Estados Unidos anuncia el fin de la posguerra fría y una nueva etapa de confrontación

2 de octubre de 2023

Antony Blinken señala el viraje del conflicto desde Ucrania hacia China

Es sorprendente que el discurso que dio Antony Blinken en la School of Advanced International Studies, el 13 de septiembre, no haya recibido la atención que merece por parte de los medios occidentales. En su intervención, titulada El poder y el propósito de la diplomacia americana en una nueva era, el secretario de Estado afirmó que hemos llegado al fin del orden mundial que surgió con el fin de la guerra fría. Termina una etapa, y ahora nos adentramos en otra.

El fin de la historia, anunciado por Francis Fukuyama en 1992, entendido éste como “el punto final de la evolución ideológica de la humanidad y la universalización de la democracia liberal occidental como la forma final de gobierno humano”, tendrá que esperar.

La ausencia de repercusión es llamativa porque el discurso del secretario de Estado supone la confirmación del “viraje hacia Asia” que inauguró Obama, y la relegación a un segundo plano de la guerra en Ucrania, a juzgar por la extensión que ocupa cada uno de esos temas en su intervención. Tras certificar la defunción del mundo unipolar, Blinken lanza lo que China ha identificado correctamente como “un grito de guerra”: Estados Unidos se apresta a luchar por conservar la posición hegemónica a la que le aupó la disolución de la URSS. Un puesto que ahora se ve amenazado por unos actores que han amasado el poder suficiente para cuestionarlo.

No sólo eso: dichos actores tienen una visión del mundo distinta a la que dice representar Estados Unidos, y tienen un plan para llevarla a la práctica, lo que a ojos de Washington resulta intolerable. La respuesta de China al desafío se produjo al día siguiente, 14 de septiembre, en forma de un editorial publicado en Global Times, titulado “Blinken lanza un grito de guerra para una nueva guerra fría que Estados Unidos no puede ganar”.

Editorial de Global Times. 14 de septiembre de 2023.

Antes de analizar la réplica china al reto estadounidense, es necesario detenerse en el discurso del secretario de Estado, porque augura un inquietante futuro de conflicto permanente. Blinken dibuja un retrato idealizado del periodo posterior al fin de la guerra fría:  una época “que trajo consigo la promesa de una inexorable marcha hacia una mayor paz y estabilidad, cooperación internacional, interdependencia económica, liberalización política y derechos humanos”. Aunque reconoce que hubo serios desafíos a dicho orden, como las guerras en Yugoslavia, la de Irak, la crisis financiera de 2008, y el aumento de la desigualdad económica, Blinken omite cualquier referencia a la responsabilidad de Estados Unidos en su génesis.

Sin embargo, esa situación poco menos que idílica ha dado paso a una “competición intensificada con los poderes autoritarios”. Tras calificarlos de “revisionistas”, pasa a describirlos. La “guerra de agresión” de Rusia a Ucrania constituye la mayor amenaza al orden internacional consagrado en la carta de la ONU. Ese mismo orden que Estados Unidos viola constantemente sin que, al parecer, eso le suponga el más mínimo conflicto moral. Como lleva haciendo desde hace años en Siria, por ejemplo, donde ocupa un tercio del país, y está reforzando sus bases donde se sitúan los yacimientos petrolíferos, que está saqueando

Pero el país que representa el desafío más significativo a largo plazo es China, “porque no solo aspira a remodelar el orden internacional, sino que cada vez tiene más poder económico, diplomático, militar y tecnológico para hacer justamente eso”, asevera Blinken. Por si eso no bastara, “Pekín y Moscú están trabajando juntos para hacer el mundo más seguro para la autocracia, a través de su alianza sin límites”.

El secretario de Estado está reconociendo la multipolaridad del mundo actual, y advierte que, según se intensifica la competición entre los distintos polos, “muchos países están cubriendo sus apuestas”.  Aquí es cuando Blinken reconoce las fallas de ese mundo ilusionante que surgió tras la guerra fría. Precisamente debido a esas carencias del orden económico internacional, impulsado por Estados Unidos, es por lo que se está produciendo un realineamiento de muchos países: están perdiendo su fe en él.

