Europa naufraga entre la parálisis, los enfrentamientos y el autoritarismo

25 de marzo de 2025

Europa se niega a asumir la derrota en Ucrania

Europa se está mostrando incapaz de articular una respuesta política coherente y unitaria a la decisión de Donald Trump de afrontar la situación en Ucrania de una manera realista. Las élites europeas rechazan asumir la derrota de la OTAN frente a Rusia e insisten en el delirio de creerse que Europa puede vencer militarmente a Rusia sin la ayuda de Estados Unidos. Los europeos se están haciendo trampas al solitario, porque se empeñan en continuar con la farsa antes que reconocer que la apuesta del Partido Demócrata salió mal, y actuar en consecuencia.

Exactamente eso es lo que está haciendo Donald Trump, y por eso los europeos están de los nervios, porque el reconocimiento por parte de la nueva administración de la realidad sobre el terreno les deja en evidencia frente a su postura negacionista de niño enrabietado.

Desde que Trump asumió la presidencia, la estrategia de la burocracia europea ha sido tratar de convencerle para seguir la hoja de ruta marcada por la administración anterior, a pesar de su fracaso. Úrsula von der Leyen declaró el 21 de enero que había que seguir apoyando a Ucrania “todo el tiempo que sea necesario”, repitiendo el mantra favorito de Joe Biden, tras atribuir falsamente la causa de la guerra con Rusia al deseo de Ucrania de formar parte de la Unión Europea.

La jefa de la Comisión Europea se compromete a apoyar a Ucrania todo el tiempo que sea necesario.

Como Donald Trump no está por la labor de profundizar en el error estratégico de la camarilla que manejaba a Joe Biden, la táctica europea está girando hacia una añagaza que fuerce a Estados Unidos a intervenir militarmente en Ucrania: esta es la intención que se esconde tras el plan de desplegar tropas europeas sobre suelo ucraniano. Los europeos confían en que Washington se vería obligado a defenderlas en el caso, más que posible, de que Rusia decidiera atacar a las fuerzas europeas, presentadas como garantes de un hipotético alto el fuego.

El caso es tratar de continuar la guerra por todos los medios posibles, recalcando el apoyo europeo a Zelenski. La reciente participación del mandatario ucraniano en la reunión del Consejo Europeo supone un claro desplante a Donald Trump.

Macron y Starmer fracasan en Washington

Antes del encontronazo entre Zelenski y Trump en la Casa Blanca, Emmanuel Macron, primero, y Keir Starmer, después, viajaron a Washington para tratar de persuadir a Donald Trump de rectificar su posición. Ambos pretendían que ofreciera un paraguas a los europeos, en caso de que decidan finalmente trasladar efectivos al territorio ucraniano.

No habrá botas de Estados Unidos sobre el terreno en Ucrania, dice Hegseth.

Los viajes del francés y el británico se saldaron con rotundos fracasos, a pesar de los gestos amables de Trump, más notorios con Macron que con Starmer, que apoyó ostentosamente a la candidata del Partido Demócrata, Kamala Harris, en un alarde de inteligencia política. En el caso de Macron, Trump se negó a aceptar la petición del francés de aportar garantías de seguridad para Ucrania. Una fuente diplomática de la Unión Europea calificó el viaje como “pérdida de tiempo”.

Macron no logró convencer a Trump de proporcionar garantías de seguridad a Ucrania, la visita fue inútil – Político.

Keir Starmer tampoco consiguió que Trump se aviniera a enviar tropas estadounidenses a Ucrania para cubrir un hipotético despliegue de efectivos europeos sobre el terreno. Por si quedaba alguna duda de su negativa, Trump aseveró que “Los británicos son soldados increíbles y pueden cuidar de sí mismos”.

Starmer no logra convencer a Trump de enviar tropas a Ucrania.

