Estados Unidos desafía a China y Rusia con un proyecto que pasa por Israel

13 de diciembre de 2023

Israel conocía los planes de ataque de Hamás con un año de antelación

Los ataques de Hamás del 7 de octubre le han venido muy bien a Israel, por varios motivos. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu inmediatamente los comparó con los sufridos por Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001, pero adjudicándoles una mayor gravedad: equivalían a 20 veces aquellos atentados. Con esta hiperbólica equiparación, Netanyahu buscaba la justificación a su violenta respuesta, que sigue provocando la muerte indiscriminada de miles de palestinos. La reacción de Estados Unidos a los ataques del 11-S ha causado la muerte de entre 4,5 y 4,7 millones de personas, de manera directa o indirecta, en todas las guerras desatadas por Washington desde entonces. Netanyahu está emulando a sus patrocinadores.

Un mes desde los ataques de Hamás, han aparecido varias informaciones que delatan que Israel conocía los planes del grupo palestino desde hacía tiempo. The New York Times señala que desde hacía más de un año: Israel desechó un informe de inteligencia de 40 páginas, denominado “Muro de Jericó”, por considerar que los planes descritos eran demasiado ambiciosos y Hamás no tenía capacidad para llevarlos a cabo. Otro informe, esta vez de dos universidades estadounidenses, alerta de que algunos inversores conocían los planes del ataque con antelación, y utilizaron esta información para obtener beneficios en bolsa.

Titular de eldiario.es

Ante estas informaciones, cabe preguntarse si Israel dejó pasar los ataques, porque convenían a sus intereses. El largo tiempo de respuesta que necesitó para repelerlos también alimenta esta hipótesis. Un escenario que se ve reforzado cuando leemos que las Fuerzas de Defensa de Israel aplicaron la directiva “Mass Hannibal” en sus enfrentamientos con Hamás, según atestigua un coronel retirado. Un procedimiento por el cual el ejército israelí disparó contra sus propios soldados, y contra civiles israelíes, para evitar, supuestamente, que se convirtieran en cautivos.

¿Cuáles son esos intereses de Israel que tienen que ver con la Ruta de la Seda?

Desde su fundación como Estado, en 1948, la estrategia de Israel ha sido la de ocupar ilegalmente la mayor cantidad de tierras posible, eliminando o desplazando a la población aborigen: los palestinos. Los últimos ataques de Hamás han servido de excusa para que el Estado sionista emprenda una nueva fase de exterminio de la población civil, usando las armas proporcionadas por Estados Unidos, como ha denunciado Amnistía Internacional.

Sin embargo, a los planes históricos de Israel para hacerse con la totalidad del territorio palestino se suma un nuevo factor: el IMEC, o India – Middle East – Europe Corridor. Dirigiéndose a la Asamblea General de Naciones Unidas, Netanyahu mostró un mapa donde Israel, de color azul, abarcaba todos los territorios palestinos. A continuación, el primer ministro israelí dibujó con un rotulador el trazado del IMEC, presentándolo como el nuevo mapa de Oriente Próximo.

El IMEC es la respuesta de Estados Unidos a la Nueva Ruta de la Seda impulsada por China, y al Corredor Internacional de Transporte Norte Sur, apadrinado por Moscú, que discurre desde la India hasta San Petersburgo, y es considerada una ruta alternativa al Canal de Suez. El IMEC pretende conectar la India con Europa, a través de los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, Jordania, Israel y Grecia.

El IMEC afronta tremendos desafíos en su construcción. Desde el punto de vista geopolítico, potencias regionales como Egipto, Irán o Turquía se van a resistir al intento de ser marginalizadas. Erdogan ya ha anunciado su oposición al IMEC. «Decimos que no hay corredor sin Turquía», afirmó el presidente turco en la cumbre del G20 en India, y continuó: “Turquía es una importante base productiva y comercial. La línea más cómoda para el tráfico de este a oeste tiene que pasar por Turquía”. Erdogan apoya un plan alternativo para conectar el Golfo con Turquía, a través de Irak, denominado Development Road Project.

Desde el punto de vista práctico, hay muchos “eslabones perdidos” en los sistemas ferroviarios de la región del Golfo. En los trazados de ferrocarril que se contemplan para convertir en realidad el proyecto, enlazando el puerto de Haifa con distintos puntos del corredor, faltarían por construir 2.785 kilómetros en total.

