30 de enero de 2025
El Tribunal Constitucional de Rumanía anula las elecciones presidenciales
Aunque al final de mi último artículo anuncié que me iba a ocupar de otros asuntos, la gravedad de lo que está sucediendo en Rumanía me obliga a cambiar de tema. Porque la manera apropiada de caracterizar lo que está ocurriendo allí es golpe de estado, en varios tiempos. Un golpe al que los medios de comunicación occidental no le han dedicado la atención que merece, a pesar de la gravedad que representa la anulación de unas elecciones presidenciales, en un estado miembro de la Unión Europea. O quizás ha sido precisamente la trascendencia del asunto lo que ha motivado que haya quedado relegado de la agenda mediática. No vaya a ser que estropeemos la imagen de la “democracia europea”.
Veamos la cronología de lo ocurrido en Rumanía desde el 24 de noviembre de 2024. Ese día se celebraron elecciones presidenciales en ese país, miembro de la OTAN, fronterizo con Ucrania y 243 kilómetros de costa junto al Mar Negro, frente a Crimea. Por dar sólo cuatro datos.
Mapa de Rumanía y países limítrofes. Ilustración: Google Maps.
Ese día, el candidato independiente Călin Georgescu obtuvo la primera posición en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, con un 22,94% de los votos. Los partidos que formaban parte del gobierno, los social demócratas del PSD y los liberales del PNL, sufrieron tal varapalo que los líderes de ambos presentaron su dimisión. Marcel Ciolacu, el candidato del PSD quedó tercero, desbancado por Elena Lasconi, la alcaldesa de una pequeña ciudad de provincias. Nicolae Ciucă, el candidato de los liberales, quedó en quinto lugar, el peor resultado de su historia para el PNL. El último lugar lo ocupó el ex vicesecretario general de la OTAN, Mircea Geoană, con un 6,32% de los votos. Muy significativo.
Călin Georgescu se ha manifestado en contra de seguir apoyando a Ucrania en la guerra que libra contra Rusia, por encargo de la OTAN. Ese es su pecado. Los medios occidentales se han apresurado a tildar a Georgescu de ultraderechista y, sobre todo, de prorruso. Una táctica utilizada contra todos aquellos políticos que no asumen la agenda de Washington y su fiel mayordomo, Bruselas. Una lista sobre la que volveré más tarde.
El 4 de diciembre aparecen en la prensa occidental diversas noticias acerca de una supuesta campaña en Tik Tok, orquestada por Rusia, a favor del candidato Călin Georgescu. Unos documentos, oportunamente desclasificados por agencias de inteligencia rumana antes de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, hablan también de ciberataques “coordinados por un actor patrocinado por un estado”.
El día 8 de diciembre estaba prevista la segunda vuelta. Sin embargo, un día después de publicarse las informaciones anteriormente citadas, el Tribunal Constitucional anula no sólo la votación prevista para esa fecha, sino todo el proceso electoral. El actual presidente, Klaus Iohannis, debía abandonar su puesto el 21 de diciembre, pero en un mensaje a la nación, anunció que permanecería en el cargo hasta que asuma el cargo el próximo presidente. Si esto no es un golpe de estado ¿Cómo tenemos que llamarlo?
Es fundamental resaltar el cambio de criterio del Tribunal Constitucional de Rumanía. En un primer momento, el 28 de noviembre, el Constitucional dictaminó que debía realizarse un recuento de todos los votos emitidos en la primera vuelta. El 2 de diciembre confirmó los resultados de la primera vuelta y mantuvo la celebración de la segunda, prevista para el 8 de diciembre. Sin embargo, el 6 de diciembre el tribunal anuló las elecciones, sólo dos días después de la oportuna desclasificación de los citados documentos.
El Partido Liberal organizó la campaña en Tik Tok atribuida a Rusia
En primer lugar, anular unas elecciones presidenciales por una supuesta campaña en redes sociales, en un mundo donde dichas redes son omnipresentes y se difunden todo tipo de mensajes, es un ataque directo a la democracia. Además de un desprecio a la capacidad de discernimiento de los electores, a quienes la decisión del Tribunal Supremo degrada a la categoría de semovientes sin criterio, que funcionan a golpe de bits en sus pantallas.
