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Israel ataca a Irán para asegurarse carta blanca en Gaza

26 de abril de 2024

Estados Unidos titubea frente al plan de Israel para invadir Rafah

El resumen publicado por la Casa Blanca de la conversación telefónica mantenida el 29 de octubre entre Joe Biden y el presidente de Egipto, Abdel Fattah Al-Sisi, parecía indicar que Estados Unidos se oponía a las pretensiones de Israel de expulsar a la población de Gaza, para instalarla en tiendas de campaña en el Sinaí. Así se deducía de esta frase: “garantizar que los palestinos en Gaza no sean desplazados a Egipto ni a ninguna otra nación”. En mi artículo de noviembre, ya expresé mi escepticismo ante esta afirmación, teniendo en cuenta la carta blanca que Biden otorgó a Netanyahu en su viaje a Israel, según la propia prensa hebrea.

Sin embargo, la extrema crueldad desplegada por los militares hebreos durante esta última fase de su genocidio contra el pueblo palestino, y el altísimo número de víctimas civiles, le está provocando dificultades políticas a Joe Biden, que busca la reelección, a pesar de sus evidentes limitaciones cognitivas.

Además del rechazo que su apoyo incondicional a Israel está provocando en amplias capas de la población, incluyendo a potenciales votantes demócratas, el presidente de Estados Unidos se enfrenta a una demanda por una posible complicidad en el genocidio sionista. Protestas en las universidades estadounidenses del actual calibre no se producían desde la guerra de Vietnam.

Protestas en la Universidad de Columbia, Nueva York. Foto: USA Today.

Debido a esta presión interna, Biden probablemente se esté resistiendo a las pretensiones de Netanyahu de expulsar a la población palestina de Gaza, lanzando un ataque masivo contra Rafah que desplazara a los palestinos hacia el Sinaí, ante la ausencia de otra alternativa. Debido a la posición de la Casa Blanca, la anunciada ofensiva sionista en Rafah aún no se ha producido, a pesar de las advertencias de Israel a Hamás acerca de la inminencia del ataque, si no liberaba a los rehenes antes del Ramadán. Más de dos meses después, la ofensiva sobre Rafah aún no ha tenido lugar, claro indicio de los temores de Washington por sus consecuencias.

Israel lanzará un ataque en Rafah a menos que los rehenes estén en casa en marzo. Titular de Bloomberg del 18 de febrero de 2024.

Israel provoca a Irán con un ataque a su consulado en Siria

Ante las resistencias de la Casa Blanca a consentir el desalojo de la población de Gaza, Netanyahu ha recurrido al ardid de involucrar a Irán en la ecuación. El primer ministro israelí sabía que el ataque israelí al consulado iraní en Damasco iba a provocar una respuesta armada por parte de Teherán.

La Convención de Viena establece la inviolabilidad de las delegaciones diplomáticas. La legislación internacional determina que su bombardeo constituye un acto de guerra. El zarpazo sionista provocó la muerte de siete personas, entre ellas un general de brigada de la Guardia Revolucionaria, lo que obligaba a Irán a devolver el golpe, de alguna manera. Así ocurrió doce días más tarde. Hasta 300 drones y misiles fueron lanzados por Irán contra territorio israelí.

Israel lleva atacando a Siria más de una década. Ha bombardeado en repetidas ocasiones el aeropuerto internacional de Damasco, una infraestructura civil. Desde el 7 de octubre, Israel ha atacado a Hezbolá en Líbano cerca de 4.000 veces. Las agresiones israelíes contra Siria y el Líbano no han provocado ninguna repulsa por parte de la “comunidad internacional”. Un concepto que, en realidad, engloba únicamente a las naciones occidentales, que pretenden hacerse pasar por todo el mundo.

Sin embargo, la represalia iraní por el acto de guerra israelí suscitó inmediatamente el airado rechazo de la “comunidad internacional”. O sea, de Estados Unidos y la Unión Europea, que se aprestaron a anunciar una nueva ronda de sanciones contra Irán. Bruselas, por boca de Josep Borrell, condenó la represalia iraní “en los términos más contundentes”, tildándola de “amenaza a la seguridad regional”. Debe ser que los bombardeos de las embajadas contribuyen a la paz mundial, según quién los ejecute.

La estrategia de Netanyahu para despoblar Gaza pasa por Irán

Aunque varias figuras políticas de peso en Estados Unidos le tienen muchas ganas a Irán, a Joe Biden no le interesa, en este momento, una escalada entre Tel Aviv y Teherán que desemboque en una guerra abierta entre ambos, lo que requeriría la implicación directa de Washington en el conflicto.

