados Unidos como la potencia hegemónica, ante la cual sus súbditos rinden pleitesía, con mayor o menor agrado.

Trump siempre se acobarda y los BRICS no se arrugan

La estrategia de Trump no siempre funciona. El columnista del Financial Times Robert Armstrong acuñó la expresión “TACO trade”, para señalar que Trump siempre se acobarda: juega mucho de farol y, cuando sus adversarios amenazan con vérselo, decide retirarlo. TACO son las abreviaturas de Trump Always Chickens Out. 

Titular de France 24 del 25 de mayo de 2025.

Es lo que está ocurriendo hasta ahora con los amagos de imponer aranceles a China, que Trump pausó tras unas conversaciones celebradas en Suiza. Y es lo que algunos analistas predicen que va a ocurrir con las amenazas de imponer aranceles del 100% a los países que compren combustibles fósiles a Rusia, siendo estos mayoritariamente China, India y Brasil, pero también Turquía, miembro de la OTAN.

China ya ha contestado a las amenazas de manera muy asertiva: sus decisiones son soberanas y no va a permitir que Estados Unidos dicte a quién compra o deja de comprar los productos energéticos. Un portavoz del gobierno chino recalcó que “Las decisiones de compra de China son propias y no sacrificaremos la independencia energética”.

Titular de The Daily Guardian del 30 de julio de 2025: China replica a los aranceles propuestos para los compradores de petróleo ruso, “Nuestras decisiones de compra son soberanas”.

Por su parte, el ministerio de Asuntos Exteriores de India publicaba un comunicado en el que recalcaba que “atacar a la India es injustificado e irrazonable. Como cualquier gran economía, la India tomará todas las medidas necesarias para salvaguardar sus intereses nacionales y su seguridad económica”.

El gobierno indio también subrayaba el habitual doble rasero de occidente, dando cifras: en 2024, el comercio bilateral de la Unión Europea con Rusia ascendió a 67.500 millones de euros. En el sector servicios, la cifra alcanzó 17.200 millones de euros en 2023. Las importaciones europeas de gas natural licuado ruso en 2024 alcanzaron la cifra récord de 16,5 millones de toneladas, superando el anterior de 15,21 millones de toneladas en 2022.

El comunicado recordaba que “El comercio entre Europa y Rusia incluye no solo energía, sino también fertilizantes, productos mineros, productos químicos, hierro y acero, maquinaria y equipos de transporte”. En cuanto a Estados Unidos, continúa importando de Rusia “hexafluoruro de uranio para su industria nuclear, paladio para su industria de vehículos eléctricos, fertilizantes y productos químicos”.

India comprará petróleo ruso a pesar de las amenazas de Trump, dicen funcionarios. New York Times, 2 de agosto de 2025.

La imposición de unos aranceles del 100% supondría, en la práctica, un embargo a los productos provenientes de China, India y Brasil. Es una medida que Estados Unidos no puede permitirse aplicar, a riesgo de que las estanterías de sus grandes almacenes y comercios al por menor se vieran vacías. Trump va de farol, y China e India lo saben.

El borrador de una ley impulsada por los senadores Lindsey Graham y Richard Blumenthal para imponer aranceles de hasta un 500% a quienes compren productos energéticos a Rusia lleva meses cogiendo polvo. Cuando Trump anunció su intención de castigar con unos aranceles del 100% a quienes lo hicieran, lo metieron en un cajón, alegando que convenía dejar la iniciativa política en este ámbito al presidente.

El secretario del Tesoro, Scott Bessent, parecía mostrarse sorprendido por el hecho de que los chinos se tomaran muy en serio su soberanía, pero continuaba con el farol de los aranceles del 100%, tras dos días de negociaciones en Estocolmo. Bessent también amagaba con achuchar a sus vasallos europeos contra China, al afirmar que su supuesta contribución a una guerra en la frontera europea estaba perjudicando mucho la percepción pública del gigante asiático en Europa.

Trump también se acobarda con relación a Ucrania

Tras su victoria electoral, Trump disponía del capital político necesario para ser coherente con el discurso que desplegó en campaña con relación a Ucrania: esta es la guerra de Biden, no es mi guerra. Además, mantener la financiación al gobierno de Kiev a la larga va en contra de los intereses de Estados Unidos, ya que nos interesa tener unas relaciones aseadas con Rusia. Sin olvidar que Ucrania está perdiendo la guerra de desgaste y que nosotros ya hemos hecho todo lo que hemos podido: nuestros arsenales y los de la OTAN están tiritando.

Además de ajustarse a la situación bélica y adaptarse a la realidad del mundo multipolar que está naciendo, Trump habría sido honesto con sus bases del sector MAGA, y con la mayoría de sus electores, a los que sedujo con la promesa de acabar con las guerras eternas.

El problema es que la adopción de tal política hubiera significado asumir la derrota de la OTAN frente a Rusia, aunque tal hecho hubiera sido edulcorado con los argumentos anteriormente citados. Y eso los neoconservadores, que siguen copando posiciones políticas de peso en el gobierno, y fuera de él, no están dispuestos a permitirlo. De ahí que un personaje como Lindsey Graham esté tratando de convertir a Donald Trump en un Joe Biden Segundo.

El hecho de que 85 senadores, de un total de 100, apoyen el proyecto de imponer sanciones secundarias en forma de aranceles de hasta un 500% a quienes compren petróleo o gas ruso representa una espada de Damocles sobre la cabeza de Trump. Esos 85 senadores conforman una mayoría bipartidista aplastante, que envía el nada sutil mensaje de que el senado podría tomar cartas no sólo en este asunto, sino en otros, tal como un impeachment, en el caso de que Trump no se avenga a seguir la estela de Biden en busca de la derrota de Rusia. O, al menos, de seguir provocándole una sangría.

En el mismo sentido bipartidista y neoconservador va la última propuesta de dos senadoras, una demócrata y otra republicana, de destinar otros 55.000 millones de dólares al gobierno de Ucrania.

John Bolton es uno de los más belicistas entre los neoconservadores. Ejerció de consejero de seguridad nacional en el primer mandato de Trump, pero acabó tarifando con él. En un reciente artículo, Bolton recriminaba a Trump que arrastrara los pies en Ucrania. Tras calificar de “risibles” las amenazas de imponer aranceles en forma de sanciones secundarias a China e India,  recordando que los mercados no se las han creído, Bolton presiona para que Trump aumente más aún el presupuesto militar, arme hasta los dientes a Ucrania, deje de ver la guerra allí como un asunto de los europeos, y haga frente a Putin, restregándole el eslogan “paz a través de la fuerza”

Trump arma a Ucrania, pero todavía quiere salirse. Artículo de John Bolton en The Wall Street Journal.

