Las élites europeas apuestan por la guerra contra Rusia para ocultar su fracaso

15 de julio de 2025

La Unión Europea quiere enviar otros 100.000 millones a Ucrania

La Unión Europea está considerando crear un fondo de 100.000 millones de euros para apoyar a Ucrania. Esta cifra se añadiría a los 160.000 millones que, desde febrero de 2022, Bruselas ya ha proporcionado al gobierno de Zelenski. A estas astronómicas cantidades hay que añadir otros 50.000 millones de dólares del instrumento de préstamos que la Unión Europea creó junto con el G7, que se nutre, supuestamente, de los intereses generados por los 300.000 millones de euros “inmovilizados” del banco central ruso. Muchos intereses me parecen.

La Unión Europea sopesa crear un fondo de 100.000 millones para Ucrania en su nueva propuesta de presupuesto. Bloomberg, 8 de julio de 2025.

Estas cifras, proporcionadas por Bloomberg, ponen de manifiesto la decisión de las élites europeas de escalar el conflicto con Rusia de manera indefinida. Una estrategia destinada a ocultar su error estratégico en las relaciones con su vecino del este. A estas alturas de la contienda, es evidente que Rusia está ganando la guerra de desgaste contra la OTAN, por más que algunos analistas occidentales que no entienden, o no quieren entender, la estrategia del Kremlin, prefieran poner el foco en la lentitud de los avances del ejército ruso.

Rusia ha ganado la guerra de Ucrania y “derrotado” a la OTAN. National Security Journal, 11 de junio de 2025.

En lugar de reconocer su error estratégico, virar e intentar recomponer las relaciones con Moscú, las élites europeas han decidido apostar por convertir en estructural el enfrentamiento con Rusia, el país vecino que proporcionaba a Europa la energía necesaria para alimentar su modelo económico.

Hay dos motivos fundamentales por los que las élites europeas prefieren arrastrarnos a la guerra contra la primera potencia nuclear del mundo. El primero, y más obvio, es que en el caso de admitir sus errores, deberían asumir responsabilidades políticas por el daño infligido a la población europea, a su economía, a su demografía, a su situación geopolítica en los próximos años, por no decir décadas, en relación no sólo con Rusia, sino con la mayoría del mundo.

El segundo tiene un componente crematístico. No existe, ni se plantea, ningún sistema de control, auditoría o rendición de cuentas en relación con los miles de millones que la Unión Europea ha transferido al gobierno de Ucrania. Según Transparencia Internacional, un año después del golpe de Estado de 2014, Ucrania era el país más corrupto de Europa.  El índice de corrupción elaborado en 2024 por el mismo organismo lo sitúa en el puesto 105, de un total de 180 países, muy lejos de los miembros de la Unión Europea, en la que Ucrania aspira a ingresar.

¿Debemos creer que hasta el último céntimo de esos miles de millones enviados al gobierno de Volodímir Zelenski ha sido empleado en los fines para los que supuestamente han sido adjudicados? Las multimillonarias transferencias por parte de Estados Unidos, la Unión Europea, el G7 y otros donantes ¿llegan todas a su destino y se utilizan para los objetivos asignados, o algunas se quedan por el camino, o acaban en paraísos fiscales

La conferencia para la reconstrucción de Ucrania se celebra antes de que acabe la guerra

Es dentro de este esquema de flujo constante de dinero hacia un país plagado por la corrupción donde hay que situar la reciente conferencia para la reconstrucción de Ucrania, que tuvo lugar en Roma. De otro modo no se entendería la celebración de un evento con el objetivo de recaudar fondos para reconstruir un país, antes de que acabe la guerra que lo está asolando.

Resulta significativo que Black Rock, que había anunciado la creación de un fondo para la reconstrucción de Ucrania, se retirara de un proyecto que debía ser presentado en Roma. La decisión se tomó a principios de este año, aunque ha sido anunciada recientemente.

Black Rock explicó su marcha atrás por la falta de interés de los inversores y la incertidumbre sobre el futuro de Ucrania, recalcando que “Las únicas conversaciones que impulsan nuestra toma de decisiones son aquellas con nuestros clientes”. Black Rock, la mayor administradora de activos del mundo, no veía oportunidades de negocio en la reconstrucción de Ucrania, un proceso que además se antoja lejano.