Podría parecer que la estrategia de Netanyahu pasa por arrastrar a Estados Unidos a una guerra directa con Irán. Así lo plantean algunos medios, por lo general bastante ponderados en sus análisis, como Responsible Statecraft, en un artículo publicado el 5 de abril.

¿El plan de Israel es arrastrar a Estados Unidos a una guerra con Irán?

Sin embargo, yo creo que la estrategia de Netanyahu va por otros derroteros. El primer ministro está aprovechando que los políticos occidentales, y sus medios, están presentando la respuesta de Irán al ataque israelí a su delegación diplomática en Damasco como una acción no provocada. Esta ficción tiene la virtud de legitimar a Israel para ejercer su “derecho a defenderse”, el mantra acuñado para intentar blanquear la actual fase del genocidio sionista contra la población palestina.

A cambio de “renunciar” a su legítimo “derecho a defenderse” frente a la agresión iraní, mostrando “moderación” al desistir de escalar el conflicto, Netanyahu estaría buscando el “permiso” de Washington para lanzar la ofensiva sobre Rafah.

Si opta por aceptar el planteamiento de Netanyahu, Joe Biden se ahorra una guerra directa con Irán, que le viene fatal para su reelección en este momento. Israel aparece como un “moderado” que se ha tragado el sapo de la “agresión” iraní sin responder como los ayatolas se merecen y, tras haber desviado la atención durante unas semanas del genocidio en Gaza, se encuentra con las manos libres para continuar con su plan. Que no es otro que proseguir con la limpieza étnica del territorio para, después de desescombrarlo, ocuparlo con nuevas oleadas de colonos sionistas y anexionárselo por la vía de los hechos consumados.

El 19 de abril, Estados Unidos informó de que Israel había lanzado un misil contra la región de Isfahan, en Irán, donde se ubican instalaciones para el enriquecimiento de uranio. Adoptando un perfil bajo, Tel Aviv no reivindicó el ataque, cuyas consecuencias fueron minimizadas por Teherán. La Agencia Internacional de Energía Atómica confirmó que las instalaciones nucleares iraníes no habían sufrido ningún daño. Netanyahu había apostado por mantener un perfil bajo frente a Irán, porque tenía la mira apuntando a Gaza.

El 21 de abril, el jefe del Estado Mayor del ejército israelí, Herzi Halevi, aprobaba “la continuación de la guerra”. Significativamente, lo hacía en el cuartel general del Mando Sur, la latitud donde se sitúa Rafah. El 9 de abril, Netanyahu declaró que la invasión de Rafah ya tenía fecha. El 25 de abril varios medios publicaban que Israel había adquirido 40.000 tiendas de campaña con capacidad para 10 o 12 personas.

Titular de eldiario.es del 24 de abril.

Veremos si el asalto sobre Rafah finalmente se produce, y cuál es la reacción de los países árabes, especialmente de Egipto, que sería el destino previsible, por vecindad, de la población palestina expulsada de Gaza.

Con las excepciones de Irán y Yemen, y de Emiratos Árabes Unidos, que rompió relaciones con Israel, la actitud del mundo árabe no ha pasado de una mera condena del genocidio sionista, con una palmaria ausencia de acciones para intentar ponerle fin. Herramientas no les faltan a los principales productores de petróleo del mundo, pero se ve que no están por la labor de utilizarlas, como sí hicieron en los años 70 del pasado siglo. Tanto si su pasividad responde a la falta de voluntad política, como a la ausencia de coraje, los países árabes harían muy bien en reconsiderar su inacción. De lo contrario, los siguientes en la lista muy bien podrían ser ellos.

EE. UU. otorga el derecho de veto a Israel sobre el reconocimiento del Estado palestino

Un día antes del ataque israelí no reivindicado, Estados Unidos había vetado en el Consejo de Seguridad de la ONU una resolución que proponía el reconocimiento del Estado Palestino. Washington se quedó solo en su posición, con el resto de los miembros votando en contra, excepto dos abstenciones de postureo: Reino Unido y Suiza.

El vice embajador de Estados Unidos ante Naciones Unidos, Robert Wood, trataba de justificar el veto del país al que representa: «Una vez más, Estados Unidos continúa apoyando firmemente la solución de dos Estados. Esta votación no refleja oposición a la condición del Estado palestino, sino que es un reconocimiento de que solo surgirá de negociaciones directas entre las partes«.