John Bolton opina que Trump se está buscando una salida del conflicto de Ucrania, y por ahí los neoconservadores no están dispuestos a pasar. Bolton también dice que los intereses geoestratégicos de Estados Unidos deben primar sobre los aspectos financieros. A los neoconservadores no les importa seguir inflando el astronómico déficit presupuestario estatal, porque piensan, tal y como dijo Joe Biden en una rueda de prensa, que “Somos los Estados Unidos. No hay nada fuera de nuestro alcance”.

La ventana de oportunidad para evitar la debacle en Ucrania se acaba

Tras siete meses en la presidencia, el hecho de que Trump no haya cortado por lo sano con Ucrania y esté tratando de nadar y guardar la ropa revela las enormes presiones que está sufriendo por parte de los neoconservadores – un escenario para el que debía haberse preparado con antelación – pero también la falta de coraje para usar su enorme capital político, dar un volantazo y dejar de querer contentar a tirios y troyanos.

La reunión que mantuvo su enviado especial Steve Witkoff en Moscú con Vladímir Putin, el 6 de agosto, que se prolongó durante tres horas, revela que Trump está intentando reconstruir las relaciones con Rusia, por mucho que amenace con ultimátums de plazos decrecientes al Kremlin, si no se aviene a decretar un alto el fuego.

Kirill Dmitriev es el director general del Fondo de Inversiones Directas de Rusia y enviado especial para la inversión y la cooperación económica. Un pez gordo, interlocutor habitual con Estados Unidos. Tras la reunión de Putin con Witkoff, señaló en redes sociales que “el diálogo prevalecerá”, lo que indica que Moscú también está interesada en reconstruir los puentes con Washington. Posteriores publicaciones de Dmitriev iban en la misma línea de recomponer las relaciones entre ambas potencias.

Trump comenta elogiosamente la reunión de Witkoff con Putin.

Donald Trump también hacía un balance positivo de la reunión, aunque enviaba mensajes contradictorios. Por una parte, reconocía que no se habían producido avances significativos, pero se mostraba dispuesto a reunirse con Putin y Zelenski. El Kremlin ya ha dejado claro que un encuentro entre los presidentes de Rusia y Ucrania sólo se celebraría para firmar un acuerdo previamente trabajado, aunque Rusia también ha señalado que existen problemas de legitimidad para Zelenski, tras haber rebasado el límite de su mandato.

El 7 de agosto, Yuri Ushakov, un asesor presidencial, confirmó que la reunión entre Putin y Trump se produciría en los próximos días, y manifestó que, tras la reunión con Witkoff, “Se señaló nuevamente que las relaciones ruso-estadounidenses pueden construirse según un escenario completamente diferente y mutuamente beneficioso, significativamente diferente de cómo se han desarrollado en los últimos años”. Los Emiratos Árabes Unidos sonaban como posible lugar del encuentro.

El Kremlin dice que Putin y Trump se encontrarán en los próximos días. Titular de Reuters del 7 de agosto de 2025.

Tras hablar con Witkoff sobre la reunión, Marco Rubio declaró que, por primera vez desde que tomó posesión, la administración de Trump tenía “ejemplos concretos” de la clase de cosas que Rusia reclamaba para poner fin a la guerra en Ucrania. Sin embargo, la posición de Rusia es sobradamente conocida, y ha sido reiterada sin margen de duda en múltiples ocasiones. La Casa Blanca está intentando ganar tiempo con este tipo de declaraciones.

Trump sigue queriendo jugar con dos barajas, quizá esperando a que la situación en el campo de batalla le resuelva la papeleta. La cuestión es en qué posición política va a quedar Trump si las tropas del Kremlin se plantan en Kiev. Porque los neoconservadores le van a echar toda la culpa de la debacle en Ucrania, por no haber echado toda la carne en el asador. A la vista de los avances del ejército ruso, la ventana de oportunidad para dar un volantazo se está cerrando para Trump. Veremos si la aprovecha, o sigue gesticulando entre contradicciones, mientras los neoconservadores tratan de arruinarle la presidencia.

 

Las élites europeas apuestan por la guerra contra Rusia para ocultar su fracaso

15 de julio de 2025

La Unión Europea quiere enviar otros 100.000 millones a Ucrania

La Unión Europea está considerando crear un fondo de 100.000 millones de euros para apoyar a Ucrania. Esta cifra se añadiría a los 160.000 millones que, desde febrero de 2022, Bruselas ya ha proporcionado al gobierno de Zelenski. A estas astronómicas cantidades hay que añadir otros 50.000 millones de dólares del instrumento de préstamos que la Unión Europea creó junto con el G7, que se nutre, supuestamente, de los intereses generados por los 300.000 millones de euros “inmovilizados” del banco central ruso. Muchos intereses me parecen.

La Unión Europea sopesa crear un fondo de 100.000 millones para Ucrania en su nueva propuesta de presupuesto. Bloomberg, 8 de julio de 2025.

Estas cifras, proporcionadas por Bloomberg, ponen de manifiesto la decisión de las élites europeas de escalar el conflicto con Rusia de manera indefinida. Una estrategia destinada a ocultar su error estratégico en las relaciones con su vecino del este. A estas alturas de la contienda, es evidente que Rusia está ganando la guerra de desgaste contra la OTAN, por más que algunos analistas occidentales que no entienden, o no quieren entender, la estrategia del Kremlin, prefieran poner el foco en la lentitud de los avances del ejército ruso.

Rusia ha ganado la guerra de Ucrania y “derrotado” a la OTAN. National Security Journal, 11 de junio de 2025.

En lugar de reconocer su error estratégico, virar e intentar recomponer las relaciones con Moscú, las élites europeas han decidido apostar por convertir en estructural el enfrentamiento con Rusia, el país vecino que proporcionaba a Europa la energía necesaria para alimentar su modelo económico.

Hay dos motivos fundamentales por los que las élites europeas prefieren arrastrarnos a la guerra contra la primera potencia nuclear del mundo. El primero, y más obvio, es que en el caso de admitir sus errores, deberían asumir responsabilidades políticas por el daño infligido a la población europea, a su economía, a su demografía, a su situación geopolítica en los próximos años, por no decir décadas, en relación no sólo con Rusia, sino con la mayoría del mundo.