Black Rock paró las conversaciones sobre el fondo para Ucrania después de la victoria de Trump en las elecciones. 

Sin embargo, la conferencia celebrada en Roma finalmente consignó 2.300 millones de euros para dicho objetivo. Una minucia, en comparación con las cifras que maneja el gobierno de Kiev, que estima en más de 850.000 millones de euros el dinero necesario para reconstruir el país.

El primer ministro de Ucrania, Denys Shmyhal, planteó a la conferencia de Roma la creación de dos fondos: uno, por valor de 400.000 millones, que estimaba extraer de los activos rusos “inmovilizados”. El otro, de 460.000 millones, pretendía que proviniera de inversores privados.

Unas pretensiones que se antojan poco realistas, teniendo en cuenta la tarjeta de presentación con la que el gobierno de Ucrania se plantó en Roma: su negativa a aceptar el nombramiento de un nuevo jefe de la Oficina de Seguridad Económica, creada en 2021, que supuestamente investiga los delitos económicos, pero que ha sido acusada de extorsionar a las empresas.

Kiev rechaza al director sugerido para la oficina de delitos económicos, desatando un conflicto con los socios occidentales. Politico, 10 de julio de 2025.

Según Politico, La Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional han condicionado la reforma de la oficina a la continuidad de los pagos. El candidato sugerido por una comisión independiente era Oleksandr Tsyvinskyi, que destapó recientemente un importante caso de corrupción en el sector agrario de Kiev. El gobierno de Zelenski no está interesado en perseguir la corrupción, sino que está acosando judicialmente a quienes la destapan, como acaba de denunciar The Kyiv Independent en un editorial. A pesar de lo cual, la Unión Europea pretende convertir a Ucrania en miembro de la organización, y se dispone a seguir transfiriéndole miles de millones de euros. 

La Unión Europea nada tiene que ver ya con su propósito original, el de una organización enfocada en impulsar la economía de sus miembros, puesto que las decisiones de quienes han sido designados en un despacho para manejarla la están triturando.

La Unión Europea ha transmutado en un proyecto con ínfulas geopolíticas, un nuevo objetivo incompatible con la sumisión que sigue profesando a Estados Unidos, a pesar de los constantes desplantes del nuevo inquilino de la Casa Blanca, materializados en la amenaza de imponer unos aranceles del 30% a los productos provenientes de la Unión Europea, que se añadirían a los ya existentes del 50% al acero y el aluminio, y del 25% a los automóviles.

Para convertirse en una entidad con peso geopolítico en el mundo multipolar que está naciendo, la Unión Europea debería comenzar por fraguar una política exterior acorde con sus propios intereses. Sin embargo, la elección de Kaja Kallas como responsable de asuntos exteriores de la Unión, tras haber metido a Estonia en recesión, aupada al puesto por su notoria rusofobia, indica todo lo contrario.

Este artículo del periodista Thomas Fazi está repleto de datos que detallan las maniobras antidemocráticas de Kallas, que cuenta con el pleno apoyo de Úrsula von der Leyen, ya apodada la reina de Bruselas.

Kaja Kallas: ¿La mujer más peligrosa de Europa?

Kaja Kallas personifica la narrativa de las élites europeas, incluyendo a las del Reino Unido, que han labrado la estrategia de perorar constantemente sobre la “amenaza rusa” para rehuir afrontar los graves problemas económicos que sus errores estratégicos están provocando en los países que mal dirigen. No hay dinero para sanidad, ni para educación, ni para los servicios públicos, pero siempre hay miles de millones disponibles para enviarlos al gobierno de Ucrania, que no forma parte de la Unión Europea.

Carece de sentido hablar de la reconstrucción de Ucrania cuando las decisiones de los dirigentes de Francia y Alemania se encaminan a la prolongación del conflicto, todo el tiempo que sea necesario. Friedrich Merz daba por agotada la vía diplomática con Rusia, dejando como única opción la bélica.