Pero lo más grave del asunto es que, según desveló un medio de Rumanía, la propia fiscalía rumana admitió que la campaña para fomentar el voto al candidato Călin Georgescu había sido financiada no por los malvados rusos, sino por un partido rival: el PNL. “La acción de la campaña Equilibrio y Verticalidad, en TikTok, fue pagada con dinero del Partido Nacional Liberal”, confiaba una fuente que había tenido acceso a la investigación de ANAF (la fiscalía rumana). Los liberales querían impulsar a un candidato que presentaba una baja intención de voto con el objetivo de restar apoyos electorales a otros partidos rivales. Se pasaron de frenada…
La empresa Kensington Communication, contratada por el Partido Nacional Liberal, incorporó a 130 influencers para promocionar una campaña titulada #Equilibrioyverticalidad, previa a las elecciones presidenciales. Los influencers transmitieron al público, en un vídeo, las cualidades de un futuro presidente, sin nombrarlo. Algunos influencers escribieron en los comentarios del vídeo: «Călin Georgescu». La línea de defensa del Partido Nacional Liberal y de la empresa de comunicación contratada fue que la campaña “había sido clonada”.
Las elecciones presidenciales no debieron ser anuladas en ningún caso. Los electores son libres de meter en la urna la papeleta que estimen oportuna. Es absolutamente ridículo pretender celebrar campañas electorales en el siglo XXI dentro de una burbuja, aisladas de cualquier tipo de influencia, como si estuviéramos hablando de la limpieza de un quirófano, libre de cualquier agente externo. Las campañas electorales consisten en hacer propaganda, en tratar de influir la decisión de los votantes. Vivimos en una aldea global, y los mensajes recorren el planeta sin fronteras en el plano virtual. No se le pueden poner puertas al campo.
Pero pongámonos, por una vez, el traje de la OTAN: si hubo injerencia por parte de Rusia, se anulan las elecciones y punto. Pasemos por alto las intromisiones de Washington y de Bruselas en Ucrania, Armenia, Georgia, y Eslovaquia, por citar sólo algunos casos recientes. Admitamos por el contrario el doble rasero, que se fundamenta en el relato infantil de que nosotros somos los buenos, y todo lo que hacemos está tocado por la bondad, aunque hagamos lo mismo que criticamos en los demás, con fundamento o sin él.
Pero no fue Rusia la que interfirió en el proceso electoral, sino un partido rumano, que competía en las elecciones presidenciales, el que orquestó una campaña en redes. Algo por otra parte absolutamente habitual hoy en día. Los carteles en las paredes son del siglo pasado.
Sin embargo, a pesar de destaparse la falsedad de la atribución a Rusia de la campaña del partido liberal en Tik Tok, ¡La anulación del proceso electoral sigue adelante! Los comicios han sido anulados en su integridad. El 4 de mayo se celebrará una nueva primera vuelta, seguida de una segunda el 18. Mientras tanto, a Călin Georgescu le han cortado la calefacción y la conexión a Internet en su domicilio.
Los medios occidentales apuntan la posibilidad de que le sea prohibido volver a presentarse a las elecciones. Las encuestas le asignan un 38% de los votos si vuelve a concurrir, apostando a que derrotaría en la segunda vuelta a Crin Antonescu, el candidato de los partidos que cuentan con el visto bueno de Bruselas. El propio Georgescu, ante la posibilidad de que le prohíban presentarse, está considerando apoyar a algún candidato presidencial del campo soberanista, para ocupar el puesto de primer ministro en caso de que ganara. Mientras tanto, miles de ciudadanos rumanos protestan en las calles por la anulación de las elecciones.