India, a pesar de formar parte de los BRICS y de la Organización de Cooperación de Shanghái, no participa en la Nueva Ruta de la Seda. Esto se debe a que una de las partes del proyecto, el Corredor Económico China-Pakistán, pasa por los territorios indios ocupados por Pakistán, ilegalmente en opinión de Delhi. Por este motivo, India se ha mostrado favorable al proyecto del IMEC, para “contener” a China.

El IMEC frente al INSTC, como alternativas a la ruta del Canal de Suez.  

En 1963, el Departamento de Energía de Estados Unidos y el Lawrence Livermore National Laboratory crearon un plan para excavar un canal a través del desierto del Néguev, usando 520 bombas nucleares subterráneas, al que bautizaron con el nombre de la primera persona que ostentó el cargo de primer ministro de Israel, David Ben Gurión. Pretendían construir una alternativa al Canal de Suez, de cuyo uso Israel había sido privado por Egipto. Francia e Inglaterra lo invadieron para recuperar el control del canal, que había sido nacionalizado por Gamal Abdel Nasser en 1956. Hasta ahora, el proyecto no ha pasado de eso, lo cual no significa que no pueda ser resucitado, en función de las necesidades geopolíticas.

Proyecto del canal Ben Gurión. Ilustración: Wikipedia Commons.

Lo que sí es una realidad son los yacimientos de gas que se encuentran próximos a las costas de Palestina, algunos de ellos justo enfrente de Gaza. Los bautizados como “Leviatán” están valorados en 12.500 millones de dólares. Existen dos gasoductos que permiten la exportación de gas a Jordania y a Egipto, además de satisfacer necesidades del propio Israel, y se planea la construcción de un tercero. La estadounidense Chevron cuenta con casi un 40% de la propiedad del yacimiento.

Mapa de la Cuenca de Levante. En gris, los yacimientos de gas y petróleo. Fuente: US Energy Information Administration.

Dos paradigmas enfrentados: colaboración pacífica frente a imposición por la fuerza

Mientras Israel y Estados Unidos diseñan el nuevo mapa de Oriente Próximo a bombazos, tratando de eliminar o, en su defecto, desalojar al pueblo palestino de sus tierras, China lleva diez años construyendo pacíficamente las infraestructuras de transporte y energía de la Nueva Ruta de la Seda (NRS). El 18 de octubre, Xi Jinping daba el discurso inaugural del tercer foro para la cooperación internacional en el marco de la Nueva Ruta, que coincidía con el décimo aniversario de la iniciativa.

A la cumbre acudían los jefes de Estado o de gobierno de 21 países: Rusia, Indonesia, Kenia, Hungría, Sri Lanka, Chile, Argentina, Congo, Egipto, Etiopía, Kazajistán, Laos, Mongolia, Pakistán, Mozambique, Serbia, Papúa Nueva Guinea, Tailandia, Uzbekistán, Vietnam y Camboya. Otros países enviaron representantes a nivel ministerial: Afganistán, Nepal, Nigeria, Turkmenistán y Emiratos Árabes Unidos. También asistió el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, el secretario general de ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático) Kao Kim Hourn, así como Dilma Rousseff, la presidenta del Nuevo Banco de Desarrollo (el banco de los BRICS). En total asistieron a la cumbre 1.200 representantes de 80 países y regiones.

El éxito de la cumbre no es de extrañar, teniendo en cuenta que Kristalina Georgieva, la directora ejecutiva del Fondo Monetario Internacional, estimaba en marzo que el crecimiento de China supondrá un tercio del total mundial este año. En este enlace se puede consultar un mapa interactivo que amplía la información de la siguiente ilustración sobre la red de infraestructuras de la Nueva Ruta de la Seda.

Red de infraestructuras de la Nueva Ruta de la Seda. Fuente: MERICS.

A diferencia de Estados Unidos, China no ha provocado ninguna guerra en las últimas décadas. El último conflicto bélico en el que participó el Ejército de Liberación Popular tuvo lugar en 1979, cuando luchó contra Vietnam tras haber invadido éste Camboya. Sin embargo, la propaganda occidental no para de repetir el mantra de la “amenaza china”.