Merz dice que los recursos de la diplomacia se han agotado y se compromete a un apoyo continuado a Ucrania.

Emmanuel Macron anunciaba el 13 de julio su intención de duplicar el presupuesto militar, tomando como base el nivel de 2017. La cifra dedicada a este rubro pasaría de los 32.000 millones de 2017 a los 64.000 millones en 2027, adelantando tres años el objetivo anteriormente anunciado. Estas declaraciones se producen cuando Francia está intentando ahorrar 40.000 millones de euros en su presupuesto de 2026. Macron asegura que los fondos para incrementar el presupuesto militar provendrán de un incremento en la actividad y la producción.

El relato de la defensa de los valores europeos no se sostiene

Para justificar la transferencia de la riqueza que las élites europeas están hurtando a la ciudadanía de los países que gobiernan, con el consiguiente deterioro del ya languideciente Estado del bienestar, nuestros gobernantes están recurriendo a la narrativa de que es necesario apoyar a Ucrania porque está defendiendo a toda Europa de la agresión rusa. Una amenaza de invasión que es necesario contener en el Donbass, antes de que desborde al resto del país y luego, al continente.

Nos encontramos ante un nuevo episodio de “la doctrina del shock”: el capitalismo aprovecha las crisis, provocadas o no, para justificar la adopción de medidas que, en otro escenario, resultarían inaceptables para la población.

La narrativa de que Rusia se apresta a invadir Europa no se sostiene desde ningún punto de vista. No sólo porque Putin lo haya dicho, Lavrov lo haya repetido, o Steve Witkoff, el asesor de Trump, haya calificado la acusación de “ridícula”, sino porque lo que dice la historia es exactamente lo contrario: fueron precisamente un francés y un alemán quienes enviaron a sus ejércitos a invadir Rusia, en los siglos XIX y XX. Con los resultados conocidos…

Además del argumento bélico, las élites europeas siguen repitiendo cansinamente la narrativa del anterior inquilino de la Casa Blanca, en el sentido de presentar a Ucrania como el bastión de la defensa de la democracia frente al autoritarismo del Kremlin, pasando por alto la ilegalización de partidos políticos en el país, la unificación de todos los canales de televisión en una única plataforma, bajo control gubernamental, y la negativa de Zelenski a celebrar elecciones presidenciales.

En el mismo plano de defensa de los valores occidentales frente al resto del mundo, conviene reseñar el discurso que Giorgia Meloni, la primera ministra de Italia, pronunció en febrero ante la Conferencia de Acción Política Conservadora en Washington. Su intervención representa un compendio de los argumentos que las élites europeas utilizan para situarse en un plano moralmente superior frente al resto del mundo y justificar sus acciones políticas. Unos argumentos falaces, muy sencillos de desmontar: basta compararlos con los hechos protagonizados a lo largo de la historia, y en el momento actual, por los europeos.

Giorgia Meloni presume de que occidente no es sólo un concepto geográfico, sino una civilización, “nacida de la fusión de la filosofía griega, el Derecho romano y los valores cristianos”. Meloni también afirma que “Cuando vemos Occidente, definimos una forma de entender el mundo en la que el individuo ocupa un lugar central, la vida es sagrada, todos los hombres nacen iguales y libres. La ley se aplica a todos por igual. La soberanía pertenece al pueblo. Y la libertad se antepone a todo lo demás”.

A continuación, Meloni se pregunta si “¿Puede esta civilización seguir defendiendo los principios y valores que la definen? ¿Puede seguir estando orgullosa de sí misma y consciente de su papel? Creo que sí”.

La estrategia de presentar a occidente como un jardín, frente a la jungla del resto del mundo, ya fue enarbolada por Josep Borrell, aunque quien acuñó el concepto fue un estadounidense, el neoconservador Robert Kagan, en su libro de 2018 “La jungla vuelve a crecer: Estados Unidos y nuestro mundo en peligro”.

Esta visión idílica de occidente y, en concreto, de Europa, entra en profunda contradicción con el historial belicista y colonial del continente europeo.

