La cumbre de Samarcanda alumbra el nuevo mundo multipolar

30 de septiembre de 2022

Es muy probable que los historiadores del futuro, si es que la especie humana lo tiene, fijen el 16 de septiembre de 2022 como el hito apropiado para señalar el nacimiento del mundo multipolar. En esa fecha, los líderes de los ocho miembros de la Organización de Cooperación de Shanghái firmaron en la cumbre de Samarcanda, Uzbekistán, una extensa declaración donde apuestan por “un nuevo tipo de relaciones internacionales en el espíritu de respeto mutuo, justicia, igualdad y cooperación mutuamente beneficiosa”. La importancia de la cumbre es inversamente proporcional a la atención que le han dedicado los medios de comunicación occidentales, donde ha sido ostentosamente ninguneada.

La OCS consta actualmente de ocho Estados miembros: China, India, Kazajstán, Kirguistán, Rusia, Pakistán, Tayikistán y Uzbekistán y está reconocida por la ONU. Juntos representan aproximadamente un tercio del PIB mundial y sus habitantes suman más de 3.300 millones, alrededor del 40% de la población del planeta. Ocupan el 60 % de Eurasia y el 25,5 % de la extensión territorial del mundo. Además, Afganistán, Bielorrusia, Irán y Mongolia tienen estatus de observadores en la OCS. Irán ya ha firmado un memorándum de obligaciones para adherirse como miembro de pleno derecho, en abril de 2023, según fuentes iraníes. Afganistán y Mongolia han solicitado el ingreso, y el procedimiento para admitir a Bielorrusia también ha sido iniciado.

Adicionalmente, otros seis Estados ya tenían estatus de “Asociados en el Diálogo”: Armenia, Azerbaiyán, Camboya, Nepal, Sri Lanka y Turquía. Este último país ha planteado la posibilidad de unirse como miembro de pleno derecho, aun siendo miembro de la OTAN. Por último, en la cumbre de Samarcanda se llegó a un acuerdo sobre la admisión de Bahréin, Maldivas, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait y Myanmar como nuevos «Asociados en el Diálogo» y se firmaron memorandos de entendimiento que otorgaron el mismo estatus a Egipto, Arabia Saudita y Qatar en la OCS. Entre miembros y asociados, actuales y próximos, estamos hablando de una organización de 26 países.

Ilustración: Sitio web de la OCS. Nótese la ausencia de líneas de fronteras en el mapa.

La declaración firmada por los jefes de Estado de los ocho países miembros de la OCS resalta que “la aplicación unilateral de sanciones económicas distintas a las adoptadas por el Consejo de Seguridad de la ONU es incompatible con los principios del derecho internacional y tiene un impacto negativo en terceros países y en las relaciones económicas internacionales”. Es una manera diplomática de decir que la aplicación unilateral de sanciones constituye un comportamiento de tintes mafiosos, que busca torcer la voluntad de naciones soberanas si no se avienen a acatar las órdenes que reciben del gendarme mundial, que no vela por la aplicación de las leyes internacionales, sino por la imposición de su agenda.

Al margen de las declaraciones que acompañan siempre a este tipo de cumbres, en la de Samarcanda se alcanzaron una serie de acuerdos tangibles:

  • El banco central de la India abrió cuentas en rupias destinadas al comercio con Rusia, dejando así de lado al dólar como moneda para pagar los intercambios comerciales entre ambos países.
  • Turquía pagará el 25% del gas que compra a Rusia en rublos.
  • Rosatom, la empresa estatal nuclear rusa, firmó un crédito por valor de 9.100 millones de dólares con Gazprombank para financiar la construcción de una central nuclear en Turquía, la adquisición y el desarrollo de un depósito de uranio en Kazajistán y la compra de litio.
  • China y Rusia usarán progresivamente el yuan y el rublo en sus intercambios comerciales, hasta sustituir completamente al dólar.
  • Rusia, China y Mongolia anunciaron que el gasoducto «Fuerza de Siberia 2» atravesará territorio mongol para suministrar 50.000 millones de metros cúbicos de gas, que provendrán de los yacimientos de Yamal, cuya producción antes se destinaba a la Unión Europea.
  • Rusia anunció un acuerdo político con Pakistán para bombear gas a ese país mediante la construcción de un gasoducto que atravesaría Afganistán. Parte de la infraestructura ya está construida en Rusia, Kazajistán y Uzbekistán, por lo que faltaría el tramo afgano. Conviene recordar que Pakistán ha sido tradicionalmente un aliado de Estados Unidos.

En la tesitura que atraviesan ahora mismo las relaciones internacionales, la cumbre de Samarcanda ha permitido constatar la contraposición de dos modelos antagónicos sobre la concepción del mundo: una, destructiva y la otra, colaborativa.

