14 de junio de 2024
Fracasa la jugada de Macron para desvincular a China de Rusia
El itinerario del viaje de Xi Jinping a Europa estaba diseñado para recalcar que la alianza entre China y Rusia se encuentra a salvo de los intentos de torpedearla por parte de occidente. El mandatario chino paró primero en Francia. Se habría visto como una afrenta diplomática que estuviera en Europa sin visitar un país del occidente colectivo. Significativamente, evitó pisar Alemania, prueba de la irrelevancia de Berlín en la escena internacional, víctima de su sometimiento a los Estados Unidos. Una sumisión ejemplificada en la impasibilidad de Olaf Scholz ante la voladura de los gasoductos Nord Stream, por parte de su supuesto aliado.
El presidente chino viajó en su lugar a Serbia y Hungría, dos países que no han sucumbido a las presiones ejercidas por la Unión Europea para someterse a los dictados de Washington, como sí ha hecho Bruselas. Dos estados cuyos dirigentes han elegido el difícil camino de primar sus intereses nacionales, por encima de otros ajenos, por lo cual están siendo etiquetados como “aliados de Putin”. Y es que occidente está siguiendo la máxima, atribuida a Mussolini, de “o con nosotros o contra nosotros”. Todo un alarde de respeto a la soberanía de los estados que defienden sus prioridades, por parte de quienes se doblegan ante las ajenas.
Un respeto que también exhibió Emmanuel Macron y Úrsula von der Leyen, cuando ambos presionaron a Xi Jinping sobre dos asuntos. Por un lado, la Unión Europea tuvo un déficit comercial de bienes de 291.000 millones de euros en 2023. Aunque se redujo un 27% en relación con el año anterior, el desequilibrio es resultado de la competitividad china frente a la decadencia europea. Sin embargo, Macron y von der Leyen se limitaron a repetir la narrativa estadounidense, acusando a China de “sobrecapacidad”. Un tema que traté en mi artículo anterior.
Por otro lado, al igual que intentaron Janet Yellen y Antony Blinken en China, Macron y von der Leyen trataron de persuadir a Xi Jinping para que controlara la venta de productos y tecnologías de doble uso, civil y militar, a Rusia. Además, los europeos presionaron al chino para que utilizara su influencia sobre Putin para que detuviera la guerra en Ucrania. Los apremios de los europeos fueron tan infructuosos como los estadounidenses.
Al igual que durante la anterior guerra fría había que leer el Pravda para intentar desentrañar qué se cocía en el Kremlin, ahora es imprescindible analizar algunos medios occidentales para descifrar por dónde va la estrategia de Estados Unidos y sus correveidiles.
En este sentido, resulta muy llamativo un artículo en el Financial Times, publicado justo después del fracaso de Macron a la hora de atraer a China hacia las posiciones occidentales. Titulado “Una oportunidad perdida para un gran acuerdo UE – China”, el autor comienza preguntándose si las relaciones entre la Unión Europea y China han mejorado después del viaje de Xi Jinping. A lo que se responde con un rotundo no. Veamos las causas.
El autor apunta cuál debería ser la estrategia del presidente francés: “Si Macron va en serio, debería buscar inducir a China a separarse de Rusia, a cambio de asegurarle una presencia comercial en Europa”. A continuación se pregunta: “Xi difícilmente repudiaría públicamente a Vladimir Putin. Pero ¿podría Pekín detener efectivamente el apoyo material y la elusión de sanciones, y dejar tácitamente de oponerse a una confiscación de activos estatales rusos? (…) Pero ¿podría (Europa) recalibrar su transición verde para dejar un amplio espacio para los productos fabricados en la UE y chinos, acomodándose a los planes comerciales de China?”
La jugada a la que apunta Sandbu está bastante clara: tú me apoyas para confiscar los activos rusos que ya están “congelados” y, a cambio, yo te aseguro que no voy a entrar en una guerra comercial a base de aranceles, como está haciendo Estados Unidos.
La reacción de la prensa china denota la irritación ante el chantaje europeo
A juzgar por la rápida reacción de Global Times, da la sensación de que el francés ya jugó esta baza. Tan sólo dos días después del artículo del Financial Times, el periódico chino publicaba un editorial que dejaba bien claro el patinazo de Macron.
El principio de inmunidad soberana establece que los activos de un estado son inviolables en el territorio de otro estado. Sin embargo, Estados Unidos ha aprobado una ley, Rebuilding Economic Prosperity and Opportunity for Ukrainians Act, que autoriza al presidente a confiscar los activos rusos y bielorrusos depositados en instituciones financieras estadounidenses, calculados en 5.000 millones de dólares.