Es significativo que Blinken mencione como una de las lacras del sistema la desigualdad económica, que reconoce se ha disparado, teniendo en cuenta que Estados Unidos es el paradigma del sistema promotor de dicha desigualdad: el capitalismo que se empeña en imponer con sus operaciones de “cambio de régimen”, allí donde surgen alternativas, rápidamente calificadas de amenazas a su “seguridad nacional”. Aunque se produzcan en países tan pobres como Cuba o Nicaragua.

También resulta llamativo que Blinken señale los efectos adversos de la globalización, que ha provocado la desindustrialización del mismo occidente que la impulsó para abaratar costes de producción, y que reconozca el fracaso de las políticas destinadas a ayudar a los trabajadores que dicha estrategia dejó tirados.

Acusa a los adversarios de usar las estrategias de contención que utiliza Washington

Pero más cínico resulta aún que Blinken acuse a sus adversarios de utilizar todas y cada una de las estrategias de “contención” que emplea Estados Unidos para socavar sus economías e impedir su desarrollo tecnológico:  

  • “Los subsidios que destrozan las reglas”. ¿Por qué no menciona la Inflation Reduction Act, y sus centenares de miles de millones de dólares en subsidios para que las empresas se instalen en Estados Unidos y usen materiales fabricados allí?
  • “Las prácticas que distorsionan el mercado”. ¿Por qué no alude a la imposición de aranceles que impuso Trump a las importaciones procedentes de China, y que Biden ha mantenido?
  • “Los impulsores de la polarización política, amplificados por algoritmos que refuerzan nuestros prejuicios”. ¿Por qué no hace referencia a los “archivos de Twitter”, donde se demuestra la censura que ejercían los servicios de inteligencia estadounidenses?
  • “Las democracias están bajo la amenaza exterior de los autócratas, que difunden desinformación, usan la corrupción como un arma y se entrometen en las elecciones”. ¿Por qué no alude al hundimiento de las audiencias de los medios occidentales, por su falta de credibilidad? ¿Por qué no dice que la corrupción está disfrazada legalmente en Estados Unidos, en forma de lobbies y de Political Action Committees, que financian las campañas de los candidatos e imponen su agenda? ¿Por qué no se acuerda de cuando los Estados Unidos diseñaron la campaña electoral de Yeltsin, para conseguir su reelección en 1996?
El número total de lobistas registrados en Estados Unidos se sitúa por encima de los 12.500. Gráfico: Statista.

Esa idílica visión del mundo que Estados Unidos persigue por su propio interés

Después de un largo preámbulo, Antony Blinken declara que “Estados Unidos está liderando este período crucial desde una posición de fuerza”. Dicho lo cual, se adentra en el campo de la propaganda al afirmar que ese mundo, que Estados Unidos aspira a construir, será uno “donde cada nación puede decidir su propio camino y a sus propios socios”, “un mundo donde las mercancías, las ideas y los individuos pueden circular libre y legalmente (…) y donde la tecnología se usa para empoderar a la gente, no para dividir, vigilar o reprimirla”.

Actualmente, el 25% de la población vive en los más de 40 países que están sufriendo las sanciones económicas impuestas unilateralmente por Estados Unidos, sin el respaldo de la ONU y, por tanto, ilegales. 

Luego, Blinken tiene un arrebato de sinceridad y declara que Estados Unidos luchará por imponer esa idílica visión del mundo “guiados por un sentido de interés propio ilustrado”, recordando que ellos ayudaron a construir el orden internacional posterior a la segunda guerra mundial “e invertimos en el progreso de otras naciones y pueblos porque reconocimos que serviría a los intereses de la humanidad, pero también a los nuestros”.