Bruselas respalda la anulación de las elecciones
La presidenta de la Comisión Europea, como no podía faltar, se apresuró a posicionarse a favor de la anulación de las elecciones en Rumanía. Con su discurso habitual de defensa de la “democracia europea”, Úrsula von der Leyen declaró: “Debemos proteger nuestras democracias de cualquier tipo de interferencia extranjera. Siempre que sospechemos de tal interferencia, especialmente durante las elecciones, debemos actuar con rapidez y firmeza”.
La Comisión anunció la apertura de un proceso a Tik Tok en relación con un presunto incumplimiento de la DSA (Digital Services Act) por faltar a su obligación de evaluar y mitigar adecuadamente los riesgos sistémicos relacionados con la integridad electoral.
Por otra parte, la Comisión Europea para la Democracia a través de la Ley, (también conocida como Comisión de Venecia), a petición de Theodoros Rousopoulos, Presidente de la Asamblea Parlamentaria del Consejo Europeo, emitió un informe para contestar a su pregunta: ¿En qué condiciones y bajo qué estándares legales puede un tribunal constitucional invalidar elecciones, tomando como referencia el reciente caso rumano?
Sin pronunciarse específicamente acerca de la anulación de las elecciones presidenciales en Rumanía, la Comisión de Venecia recalcaba que “El poder de los tribunales constitucionales para invalidar elecciones de oficio –si lo hubiera– debería ser limitada a circunstancias excepcionales y claramente regulada”. Asimismo, la Comisión de Venecia subrayaba que “La cancelación de una parte de las elecciones o de las elecciones en su totalidad sólo podrá permitirse en virtud de circunstancias muy excepcionales como última ratio y con la condición de que se detecten irregularidades en el proceso electoral que puedan haber afectado el resultado de la votación”.
La citada Comisión también resolvía que “El proceso de toma de decisiones sobre los resultados electorales debe ir acompañado de: garantías adecuadas y suficientes que garanticen, en particular, un procedimiento justo y objetivo y una decisión suficientemente motivada basada en hechos claramente establecidos que demuestren irregularidades que son tan significativas que pueden haber influido en el resultado de las elecciones”.
Después de haber leído este dictamen, emitido el 27 de enero, hay que tener mucho valor para seguir defendiendo la anulación de unas elecciones presidenciales por una campaña en redes sociales, financiada por uno de los partidos contendientes en la pugna por la presidencia.
Pero justo eso es lo que ha hecho Thierry Breton, que además ha amenazado con hacer lo mismo en Alemania, si los resultados de las próximas elecciones al Bundestag no son del agrado de Bruselas. En una entrevista en televisión, el excomisario europeo de Mercado Interior y Servicios alardeaba de la anulación de las elecciones en Rumanía, y advertía: “Se ha hecho en Rumanía y se volverá a hacer, si es necesario, en Alemania”.
Thierry Breton se refería a la hipotética victoria de Alternativa para Alemania en las elecciones al Bundestag. Este partido ha subido en intención de voto desde el 9% en enero de 2021 al 21%, en sólo cuatro años. El ex burócrata europeo recalcaba que la Unión Europea tiene mecanismos para anular el potencial triunfo de un partido que se opone abiertamente a seguir financiando la guerra de la OTAN en Ucrania contra Rusia. Y eso Bruselas no lo puede consentir.
El debate sobre la posible prohibición de Alternativa para Alemania se abrió hace tiempo en el país. Según Euronews, el Bundestag podría abordar la ilegalización del partido próximamente, antes de las elecciones. En esto ha quedado la “democracia europea”: las elecciones se anulan cuando las posiciones políticas de los que ganan no encajan con la agenda de Bruselas, y se plantea la ilegalización de los partidos que se atreven a salirse del guion. Y todavía tienen el valor de sostener que en Ucrania se está librando una guerra entre la democracia y el autoritarismo.