Dejando al margen el cinismo que representa la primera parte de su declaración, el representante de Washington estaba otorgando de facto a Israel el poder de veto sobre el reconocimiento del Estado Palestino: si dicho estatus sólo puede alumbrarlo el resultado de una negociación entre Israel y Palestina, es suficiente con que Tel Aviv se oponga para evitarlo. Sabe que Estados Unidos vetará cualquier iniciativa en la ONU que lo intente, como acaba de ocurrir.

Fuente: Council on Foreign Relations.

Durante décadas, Israel se ha encargado de fragmentar el territorio palestino, mediante la usurpación y la colonización ilegal, aunque esto último en realidad es un pleonasmo. ¿Acaso el colonialismo puede ser legal? Lo ha hecho de manera metódica, de tal modo que no existe continuidad entre los distintos territorios bajo control palestino (zona A en la ilustración, en marrón oscuro). La zona B, en beige, está bajo control compartido. La zona C, en azul, es de control israelí. 

Los acuerdos de Oslo II, que establecían la división temporal del territorio en estas tres zonas, y subrayo lo de temporal, fueron incumplidos por Israel. Los acuerdos estipulaban que, en el plazo de cinco años, se debía alcanzar un pacto definitivo, por el que Palestina accedería a la autodeterminación y, por tanto, al estatus de Estado independiente.

El estatus de Jerusalén y el de los territorios colonizados ilegalmente se negociaría más adelante. Yitzhak Rabin, firmante de los acuerdos por Israel, fue asesinado por un judío ultranacionalista, y lo pactado en Oslo se desvaneció en el aire. La colonización ilegal por parte de Israel ha continuado sin pausa desde la firma de Oslo, en 1993. El proceso de “profundización del apartheid” por parte del gobierno sionista queda de manifiesto en la siguiente ilustración, correspondiente a un estudio del profesor Oren Yiftachel, de la Universidad del Negev, en Israel.

En rojo, asentamientos de colonos judíos, a lo largo de los años. Entre paréntesis, su número. Fuente: Deepening apartheid: The political geography of colonizing Israel/Palestine, by Oren Yiftachel.

El 21 de febrero, el parlamento israelí votó mayoritariamente a favor del rechazo al reconocimiento “unilateral” del Estado Palestino: 99 de los 120 diputados mostraron su apoyo a Netanyahu, en una clara indicación de que en este asunto apenas existen diferencias entre gobierno y oposición.

La postura de Israel coincide con la expresada por el vice embajador estadounidense en la ONU: el reconocimiento del Estado Palestino requiere, necesariamente, de un acuerdo entre las dos partes. Netanyahu ya se ha erigido como un baluarte frente a tal posibilidad, por lo que el poder de veto otorgado por Estados Unidos no hace sino reforzar la posición sionista.

La respuesta de Irán evidencia las debilidades de occidente

La estrategia de Netanyahu para prorrogar la carta blanca que Biden le otorgó puede que le salga bien para continuar con su genocidio en Gaza. Sin embargo, aparte del grave deterioro que las masacres sionistas están provocando en la imagen de Israel, su ataque a la delegación diplomática de Irán en Damasco ha dado ocasión a Teherán para poner el descubierto las carencias militares del Estado sionista.

La respuesta de Irán al golpe sionista a su embajada  (anunciada con anticipación conforme a fuentes turcas, jordanas e iraquíes), le costó a Teherán unos 20 millones de dólares, según los cálculos de Chas Freeman, ex embajador de Estados Unidos en Arabia Saudita. El mismo diplomático calcula en 1.300 millones de dólares lo que le costó a Israel, y a sus aliados, interceptar la mayoría de los 300 drones y misiles lanzados por Irán. Así lo recoge Rafael Poch en su blog.

Sin embargo, a pesar de tal dispendio y movilización de recursos por parte de Israel, y de sus aliados, que colaboraron para interceptar los proyectiles iraníes, algunos misiles lograron burlar la “cúpula de hierro”, que supuestamente blinda a Israel de los ataques por vía aérea. Y dichos misiles no eran precisamente de los más modernos. El 23 de abril, Seyed Ebrahim Raisi, presidente de Irán, remachaba el mensaje que ya habían lanzado los proyectiles iraníes: “Si el régimen sionista vuelve a cometer un error y agrede la tierra santa de Irán, la situación será diferente y no está claro qué quedará de ese régimen”.

El 16 de agosto de 2023, Joe Biden pronunciaba la siguiente frase al término de un discurso: “Solo recordad quiénes somos, en el nombre de Dios. Somos los Estados Unidos de América. Y no hay nada, nada, nada más allá de nuestra capacidad cuando lo hacemos juntos”.