Después de haberse erigido en el faro del mundo libre, Blinken arremete contra los regímenes autoritarios, que tienen la desfachatez de creer “que los países grandes tienen derecho a esferas de influencia: que el poder y la proximidad les dan la prerrogativa de dictar sus decisiones a los demás”.

El secretario de Estado afirma que el objetivo de Washington es “que Ucrania no solo sobreviva, sino que se desarrolle como una democracia vibrante y próspera, para que los ucranianos puedan escribir su propio futuro, y puedan valerse por sí solos”. Tan importante es lo que se dice, como lo que no, y significativamente, el mantra del apoyo a Ucrania “as long as it takes” (tanto tiempo como haga falta), ha desaparecido.

Blinken pone a China en su punto de mira

Tras despachar a Ucrania con un par de párrafos, Blinken dedica mucho más espacio a las estrategias que Estados Unidos está tejiendo en Asia, junto a la Unión Europea, Australia y otros países de aquel continente. “Unas herramientas que están afilando” para hacer retroceder a “la coacción económica de China”. El secretario de Estado pasa a criticar la Nueva Ruta de la Seda, sin mencionarla, achacándole todo tipo de efectos dañinos en los países donde Pekín está construyendo infraestructuras. Blinken alardea de la iniciativa del G7 para hacerle frente: el Partnership of Global Infrastructure and Investment (PGII), un instrumento que dice va a contar con 600.000 millones de dólares, en los próximos cinco años.

Sin embargo, el PGII es una versión reempaquetada de la iniciativa Build Back Better World de 2021, en la que el G7 ya anunció una inversión de 40 billones de dólares en infraestructura, hasta el año 2035. La disminución de los fondos es significativa para un proyecto que, según la propia Casa Blanca, hasta el momento sólo ha recibido 30.000 millones.

El discurso de Blinken señala que el debate que se estaba produciendo en el seno de la administración de Biden se ha saldado a favor de quienes proponían la confrontación con China, sin ambages. Una política retratada por Jon Bateman en un artículo, publicado en Foreign Policy en 2022, basándose en las medidas que Estados Unidos venía implementando desde 2018: “Biden apuesta por eliminar a China”. Una estrategia que el autor resumía así: “La apuesta estadounidense decisiva: bloquear abiertamente el camino de China para convertirse en un par económico avanzado, incluso con un riesgo significativo para los intereses de Estados Unidos y sus aliados”.

China advierte que la estrategia de Estados Unidos es contraproducente y fracasará

Pekín coincide: «los Estados Unidos quieren una dinámica de competición y confrontación para mantener su hegemonía, incluso a expensas de los intereses de otros países, incluyendo sus socios y aliados». Y yo añado: prueba de ello son las consecuencias de las sanciones a Rusia, que nos están llevando a la ruina en Europa, mientras Estados Unidos esquiva la recesión, de momento.

China advierte que la competición entre las grandes potencias únicamente conseguirá dividir más aún al mundo. Tampoco resolverá los problemas que sufre Estados Unidos, ni los desafíos que afronta el planeta. Global Times señala que Washington está tratando de ralentizar el ascenso de China, mientras espera simultáneamente conservar su hegemonía, sin poner en peligro sus propios intereses. Sin embargo, Estados Unidos no parece tener la clave para lograr ambos propósitos a la vez.

Esto último también resulta veraz. La organización sin ánimo de lucro Tax Foundation ha calculado el impacto de los aranceles impuestos por Estados Unidos en su propia economía. Sus efectos reducirán el PIB a largo plazo un 0,21%, provocarán una disminución de los salarios del 0,14% y la pérdida de 166.000 empleos a tiempo completo. China es uno de los principales socios comerciales tanto de Estados Unidos como de Europa, así que su pretensión de “desacoplarse” de la economía china es irrealizable o, de producirse, tendrá efectos catastróficos no sólo sobre sus impulsores, sino en todo el planeta.