De un lado, tenemos al denominado bloque occidental, dirigido por Estados Unidos y sus aliados de la OTAN, a los que hay que sumar a Australia, Japón y Corea del Sur. Su visión del mundo es claramente unipolar, donde una sola potencia, acompañada de su obediente séquito, se erige en amo y señor del mundo, con la pretensión nada velada de apoderarse de todos los recursos posibles del planeta. Si sus vasallos se creen que les van a dejar ni las migas, lo llevan crudo.

Dotado con el mayor presupuesto militar del globo, con una organización ofensiva a su servicio que integra a otras potencias nucleares, y con un ejército de ocupación repartido en 750 bases en el mundo, Estados Unidos ha intentado y sigue intentando imponer sus intereses al resto del mundo por vías más o menos coercitivas: imponiendo sanciones económicas, embargos, montando revoluciones de colores, organizando magnicidios, golpes de Estado o, directamente, bombardeando o invadiendo los países que pretende controlar, bien por su posición estratégica, bien porque sus políticas contravienen sus intereses o, mayormente, para apropiarse de sus recursos. Todo ello, con un manifiesto desprecio por la Carta de las Naciones Unidas y oculto bajo la retórica de la expansión de la “democracia”, la “libertad” y el “libre comercio”.

Es una política que se basa en la destrucción de quienes no acatan las órdenes y, por tanto, pasan a ser considerados enemigos con variopintas denominaciones (“autocracias”, “eje del mal”, “rogue states” o estados díscolos, etc.). Los medios de comunicación occidentales actúan en bloque al servicio de esta estrategia, como estamos viendo con su narrativa en relación con la guerra en Ucrania. Quienes se salen del guion establecido son ninguneados, o “cancelados” en la jerga de las redes sociales, en el mejor de los casos. En el peor, como ha ocurrido con Julian Assange, son encarcelados, o deben optar por el exilio, como Edward Snowden. Los países agrupados en este bloque se autodenominan pomposamente “el mundo libre”.

Del otro lado, tenemos al bloque euroasiático, liderado por China y Rusia, con India despuntando como la nueva gran potencia asiática. La invasión rusa de Ucrania, provocada por la ampliación de la OTAN hasta las fronteras de Rusia, el incumplimiento de los acuerdos de Minsk, y el bombardeo por parte de Ucrania, durante ocho años, de la población civil del Donbass, predominantemente rusa, ha sido contestada por Estados Unidos y sus aliados con una respuesta económica, en forma de sanciones, y otra bélica, suministrando armamento, “asesores militares”, mercenarios e inteligencia a Ucrania, lo que ha empujado a Rusia definitivamente hacia Asia.

Al plegarse a los intereses geopolíticos y económicos de Estados Unidos, la Unión Europea ha firmado su sentencia de muerte. En lugar de haber apostado por una estrategia política diferenciada, que buscara la salvaguarda de sus negocios y el bienestar de su población, lo que requería una solución negociada a la guerra en Ucrania, ha optado por renunciar a la savia que la mantiene viva: las fuentes energéticas que provenían de Rusia y para las cuales no hay proveedores alternativos en el mundo, ni siquiera pagando mucho. En lugar de haber basculado hacia Eurasia, como manda la geografía, ha optado por cortar el cordón umbilical que la alimentaba: los oleoductos y gasoductos provenientes de Rusia. En lugar de haberse involucrado en la vía diplomática para detener la guerra, se está dedicando a alimentar un conflicto que sólo beneficia a Estados Unidos. Suministrando armas a Ucrania, la Unión Europea se está ganando a pulso el estatus de objetivo militar para Rusia si la guerra termina desbordando el territorio de Ucrania lo que, a tenor de la escalada que estamos presenciando, resulta harto probable.

Mientras los burócratas de Bruselas y los dirigentes europeos adoptan decisiones que están destruyendo el bienestar de la ciudadanía en la Unión Europea y en el Reino Unido, en Eurasia están rescatando al geógrafo británico Halford Mackinder. En El pivote geográfico de la Historia, Mackinder postuló la teoría del “heartland”: «Quien gobierne en Europa del Este dominará el Heartland; quien gobierne el Heartland dominará la Isla Mundial; quien gobierne la Isla Mundial controlará el mundo.»

El mapamundi, según la visión de Harold Mackinder. Ilustración: Juan Pérez Ventura, 2013.

Como vemos en la ilustración, el área que Mackinder denominó “pivote” está fundamentalmente ocupada por Rusia y los países del Asia Central. Así que no es de extrañar que Estados Unidos haya desplegado una estrategia para controlar Europa del Este, lo que ya ha conseguido con la ampliación de la OTAN, y esté utilizando a Ucrania como cabeza de puente para la conquista de Rusia. En Washington también han leído a Mackinder.