Otro de los elementos machaconamente reiterados por los gobiernos occidentales, y sus medios de difusión, consiste en achacar a China “la diplomacia de la trampa de la deuda”. Según esta narrativa, las infraestructuras que construye China únicamente sirven para incrementar las exportaciones desde el gigante asiático hacia los países donde se construyen, sumiéndoles además en una deuda que les atrapa e impide su crecimiento, en una suerte de neocolonialismo. Además, en caso de impago de los préstamos, China se reservaría la confiscación de las infraestructuras, arguyen sus detractores. Nada más lejos de la realidad.

Desenmascarando el mito de la “diplomacia de la trampa de la deuda”. Cómo los países receptores dan forma a la iniciativa china de la Franja y la Ruta.

En un extenso estudio, dos profesores en sendas universidades de Londres y Queensland (Australia) resumen así la realidad de la Nueva Ruta de la Seda: “La evidencia disponible cuestiona esta posición: los factores económicos son el principal impulsor de los proyectos actuales de la BRI; el sistema de financiación del desarrollo de China está demasiado fragmentado y mal coordinado para perseguir objetivos estratégicos detallados; y los gobiernos de los países en desarrollo y sus intereses políticos y económicos asociados determinan la naturaleza de los proyectos BRI en su territorio”. BRI es el acrónimo en inglés de la Nueva Ruta de la Seda: Belt and Road Initiative.

Achacando a China “la trampa de la deuda”, la propaganda occidental trata de ocultar las estrictas condiciones que el Fondo Monetario Internacional impone a los países que reciben préstamos de la institución controlada por Estados Unidos, único país de su consejo con derecho de veto. Un estudio que analizó los efectos de la condicionalidad de los préstamos del FMI en 79 países, a lo largo de 16 años, determinó que sus efectos agravaban la pobreza y provocaban un aumento de la desigualdad.

Si nos ceñimos a los datos, en agosto de 2022 China anunció que condonaría 23 préstamos sin intereses en 17 países africanos. Anteriormente, entre 2000 y 2019, China también había reestructurado un total de 15.000 millones de dólares de deuda y condonado 3.400 millones en préstamos que había concedido a países africanos. En números redondos, China ha construido en África 100 puertos marítimos, 1.000 puentes, 10.000 kilómetros de vías férreas, 100.000 kilómetros de carreteras y 200.000 kilómetros de red de fibra óptica para Internet. Aparte de bases militares, ¿qué es lo que ha construido Estados Unidos en África?

Como es natural, el gobierno de China también persigue sus propios intereses, aunque insiste en que su estrategia se basa en un enfoque “win win” (gana gana), por el que los países con quienes Pekín hace negocios también obtienen un beneficio. En cualquier caso, también a diferencia de Estados Unidos, China se abstiene de promover cambios políticos en los países con los que se relaciona, para asimilarlos al suyo propio. Las habituales intervenciones estadounidenses para “exportar la democracia” brillan por su ausencia. El modelo económico chino se basa en la exportación, para lo que necesita paz, no guerras.

Los autores del estudio explican las causas del lanzamiento de la Nueva Ruta de la Seda. En un entorno de descenso relativo del crecimiento económico, de caída de la rentabilidad de las inversiones domésticas, y de aumento de la deuda pública, utilizada como medida de estímulo de la economía, la NRS busca incrementar la demanda exterior de bienes, servicios y capitales chinos. Pekín trata de paliar con su acción exterior las debilidades domésticas.

Mientras Xi Jinping anunciaba una inversión de 100.000 millones de dólares para la construcción de infraestructuras, Joe Biden solicitaba al Congreso la misma cifra para seguir alimentando su guerra contra Rusia en Ucrania, y financiar el genocidio sionista en Palestina. Durante la última década, China ha invertido un billón de dólares en proyectos de infraestructura principalmente en Asia y África, pero también en América Latina, e incluso algunos en Europa. Como reseñaba en el primer párrafo, las guerras provocadas por Estados Unidos desde 2001 han causado más de 4,5 millones de muertos. El contraste no puede ser más brutal.  

La decadencia de Estados Unidos y el despegue de la diplomacia china

Joe Biden cometió un error garrafal cuando, tras los ataques de Hamás del 7 de octubre, voló a Israel para darle carta blanca a Netanyahu en sus represalias contra la población civil palestina, aduciendo el “derecho de Israel a defenderse”. Mientras asegura estar ejerciendo presión para que Israel minimice los daños a la población civil, Washington continúa suministrando armas al ejército hebreo, que ya sabemos dónde acaban. El 62% de los estadounidenses desaprueba el modo en que Joe Biden está manejando el conflicto entre Israel y Hamás.