China recuerda que ha sido una de las beneficiarias de la globalización, que la ha convertido en una potencia manufacturera y le ha permitido un desarrollo económico espectacular. Por tanto, no está interesada en desafiar o subvertir este orden. China le advierte a Estados Unidos que su estrategia de “contención” le va a salir por la culata, perjudicando además al resto del mundo. El diario finaliza augurando el fracaso de la estrategia de confrontación estadounidense.

Dos días después de la publicación del editorial, el ministro de Asuntos Exteriores de China, Wang Yi, y el consejero de seguridad nacional, Jake Sullivan, se reunían durante dos días en Malta. Según leemos en el sucinto resumen, publicado por la Casa Blanca, de unos encuentros que duraron doce horas, “Esta reunión fue parte de los esfuerzos continuos para mantener líneas abiertas de comunicación y gestionar responsablemente la relación. Las dos partes mantuvieron conversaciones sinceras, sustantivas y constructivas”.

Por su parte, Joe Biden ya se había reunido con el premier chino Li Quiang en la cumbre del G20 de Delhi, donde según el estadounidense en el encuentro hablaron de “estabilidad” y lo calificó de “en absoluto de confrontación”.

El reciente peregrinaje de altos cargos estadounidenses a Pekín indica que la intención de Washington es que China asuma que pretende seguir comerciando, excepto en aquellas ramas que afectan a la “seguridad nacional”. Tal cual lo expresó Jake Sullivan en su discurso en The Brookings Institution. Las medidas restrictivas adoptadas por Estados Unidos suponen impedimentos al desarrollo tecnológico y económico de China, y pretenden que los chinos se lo traguen sin rechistar.

La secretaria de Comercio de Estados Unidos, Gina Raimondo, se reúne con el ministro del ramo chino, Wang Wentao, en Pekín, el 26 de mayo de 2023. Foto: Oficina del Departamento de Comercio de Estados Unidos.

Ana Swanson lo resume bien en The New York Times: “Los enviados llevan un mandato para fortalecer las relaciones comerciales de Estados Unidos con Pekín, mientras simultáneamente imponen algunas de las restricciones más duras al comercio chino en años”. No se puede ser más contradictorio. 

Patrick Lawrence pone el dedo en la llaga: “La amenaza real de China: son mejores en el capitalismo que nosotros”. El autor opina que las políticas de Estados Unidos persiguen minar la economía china, porque no pueden competir con ella en varios sectores estratégicos, mientras ganan tiempo para situar equipo militar tan cerca de China como sea posible, bajo el programa Pacific Deterrence Initiative, y para tejer alianzas en el continente (AUKUS, QUAD, etc.).

Bruselas vuelve a alinearse con Washington en contra de la opinión de la ciudadanía

Lamentablemente, la Comisión Europea se ha apuntado a la nueva guerra fría que Estados Unidos ha lanzado para procurarse la hegemonía en el mundo multipolar, sin tener en cuenta el papel que Washington asigna a quienes le acompañan como fieles escuderos en sus cruzadas: el de llevarse todos los golpes posibles.

En su discurso sobre el estado de la Unión, Úrsula von der Leyen anunció la apertura de una investigación sobre los supuestos subsidios que reciben los constructores de vehículos eléctricos en China, que podría traer aparejada la imposición de aranceles. La declaración se produce de manera casi simultánea a la decisión de Volkswagen de recortar la producción de vehículos eléctricos, debido al desplome de la demanda en Europa. ¿Tendrá algo que ver el desplome con el incremento de la inflación y el aumento de los costes energéticos, provocados por las sanciones a Rusia?

Úrsula von der Leyen anuncia una investigación de la Comisión Europea a la fabricación de coches eléctricos en China, en su discurso sobre el estado de la Unión.

El Economista informaba que Los pedidos corporativos, que representaban alrededor del 70% de los vehículos eléctricos de la marca VW fabricados en Zwickau, se han desplomado desde que los subsidios alemanes para las empresas con flotas de automóviles eléctricos expiraron este mes. Al parecer, a Úrsula von der Leyen estos subsidios le parecen legales, mientras que los chinos, sin haber probado aún su existencia, constituyen “competencia desleal”. China se apresuró a calificar de “proteccionista” la iniciativa de la Comisión, y advirtió que dañaría las relaciones económicas.

