Estados Unidos continúa cercando a India con el golpe en Bangladés

22 de agosto de 2024

India ignora las presiones de Estados Unidos

Estados Unidos está aplicando con India la misma estrategia que está utilizando con Rusia y China: colocar a gobiernos leales en los países que les rodean, con el fin de aislarlos no sólo política, sino geográficamente. En el caso de India, en 2022 fue Pakistán, y ahora Bangladés, quienes han sufrido operaciones de “cambio de régimen” para aupar al gobierno a personajes obedientes a la Casa Blanca. El caso de Sri Lanka es más complejo, como analizaré más tarde, pero el derrocamiento de su presidente también sirvió para provocar inestabilidad en la región y propulsar la narrativa anti-China de Washington.

Pakistán, Sri Lanka y Bangladés han sufrido golpes de Estado en los últimos dos años. Ilustración: pwonlyias.com y elaboración propia.

Estados Unidos ha tenido tradicionalmente buenas relaciones con India. En febrero de este año, la Observer Research Foundation, un gabinete de ideas con sede en India, financiado, entre otros, por fabricantes de armas estadounidenses, todavía tendía la zanahoria al gobierno de Delhi en un artículo conciliador. El título, “La OTAN y la India: socios para un mundo pacífico, libre y democrático”, y el subtítulo, “La OTAN y la India comparten valores comunes de libertad y democracia y un interés en una región del Indo-Pacífico estable y segura”, se veían complementados con una ilustración con mensaje evidente: a la OTAN le faltan piezas, y la India es una de ellas.

Ilustración de Observer Research Foundation.

El autor se explayaba en sus alabanzas a India: “La India es la mayor democracia del mundo, una economía en crecimiento y una importante potencia mundial. Como dijo el secretario general de la OTAN en Raisina (un espacio de debate), es el momento adecuado para llevar el diálogo de la OTAN con la India a un nuevo nivel, para defender nuestros valores compartidos y el orden internacional basado en normas”.

Sin embargo, a pesar de las presiones recibidas, India no se está plegando a la agenda de Washington. Delhi se ha negado a adoptar sanciones contra Rusia en el marco de la guerra de la OTAN contra Moscú, con Ucrania como ariete. Según datos de la Agencia Internacional de la Energía, desde 2021, India ha aumentado un 1.800% las importaciones de petróleo desde Rusia, compensando casi el 70% de la pérdida de ingresos de Rusia procedentes de la Unión Europea. Otro 25% ha sido contrarrestado por las compras de China.

Exportaciones medias de petróleo de Rusia por país y región, 2021-2023. En amarillo, la evolución de las exportaciones a India. Fuente: Agencia Internacional de la Energía.

En 2021, India le compraba a Rusia 100.000 barriles de petróleo al día. En 2023, la cifra ascendía a 1.900.000 barriles diarios. Obviamente, el consumo de petróleo en India no se corresponde con ese desproporcionado incremento. Lo que ocurre es que India está revendiendo el petróleo ruso a la Unión Europea, y la ciudadanía europea está pagando el pato en la gasolinera, a cuenta de la farsa de las sanciones.

Por si quedaba alguna duda acerca de la autonomía de la política exterior de la India, el 9 de julio Narendra Modi viajaba a Moscú para reunirse con Vladimir Putin. El saludo entre ambos mandatarios fue visiblemente afectuoso, y el propio Modi colgó en su cuenta de X (Twitter) las siguientes fotografías. Lo que denota una clara intencionalidad política de respuesta a las presiones estadounidenses. Menos de un mes de después del encuentro de Modi con Putin se producía el golpe de Estado en Bangladés.

Fotografías publicadas por Narendra Modi en su cuenta en X.

La autonomía política de India es el origen de los golpes en la región 

Sheikh Hasina y Xi Jinping. Fotografía: Ministerio de AAEE de China.

El viaje de la depuesta Sheikh Hasina a China tampoco debió sentar muy bien en Washington. El 7 de julio, la primera ministra de Bangladés se reunía con Xi Jinping y Wang Yi, el ministro de Asuntos Exteriores. En el resumen de la reunión publicado por el anfitrión leemos que “China apoya a Bangladés para que se adhiera a una política exterior independiente, siga un camino de desarrollo acorde con sus condiciones nacionales, salvaguarde la soberanía nacional, la independencia y la integridad territorial y se oponga a cualquier injerencia externa”.