El festival de hipocresía que están dando los dirigentes estadounidenses no tiene parangón. El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, retaba a un periodista en una rueda de prensa de la siguiente manera: “Nómbreme una nación más – cualquier otra nación – que esté haciendo tanto como Estados Unidos para aliviar el dolor y el sufrimiento del pueblo de Gaza. No puede”. El secretario de Defensa, Lloyd Austin, alertaba a Israel de que, al echar a la población civil en brazos de Hamás, estaba convirtiendo una victoria táctica en una derrota estratégica. Todo eso, mientras continúan llegando armas de fabricación estadounidense al gobierno sionista.

Estados Unidos envía a Israel bombas de 1.000 kilos capaces de volar búnkeres para la guerra de Gaza. Después de enviar bombas masivas, munición de artillería, EE. UU. también urge a Israel a limitar las víctimas civiles. Fuente: Wall Street Journal.

El apoyo inquebrantable de Estados Unidos al genocidio sionista es otro clavo en el ataúd de la diplomacia estadounidense, si es que tal cosa ha existido en las últimas décadas. Desde la disolución de la Unión Soviética, en 1991, Washington se ha comportado como si su voluntad fuera ley: ese es su concepto de “mundo basado en reglas”, mientras vulnera las normas de las instituciones que impulsó. Como, por ejemplo, las de la Organización Mundial del Comercio, según un dictamen de la propia organización.

La actitud de Estados Unidos con relación a la guerra en Ucrania ha sido la de “o conmigo, o contra mí”. El fracaso militar de la OTAN en la contienda, que ya está presente en los medios occidentales, el fiasco de las sanciones bumerán contra Rusia, y la “congelación” de activos rusos depositados en bancos occidentales, todo ello ha servido de catalizador para que la mayoría del planeta haya puesto pie en pared frente al chantaje estadounidense. ¿Alguien se acuerda de esa intervención que iba a efectuar la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (ECOWAS) contra los golpistas de Níger?

China ha detectado con perspicacia ese movimiento en la arena internacional y ha comenzado a desplegar su diplomacia, singularmente en un territorio de gran importancia estratégica: Oriente Próximo. Como he documentado en este blog, el acercamiento de archirrivales como Irán y Arabia Saudita se debe a la intermediación de China. El gobierno de Pekín también está trabajando junto a Rusia para frenar los intentos de Estados Unidos de poner una pica en Asia Central, otra zona de gran relevancia geoestratégica. 

Aunque el reciente viaje de Vladimir Putin a Oriente Medio estaba catalogado como de trabajo, fue recibido con honores de jefe de Estado, incluídas 21 salvas, en países que, hasta ayer, eran tradicionales aliados de Estados Unidos, como Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos. La numerosa delegación rusa, que incluía a la presidenta del Banco Central de Rusia, Elvira Nabiúllina, estaba compuesta por altos cargos gubernamentales del sector del petróleo, la economía, asuntos exteriores, el espacio y la energía nuclear, así como líderes empresariales. El lenguaje no verbal del encuentro con Mohammed bin Salman, el hombre fuerte de Arabia Saudita, contrastaba fuertemente con el que el jeque utilizó en su encuentro con Joe Biden.

 

Estados Unidos continúa proclamándose “la única nación indispensable en el mundo”, una expresión usada por Madeleine Albright, que repitió Joe Biden en un discurso televisado desde la Casa Blanca en octubre pasado. En dicha intervención, el presidente de Estados Unidos afirmó lo siguiente: “Esta noche, hay personas inocentes en todo el mundo que tienen esperanza gracias a nosotros, que creen en una vida mejor gracias a nosotros, que están desesperadas por no ser olvidadas por nosotros y que nos están esperando”.

Los actuales dirigentes estadounidenses no sólo continúan creyéndose sus fantasías, sino que están demostrando que son incapaces de leer lo que está ocurriendo en el mundo. Porque lo que está pasando es que la mayoría del planeta ya le ha dado la espalda. La derrota estratégica sobre la que advertía Lloyd Austin a Israel por no respetar a la población civil de Palestina es un concepto aplicable a los Estados Unidos, que está sufriendo otra derrota estratégica por no respetar al mundo, en general.  

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