La arrogancia de las élites estadounidenses les impide ver que el mundo ha cambiado muchísimo desde que la implosión de la Unión Soviética les hizo creerse el relato del fin de la historia, con ellos como triunfadores y, por tanto, legitimados para imponer su “mundo basado en reglas” (las suyas) al resto del planeta.

A pesar de que el Congreso de Estados Unidos acaba de aprobar un “paquete de ayuda” de 95.000 millones de dólares para Ucrania, Israel y Taiwán, resulta dudoso que Washington pueda mantener el gasto de tres guerras por intermediación a la vez.

La deuda pública de Estados Unidos, que en enero alcanzó los 34 billones, ya crece en un billón de dólares cada 100 días, según datos del Departamento del Tesoro, publicados por CNBC. El aumento de la deuda en un billón de dólares, desde los 31 billones a los 32, necesitó alrededor de ocho meses. Este ritmo de incremento es insostenible, según publica Bloomberg.

Tenedores de la deuda pública de Estados Unidos.

Además, es improbable que este despilfarro se traduzca en victorias. En el caso de Ucrania, un alto cargo confesaba al Financial Times que los 60.000 millones de dólares “Ayudarán a frenar el avance ruso, pero no a detenerlo”. Ni siquiera altos cargos de la administración Biden se creen que la millonada vaya a conseguir que Ucrania prevalezca frente a Rusia.

Boris Johnson explicaba las razones por las que sigue clamando por más ayuda a Ucrania para hacer frente a Rusia: Si Ucrania pierde, será el fin de la hegemonía occidental, escribía el 12 de abril en el Daily Mail. Aquí está el quid de la cuestión.

Irán no está solo, está en los BRICS, junto a Rusia y China. Y en Pekín saben que si Rusia o Irán son laminados por Estados Unidos y sus secuaces, la siguiente en la lista es China. Existe una voluntad política bipartidista en Estados Unidos para impedir el desarrollo del gigante asiático. Así lo vemos en distintas publicaciones de fuste.  Bloomberg titulaba así el 12 de febrero: “En la revancha entre Trump y Biden, el único perdedor seguro es China. Trump promete aranceles masivos que podrían reducir el comercio entre Estados Unidos y China a prácticamente nada, y Biden tiene nuevas restricciones listas para implementar antes del día de las elecciones”.

En la revancha entre Trump y Biden, el único perdedor seguro es China

Un artículo publicado en Foreign Policy iba más allá. Matt Pattinger y Mike Gallagher, dos antiguos miembros de la inteligencia militar, que posteriormente desarrollaron carreras políticas, reclamaban más mano dura frente a China: “No hay sustituto para la victoria. La competición de Estados Unidos con China debe ganarse, no gestionarse”.

Foreign Affairs es la revista del Council on Foreign Relations.

Si los países del bloque occidental están tan locos como para ir directamente a la guerra contra Rusia, China e Irán, simultáneamente, con el objetivo de conservar su hegemonía, no sólo van a perderla, sino que van a destruir el planeta, que será devastado por su arrogancia.

El genocidio sionista en Gaza revela los auténticos valores occidentales

4 de marzo de 2024

Estados Unidos y la Unión Europea afirman compartir los valores de Israel

El 5 de diciembre, en una entrevista a la cadena estadounidense MSNBC, el presidente de Israel, Isaac Herzog, afirmó lo siguiente: “Esta guerra es una guerra que no es sólo entre Israel y Hamás. Es una guerra que realmente tiene como objetivo salvar la civilización occidental, salvar los valores de la civilización occidental”.

¿Los valores occidentales son los que Israel dice estar defendiendo cuando bombardea a la población civil palestina, destruye sus viviendas, e impide la entrega de ayuda humanitaria, para luego acribillar a quienes luchan por hacerse con comida, tras haber sobrevivido a las bombas y a los francotiradores?

¿Son estos los valores reales que se ocultan detrás de la propaganda occidental, repleta de palabras bonitas como libertad, democracia, derechos humanos, paz, justicia y libertad de expresión? ¿El genocidio de la población palestina, el desplazamiento forzado y la limpieza étnica para apropiarse de sus tierras se asientan sobre valores occidentales?

Fotografía de Gaza realizada por Abdallah El Hajj, fotógrafo palestino.

Cuando el 18 de octubre Joe Biden viajó a Israel para mostrar su inequívoco apoyo a Netanyahu, el presidente afirmó: “El mundo está mirando. Nosotros, Israel tiene un conjunto de valores como los de Estados Unidos y otras democracias, y ellos están mirando para ver qué vamos a hacer”.