La OTAN necesita políticos complacientes con la agenda de Washington
Como reseñé en un artículo anterior, la base de la OTAN en Constanza, a orillas del Mar Negro, se convertirá en la mayor en Europa de la alianza militar. En otra base de la OTAN en Rumanía, la situada en Deveselu, se alberga uno de los dos sistemas de misiles balísticos Aegis Ashore desplegados por Estados Unidos en Europa. Otro está emplazado en Polonia. En la base de Rota (Cádiz) hay buques estacionados con capacidad para usar estos misiles, que la OTAN califica de puramente defensivos, diseñados para interceptar en mitad de su curso misiles provenientes de terceros países.
La situación geográfica de Rumanía es absolutamente estratégica para la OTAN. La ampliación de la base de Constanza, en la costa del Mar Negro, es cualquier cosa menos casualidad. Situada enfrente de Crimea, la OTAN no se puede permitir que un presidente nacionalista, que antepone los intereses de su país a los de Washington y Bruselas, acceda al poder.
Rumanía es el segundo país más pobre de la Unión Europea. Sin embargo, ha aumentado su presupuesto militar un 45% en sólo un año, hasta los 20.000 millones de dólares. El grueso de ese dinero se ha destinado a comprar armamento a Estados Unidos. Quizá una de las razones del triunfo de Georgescu en la primera vuelta de las presidenciales tenga que ver con el hartazgo de una población empobrecida, forzada a la emigración, que contempla cómo se derrochan miles de millones en sustentar la hegemonía de un país extranjero.
La OTAN necesita élites obedientes, que sacrifiquen la economía de sus países y el bienestar de sus ciudadanos en aras de la hegemonía imperialista estadounidense. La OTAN, es decir, Washington, necesita políticos como Olaf Scholz, que no ha tenido inconveniente en desindustrializar su patria, que lleva dos años en recesión. O como su compatriota Úrsula von der Leyen, que tuvo el cuajo de afirmar que el gas natural licuado de Estados Unidos es más barato que el ruso. Ante la carcajada generalizada de los expertos, su secretario de prensa replicó que “Ella quería decir más barato políticamente, no económicamente”.
La injerencia de Bruselas y Washington en otros países es antidemocrática
Cuando Washington y Bruselas se topan con líderes que se preocupan por el bienestar de sus países, y no se doblegan ante sus presiones, inmediatamente tiran de argumentario: son de ultraderecha, además de populistas y prorrusos. Lo de ultraderecha sólo aplica a aquellos que no ceden. Los líderes dejan de ser de ultraderecha cuando asumen la agenda de la OTAN. Como es el caso de la italiana Giorgia Meloni, que viajó el 5 de enero a rendir pleitesía a Donald Trump a su residencia en Mar-a-Lago, y a suplicarle que no dejara en la estacada a Europa en Ucrania. La ideología ultraderechista de Meloni ya no supone un problema, siempre que trabaje a favor de la agenda atlantista.
Los medios occidentales se apresuraron a enmarcar la anulación de las elecciones presidenciales, y la formación de un “gobierno de coalición europeísta” como una estrategia para “aislar a la extrema derecha”. Es lo mismo que hemos visto recientemente en Francia, ante el surgimiento de otro partido, el de Marine Le Pen, que se opone a seguir financiando la guerra en Ucrania, sencillamente porque va en detrimento de los intereses de Francia y los franceses. El argumentario es el mismo: “cordón sanitario”, “aislar a la ultraderecha”, “partido prorruso”.
Cuando la OTAN se topa con líderes que ganan elecciones, como en Georgia, Eslovaquia, o Hungría, que anteponen los intereses de sus países a los de Washington y su fiel vasallo, Bruselas, vienen las “espontáneas” protestas de miles de personas, que salen a la calle pertrechadas de banderas de la Unión Europea, y también de Ucrania. Además de usar pancartas escritas en inglés, aunque obviamente no sea el idioma del país, para que en las fotos que publican los medios las entienda todo el mundo.