El editorial de Global Times advierte sobre los riesgos que la confiscación de estos activos entrañaría para el sistema financiero mundial. Es en Europa donde se hallan “congelados” 295.000 millones en activos. La aprobación de la ley estadounidense envía un mensaje claro a sus vasallos a este lado del Atlántico: la confiscación es legal, yo ya la he aprobado, ahora te toca hacerlo a ti. Washington pasa por alto la abismal diferencia entre la cuantía de los fondos retenidos a uno y otro lado del océano, y los problemas que su confiscación acarrearía a buen seguro para Europa. La publicación del editorial señala que China no está dispuesta a blanquear el robo de 300.000 millones de dólares, propiedad de Rusia.
Estados Unidos, y sus obedientes aliados europeos, no deben de tener muy clara la viabilidad jurídica de legalizar un robo, porque todavía no lo han hecho. Un dictamen emitido en febrero por un grupo de “expertos”, contratados para barnizar de licitud el delito, aseguraba que la confiscación estaría permitida bajo la legalidad internacional, “dada la escala de los continuos ataques de Rusia en Ucrania”. Esto no es un argumento jurídico, sino político.
El consejero delegado de Euroclear, la institución financiera donde están depositados la mayoría de los activos rusos, se mostró incluso en contra de la apropiación de los beneficios que generan: «Usar activos que no le pertenecen como garantía está bastante cerca de una incautación indirecta o un compromiso de incautación futura, que podría tener exactamente los mismos efectos en los mercados que una incautación directa», dijo Lieve Mostrey.
Christine Lagarde, la presidenta del Banco Central Europeo, revolviéndose ante las presiones del G7, afirmó en abril que «Pasar de congelar los activos a confiscarlos y disponer de ellos es algo que debe examinarse con mucho cuidado (porque) comenzaría a romper el orden jurídico internacional que se desea proteger”.
Sin embargo, a pesar de las advertencias de ambas instituciones, el Consejo Europeo aprobó el 22 de mayo incautarse de los beneficios generados por los activos rusos y transferirlos a Ucrania. El Consejo no debe de tener muy clara la legalidad de esta medida, ya que acordó destinar los beneficios de 2022 y 2023 para protegerse frente a posibles reclamaciones en los tribunales por parte de los afectados. Ucrania se mostró en desacuerdo con esta medida, y reclamó para sí los aproximadamente 5.000 millones a que ascienden dichos beneficios, que Euroclear fue autorizada a retener para el mencionado fin.
Xi Jinping muestra en Serbia y Hungría su apuesta por la multipolaridad
Las siguientes escalas del viaje de Xi Jinping a Europa han sido presentadas como un intento de China de dividir al continente por parte de la prensa occidental. Los medios chinos, a su vez, han cargado contra Estados Unidos por pretender abrir una brecha en las relaciones entre China y la Unión Europea. China es el primer socio comercial de la UE, y las cifras de intercambio se han triplicado desde el año 2000. En mi opinión, Xi Jinping quiso respaldar a dos países que están resistiendo el chantaje de Bruselas para que asuman la agenda de Washington, aunque vaya en contra de sus intereses patrios. Y este apoyo político debe leerse como una apuesta por la multipolaridad.
Antes incluso de que Xi Jinping llegase a Belgrado, el presidente chino resaltaba la “inquebrantable amistad” con Serbia. En un comunicado, subrayaba que “Serbia es el primer socio de libre comercio de China en Europa central y oriental. El año pasado, China fue la mayor fuente de inversión extranjera de Serbia y su segundo socio comercial”.
Xi Jinping aterrizó en Belgrado cuando se cumplía el 25 aniversario del asesinato de tres periodistas chinos a manos de la OTAN, cuando bombardeó el consulado de China en Belgrado. El presidente chino subrayaba que “Nosotros nunca deberíamos olvidar esto” y que no iba a consentir que una historia tan trágica volviera a repetirse. Los chinos no dan puntada sin hilo.
En la rueda de prensa, ambos mandatarios anunciaron la firma de un “acuerdo de futuro compartido”, el primero de este porte que China alcanza con un país europeo. Además, el acuerdo de libre comercio firmado el año anterior entrará en vigor el 1 de julio. Ambos se felicitaron por el establecimiento de vuelos directos entre Belgrado y Shanghái, y firmaron otros acuerdos comerciales, culturales y en materia de investigación.