El Plan de Acción Unión Europea/Israel, que data de 2005, afirma que “La UE e Israel comparten los valores comunes de la democracia, el respeto de los derechos humanos y el Estado de Derecho y las libertades básicas”.

Así pues, teniendo en cuenta las rotundas afirmaciones del presidente de Israel, del de Estados Unidos, así como de la Unión Europea, debemos colegir que los ataques de Israel contra la población palestina de Gaza y Cisjordania se apoyan en los valores occidentales que tanto Israel como sus aliados dicen compartir. De otro modo, no se entendería el apoyo inquebrantable de Estados Unidos y la Unión Europea al genocidio que Israel está perpetrando contra la población palestina.

Si la masacre que está cometiendo Israel no se corresponde con los valores que Estados Unidos afirma compartir con su patrocinado, debería retirar la financiación que le proporciona. De lo contrario, habrá que concluir que las bases sobre las que se asienta el relato occidental están fabricadas con palabras bonitas, diametralmente opuestas a los hechos. A fin de cuentas, la narrativa estadounidense se construye, también en Ucrania, en torno a esos supuestos valores.

Los hechos están a la vista de todos: estamos asistiendo a un genocidio, prácticamente en directo en las redes sociales, en el que los sionistas están perforando todos los límites de la bajeza humana. No voy a poner ejemplos, porque para indignarse ante sus proezas, de las que además se muestran orgullosos, sólo hace falta una conexión a Internet y un mínimo de humanidad.

A pesar de su retórica, Washington financia la masacre perpetrada por Israel

Entre 1951 y 2022, ajustando las cifras al valor del dólar en 2022, Estados Unidos transfirió a Israel 317.900 millones de dólares, lo que le convierte en el mayor receptor de ayuda exterior estadounidense desde la Segunda Guerra Mundial. En 2022, el año más reciente del que existen datos, Estados Unidos adjudicó más de 3.300 millones de dólares a Israel. El 99,7% de los fondos se destinó al ejército israelí.

Ilustración: USA FACTS.

El 30 de enero, Biden declaró: “No creo que necesitemos una guerra más amplia en Oriente Medio. Eso no es lo que estoy buscando”. Su afirmación contrasta vivamente con los hechos. El apoyo inquebrantable de Estados Unidos a Israel es la principal causa de la inestabilidad actual, e histórica, en la región. Si Biden deseara de verdad evitar una guerra más amplia en la zona, la solución más sencilla sería cortar la financiación y el suministro de armas a Israel.

Sin embargo, está haciendo todo lo contrario. Tras un viaje a Washington del general Eyal Zamir, director general del Ministerio de Defensa israelí, se filtraba a The Times of Israel que se habían producido avances para la adquisición de 25 cazas F-35i, otros 25 cazas F-15IA, y 12 helicópteros Apache. En diciembre, Estados Unidos había rechazado la petición israelí de adquirir más unidades de Apache, de las que ya posee 48. Sin embargo, ahora le daría prioridad a la solicitud.

En 1986, Joe Biden afirmaba que si Israel no existiera, Estados Unidos tendría que inventar uno, porque era la mejor manera de defender sus intereses en la región. El 18 de octubre de 2023, volvió a repetirlo.

Mathew Miller, el portavoz del Departamento de Estado, ha dicho y reiterado que Estados Unidos considera que lo que está ocurriendo en Gaza no es un genocidio. Yendo más lejos aún, Miller afirmó en la rueda de prensa del 26 de febrero que “Seguimos estando a la vanguardia de la defensa de una mayor y sostenida asistencia humanitaria en beneficio de los palestinos inocentes en Gaza”. Declaraciones de este porte revelan la tremenda hipocresía que subyace tras la retórica de los valores occidentales, en flagrante contradicción con las actuaciones de quienes los enarbolan, precisamente para justificar sus desmanes.

Estados Unidos veta tres resoluciones en la ONU que reclamaban un alto el fuego

Hasta en tres ocasiones ha utilizado Estados Unidos su derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU para impedir que salieran adelante otras tantas resoluciones que abogaban por un alto el fuego en Gaza. En la última votación, algunos aliados de Washington votaron a favor, y el Reino Unido se abstuvo, sin duda sabiendo que la propuesta no iba a salir adelante.

Aprovecharon así para intentar lavar su maltrecha imagen, tras haber retirado la financiación a la UNRWA, la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo, encargada de proporcionar ayuda humanitaria, educación, sanidad y servicios sociales a la población encarcelada en “la mayor prisión al aire libre del mundo”, según palabras del historiador judío Ilan Pappé.