Lo único que consiguió Macron en Washington fue que Donald Trump se aviniera a recibir a Zelenski, a lo que se mostraba reacio. Después de su visita a la Casa Blanca, Starmer se descolgó con la propuesta de montar una “coalición de los dispuestos”. La BBC reportaba que Starmer buscaba la implicación de Estados Unidos en su plan para desplegar tropas europeas en Ucrania, que fue presentado en una reunión en Londres, a la que asistieron representantes de 18 países, incluido Volodimir Zelenski.

El término “coalition of the willing” fue el mismo usado para denominar el grupo de países que apoyó la guerra lanzada por George W. Bush contra Irak, con el pretexto de destruir las “armas de destrucción masiva” que, supuestamente, albergaba Saddam Hussein. Lo único masivo que había fueron las mentiras utilizadas para justificar la invasión.

Las conversaciones entre Trump y Putin soliviantan a las élites europeas

Lejos de acceder a las pretensiones de los europeos, tras haber hablado con Putin el 12 de febrero, Trump volvió a hacerlo el 18 de marzo. Podemos leer los resúmenes de esta última conversación en los sitios web de la Casa Blanca y del Kremlin.

Lo que sin duda ha terminado de soliviantar a las élites europeas es esta frase del resumen publicado por el gobierno ruso: “Confirmando su compromiso fundamental de encontrar una solución pacífica al conflicto, el presidente de Rusia expresó su disposición a trabajar a fondo para encontrar posibles soluciones en cooperación con los socios estadounidenses”. La solución a la guerra en Ucrania será negociada bilateralmente con Estados Unidos, dejando fuera a la Unión Europea, que se desgañita en vano por un sitio en la mesa.

Esto tiene todo el sentido del mundo: lo lógico es que negocien las partes contendientes, no los subalternos y los tontos útiles. A Ucrania se le informará de lo que convenga acerca de la marcha de las negociaciones, como hizo Trump tras su larga conversación con Putin.

En cuanto al papel de Zelenski, baste decir que, a pesar de presentarse en Arabia Saudita cuando tuvieron lugar contactos entre una delegación estadounidense y otra ucraniana, no se le permitió asistir a esas reuniones. Después de la que armó en la Casa Blanca, ya leemos artículos en la prensa occidental donde se habla abiertamente de sus posibles sustitutos: es un cadáver político.

Zelenski no asistirá a las conversaciones de alto nivel con los estadounidenses en la cumbre de paz en Arabia Saudita.

Quien esperara que, tras dos conversaciones con Trump, Putin iba a acceder a decretar un alto el fuego peca, como mínimo, de ingenuo. Rusia va ganando la guerra, de largo. Un parón sólo habría beneficiado a quien va perdiendo. Para que Trump no saliera con las manos vacías del último contacto, Putin aceptó una tregua parcial de 30 días, que se limitaría a dejar fuera de los ataques la infraestructura energética de Ucrania. Estados Unidos se encargó de presentar el alto el fuego limitado como una concesión de Putin, aceptada generosamente por Zelenski, aunque en realidad beneficia en mayor medida a Ucrania, que está contra las cuerdas.

El núcleo duro del gobierno ucraniano tiene exactamente la misma posición que las élites europeas: continuar con la guerra a cualquier precio, y seguir buscando desesperadamente la intervención estadounidense para infligir una derrota estratégica a Rusia. Prueba de ello es que Ucrania se apresuró a violar el acuerdo que supuestamente había aceptado, bombardeando una estación de bombeo de gas en Sudzha, en la región de Kursk, que se utilizaba para enviar gas ruso a Europa, antes de que Ucrania interrumpiera el tránsito, a finales del año pasado. Dicho ataque se sumaba a otro contra un depósito de petróleo, días atrás. Trump sólo puede esperar palos en las ruedas por el lado europeo y ucraniano.

Europa deriva hacia la parálisis y los enfrentamientos

Aislada internacionalmente tras su alineamiento absoluto con la administración de Joe Biden, en contra de la mayoría de las naciones del mundo, y fuera de la mesa de negociación entre las grandes potencias, Europa está presa de una rabieta incontrolable. Desnortadas, las élites europeas compiten en materia de ocurrencias, bombillazos e ideas peregrinas. Entre todas, destaca la propuesta de sustituir a Estados Unidos en la OTAN, así como la publicación de un libro blanco con el belicista título de “Rearmar Europa”.