Para contrarrestar esta ofensiva, en la cumbre de Samarcanda los participantes “señalaron la idea de crear una Gran Asociación Euroasiática con la participación de los estados miembros de la OCS, la Unión Económica Euroasiática, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, así como otros estados interesados”, tal y como leemos en la declaración de la cumbre.

En realidad, la Gran Asociación Euroasiática es más que una idea, porque ya tiene unos importantes mimbres en torno a los que configurarse: la Nueva Ruta de la Seda. Impulsada por China, la colosal iniciativa tiene como objetivos la construcción de infraestructuras y el desarrollo de la tecnología para fomentar la coordinación de las políticas intergubernamentales, la conectividad de las infraestructuras, el fomento del comercio mediante la reducción de barreras, la integración en materia de política monetaria, con la creación de instituciones financieras, y el fomento de los lazos entre los pueblos.

 Infraestructuras construidas, previstas y en construcción de la Nueva Ruta de la Seda.

Ilustración: ORT Campus Virtual.

La declaración de Samarcanda subrayó el compromiso de sus participantes para implementar conjuntamente este proyecto, incluyendo los esfuerzos para alinear el progreso de la Unión Económica de Eurasia (integrada por Rusia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán y Armenia) con la Nueva Ruta de la Seda.

El Corredor de Transporte Internacional Norte – Sur es otro de los grandes proyectos de la región. Lanzado por Rusia, Irán y la India en la Conferencia Euroasiática sobre Transporte, celebrada en San Petersburgo en el año 2000, lo integran además Azerbaiyán, Armenia, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Ucrania, Bielorrusia, Omán y Siria. El objetivo del proyecto es reducir los costes del transporte de mercancías un 30% y reducir el tiempo necesario para que lleguen desde la India hasta Rusia desde 40 días hasta 22. El corredor, de 7.200 kilómetros, fue inaugurado en 2021 con el envío de 32 contenedores desde Finlandia hasta Bombay.

El Acuerdo de Asjabad (Ashgabat en inglés) entraría en conexión con este Corredor Internacional. El pacto firmado en la capital de Turkmenistán consiste en otra iniciativa para impulsar otro corredor de transporte multimodal entre Kazajstán, Uzbekistán, Turkmenistán, Irán, India, Pakistán y Omán, con el objetivo de facilitar el transporte de mercancías entre Asia Central y el Golfo Pérsico.

Ilustración: On the MoS Way.

La cumbre de Samarcanda ha significado un espaldarazo político al desarrollo de las infraestructuras necesarias para que los intercambios comerciales en Eurasia dispongan de una ruta alternativa a la que pasa por el Canal de Suez, frecuentemente embotellado, y el Mar Mediterráneo, un itinerario bajo control de Estados Unidos a través de sus bases en Europa y Asia Occidental.

Uzbekistán está imbuido en el desarrollo de otro corredor en Asia Central: una línea ferroviaria que uniría China, Kirguistán, Uzbekistán y Afganistán. El objetivo es conectar la ciudad de Kashgar, en la prefectura china de Xinjiang, con la ciudad de Osh, en Kirguistán, para proseguir hasta Hairatán, en Afganistán. Este corredor sería crucial para desarrollar la economía de Afganistán, algo en lo que todos sus vecinos en la región están lógicamente interesados, y que China y Rusia están promoviendo. China también está considerando construir una carretera que cruzaría el corredor de Wajan, un paso estratégico, ya que es fronterizo entre China y Afganistán, con Pakistán al sur y Tayikistán al norte del corredor, aunque las dificultades logísticas y de ingeniería que enfrenta este proyecto son notables.

El Corredor de Wahan, encajado entre Tayikistán, China y Pakistán. Fuente: Foreign Policy.

Conviene subrayar la localización extremadamente estratégica de Afganistán. No en vano distintas potencias han intentado hacerse con el control de este país: Reino Unido, la URSS y Estados Unidos, y todas ellas fracasaron. No sólo está situado en el cruce de caminos entre Asia Central y la del Sur, punto de conexión entre importantes puertos en Pakistán, en Irán y en el Mar Caspio, a través de Turkmenistán, sino que ayuda a conectar Uzbekistán, que carece de salida al mar, con los mercados del sur de Asia.

Por su parte, Irán está construyendo un ferrocarril hasta Herat, en el occidente de Afganistán, un trazado donde la carretera ya ha sido reconstruida. Afganistán está implicado en la Nueva Ruta de la Seda, como parte del Corredor Económico China – Pakistán, (CPEC por sus siglas en inglés), así como en el Corredor de Transporte Internacional Norte – Sur. Aunque no sea miembro formal de este proyecto, India invitó a representantes del gobierno de Afganistán a la celebración del Día de Chabahar, el puerto que India está construyendo en Irán como parte del corredor, con una inversión multimillonaria no sólo en el puerto, sino en una línea de ferrocarril que le dé servicio y en la creación de una zona industrial.