La siguiente ilustración ha sido confeccionada introduciendo en un programa todas las batallas que han tenido lugar en el mundo en los últimos 4.500 años. Cada punto blanco representa una batalla. Como vemos, Europa es una gran mancha blanca, y el siguiente territorio con profusión de puntos blancos es Estados Unidos, al que siguen la península de Corea y la franja costera del Mediterráneo donde se ubican Israel y Palestina.

Batallas celebradas en el mundo en los últimos 4.500 años. Cada punto blanco representa una batalla.

Como acertadamente recuerda Íñigo Sáez de Ugarte en este artículo, donde comenta el discurso de Giorgia Meloni, Auschwitz también es Europa. Y como estamos viendo a diario en Gaza y Cisjordania, Europa también es el apoyo al genocidio sionista, que está siendo retransmitido prácticamente en directo en las redes sociales.

Occidente no sólo está suministrando armas y financiación al gobierno de Israel para que extermine a la población palestina, sino que consultoras occidentales están diseñando operaciones para incrementar la letalidad de los ataques sionistas. La “Gaza Humanitarian Foundation” es una empresa con sede en Delaware que, supuestamente, está siendo utilizada para repartir ayuda humanitaria en Gaza, tras haber expulsado Israel a la UNRWA. En realidad, sus camiones con provisiones son un cebo utilizado por el ejército sionista para ametrallar a quienes acuden a intentar conseguir comida. Es difícil caer más bajo.  

Al menos siete solicitantes de ayuda muertos por las fuerzas de Israel mientras esperaban comida en Gaza central.

La consultora Boston Consulting Group (BCG) colaboró en el diseño de la trampa mortal para la población palestina, sometida a la hambruna por el sionismo. Más de 200 ONG han firmado un manifiesto en el que piden el desmantelamiento de la “Gaza Humanitarian Foundation”. Adicionalmente, el BCG y el Tony Blair Institute for Global Change han diseñado un plan para el desplazamiento forzado de los gazatíes, con el fin de concentrarlos en lo que el ministro israelí de Defensa, Israel Katz, denomina “ciudad humanitaria”, así como para desarrollar una “Riviera” en Gaza, una vez que la población palestina haya sido expulsada.

Titular de eldiario.es del 9 de julio de 2025.

Por si quedaba alguna duda acerca de la superioridad moral de los valores occidentales, el canciller alemán, Friedrich Merz, reconoció que, cuando bombardeaba Irán, lo que estaba haciendo Israel era el trabajo sucio a occidente, y que por eso había que apoyarle. Para rematar, Estados Unidos ha sancionado a Francesca Albanese, la relatora especial de Naciones Unidas sobre los territorios palestinos, por denunciar el genocidio sionista, tras acusarla, cómo no, de antisemitismo. Como si denunciar que Israel está quemando niños vivos fuera antisemita.

Las élites europeas siguen mostrando sumisión a Estados Unidos

Después de haber apoyado abiertamente a Kamala Harris en las elecciones presidenciales, y de haber vituperado a Donald Trump durante la campaña, las élites europeas ahora se arrastran literalmente ante el nuevo inquilino de la Casa Blanca. En la última cumbre de la OTAN en La Haya, su secretario general, Mark Rutte, protagonizó un vergonzoso espectáculo, al dirigirse a Trump llamándole “daddy” (papá). 

Infographic: Where NATO Defense Expenditure Stands | Statista

La cumbre fue organizada a la medida del presidente de Estados Unidos, y todos los países, incluida España, firmaron la declaración final, en la que consta el compromiso de “invertir anualmente el 5% del PIB en necesidades básicas de defensa, así como en gastos relacionados con la defensa y la seguridad para 2035”. Atrás quedó el objetivo del 2% del PBI anterior de la OTAN. Se trata de satisfacer a “papá” para que no se enfade.

A la vista de las actuales cifras, ¿de dónde va a salir el dinero necesario para más que duplicar el presupuesto militar en la mayoría de los países miembros de la OTAN? ¿De una mayor actividad económica y producción, como sostiene Macron? No hay quien se lo crea. Los gobiernos europeos van a utilizar el espantajo de la amenaza rusa y la necesidad de rearmarse – sometiéndose a los intereses de Estados Unidos – para justificar la demolición de lo poco que queda del Estado del bienestar.