Un proyecto que parece inviable, a pesar de las intenciones anunciadas, sin el concurso de Estados Unidos, que suministra a Europa dos tercios del armamento que ésta compra. Una cifra que ha aumentado desde el 50% con que le proveía en 2019.

Financial Times: Las potencias militares europeas trabajan en un plan de 5 a 10 años para sustituir a Estados Unidos en la OTAN.

Entre las fabricantes de ocurrencias destaca la sustituta de Josep Borrell, la estonia Kaja Kallas. Antes de su nombramiento al frente de la política exterior europea, una fuente diplomática anónima se preguntaba si era buena elección para el puesto una persona a la que le gustaba comer rusos para desayunar. Una manera de alertar sobre su marcada rusofobia.

Los líderes de la Unión Europea no consiguen ponerse de acuerdo en una ayuda de 5.000 millones para Ucrania después de enfrentamientos.

Sin haber negociado previamente con los Estados miembros de la Unión Europea, Kaja Kallas se descolgó con la propuesta de adjudicar 40.000 millones de euros en ayuda militar a Ucrania. Como el plan se estrelló con una negativa frontal, Kallas redujo la cifra hasta los 5.000 millones que, supuestamente, se destinarían a comprar munición para el gobierno de Kiev. Sin embargo, la rebaja tampoco suscitó consenso.

Además de fracasar en su empeño – algunos analistas la dan ya por amortizada – Kaja Kallas se vio cuestionada por el presidente español, cuando éste propuso que la UE nombrara una persona específica para encargarse de las negociaciones con Ucrania. Kallas reaccionó de forma agria, replicándole “¿Para qué estoy aquí?”.

El “acalorado intercambio” entre Pedro Sánchez y Kaja Kallas se suma a otro enfrentamiento abierto entre las instituciones europeas. La presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, envió un crítico mensaje a la jefa de la Comisión Europea a la salida de una de las innumerables reuniones celebradas últimamente en el viejo continente.

La italiana acusaba a Úrsula von der Leyen de “esconderse tras la excusa de que el parlamento tarda demasiado en tomar decisiones” para aprobar un crédito de 150.000 millones de euros para gastos militares por la vía rápida, saltándose los derechos de supervisión del Parlamento Europeo.

Metsola: Por favor, Úrsula, deja de sacudirte el Parlamento.

La presidenta del Parlamento Europeo abundaba en la cuestión: “¿Por qué buscar una solución que eluda a su mejor aliado en este tema, donde las mayorías son claras?”. A la cada vez más autoritaria jefa de la Comisión Europea le molesta tener que pasar sus decisiones por el trámite de que se las apruebe el parlamento.

Úrsula tampoco podía faltar a la hora de los bombillazos. El último ha sido proponer un tope al precio del gas en Europa. Un producto que ahora la Unión Europea importa a mansalva de Estados Unidos, a un precio entre tres y cuatro veces superior al que provenía de Rusia.

La Unión Europea considera introducir un tope temporal al precio del gas para contrarrestar los costes divergentes con Estados Unidos.

Once asociaciones profesionales no tardaron en echársele encima. En una carta enviada a la jefa de la Comisión Europea, le advirtieron de “consecuencias negativas de gran alcance para la estabilidad de los mercados energéticos europeos y la seguridad del suministro en todo el continente”, en el caso de que la medida fuera finalmente implementada.

Alemania le da otra patada a la “democracia” europea

El desdén con el que Úrsula von der Leyen trata los mecanismos de control del poder de la Comisión revela un profundo desprecio por la democracia. Esa de la que tanto alardea ella misma, su cohorte de burócratas en Bruselas, así como quienes están nominalmente al frente de los estados miembros de la Unión Europea.

El último episodio de menosprecio a la voluntad de la ciudadanía y a sus decisiones, expresadas en las urnas, se acaba de producir en Alemania. El próximo canciller, que aún no ha sido investido por el Bundestag, promovió una votación para cambiar la constitución, una semana antes de que se constituyera el nuevo parlamento, el 25 de marzo.