El segundo tiene un componente crematístico. No existe, ni se plantea, ningún sistema de control, auditoría o rendición de cuentas en relación con los miles de millones que la Unión Europea ha transferido al gobierno de Ucrania. Según Transparencia Internacional, un año después del golpe de Estado de 2014, Ucrania era el país más corrupto de Europa.  El índice de corrupción elaborado en 2024 por el mismo organismo lo sitúa en el puesto 105, de un total de 180 países, muy lejos de los miembros de la Unión Europea, en la que Ucrania aspira a ingresar.

¿Debemos creer que hasta el último céntimo de esos miles de millones enviados al gobierno de Volodímir Zelenski ha sido empleado en los fines para los que supuestamente han sido adjudicados? Las multimillonarias transferencias por parte de Estados Unidos, la Unión Europea, el G7 y otros donantes ¿llegan todas a su destino y se utilizan para los objetivos asignados, o algunas se quedan por el camino, o acaban en paraísos fiscales

La conferencia para la reconstrucción de Ucrania se celebra antes de que acabe la guerra

Es dentro de este esquema de flujo constante de dinero hacia un país plagado por la corrupción donde hay que situar la reciente conferencia para la reconstrucción de Ucrania, que tuvo lugar en Roma. De otro modo no se entendería la celebración de un evento con el objetivo de recaudar fondos para reconstruir un país, antes de que acabe la guerra que lo está asolando.

Resulta significativo que Black Rock, que había anunciado la creación de un fondo para la reconstrucción de Ucrania, se retirara de un proyecto que debía ser presentado en Roma. La decisión se tomó a principios de este año, aunque ha sido anunciada recientemente.

Black Rock explicó su marcha atrás por la falta de interés de los inversores y la incertidumbre sobre el futuro de Ucrania, recalcando que “Las únicas conversaciones que impulsan nuestra toma de decisiones son aquellas con nuestros clientes”. Black Rock, la mayor administradora de activos del mundo, no veía oportunidades de negocio en la reconstrucción de Ucrania, un proceso que además se antoja lejano.

Black Rock paró las conversaciones sobre el fondo para Ucrania después de la victoria de Trump en las elecciones. 

Sin embargo, la conferencia celebrada en Roma finalmente consignó 2.300 millones de euros para dicho objetivo. Una minucia, en comparación con las cifras que maneja el gobierno de Kiev, que estima en más de 850.000 millones de euros el dinero necesario para reconstruir el país.

El primer ministro de Ucrania, Denys Shmyhal, planteó a la conferencia de Roma la creación de dos fondos: uno, por valor de 400.000 millones, que estimaba extraer de los activos rusos “inmovilizados”. El otro, de 460.000 millones, pretendía que proviniera de inversores privados.

Unas pretensiones que se antojan poco realistas, teniendo en cuenta la tarjeta de presentación con la que el gobierno de Ucrania se plantó en Roma: su negativa a aceptar el nombramiento de un nuevo jefe de la Oficina de Seguridad Económica, creada en 2021, que supuestamente investiga los delitos económicos, pero que ha sido acusada de extorsionar a las empresas.

Kiev rechaza al director sugerido para la oficina de delitos económicos, desatando un conflicto con los socios occidentales. Politico, 10 de julio de 2025.

Según Politico, La Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional han condicionado la reforma de la oficina a la continuidad de los pagos. El candidato sugerido por una comisión independiente era Oleksandr Tsyvinskyi, que destapó recientemente un importante caso de corrupción en el sector agrario de Kiev. El gobierno de Zelenski no está interesado en perseguir la corrupción, sino que está acosando judicialmente a quienes la destapan, como acaba de denunciar The Kyiv Independent en un editorial. A pesar de lo cual, la Unión Europea pretende convertir a Ucrania en miembro de la organización, y se dispone a seguir transfiriéndole miles de millones de euros. 

La Unión Europea nada tiene que ver ya con su propósito original, el de una organización enfocada en impulsar la economía de sus miembros, puesto que las decisiones de quienes han sido designados en un despacho para manejarla la están triturando.

La Unión Europea ha transmutado en un proyecto con ínfulas geopolíticas, un nuevo objetivo incompatible con la sumisión que sigue profesando a Estados Unidos, a pesar de los constantes desplantes del nuevo inquilino de la Casa Blanca, materializados en la amenaza de imponer unos aranceles del 30% a los productos provenientes de la Unión Europea, que se añadirían a los ya existentes del 50% al acero y el aluminio, y del 25% a los automóviles.

Para convertirse en una entidad con peso geopolítico en el mundo multipolar que está naciendo, la Unión Europea debería comenzar por fraguar una política exterior acorde con sus propios intereses. Sin embargo, la elección de Kaja Kallas como responsable de asuntos exteriores de la Unión, tras haber metido a Estonia en recesión, aupada al puesto por su notoria rusofobia, indica todo lo contrario.

Este artículo del periodista Thomas Fazi está repleto de datos que detallan las maniobras antidemocráticas de Kallas, que cuenta con el pleno apoyo de Úrsula von der Leyen, ya apodada la reina de Bruselas.

Kaja Kallas: ¿La mujer más peligrosa de Europa?

Kaja Kallas personifica la narrativa de las élites europeas, incluyendo a las del Reino Unido, que han labrado la estrategia de perorar constantemente sobre la “amenaza rusa” para rehuir afrontar los graves problemas económicos que sus errores estratégicos están provocando en los países que mal dirigen. No hay dinero para sanidad, ni para educación, ni para los servicios públicos, pero siempre hay miles de millones disponibles para enviarlos al gobierno de Ucrania, que no forma parte de la Unión Europea.

Carece de sentido hablar de la reconstrucción de Ucrania cuando las decisiones de los dirigentes de Francia y Alemania se encaminan a la prolongación del conflicto, todo el tiempo que sea necesario. Friedrich Merz daba por agotada la vía diplomática con Rusia, dejando como única opción la bélica.

Merz dice que los recursos de la diplomacia se han agotado y se compromete a un apoyo continuado a Ucrania.

Emmanuel Macron anunciaba el 13 de julio su intención de duplicar el presupuesto militar, tomando como base el nivel de 2017. La cifra dedicada a este rubro pasaría de los 32.000 millones de 2017 a los 64.000 millones en 2027, adelantando tres años el objetivo anteriormente anunciado. Estas declaraciones se producen cuando Francia está intentando ahorrar 40.000 millones de euros en su presupuesto de 2026. Macron asegura que los fondos para incrementar el presupuesto militar provendrán de un incremento en la actividad y la producción.