Además, por si quedaba alguna duda de quién va a pagar la factura de Ucrania de ahora en adelante, Donald Trump anunció el 11 de julio que «Estamos enviando armas a la OTAN, y la OTAN las está pagando al cien por cien» (…) Enviaremos misiles Patriot a la OTAN, y luego la OTAN los distribuirá (a Ucrania)». Trump posteriormente recalcó el enfoque comercial de la operación: «No pagamos nada por ello, pero lo enviaremos. Será un negocio para nosotros».

Trump enviará misiles Patriot a Ucrania, la UE cubrirá los costes. Titular de Deutsche Welle del 13 de julio.

En una reunión celebrada en Washington entre Trump y Mark Rutte el 14 de julio, el secretario general de la OTAN calificó de “totalmente lógico” que fuera la Unión Europea quien cargara con los costes.

Europa fracasa a todos los niveles

La sumisión continuada de las élites europeas a Estados Unidos, a pesar de la guerra económica que plantea Trump a través de los aranceles y su descarada utilización de los recursos europeos para incrementar los beneficios del complejo militar industrial estadounidense, supone el fracaso de la Unión Europea como proyecto, tanto económico como geopolítico.

No existe voluntad política para revertir la crisis energética que está destrozando la economía europea, porque para conseguirlo habría que reconstruir las relaciones comerciales con Rusia, y el rumbo es el inverso, para desgracia de la ciudadanía europea.

De patochada puede calificarse la propuesta del gobierno de Merz con la que pretende solucionar la acuciante carencia de gas, a precios asequibles, para sostener su industria. Un sector donde se acumulan las noticias de cierre de plantas, especialmente las intensivas en energía.

Titular de El Economista del 17 de junio de 2025.

“El Ministerio de Economía ha encargado a expertos que estudien la viabilidad de un almacenamiento estatal de gas”, leemos en El Economista. Mientras Alemania calcula el tamaño necesario del depósito para “acabar” con sus problemas con el gas, en lugar de reabrir los gasoductos Nord Stream, lo que está haciendo es consumir sus reservas a tal ritmo que amenaza con arrastrar a Europa “a una batalla por los precios en invierno”.  

El consejero delegado de JP Morgan, Jamie Dimon, envió un mensaje muy claro a Europa en un evento organizado por el gobierno de Irlanda: “Europa ha pasado del 90 % del PIB estadounidense al 65 % en 10 o 15 años. Eso no es bueno. Ustedes están perdiendo”. Según Dimon, Europa tiene un problema de competitividad frente a Estados Unidos y China. Los altos costes energéticos que sufre el continente europeo tienen una clara responsabilidad en dicha falta de competitividad.

Precios de la electricidad industrial, peniques por KWh.

El ministro de Defensa de Italia tampoco tiene una opinión muy optimista sobre Europa: “Hablamos de Europa como si importara; quizás en algún momento pudo haberlo hecho, si se hubiera otorgado un papel político que no se asignó, si se hubiera dotado de una política exterior o de defensa”, dijo Guido Crosetto el 20 de junio. “Pero su tiempo ha terminado, y lo digo con tristeza. El mundo ha cambiado”.

Si las élites europeas insisten en seguir considerándose el ombligo del mundo, y tratan de imponer su voluntad al resto del planeta, desde una posición de superioridad moral, estarán cavando la tumba en la que nos van a enterrar a todos los europeos. Porque las élites ya se encargarán de buscarse otro puesto en algún gabinete de estudios, fundación, o chiringuito internacional de algún tipo.

El sistema siempre tiene un puesto con el que pagar favores. Como ha ocurrido con Sanna Marin, la ex primera ministra de Finlandia que metió a su país en la OTAN. Ahora trabaja en el Tony Blair Institute for Global Change, como “consultora estratégica”. Sí, el mismo que diseña la mejor manera de exterminar a la población palestina.

Yo le pregunto a Giorgia Meloni: ¿Esta es la Europa de la que hay que mostrarse orgulloso?

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