Casi simultáneamente a esta aproximación, los ministros de Asuntos Exteriores de India y China se reunían en Laos, aprovechando la cumbre de la ASEAN (Asociación de Naciones de Asia Sudoriental). Y lo hacían por segunda vez en un mes, con el objetivo declarado de resolver las tensiones fronterizas en la Línea de Control Real, como denominan a la línea divisoria entre ambos países. Los ministros ya se habían reunido en la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái celebrada en Astaná (Kazajistán). El acercamiento de India y China, ambos miembros de los BRICS, indica una clara voluntad política de limar asperezas y coordinarse frente a los movimientos de Estados Unidos en la región.

Los ministros de Asuntos Exteriores de India y China se saludan en Laos. Fotografía: PTI.

El 11 de abril de 2022, 18 días después de su viaje a Moscú, el primer ministro de Pakistán, Imran Khan, era derribado mediante una moción de censura. Un golpe blando que ya analicé en este artículo. De nada sirvieron las multitudinarias manifestaciones que reclamaban su vuelta al cargo, que fueron violentamente sofocadas por el nuevo gobierno, sin que la “comunidad internacional” alzara su voz para denunciar la “represión” que sufría la pacífica ciudadanía pakistaní. El ex primer ministro fue víctima luego del típico proceso de lawfare, para terminar dando con sus huesos en la cárcel. Ahora, el actual gobierno se está planteando prohibir su partido. Este es el tipo de democracia que apoya Estados Unidos.

No está claro el papel que jugó Washington en las violentas protestas desatadas en Sri Lanka en julio de 2022, que incluyeron la invasión de la residencia privada del presidente, Gotabaya Rajapaksa, forzando su huida. Lo que sí sabemos es que, desde 1956, Estados Unidos ha proporcionado más de 2.000 millones de dólares a Sri Lanka, a través de USAID, su “agencia de cooperación internacional”. Una herramienta utilizada para hacer avanzar la agenda de Washington en los países que reciben su “ayuda”, a través del establecimiento de condiciones para ser entregada.

Lo que también sabemos es que la crisis económica que, supuestamente, motivó las protestas fue presentada por los medios occidentales como consecuencia de “la trampa de la deuda china”, y el derrocamiento del presidente sirvió para provocar inestabilidad en la región. Un punto recurrente en la agenda exterior de la Casa Blanca.

Los préstamos de China son fuertemente criticados a medida que se profundiza la crisis de la deuda de Sri Lanka.

Sin embargo, varios estudios sobre la identidad de los acreedores de Sri Lanka arrojan datos que destruyen el relato de “la trampa de la deuda china”, que algunos académicos han llegado a calificar de “teoría de la conspiración”. Para empezar, el 80% de la deuda externa de Sri Lanka está en manos de acreedores occidentales, o sus aliados, frente al 10% de China. Los principales tenedores de la deuda externa de Sri Lanka son fondos estadounidenses, como BlackRock, JP Morgan Chase, Prudential, y otras instituciones financieras alemanas, británicas, o suizas.

Distribución de la deuda externa de Sri Lanka, en porcentaje y miles de millones de dólares.

Echar la culpa a las élites nacionales es muy socorrido para inflamar a una población que tiene que hacer horas de cola para echarle gasolina al coche, y su parte de responsabilidad arrastran, pero hay que ampliar el foco para detectar el origen de los problemas económicos de Sri Lanka.

Los colores son sustituidos por estudiantes en la revolución de Bangladés

El golpe de Estado en Bangladés tiene todos los elementos de la plantilla de las revoluciones de colores: protestas ciudadanas contra injusticias sociales, supuestas, o reales, perpetradas por el gobierno. Unas protestas que los medios occidentales califican por norma de pacíficas, aunque no siempre lo sean, pero que invariablemente sufren la represión del gobierno que se intenta descabezar. La petición de “democracia” es consustancial a las revoluciones de colores, aunque los gobiernos que pretenden derribar hayan surgido de las urnas, ajustándose al patrón de las democracias liberales, como fue el caso del golpe del Maidán en Ucrania, en 2014.  

Tampoco puede faltar un ejército que deja de respaldar el ejercicio del poder legal por parte del gobierno, para anunciar que se coloca del lado de los manifestantes. Y como motor de las protestas, las ubicuas ONG, esas organizaciones supuestamente no gubernamentales que, en muchos casos, reciben financiación del gobierno de Estados Unidos, a través del National Endowment for Democracy, o de fundaciones afines a la agenda de Washington.