El relato de la defensa de los valores europeos no se sostiene

Para justificar la transferencia de la riqueza que las élites europeas están hurtando a la ciudadanía de los países que gobiernan, con el consiguiente deterioro del ya languideciente Estado del bienestar, nuestros gobernantes están recurriendo a la narrativa de que es necesario apoyar a Ucrania porque está defendiendo a toda Europa de la agresión rusa. Una amenaza de invasión que es necesario contener en el Donbass, antes de que desborde al resto del país y luego, al continente.

Nos encontramos ante un nuevo episodio de “la doctrina del shock”: el capitalismo aprovecha las crisis, provocadas o no, para justificar la adopción de medidas que, en otro escenario, resultarían inaceptables para la población.

La narrativa de que Rusia se apresta a invadir Europa no se sostiene desde ningún punto de vista. No sólo porque Putin lo haya dicho, Lavrov lo haya repetido, o Steve Witkoff, el asesor de Trump, haya calificado la acusación de “ridícula”, sino porque lo que dice la historia es exactamente lo contrario: fueron precisamente un francés y un alemán quienes enviaron a sus ejércitos a invadir Rusia, en los siglos XIX y XX. Con los resultados conocidos…

Además del argumento bélico, las élites europeas siguen repitiendo cansinamente la narrativa del anterior inquilino de la Casa Blanca, en el sentido de presentar a Ucrania como el bastión de la defensa de la democracia frente al autoritarismo del Kremlin, pasando por alto la ilegalización de partidos políticos en el país, la unificación de todos los canales de televisión en una única plataforma, bajo control gubernamental, y la negativa de Zelenski a celebrar elecciones presidenciales.

En el mismo plano de defensa de los valores occidentales frente al resto del mundo, conviene reseñar el discurso que Giorgia Meloni, la primera ministra de Italia, pronunció en febrero ante la Conferencia de Acción Política Conservadora en Washington. Su intervención representa un compendio de los argumentos que las élites europeas utilizan para situarse en un plano moralmente superior frente al resto del mundo y justificar sus acciones políticas. Unos argumentos falaces, muy sencillos de desmontar: basta compararlos con los hechos protagonizados a lo largo de la historia, y en el momento actual, por los europeos.

Giorgia Meloni presume de que occidente no es sólo un concepto geográfico, sino una civilización, “nacida de la fusión de la filosofía griega, el Derecho romano y los valores cristianos”. Meloni también afirma que “Cuando vemos Occidente, definimos una forma de entender el mundo en la que el individuo ocupa un lugar central, la vida es sagrada, todos los hombres nacen iguales y libres. La ley se aplica a todos por igual. La soberanía pertenece al pueblo. Y la libertad se antepone a todo lo demás”.

A continuación, Meloni se pregunta si “¿Puede esta civilización seguir defendiendo los principios y valores que la definen? ¿Puede seguir estando orgullosa de sí misma y consciente de su papel? Creo que sí”.

La estrategia de presentar a occidente como un jardín, frente a la jungla del resto del mundo, ya fue enarbolada por Josep Borrell, aunque quien acuñó el concepto fue un estadounidense, el neoconservador Robert Kagan, en su libro de 2018 “La jungla vuelve a crecer: Estados Unidos y nuestro mundo en peligro”.

Esta visión idílica de occidente y, en concreto, de Europa, entra en profunda contradicción con el historial belicista y colonial del continente europeo.

La siguiente ilustración ha sido confeccionada introduciendo en un programa todas las batallas que han tenido lugar en el mundo en los últimos 4.500 años. Cada punto blanco representa una batalla. Como vemos, Europa es una gran mancha blanca, y el siguiente territorio con profusión de puntos blancos es Estados Unidos, al que siguen la península de Corea y la franja costera del Mediterráneo donde se ubican Israel y Palestina.

Batallas celebradas en el mundo en los últimos 4.500 años. Cada punto blanco representa una batalla.

Como acertadamente recuerda Íñigo Sáez de Ugarte en este artículo, donde comenta el discurso de Giorgia Meloni, Auschwitz también es Europa. Y como estamos viendo a diario en Gaza y Cisjordania, Europa también es el apoyo al genocidio sionista, que está siendo retransmitido prácticamente en directo en las redes sociales.

Occidente no sólo está suministrando armas y financiación al gobierno de Israel para que extermine a la población palestina, sino que consultoras occidentales están diseñando operaciones para incrementar la letalidad de los ataques sionistas. La “Gaza Humanitarian Foundation” es una empresa con sede en Delaware que, supuestamente, está siendo utilizada para repartir ayuda humanitaria en Gaza, tras haber expulsado Israel a la UNRWA. En realidad, sus camiones con provisiones son un cebo utilizado por el ejército sionista para ametrallar a quienes acuden a intentar conseguir comida. Es difícil caer más bajo.  

Al menos siete solicitantes de ayuda muertos por las fuerzas de Israel mientras esperaban comida en Gaza central.

La consultora Boston Consulting Group (BCG) colaboró en el diseño de la trampa mortal para la población palestina, sometida a la hambruna por el sionismo. Más de 200 ONG han firmado un manifiesto en el que piden el desmantelamiento de la “Gaza Humanitarian Foundation”. Adicionalmente, el BCG y el Tony Blair Institute for Global Change han diseñado un plan para el desplazamiento forzado de los gazatíes, con el fin de concentrarlos en lo que el ministro israelí de Defensa, Israel Katz, denomina “ciudad humanitaria”, así como para desarrollar una “Riviera” en Gaza, una vez que la población palestina haya sido expulsada.

Titular de eldiario.es del 9 de julio de 2025.

Por si quedaba alguna duda acerca de la superioridad moral de los valores occidentales, el canciller alemán, Friedrich Merz, reconoció que, cuando bombardeaba Irán, lo que estaba haciendo Israel era el trabajo sucio a occidente, y que por eso había que apoyarle. Para rematar, Estados Unidos ha sancionado a Francesca Albanese, la relatora especial de Naciones Unidas sobre los territorios palestinos, por denunciar el genocidio sionista, tras acusarla, cómo no, de antisemitismo. Como si denunciar que Israel está quemando niños vivos fuera antisemita.