Uno de los impulsores de la idea de investigar la producción de vehículos eléctricos en China ha sido Emmanuel Macron, el que pregonaba la necesidad de una “autonomía estratégica” de Europa frente a Estados Unidos. Bloomberg señala que están en juego 900.000 millones de dólares. Este es el monto de los intercambios anuales de mercancías entre la Unión Europea y China, que es el primer socio comercial de la UE desde 2020.

Titular de Bloomberg del 27 de septiembre de 2023.

Macron no ha tenido en cuenta que China refina y procesa la mayoría de los minerales críticos en la cadena de suministro de las baterías, aunque no sea la principal productora de algunos de ellos. China produce el 70% de las células de las baterías. Pero no se trata solo de los coches eléctricos. La investigación anunciada revela que la Comisión pretende alinear a la Unión Europea con Estados Unidos en la nueva etapa de confrontación, aunque redunde en contra de los intereses económicos europeos.

De entrada, Olaf Scholz se ha mostrado en contra de “la vía proteccionista”, y a favor de “la competencia global”. Preguntado acerca del riesgo de que se desate una guerra comercial contra China, Scholz contestó que “Obviamente, eso no va a ocurrir”. El tiempo dirá si su posición es firme, o le va a durar lo mismo que su negativa a enviar tanques Leopard a Ucrania. 

Antes de embarcarse en una guerra comercial con China, ¿se han molestado nuestros dirigentes en preguntar a la ciudadanía cuál es nuestra opinión? Porque según una encuesta del European Council on Foreign Relations, los europeos “No ven a China como una potencia que desafía y quiere socavar a Europa, y no aceptan el marco de “democracia versus autocracia” promovido por la administración Biden”.

La visión de los europeos sobre lo que China representa para Europa. Azul oscuro: Un aliado que comparte nuestros intereses y valores. Azul claro: Un socio necesario, con quien tenemos que cooperar estratégicamente. Gris: No sé. Rojo: Un rival, con quien tenemos que competir. Granate: Un adversario, con quien estamos en conflicto.       

A pesar de toda la propaganda con la que somos bombardeados a diario acerca de “la amenaza china”, un 47% por ciento de los europeos opina que China es un aliado, o un socio necesario, frente a solo un 35% que considera que es un rival o un adversario.

En cuanto al posible conflicto en torno a Taiwán que está instigando Estados Unidos, los europeos son contundentes: el 62% opina que Europa debería permanecer neutral en caso de que Estados Unidos y China terminaran enfrentándose abiertamente, y sólo un 23% piensa que debería apoyar a Washington. Incluso un 5% opina que Europa debería apoyar a China.

La visión de los europeos acerca de cómo debería responder Europa a un potencial conflicto entre Estados Unidos y China sobre Taiwán.

 

A la pregunta “Al tomar decisiones de política exterior, ¿considera que el gobierno de su país escucha a la opinión pública demasiado, muy poco o lo suficiente?”, el 60% de los encuestados responde que muy poco, y el 21%, que lo justito.

Los autores de la encuesta del ECFR lo dejan muy claro en sus conclusiones: “Los ciudadanos europeos no parecen pensar que Europa podría o debería desvincularse de China, como lo ha hecho de Rusia, incluso si son muy conscientes de que China y Rusia han iniciado una estrecha asociación”.

Los dirigentes europeos ya han tomado decisiones estratégicas que han deteriorado la economía europea, nuestra calidad de vida y reducido nuestros salarios, vía inflación; han disparado el coste de la cesta de la compra y de nuestras facturas energéticas; han incrementado la pobreza y el número de personas en riesgo de exclusión. Ahora amenazan con tomar nuevas medidas que ponen en riesgo el futuro de Europa, sin que haya ni el más mínimo debate público al respecto. Las decisiones las toman las élites, sin tener en cuenta que la ciudadanía está en contra de las políticas que están adoptando.