En el caso de Bangladés, nos encontramos con que los estudiantes que lideraron las protestas proceden del departamento de ciencias políticas de la Universidad de Daca, la capital. Los profesores de este departamento participan en programas financiados por Estados Unidos, a través de dos de sus brazos: el National Endowment for Democracy y el programa de becas Fulbright, del Departamento de Estado. El más relevante es el Proyecto de lucha contra la desinformación en Bangladesh (CMIB, por sus siglas en inglés). Un concepto éste, el de “desinformación”, ampliamente utilizado para encubrir lo que efectivamente es censura de determinados medios y mensajes.

Dentro del departamento de ciencias políticas de la Universidad de Daca, nos encontramos con seis estudiantes que aparecen con perfil propio en el sitio web de Frontline Defenders, una organización internacional, autodefinida como de defensa de los derechos humanos. Una entidad supuestamente no gubernamental, pero que está financiada, entre otros, por la Comisión Europea; los ministerios de Asuntos Exteriores de Alemania, Holanda, Dinamarca, Noruega y Luxemburgo; la Fundación de Taiwán para la Democracia y la Agencia Española de Cooperación Internacional. Todos ellos muy no gubernamentales. Para rematar el plantel, aparece la Open Society Foundation, de George Soros.

Sitio web de Front Line Defenders. Captura de pantalla.

El motivo aparente de las protestas fue un sistema de cuotas para acceder a plazas de funcionario. Sin embargo, en las revoluciones de colores las causas de las revueltas no pasan de ser un macguffin, vocablo inventado por Alfred Hitchcock: una excusa argumental para lanzar una historia, pero que carece de relevancia por sí misma.

En este caso, conviene reseñar que el Tribunal Supremo ya había tumbado el sistema de cuotas, atendiendo las demandas de los manifestantes, antes de que se produjera la salida de Sheikh Hasina del país. De hecho fue el gobierno de Hasina el que tumbó el sistema de cuotas en 2018, que fue no obstante restaurado recientemente por el Tribunal Supremo. Fue este veredicto del tribunal el que desencadenó las protestas iniciales, encabezadas por los estudiantes universitarios.

Sin embargo, a pesar de que los estudiantes valoraron positivamente una resolución posterior del tribunal, que reducía del 30% al 5% las plazas reservadas para familiares de los veteranos de la guerra de independencia, las protestas continuaron, prueba del carácter espurio del macguffin.

Aunque en este caso haya que lamentar la pérdida irreparable de vidas humanas, los impulsores de este tipo de operaciones dan por sentado que éstas se pueden producir, e incluso les vienen mejor, para justificar la necesidad de derribar al gobierno opresor y restaurar la democracia.

Es lo que ocurrió en el golpe del Maidán en Ucrania, con los “Heavenly Hundred” (los cien celestiales): el número de manifestantes asesinados en las protestas, supuestamente por las fuerzas de seguridad del Estado (aunque en realidad fueron 107: había que redondear la cifra a efectos publicitarios). Sin embargo, el estudio más detallado de la masacre en Kiev sostiene que la mayoría de las víctimas fueron disparadas por francotiradores desde posiciones controladas por los manifestantes del Maidán.  

Regresando a Bangladés, en la última década el ingreso per cápita del país, de 170 millones de habitantes, se ha triplicado, y el Banco Mundial estima que más de 25 millones de personas han salido de la pobreza. Las cifras macroeconómicas son favorables al gobierno de Sheikh Hasina, aunque como todos los países capitalistas del mundo, la nación sigue sufriendo una desigual distribución de la riqueza generada por el auge de la industria textil. Las causas reales de las protestas son más fáciles de detectar si nos detenemos en el perfil del nuevo líder del país, elegido por aclamación de los estudiantes y otros agentes políticos.

India ha tenido tradicionalmente buenas relaciones con Bangladés. El ejército indio intervino en 1971 a favor de la independencia del país, que anteriormente formaba parte de Pakistán, aunque estuviera ubicado a más de 1.000 kilómetros de distancia. Consecuencias del colonialismo británico. Con el golpe en Bangladés, y el personaje elegido para pilotar el nuevo gobierno, Estados Unidos se asegura que India no pueda contar con un aliado al oeste de su frontera.

Los vínculos con Estados Unidos del primer ministro interino Muhammad Yunus

The Washington Post nos informaba el 6 de agosto de que altos cargos del gobierno bangladesí habían aceptado la propuesta de los estudiantes: nombrar a todo un premio Nobel, como recalcaba el titular, como nuevo líder del país. Su nombre sólo aparecía más abajo, en letra más pequeña. Comenzaba la operación para manufacturar el consentimiento.