Las élites europeas siguen mostrando sumisión a Estados Unidos

Después de haber apoyado abiertamente a Kamala Harris en las elecciones presidenciales, y de haber vituperado a Donald Trump durante la campaña, las élites europeas ahora se arrastran literalmente ante el nuevo inquilino de la Casa Blanca. En la última cumbre de la OTAN en La Haya, su secretario general, Mark Rutte, protagonizó un vergonzoso espectáculo, al dirigirse a Trump llamándole “daddy” (papá). 

Infographic: Where NATO Defense Expenditure Stands | Statista

La cumbre fue organizada a la medida del presidente de Estados Unidos, y todos los países, incluida España, firmaron la declaración final, en la que consta el compromiso de “invertir anualmente el 5% del PIB en necesidades básicas de defensa, así como en gastos relacionados con la defensa y la seguridad para 2035”. Atrás quedó el objetivo del 2% del PBI anterior de la OTAN. Se trata de satisfacer a “papá” para que no se enfade.

A la vista de las actuales cifras, ¿de dónde va a salir el dinero necesario para más que duplicar el presupuesto militar en la mayoría de los países miembros de la OTAN? ¿De una mayor actividad económica y producción, como sostiene Macron? No hay quien se lo crea. Los gobiernos europeos van a utilizar el espantajo de la amenaza rusa y la necesidad de rearmarse – sometiéndose a los intereses de Estados Unidos – para justificar la demolición de lo poco que queda del Estado del bienestar.

Además, por si quedaba alguna duda de quién va a pagar la factura de Ucrania de ahora en adelante, Donald Trump anunció el 11 de julio que «Estamos enviando armas a la OTAN, y la OTAN las está pagando al cien por cien» (…) Enviaremos misiles Patriot a la OTAN, y luego la OTAN los distribuirá (a Ucrania)». Trump posteriormente recalcó el enfoque comercial de la operación: «No pagamos nada por ello, pero lo enviaremos. Será un negocio para nosotros».

Trump enviará misiles Patriot a Ucrania, la UE cubrirá los costes. Titular de Deutsche Welle del 13 de julio.

En una reunión celebrada en Washington entre Trump y Mark Rutte el 14 de julio, el secretario general de la OTAN calificó de “totalmente lógico” que fuera la Unión Europea quien cargara con los costes.

Europa fracasa a todos los niveles

La sumisión continuada de las élites europeas a Estados Unidos, a pesar de la guerra económica que plantea Trump a través de los aranceles y su descarada utilización de los recursos europeos para incrementar los beneficios del complejo militar industrial estadounidense, supone el fracaso de la Unión Europea como proyecto, tanto económico como geopolítico.

No existe voluntad política para revertir la crisis energética que está destrozando la economía europea, porque para conseguirlo habría que reconstruir las relaciones comerciales con Rusia, y el rumbo es el inverso, para desgracia de la ciudadanía europea.

De patochada puede calificarse la propuesta del gobierno de Merz con la que pretende solucionar la acuciante carencia de gas, a precios asequibles, para sostener su industria. Un sector donde se acumulan las noticias de cierre de plantas, especialmente las intensivas en energía.

Titular de El Economista del 17 de junio de 2025.

“El Ministerio de Economía ha encargado a expertos que estudien la viabilidad de un almacenamiento estatal de gas”, leemos en El Economista. Mientras Alemania calcula el tamaño necesario del depósito para “acabar” con sus problemas con el gas, en lugar de reabrir los gasoductos Nord Stream, lo que está haciendo es consumir sus reservas a tal ritmo que amenaza con arrastrar a Europa “a una batalla por los precios en invierno”.  

El consejero delegado de JP Morgan, Jamie Dimon, envió un mensaje muy claro a Europa en un evento organizado por el gobierno de Irlanda: “Europa ha pasado del 90 % del PIB estadounidense al 65 % en 10 o 15 años. Eso no es bueno. Ustedes están perdiendo”. Según Dimon, Europa tiene un problema de competitividad frente a Estados Unidos y China. Los altos costes energéticos que sufre el continente europeo tienen una clara responsabilidad en dicha falta de competitividad.

Precios de la electricidad industrial, peniques por KWh.

El ministro de Defensa de Italia tampoco tiene una opinión muy optimista sobre Europa: “Hablamos de Europa como si importara; quizás en algún momento pudo haberlo hecho, si se hubiera otorgado un papel político que no se asignó, si se hubiera dotado de una política exterior o de defensa”, dijo Guido Crosetto el 20 de junio. “Pero su tiempo ha terminado, y lo digo con tristeza. El mundo ha cambiado”.

Si las élites europeas insisten en seguir considerándose el ombligo del mundo, y tratan de imponer su voluntad al resto del planeta, desde una posición de superioridad moral, estarán cavando la tumba en la que nos van a enterrar a todos los europeos. Porque las élites ya se encargarán de buscarse otro puesto en algún gabinete de estudios, fundación, o chiringuito internacional de algún tipo.

El sistema siempre tiene un puesto con el que pagar favores. Como ha ocurrido con Sanna Marin, la ex primera ministra de Finlandia que metió a su país en la OTAN. Ahora trabaja en el Tony Blair Institute for Global Change, como “consultora estratégica”. Sí, el mismo que diseña la mejor manera de exterminar a la población palestina.

Yo le pregunto a Giorgia Meloni: ¿Esta es la Europa de la que hay que mostrarse orgulloso?

Israel fracasa en su intento de cambio de régimen en Irán

1 de julio de 2025

No son las armas nucleares, es el cambio de régimen

El empellón más serio para provocar un cambio de régimen en Irán, desde que en 1953 Estados Unidos y el Reino Unido derrocaran a Mohammed Mossadegh tras nacionalizar el petróleo, se ha saldado, por ahora, con un fracaso. Benjamín Netanyahu lleva más de 30 años sosteniendo que Irán está a punto de hacerse con armas nucleares. Sin embargo, el verdadero motivo tras los bombardeos israelíes que comenzaron el 13 de junio fue provocar la caída del gobierno.

El hecho de que las primeras bombas caídas en Irán acabaran con la vida de un buen número de altos cargos civiles y militares revela la intención de decapitar a la cúpula dirigente iraní, con la esperanza de que Irán corriera el mismo camino que Siria: la instalación de un gobierno títere. Sin embargo, la resiliencia de la estructura del gobierno iraní pone de manifiesto el fracaso de la operación sionista, que provocó la intervención posterior de Estados Unidos, en una cadena de acontecimientos plagada de deliberadas confusiones, propaganda e inquietantes consecuencias.