¿Qué es lo que motiva a la India a realizar estas inversiones? Pues saltarse a Pakistán, su archienemigo, gracias a la promoción de este puerto alternativo al de Karachi. Chabahar serviría como nodo para el corredor norte – sur, y para que India pueda hacer llegar sus mercancías no sólo a Irán, sino a Afganistán y, desde ahí, a Asia Central.  Desde allí, la ruta desde Chabahar hasta la India vendría también cargada, ya que el puerto iraní podría dar salida a los recursos naturales que atesora Afganistán, que tiene el mayor depósito de hierro de Asia, y del resto de Asia Central. No sólo estamos hablando de los tradicionales, como petróleo, gas y carbón, sino de minerales y metales críticos.

Corredor de transporte India – Irán – Afganistán.

Ilustración: https://es.m.wikipedia.org/wiki/Archivo:India-Iran-Afghanistan_transit_corridor_map.svg

Asia Central posee el 38,6 % de las reservas mundiales de manganeso, el 30,07 % de cromo (usado en las turbinas de viento), el 20 % de plomo, el 12,6 % de zinc, el 8,7 % de titanio (usado en la industria aeronáutica), el 5,8 % de aluminio, el 5,3 % de cobre, el 5,3 % de cobalto y el 5,2 % de molibdeno. Todos estos materiales críticos se utilizan en una amplia gama de tecnologías de energía limpia.

Estos proyectos están dando impulso, a su vez, a la línea férrea TAT, que uniría Turkmenistán, Afganistán y Tayikistán, que conectaría a su vez con Irán y, de este modo, con el Corredor de Transporte Internacional Norte – Sur.

En definitiva, en la isla del mundo hay muchos países que están tratando de anteponer sus diferencias, que también las tienen, a los beneficios que puede traer el incremento de los intercambios comerciales, gracias a todos estos proyectos que acabo de repasar someramente, porque existen más.

Cabe calificar de nacimiento del mundo multipolar el realineamiento de algunos de los países con mayor peso en el mundo que está provocando la guerra en Ucrania. En esta recomposición de las alianzas que se está produciendo, conviene subrayar la importancia que tiene la actitud que está adoptando la India. “El esfuerzo de Biden para aislar a Rusia tiene un problema: India”, titulaba un artículo el portal Axios.

A pesar de las presiones ejercidas por Estados Unidos, India no sólo se ha negado a adoptar sanciones contra Rusia, sino que ha multiplicado por diez las importaciones de petróleo ruso, con un descuento significativo. Putin ha elogiado la resistencia de Narendra Modi a sumarse a las sanciones impulsadas por la Casa Blanca, así como la neutralidad adoptada por India con relación a la guerra en Ucrania. Moscú ya es el segundo proveedor de crudo de la India, que es el tercer consumidor de petróleo del mundo, tras Estados Unidos y China. El ministro de asuntos exteriores indio, Subrahmanyam Jaishankar, ha dicho que es una “obligación y un deber moral” conseguir los precios más bajos posibles para los consumidores indios. Igualito que los burócratas europeos, en permanente genuflexión ante los Estados Unidos.

Rusia es el principal proveedor de armas a India, que se sumó a las maniobras militares Vostok a primeros de septiembre, con la guerra de Ucrania en marcha. Unos ejercicios donde participaron 50.000 efectivos de Rusia, China, Kazajistán, Tayikistán, Kirguistán, Azerbaiyán, Bielorrusia, Mongolia, Laos, Armenia, Siria y Nicaragua. Úrsula von der Leyen había viajado previamente a Delhi en abril con la pretensión de que la Unión Europea sustituyera a Rusia como el principal suministrador de armas a India y de presionar a Narendra Modi para que se sumara al carro de las sanciones. 

A India le corresponde asumir la presidencia rotatoria de la Organización de Cooperación de Shanghái el año próximo.  Si comparamos el lenguaje no verbal de estas dos fotografías, parece claro que el mundo multipolar nació en Samarcanda. Veremos qué nos depara, porque ningún parto resulta fácil.

 

Ilustraciones: Xi Jinping, Vladimir Putin y Narendra Modi en Samarcanda: Russia Today. Joe Biden y Narendra Modi en Tokio: The Indian Express.

8 comentarios

  1. Exhaustivo e informativo artículo..

    A tener en cuenta para sucesivos acontecimientos mundiales…

    Enhorabuena Carlos porque habrá supuesto horas de investigación informativa y deductiva

    Abrazos

    1. Muchas gracias por tu amable comentario, Fausto. Cada artículo lleva muchas horas de documentación, además de las de redacción, así que me alegro de que los lectores avispados lo notéis. Un abrazo.

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