Borrador de resolución demandando un alto el fuego inmediato en Gaza, 20 de febrero, 2024. Resultados de la votación en el Consejo de Seguridad de la ONU. 

La razón esgrimida por Australia, Austria, Canadá, Estonia, Finlandia, Alemania, Islandia, Italia, Japón, Letonia, Lituania, Holanda, Nueva Zelanda, Rumanía, Suecia, Suiza, Reino Unido y Estados Unidos para suspender la financiación a la UNRWA fue sólo una: las acusaciones de Israel de que la agencia empleaba a 12 personas que habían participado en los ataques de Hamás del 7 de octubre.

Sin embargo, un artículo publicado en The Wall Street Journal, reseñado aquí en español, resaltaba que hasta Estados Unidos tenía dudas sobre la veracidad de las alegaciones israelíes, subrayando que Israel no ha “compartido con Estados Unidos la información que respalda sus evaluaciones”. Además, el diario estadounidense mencionaba que en el informe del Consejo Nacional de Inteligencia “Hay una sección específica que menciona cómo la parcialidad israelí sirve para caracterizar erróneamente gran parte de sus evaluaciones sobre la UNRWA y explica que esto ha dado lugar a distorsiones”. El secretario de Estado, Antony Blinken, había afirmado en el mes de enero que las acusaciones de Israel a la UNRWA eran “muy, muy creíbles”.

Como muestra el siguiente gráfico, la supervivencia de la población palestina en Gaza depende en gran medida de que la UNRWA obtenga la financiación necesaria para poder desarrollar su labor asistencial.

Fuente: UNRWA. Ilustración: AJLabs, Al Jazeera.

En la noche del 28 de febrero, Estados Unidos también bloqueó un borrador de resolución, presentado por Argelia, que hubiera condenado a Israel por haber disparado a los palestinos que trataban de conseguir comida de un convoy de 38 camiones de ayuda humanitaria, en el norte de Gaza. Robert Wood, el vice embajador de Washington en la ONU, argumentó que no tenía todos los hechos a su disposición para justificar el bloqueo, a pesar de que una fuente israelí reconoció que sus militares abrieron fuego porque consideraron “que existía un riesgo”.

Un mes después de que la Corte Internacional de Justicia ordenara a Israel la adopción de “medidas inmediatas y efectivas” para proteger a la población palestina en Gaza del riesgo de genocidio, garantizando el suministro de asistencia humanitaria y habilitando servicios básicos, “Israel ha seguido ignorando su obligación como potencia ocupante de garantizar que se satisfagan las necesidades básicas de los palestinos en Gaza”. Así lo denunciaba Amnistía Internacional el 26 de febrero. ¿Este es el “mundo basado en reglas” que propone el principal patrocinador de Israel?

Para intentar lavar su maltrecha imagen, Estados Unidos ha decidido lanzar desde el aire raciones de comida sobre Gaza, sin coordinarse con ningún grupo ni agencia sobre el terreno. Hasta Josep Borrell cuestionó la eficacia de la medida, calificando de “mínimo” su impacto. Una estrategia, además, que “no está exenta de riesgos para la población civil”. Así que ahora tenemos a Estados Unidos suministrando armas a Israel, para que masacre a la misma población que, por otra parte, simula estar alimentando, arrojándole comida desde el aire. ¿En esto consisten también los valores occidentales?

Estados Unidos arroja comida sobre Gaza mientras suministra armas a Israel. Viñeta: Sansón.

Los valores occidentales se despliegan contra los hutíes en Yemen y Hezbollah en Líbano

Los hutíes están mostrando su apoyo a los masacrados palestinos, dificultando el tránsito por el Mar Rojo de los barcos cuyas mercancías tienen como destino Israel, atacando a algunos de ellos. Esto forzó a las principales navieras a anunciar que no utilizarían el Canal de Suez. Sin embargo, tras fracasar en su intento de montar una coalición internacional para atacar a los hutíes, Estados Unidos sólo ha conseguido arrastrar al Reino Unido en su cruzada contra Ansar Allah, el nombre de la organización política y militar de los hutíes.

Los ataques de los hutíes no han provocado, hasta el momento, ni una sola víctima. Los perpetrados por Estados Unidos y el  Reino Unido sí lo han hecho. Poniendo como excusa la necesidad de garantizar la libre navegación por aguas internacionales, los bombardeos estadounidenses y británicos, que carecen de la preceptiva autorización del Consejo de Seguridad de la ONU y, por tanto, son ilegales, lo único que están consiguiendo es incrementar el riesgo de que la guerra en Palestina se extienda por la región.