Entre la espesa bruma de pretextos, maniobras de distracción y mentiras difundidas por Benjamín Netanyahu y Donald Trump, surgen no obstante algunos hechos indiscutibles. El primero es que Israel ha fracasado, por el momento, en su intento de provocar un cambio de régimen en Irán. Alí Jamenei, el líder supremo, y Masud Pezeshkian, el presidente, siguen en sus puestos. Los altos cargos asesinados de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica han sido sustituidos por otras personas.

Como recogí en un artículo anterior, Benjamín Netanyahu publicó en septiembre de 2024 un vídeo donde abogaba abiertamente por un cambio de régimen en Irán: “Cuando Irán sea finalmente libre y ese momento llegará mucho antes de lo que la gente piensa, todo será diferente. Nuestros dos pueblos antiguos, el pueblo judío y el pueblo persa, finalmente estarán en paz. Nuestros dos países, Israel e Irán, estarán en paz”.

J.D. Vance y Pete Hegseth se apresuraron a recalcar que el ataque a Irán por parte de Estados Unidos no buscaba un cambio de régimen, sino que se ceñía a destruir el supuesto programa nuclear iraní con fines militares. Marco Rubio también declaraba en una entrevista que el objetivo de los bombardeos estadounidenses no era forzar un cambio de régimen. Sin embargo, en uno de sus bandazos habituales, su jefe les desautorizó, cuando coqueteó públicamente con el plan sionista. De un plumazo, Donald Trump destruía la credibilidad de su vicepresidente, de su secretario de Estado y de Defensa, tres puestos clave en su equipo. ¿Qué verosimilitud van a tener a partir de ahora sus declaraciones?

“No es políticamente correcto usar el término, ‘Cambio de Régimen’, pero si el actual régimen iraní es incapaz de HACER GRANDE A IRÁN DE NUEVO, por qué no habría de haber un Cambio de Régimen? MIGA!!!

De igual modo, Donald Trump tiraba por tierra a la directora de Inteligencia Nacional. Tulsi Gabbard declaró en marzo ante el Congreso que, según las informaciones que poseía su departamento, Irán no estaba trabajando en la construcción de un arma nuclear: “No me importa lo que dijo”, espetó Trump al periodista que le recordó las declaraciones de Gabbard, para subrayar a continuación que estaba equivocada.

En lugar de presentar su dimisión por la desautorización de su jefe, lo que hizo Tulsi Gabbard fue rebobinar: adoptando el marco de Trump, acusó a los “medios deshonestos” de distorsionar su declaración ante el Congreso, para afirmar a renglón seguido que Irán podría fabricar un arma nuclear “en semanas o meses” y que Trump y ella estaban “en la misma página”.

¿Está realmente Donald Trump a favor de forzar un cambio de régimen en Irán por la vía militar? Lo analizaré más adelante, junto con las razones del aparente giro de Tulsi Gabbard. Pero la narrativa que está enarbolando la Casa Blanca indica que Trump se está resistiendo a asumir la agenda de Netanyahu y los neoconservadores para Irán.

La guerra relámpago amenazaba con convertirse en una guerra de desgaste

Donald Trump decidió intervenir cuando comprobó que Israel había fracasado su intento de derribar el gobierno iraní, y que la guerra relámpago que Netanyahu había planeado amenazaba con convertirse en una guerra de desgaste. Israel no está en condiciones de librar ese tipo de conflicto con un país cuya capital se encuentra a más de 2.400 kilómetros de distancia de Tel Aviv, con tres países por en medio: Jordania, Siria e Irak.  Si el gobierno iraní hubiera caído, Trump habría sido el primero en felicitar a Netanyahu por el logro.

Mapa de FreeWorldMaps.net

Irán había demostrado que la “Cúpula de Hierro” era vulnerable. Ocho días después del ataque israelí a Irán, la tasa de intercepción de los misiles iraníes dirigidos a Israel había caído al 65%. Uno de cada tres pasaba. Las imágenes de los daños provocados en Tel Aviv y Haifa por los proyectiles iraníes eran políticamente inasumibles. Así que Trump enarboló el relato de la amenaza nuclear iraní para aprobar un ataque a las instalaciones donde Irán alberga uranio. O quizás habría que decir albergaba. Imágenes de satélite mostraban un tráfico inusual de camiones en Fordo, la principal instalación nuclear subterránea iraní, en los días previos al ataque estadounidense.

Cinco días después del ataque israelí a Irán, la Agencia Internacional de la Energía Atómica reconocía que le había perdido la pista a los 409 kilos de uranio enriquecido que posee Irán. Bloomberg hablaba del “misterio del uranio desaparecido” y Financial Times apuntaba que las capitales europeas pensaban que Irán había retirado el uranio enriquecido de Fordo antes del bombardeo estadounidense.   

Bloomberg: ¿Dónde está el uranio de Irán? La tregua destaca el misterio sobre las reservas.

El senador Lindsey Graham, uno de los más belicistas, reconocía que tampoco sabía dónde está el uranio enriquecido, aunque recurría a la fábula de la zorra y las uvas para justificarlo: «No sé dónde se encuentran las 900 libras de uranio altamente enriquecido, pero no formaban parte del objetivo establecido».

Financial Times: Irán sacó el uranio de Fordo antes de los ataques de EE. UU., las capitales de la UE creen.

El relato de la necesidad de destruir las instalaciones donde Irán albergaba el uranio servía de argumento para forzar un alto el fuego entre Israel e Irán, una vez que Donald Trump, en un remedo de la “misión cumplida” de George W. Bush en Irak, proclamaba que el programa nuclear iraní había sido destruido. Irán no podía hacerse con un arma nuclear, había que evitarlo a toda costa, repetían machaconamente las élites occidentales para justificar el ataque.

Una vez constatado que el gobierno iraní seguía vivo y coleando, hubo que retomar el pretexto del supuesto programa iraní para hacerse con armas nucleares y montar una operación al estilo de Hollywood, ampliamente jaleada por los medios occidentales. En eso consistió el bombardeo de los enclaves donde se albergan las instalaciones nucleares iraníes por parte de aviones estadounidenses: en un espectáculo mediático.

Irán nunca pidió un alto el fuego a Israel. Fue Donald Trump quien lo propuso, e Israel el primero en aceptarlo, una vez que Netanyahu compró el relato de que Estados Unidos había destruido el programa nuclear iraní y proclamó la victoria de Israel. Esta narrativa le servía a Netanyahu para evitar el pantanal que hubiera supuesto adentrarse en una guerra de desgaste contra un país con 92 millones de habitantes, más de un millón y medio de kilómetros cuadrados y el respaldo político – y posiblemente de otro tipo – de Rusia y China.