Altos cargos bangladesíes aceptan las peticiones de los estudiantes de nombrar líder a un premio Nobel.

La relación de Muhammad Yunus con Estados Unidos comienza en 1965, cuando recibió una beca del programa Fulbright, vinculado al Departamento de Estado, para realizar estudios de posgrado en desarrollo económico en la Universidad Vanderbilt, en Tennessee. En 1983, Yunus fundó el Graamen Bank, y los medios occidentales le convirtieron en “el banquero de los pobres”. Su modelo de negocio es el de los microcréditos, con unos altos tipos de interés. El banco también tiene sucursales en Estados Unidos, donde cobra unos intereses del 18% a sus clientes, principalmente de origen latino y afroamericano.

En 2001, Bill Clinton declaraba que Yunus debería ser premiado con el Nobel de la Paz. Cinco años más tarde, lo recibía. En 2009, Barack Obama le imponía la Medalla Presidencial de la Libertad. En 2010, el Congreso de Estados Unidos le concedió su medalla de oro. En 2016, el FBI abrió una investigación a Hillary Clinton por la concesión de créditos a su amigo Yunus, por valor de 13 millones de dólares. Presumiblemente, a cambio de donaciones de Yunus a la Fundación Clinton. Nunca más se supo.

Muhammad Yunus con Hillary Clinton, cuando era secretaria de Estado, y con Barack Obama. Fotografías: AFP.

Según unos cables confidenciales, filtrados por Wikileaks, Muhammad Yunus se reunía regularmente con el embajador de Estados Unidos en Bangladés. En dichos encuentros, Yunus pedía ayuda al diplomático para que presionara al gobierno de Sheikh Hasina a favor de sus intereses.

Tan sólo un día después de que Muhammad Yunus jurara su cargo como líder interino de Bangladés, sin haber olido las urnas, Antony Blinken apoyaba su designación en su cuenta en X. El secretario de Estado usaba la retórica habitual en estos casos: democracia, paz, prosperidad, etc. y subrayaba la disposición de Estados Unidos a trabajar con Yunus. Por si quedaba alguna duda.

La primera ministra derrocada acusa a Estados Unidos del golpe

Tras su huida a India, Sheikh Hasina acusó a Estados Unidos de estar detrás del golpe que forzó su salida: “Podría haber permanecido en el poder si hubiera renunciado a la soberanía de la isla de Saint Martin y hubiera permitido que Estados Unidos mantuviera el control de la bahía de Bengala”. Un hijo de Hasina atribuyó a los servicios secretos de Pakistán – estrecho aliado de Washington tras el oportuno derrocamiento de Imran Khan en 2022 – la organización material de las manifestaciones.

En junio del año pasado, la primera ministra ahora depuesta denunció que había una operación fraguada en Estados Unidos para apoyar al principal partido de la oposición, el BNP (Partido Nacionalista de Bangladés), a cambio de que éste, una vez en el poder, cediera la isla para construir una base militar estadounidense. Matthew Miller, portavoz del departamento de Estados, declaró que las acusaciones “no eran exactas” y que no había habido conversaciones con el gobierno de Bangladés sobre el tema.

Mapa de la isla de Saint Martin. Ilustración: www.insightsonindia.com

En mayo de este año, la ahora depuesta Hasina advirtió de los planes de Estados Unidos para crear un “estado cristiano”, arrebatando territorio a Bangladés, Myanmar e incluso la propia India, aunque Hasina se quedó a un paso de mencionar al país vecino. Con este fin, Washington habría entrado en contacto con grupos independentistas armados, al margen de la ley, como el Kuki-Chin National Front, en Bangladés, y el United Liberation Front of Assam, catalogado como terrorista en India.

Estados Unidos desesperado por una base militar en Bangladés; conspira para crear un nuevo Estado a partir de Bangladés y Myanmar: primer ministro.

Teniendo en cuenta la probada experiencia de Estados Unidos en crear movimientos independentistas, que acaban cristalizando en nuevos países, como hizo en Panamá, es perfectamente plausible que lo esté intentando ahora. Con el fin de ganar el control del Canal de Panamá, Washington alentó un movimiento separatista para desgajar de Colombia lo que era anteriormente una provincia, en el tiempo récord de tres años.