Rafael Poch ha hecho un acertado resumen de los sistemas políticos occidentales: “son oligarquías neoliberales en las que el voto no decide casi nada y donde el “poder del pueblo” (“democracia”) brilla por su ausencia”. Difícil decirlo con menos palabras.

 

3 comentarios

  1. La estupidez de los analistas y consejeros de seguridad estadounidenses solo es equiparable a la de algunos líderes europeos, aunque quizás tenga el mismo fin, intereses económicos inconfesables de ambos. Que Jake Sullivsn dijera esto copiado y pegado a continuación lo demuestra ampliamente (es un extracto de una columna de el diario.es):

    «Las expectativas de la Casa Blanca eran muy altas. “La región de Oriente Medio se encuentra hoy más tranquila de lo que ha estado en las últimas dos décadas”, dijo hace una semana Jake Sullivan, consejero de Seguridad Nacional.»

    De estos lumbreras hacen seguidismo estúpido nuestros representantes en las instituciones europeas. Así nos va, a ellos seguro que les va mejor. No se puede dudar de lo que afirma Rafael Poch en ese párrafo del final que citas.
    Un único apunte más, sobre los coches eléctricos chinos. No solo son baratos (aunque no tanto como en la propia China, imagino que por aranceles y que tampoco son tontos, si en Europa pagamos mucho más por los de aquí el diferencial se lo pueden embolsar ellos, como haría cualquier empresa, «es el mercado, amigo») sino que son mejores. De hecho ya están superando en ventas fuera de China a la todopoderosa Tesla, cuyo nivel de calidad es muy cuestionado. En Francia el «listo» de Macron quiere supeditar las ayudas a la adquisición de coches eléctricos (incluidos los chinos, aunque el objetivo declarado es que estos se queden fuera) a que superen un test europeo ecológico, el GreenNEurocap. Pues bien, el primer coche en superarlo con la nota máxima es el BYD Atton 3, coche medio chino muy competitivo, tanto que su precio es similar al de los coches térmicos de su categoría (en China aún más barato). Y todos los especialistas del motor lo califican de insuperable. Así que ya podemos incluir a Macron entre los espabilados que glosábamos antes. Seguro que ahora se sacarán de la manga otro condicionante para hacerles más difícil la venta de sus coches. Algo que está por ver dé los resultados que pretenden.

    1. Muchas gracias por tu comentario, Mik. Lo peor de todo es que estos lumbreras se creen unos genios, cuando es difícil que les salgan peor las cosas de lo que les están saliendo. Gracias a las sanciones, han empujado a Rusia hacia China. Están haciendo lo mismo ahora con India, que estaba intentando mantener un equilibrio entre ambos bloques. Trudeau está actuando como el brazo tonto de la Casa Blanca, con la excusa del presunto asesinato de un líder Sij en Canadá, y la colaboración del Washington Post, que ha comenzado una serie de reportajes sobre lo malo malísimo que es Modi. Con lo cual, ya sabes hacia dónde va a bascular el país más poblado del mundo.

      Lo de Ucrania ha sido un error de cálculo espectacular. Si la contraofensiva ucraniana ha fracasado, después de que la OTAN haya empleado ocho años, al menos, en preparar a su ejército, eso significa que Rusia va ganando la guerra al bloque atlantista.

      Además, han conseguido que el sur global se posicione claramente en contra de las aspiraciones hegemónicas de Estados Unidos y que le haya perdido el miedo: mira lo que está pasando en Níger, en particular, y en África, en general.

      Y ahora lo que está sucediendo entre Hamas e Israel viene a subrayar la incompetencia de Jake Sullivan como consejero de seguridad nacional.
      Si es cierto que las élites políticas se limitan a ejecutar las instrucciones que reciben de quienes realmente toman las decisiones en la sombra, eso significa que en occidente estamos en manos de auténticos inútiles, por muy listos que se crean.

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