Xi Jinping viajó luego a Hungría, donde ambos países suscribieron un comunicado conjunto, en el que anunciaban la firma del acuerdo para una “asociación estratégica integral para la nueva era”. El ministro de Asuntos Exteriores húngaro, Peter Szijjarto ya había viajado a China en abril, momento que Pekín aprovechó para anunciar una inversión de 15.000 millones de dólares en Hungría, fundamentalmente en factorías de baterías eléctricas. Hungría ya tiene la tercera mayor capacidad de producción del mundo de estos elementos, y prevé triplicar su capacidad en dos años. Szijjarto resaltó que China es el segundo país, tras Alemania, con mayor peso en la economía de Hungría.
El ministro de Asuntos Exteriores húngaro declaró en el reciente Foro Internacional Económico de San Petersburgo (SPIEF) que su país continuaría importando petróleo y gas procedentes de Rusia, por la sencilla razón de que sus necesidades energéticas están cubiertas por ese proveedor entre un 70 y 80 por ciento. “Teniendo en cuenta la realidad física y la infraestructura, sin fuentes de energía rusas, es imposible garantizar el suministro seguro de energía a Hungría”, recalcó Peter Szijjarto.
Hungría no sigue comprando petróleo y gas a Rusia por capricho, sino por necesidad. A diferencia de otros países de la Unión Europea, como Alemania, que está sacrificando su sector industrial al sustituir la “dependencia” del gas barato ruso, por el gas caro estadounidense, Hungría ha decidido anteponer los intereses propios a los geopolíticos de Washington. El ministro de economía alemán, Robert Habeck, calificó de “astronómicos” los precios que Estados Unidos cobra a sus socios europeos por el gas natural licuado. Pero la Unión Europea no sólo no rectifica, sino que pretende que Hungría le siga en su camino hacia la ruina.
Orbán ha tomado otra senda. El Ministerio de Asuntos Exteriores de China refleja en su sitio web los acuerdos, memorandos de entendimiento y comunicados conjuntos fruto del viaje de Xi Jinping a Hungría. Son diecinueve en total.
El diplomático asignado por Estados Unidos para los Balcanes Occidentales, Gabriel Escobar, se apresuró a achacar al viaje de Xi Jinping la intención de abrir una brecha entre los estados europeos, advirtiendo “a todos nuestros socios y a todos nuestros interlocutores que sean muy conscientes de la agenda de China en Europa y de la agenda de China con respecto a la comunidad europea”.
Estados Unidos se niega a asumir la realidad y sigue amenazando a China
Bloomberg recogía el 31 de mayo las últimas amenazas de la Casa Blanca a China por su supuesto apoyo al esfuerzo bélico ruso en Ucrania.
Nicholas Burns, el embajador de Estados Unidos en China, pretendía justificar las restricciones impuestas a las exportaciones de tecnología avanzada a Pekín, achacándolas a su postura “agresiva”. Atribuyendo a su adversario el comportamiento que exhibe Estados Unidos, el embajador sostenía que China usaría dichas herramientas para “intimidar” a sus vecinos. Burns dejaba bien clara la posición de Estados Unidos respecto a China: “Esperamos que dichas tecnologías serán militarizadas, y no tenemos la intención de ser el número dos”.
Esta última frase revela la actitud de Washington ante el nacimiento del mundo multipolar: se niega a asumir el signo de los tiempos. El mundo está cambiando rápida y constantemente, en todos los ámbitos: el social, el económico, el ideológico, el demográfico, el geopolítico. Ante las transformaciones estructurales a las que asistimos, Estados Unidos pretende conservar su hegemonía, imponiéndola a sangre y fuego, literalmente, sobre el resto del mundo.
Los inquilinos de la Casa Blanca nunca están interesados en negociar. Ante la perspectiva de afrontar la prohibición de su uso en Estados Unidos, los propietarios de la aplicación TikTok ofrecieron al gobierno estadounidense un “acuerdo extraordinario”, en palabras del Washington Post. El pacto hubiera garantizado un control casi total de Estados Unidos sobre la aplicación, pero fue rechazado, buscando o bien forzar su venta a un comprador estadounidense, o la prohibición.
TikTok habría permitido que el gobierno de EE. UU. eligiera al consejo de administración, dándole poder de veto. Habría podido monitorear su código fuente, e incluso “apagar” la aplicación, si la seguía considerando una “amenaza”. Esto demuestra que las “preocupaciones” de Estados Unidos no tienen nada que ver con la seguridad nacional, como aducen, sino con la propiedad de la aplicación. Y la razón detrás del rechazo a pactar estriba en que Estados Unidos pretende que sus empresas sigan siendo las dominantes, vetando si es necesario el acceso a las compañías extranjeras al mercado estadounidense, con motivos espurios.
Las declaraciones de los ministros de Asuntos Exteriores de China, Wang Yi, y de Estados Unidos, Antony Blinken, confirman la disparidad en los enfoques de ambas potencias ante el nacimiento del mundo multipolar.