Fue el ejército quien derrocó a la “autoritaria” Hasina, anterior “icono de la democracia”

Los medios occidentales se han apresurado a calificar a Sheikh Hasina de “autoritaria” y “despótica”. Los mismos que en su momento la calificaron de “icono de la democracia”. Sin embargo, basta una mirada a la enciclopedia virtual, que aparece siempre en la primera página de resultados del buscador más popular, para comprobar que Sheikh Hasina siempre ha pasado por las urnas para acceder al cargo. Otro tema es que el principal partido de la oposición haya boicoteado dos de las tres últimas elecciones, al igual que ocurre en otros países donde los candidatos que obtienen apoyo popular no son los apadrinados por Estados Unidos.

Se trata de una estrategia bien clara: las elecciones sólo son “libres y justas” cuando ganan los candidatos avalados por Washington. En caso contrario, asistimos a “fraudes electorales”. La lista de países que celebran elecciones y sufren esta estrategia está en la mente de todos: son los que no se pliegan a los designios de la Casa Blanca.

Sheikh Mujibur Rahman, el padre de Sheikh Hasina, fue el artífice de la independencia de Bangladés y es considerado el padre de la patria. En 1975, fue asesinado junto con la mayoría de los miembros de su familia durante un golpe militar. Solo Hasina y su hermana menor sobrevivieron, al encontrarse en el extranjero. Tras un periodo de exilio en la India, Shekih Hasina regresó a Bangladesh en 1981 y se convirtió en la líder del partido político al que pertenecía su padre, la Liga Awami.

Según nos cuenta la BBC, Hasina “se unió a otros líderes políticos y encabezó protestas callejeras a favor de la democracia durante el gobierno militar, por lo que se convirtió en un ícono de la democracia internamente”. En 2001, perdió las elecciones ante una antigua aliada, Begum Khaleda Zia, del Partido Nacionalista de Bangladés, (BNP). Siguiendo a la BBC, “No obstante, en 2009 recuperó el poder gracias a las urnas”. El mismo medio que, sin embargo, calificó de “elecciones controvertidas” su triunfo en enero de 2024.

El profesor y analista indio de geoestrategia Brahma Chellaney sostiene que lo ocurrido en Bangladés ha sido en realidad “un golpe militar tranquilo”, revestido con personajes civiles, incluyendo a los estudiantes, para dotar de romanticismo a la narrativa occidental que acompaña a las revoluciones de colores. En realidad, el nuevo hombre fuerte del país fue el que anunció la renuncia de Sheikh Hasina del gobierno: el general Waker-Uz-Zaman.

Un golpe militar tranquilo en Bangladés. The Hill.

Fue el ejército el que se negó a obedecer las órdenes de Seikh Hasina, sellando así su destino, según admite Reuters. Fueron los militares quienes transmitieron a la primera ministra que rehusaban hacer cumplir el toque de queda. Fue el ejército quien depuso a Seikh Hasina, no los estudiantes, como falsamente sostiene la romántica narrativa occidental.

Estoy seguro de que entre los estudiantes asesinados los había que creían de buena fe que estaban montando una revolución, sin sospechar que estaban siendo utilizados por el imperialismo estadounidense. La pérdida irreparable de esas vidas es lo más lamentable de todo este asunto.

En enero de este año, la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, Maria Zajárova, acusaba a Estados Unidos de estar detrás de las protestas antigubernamentales del 12 y 13 de diciembre en Bangladés.  Zajárova avisó: «Si los resultados de la voluntad del pueblo no son satisfactorios para Estados Unidos, es probable que se produzcan intentos de desestabilizar aún más la situación en Bangladés siguiendo los pasos de la ‘primavera árabe'». Sus palabras resultaron proféticas: otra pieza del puzle que rodea la India ha caído en manos de Washington. Mirando el mapa cabe preguntarse si la próxima será Nepal.

2 comentarios

  1. Si no fuera por estos artículos no llegaría a enterarme de todos estos movimientos geopolíticos, de como la larga mano de los EEUU manipula todo a favor de sus intereses, pisoteando los de los de toda la población de esos países que no le son dóciles. Gracias!!

    1. Muchas gracias por tu comentario, Rafa. Me anima a seguir escribiendo sobre los asuntos que los medios convencionales o bien no tratan, o distorsionan para adecuarlos a la agenda de quien ya sabemos. Eso sí, hay que reconocer que han mejorado mucho sus técnicas: hacer pasar por una revolución de estudiantes un golpe militar tiene su mérito. Saludos.

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