Bombardeos aéreos efectuados por Estados Unidos y el Reino Unido. Ilustración: iNews.co.uk.

El 28 de enero, Financial Times informaba de un encuentro discreto entre el consejero de seguridad nacional, Jake Sullivan, y Wang Yi, ministro de Asuntos Exteriores de China. En las reuniones, que se prolongaron durante dos días en Bangkok, el primero le urgió al segundo a ayudar a Estados Unidos a impedir los ataques. El “éxito” de los bombardeos contra los hutíes ha sido tal que la Casa Blanca se ha visto obligada a solicitar su intermediación a China, a quien considera su mayor amenaza.

Titular del Financial Times del 28 de enero de 2024.

Hasta la revista del Council on Foreign Relations recomienda que no se bombardee a los hutíes, que controlan el territorio de Yemen donde habita el 80% de la población, y sugiere que se utilice la diplomacia para resolver el conflicto. Los hutíes han asegurado que reconsiderarían sus ataques si se producía un alto el fuego en Gaza y se facilitaba la entrada de ayuda humanitaria. El problema es que para permitirlo, Estados Unidos e Israel deberían renunciar a sus valores. Esos que dicen compartir y que, por lo visto, respaldan la masacre del pueblo palestino, causa primigenia de todos los males que aquejan a Oriente Próximo.

No bombardeen a los Hutíes. Una diplomacia cuidadosa puede detener los ataques en el Mar Rojo.

Los riesgos de una escalada del conflicto en Oriente Próximo

El 27 de enero, fuentes de inteligencia de un país árabe transmitieron a Hezbolá la intención del gobierno de Netanyahu de iniciar una guerra contra el Líbano. Lamentablemente, el tiempo ha confirmado la veracidad de la información. Después de cinco meses de intercambio de fuego entre Hezbolá y el ejército hebreo, el ministro de Defensa judío, Yoav Gallant, declaró el 25 de febrero que Israel “seguirá atacando el Líbano independientemente de lo que ocurra en Gaza”.

La escalada en los ataques israelíes sugiere que el ministro está hablando en serio. La mayoría de los enfrentamientos entre el ejército israelí y Hezbolá se estaban produciendo en el sur del Líbano. Sin embargo, el 27 de febrero, aviones israelíes bombardearon posiciones de Hezbolá en el valle de Bekáa, a 100 kilómetros de la frontera entre ambos países. El 11 de noviembre, el mismo ministro ya amenazó al Líbano: “Lo que estamos haciendo en Gaza, podemos hacerlo en Beirut”.

El 29 de febrero, la CNN informaba de que funcionarios de la administración Biden y de los servicios de inteligencia estaban preocupados porque Israel podría estar preparando una incursión terrestre en el Líbano, que se produciría en primavera o a principios del verano. Fuentes de la inteligencia estadounidenses estiman que Israel no sería capaz de mantener dos frentes a la vez, en Líbano, y en Gaza. El gobierno sionista podría estar esperando una intervención militar directa de Estados Unidos si la situación se intensifica.

Desde mediados de octubre de 2023, ha habido 140 ataques a las tropas de ocupación que Estados Unidos mantiene en Iraq y Siria. A pesar de que, el 23 de octubre, el Pentágono afirmó que no había detectado ninguna orden proveniente de Irán para atacar las posiciones de Estados Unidos en la zona, el 29  de enero una portavoz del Pentágono achacó a la Resistencia Islámica, un grupo de milicias apoyadas por Irán, la autoría de un ataque producido el día anterior contra una base estadounidense en Jordania, próxima a la frontera con Siria, que provocó la muerte de tres soldados y heridas a 40.

Estados Unidos está negociando con Iraq la evacuación de los 2.500 soldados que aún mantiene en el país, quien busca una salida rápida de las tropas ocupantes, a las que califica como fuente de desestabilización en la región. La retirada de los efectivos estadounidenses estaría lejos de enmarcarse en una desescalada por parte de Washington en la región. En caso de producirse, respondería más bien a la necesidad de hurtar un blanco fácil, según leemos en Stars and Stripes, publicación patrocinada por el ministerio de Defensa estadounidense.

Todo parece indicar que los valores occidentales que comparten Estados Unidos, Israel y sus socios europeos pueden terminar plasmándose en un mayor conflicto en Oriente Próximo, que desborde el ámbito geográfico actual. La administración Biden está recibiendo fuertes presiones para que bombardee a Irán por parte de los halcones del Senado. El belicista Lindsey Graham pedía literalmente: “Golpea a Irán ahora. Golpéales duro”.