Irán tardó un poco más en proclamarse ganador, quizá aguardando a que se consolidara el frágil alto el fuego. Ali Jamenei anunció la victoria sobre “el régimen estadounidense” el 26 de junio, el mismo día en que los ministros de defensa de Irán, Rusia y China se reunían en Qingdao, China, en un claro mensaje al bloque occidental.

El ataque de Estados Unidos no consiguió destruir el programa nuclear iraní

El ataque de Estados Unidos a las instalaciones nucleares iraníes fue una operación para salvar la cara, una vez que el intento israelí de cambio de régimen fracasó. Estados Unidos avisó previamente a Irán de que los bombardeos serían cosa de una vez, con lo que los iraníes tuvieron tiempo de poner a salvo sus reservas de uranio enriquecido. Al día siguiente de los ataques, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, aseguró que Estados Unidos “no busca la guerra” con Irán. J.D. Vance iba en la misma línea en una entrevista: “No estamos en guerra con Irán. Estamos en guerra con el programa nuclear de Irán”.

El problema es que a la muñeca se le ven las costuras. El ataque de los bombarderos B2 con bombas de 15.000 kilos, y con misiles Tomahawk desde submarinos, a las instalaciones nucleares iraníes no consiguió destruirlas, como ha reconocido la Agencia de Inteligencia Militar del Pentágono en un informe, que aún no ha visto la luz, pero que destapó la CNN. La agencia Bloomberg también recogía la filtración.

Exclusiva: Las primeras evaluaciones de inteligencia de EE. UU. sugieren que los ataques contra Irán no destruyeron sitios nucleares, dicen fuentes.

La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, montó en cólera ante la refutación de la versión oficial desde dentro de la administración: “Esta supuesta evaluación es completamente errónea y fue clasificada como ‘alto secreto’, pero aun así fue filtrada a CNN por un miembro anónimo y de bajo nivel de la comunidad de inteligencia. La filtración de esta supuesta evaluación es un claro intento de denigrar al presidente Trump y desacreditar a los valientes pilotos de combate que llevaron a cabo una misión impecablemente ejecutada para aniquilar el programa nuclear de Irán”. La Casa Blanca publicó que “Las instalaciones nucleares de Irán han sido destruidas, y las sugerencias en contra son noticias falsas”.

Titular de una información publicada en el sitio web de la Casa Blanca.

A pesar de la asertividad de la Casa Blanca acerca de la “destrucción” de las instalaciones nucleares iraníes, Dorothy Shea, la enviada de Estados Unidos a Naciones Unidas, matizaba el 24 de junio el nivel de “destrucción” ante el Consejo de Seguridad: “cumplimos efectivamente nuestro limitado objetivo: degradar la capacidad de Irán de producir un arma nuclear”.

Las represalias iraníes contra una base estadounidense en Qatar también formaron parte de un teatro donde todos buscaban quedar por encima de los enemigos y guardar las apariencias. A Irán tampoco le interesa enfrascarse en una guerra de desgaste con Israel. Los iraníes avisaron con antelación a Washington de su ataque. El propio Donald Trump lo reconoció, agradeciendo literalmente a los iraníes el preaviso, para proclamar a continuación que era el tiempo para la paz. 

Al día siguiente de los ataques, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, aseguró que Estados Unidos “no busca la guerra” con Irán. J.D. Vance iba en la misma línea en una entrevista: “No estamos en guerra con Irán. Estamos en guerra con el programa nuclear de Irán”. El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, declaraba que los ataques de Estados Unidos a Irán no violaron la legislación internacional, sin elaborar ni argumentar su afirmación.

¿Por qué se empeña Trump en sostener que el programa nuclear iraní fue destruido?

El empecinamiento de Trump en sostener que el programa nuclear iraní fue destruido se debe a varios motivos:

  1. Trump ganó las elecciones con una promesa de sacar a Estados Unidos de las guerras y presumió de que durante su mandato anterior no comenzó ninguna. Sus bases electorales, especialmente el sector MAGA, también dentro de su propio partido, están en contra de meterse en un nuevo conflicto a miles de kilómetros de distancia.
  2. En noviembre de 2026 hay elecciones, en las que se renovará la totalidad del Congreso y 33 escaños de los 100 con que cuenta el Senado. Empantanar a Estados Unidos en una guerra contra Irán no sería coherente para afrontar la campaña electoral del Partido Republicano.
  3. Trump ha debido recibir valoraciones del Pentágono poco optimistas acerca de las posibilidades de éxito en una guerra con Irán. Si no pudieron con Afganistán después de 20 años allí…

Pero, sobre todo, Trump se está resistiendo a las presiones del sector neoconservador para forzar un cambio de régimen en Irán. La filtración del informe de inteligencia militar, donde se cuestionaba la versión oficial de la Casa Blanca, responde a los intereses neoconservadores. El mensaje subyacente es diáfano: la única manera de evitar que Irán desarrolle su programa nuclear consiste en un cambio de régimen.

Los bombardeos no sirven, las instalaciones se pueden reconstruir, el uranio enriquecido desapareció, y lo único que ha conseguido el ataque estadounidense es que el parlamento de Irán vote a favor de suprimir la colaboración con la Agencia Internacional para la Energía Atómica, y que se plantee salirse del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares.

Al Jazeera: Irán se mueve para suspender la cooperación con la agencia de inspección nuclear de la ONU. 26 de junio de 2025.

Por todos estos motivos, Tulsi Gabbard moduló su mensaje para adaptarlo a la decisión política de su jefe. Por eso el director de la CIA, John Ratcliffe, publicó un comunicado donde apuntalaba la versión de la Casa Blanca: el programa nuclear iraní había sido “severamente dañado”, varias instalaciones nucleares clave de Irán, destruidas, y su reconstrucción llevaría años. La referencia temporal de la CIA es clave: Trump se reserva capacidad de maniobra para salvar su mandato sin tener que adoptar la agenda de Netanyahu y los neoconservadores que le apoyan. Lo cual no quiere decir que finalmente no termine cediendo a las presiones de quienes abogan por “cortarle la cabeza a la serpiente”.