Friedrich Merz se apoyó en los votos de un parlamento saliente, ya caduco, porque la composición del nuevo no le habría permitido alcanzar los dos tercios necesarios para modificar la constitución y eliminar el techo de deuda.

The Guardian: Diputados alemanes aprueban un aumento de gasto de 500.000 millones de euros para contrarrestar la «guerra de agresión de Putin».

El objetivo del cambio constitucional era permitir al gobierno federal, y a los estados federados, endeudarse hasta las cejas para, siguiendo las instrucciones de Bruselas, sufragar un aumento astronómico del gasto militar. Poco le importa al canciller in pectore que durante toda su carrera hiciera campaña precisamente en contra de quitar el freno a la deuda pública. Merz justificaba así su giro de 180 grados: «Nuestros amigos en la UE nos observan con la misma atención que nuestros adversarios y los enemigos de nuestro orden democrático y basado en normas».

Para Friedrich Merz, el “orden democrático” consiste en usar un parlamento caducado para aprobar unos cambios constitucionales que van a hundir aún más en el abismo a una Alemania que se encamina al tercer año en recesión, según la Cámara de Comercio e Industria.

Para el incipiente canciller alemán, el “orden basado en normas” consiste en ignorar los resultados de las elecciones, y obedecer en cambio las instrucciones dictadas por su compatriota al frente de la Comisión Europea.

Para Friedrich Merz, la democracia consiste en apresurarse a promover una votación antes de que se constituyera el nuevo parlamento, donde los partidos Die Linke (La Izquierda) y Alternativa para Alemania hubieran tenido la capacidad de bloquear la reforma constitucional, que precisaba de dos tercios de los parlamentarios para salir adelante.

A Merz lo único que le importaba era conseguir más de 489 votos para pasar su reforma constitucional, aunque para eso tuviera que sobornar a Los Verdes con la promesa de gastar 100.000 millones de euros en “medidas de transformación económica climática”. Merz finalmente consiguió 513 votos, esquivando la voluntad popular.

Los resultados de las elecciones son menospreciados en Europa

El atropello a las decisiones de la ciudadanía en Alemania se suma a la reciente patada a las urnas propinada por las autoridades en Rumanía. A Calin Georgescu, el candidato opuesto a la guerra en Ucrania que ganó la primera vuelta de las elecciones presidenciales, que fueron anuladas, finalmente le han prohibido presentarse de nuevo.

Calin Georgescu había recurrido ante el Tribunal Constitucional la decisión de la Junta Electoral Central, que ha fallado a favor del veto a su candidatura. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos de la UE ya había blanqueado la decisión de la JEC, como expliqué en este artículo.

La BBC sigue repitiendo la mentira, desmontada por la propia fiscalía de Rumanía, como señalé en este otro artículo, de una supuesta campaña rusa en Tik Tok para promover su candidatura. Una campaña que, en realidad, fue organizada por el Partido Liberal para impulsar a Georgescu, un candidato con una baja intención de voto, para así restar apoyos electorales a otros partidos rivales.

En otros países europeos, el modelo de democracia liberal tampoco goza de buena salud. En Francia, la crisis política sigue sin resolverse. François Bayrou es el cuarto primer ministro nombrado por Emmanuel Macron en un solo año, lo que revela la falta de apoyos políticos en la sede de la soberanía popular: el parlamento. Un triste récord para la Quinta República.

Bayrou sucedió a Michel Barnier, un ex burócrata de Bruselas que, en diciembre de 2024, decidió saltarse el parlamento para aprobar el presupuesto de la seguridad social. La estratagema le costó el puesto, tras carecer de los votos para superar una moción de censura, que es el procedimiento constitucional para que el parlamento evite ser ninguneado por el ejecutivo. Su destitución demostraba que el gobierno designado por Macron carecía de respaldo en el parlamento. Otra demostración de “democracia europea” en acción.