Tuits del senador estadounidense Lindsey Graham instando a bombardear Irán.

Estados Unidos le tiene muchas ganas a Irán desde que la revolución de 1978 derrocó al sah Mohammad Reza Pahlevi, que contaba con su apoyo y el del Reino Unido. El monarca gobernó de manera tiránica desde el golpe de Estado de 1953, organizado por la CIA – tal y como la agencia reconoció en 2013que derrocó a Mohammad Mossadegh. El primer ministro, que había sido elegido con amplio apoyo popular, cometió la imprudencia de nacionalizar el petróleo. Un bien que, durante los 50 años anteriores, había estado controlado por el Reino Unido a través de la Anglo-Iranian Oil Company, ahora British Petroleum.

La Savak, la policía política de Reza Pahlevi, había sido entrenada por la CIA. Un informe de 1976 de la Comisión Internacional de Juristas reveló que la Savak torturaba a los sospechosos de disidencia política. Ryszard Kapuscinski relata en su libro “El Sah, o la desmesura del poder” las atrocidades de la Savak, que torturaba no sólo a los disidentes, sino a cualquier ciudadano, de forma aleatoria, para sembrar el terror.

Reza Pahlevi había sucedido como sah a su padre, Reza Khan, en 1941. Este último, instalado en el poder en 1936 por el Reino Unido, fue depuesto igualmente por Londres. Churchill dijo: “Nosotros lo pusimos, nosotros lo quitamos”.

El Irán controlado por el Reino Unido y Estados Unidos nos ofrece otro ejemplo magnífico de los valores occidentales en acción: golpes de Estado, dictadura, torturas. ¡Perdón! Quería decir democracia, libertad, derechos humanos.   

Estados Unidos, un país en guerra permanente, en contra de los valores que dice defender

En 2020 se publicó un estudio que calculaba que Estados Unidos había estado en guerra, declarada o no, durante 223 años de los 243 transcurridos desde su fundación. Eso significa que durante el 92% de su existencia, el país ha estado en guerra: sólo ha estado en paz durante 20 años.

En 2017, un artículo en The National Interest, titulado “¿Por qué América es adicta a las intervenciones en el extranjero?”, recogía las cifras proporcionadas por un estudio del Servicio de Investigación del Congreso acerca de las intervenciones militares de Estados Unidos en el extranjero. Agrupadas en periodos de 50 años, el número aumentaba en cada segmento:

  • Entre 1800 y 1849: 39 intervenciones.
  • Entre 1850 y 1899: 47 intervenciones.
  • Entre 1900 y 1949: 69 intervenciones.
  • Entre 1950 y 1999: 111 intervenciones.
  • Entre 2000 y 2017 (solo 17 años): 126 intervenciones.

The National Interest se hacía tres preguntas muy pertinentes:

Primera: “¿Por qué aumentarían las intervenciones militares al mismo tiempo que su éxito ha ido disminuyendo?”

Segunda: “¿Por qué aumentarían las intervenciones militares después de la Guerra Fría, cuando tanto una justificación ideológica para las intervenciones (…) como una amenaza material existencial a la seguridad nacional de Estados Unidos (…) había disminuido?”

Tercera: “Si Estados Unidos sólo interviene con la fuerza armada cuando sus intereses vitales están en juego, ¿por qué intervenir más a menudo cuando posiblemente hay menos intereses vitales en juego?”

La propia publicación se respondía: “La respuesta es que Washington interviene militarmente con demasiada frecuencia cuando no debería hacerlo, y como resultado de ello, la seguridad y la prosperidad de Estados Unidos se han visto afectadas”.

El problema para el resto del mundo es que la política belicista de los sucesivos inquilinos de la Casa Blanca, y sus patrocinadores, no sólo ha afectado a la seguridad y la prosperidad de Estados Unidos. Su impostado afán por exportar sus supuestos valores al resto del mundodemocracia, libertad, derechos humanos, paz, justicia, progreso, libertad de expresión – a base de intervenciones militares, golpes de estado y magnicidios, sólo ha traído inestabilidad, destrucción y muerte al planeta.

La mayoría del mundo está constatando el doble rasero que Estados Unidos, y sus vasallos occidentales, están desplegando en relación con los conflictos actuales más relevantes: las guerras en Oriente Próximo (en Palestina, Siria y Yemen) y en Ucrania. El abandono de la diplomacia, y su sustitución por la violencia, demuestran la falsedad de los valores sobre los que dicen construirse las autodenominadas democracias del mundo libre.