Es lo que ha ocurrido recientemente en Georgia. La OSCE (Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa) supervisó las elecciones parlamentarias, celebradas en octubre de 2024, y elaboró un informe que criticaba algunos aspectos. Sin embargo, tras la lectura de sus 53 páginas no se desprende, ni mucho menos, que las elecciones parlamentarias fueran amañadas, como interesadamente sostienen los enemigos de la independencia política que está mostrando el partido gobernante, el Sueño de Georgia. De hecho, las autoridades de Georgia agradecieron a la OSCE su informe, lo que casaría mal si realmente hubiera sido negativo.
Sin embargo, a pesar del informe de la OSCE, se produjeron violentas protestas, que fueron tildadas de pacíficas por las terminales mediáticas occidentales, en contra de lo atestiguado por numerosos testimonios gráficos. Los manifestantes asaltaron el parlamento de Tbilisi, provocando un incendio, con la intención de revertir por la fuerza el resultado de las elecciones. Lo que viene a llamarse un golpe de estado, con el pleno apoyo de Bruselas: una resolución del parlamento europeo instó a celebrar nuevas elecciones en el plazo de un año, y pidió sanciones contra el primer ministro de Georgia, Irakli Kobakhidze.
En mayo de 2024, un hombre que calificó al gobierno eslovaco de “Judas en relación con la Unión Europea” por no proporcionar asistencia militar a Ucrania, tiroteó al primer ministro Robert Fico. Como quiera que, a pesar del intento de asesinato, Fico se mantiene firme en su política de no querer convertir a Eslovaquia en otra Ucrania, ahora le están montando otro Maidán.
El 24 de enero, en Bratislava, capital de Eslovaquia, 60.000 manifestantes pedían la renuncia de Robert Fico. Las protestas, con toda seguridad espontáneas, se celebraban simultáneamente en 20 ciudades más del país. El primer ministro denunciaba la llegada al país de “expertos” en la organización de protestas en el país. Los mismos que habían operado en Kiev, en 2014 y, más recientemente, en Georgia.
Robert Fico ha sido acusado reiteradamente de prorruso, sin tener en cuenta que las necesidades energéticas del país pasan por el gas que proviene de Rusia, a través de un gasoducto, cuyo tránsito se produce por Ucrania. El 1 de enero de 2025, Zelenski cortó el flujo de gas a través de esa tubería, que abastecía – qué casualidad – a Eslovaquia y a Hungría. Previendo dicha jugada, Fico viajó a Moscú a entrevistarse con Putin para intentar solventar el suministro a un país que no puede acceder al gas natural licuado, generalmente transportado en barco, al carecer de acceso al mar.
La era del gas ruso barato para la Unión Europea se acaba al terminar el tránsito a través de Ucrania.
En otros países también se cuecen sospechosas habas. En Serbia, las presiones, por no decir amenazas, al presidente Vucic para que imponga sanciones a Rusia son constantes. El primer ministro serbio dimitía el 28 de enero tras semanas de protestas por un accidente mortal en un estadio, resaltando que estaban organizadas desde el extranjero. En Hungría un excolaborador de Orbán ha montado un partido de la nada, pero se las arregló para cosechar el 30% de los votos en las últimas elecciones al Parlamento Europeo.
Los muy democráticos líderes que amamantan Washington y Bruselas, que se pasan el día tildando de «ultraderechistas”, “populistas” o “fascistas” a quienes no se someten a sus agendas, son los verdaderos fascistas. Los que financian protestas violentas a través de sus muy gubernamentales ONG. Los que organizan golpes de estado para convertir países en meras herramientas. Los que les da igual que mueran cientos de miles de personas, y piden rebajar la edad de reclutamiento a 18 años, con tal de no dar su brazo a torcer, reconocer su fracaso y sentarse a negociar la paz.
Para mí, esos son los peores fascistas: los que se ocultan tras la retórica de la “democracia”, mientras se dedican a anular elecciones, y amenazan con cancelar todas las que no les convengan.
Esta vez estamos totalmente de acuerdo. Lo de Rumanía ha sido un golpe de Estado en toda regla y ahora toca esperar a ver lo que son capaces de hacer en Alemania pero están desatados..