Ouest France: Presupuesto de la seguridad social: Michel Barnier activa el 49.3 y se expone a una moción de censura.

A pesar de carecer de mayoría parlamentaria, Emmanuel Macron nombró nuevo primer ministro a François Bayrou, quien sobrevivió a otra moción de censura gracias a las abstenciones del Partido Socialista y de Reagrupamiento Nacional, el partido de Marine Le Pen. Bayrou pende de un hilo…

Sin mayoría en el parlamento francés, Macron no sólo insiste en aferrarse a la presidencia en su país, sino que pretende erigirse en el nuevo gallito de la Unión Europea, ofreciendo el paraguas nuclear francés al resto del continente.

En el Estado español, el gobierno de Pedro Sánchez carece de la mayoría parlamentaria necesaria para aprobar sus presupuestos. En 2024 prorrogó los de 2023. Este año tampoco ha sido capaz de contar con el número suficiente de diputados para sacar adelante los de 2025, y ya se conforma con intentarlo con los de 2026.

Titular de eldiario.es del 23 de marzo de 2025.

Los presupuestos son la herramienta fundamental con la que cuenta un gobierno para plasmar sus políticas. La consecuencia lógica de su incapacidad para dotarse de un presupuesto, ante la falta de apoyo parlamentario, sería la convocatoria de nuevas elecciones. Pero eso no va a ocurrir, porque “No nos rendimos”, dice Pedro Sánchez. ¿No se rinden ante quién? ¿Ante la soberanía popular, expresada con votos en el parlamento? 

A pesar de la prórroga presupuestaria, el gobierno progresista se las apañó para incrementar el gasto militar usando una artimaña: transferencias de crédito por valor de 2.929,2 millones, a fecha de 30 de noviembre de 2024, incrementándose así un 20,3% el presupuesto inicial, hasta alcanzar los 28.935 millones de euros, un 1,82% del PIB español. Ante la OTAN y Bruselas, Pedro Sánchez se rinde a la primera. 

En el Reino Unido, Keir Starmer tiene un índice de aprobación del 21%. Más de la mitad de los encuestados por Ipsos, un 55%, desaprueba su gestión. El 62% cree que el gobierno va en mala dirección, frente a sólo un 15% que cree lo contrario. Así que Starmer desvía la atención de su impopularidad poniendo el foco en Ucrania. Los propios militares británicos han calificado de “teatro político” las declaraciones belicistas del primer ministro: “Starmer se adelantó a sí mismo hablando de tropas sobre el terreno antes de saber de qué estaba hablando”, manifestó un interlocutor de alto rango a The Telegraph.

El plan de paz de Starmer para Ucrania es desechado como “teatro político”.

A los eurócratas neocon sólo les sirve la guerra 

El estancamiento económico que sufre Europa pone la guinda a las patadas a la soberanía popular por parte de las élites, a sus enfrentamientos y al marasmo que la atenaza, mostrándose incapaz de articular un plan B ante la derrota militar de la OTAN en Ucrania. 

Los burócratas europeos están demostrando que son más neocon que los propios estadounidenses miembros de la secta: carecen de marcha atrás. Su único proyecto es el de ahondar en el belicismo, endeudar al viejo continente hasta el cuello y seguir porfiando en derrotar a Rusia, a pesar de todas las evidencias que demuestran la inviabilidad de su quimera.

El jefe de la inteligencia federal alemana, Bruno Kahl, declaraba el 9 de marzo que convenía que la guerra en Ucrania durara al menos 5 años más, para evitar que Rusia estuviera en disposición de atacar Europa antes de ese plazo de tiempo. Sus declaraciones fueron recibidas con furia en Kiev.

“No evitaréis la guerra”. Kiev furiosa al sugerir Alemania que Ucrania debería luchar contra Rusia hasta 2030 para proteger a Europa.

Las élites europeas están dispuestas a enterrarnos a todos, incluyendo hasta el último ucraniano, con tal de no reconocer algo tan simple como que están equivocados y que una rectificación es urgente e imprescindible, antes de que sea demasiado tarde.

 

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