Las consecuencias de los ataques contra Irán para el Tratado de No Proliferación

En su mensaje de septiembre de 2024, Netanyahu acusaba al gobierno iraní de haber desperdiciado dinero en armas nucleares. Sin embargo, el único país de Oriente Próximo que dispone de armamento atómico es Israel, que no es firmante del Tratado de No Proliferación. Según ICAN (Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares, que recibió el Premio Nobel de la Paz en 2017), Israel cuenta con 90 armas nucleares. En 2022, Israel se gastó 1.200 millones de dólares en la construcción y mantenimiento de su arsenal nuclear.

Irán estaba negociando con Estados Unidos acerca de su programa nuclear cuando fue atacada por Israel. Unas negociaciones que Steve Witkoff calificó de “prometedoras” en mayo. Fue precisamente Donald Trump quien se retiró en 2018 del JCPOA (Joint Comprehensive Plan of Action), el acuerdo nuclear firmado en 2015 con Irán. En virtud de dicho pacto, “Irán aceptó desmantelar gran parte de su programa nuclear y abrir sus instalaciones a inspecciones internacionales más amplias a cambio de un alivio de las sanciones por valor de miles de millones de dólares”, según el Council on Foreign Relations.

El hecho de que Irán fuera atacado mientras se encontraba negociando una nueva versión del acuerdo nuclear ha conseguido incrementar la desconfianza hacia el bloque occidental, que ya existía en un país que lleva años sufriendo sanciones, con el propósito declarado de laminar su economía y, ulteriormente, provocar un descontento popular que se llevara por delante al gobierno. Una herramienta blandida con otros países díscolos, con efectos contraproducentes y que, sin embargo, sigue siendo profusamente utilizada.

Si la predisposición iraní a volver a llegar a un acuerdo que permitiera la inspección de sus instalaciones nucleares ha sido respondida con bombas por parte de Israel y Estados Unidos, y el asesinato de sus principales científicos, parece lógica su reacción de replantearse su cooperación con la Agencia Internacional de la Energía Atómica. Máxime cuando Irán acusó a la propia AIEA de facilitar a Israel información confidencial, incluyendo datos sobre los científicos nucleares, que facilitaron la ubicación de sus domicilios, donde fueron posteriormente asesinados, junto a sus familias, de forma simultánea en 9 de los 10 casos.

The Cradle: La AIEA un “instrumento para Israel”, revelan documentos secretos incautados por Irán.

La junta de gobierno de la Agencia Internacional de la Energía Atómica le hizo el caldo gordo a Israel publicando el 12 de junio un informe donde acusaba al gobierno iraní de incumplir sus obligaciones con respecto al Tratado de No Proliferación. Sin embargo, seis días después, Rafael Grossi, el director de la AIEA, reconocía que “No teníamos ninguna prueba de un esfuerzo sistemático para avanzar hacia un arma nuclear”.

Con estos antecedentes, la decisión de Irán de denegar la petición de Rafael Grossi de visitar las instalaciones bombardeadas es perfectamente comprensible. El director general de la AIEA ni siquiera se ha molestado en condenar explícitamente el ataque a los complejos nucleares iraníes. Abbas Araghchi, el ministro iraní de Asuntos Exteriores, justificó la negativa en que las intenciones que alberga la solicitud de visitar los lugares bombardeados pueden ser “malignas”.

Las actuaciones de Estados Unidos, Israel, y de la agencia de inspección de la ONU empujan a Irán a salirse del Tratado de No Proliferación. Si la actitud negociadora lo único que le ha reportado a Irán es sufrir bombardeos a sus instalaciones nucleares, es lógico que cambie su actitud y se plantee, en su lugar, imitar a Corea del Norte. Irán siempre ha insistido que su programa nuclear no tenía fines militares, ni pretendía hacerse con un arma nuclear. A Irán quizá no le quede otro remedio que hacerse con ella para ser respetado.

Otros aspectos geopolíticos también pesan en torno a Irán

Irán está en los BRICS. Sus socios no quieren que dé ese paso. El 23 de junio Putin dijo que los ataques a Irán estaban empujando al mundo “a una línea muy peligrosa”. Cuatro días antes, en una rueda de prensa con medios internacionales, el presidente de Rusia relataba que Irán había rechazado una oferta para trabajar conjuntamente en sistemas de defensa aérea. En la reunión que mantuvo en Moscú Abbas Araghchi con Serguéi Lavrov y otros altos cargos, Irán quizá transmitió un cambio de posición al respecto. En la que se celebró en Qingdao, China, seguro que se habló de la continuidad de Irán en el Tratado de No Proliferación.

La salida de la República Islámica de dicho tratado daría motivos a otros países en la región para seguir sus pasos, lo cual podría desembocar en una carrera armamentística nuclear, en una región de por sí explosiva. Arabia Saudita y Turquía serían probablemente los primeros candidatos para abandonar el tratado.  

China también prefiere estabilidad en Oriente Próximo. El enfoque comercial de la Nueva Ruta de la Seda la necesita. Pekín ha invertido cantidades astronómicas en la construcción de infraestructuras de transporte, e Irán juega un papel clave en una de ellas. Un tren de carga conecta Teherán con Urumqi, en Xinjiang, reduciendo el tiempo de transporte a 14-15 días, frente a los 45-50 de la ruta marítima. El recorrido del trayecto ferroviario totaliza 10.400 kilómetros, conecta dos países con economías complementarias y acerca las mercancías chinas a Europa.

Trazado de la línea ferroviaria Urumqi – Teherán. Ilustración: China Daily.

Teniendo en cuenta que China está considerada como la principal amenaza a las ambiciones hegemónicas de Estados Unidos – y sobre ello existe un consenso bipartidista – al acicate de hacerse con los ingentes recursos energéticos de Irán, cuyo principal cliente es precisamente China, se une el incentivo de cortar el cordón ferroviario que acercaría las exportaciones chinas a Europa. Un cambio de régimen en Irán, y la instalación de un gobierno títere, también bloquearía el Mar Caspio como ruta de acceso al sur para las exportaciones rusas, como señala el economista Michael Hudson.

La denominada “guerra de los 12 días” puede quedarse en una escaramuza si los sionistas y los neoconservadores consiguen imponer su agenda para Irán. Con los bombardeos a las instalaciones nucleares iraníes, Trump ha evitado que Israel se viera arrastrado a una guerra de desgaste, pero ha roto el tabú de la intervención directa de Estados Unidos en Irán. Ha apagado un fuego, pero el riesgo de incendio sigue siendo muy alto.