El primero afirma que “El pierde – pierde no es una elección racional, y el gana – gana es el futuro de la humanidad”. El segundo no se anda con sutilezas: “Si no estás en la mesa en el sistema internacional, vas a estar en el menú”.
China y Rusia están preparadas para una guerra económica y tecnológica
En esta nueva fase de guerra fría híbrida que estamos viviendo, China y Rusia no se están arredrando frente a las amenazas, sanciones y aranceles de Estados Unidos y sus obedientes aliados. Más bien al contrario, ambos países están exhibiendo músculo, con hechos.
La Unión Europea anunciaba el 12 de junio que se sumaba a la guerra comercial de Estados Unidos contra China: subirá los aranceles de los coches eléctricos entre un 17,4 y un 38,1 por ciento, dependiendo de las marcas. Estas cantidades se añadirán al 10 por ciento ya existente. China replicó que la investigación de la UE sobre los subsidios a los vehículos eléctricos era un «caso típico de proteccionismo» y que los aranceles dañarían la cooperación económica entre China y la UE, así como la estabilidad de las cadenas mundiales de producción y suministro de automóviles. Pekín advirtió que tomará todas las medidas necesarias para «salvaguardar firmemente» sus derechos e intereses legítimos.
Altos ejecutivos de las principales compañías chinas de baterías para vehículos eléctricos afirmaron que los aranceles impuestos por Estados Unidos tendrían “poco impacto” en su proyección internacional. Wang Quan, secretario del consejo de administración de Gotion High-Tech Company, afirmó que los aranceles proteccionistas confirman que la estrategia de la empresa de construir fábricas en Estados Unidos es la correcta, a pesar de las trabas que están encontrando (como cortarles el suministro de agua a una nueva fábrica en Michigan). El vicepresidente de la compañía resaltó que su capacidad productiva en Estados Unidos sigue avanzando.
Las sanciones occidentales a Rusia han impulsado un proceso de sustitución de importaciones, que ha redundado en un robustecimiento de su economía y un incremento de su capacidad y producción industrial, como analicé en artículos anteriores. También en el campo de las tecnologías más avanzadas, como la fabricación de chips.
El viceministro de Industria y Comercio de Rusia, Vasily Shpak, anunció el mes pasado que su país ya dispone del primer prototipo de equipo de fotolitografía de ultravioleta extremo (UVE), fabricado enteramente en Rusia. La complejidad de esta tecnología es muy alta, como explica Xataka. ASML, el fabricante holandés que provee de estos equipos a los principales fabricantes de chips del mundo, tardó más de veinte años en disponer de un equipo operativo, contando además con el respaldo económico de Philips e Intel, que invirtió 4.000 millones, y el tecnológico de sus mejores clientes (TSMC, Samsung, etc.). Ni siquiera China dispone todavía de esta tecnología.
Putin y Xi Jinping sellan su alianza en Pekín
China fue el destino del primer viaje al extranjero de Vladimir Putin, tras ser reelegido como presidente de Rusia. Ambos países emitieron un comunicado conjunto que, significativamente, sólo publicaron en chino y en ruso, lo cual ya es una declaración de intenciones. En este enlace puedes encontrar una traducción no oficial al inglés, realizada por el periodista Ben Norton. Xi Jinping y Vladimir Putin se han reunido ya en 43 ocasiones. En esta última, aprovecharon para declarar que las relaciones entre China y Rusia “se hallan ahora al más alto nivel de la Historia”.
En el comunicado conjunto, de 8.000 palabras, podemos leer que “Ambas partes creen que todos los países tienen derecho a elegir independientemente sus modelos de desarrollo y sistemas políticos, económicos y sociales en función de sus condiciones nacionales y la voluntad de sus pueblos, oponiéndose a la interferencia en los asuntos internos de países soberanos, a sanciones unilaterales sin base en el derecho internacional o en la autorización del Consejo de Seguridad de la ONU”.
La declaración también subraya que “El neocolonialismo y el hegemonismo contradicen completamente la tendencia actual de los tiempos”. Igualmente, hace “un llamado a los países y organizaciones relevantes para que dejen de adoptar políticas de confrontación e interferir en los asuntos internos de otros países, alterando las arquitecturas de seguridad existentes, construyendo “pequeños patios” entre naciones, agitando tensiones regionales y abogando por una confrontación en bloque”.
El mensaje a Estados Unidos y los demás miembros del bloque occidental no puede ser más claro. Si Estados Unidos se cree que escalando la guerra en Ucrania contra Rusia, del modo en que lo está haciendo, sólo va a obtener una respuesta directa del Kremlin, está muy equivocado.